Tema 4. Poesía española a principios de siglo XX. Modernismo y

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Tema 4. Poesía española a principios de siglo XX. Modernismo y
Vanguardia. Antonio Machado, Rubén Darío y Juan Ramón Jiménez
MODERNISMO Y 98
A comienzos del siglo XX, cuando el Realismo ha caído en descrédito, junto a una
amplia crisis del positivismo y la razón, muchos autores jóvenes se enfrentan a la
literatura decimonónica. Son los modernistas. Aunque en un principio tenía un carácter
despectivo, poco a poco el Modernismo fue entendido como culto a la belleza,
búsqueda del ideal, rechazo de la mediocridad.
El Modernismo es, en sentido amplio, un movimiento de renovación artística y
literaria que, a través de un nuevo lenguaje, reivindica la libertad creadora. Se extendió
desde finales del s. XIX en Europa y en América, donde el deseo de recuperar la
tradición autóctona y de captar la propia personalidad de los pueblos convivió con el
intento de elaborar una cultura refinada, cosmopolita y universal. Rubén Darío es su
figura principal.
A partir de 1913, Azorín acuñó el término de Generación del 98 para referirse a los
nuevos escritores de esta época y con ello se extendió la distinción entre los escritores
que se refugiaban en el esteticismo como rechazo del mundo, los modernistas, y
aquellos que, como Unamuno, Baroja o el propio Azorín, mostraban una actitud crítica
ante la realidad, defendían la necesidad de cambios y adoptaban un compromiso
social y político, la Generación del 98. Sin embargo, tal distinción no es tan evidente.
En realidad los escritores de ambos grupos mantuvieron una relación personal y literaria
constante, sin hacer diferencias entre unos y otros. Es preferible, pues, hablar de una
amplia y única generación histórica, la Generación de Fin de siglo.
LA POESÍA DE PRINCIPIOS DE SIGLO: MODERNISMO
Durante los primeros años del siglo XX se publican ya los libros más característicos del
Modernismo español: Alma (1902) de Manuel Machado, Soledades (1903) de
Antonio Machado y Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904) de Juan ramón
Jiménez. Los propios títulos revelan la propensión del Modernismo español a un mayor
intimismo que el modernismo externo y brillante del primer Rubén Darío. Influencias
en el Modernismo:
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El Romanticismo proporciona la tendencia a ciertos estados de ánimo, como la
tristeza y la melancolía, el sentimentalismo, los ambientes nocturnos y
crepusculares… (Bécquer).
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El Parnasianismo, de origen francés, se caracteriza por una poesía muy
elaborada para lograr la belleza formal, escultórica, a través de un lenguaje
brillante. Su lema es “el arte por el arte”. Sus temas: mitos griegos, ambientes
refinados y exóticos (orientales, medievales…)
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Al Simbolismo, escuela francesa de finales de s. XIX, pertenecen Baudelaire,
Verlaine, Rimbaud…Se proponen descubrir lo oculto, lo misterioso, lo que se
esconde más allá de la realidad aparente. Por eso, emplean símbolos, imágenes y
recurren a un lenguaje musical y a las sinestesias.
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Características del Modernismo
En el Modernismo coexisten dos vertientes: una centrada en el mundo externo, con
predominio de lo formal, lo decorativo, la exquisitez y el refinamiento; en la otra, se da
un interés por mostrar su reino interior, personal, en un proceso de introspección y
desnudez.
Los temas son muy variados. Un mundo exótico, elegante, aristocrático (Versalles,
pagodas, cisnes, pavos reales…) o el pasado legendario (Moctezuma, el Cid…); o bien
la tristeza, la melancolía, la angustia indefinida. El paisaje otoñal suele reflejar ese
malestar.
El propósito innovador se advierte sobretodo en el uso del lenguaje poético y en los
metros. Escogen las palabras por sus efectos sonoros o por su capacidad de sugerir.
Buscan la belleza a través del léxico: frecuente adjetivación, vocablos insólitos, cultos.,
Emplean sobre todo el verso alejandrino, junto al dodecasílabo y eneasílabo. Para
marcar ritmos armoniosos recurren a la simetría, al paralelismo, a las rimas agudas y
esdrújulas…
RUBÉN DARÍO (1867-1916)
Nació en Nicaragua. Pronto conoció las nuevas tendencias poéticas, en particular las de
origen francés. A los veintiún años alcanza su primer éxito con Azul. En 1892, cuarto
centenario del Descubrimiento, viene a España y conoce a nuestros principales
escritores. Vuelve en 1899, ya como ídolo, y comparte las amarguras del 98. Desde
1900, como diplomático, vive en París, en Madrid de nuevo, y viaja por América y
Europa. Su vida fue intensa; los excesos minaron su salud y le llevaron a una muerte
prematura.
En 1888 publica Azul. Su maestría es ya patente en los poemas a las cuatro estaciones o
en sus sonetos escritos en alejandrinos, a la francesa. Muy famoso es el dedicado a
Caupolicán.
