discapacidades físicas orgánicas o fisiológicas

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TEMA 4 DISCAPACIDADES FÍSICAS ORGÁNICAS O
FISIOLÓGICAS
PROBLEMAS RESPIRATORIOS: ASMA
OBESIDAD Y TRASTORNOS ALIMENTARIOS
DIABETES
PROBLEMAS CARDIOVASCULARES
PROBLEMAS RESPIRATORIOS: ASMA
Entre el 8% y el 12% de los deportistas en las últimas olimpiadas son asmáticos. Se trata
de deportistas de élite que han comenzado a hacer deporte por prescripción médica para
aliviar las crisis de asma. Son deportistas que a pesar de sus dificultades respiratorias
alcanzan buenas marcas. Un Asmático “bien tratado” no tiene limitaciones en la práctica de
ejercicio físico y deporte pudiendo llegar a las más altas cotas de rendimiento deportivo
(Oro Olímpico).
La presencia de individuos asmáticos entre los grandes deportistas internacionales es un
hecho conocido y utilizado en muchos países en campañas de promoción deportiva entre la
juventud y nos demuestra que el asma no incapacita al individuo para realizar actividades
físicas o deportivas de una elevada intensidad con plenas garantías de salud, si se
mantienen unas normas básicas de prevención. Es evidente que el problema es general para
niños y adultos. Sin embargo es en el niño y en el adolescente en los que la práctica de un
ejercicio va a ser fundamental no sólo para su evolución física, sino también para su
desarrollo como persona.
Hasta hace muy poco tiempo los médicos han limitado la actividad física de los pacientes
asmáticos; afortunadamente, estas recomendaciones van desapareciendo al entender que la
actividad física es una necesidad y una terapia para estos enfermos porque permite un
mejor control de las crisis asmáticas y el establecimiento de dosis más ajustadas de
medicación. El ejercicio NO CURA el asma, pero enseña y ayuda a vivir mejor con la
enfermedad. La persona asmática puede y debe practicar deporte.
¿QUÉ ES EL ASMA?
El asma es una enfermedad inflamatoria crónica que se caracteriza por una disminución del
diámetro de las vías aéreas (los conductos por los que circula el aire) durante unos cortos
periodos de tiempo, siendo los síntomas disnea o dificultad para respirar, acortamiento de
la respiración, pitos, opresión torácica y ataques repetitivos de tos, especialmente por la
noche y primeras horas de la mañana. Estos episodios se asocian con una variable pero
notable obstrucción de las vías respiratorias que es reversible tanto de forma espontánea
como con tratamiento. Son síntomas menos comunes la cefalea, sentirse fuera de juego,
fatiga, calambres musculares y dolor torácico.
El ejercicio es uno de los principales desencadenantes de la crisis de asma; prácticamente
todos los asmáticos saben que el ejercicio les puede provocar una crisis, siendo más
frecuente entre los niños y jóvenes debido a su mayor actividad física, pero puede
aparecer a cualquier edad. El ASMA INDUCIDO POR EL EJERCICIO (AIE) o asma
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provocado por el ejercicio es una obstrucción aguda de los bronquios tras un ejercicio de
intensidad y duración variable. No es el ejercicio propiamente dicho el desencadenante de
la crisis asmática sino que van a ser de otros factores los responsables como veremos más
adelante. Siendo el ejercicio físico origen de la crisis asmática, no es extraño pensar que el
propio deportista rehuya la práctica del deporte debido al mal rato que pasa después de
moverse con cierta intensidad durante un largo espacio de tiempo. Sin embargo, si el
asmático deportista optara por dejar el deporte como actividad habitual en su vida
aumentando el nivel de sedentarismo, reduciría los grandes beneficios que se obtienen con
una vida activa.
El descenso de la función pulmonar y la broncoconstricción o obstrucción bronquial que es la
resistencia de los bronquios al paso del aire, pueden aparecer durante el ejercicio físico
aunque lo normal es que aparezca y se haga más evidente a los 5-15' de haber terminado el
ejercicio para luego ir remitiendo de forma espontánea, siendo la recuperación completa en
30-60´. En algunos casos graves y dependiendo de la magnitud de la obstrucción bronquial
se puede tardar en recuperar los valores de función pulmonar normal hasta 90' después del
ejercicio.
FACTORES A TENER EN CUENTA
1.
DURACIÓN E INTENSIDAD DEL EJERCICIO. Los síntomas aparecen cuando el
ejercicio es intenso y prolongado. Así, actividades cortas pero intensas de menos
de 2' de duración dan menos problemas que aquellas otras que necesitan un período
más largo de esfuerzo.
2. TEMPERATURA Y HUMEDAD AMBIENTAL. El asma inducido por el ejercicio (AIE)
es consecuencia de la pérdida de calor y agua que se produce en la mucosa de las
vías respiratorias. La pérdida de calor y agua por la mucosa respiratoria son
estímulos muy potentes para el estrechamiento de las vías aéreas en los pacientes
con asma. Se debería evitar hacer ejercicio físico en los lugares y los días más fríos
y secos para evitar el enfriamiento rápido e intenso de las vías aéreas. La severidad
de la crisis de asma es proporcional a la pérdida de calor por la mucosa bronquial,
por lo que se sostiene la teoría de que la pérdida de calor por las vías aéreas es una
de las causas fundamentales que la provoca.
3. CAMBIO BRUSCO DE TEMPERATURA AMBIENTAL. Parece ser que el problema no
está solamente en el ambiente en que se practique el deporte, sino en los cambios
bruscos de temperatura del árbol bronquial. Los individuos con predisposición
tienen una sensación de falta de aire y disnea cuando entran de una forma brusca
en un lugar caliente después de haber hecho un ejercicio de moderada intensidad
en un ambiente frío. Puede acontecer una crisis de asma si tras hacer deporte en
ambiente frío como por ejemplo cuando tras la práctica de esquí se entra en el bar
de las pistas donde la temperatura ambiental es mucho más alta que en el exterior.
