PODER JUDICIAL PROVINCIA DE FORMOSA CURSO DE FORMACIÓN EN VIOLENCIA FAMILIAR Y PERSPECTIVA DE GÉNERO MÓDULO 2: Formas y tipos de Violencia. DOCENTE: Lic. María José Paredes. Psicóloga de la Oficina de Violencia Intrafamiliar Exposición Los agentes del Poder Judicial tenemos una importante función en la detección y protección de las víctimas de violencia familiar. Si una víctima de violencia nos pide ayuda y no la escuchamos ni atendemos porque consideramos que no es nuestra competencia, la estamos revictimizando. Es decir que además de padecer la violencia en el hogar, con nuestra actitud potenciamos el daño y la dejamos más vulnerable, con menos posibilidades de encontrar solución a su problema. Es posible que quien atienda a una víctima de violencia familiar, también lo sea en su hogar, razón por la cual es necesario analizar la propia situación familiar, ya que puede afectar la intervención haciendo más daño al consultante. Para atender y orientar adecuadamente a una víctima de violencia es importante conocer conceptos básicos. VIOLENCIA FAMILIAR: “Relación de abuso de poder donde un miembro de la familia, por acción u omisión, genera daño físico o psíquico en otro miembro, de forma cíclica, permanente o periódica”. El abuso de poder implica situaciones de sometimiento, de no escuchar ni respetar al otro, de castigar sin motivo y de manera inadecuada, siendo el objetivo de quien ejerce la violencia imponerse sobre el otro. La intención no es provocar daño, sino mostrar quién tiene el poder. Sin embargo, como dice la definición, dicho abuso indefectiblemente provoca daño físico o psíquico, a corto, largo o mediano plazo, ya que el abuso persiste en el tiempo como modo de relación. Todos tenemos derecho a enojarnos, pero hay varias formas de expresar el enojo sin necesidad de hacer uso de la violencia. En la mayoría de los casos, la persona que ejerce violencia en el hogar no padece un trastorno mental, razón por la cual los especialistas afirman que la violencia es una conducta aprendida. Como se ilustra en el siguiente dibujo. Las personas más vulnerables a ser víctimas de violencia son en general mujeres, niños y ancianos, quedando en mayor riesgo de padecerla si tienen algún tipo de discapacidad. Según a quién va dirigida la violencia, se clasifica en: a) Maltrato infantil. Es el maltrato o descuido repetido de un niño/a por parte de su padre o madre o ambos u otro guardián que causa lesión o daño. De acuerdo a cómo se manifiesta la violencia hacia los niños, se clasifican en formas, siendo las más conocidas las siguientes: • Maltrato Físico: consiste en el uso de la fuerza del adulto contra el cuerpo del niño. Ejemplos: sacudir, empujar, golpear con la mano o con objetos, tirar el cabello, quemar, etc. • Maltrato Psicológico: implica conductas orientadas a desvalorizar al niño. Ejemplos: gritar, amenazar, humillar, burlarse, criticar, ridiculizar, comparar, hacer diferencia entre los hijos, etc. • Abuso Sexual: consiste en contactos o interacciones entre el adulto y el niño/a, en los que el segundo está siendo usado para la gratificación sexual del primero. Ejemplos: tocamientos, exposición de genitales por parte de adulto, penetración vía oral, anal y/o vaginal, etc. • Abandono Físico: consiste en no atender ni asegurar las necesidades básicas del niño. Ejemplos: no dar alimento o no abrigar de acuerdo al clima teniendo las posibilidades de hacerlo, no llevarlo al médico, no proteger ni vigilar de los posibles accidentes, etc.. • Abandono emocional: incluye una actitud pasiva del cuidador que consiste en no brindar las atenciones afectivas del niño. Ejemplos: no mirar ni interactuar, rechazar besos o abrazos, no dar respuesta a las señales de dolor o alegría (llanto, sonrisa), encerrar, etc. b) Violencia a los Ancianos. Es el maltrato ejercido por un pariente o cuidador, comprende agresiones físicas, sexuales y psíquicas, así como de abandono. Es el abuso de poder que lesiona los valores y los bienes del cuerpo, del espíritu y de la mente. La Lic. Rivero (2002) sostiene que el “amor filial” es un mito, ya que suponer que el solo hecho de pertenecer a una familia garantiza el afecto entre los miembros de la misma, no es cierto. Los afectos se van entretejiendo en un entramado de respeto, tiempos compartidos, demostraciones afectivas, apoyo en momentos difíciles, alegrías compartidas, etc. Todo lo cual no sucede cuando hay una persona que es maltratada. El anciano se encuentra vulnerable dado que no tiene a quién recurrir, frecuentemente es maltratado por los hijos, personas de quien depende y a su vez ama y teme perder su afecto o quedar más solo. Razón por la cual tolera las situaciones de violencia y no se siente capaz denunciar al agresor. De acuerdo a como se manifiesta, encontramos: • Violencia física: golpearlo, empujarlo, asistirlo