“Marx: 190 Años. Tercer Coloquio Anual Interdisciplinario” Seminario Permanente Hegel - Marx Facultad de Filosofía y Humanidades Universidad de Chile Coloquio "Marx y el Neoliberalismo" Jueves 24 de abril 18.30 hrs. Sala Ercilla de la Biblioteca Nacional de Chile. A pocas semanas de la aparición de la “Contribución de la Crítica de la Economía Política” de Marx , en agosto de 1859, Engels subrayaba uno de los aspectos centrales de esta obra, considerada el comienzo de la sistematización de las investigaciones económicas de Karl Marx: “Aquí se planteaba, por tanto, otro problema que, de suyo, no tenía nada que ver con la Economía Política. Con qué método había de tratarse la ciencia?”. A más de un siglo de este aserto, el problema que señala Engels nos muestra una problemática que el desarrollo actual de los estudios de la sociedad, orientados por la especialización del saber, ha relegado a un plano secundario. Dicha problemática constituye uno de los fundamentos de la concepción de Marx, consistente en la ruptura epistemológica que precede y es resultado de la investigación socio-económica y que señala, a la vez, la perspectiva metodológica que hace posible el conocimiento de la realidad. “Aun el método descubierto de acuerdo con la crítica de la Economía Política podía acometerse de dos modos: el histórico o el lógico (…) el único método indicado era el lógico. Pero éste no es, en realidad, más que el método histórico, despojado únicamente de su forma histórica y de las contingencias perturbadoras. Allí donde comienza esta historia debe comenzar también el proceso discursivo, y el desarrollo ulterior de éste no será más que la imagen refleja, en forma abstracta y teóricamente consecuente, de la trayectoria histórica; una imagen refleja corregida, pero corregida con arreglo a las leyes que brinda la propia trayectoria histórica; y así, cada factor puede estudiarse en el punto de desarrollo de su plena madurez, en su forma plena”. La historización del desarrollo de la sociedad y la comprensión de lo real a partir de su propio movimiento se nos presentan así como las premisas que Marx se impone al momento de emprender el análisis económico, premisas que serán, mayoritariamente, desplazadas en la tradición intelectual de los “marxismos” en pos de la cientificidad de Marx y, en consecuencia, de la homologación de su método dialéctico al método científico-natural. A partir de esta tradición el pensamiento de Marx devenía teoría universal de lo real cuya validez respondía al mismo estatuto epistemológico que las ciencias físicas y, por tanto, como teoría social, era “aplicable” a la realidad social, como una ecuación a la construcción de un puente. Ciertamente, tras el colapso de la experiencia soviética significó también el colapso de la “validez científica” de esta perspectiva de comprensión del pensamiento de Marx. La caída del Muro de Berlín se produce paralelamente a la expansión de la globalización, a la irrupción de la tesis del fin de la historia y a la posmodernidad como momento actual del conocimiento. En particular, en nuestro país, dichos fenómenos se desarrollan en un marco socio-cultural en el cual el estudio de la historia como premisa metodológica decae para dar paso a la especialización del saber, específicamente, en el ámbito de las ciencias económicas. El desarrollo del neoliberalismo supone, como condición de existencia, la ahistoricidad del saber. El Coloquio “Marx y el Neoliberalismo” se propone examinar esta relación en una doble perspectiva, entendiendo al neoliberalismo como un pensamiento económico que vendría a superar la ciencia económica anterior y como la realidad económica actual en tanto predominio del mercado en el intercambio y en tanto política económica. En la primera perspectiva, el neoliberalismo como teoría económica, arranca de una concepción cuyos fundamentos epistemológicos y principios metodológicos consideramos necesario estudiar críticamente así como su propio desarrollo interno a partir del cual es dable afirmar que la teoría neoliberal es más hija de la Guerra Fría que de la sociedad contemporánea. En la segunda perspectiva, el neoliberalismo como práctica de las clases capitalistas y como supremacía del mercado en las sociales presenta una amplia diversidad en el concierto internacional, la experiencia neoliberal denota evidentes contradicciones si se considera, sólo a modo de ejemplo, que ésta no significó en las economías del primer mundo la reducción de la presencia del estado al nivel en que fue promovida por los gobiernos latinoamericanos de la década de los noventa. Sin duda alguna, en este sentido, es Chile el representante más genuino de un estado cuyas políticas públicas