También cuando en el invierno o en clima frío se entra en una piscina climatizada o
en un vestuario cálido y húmedo, después de correr desde el autobús
Se ha demostrado que cuando un asmático hace ejercicio en un ambiente frío la respuesta
de broncoconstricción es más intensa cuanto más caliente es el aire que recibe en el
momento de cesar el ejercicio. De aquí la importancia de nunca parar de repente, sino de
una forma pausada, permitiendo una recuperación de la temperatura inicial de la vía aérea
de forma progresiva. Por este motivo, toda actividad o deporte programado debe
contemplar una vuelta a la calma con ejercicios suaves y estiramientos. Asimismo, todo
entrenamiento o sesión de práctica física debe comenzar con un buen calentamiento de una
duración mínima de 10’-15', empezar suavemente hasta alcanzar una intensidad moderada
hará que los bronquios (como el resto del cuerpo) se vayan preparando para el ejercicio.
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Es importante la educación de la respiración, enseñar a respirar correctamente. El
asmático que hace deporte debe ser un gran observador de su respiración para controlarla.
Con un aprendizaje adecuado se puede conocer la función de los músculos respiratorios
para mantener una postura relajada que permita respirar a un ritmo natural. Los métodos
de relajación también serán útiles para sobrellevar una crisis de asma.
También como medidas a tener en cuenta: hay que realizar una buena limpieza de las fosas
nasales antes del ejercicio y usar mascarilla cuando sea posible o colocar una bufanda de
lana tapando nariz y boca si el aire es frío y seco para calentar y aumentar la humedad del
aire inhalado.
4. CONTAMINACIÓN AMBIENTAL. Hay elementos irritantes o desencadenantes del
broncoespasmo. Los alergenos (pólenes, ácaros), el ozono, el dióxido de azufre en
ambientes contaminados, humo y otros muchos son factores externos que pueden
agravar el asma.
¿A QUIÉN AFECTA ESTA ENFERMEDAD?
El asma es una enfermedad que afecta a un creciente número de sujetos. Afecta a toda la
población pero especialmente a niños y jóvenes que no superan los 18 años y a los ancianos.
Hay un grupo de riesgo que son los pacientes con alergias que también pueden desarrollar
los síntomas propios del asma. La familia, por temor a las crisis, sobreprotege al niño y
entre otras muchas limitaciones, tiende a restringir toda actividad física; no sólo deporte,
también clases de educación física, campamentos de verano o salidas de vacaciones e
incluso el propio juego. El enfermo puede optar por un camino de dudas y resignación, que lo
transforman en un enfermo auténtico y con una calidad de vida limitada.
Por supuesto, todos nos cansamos cuando nos iniciamos en una actividad física y hacemos
ejercicio. Muchas personas están diagnosticadas y son conocedoras de su enfermedad pero
otras muchas desconocen su problema. La adaptación respiratoria a las diferentes
intensidades del esfuerzo que representa la práctica deportiva en el individuo con asma es
igual a la de un individuo no asmático. Nuestras clases pueden servir para diagnosticar una
enfermedad o, mejor dicho, para observar síntomas indicativos de que algo no funciona
bien. Deberemos saber y poder distinguir entre asma y cansancio físico. No confundir
cuando la sensación de ahogo se debe a una pobre condición física. Para diagnosticar el
asma podemos realizar un test sencillo de carrera libre haciendo correr al niño-adolescente
durante aproximadamente 6 minutos y comprobar su función pulmonar a través de la
frecuencia respiratoria. Transcurridos unos minutos, una persona sana debería recuperar
su función respiratoria y sentirse bien sin ninguna molestia.
ACTIVIDAD FÍSICO-DEPORTIVA QUE PODEMOS RECOMENDAR.
La primera arma terapéutica frente al asma inducido por el ejercicio (AIE) es su
prevención; lo que no equivale a decir que no se haga deporte. La práctica deportiva como
hábito es fundamental para cualquier persona, debiendo animar al asmático y en concreto a
la población más joven, no sólo a realizar la clase de educación física del colegio, sino a
realizar deporte, incluso de competición.
A pesar del avance en el tratamiento farmacológico no debemos olvidar que la prevención
es el primer recurso terapéutico en el manejo y control del proceso asmático por ejercicio.
La primera medida preventiva, cuando sea posible, estaría en la selección del tipo de
ejercicio: intermitente y de baja intensidad. En la población general asmática, aconsejamos
programas de entrenamiento integral atendiendo a los cuatro componentes fundamentales
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de un programa de ejercicio para la salud: resistencia aeróbica, velocidad, fuerza muscular
y flexibilidad. Es aconsejable, que se acostumbren a un entrenamiento físico regular. Esto
no mejora la intensidad de las crisis ni varía la evolución del asma, pero como sucede en
personas normales aumenta su capacidad de trabajo y fortalece su musculatura
respiratoria; es decir, mejora la condición tanto física como psíquica o la sensación
subjetiva de salud del individuo frente a la enfermedad.
En principio, CUALQUIER DEPORTE es bueno para el asmático; el mejor es el que a él o
ella le parezca que es con el que se divertirá más. El asmático puede hacer cualquier
deporte si mantiene unas normas mínimas para evitar las crisis. Sólo hay un deporte que no
puede hacer: el buceo con botellas de aire.