La consolidación de su estética se da con Prosas profanas (1896), su libro más brillante
y vitalista. Son inolvidables la Sonatina (“La princesa está triste/ ¿qué tendrá la
princesa?”), “Era un aire suave…”, Divagación…Y aparecen los motivos hispanos:
Cosas del Cid, Al maestre Gonzalo de Berceo, etc.
Otro cima de su obra son los Cantos de vida y esperanza (1905). Pero hay un cambio:
junto a lo pagano o lo erótico, aparecen tonos graves, inquietud, amargura. Poemas
famosos son “Yo soy aquel que ayer no más decía” y Melancolía. En la misma línea
están dos Nocturnos, La canción de otoño en primavera (“Juventud, divino tesoro,/ ¡ya
te vas para no volver!” o el sobrecogedor poema Lo fatal.
Son ahora más los poemas de tema hispánico: Letanía de Nuestro Señor Don Quijote,
poemas a Cervantes, a Góngora…Hay poemas políticos, nacidos de las consecuencias
del “98”: así en La salutación del optimista manifiesta su fe en los pueblos hispánicos;
en la Oda a Roosevelt increpa a los Estados Unidos su influencia creciente “¿Tantos
millones de hombres hablaremos inglés?”
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ANTONIO MACHADO
Nació en Sevilla en 1875. A los ocho años la familia se traslada a Madrid. Se educa en
la Institución Libre de Enseñanza. En 1907 obtiene la cátedra de francés en Soria.
Reside en Castilla hasta la muerte de su mujer, Leonor Izquierdo (1912). Pasa a Baeza,
Segovia y Madrid. Se enamora más tarde de Pilar Valderrama, la Guiomar de sus
versos. Machado perteneció a la Real Academia Española. Su ideología era republicana
y progresista. En 1939 se exilió en Francia. Murió ese mismo año en Collioure.
Soledades, galerías y otros poemas (1907)
Soledades (1903) aparece en pleno apogeo del modernismo. Predomina el tono
melancólico y doliente, la anécdota argumental es prácticamente inexistente y los
temas son los propios del intimismo posromántico: el amor, el paso del tiempo, la
soledad, la infancia perdida, los sueños. Pretende Machado captar en sus versos lo que
él denominaba universales del sentimiento. Es muy característico el empleo de
símbolos, con los que el poeta desea escudriñar el misterio de lo escondido: el camino,
el espejo, el cristal el laberinto, la fuente, el río, el mar el jardín, el crepúsculo, la tarde,
la noche…
En la segunda edición de 1907 se suprimen algunos poemas, los más modernistas, se
añaden otros y se acentúa la línea intimista. Hay una notable sensación de angustia por
el fluir del tiempo y la premonición de la muerte. El sentimiento del paisaje es muy
acusado: la realidad exterior queda impregnada del estado emocional del poeta.
Campos de Castilla (1912-17)
Se advierten cambios con respecto a Soledades: se atenúa el subjetivismo y la
introspección y pasa a primer plano la realidad exterior. Aunque Campos de
Castilla conserva cierto simbolismo, el paisaje es más objetivo, se describen paisajes
reales que se pueblan de presencias humanas o aluden a circunstancias históricas. El yo
del poeta pasa a un segundo plano y se abre a los otros.
Conviven en Campos de Castilla poemas muy diversos. En unos se describen paisajes
y gentes castellanas. Desde cierta óptica regeneracionista, se da cuenta del contraste
entre el pasado glorioso y su andrajoso presente. Después de la muerte de Leonor,
Machado recuerda las tierras castellanas desde Baeza: Su visión es más lírica y
emotiva (“A un olmo seco”, “Palacio, buen amigo”…) También compone poemas
sobre el paisaje y tipos andaluces (“Pasado efímero”) en los que Machado presenta
una dura visión de la España tradicional, religiosa y conservadora. Rehabilita el
romance en La tierra de Alvar González e inicia un nuevo tipo de poesía, la serie de
Proverbios y cantares.
Nuevas canciones (1924)
Incluye un nuevo centenar de Proverbios y cantares, una poesía sentenciosa de tipo
filosófico y moral que ya había iniciado en Campos de Castilla. Se vale de unos poetas
apócrifos, Abel Martín y Juan de Mairena, a través de los que expone sus ideas.
Cada uno tiene su propia personalidad y en el fondo son distintas voces del propio
Machado. Se opone Machado a la poesía deshumanizada de los poetas jóvenes de su
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tiempo. Para Machado, la poesía no es un hecho solo subjetivo ni solo objetivo, sino
que existe en virtud de unos sentimientos que se dan históricamente como producto de
los valores que crea el hombre. Entre los últimos poemas de Machado, dos grupos
merecen destacarse: las “Canciones a Guiomar” y las poesías escritas durante la Guerra
Civil, en donde muestra su compromiso cívico y político.
