Texto «Entrevimos que la verdad científica, la verdad física posee la admirable calidad de ser exacta, pero que es incompleta y penúltima. No se basta a sí misma. Su objeto es parcial, es sólo un trozo del mundo y además parte de muchos supuestos que da sin más por buenos; por tanto, no se apoya en sí misma, no tiene en sí misma su fundamento y raíz, no es una verdad radical. Por ello postula, exige integrarse en otras verdades no físicas ni científicas que sean completas y verdaderamente últimas. Donde acaba la física no acaba el problema; el hombre que hay detrás del científico necesita de una verdad integral, y, quiera o no, por la constitución misma de su vida, se forma una concepción enteriza del Universo. Vemos aquí en clara contraposición dos tipos de verdad: la científica y la filosófica. Aquella es exacta pero insuficiente, esta es suficiente pero inexacta. Y resulta que esta, la inexacta, es una verdad más radical que aquella (...) La filosofía de hace cincuenta años aspiraba, cuando más, a ser un complemento de las ciencias particulares. Cuando estas llegaban al punto en que no podían ya obtener verdades claras, se encargaba a la pobre filosofía, especie de "criada para todo", que completase la faena con algunas reverendas vaguedades. El hombre se instalaba dentro de la física y cuando esta concluía seguía el filósofo todo derecho, en una especie de movimiento de inercia, usando para explicar lo que quedaba una suerte de física extramuros. Esta física más allá de la física era la metafísica... Pero lo dicho antes enuncia que nuestro camino es opuesto. Hacemos que el físico, lo mismo el matemático, o el historiador, o el artista, o el político, al notar los límites de su oficio, retroceda al fondo de sí mismo. Entonces encuentra que él mismo no es físico, sino que la física es una entre innumerables cosas que hace en su vida de hombre. (...) Antes de ser físico es hombre y al serlo se preocupa del Universo, es decir, filosofa (...) No será nuestro camino ir más allá de la física, sino al revés, retroceder de la física a la vida primaria y en ella hallar la raíz de la filosofía. Resulta esta, pues, no meta-física, sino ante-física. Nace de la vida misma y, como veremos muy estrictamente, esta no puede evitar, siquiera sea elementalmente, filosofar. Por esta razón, la primera respuesta a nuestra pregunta "¿Qué es filosofía?" podía sonar así: "La filosofía es una cosa...inevitable".» ORTEGA Y GASSET, J., ¿Qué es Filosofía? Madrid, Alianza, 1983