estaban orientadas a su propia reducción. La política económica de los Chicago Boys en el régimen militar, al postular desde el estado el repliegue del estado, no sólo determinó una nueva forma de la vida social de nuestro país hasta nuestros días sino que también sentó las bases para su propia comprensión, es decir, situó, como principio metodológico del estudio económico, el binomio tecnocratización/despolitización, de acuerdo al cual la economía política se desprendía de lo político a fin de aislar y analizar la propia objetividad de la realidad económica, conceptualizada como una realidad superior a los agentes económicos, esto es, como una realidad natural. Finalmente, quisiéramos invitar, especialmente, a los estudiantes a revisar los siguientes textos para una más eficiente conversación con los ponencistas. “El método de la economía política 3 ) El método de la economía política Cuando consideramos un país dado desde el punto de vista económico-político comenzamos con su población, con su distribución en clases, la ciudad, el campo, el mar, las diferentes ramas de la producción, exportación e importación, producción y consumo anual, precios de las mercancías, etc. Parece correcto empezar por lo real y concreto, con el presupuesto efectivo; y en consecuencia, empezar, por ejemplo, en la economía con la población, que es el fundamento y sujeto de todo acto de producción social. Sin embargo, ante un examen más detenido, esto se manifiesta como falso. La población es una abstracción, si dejo, por ejemplo, de lado las clases de las que se compone. Estas clases son a su vez una palabra vacía, si no conozco los elementos sobre las que descansan. Por ejemplo, trabajo asalariado, capital, etc. Éstos presuponen cambio, división del trabajo, precios, etc. El capital, por ejemplo, no es nada sin trabajo asalariado, sin valor, dinero, precio, etc. Si comenzara, por lo tanto, con la población, esto sería una representación caótica de la totalidad y mediante una determinación más precisa llegaría analíticamente a conceptos cada vez más simples; de lo concreto representado llegaría a abstracciones cada vez más sutiles, hasta alcanzar las determinaciones más simples. A partir de aquí habría que emprender de nuevo el viaje a la inversa, hasta llegar finalmente de nuevo a la población, pero esta vez no como una representación caótica de un todo, sino como una totalidad rica de múltiples determinaciones y relaciones. El primer camino es el que tomó históricamente la economía en sus comienzos. Los economistas del siglo XVII, por ejemplo, comienzan siempre con la totalidad viva, con la población, con la nación, con el estado, con varios estados, etc.; pero siempre acaban descubriendo mediante el análisis algunas relaciones generales abstractas determinantes, como división del trabajo, dinero, valor, etc. Tan pronto como estos momentos aislados fueron más o menos fijados y abstraídos, comenzaron los sistemas económicos, que se elevaban de lo simple, como el trabajo, división del trabajo, necesidad, valor de cambio, hasta el Estado, cambio entre las naciones y el mercado mundial.” (Texto disponible en http://marxeconomia.blogspot.com/) “El fetichismo de la mercancía, y su secreto. El carácter misterioso de la forma mercancía estriba, por tanto, pura y simplemente, en que proyecta ante los hombres el carácter social del trabajo de éstos como si fuese un carácter material de los propios productos de su trabajo, un don natural social de estos objetos y como si, por tanto, la relación social que media entre los productores y el trabajo colectivo de la sociedad fuese una relación social establecida entre los mismos objetos, al margen de sus productores. Este quid pro quo es lo que convierte a los productos de trabajo en mercancía, en objetos físicamente metafísicos o en objetos sociales. Es algo así como lo que sucede con la sensación luminosa de un objeto en el nervio visual, que parece como si no fuese una excitación subjetiva del nervio de la vista, sino la forma material de un objeto situado fuera del ojo. Y, sin embargo, en este caso hay realmente un objeto, la cosa exterior, que proyecta luz sobre otro objeto, sobre el ojo. Es una relación física entre objetos físicos. En cambio, la forma mercancía y la relación de valor de los productos del trabajo en que esa forma cobra cuerpo, no tiene absolutamente nada que ver con su carácter físico ni con las relaciones materiales que de este carácter se derivan. Lo que aquí reviste, a los ojos de los hombres, la forma fantasmagórica de una relación entre objetos materiales no es más que una relación social concreta establecida entre los mismos hombres. Por eso, si queremos encontrar una analogía