Teniendo en cuenta la variable tasa ventilatoria y la variable lugar donde se practica el
deporte, se establece una clasificación, en la que se definen deportes adecuados (evitan el
desarrollo de los síntomas) y deportes inadecuados para la persona asmática. DEPORTES
ADECUADOS son los que tienen un carácter intermitente con momentos de acción y reposo
no superiores a los cinco minutos como son los deportes de equipo (fútbol, balonmano,
baloncesto etc), también son secuenciales o son poco asmógenos los deportes de raqueta, o
los que desarrollan toda su acción en un corto período de tiempo como las pruebas de
velocidad de atletismo, o a intervalos de tiempo alternando actividad y descanso como la
gimnasia o el golf, o los que se desarrollan a cubierto o en ambientes cálidos mejor que al
aire libre como el judo o todos los deportes de combate, natación y waterpolo.
Quizás el deporte donde hay más asmáticos o por lo menos más conocemos, es en natación,
debido a que es el deporte donde menos molestias pueden tener un asmático al realizarse
en un ambiente cálido y húmedo. En una piscina de interior la humedad del ambiente debe
ser entre el 60 y 70% y la temperatura entre 24 y 30ºC según la normativa actual. Además,
es un deporte que implica control y maniobras respiratorias muy beneficiosas para el
funcionalismo pulmonar. La ventaja de la natación es el mayor margen de seguridad con
respecto al asma de esfuerzo que ofrece el clima particular del recinto donde se halla la
piscina. Como contrapartida, en la natación hay que considerar la posibilidad de reactividad
bronquial inducida por irritantes como el cloro necesario para desinfectar el agua de la
piscina. En principio, si las condiciones de la piscina se mantienen dentro de la ley o de un
rango de normalidad adecuado y si se mantiene un control periódico de la piscina y de la
ventilación del recinto donde esta se halla, salvo situaciones excepcionales la seguridad del
paciente con asma en el ámbito de la piscina no es diferente al de cualquier otro ser
humano. Manteniendo las normas higiénico-terapéuticas del AIE se evitará cualquier
situación desagradable.
DEPORTES INADECUADOS por requerir ventilación/minuto alta serían todas las carreras
de fondo y el ciclismo que además del esfuerzo requerido y la hiperventilación, pueden
ocurrir en circunstancias de aire frío, con altos índices de polinización o de contaminación
atmosférica. Entre los más asmógenos se encuentra el montañismo entendido como alcance
de cumbres altas donde se acusa la falta de oxígeno. También serían deportes inadecuados
por practicarse en ambientes fríos el hockey hielo, patinaje hielo y el esquí en todas sus
modalidades.
En muchos casos, el asma inducido por el ejercicio (AIE) puede prevenirse con el uso de
medicación profiláctica justo antes del ejercicio. Debemos asegurarnos de que nuestro
alumno tiene el tratamiento médico adecuado para tener control y evitar las crisis
asmáticas. Lo habitual es que ellos conozcan su enfermedad y estén concienciados de las
pautas a seguir. Para conseguir este objetivo, existen numerosos fármacos que pueden ser
de utilidad, administrados entre 15-60´ minutos antes del ejercicio, pueden prevenir los
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síntomas, manteniendo su efecto en torno a las 4 horas. Este grupo farmacológico, incluido
tradicionalmente en el grupo de fármacos prohibidos/doping, han sido liberados por la
mayor parte de los organismos nacionales e internacionales siendo posible su utilización
previa justificación y comunicación de la patología que sufre el deportista .Por el contrario,
algunos organismos, continúan manteniendo excluidos ciertos fármacos pertenecientes a
este grupo. Debemos recordar que el interés científico por el AIE en deportistas de
competición surgió en los JJOO de Munich 1972, el vencedor de los 400 metros libres
masculinos, fue descalificado por uso de fármacos utilizados como tratamiento del asma. A
partir de ahí se inician una amplia serie de trabajos encaminados a conocer la incidencia del
AIE entre diversos colectivos de deportistas. En la actualidad las personas asmáticas que
realizan deporte de competición, les está permitido el uso de broncodilatadores y
antiinflamatorios inhalados para el asma. Con motivo de las Olimpiadas de Atenas 2004, el
Comité Olímpico Internacional ha elaborado una normativa que regula el uso de los mismos.
Este documento, básicamente, exige que los deportistas acrediten su condición de
asmáticos con la presentación de una prueba objetiva de función pulmonar, no siendo
suficiente un certificado médico.
OTRAS PRECAUCIONES A TENER EN CUENTA:
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No se debe hacer un ejercicio si el asma basal, por la razón que sea, no esta siendo
bien controlado.
Tomar la medicación antes de la actividad física y llevar siempre la medicación de
rescate en la bolsa de deporte.
No cometer imprudencias estando sólo o en situaciones de riesgo.
Evitar hacer un ejercicio intenso si se tiene una infección respiratoria o se está con
pitos o tos intensa.
Evitar ejercicios prolongados o de mucha intensidad si no se ha conseguido una
buena condición física o no se conocen la capacidad física, nivel de entrenamiento o
los límites personales del ejercicio.
¿QUÉ PASA SI INICIA UNA CRISIS DURANTE EL EJERCICIO?
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Actuar con calma y parar el ejercicio. Si un asmático nota que le falta el aire es
conveniente que se pare, que respire tranquilamente y beba líquidos.
Permitir que se pueda respirar bien; no situarse alrededor.
Tomar la medicación de rescate lo antes posible.
Iniciar la respiración abdominal.
Si se soluciona la crisis, reanudar la actividad con menor intensidad.
