A la vera de doña Concha

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DOMINGO 10—12—2006
TOROS
ABC
www.abc.es/toros
A la vera de doña Concha
Otras plazas
Antonio Márquez, «El Belmonte Rubio» de la Edad
de Plata del Toreo, se fue eclipsando con el tiempo
bajo el manto cegador de la Piquer. ABC rescata su
figura en el centenario de la Emperatriz de la copla
ZABALA DE LA SERNA
MADRID. Como si las arenas
del desierto lo hubieran sepultado con el inexorable paso del
tiempo, a la vera de la figura de
doña Concha Piquer se ensombreció la historia en los ruedos
de Antonio Márquez hasta hoy.
El que un día fuese bautizado
como «El Belmonte Rubio» fue
engullido por la leyenda tangible de la «más grande intérprete de la copla española», como
la define Santiago Castelo ahora que se cumple el centenario
de su nacimiento.
Márquez (Madrid, 23 de
abril de 1899; Madrid, 17 de noviembre de 1988) brilló con luz
propia en la época que Gregorio
Corrochano bautizó como «La
Edad de Plata del Toreo», la que
abarca desde la muerte de Joselito el Gallo en 1920 hasta el principio de la Guerra Civil española, que fue tumba y frontera de
tantas carreras. Antonio Márquez no vino en un barco de
nombre extranjero, sino que nació en el humilde, castizo y viejo Madrid, el de Cascorro, el del
Mercado de la Cebada, el del
Rastro actual, el de la calle Toledo, La Latina, la Cava Baja, ese
Madrid poblachón manchego
en sepia de la campaña de Alberto Ruiz-Gallardón. Y trabajaba
el torerillo en ciernes en una
carbonería de la calle de las Velas hasta que despuntó en una
novillada sin picadores en 1917
en Zaragoza, por 175 pesetas.
En la etapa novilleril, le sorprende a Corrochano como «un
torero que sabe torear». «¿De
cuántos toreros puede decirse
lo mismo?», se pregunta el padre de la crónica taurina moderna. «Márquez está dentro de
ese corto número de toreros
que llevan los toros toreados.
Torea sin precipitación y sin
violencia, con suavidad y con
temple, desde que inicia hasta
que remata. Ayer hizo algunas
cosas con el capote maravillosas, y maravillosos fueron también algunos pases que dio con
la mano derecha. Es un torero
fino, de gran estilo, del que se
puede esperar mucho». Esto se
publicaba el 3 de mayo de 1921
en páginas de ABC, y cinco meses después se convertía en matador de toros en Barcelona de
manos de Juan Belmonte, su
idolatrado dios —«como Juan
no ha toreado nadie, nadie, nadie…, y conste que yo admiré
Bogotá (Colombia)
Oreja para César
Jiménez en su
confirmación
César Jiménez cortó una oreja
el pasado viernes en su
confirmación de alternativa
en Bogotá, en la corrida que
inauguraba la temporada
colombiana. Sus compañeros
de cartel, Enrique Ponce, que
celebraba su 35 cumpleaños, y
Ramsés Ruiz, se fueron de
vacío por culpa de la mansedumbre del ganado. Con la
plaza llena en tarde con
lluvia, según informa Efe, se
lidiaron toros de El Paraíso.
Ponce, ovación y palmas.
César Jiménez, ovación y
oreja. Ramsés Ruiz, ovación y
palmas de despedida.
también mucho el poderío de Joselito»—, e Ignacio Sánchez Mejías y Granero por testigos.
Antonio Márquez forma
parte de una magnífica pléyade de toreros que desarrolla en
los ruedos los dictados belmontinos y que pone en tela de juicio el calificativo argenta de
Gregorio Corrochano para
aquellos años: Manuel Jiménez «Chicuelo», Marcial Lalanda, Cagancho, El Niño de la Palma, Gitanillo de Triana, Victoriano de la Serna, Manolo y Pepote Bienvenida, Félix Colomo
y Félix Rodríguez, El Estudiante, Vicente Barrera… Plasman
—como señala Andrés Amorós— la «nueva estética». La Segunda Edad de Oro, tal vez.
