La idea de progreso en el siglo XXI TEMAS CANDENTES En este número de Temas hemos realizado una Encuesta especial sobre el mismo asunto que se aborda como argumento principal en la revista, recogiendo las opiniones y análisis de nueve destacados académicos e intelectuales sobre la idea de progreso en la actualidad, sobre los retos a los que nos enfrentamos, la posible orientación del progreso, así como la necesidad de establecer objetivos, diagnosticar el presente en función de tales objetivos, diseñando estrategias factibles para “progresar”. 1. ¿Se ha debilitado la idea de progreso en las sociedades de nuestros días? ¿Por qué? 2. ¿El progreso es una fuerza incontrolada que se genera por sí misma, o los hombres deben intervenir para acelerarla y soslayar aquello que pueda obstaculizarla? 3. ¿Más progreso es siempre sinónimo de mejora de las sociedades? 4. ¿El progreso material y técnico implica el progreso moral y social? ¿Por qué? 5. ¿Hacia dónde debe avanzar la idea de progreso en el siglo XXI? ¿Qué hace falta para progresar en el siglo XXI? 6. ¿Cuáles pueden ser las grandes “ideas-fuerza” de progreso en el siglo XXI? José Luis Sampedro 1. Escritor El ideal de progreso, que en nuestra civilización occidental sustituyó a la dieciochesca Ilustración, alcanzó su máxima vivencia a lo largo del siglo XIX, y hasta la Primera Guerra Mundial. Este conflicto, mas la subsiguiente Gran Depresión económica, desembocando en la Segunda Guerra Mundial, reemplazó las desmedidas ilusiones con pretensiones más modestas. El “Cuarto Punto” del presidente Truman, lanzado como programa de ayudas a países pobres en 1949, puede tomarse como arranque oficial de lo que reemplazó al progreso, a saber: el Desarrollo Económico, cuyo nombre refleja la drástica reducción de los objetivos implícitos en el progreso, que aspiraba al pleno perfeccionamiento humano en todos sus aspectos. 2. El progreso no es una fuerza sino un proceso social evolutivo resultante de numerosas fuerzas, naturales algunas, pero generadas o manipuladas otras por las actuaciones humanas. La intervención del hombre en la naturaleza y en la vida social influye en el curso del progreso y no siempre con acierto, como se nos Nº 163. JUNIO 2008 revela ahora dramáticamente con el cambio climático y otros problemas ambientales. 3. Como acabo de apuntar no siempre hay mejoría. Pero la valoración de los resultados como positiva o negativa dependerá de las ideas previas del observador. Hechos como el desplome del régimen soviético o, en cambio, el declive de las prácticas religiosas oficiales serán deseables para unos y lamentables para otros. La valoración dependerá de las ideas o prejuicios de quien califique. 4. Los avances materiales no garantizan necesariamente el logro de mejores niveles morales ni so55 La idea de progreso en el siglo XXI ciales. La inmensa superioridad del armamento estadounidense sobre el disponible en la Edad Media no hace menos inmoral los bombardeos de Bagdad en 2003 que el asalto de la ciudad por los mongoles en pleno siglo XIII. Y, en otros aspectos, la avanzada técnica con la que funciona la economía globalizadora no hace menos discutibles éticamente sus injustos efectos sobre la distribución de los bienes de la Tierra entre los pueblos. 5. Hechos como el desplome del régimen soviético o el declive de las prácticas religiosas oficiales, serán deseables para unos y lamentables para otros. La valoración dependerá de las ideas o prejuicios de quien califique. La respuesta depende de la opinión que se tenga sobre la presente situación mundial. Para quien crea, como yo mismo, que estamos viviendo el ocaso de la sociedad occidental y que hemos entrado ya en una fase intermedia de confusión (por no decir barbarie, dada la degradación de los valores), los esfuerzos progresistas deben avanzar hacia la sustitu- Fernando Savater ción del pasado que muere por el futuro que emerge, en busca de un nuevo orden que destrone al dinero de su actual imperio como valor supremo y se guíe hacia otros fines más dignos. Como escribió Antonio Machado, las sociedades no cambian si no cambian sus dioses y, hoy por hoy, todavía el beneficio económico es el Norte que guía la brújula occidental, inspirando las grandes decisiones. 6. En la incertidumbre ante las sorpresas propias de la vida, me guiaré por el hecho de que lo único hoy en actividad galopante e innovadora es la ciencia, en medio de religiones e ideologías estancadas en el pasado. Veo a la ciencia como el máximo determinante del futuro y espero contribuya, entre otras cosas, a imponer otra tendencia motriz: la de sustituir la actual fragmentación del planeta en Estados nacionales por una administración superior única, apta para los problemas globales pendientes. Pero esa misma ciencia está también modificando al propio ser humano (con la genética, neurología, nanotécnica, etc.) hasta el punto de hablarse ya del hombre biónico, modificado por implantes y condicionamientos. ¿Será eso progreso o no? Yo confío en la vida más que en los técnicos, pero otros juzgarán. 