Si no se recupera consultar un médico y/o acercarse a un centro asistencial
Cuando un niño asmático hace bien un deporte, compite y tiene éxito, no se debe buscar la
mejoría en la enfermedad, en el proceso inflamatorio, sino en una mejor condición física
general, en la adaptación específica de estos músculos respiratorios al ejercicio para
realizar un determinado trabajo físico. Debemos buscar el éxito en el mejor conocimiento
de su enfermedad, de las limitaciones de la misma, de la calidad de vida, de la
independencia social y de todos aquellos atributos que se adquieren del juego y el deporte
en la evolución psicofísica del individuo. Es parte muy importante recomendar hacer
ejercicio, el deporte o el juego que más le atraiga; ese será, con toda seguridad, en el que
pondrá más interés en desenvolverse y hallará los recursos necesarios para sobrellevar y
cuidar mejor su enfermedad. Nuestra labor con él debe ser orientarle, cuidarle y animarle
en cada caso de forma individualizada.
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¿CÓMO DETECTAR EL INICIO DE UNA CRISIS?
En ocasiones, por condiciones climáticas, por un estímulo psíquico o emocional intenso,
sobreesfuerzo y a pesar de las medidas preventivas, se puede iniciar una crisis de asma. La
característica típica es comenzar a toser, notarse cansado-fatigado y presentar los
síntomas propios: pitos en el pecho, silbos, etc. En caso de no dejar el deporte, el asmático
aumentará su dificultad para respirar, puede llegar a ponerse azul e incluso perder el
conocimiento. A esta situación nunca debe llegarse. En ocasiones, con el simple cese de la
actividad, sin necesidad de medicación en unos minutos se recupera.
OBESIDAD Y TRASTORNOS ALIMENTARIOS
La obesidad se define como el exceso de grasa corporal en el tejido adiposo. Es un
problema de salud por sí solo pero además se relaciona con diabetes, hipertensión,
enfermedades cardiovasculares, artritis, cáncer de colon y problemas respiratorios entre
otros.
CAUSAS DE LA OBESIDAD
Las causas de la obesidad son múltiples y entre ellas se encuentran:
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Carga genética.
Comportamiento con la dieta: alta ingestión de azúcares refinados, grasa y baja
ingesta de fibras.
Inactividad.
La Serotonina 5H que es un neurotransmisor que produce la sensación de apetito.
Causas hormonales:
o Tiroides: Hipotiroidismo: baja el MB.
o Sexuales: Etapa premenstrual se tiene mayor apetito y hay una tendencia a
ingerir más grasas.
Tabaco: el fumar altera el MB ya que lo aumenta hasta un 10%. Cuando se deja de
fumar baja ese 10% de gasto metabólico extra y se tiende a engordar.
CONCEPTO DE EQUILIBRIO CALÓRICO.
El equilibrio calórico viene dado por la resta entre la energía de entrada en el organismo a
través de los alimentos y la denominada energía de salida o la que gastamos en nuestra vida
cotidiana. Es importante el concepto de metabolismo basal (MB) o energía necesaria para
mantener activas las funciones vitales:
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Refleja la producción de calor del organismo.
Cuenta con el 50-75% del gasto calórico total diario.
A mayor superficie corporal habrá un mayor MB.
A mayor masa muscular habrá un mayor metabolismo basal.
La masa muscular es una masa energéticamente activa, cuando nos movemos quema
energía. La masa del tejido adiposo es una masa energéticamente pasiva, no quema
energía.
En el hombre es de un 5-10 % mayor que en la mujer.
Una dieta severa (< 800 kcal/d) disminuye el MB, por lo que es importante el efecto
de la actividad física junto con una dieta menos hipocalórica.
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RECOMENDACIONES DE EJERCICIO PARA LA OBESIDAD
Los beneficios de practicar actividad física para las personas con obesidad son evidentes
porque incrementa el gasto calórico ayudando en el mantenimiento y/o en la pérdida de
peso. Es equivocado establecer una relación lineal entre la cantidad o tiempo de práctica de
una actividad física con adelgazar ya que no se adelgaza por hacer ejercicio físico. La meta
de toda programación de actividad física y/o ejercicio para personas obesas es la pérdida
de grasa y el mantenimiento de la masa libre de grasa o musculatura. Un dato muy
importante en los programas de obesidad es que las personas piensan que lo más importante
es solamente comer menos, también se suele pensar que por moverse mucho y llevar una
vida muy activa se puede comer todo lo que se quiera sin preocuparse por el peso porque se
“quema” todo lo que se ingiere. No es cierto porque depende del metabolismo de cada
persona.
Otro aspecto a destacar en la recomendación de ejercicio es el papel tan importante que
éste tiene para prevenir otro tipo de enfermedades. La distribución de las grasas elevada
en la zona troncal está relacionada con las enfermedades cardiovasculares, diabetes tipo
II, hipertensión, etc. El ejercicio físico disminuye el % de grasa corporal (principalmente
de la zona troncal) protegiendo a la persona frente a las enfermedades citadas.
Debemos pensar en un programa de ejercicio físico con una dieta individualizada de nuestro
cliente obeso. Animarle a hacer ejercicio físico y diseñar un programa adaptado a sus
características y sus gustos. Una dieta adecuada combinada con un programa de ejercicio
físico supervisado por el médico llevará al control del peso corporal alcanzando un
equilibrio. Nosotros no vamos a diseñar la dieta alimentaria que va a seguir nuestro cliente
deberá estar en manos de un endocrino, pero deberemos saber que la restricción de
calorías nunca debe ser superior a 500-1000Kcal/día, que el máximo peso que se debe
reducir por semana es de 1 Kg. y que las calorías mínimas que se deben ingerir son de 1200
a 1500 al día, preferible 1500 Kcal/día. Se debe tener en cuenta el gasto calórico por
ejercicio que debe ser aproximadamente 2000 Kcal/semana. (300-500 Kcal/sesión).
