LA FIGURA AUSENTE DEL PADRE AUTORES Alba Maria González Martínez; Leonor Nevado Carrillo; Concepción González Candel; Lourdes González Tapias; Raquel Ruiz Íñiguez; Virtudes García Guardiola INTRODUCCIÓN En la evolución antropológica de lo masculino está aconteciendo una ruptura dentro de la sociedad occidental. Se ha apartado el valor de lo masculino con unos propósitos de ingeniería social pero todo ello va a tener unas repercusiones tanto individuales como colectivas. Podríamos considerarlo como la “ausencia de los masculino”, y es desde esta generalidad donde nos llevaría a encontrarnos con la particularidad desgarradora de la “figura ausente del padre”. Es en la era post-moderna, donde se produce una decadencia de la función paterna, la cual busca tapar a través de los “productos de consumo”, el malestar que le supone al ser humano dicha ausencia. Asistimos a un hombre contemporáneo infantilizado, que se niega a soportar la más mínima falta o privación. OBJETIVOS A través de este estudio, pretendo sensibilizar y hacer conscientes del por qué se está produciendo en nuestros días una sociedad donde impera la falta de autoridad del padre y por consiguiente con una pérdida de valores en el contexto familiar. Enfermería tiene una gran labor que desempeñar, sobre todo en el ámbito de la escuela. Cabe mencionar que la enfermera escolar es una figura ampliamente consolidada en otro países como Francia, Alemania , Reino Unido… y en el nuestro, también está presente en algunas comunidades autónomas como Madrid y Castilla la Mancha . La enfermera, como educadora para la salud, actúa con la intención de preparar el individuo para el autocuidado y no para la dependencia, siendo por tanto una facilitadora en la toma de decisiones. 1 DESARROLLO “Si pudiera ocurrir que lo que desean los mortales se realizase, lo primero que querría sería el regreso de mi padre”: es Telémaco, el hijo de Ulises, quien habla así en La Odisea. Nos remontaríamos a la mitología griega donde se nos cuenta que siendo Telémaco todavía un niño su padre marchó a la guerra de Troya y en sus casi veinte años de ausencia este creció hasta hacerse adulto. Esta es una de las primeras figuras que, en los grandes relatos de la humanidad da testimonio de la angustia de un hijo sin padre. Tras él vinieron otros muchos. Sin embargo, esta ausencia es inaceptable, porque de hecho, la figura del padre es esencial en la procreación, la vida y el desarrollo. Sin una importante presencia paterna, el organismo vital tiende a debilitarse. Tenemos, por un lado, la tranquilidad y seguridad afectiva de la madre, y por el otro el dinamismo y la contundencia del padre. El niño de hoy en día quiere tener la mirada del padre pero que esta sea real, con amor y fuerza. Podríamos remontarnos a la etapa evolutiva según Freud: Fase oral (0-1 años): El centro de actividad del niño, durante el primer año, es la boca. Explora activamente con la boca, chupa, y muerde, no sólo para comer, sino porque obtiene placer. Durante esta fase, el niño depende absolutamente de la madre, se produce un proceso de identificación con ella, lo que es importante para la formación de la seguridad. Su afectividad se caracteriza por una discontinuidad de sentimientos, debido a que todavía no tiene Ego. Fase anal (2-3 años): El interés se desplaza de la región oral a la anal Se distingue dos fases: - Una activa: Anal expulsiva : en la que el niño siente placer con la expulsión de sus heces. - Una pasiva: Anal retentiva. Disfruta con el dominio de los músculos del esfínter reteniendo su expulsión. Su afectividad sigue caracterizándose por la discontinuidad de sentimientos, a partir de los 2 años y medio comienza a emerger el Ego, se va haciendo más constante en sus afectos. Fase fálica (3-6 años): El niño se interesa por sus órganos genitales y por las diferencias anatómicas entre los dos sexos. Desde el punto de vista afectivo lo más importante es que aparece el complejo de Edipo (en las niñas el complejo de Eletra), caracterizado por una atracción hacia el progenitor del sexo opuesto, a la vez que lo considera como un rival. Se resuelve hacia los 6 años. Fase de latencia (6-pubertad): Es un período estable en l que los intereses sociales y culturales aventajan a los de los instintos, que entran en una fase de reposo o latencia. En el plano 2 afectivo se produce una