proviene de la expresión latina in solidum, que fue utilizada en el ámbito forense para designar a las obligaciones que un grupo de personas contraía mancomunadamente (in solidum) o los individuos que las habían contraído. Así encontramos en la raíz etimológica del término solidaridad dos grupos significativos; el primero, el de la construcción: haciendo referencia a que algo está construido de manera compacta o de forma muy sólida; y, el segundo, el de jurisprudencia: referente a las obligaciones contraídas mancomunadamente. Digamos algo más, del primer grupo está presente, en el término solidaridad, “la lógica orgánica, es decir, la unidad de un todo en las que las partes están sólidamente trabadas. Y del segundo grupo significativo queda, en el concepto de solidaridad, en la exigencia de compartir el destino entre las personas del grupo que contrajeron absolutamente ciertas responsabilidades ante una autoridad. Además de los ámbitos significativos de la construcción y del derecho, el término solidaridad pasará a significar “la forma de ser y de actuar de los individuos dentro de los distintos grupos sociales”; expresa ahora realidades sociológicas. La solidaridad se convierte así en uno de los valores y una de las actitudes más nobles de la convivencia humana. 90 La Cuestión Social Año 21, n. 1 Estos tres grupos significativos (de la construcción, del derecho y de la sociedad) están presentes en el concepto actual de solidaridad, ésta se entiende como un valor que explicita ese compartir algo inexorablemente sin poder dividirse (separarse) de la responsabilidad asumida por el grupo. El destino del grupo se convierte en destino asumido en totalidad por cada uno. La solidaridad, por tanto no deja de ser una manera de cohesión del grupo, vemos entonces que tienes un dinamismo hacia adentro; dinamismo que encontramos también en el concepto de fraternidad. La solidaridad viene a dar una fuerte cohesión interna al grupo. Sin embargo, en el momento en que la solidaridad pasa a ser un valor ético, presente en la vida del ser humano, al margen del grupo de pertenencia (familia, ideología, religión, etc.), nos encontramos con una dimensión de apertura de la solidaridad. Encontramos a la base de la comprensión de la solidaridad un vínculo entre todos los seres humanos, iguales en dignidad. Nuevamente hace acto de presencia la fuerza de cohesión interna que en el género humano logra la solidaridad. Su contexto deja de ser reducido y abarca la condición humana en su sentido total: en totalidad de amplitud y en totalidad de profundidad. Recordemos en este momento las palabras de