Es importante el binomio dieta y ejercicio cuando se sigue una dieta hipocalórica porque se
reduce la grasa corporal sin reducir la musculatura. Si no se ejercita el cuerpo y
restringimos el aporte calórico reducimos la musculatura; nuestro metabolismo basal
disminuye y va a ser muy difícil incrementar el gasto calórico, por tanto, se produce el
típico efecto “yo-yo” de las dietas. Por lo tanto, la recomendación de realizar actividad
física junto con seguir una dieta hipocalórica tiene varias razones:
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La actividad física aumenta el gasto calórico durante y después de finalizado el
ejercicio físico.
La dieta por sí sola produce un descenso del metabolismo basal y puede disminuir la
masa muscular.
La actividad física ayuda a perder grasa corporal tonificando la masa muscular.
La meta a alcanzar sería: restricción de calorías + ejercicio + modificación de
comportamientos de vida tanto alimentarios como el abandono del sedentarismo.
El cambio de comportamiento respecto a los hábitos alimenticios es necesario para
mantener los progresos. Los sujetos que van a tener más éxito en un programa de pérdida
de peso son las personas con sobrepeso o moderadamente obesos, los que tienen alta
distribución de las grasas, no tienen una historia de fluctuaciones de ganar y perder peso,
se convirtieron en obesos en la etapa adulta y tienen un sincero deseo de perder peso.
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Con un programa de ejercicio físico suave se utiliza el metabolismo de las grasas y se
mantiene la masa libre de grasa (musculatura). Cuando recomendamos ejercicio para la
obesidad debemos tener presente que la mejor actividad física para la obesidad es hacer
ejercicio de baja intensidad durante mucho tiempo porque nos aseguramos un gasto
calórico importante que es el aspecto relacionado con la disminución del % de grasa,
independientemente de la intensidad del ejercicio.
Un aspecto muy importante a la hora de elegir la intensidad del ejercicio es la adherencia
al programa, o lo que es lo mismo la experiencia o práctica realizada con anterioridad, nivel
de entrenamiento o condición física independientemente de los distintos deportes
practicados. Deberemos empezar con una intensidad baja-moderada, y sobretodo, con
actividades muy motivantes, porque lo que también pretendemos es una alta adherencia al
programa. Nuestro objetivo es que se enganchen al hábito de la práctica de una actividad
física suave y placentera. No se trata de comenzar con una actividad física extenuante que
será difícil de seguir y desanimará al principiante. Hay que recordar que la clave es el
volumen de entrenamiento (sesiones por semana y duración de las sesiones), por ello, si una
persona finaliza el trabajo encontrándose mal, es probable que no quiera repetir el próximo
día. Además de ser divertido, práctico y adecuado para el estilo de vida del sujeto debe ser
progresivo a lo largo de las primeras semanas aumentaremos la intensidad poco a poco para
mantenerse en intensidades medias y nunca altas. También cada sesión será progresiva en
cuanto a intensidad comenzando con un calentamiento seguida de una parte principal y
finalizar con una vuelta a la calma siendo los estiramientos ejercicios que no pueden faltar.
Como consigna importante diremos que la prescripción de ejercicio para personas con
obesidad debe cumplir dos requisitos: debe optimizar el gasto energético y minimizar el
riesgo de lesiones. Sería ideal incorporar dos sesiones cortas al día aunque una sola sesión
de actividad física parece ser más sencillo de llevar a la práctica. El número de sesiones
deberían ser un mínimo de 4/5 semanales siendo ideal una sesión cada día. Recomendamos
ejercicio aeróbico 4/5 veces semanales y trabajo de fuerza resistencia de 2 a 3 veces
semanales.
Para prevenir lesiones debemos conocer la historia de lesiones de cada cliente, que exista
adecuada flexibilidad, calentamiento y vuelta a la calma. Realizar una progresión gradual de
intensidad y duración. Elegir ejercicios de bajo impacto y ejercicios sin carga externas.
En cuanto al tipo de ejercicio que debemos recomendar, resaltar los beneficios del
ejercicio cardiorrespiratorio. La persona obesa puede practicar todas las actividades
aeróbicas: actividades que impliquen grandes grupos musculares como correr suavemente,
andar, aeróbic acuático, remo, etc. En cuanto a la intensidad del ejercicio requiere
individualización y lo importante va a ser crear un hábito de actividad física. Como
consideraciones pensemos en la intolerancia a la temperatura elevada durante el ejercicio.
Dado los posibles riesgos músculo-esqueléticos, evitar actividades de alto impacto y
utilizar: bicicleta estática, andar distancias cortas, aconsejar actividades acuáticas, etc.
Insistimos en la idea de que la actividad física de intensidad baja tiene mayor éxito y se
controlará con la frecuencia cardiaca y la percepción del esfuerzo. La duración de 40/60
minutos por sesión o bien 20/30 minutos dos veces al día sería adecuado con una frecuencia
mínima de 4/5 sesiones por semana, sería óptimo que la práctica fuera diaria. Una vez se ha
establecido el hábito, la intensidad puede aumentar. A partir de las 4 – 6 semanas empieza
un efecto de adaptación.
Debemos considerar la termorregulación en un programa de ejercicio para personas con
obesidad: realizar ejercicio en un ambiente neutral, practicar durante los periodos del día
no calurosos, beber mucha agua y llevar ropa ligera (nunca plásticos!!). Serán necesarias
alteraciones en algunos equipamientos: sillines más anchos en bicicletas y máquinas de remo.