ordenación de los sentimientos. El proceso de identificación edípica, al resolverse se orienta hacia el progenitor del mismo sexo. Fase genital (pubertad-adolescencia): Se manifiesta en intereses heterosexuales, centrados fuera de la familia. Todo esto coincide con la maduración de las glándulas genitales y el desarrollo de algunos caracteres secundarios. Tras este análisis podríamos decir que el hijo desde que es concebido, vive fundido con su madre. Antes de que nazca la simbiosis es completa: se encuentra dentro del cuerpo de la madre y vive a través de ella, de sus órganos. Es la madre la que le nutre, la que le protege, le da afecto, amor, en definitiva, es la que nos proporciona el “principio del placer”. Sobre los tres comienza el destete figurativo, a los cinco se debe de ir produciendo un distanciamiento con la madre y un acercamiento hacia el padre que debe de estar completada a los siete-ocho años. Durante este primer septenio, la aportación de la madre a la existencia y a la propia formación psicológica del niño es decisiva. Por ello, es en esa relación cuando se desarrollan no sólo el cuerpo del bebé sino también su propia existencia como individuo y la capacidad de percibirse como tal. Además del calor, del afecto que la madre experimenta por el hijo (miradas, caricias) y de cada gesto materno, dependerá después el amor que el hijo tendrá hacia sí mismo, su capacidad de atenderse, de quererse. Por esta misma razón, la ausencia, frecuente o prolongada , de la madre en relación con el hijo en esos años decisivos produce después una serie de daños que se ven constantemente en la experiencia clínica: baja autoestima, percepción fallida de sí mismo como sujeto autónomo a la falta de amor propio. Si la separación no se produce bien , el individuo corre el peligro de seguir siendo toda su vida un niño que añora al ser amado del que le han separado y que busca, en una estéril ansia narcisista, la mirada de aprobación. Por eso y en todas las culturas, la separación del hijo de la madre es un hecho esencial, no sólo para la vida del hijo sino para toda la comunidad. Es de ahí de donde proceden esos ritos de iniciación a través de ceremonias, por ejemplo, la que practica la tribu australiana de los kurnai. En ella, las mujeres se sientas detrás de los novicios. Los hombres, que van alineados, llegan de frente a la fila de las madres y cogen a los niños en sus brazos. Después, los levantan varias veces hacia el cielo. Los niños así levantados extienden a su vez los brazos hacia arriba, lo más alto que pueden. Ser arrancado de los brazos de la madre, como los ritos iniciáticos, ya es un dolor y una pérdida decisiva. Sobre este dolor y esta pérdida, durante miles de años, se han edificado al mismo tiempo la personalidad adulta de quien los sufría y la sociedad a la que aquellos “iniciados” habían pertenecido. Será aquella “herida” que los convertirá de hijos en hombres y futuros padres. 3 Es el padre (según nos indica Freud) el que rompe esa relación incestuosa que tiene madre-hijo, es el que pone orden al caos a esa inmoralidad. Sin esta realidad del padre no se produce una proyección de futuro, no se produce esa castración. Por consiguiente el hijo va a tener varias pérdidas: la primera vez coincide con el trauma del nacimiento, el bebé al nacer tiene que respirar con sus pulmones y tomar aliento por sí mismo, todo es enormemente más doloroso y complicado. Otra separación aunque no oes sólo física es la que se produce en el momento del destete. Pero la separación decisiva, esta vez psicológica, debe producirse, precisamente, al entrar en el octavo año de edad: para que se forme el “yo” de la persona joven es necesario que ésta salga, psicológicamente, de la envuelta protectora materna y entre simbólicamente, en el mundo del padre. Coincide, como es lógico, con la renuncia a la omnipotencia. El padre lo que hace es una dinamización y una proyección de futuro. El papel del padre no es el de proteger, sino que dinamiza al hijo para separarlo de los brazos de la madre y que de esta forma pueda llegar al futuro. El padre debe ejercer de padre y no tener complejo de ser padre. El hijo vive esto como una frustración, una rabia pero esta va a ser lo único que le va a posibilitar como hombre del futuro, ser un ente integrativo en la sociedad porque de lo contrario será como hemos