bruscamente, etc. • Descuido físico: privarlo de la alimentación, sobre o submedicarlo, no cambiarle los pañales, etc. • Violencia psicológica: No permitir ver a sus seres queridos, no dejarlo salir, aislarlo, humillarlo, privarlo de emitir opiniones, etc. • Violencia ambiental: despojarlo de sus espacios, trasladarlo de dormitorio o de casa, invadir su propiedad, etc. • Violencia sexual: Invadir su privacidad, no respetar su pudor, manosearlo, etc. • Violencia espiritual: Subestimar sus creencias, burlarse de sus ideas y valores, privarlo de profesar su fe, etc. • Violencia económica y patrimonial. Privarlo de su dinero, abusar de sus recursos financieros, vender objetos de valor afectivo, obligarlo a cambiar la propiedad a su nombre, etc. c) Violencia Doméstica. Consiste en el abuso de poder, de un miembro de la pareja sobre el otro. Según a quién va dirigida la violencia se clasifica en: Violencia hacia la mujer. Violencia hacia el varón. Violencia hacia la pareja del mismo sexo. Violencia Cruzada. Algunos autores incluyen en las clasificaciones de violencia doméstica, a la violencia cruzada, la cual se aplica en el menor de los casos donde existe simetría de poder. Es decir que son situaciones donde el ejercicio de la violencia es bidireccional (paridad en las fuerzas físicas y psicológicas) y no suponen la existencia de una víctima y un agresor. Este tipo de violencia resulta difícil detectar, ya que suele confundirse una conducta o reacción de defensa (como cuando una mujer empuja al marido para que no la ahorque/asfixie) con un ataque intencional. Es preciso conocer y escuchar antes de juzgar una situación. Algunas mujeres que concurren a la Oficina de Violencia Intrafamiliar (OVI) suelen describirse como violentas, sin embargo luego de la descripción de los hechos, resulta evidente que se estaban defendiendo para evitar golpes y lesiones. Cualquier miembro de la pareja puede ser el que produce o recibe el abuso. Sin embargo las estadísticas evidencian que es el varón quien generalmente ejerce el poder sobre la mujer. Cuando la víctima en la pareja es mujer, la violencia se enmarca en la llamada violencia de género. En este sentido la Ley 26.485, de Protección Integral contra las Mujeres, en su art. 4 establece: “Se entiende por violencia contra las mujeres toda conducta, acción u omisión, que de manera directa o indirecta, tanto en el ámbito público como en el privado, basada en una relación desigual de poder, afecte su vida, libertad, dignidad, integridad física, psicológica, sexual, económica o patrimonial, como así también su seguridad personal". De acuerdo a como se ejerce el abuso de poder, se puede clasificar en tipos. Cabe señalar que los mismos pueden darse tanto en la violencia doméstica como en las otras modalidades de violencia hacia la mujer amparadas por la Ley 26.485, como la violencia institucional, laboral, contra la libertad reproductiva, obstétrica y mediática. Siendo necesario aclarar que tales modalidades no ingresan por la OVI. La misma ley establece los tipos, a saber: • Violencia Física: la que se emplea contra el cuerpo de la mujer produciendo dolor, daño o riesgo de producirlo y cualquier otra forma de maltrato que afecte su integridad física. Ejemplos: tirar el cabello, arrastrar del cabello, zamarrear, empujar, tumbar, quemar, golpear con las manos u objetos, lanzar objetos, etc. • Violencia Psicológica: la que causa daño emocional y disminución de la autoestima o perjudica y perturba el pleno desarrollo o que busca degradar o controlar sus acciones, comportamientos, creencias y decisiones. Ejemplos: insultar, celar excesivamente, chantajear, ridiculizar, vigilar constantemente, acosar, hostigar, amenazar, etc. • Violencia Sexual: cualquier acción que implique la vulneración en todas sus formas, con o sin acceso genital, del derecho de la mujer de decidir voluntariamente acerca de su vida sexual o reproductiva. Ejemplos: obligar a tener relaciones sexuales, con o sin el uso de la fuerza, intimidar, manosear, violar, etc. • Violencia Económica y Patrimonial: la que se dirige a ocasionar un menoscabo en los recursos económicos o patrimoniales de la mujer. Ejemplos: perturbar la posesión, tenencia o propiedad de sus bienes; esconder, sustraer o destruir objetos, instrumentos de trabajo, documentos personales, bienes, valores y derechos patrimoniales, controlar o manejar los ingresos, etc. • Violencia Simbólica: la que a través de patrones estereotipados, mensajes, valores, íconos, signos, transmita y reproduzca dominación, desigualdad y discriminación en las relaciones sociales, naturalizando la subordinación de la mujer en la sociedad. Ejemplos: publicar imágenes íntimas en las redes sociales, dar mensajes orales o escritos donde se pone a la mujer como única responsable de las tareas de la casa, mostrar avisos publicitarios donde la