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También aconsejaremos ejercicio de fuerza muscular porque aumentar la fuerza muscular
es importante para mantener el metabolismo basal e impedir que éste disminuya con la
dieta. La masa muscular es un tejido metabólicamente activo, la grasa no. Se recomienda el
trabajo en circuito, por tanto existe un componente aeróbico en él, muchas repeticiones
durante mucho tiempo. El circuito de fuerza resistencia debe tener una frecuencia de 2/3
veces semana, intensidad: 40-50% 1RM y duración: 1-3 series, > 15 repeticiones. Se debe
mantener un ritmo respiratorio durante la ejecución de los ejercicios siendo la frecuencia
respiratoria parámetro para valorar la intensidad de la actividad . La carga se incrementará
gradualmente durante el programa.
En cuanto al ejercicio de flexibilidad, su finalidad es incrementar el rango de movilidad
articular. Se trabaja conjuntamente con el programa de fuerza muscular, aunque su
frecuencia semanal es más elevada, se recomienda por lo menos 5 veces por semana. Es
recomendable variar de ejercicios.
TRASTORNOS ALIMENTARIOS
Entre los trastornos alimentarios, hay que hacer especial referencia a la anorexia nerviosa
y a la bulimia.
Anorexia nerviosa
Se trata de un trastorno del comportamiento alimentario caracterizado por una pérdida
significativa del peso corporal (superior al 15%), habitualmente fruto de la decisión
voluntaria de adelgazar. El adelgazamiento se consigue suprimiendo o reduciendo el
consumo de alimentos, y con cierta frecuencia mediante vómitos autoinducidos, uso
indebido de laxantes, ejercicio físico desmesurado, consumo de anorexígenos y diuréticos,
etc.
Uno de los rasgos característicos de la anorexia es la distorsión de la percepción de la
imagen corporal, sobrevalorando exageradamente las dimensiones corporales, a pesar de la
extremada delgadez.
Bulimia
Consiste en un trastorno del comportamiento alimentario caracterizado por la presencia de
episodios críticos en los que la persona afectada ingiere cantidades de alimento
significativamente superiores a los que es normal ingerir en circunstancias similares. Esta
ingestión alimentaria se lleva a cabo experimentando paralelamente la sensación de pérdida
de control sobre la misma. En principio, el bulímico no desea incurrir en el atracón.
Para compensar los atracones, el bulímico toma diuréticos y laxantes o recurre a los
vómitos autoinducidos, o también a ayunos compensatorios y periodos de restricción
alimentaria.
No es infrecuente que se den episodios alternados de anorexia y bulimia (anorexia
bulímica). En cualquier caso, el denominador común de ambos trastornos es la preocupación
patológica por el peso y el cuerpo, muy vinculada a la baja autoestima
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DIABETES
La diabetes es una enfermedad metabólica que se produce por un nivel elevado de glucosa
en sangre (hiperglucemia) y el problema básico consiste en la incapacidad del organismo
para sacar la glucosa de la circulación sanguínea; puede estar diagnosticada por los
siguientes criterios:
• Excesiva sed, orina y/o inexplicable pérdida de peso acontecen con una lectura de
azúcar en sangre > ó = a 200 mg/dL
• Cuando tras un ayuno de 8 horas (por la mañana antes de desayunar) el nivel de
azúcar en sangre es de > ó = 126 mg/dL (análisis de sangre).
• Cuando después de ingerir 75 gramos de glucosa el azúcar en sangre permanece
elevado > ó = 200 mg/dL después de 2 horas (test de tolerancia a la glucosa)
Existen dos tipos de diabetes: Tipo I (insulino-dependiente) y Tipo II (no insulinodependiente).
Tipo I Las características de esta diabetes se resumen en:
–Disfunción del sistema inmunológico que destruye las células beta del páncreas.
–No se puede generar la insulina [hormona que permite que las células sensibles a la
insulina, puedan tomar el azúcar en sangre].
–Se debe tomar la insulina para permanecer vivos.
–Típica de la infancia y adolescencia, pero existen casos, que además empiezan a ser
frecuentes, de individuos más mayores.
Tipo II Las características de la diabetes tipo II se resumen en:
–Defectuosa secreción de insulina (disfunción en las células beta). Empieza con una
defectuosa tolerancia a la glucosa (el azúcar está alto en sangre) y empeora con un aumento
del porcentaje de grasa corporal. El aumento de la grasa abdominal se relaciona con esta
resistencia de la insulina.
–Como resultado la insulina es defectuosa en disminuir los niveles de azúcar en sangre.
–Se controla con dieta, ejercicio, medicación para la diabetes, PERO un 40% necesitará una
dosis de insulina.
–Típica de las personas mayores de 40 años, aunque empieza también a verse en jóvenes
obesos.
BENEFICIOS DE LA ACTIVIDAD FÍSICA PARA EL DIABÉTICO
Los beneficios del ejercicio para la persona diabética están centrados sobretodo en la
diabetes tipo II.
A modo de resumen se enumeran los siguientes:
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El ejercicio regular y suave como el caminar a ritmo ligero, puede prevenir la
diabetes tipo II (pero no la diabetes tipo I) incluyendo a sujetos con historia
familiar, edad avanzada, obesidad, sedentarismo, diabetes gestacional, etc.
Teniendo en cuenta que el enfermo diabético suele ser obeso o con exceso de grasa
y peso corporal, se obtienen beneficios mejorando la masa muscular y reduciendo el
porcentaje de grasa.Uno de los factores más importantes que contribuyen al
desarrollo de la diabetes tipo II es la inactividad.
Mejora el control de la glucemia del diabético tipo II y en el diabético tipo I no se
ha podido demostrar científicamente, pero sí demostrados otros beneficios como la
prevención de los factores de riesgo de las enfermedades cardiovasculares, para
evitar el sedentarismo, la hipertensión, el colesterol elevado …
La actividad física mejora la regulación del azúcar en sangre y la sensibilidad a la
insulina, el músculo se hace más receptivo a la insulina y esto se traduce, en muchos
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diabéticos, en una menor necesidad de insulina o antidiabéticos orales. Por lo tanto,
el ejercicio mejora y reduce la necesidad de tomar medicamentos.