dicho anteriormente un niño eterno, un ser neurótico. Lo que va a devolver a la sociedad es esa violencia neurótica porque está buscando esa autoridad que nunca llega. El niño que entra en relación con el padre, con el hombre adulto, portador de la norma, siente que no es todopoderoso, que está sujeto a reglas, a veces penosas que tiene que respetar. Sin embargo, esta aceptación dolorosa, libera de la angustia. La figura del profesional conoce bien la angustia característica del niño mimado, al que se trata de evitar lo más posible la experiencia del límite, de la prohibición, de la regla. Entonces el niño se vuelve cada vez más inquieto, hasta desafiar continuamente al mundo de los adultos y de la autoridad aparentemente, lo hace por descaro y prepotencia. En realidad y a un nivel más profundo, busca desesperadamente un límite, una detención, una norma. Por ello necesita que le digan: “Esto no puedes hacerlo” y busca de cualquier modo satisfacer su necesidad de una ley. En los años, en torno a 1968 como parte de la investigación política y social de la época se hizo una experiencia en las llamadas “guarderías antiautoritarias” que florecieron, sobre todo en las grandes ciudades se realizó una experiencia de esta búsqueda instintiva de la norma por parte del niño, a veces con una gran sorpresa por parte de los que la dirigían. Partieron de la hipótesis de que cualquier represión es “castrante”, inútil, y dañina, por lo que se trato de poner a los niños en condiciones de una Libertad Absoluta. 4 Después de un año y medio de registro de estos niños se llegó a la conclusión por parte de los directores más responsables de estas guarderías de que había que abandonar el método o cerrar las guarderías ya que el método era pedagógicamente impracticable: entre los niños, se produjo un comportamiento de una especie de depresión difusa: sin normas , el niño no sabía qué hacer y hasta el juego para él le resultaba difícil. Los niños pedían consignas, normas, órdenes, prohibiciones. Por tanto, cabe decir, que el principio de autoridad forma parte de la personalidad y es condición para su desarrollo. La sociedad que siguió al 68, es también la sociedad de la ausencia de la norma moral, la sociedad de la ausencia del padre. En esta sociedad, la prohibición que el niño espera no viene nunca expresada clara y francamente, porque en ella no hay ningún padre que lo haga. De esta forma, la angustia y la ansiedad del niño crecen hasta llegar a niveles habitualmente peligrosos. Es por tanto, a partir de la generación del 68 donde se produce una ruptura de la figura tanto del padre como de la madre. La del padre: autoridad, represión castigo, todas estas tareas están envilecidas. Pero a su vez han sido rescatadas por el estado que será el que lleve la autoridad, la represión el castigo pero no desde el amor del padre sino todo lo contrario, con la ausencia de este sentimiento tan importante en la vida del ser humano. La figura de la madre: amor, protección, afectividad…es aniquilada pero el estado se ha adueñado de esta función aportando el principio del placer, el principio de la oralidad, se produce de ese modo la sociedad de consumo. Ella se va a encargar de darnos todo el placer, y nos los va a dar sin límites, porque todo lo que queramos lo vamos a tener. Hoy día, es el consumo el que determina la identidad y no al revés. Se “es” la chaqueta que se viste, los zapatos que se calzan, el automóvil que se conduce, la casa que se tiene. Qué le ocurre, por tanto a esta ausencia: que el ser humano se convierte en omnipotente y se va a negar y a rechazar cualquier figura de autoridad. El padre está en la jerarquía en la última posición, nos encontramos a niños sin padres. Y en el terreno femenino, la mujer que experimenta un déficit paterno se resiente de una gran inseguridad al empezar a relacionarse con la sociedad. Lo que la psicología clínica demuestra que esto –que suele atribuirse a baja 5 autoestima- puede manifestarse como en forma de comportamientos de renuncia o de masoquismo o, como ocurre hoy en día, con una competitividad exasperada mediante la cual la mujer trata de disimular su inseguridad, sustituyendo así la aprobación personal del padre (la cual no tiene) por la aprobación impersonal de la sociedad, la empresa, el grupo político, etc. Ni siquiera cuando llega el éxito y el reconocimiento