Quito (Ecuador)
Sebastián Castella,
declarado triunfador
de la feria
«El Romance de la Otra»
Márquez fue también un excelso banderillero, y por donde se
lea siempre salía el calificativo
de elegante. De esa elegancia se
enamoró doña Concha en un baile de máscaras de 1929, un año
después de que el torero madrileño de soberbia media verónica
hubiese sido padre de su primer
hijo, fruto del matrimonio con
la cubana Ignacia Gloria de Arechavala, relación que entró con
fuerza desde el noviazgo en los
ecos de sociedad al tratarse de
una figura del toreo y una joven
de reputada familia indiana. El
enlace sucedió en Madrid, en la
capilla privada de la señora viuda de Arechavala (Castellana,
19), y la celebración fue por todo
lo alto en el hotel Ritz. Pero el
destino cruzó los caminos del
Belmonte Rubio con la Emperatriz de la copla, y rompieron mol-
Concha Piquer y Antonio Márquez, una pareja inseparable
des para vivir juntos, tras furtivos encuentros, «entre un olé y
un suspiro»: «A tu vera» por
siempre. En 1938 se retiró don
Antonio; en 1943 estrenó la Piquer «El Romance de la Otra»,
con letra de Rafael de León, en
clara alusión biográfica; y en
1945 nació en Buenos Aires Conchita Márquez Piquer.
La historia de luces de Antonio Márquez fue eclipsándose
LUIS ALONSO
bajo el cegador manto de doña
Concha, sin que le importase pasar en el futuro «simplemente»
por el padre de Conchita o como
suegro de Curro Romero: «A estas alturas —se confesaba en
1977— no ansío la popularidad
ni la fama». Como dejó escrito
Vicente Zabala, «Antonio Márquez es un torero que no tiene leyenda cuando está sobrado de
historia».
Tendero, Cabello y Román Pérez se
disputan hoy el V trofeo de La Oportunidad
ROSARIO PÉREZ
MADRID. Miguel Tendero, autor del toreo más macizo de La
Oportunidad, es el primer clasificado para la final del certamen. El de Albacete ha arrasado en las puntuaciones, con 93
tantos, seguido del malagueño
Juan Carlos Cabello, con 61, y
el salmantino Román Pérez,
que ha obtenido 58 puntos. Los
tres se disputan hoy el trofeo
apadrinado por El Juli, quien
ayer hizo entrega de unos diplomas a los participantes.
Curiosamente, en esta quinta edición se ha producido un hecho atípico: es la primera vez
que no accede a la última fase
ningún alumno de la Escuela de
Madrid, pese a contar con más
representantes que ninguna.
Sin embargo, en la segunda semifinal, dos principiantes de la
capital se anotaron las únicas
orejas: Javier Cortés y Gómez
del Pilar. La faena de Cortés pecó de falta de ritmo. A pesar de
su entrega, le costó acoplarse
con el tercer ejemplar de Río
Grande, de sangre Santa Coloma, que lidió una novillada
bien presentada y con casta, exigente para los de luces. Gómez
del Pilar, con un concepto clásico, se mostró voluntarioso.
El otro madrileño, Carlos
Guzmán, anduvo dispuesto con
su primero. Hubo de dar cuenta
Sebastián Castella ha acaparado los premios al triunfador de la Feria de Jesús del
Gran Poder de Quito, donde
abrió dos puertas grandes e
indultó un toro. Además de
obtener el galardón que
concede la empresa de la
plaza de toros de Iñaquito, el
matador francés ha obtenido
el premio Ciudad de Quito y el
de la peña El Juli. César
Jiménez ha sido premiado
con la Fábula Taurina del Círculo
Bienvenida por «la fabulosa
gesta realizada al último toro
de la feria, consiguiendo su
indulto en medio de un
diluvio y ante el delirio de un
público enardecido». También El Fandi ha recibido una
mención especial.
también del segundo por una lesión en la mano de Sergio Blasco, al que el novillo se llevó por
delante nada más abrirse de capa. Fue el más complicado del
sexteto, pero Guzmán no se
arredró y lo intentó con ahínco.
El que más agradó al jurado
fue Román Pérez. Con un notable oponente y ayudado de su oficio, obtuvo series muy templadas, aunque toreó excesivamente despegado. Decisión y buenas maneras se vislumbraron
en el alicantino Daniel Palencia frente a un novillo incierto
por el pitón izquierdo y con
más opciones por el derecho.
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