La mejora de la sensibilidad de la insulina tras el ejercicio persiste unas 16 horas.
PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA DIABETES
Como recomendación general se debe contar con el apoyo médico que valorará si se necesita
una prueba de esfuerzo y dará las pautas a seguir de forma individualizada, en la práctica
de una actividad físico deportiva. Seguiremos los dictados del médico y nos aseguraremos
del control metabólico de nuestros clientes. Antes de comenzar un programa de ejercicio
intenso se debe realizar un test de esfuerzo máximo con control de electrocardiograma y
de tensión arterial porque el diabético tiene un riesgo elevado de enfermedad
cardiovascular. Para estas personas diabéticas es un esfuerzo intenso trabajar al 70% del
pulso máximo y en ejercicios de fuerza, aquel que mueve cargas iguales o superiores al 70%
de la fuerza máxima para ese ejercicio. Si se realizan actividades de intensidades menores
a las señaladas no necesita una valoración médica previa pero sí una supervisión del médico.
Se recomienda trabajo cardiorrespiratorio; sujetos poco en forma y/o mayores, se
beneficiarán de actividades aeróbicas acumulables durante el día en bloques mínimos de 10
minutos. Dividiendo el ejercicio físico diario en varias sesiones de esos 10 minutos mínimos
se hará más llevadero al principiante y asegurará un gasto calórico diario. Se debe llegar a
los 30 minutos y practicar frecuentemente para mejorar la sensibilidad de la insulina. Se
recomienda la práctica de actividades de carácter continuo, rítmico y prolongadas como
caminar, carrera suave, nadar, bicicleta, aquellas que se utilicen grandes grupos musculares.
La intensidad del 55 -90% de la FC máxima. La duración de 20 a 60 minutos. La frecuencia
de 3 a 5 días por semana. Será la experiencia y el control de sus glucemias y de las posibles
complicaciones las que marcarán la duración de cada sesión de entrenamiento.
El ejercicio aeróbico lo pueden combinar con trabajo de fuerza muscular o ejercicios con
pesas. Se recomienda a diabéticos tipo II si existen complicaciones de vista, presión
sanguínea o poco control del azúcar en sangre. En estos casos el trabajo aeróbico no está
desaconsejado pero es más adecuado el trabajo muscular. El entrenamiento de fuerza será
seguro y efectivo realizando un trabajo en circuito. Se recomienda una selección de 8 a 10
ejercicios de grandes grupos musculares preferiblemente que impliquen a más de una
articulación (si se puede), y realizar de 10 a 15 repeticiones. A medida que se continúe la
práctica y se pueda realizar más de 16 repeticiones, es recomendable incrementar la carga
de forma gradual. La intensidad de los ejercicios debe ser sobre el 50% o 60 % de fuerza
máxima para cada ejercicio en concreto, lo que equivale a realizar esas 10 a 15 repeticiones
sin agotamiento, pudiendo hacer todavía alguna repetición más. Será muy importante la
postura al trabajar la fuerza muscular, realizar movimientos completos y bastante rápidos
y mantener un ritmo respiratorio.
El trabajo de flexibilidad es muy importante para prevenir la glucosalinización de
estructuras articulares causada por el exceso de azúcar que disminuye la flexibilidad.
Deberemos evitar que la persona sedentaria que comienza una actividad física se lo deje a
las pocas semanas o días (baja adherencia a la práctica de ejercicio) y será nuestro trabajo
y responsabilidad ofertarles las actividades de la forma más atractiva y atrayente para que
las integre en su estilo de vida. Además influiremos en el adoptar hábitos “activos” como
dejar el coche en casa, olvidarse del ascensor subiendo las escaleras despacio…
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POSIBLES COMPLICACIONES
MEDIDAS A ADOPTAR.
CUANDO
SE
REALIZA
EJERCICIO
FÍSICO.
En el diabético tipo I la hipoglucemia (disminución del azúcar en la sangre) es el riesgo más
frecuente, puede aparecer durante, inmediatamente después, o muchas horas después de
haber acabado la actividad física. En el diabético tipo II, tratado con antidiabéticos orales,
es muy raro que aparezcan cuadros de hipoglucemia. La hipoglucemia relacionada con el
ejercicio físico se produce por un exceso de insulina antes y/o después del ejercicio y/o
por una alimentación escasa en hidratos de carbono antes y/o después del ejercicio. Los
signos de la disminución del azúcar en la sangre incluyen sudor, mareo, temblor, debilidad,
ansiedad, hambre, dolor de cabeza, problemas de concentración y confusión. Casos más
severos pueden causar un desmayo o un ataque.
La hipoglucemia puede evitarse, pero es necesario el autocontrol de las glucemias en los
diferentes tipos de actividad física, y si es posible, tenga un adecuado conocimiento de las
respuestas metabólicas y hormonales al ejercicio. Se debe medir la glucemia antes, durante
y después del ejercicio. En función de los niveles de azúcar en sangre deberá tomar
hidratos de absorción rápida antes del ejercicio. Si se trata de una actividad prolongada,
más de 60’ deberá reponer hidratos cada media hora durante todo el periodo que dure el
ejercicio. También será importante adaptar las dosis de insulina necesarias, cuanto más
prolongada sea la actividad física del diabético, más drástica deberá ser la reducción de la
insulina. Se deberá evitar el ejercicio durante el pico de acción de la insulina y el tipo de
ejercicio que necesite la participación de músculos próximos a la zona de inyección. Es
importante no inyectarse la dosis de insulina en un lugar próximo a los músculos que van a
trabajar en una determinada actividad física porque la absorción de la insulina se acelera
cuando es suministrada antes de hacer ejercicio; los últimos estudios confirman que es
debido a que al movernos aumenta la cantidad de sangre que circula cerca de la superficie
de la piel. El sitio de la inyección es importante si se deja transcurrir poco tiempo desde el
pinchazo hasta comenzar el ejercicio físico.
