¿CÓMO PUEDO ESTUDIAR? Suena el despertador, te levantas de mala gana, miras por la ventana: todavía no ha salido el sol. Una ducha rápida, algo de desayunar, coges la mochila y a clase. Fuera hace un frío que hiela la sangre, en contraste con la calentita cama de la que te acabas de levantar… Y por si fuera poco, tres exámenes que no te ha dado tiempo a preparar bien. Tu profesor de matemáticas te va a regañar porque no has hecho los deberes, y sólo puedes pensar en la montaña de ejercicios que te espera esta tarde… ¿Te resulta familiar esta situación? ¿No te gustaría que dejase de ser así? Seguramente tus padres ya te habrán dicho que si te organizaras podrías llevar unas calificaciones muy buenas, y seguramente tus profesores ya te habrán explicado cómo estudiar su asignatura, y te habrán puesto muchas facilidades para llevar las cosas al día. ¿Por qué tengo que ir al instituto? ¿Por qué tengo que estudiar? ¿Es útil lo que aprendo en esas interminables clases en las que me cuesta mantenerme despierto? Vayamos por partes. En el instituto nos están dando de forma gratuita una educación, nos están ofreciendo un futuro, incluso se nos brinda la oportunidad de ser alguien importante para la sociedad en nuestra vida adulta. En el instituto aumentamos nuestra cultura, nos proponemos nuevas metas y procuramos desarrollar nuestras capacidades al máximo. Sé que tú estás tan harto/a como yo de que nos digan que hay que ir al instituto “porque sí”, porque es nuestro deber. No es nuestro deber, es nuestro derecho. No podemos vivir en la ignorancia, no podemos conformarnos con lo mínimo. Si queremos ser dueños de nosotros mismos, debemos ambicionar nuevos conocimientos. Es por eso por lo que debemos estudiar, por nosotros. ¿O acaso tú no te mereces entender lo que te rodea? “¿Es útil lo que aprendo en esas interminables clases en las que me cuesta mantenerme despierto?” Esta es la pregunta más fácil de responder. La respuesta es no, no es para nada útil. Y con esto no quiero decir que los conocimientos que el profesor intenta transmitirnos no nos vayan a servir de nada (nada más lejos de la realidad), sino que en esa hora en la que se te cierran los ojos, en la que no entiendes ni te esfuerzas por entender nada, no estás aprendiendo nada. La forma más sencilla de aprender algo es queriéndolo aprender. ¿Cuánto tiempo has tardado en aprender a jugar a ese videojuego que tanto te gustaba? ¿Cuánto te ha llevado aprenderte las letras de tus canciones favoritas? Por supuesto, habrá asignaturas que no te guste estudiar y que sepas que no son fundamentales para la profesión que decidas ejercer. A mí también me pasa. Pero mirándolo desde otro punto de vista, si no puedes acceder a un puesto importante o ejercer la profesión que te gusta, nunca será por exceso de conocimientos. Con un pequeño esfuerzo diario, tu futuro puede cambiar. No es necesario pasar noches sin dormir o días sin salir de casa: quien te haya dicho que es cuestión de organizarse estaba en lo cierto. Y llegados a este punto estarás pensando: “no me has dicho nada que no supiera. Estudiar es necesario y para conseguir aprender necesito organizarme pero, ¿cómo?” A continuación escribiré unos consejos que considero de utilidad: • • • • • • • • • • • • • • • Empieza a estudiar desde el primer día. Realiza esquemas y resúmenes de la materia dada y repásalos siempre que tengas ocasión. Haz siempre los deberes. Te ayudarán a asentar los conocimientos adquiridos. Utiliza la agenda diariamente. Mantén tus apuntes y libretas organizados. Haz sesiones de estudio intensas, descansando cinco o diez minutos cada hora estudiada. Estudia cada día y no solo el anterior al examen (el famoso consejo que todo el mundo recibe…). Intenta relacionar la materia nueva con la conocida anteriormente. Procura no estar cansado a la hora de estudiar. Procura entender antes de “chapártelo” Utiliza trucos para asociar ideas (reglas mnemotécnicas). Estudia en un ambiente sin distracciones. También debes de procurar no estudiar tumbado/a, porque lo más probable es que te quedes adormilado/a. Respeta unas horas de sueño y horarios más o menos fijos para las comidas. Realiza algún deporte para despejar la mente. Si te apuntas con tus amigos podrás disfrutar de un buen rato de ocio. Cuando te entreguen el examen corregido no mires solo la nota. Fíjate en lo que más ha valorado el profesor y en lo que has fallado. Como puedes observar, los puntos anteriormente expuestos no son difíciles de realizar. Es solamente cuestión de fijase una meta y tener voluntad. El esfuerzo valdrá la pena. Anímate, date una oportunidad y no pienses jamás que no puedes. Noelia Bello Míguez, 4ºA Septiembre 2011