a este fenómeno, tenemos que remontarnos a las regiones nebulosas del mundo de la religión, donde los productos de la mente humana semejan seres dotados de vida propia, de existencia independiente, y relacionados entre sí y con los hombres. Así acontece en el mundo de las mercancías con los productos de la mano del hombre. A esto es a lo que yo llamo el fetichismo bajo el que se presentan los productos del trabajo tan pronto como se crean en forma de mercancías y que es inseparable, por consiguiente, de este modo de producción. Este carácter fetichista del mundo de las mercancías responde, como lo ha puesto ya de manifiesto el análisis anterior, al carácter social genuino y peculiar del trabajo productor de mercancías. Si los objetos útiles adoptan la forma de mercancías es, pura y simplemente, porque son productos de trabajos privados indepen-dientes los unos de los otros. El conjunto de estos trabajos privados forma el trabajo colectivo de la sociedad. Como los productores entran en contacto social al cambiar entre sí los productos de su trabajo, es natural que el carácter específicamente social de sus trabajos privados sólo resalte dentro de este intercambio. También podríamos decir que los trabajos privados sólo funcionan como eslabones del trabajo colectivo de la sociedad por medio de las relaciones que el cambio establece entre los productos del trabajo y, a través de ellos, entre los productores. Por eso, ante éstos, las relaciones sociales que se establecen entre sus trabajos privados aparecen como lo que son; es decir, no como relaciones directamente sociales de las personas en sus trabajos, sino como relaciones mate­riales entre personas y relaciones sociales entre cosas.” (Texto disponible en http://marxeconomia.blogspot.com/) “Aun el método descubierto de acuerdo con la crítica de la Economía Política podía acometerse de dos modos: el histórico o el lógico. Como en la historia, al igual que en su reflejo literario, las cosas se desarrollan también, a grandes rasgos, desde lo más simple hasta lo más complejo, el desarrollo histórico de la literatura sobre Economía Política brindaba un hilo natural de engarce para la crítica, pues, en términos generales, las categorías económicas aparecerían aquí por el mismo orden que en su desarrollo lógico. Esta forma presenta, aparentemente, la ventaja de una mayor claridad, puesto que en ella se sigue el desarrollo real de las cosas, pero en la práctica lo único que se conseguiría, en [528] el mejor de los casos, sería hacerla más popular. La historia se desarrolla con frecuencia a saltos y en zigzags, y habría que seguirla así en toda su trayectoria, con lo cual no sólo se recogerían muchos materiales de escasa importancia, sino que habría que romper muchas veces la ilación lógica. Además la historia de la Economía Política no podría escribirse sin la de la sociedad burguesa, con lo cual la tarea se haría interminable, ya que faltan todos los trabajos preparatorios. Por tanto, el único método indicado era el lógico. Pero éste no es, en realidad, más que el método histórico, despojado únicamente de su forma histórica y de las contingencias perturbadoras. Allí donde comienza esta historia debe comenzar también el proceso discursivo, y el desarrollo ulterior de éste no será más que la imagen refleja, en forma abstracta y teóricamente consecuente, de la trayectoria histórica; una imagen refleja corregida, pero corregida con arreglo a las leyes que brinda la propia trayectoria histórica; y así, cada factor puede estudiarse en el punto de desarrollo de su plena madurez, en su forma clásica. Con este método, partimos siempre de la relación primera y más simple que existe históricamente, de hecho; por tanto, aquí, partimos de la relación económica con que nos encontramos. Luego, procedemos a analizarla. Ya en el sólo hecho de tratarse de una relación, va implícito que tiene dos lados que se relacionan entre sí. Cada uno de estos dos lados se estudia separadamente, de donde luego se desprende su relación recíproca y su interacción. Nos encontramos con contradicciones, que reclaman una solución. Pero, como aquí no seguimos un proceso discursivo abstracto, que se desarrolla exclusivamente en nuestras cabezas, sino una sucesión real de hechos, ocurridos real y efectivamente en algún tiempo o que siguen ocurriendo todavía, estas contradicciones se habrán planteado también en la práctica y en ella habrán encontrado también, probablemente, su solución. Y si estudiamos el carácter de esta solución, veremos que se logra creando una nueva relación, cuyos dos lados contrapuestos tendremos que desarrollar ahora, y así sucesivamente.” (Texto disponible en http://marxeconomia.blogspot.com/)