público, consigue sustituir la tranquila seguridad que da una relación positiva con el padre. Como refiere en su libro .Parke “El papel del padre” dice: “ los psicólogos evolutivos hemos ignorado durante mucho tiempo la importancia de ese papel. En nuestra descripción del proceso evolutivo, la del padre solía ser una figura entre sombras durante los primeros meses –e incluso años- del desarrollo infantil; parecía que su papel era permanecer largamente tras los bastidores, aportando de cuando en cuando su voz en off. Ahora sabemos que el padre tiene un lugar muy especial en la evolución psicológica de sus hijos desde el momento mismo en que éstos vienen al mundo. Sabemos que en la primera infancia el padre es potencialmente capaz de la misma sensibilidad ante el niño que la madre, que el niño establece apego también con él”. Para Parker el papel del padre es importante no sólo en lo relativo a los vínculos emocionales, sino que está también plenamente relacionado con el desarrollo social, cognitivo y lingüístico. No es importante a lo que se refiere a los efectos inmediatos, a corto plazo, sino que sus consecuencias se prolongan a lo largo de todo el futuro, imprimiendo caracteres que moldean todo el proceso evolutivo. En un estudio realizado por Frank Pedersen y sus colaboradores han demostrado recientemente que la calidad de la relación marido-mujer se halla vinculada a la relación madre-hijo lactante (2) F.A.Pedersen y colaboradores. Es significativo que la sociedad sin padres alcanza un alto grado de patología. Todos los estudios hechos en esta materia han demostrado que los niños que crecen sin padre tienen una vida mucho más difícil que los niños que tienen en casa a los dos padres. Según los datos de los Institutos de Estadística americanos: el 90% de todas las personas sin techo, y de los hijos escapados de casa, no tenían padre en la familia. El 70% de los jóvenes delincuentes recluidos en instituciones del estado, procedían de familias donde faltaba el padre. El 85% de los jóvenes que están en la cárcel han crecido sin padres. El 63% de los jóvenes que se suicidan son hijos de padres ausentes. Dentro de la ausencia del padre, me ha llamado especialmente la atención un tema que quizá desde el punto de vista de lo femenino puede producirnos ampollas pero que no por eso hay que dejar en el anonimato. 6 Me refiero al papel del padre en el proceso de un aborto. Desde la concepción de la mujer siempre hemos visto la necesidad de hacer con nuestro cuerpo aquello que nos parece lícito. Por consiguiente siempre hemos visto el punto de vista de que si una mujer quiere abortar por el hecho de ser su cuerpo se encuentra en el derecho de poder hacerlo pero pocas veces nos henos puesto en el lado del otro. Qué ocurre cuando el otro que ha tomado parte activa en el proceso de una fecundación manifiesta la necesidad de ser padre? No se tuvo en cuenta a la hora de la procreación a la otra parte? Y si esta parte alega hacerse cargo de su hijo, sin pretensiones de pedir nada a cambio de la madre, respetando el que la madre después del nacimiento no quiera saber nada de ese hijo? Por el simple hecho de que es la madre la portadora durante nueve meses de un feto le hace ser la dueña y señora de él, renunciando a las necesidades de ese padre? Hay que intervenir para volver a dar dignidad y responsabilidad a la figura del padre. En este contexto, tiene una gran significación afectiva y simbólica la posición del padre con respecto al hijo procreado. La praxis vigente actualmente priva al padre de cualquier responsabilidad en el proceso reproductivo. Es una situación paradójica, injusta desde el punto de vista afectivo, infundada en el aspecto biológico y antropológico y destructiva en el plano simbólico. Por el bien de los hijos y de la sociedad, es necesario que se permita al padre asumir la responsabilidad que le corresponde como coautor del proceso de procreación. Las noticias que aparecen de padres desesperados que quieren, asumiendo cualquier responsabilidad, que nazca el hijo al que la madre quiere abortar, son sólo la punta del iceberg del luto del hombre-padre, expulsado del proceso de reproducción de la que es promotor. Es necesario hacer una reflexión colectiva que equipare realmente la dignidad de la mujer y el hombre en la procreación, como garantía de la vida, la familia