Es mejor hacer deporte de 1 a 3 horas después de haber comido. El riesgo de hipoglucemia
es bajo cuando el ejercicio se realiza antes de la inyección de insulina de la mañana. Sin
embargo, hay que tener cuidado porque una sesión de ejercicio intenso podría precipitar
una hiperglucemia (subida del azúcar en la sangre) por los bajos niveles de insulina durante
esas horas tempranas del día. La hiperglucemia eleva la pérdida de líquidos por la orina,
esto junto con el sudor puede causar una deshidratación elevada. La realización de
ejercicio físico en clima caluroso puede elevar el azúcar en sangre. La recomendación es
que al hacer ejercicio físico durante más de 60’, se consuma líquido 15-30 minutos antes,
cada 10-15 minutos re-hidratar y beber agua también al acabar.
El control glucémico del diabético determinado por las dosis de insulina y la alimentación
está en estrecha relación con el tipo de práctica físico deportiva que realice. El control
ajustando de las dosis de insulina y su alimentación es una parte del entrenamiento. Con el
paso de las sesiones, cuando la actividad física se vaya repitiendo en horario, duración,
intensidad… esa persona podrá establecer una rutina con dosis de insulina y alimentación
para evitar la hipoglucemia y la hiperglucemia.
Estas son algunas de las valoraciones ha tener en cuenta cuando trabajamos con personas
diabéticas, debemos conocerlas aunque será el endocrino que lleve a nuestro deportista el
que las dicte y supervise las precauciones a tener en cuenta.
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PROBLEMAS CARDIOVASCULARES
¿Cómo saber el riesgo que tiene una persona de sufrir una enfermedad cardiovascular?
Sabemos de casos de personas a las que les ha dado un infarto durante o después de un
esfuerzo físico o se dice que afecta a personas que hasta el día antes pensaban que
estaban perfectamente sanas. ¿Cómo saber si nuestro corazón está sano? Lo más sencillo
es hacerse de forma periódica las pruebas que han consensuado la Asociación Americana
del Corazón, la Asociación Americana del Cáncer y la Asociación Americana de la diabetes.
Estas pruebas vienen a ser como la ITV del cuerpo humano, las revisiones que todo el
mundo debería hacerse a partir de ciertas edades para asegurarse de que no va a sufrir
una avería inesperada.
La prueba número uno es el control del peso porque el sobrepeso y la obesidad son lo que
más influye de cara a sufrir diabetes y trastornos cardiovasculares.
La segunda prueba que se recomienda es la de la tensión arterial. La tensión arterial mide
la presión con la que la sangre circula por el interior de las arterias y si es demasiado alta
puede lesionar la delicada pared de las arterias, sobre todo en el corazón, los riñones y los
ojos. Todo esto ocurre sin que la persona se de cuenta de que tiene la tensión alta, de ahí
que la hipertensión se llame la asesina silenciosa.
La tercera prueba que se recomienda a partir de los 20 años es lo que los cardiólogos
denominan perfil de lípidos y es un análisis de sangre que informa sobre los distintos tipos
de colesterol y sobre los triglicéridos.
También un análisis de glucemia que detectará si el organismo regula de manera adecuada el
nivel de azúcar en sangre y nos podemos encontrar con un caso de diabetes que deberá ser
tratado por un endocrino. Si una diabetes no recibe el tratamiento adecuado siendo la
práctica de ejercicio físico importantísima para el buen desarrollo de esta enfermedad
evolucionará hacia complicaciones cardiovasculares, problemas renales, lesiones oculares y
daños en el sistema nervioso central.
Con estas cuatro pruebas –índice de masa corporal, tensión arterial, colesterol y glucemia_
podemos prevenir de manera bastante eficaz el riesgo de sufrir un accidente
cardiovascular, diabetes y algunos tipos de cáncer. Se puede estimar el riesgo con la
denominada escala de Framingham que es un test en el que, cuantos más puntos se suman,
mayor es el riesgo de sufrir un accidente cardiovascular en un plazo de 10 años.
La prueba de esfuerzo se recomienda a hombres mayores de 45 años y mujeres de 55 años
que empiezan a practicar deporte tras haber llevado una vida sedentaria durante años. Sin
embargo, cuando la prueba la realiza una persona de bajo riesgo, incluso si el resultado de
la prueba es anormal su riesgo seguirá siendo bajo.
En cuanto al pulso cardíaco que es lo que más percibimos del funcionamiento de nuestro
corazón no hay relación entre que el pulso sea más o menos rápido y el riesgo
cardiovascular. Tampoco es importante si el corazón tarda más o menos en recuperar su
ritmo normal después de hacer un esfuerzo; hay atletas en los que el pulso sube y baja muy
rápido, y otros en que no, y no tiene ninguna importancia de cara a la salud. Y tampoco
importan las palpitaciones en las que uno nota a veces que el corazón late muy fuerte, es
algo completamente normal
BIBLIOGRAFÍA:
ALFONSO, M. e IBAÑEZ, P. Las minusvalías. UNED
RÍOS, M. El juego y los alumnos con discapacidad. Edit. Paidotribo.
FUSTER, V. e CORBELLA, J. La ciencia de la salud Edit. Planeta.
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