NOVECENTISMO Y VANGUARDIA
Al panorama cultural español de principios de siglo se incorporan jóvenes autores que
ya pertenecen por edad a otra generación: la Generación del 14 o Novecentista. Sus
primeras obras pertenecen al impulso modernista, pero en su madurez literaria
representan un nuevo talante ante la literatura, el arte y la realidad española. Son
intelectuales con gran formación académica y universitaria. Tienen una actitud
europeísta en conexión con las corrientes más importantes del pensamiento europeo.
Surge con ellos un tipo de literatura en la que lo intelectual y lo conceptual prevalece
sobre lo emotivo o sentimental. Se defiende el Arte puro y cuidado por los aspectos
formales al considerar que el objetivo es producir placer estético. Los poetas principales
son Juan Ramón Jiménez, León Felipe y un escritor que estuvo en la vanguardia de
todo, Ramón Gómez de la Serna.
Las vanguardias son una serie de movimientos artísticos que se producen en Europa a
principios de siglo y que alcanzaron su esplendor a partir de la I Guerra Mundial
(Futurismo, Cubismo, Expresionismo…) Su propósito es renovar radicalmente el arte y
la literatura rompiendo con la estética anterior (realismo) Buscan una continua
renovación en las formas, contenidos, enfoques. El iniciador es Ramón a través de su
revista Prometeo.
JUAN RAMÓN JIMÉNEZ (1881-1958)
Descubrió muy pronto que su única dedicación había de ser la poesía. Abandonó sus
estudios y se trasladó a Madrid donde conoció a Rubén Darío. Se casó en Nueva York
con Zenobia Camprubí, su compañera infatigable a partir de entonces. El matrimonio se
trasladó a América al estallar la guerra civil. Residió en Cuba y en Estados Unidos.
Donde Juan Ramón fue profesor en diversas universidades. También en Puerto Rico,
isla donde fijó su última residencia. En el 56, año de la muerte de su esposa, recibió el
premio Nobel de Literatura.
El propio poeta establece las siguientes etapas en su obra: época sensitiva, época
intelectual y época suficiente o verdadera.
La primera etapa o época sensitiva llega hasta 1915. Rimas (1902), además de la huella
becqueriana presente ya en el título, deja traslucir la influencia de los simbolistas
franceses. Arias tristes (1903) y Jardines lejanos (1904) sitúan la poesía del autor en la
órbita del Modernismo intimista y simbolista: atmósfera quejumbrosa y doliente,
sentimientos de soledad y melancolía, inevitabilidad del paso del tiempo, presencia de
la muerte, recuerdos, jardines y flores, paisajes otoñales, léxico decadente, adjetivación
matizada, abundancia de sinestesias, etc.
Durante su estancia en Moguer (Huelva) compone numerosos libros: Elejías,
Pastorales, La soledad sonora, Poemas májicos y dolientes…En ellos reitera los
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motivos y al ornamentación modernista. Pero otros elementos preludian una poesía
más personal: búsqueda de lo cotidiano y de la vida sencilla, descubrimiento del
paisaje e identificación con la Naturaleza, delicada ironía. Hay en buena parte de
ellos, un intento de superación del Modernismo. Estío (1916) es ya claro exponente del
cambio: estamos ante una poesía a la vez conceptual y formalmente sencilla, rasgos
básicos de la segunda etapa.
La etapa intelectual se inicia con un libro capital en la lírica contemporánea: Diario de
un poeta recién casado (1917). El Diario rompe con el Modernismo finisecular y abre
la poesía española a las innovaciones vanguardistas: verso libre, poemas en prosa,
enumeraciones caóticas, frases en inglés, uso del collage (anuncios, letreros…) Diario
supone una nueva concepción poética. La paulatina desaparición de la anécdota conduce
a una poesía esencial, poesía pura o desnuda, que busca la expresión de lo inefable a la
manera de los antiguos místicos. El cielo y el mar representan la Naturaleza concebida
en forma panteísta. Los libros siguientes (Eternidades (1918), Piedra y cielo (1919) y
Estación total (1923-36) prosiguen el proceso de intelectualización y abstracción.
Los poemas suelen ser ahora breves y densos. En línea con el aristocratismo
novecentista, el poeta se dirige a la “inmensa minoría”.
La última etapa de Juan Ramón –época suficiente o verdadera- comprende toda su
producción de los años del exilio. En el otro costado (1936-42) aparece el poema
Espacio, en prosa, donde recrea líricamente los conceptos esenciales del último Juan
Ramón (unidad profunda de todo lo existente, evocación caótica de recuerdos de su
vida y obra anterior). En Dios deseado y deseante (1948-49) se llega a la posesión de
esa conciencia que se identifica con Dios, un dios que nada tiene que ver con el
cristiano. Es un dios creado por el poeta, fruto de su esfuerzo casi místico de depuración
y perfección.
Prosa lírica: Platero y yo (1914): Escrito durante su estancia en Moguer (1905-11),
muestra en él su anhelo de gozosa armonía con la Naturaleza. Hay delicada ironía,
sentimiento cordial, ansia de belleza, presencia del medio rural. A veces, la armonía y el
orden cósmico se ven amenazados por la violencia, el odio, la injusticia, el dolor y la
muerte.
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