y la sociedad. Si bien es cierto que nosotras las mujeres reivindicamos justamente el derecho a no ser consideradas como meras incubadoras, no sería lícito la reivindicación masculina de no ser considerados como simples donantes de semen? CONCLUSIONES Tras este breve estudio, se llega a la conclusión de que tras vivir en una sociedad donde se ha producido la ausencia del padre cabría la posibilidad de 7 encontrarnos con un ser híbrido que podría tener unas consecuencias psicopatológicas en la sociedad. Se está produciendo ya, esto se puede observar en nuestra realidad, un aumento del consumo (principio de oralidad) lo quiero aquí y ahora, pero lo que se hace creyendo obtener un beneficio da lugar a una mayor infelicidad. Más consumo no va unido a más felicidad. Te crees omnipotente y es precisamente, el padre el que te enseña que debes tener una moralidad, un orden, una ética. Te pone en el principio de realidad, te saca de donde estas perdido, él ve la meta y te acompaña a ella. Si esto lo vive el niño, difícilmente en un futuro será omnipotente verá en el padre su modelo de trabajo, que no existe la inmediatez sino que verá que hay que esperar la recompensa, que el trabajo es sagrado, que no hay lugar al sin esfuerzo sino que ve en el padre el modelo que trasciende, la seriedad que te lleva alto y a la superación. En la actualidad hay una parte de la sociedad en la que estamos viendo los padres ya victimas del “sin padre”, los hijos están iniciándose en el pelotazo, a ver si consigo esto o aquello a través del mínimo esfuerzo, de la corrupción. Todo ello nos va a llevar a envilecernos mutuamente y en el fondo lo que hay es una agresividad neurótica contra ese padre que no ha sabido ser padre. El padre ha quedado relegado a producir mucho para poder consumir al máximo: la habitación grande, llena de juguetes, aparatos electrónicos… toda comodidad, todo placer. Se ha olvidado lo esencial, el niño necesita tener frustraciones, la castración, la figura del padre contundente que pone orden y límites que modela la fortaleza y la dinamiza hacia lo trascendente. Sería en este contexto donde se englobaría la figura de la enfermera de Salud Mental en los colegios para la posible detección precoz del fracaso escolar, el afrontamiento de las frustraciones y sus posibles abordajes. La valoración del niño desde la escuela, tiene una gran importancia, pues nos permite conocer como enfermeras los problemas de salud en el ámbito biopsico-social, es decir, es una evaluación del niño y a través de ella nos vamos a embarcar en el diagnóstico enfermero. Los datos obtenidos los vamos a clasificar según los patrones funcionales de M. Gordon donde detectamos un déficit en el 8 PATRÓN 8:ROL-RELACIONES Diagnóstico NANDA: Interrupción De los procesos familiares relacionado con situación de crisis, manifestado por cambios en la expresión de conflictos dentro de la familia. NOC: 2211 – EJECUCIÓN DEL ROL DE PADRES (los padres facilitarán las necesidades especiales del niño) Categorización: nunca demostrado (1), raramente demostrado (2), a veces demostrado (3), frecuentemente demostrado (4), siempre demostrado (5). NIC: 5230 – AUMENTAR EL AFRONTAMIENTO. Evaluar la capacidad del niño para la toma de decisiones Disponer una preparación de habilidades sociales adecuadas. NIC: 7100 – ESTIMULAR LA INTEGRIDAD FAMILIAR. Ayudar a la familia a mantener relaciones positivas, así como en la resolución de conflictos. Remitir a terapia familiar, si es preciso. 9 BIBLIOGRAFÍA 1. Ross D. Parke El papel del padre. Ediciones Morata, S.L .1998 2. Risé C. El padre. El ausente inaceptable. Colección énfasis (3) . Ediciones Tutor. 2006 3. Revista digital Enfoques Educativos, 15 de octubre del 2009, número 48 Arroyo MV. Etapas y momentos más significativos en el desarrollo del niño según Piaget y Freud. Rev. Enfoques Educativos 2009; 48. Disponible en: http://www.enfoqueseducativos.es/enfoques/enfoques_48.pdf 4. North American Nursing Diagnosis Association (NANDA). Diagnósticos enfermeros: definiciones y clasificación. Edición 2007-2008. Madrid: Elsevier; 2007. 5. Johnson M, Bulechek G, McCloskey J, Maas M, Moorhead S. Interrelaciones NANDA, NOC y NIC: diagnósticos enfermeros, resultados e intervenciones. 2ª ed. Madrid: Elsevier; 2006. 6. Morread S, Johnson M, Maas M. 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