mujer se exhibe como objeto de deseo, cuando se habla de “hombres” en vez de “mujeres y varones”, etc. Para muchos es difícil entender por qué se tolera la violencia si la misma produce tanto daño. Hay quienes aún creen que la mujer maltratada es una enferma, que es masoquista, que se queda porque le gusta. Ellos son mitos que culpabilizan e impiden que la mujer pida ayuda. La mujer, ajustada estrictamente a lo que la sociedad y cultura transmiten (pasividad, tolerancia, sacrificio), está preparada para recibir violencia pero no para detenerla. Quien abusa de su poder no se pone en evidencia al principio de la relación, sino que lo hace paulatinamente. Es decir, la violencia se va dando progresivamente en la pareja, alternándose con momentos de arrepentimiento, paz y amor. Leonore E. Walker describió como se manifiesta la violencia en ciclos, que se repiten con regularidad pero con diferente frecuencia, pero siempre en intensidad creciente, como puede verse a continuación: Acumulación de Explosión de Tensión Violencia Amor Miedo Esperanza Luna de Miel Primera fase: Acumulación de tensión. Al principio del ciclo se dan una serie de hechos aislados de violencia que van acumulando tensiones (un insulto, gestos desagradables, silencios, miradas agresivas). En esta fase el hombre tiende a responsabilizar a la mujer de las frustraciones y el estrés que hay en su vida, logrando que ella lo sienta así. A pesar de sus esfuerzos la hostilidad aumenta, hasta llegar al máximo y la tensión se hace imparable, llegando a la siguiente fase. Segunda fase: Explosión de la violencia. Esto llega a un punto insoportable y se produce un episodio agudo de golpes, que puede variar en gravedad desde un empujón hasta el homicidio. La mujer puede protestar pero no defenderse, ya que si lo hace puede agravar la violencia. Tercera fase: Luna de miel. Luego de la explosión de violencia y liberadas sus tensiones, el hombre mide lo que hizo y teme el abandono. Es así que se da una etapa de pedidos de perdón, de otra oportunidad, promesas de cambio, llora, le dirá que no puede vivir sin ella, que se quitará la vida. Logrando así que la mujer sienta culpa y/o lástima, de manera tal que olvida su ira y lo perdona. El hombre se comporta de manera agradable, atento, colabora con la crianza, las tareas domésticas, hace regalos, etc. Pero el ciclo se ha instalado y ha empezado a funcionar, a intervalos, y ya no se detendrá sin la ayuda exterior. A medida que aumentan los ciclos, donde se van acrecentando la severidad y frecuencia de la violencia, la mujer pierde la confianza en sí misma. Se siente desestabilizada, angustiada, confundida y cada vez menos capaz de tomar una decisión. Una de las preguntas que les hago a las mujeres durante la entrevista, pretende conocer si se ha separado anteriormente de la pareja. Algunas refieren que una vez o dos, que fue por unos días o por un mes, dándose la separación luego de un estallido de violencia física. Luego les hago otra pregunta, a fin de conocer que sucedió después, algunas refieren que sus hijos se enfermaron, que lloraban por el padre, que sus hijos se descarrilaron, que el marido la buscó llorando y/o amenazando suicidarse, etc. En todos los casos hay coincidencia, en cuanto a que sintieron culpa o lástima, y que por eso se reconciliaron, pero siempre con una cuota de temor y desconfianza. Cabe insistir en la importancia de conocer sobre el carácter cíclico de la violencia ya que con frecuencia los agentes del poder judicial se enfadan si una mujer, luego de haber denunciado a su pareja y haber conseguido que se ordene una medida de protección, se reconcilia con aquel. Nunca hay que olvidar que si los golpes fueron posibles, es porque desde el principio de la relación, el hombre ha preparado el terreno, logrando eliminar las defensas de la mujer. Es así que si la mujer vuelve a vivir situaciones de riesgo y se anima a concurrir a la justicia, a pesar de que sabe que la van a mirar con recelo, hay que escucharla para evaluar su situación, antes de que sea tarde. Bibliografía consultada: - BRINGIOTTI, MARÍA INÉS (1999). Factores de riesgo para el maltrato físico en las población infantil. Miño y Dávila Editores. - Ley 1.160/95 y su modificatoria 1.191/96 de Violencia Familiar. - Ley 26.485 de Protección Integral contra las Mujeres. - HIRIGOYEN, MARIE-FRANCE (2006). Mujeres Maltratadas. Los mecanismos de la violencia en la pareja. Ed. Paidós Contextos - Manual de Capacitación del Consejo Nacional de la Mujer (2002). Serie la violencia contra las mujeres en el ámbito de las relaciones familiares. - Manual de Capacitación y Recursos para la Prevención de la Violencia Familiar (1998). Asociación Argentina de Prevención de la Violencia Familiar. - RIVERO, MARIA ROSA (2002). Citada en Violencia Familiar. Dir. Sara N. Cadoche. Ed. Rubinzal – Culzoni.