Teniendo en cuenta estos criterios, Piaget concibe el desarrollo cognitivo como una sucesión de estadios y subestadios caracterizados por la forma especial en que los esquemas (de acción o conceptuales) se organizan y se combinan entre sí formando estructuras. De este modo, la descripción que se nos ofrecen del desarrollo cognitivo en términos de estadios es una visión estructural, inseparable del análisis formalizante. En este sentido, la psicología genética ha identificado cuatro grandes estadios o periodos evolutivos en el desarrollo cognitivo (cuadro 6): un estadio sensoriomotor, que va desde el nacimiento hasta los dieciocho - veinticuatro meses aproximadamente y que culmina con la construcción de la primera estructura intelectual: el grupo de los desplazamientos; un estadio de inteligencia representativa o conceptual, que va desde los dos años hasta los diez-once años aproximadamente y que culmina con la construcción de las estructuras operatorias concretas; finalmente un estadio de operaciones formales, que desemboca en la construcción de las estructuras intelectuales propias del razonamiento hipotético-deductivo hacia los quince-dieciséis años. Edad Estadio de los mecanismos reflejos congénitos Etapa sensoriomotora 0-1 mes Estadio de las reacciones circulares primarias 1-4 meses Estadio de las reacciones circulares secundarias 4-8 meses Estadio de la coordinación de los esquemas de conducta previos 8-12 meses Estadio de los nuevos descubrimientos por experimentación 12-18 Estadio de las nuevas representaciones mentales Estadio preconceptual meses 12-24 meses 2-4 años Etapa preoperacional Estadio intuitivo Etapa de las operaciones concretas Etapa de las operaciones formales 4-7 años 7-11 años 11 años adelante Cuadro 6. Estadios o periodos evolutivos en el desarrollo cognitivo El equilibrio propio de cada una de estas etapas no se alcanza, por supuesto, de golpe, sino que viene precedido por una etapa de preparación. Pero para que podamos hablar de “estadios” hace falta, según Piaget, que se cumplan tres condiciones (Piaget, 1956): • El orden de sucesión de los estadios debe ser constante para todos los sujetos, aunque las edades medias correspondientes a cada estadio pueden variar de una población a otra. • Un estadio ha de poder caracterizarse por una forma de organización (estructura de conjunto) • Las estructura que corresponden a un estadio se integran en las estructuras del estadio siguiente como caso particular. Aunque el orden de sucesión de los estadios sea siempre el mismo, puede ocurrir que nociones que se basan en estructuras operatorias idénticas, pero que llevan sobre contenidos diferentes, no se adquieran simultáneamente. Se sabe, por ejemplo, que los sujetos adquieren la conservación de colecciones discretas dos años antes, por término medio, que la conservación de la longitud. Estos fenómenos, que Piaget califica de “desfases horizontales”, indican que las transiciones de un estadio a otro son más complejas de lo que se podría pensar en una primera aproximación. Cualquier aprendizaje habrá de medirse en relación a las competencias cognitivas que ofrece cada estadio; este último indicará pues, según Piaget, las posibilidades de aprender que tiene un sujeto. Por esto, será necesario definir el nivel cognitivo de los sujetos antes de las sesiones de aprendizaje. Habrá que ver también en qué condiciones es posible que los sujetos adquieran, después de un entrenamiento adecuado, un nivel cognitivo superior al que poseían antes de las sesiones de aprendizaje. Pero, decir que toda cuestión epistemológica ha de ser abordada genéticamente no es suficiente para saber qué papeles respectivos juegan el sujeto y el objeto en el proceso de conocimiento. Para Piaget este proceso es fundamentalmente interactivo. El objeto existe, pero sólo puede ser conocido a través de aproximaciones sucesivas que dependen de los esquemas mentales del sujeto que cambian, como hemos visto, a lo largo del desarrollo. La objetividad no es pues, para Piaget, un dato inmediato, sino que exige un trabajo de elaboración por parte del sujeto. La experiencia no es suficiente para explicar el conocimiento y su desarrollo. La herencia y la maduración tampoco lo son: determinan zonas de posibilidades e imposibilidades, pero requieren la aportación de la experiencia. Como se ve, el interaccionismo de Piaget es una alternativa tanto a las tesis empiristas como a las innatistas. Además, si el conocimiento es fruto de una interacción entre sujeto y objeto, será esencialmente una construcción. Acabamos de ver que Piaget concibe el desarrollo como una sucesión de tres grandes períodos caracterizados por sendas estructuras, cada una de las cuales resulta de la precedente, la integra y prepara la siguiente. Pero ¿qué mecanismos explican esta evolución tan peculiar? (Piaget e Inhelder, 1969, 152). Los tres factores invocados clásicamente para explicar el desarrollo (la maduración, la experiencia con los objetos y la experiencia con las personas) son, para Piaget, factores imprescindibles para explicar el desarrollo. Pero los tres factores no son suficientes, según Piaget, para explicar la direccionalidad y el carácter integrado del desarrollo mental. Piaget evoca un cuarto factor, endógeno, la equilibración.