1. Filósofo La idea de progreso, entendida como un avance irremediable y glorioso hacia lo mejor (el equivalente laico de la divina Providencia), se ha debilitado lógicamente tras las guerras mundiales, los campos de concentración, el totalitarismo bifronte, etc. Hoy sabemos que las ciencias adelantan una barbaridad, pero también adelanta la barbaridad sin ciencia. 2. No creo en ninguna fuerza histórica incontrolable ni en que haya nada fatalmente escrito en el destino, ni para bien ni para mal. Un historiador escocés del XVIII, Ferguson, dijo que son los hombres quienes hacen la historia…, aunque frecuentemente no la historia que querían hacer. No basta con los buenos proyectos y las buenas intenciones…, pero nada se logra sin proyectos ni intenciones buenas. 3. Para mí el progreso no es el desarrollo de las capacidades materiales humanas ni tampoco la modernización (es decir, el avance del capitalismo considerado 56 como un bien en sí mismo). Llamo progreso a cuanto hace retroceder en el mundo la tiranía, la miseria y la ignorancia. Pero a las tres cosas juntas, sin favorecer a una de ellas para detener a las otras dos. 4. Tal como digo en la respuesta anterior, no todo lo que “avanza” puede decirse que “progresa”. Las armas se sofistican, pero ni la minas antipersonales ni las bombas de racimo son progreso. Tampoco la utilización del control tecnológico para disminuir las libertades ciudadanas, etc. T E M A S PA R A E L D E B AT E 5 y 6. TEMAS CANDENTES Yo creo que la actitud progresista debe moverse por ideales (el reverso de los males señalados contra los que debemos luchar, es decir, libertad política, justicia social y educación universal), pero no por utopías. El ideal es abierto, voluntariamente inalcanzable (cuanto más nos acercamos a él, más deseamos perfeccionarlo y profundizarlo), mientras que la utopía encierra y convierte un estado de cosas en inamovible. Hoy el automatismo histórico (sea el de quienes creen que todo ha de mejorar o el de quienes piensan que nada puede mejorarse) es lo opuesto al progreso. En último tér- mino, los hombres debemos saber que nacemos rodeados de males y abusos, pero que también moriremos rodeados de males y abusos: lo único a lo que podemos cuerdamente aspirar es a que los primeros no sean idénticos a los últimos. Debemos luchar, es decir, libertad política, justicia social y educación universal, pero no por utopías. 1. 4. Juan Luis Cebrián Consejero delegado del diaro El País No lo creo, aunque hay fuerzas, algunas muy poderosas, que conspiran en ese sentido. La Historia misma es una acumulación de progreso, y quienes anunciaron su fin se equivocaron. En España hay que destacar el inmenso avance de las últimas décadas en todos los aspectos: económico, social, tecnológico y político. 2. El progreso es una creación humana, social y solidaria. Implica invención. Supone un pacto entre la idea de lo absoluto y el conocimiento empírico de la realidad. Se trata de transformar el mundo desde la razón, de controlar el proceso evolutivo, precisamente para evitar que se convierta en deterioro. Acelerar el progreso significa adelantarse al tiempo, prever las transformaciones sociales o individuales antes de que se produzcan. Progreso y civilización coinciden, así, en muchos aspectos. Una sociedad civilizada es la que es capaz de predecir los cambios y de orientarlos. 3. Progresar significa avanzar en la dirección adecuada; por lo tanto supone siempre implementar una mejora. Pero este carácter cualitativo ha de referirse a un marco de valores. Por eso a veces el progreso científico puede contradecir al moral. En la primera mitad del siglo XX, al lado de un importante avance científico y técnico se produce en Europa un enorme retroceso social y moral: totalitarismos, guerras civiles, revoluciones destructivas. El progreso lleva consigo rupturas y continuidades, muchas paradojas: bienestar y riqueza de unos, pobreza y guerra para otros. Por eso incluso en momentos de decadencia, de barbarie y de oscuridad, hay un incremento del progreso aunque no sea explícito. Nº 163. JUNIO 2008 Las armas se sofistican, pero ni las minas antipersonales ni las bombas de racimo son progreso. No siempre, pero el retroceso técnico no es en ningún caso síntoma de progreso social. Las guerras mundiales nos dieron muchas lecciones. Una de ellas ha sido el horror destructivo al que pueden conducir los avances técnicos. Pero la responsabilidad en ese caso no se encuentra en la técnica misma, sino en las corrupciones morales de los hombres. La Historia avanza pagando, a veces, un precio muy caro. Es obligación de los dirigentes sociales y líderes políticos tratar de minimizar los costes y enfatizar los beneficios. Acelerar el progreso significa adelantarse al tiempo, prever las transformaciones sociales o individuales antes de que se produzcan. Progreso y civilización coinciden, así, en muchos aspectos. 5. Desde siempre la idea de progreso ha coincidido con el mandato bíblico de enseñorear la Tierra. Y ese sigue siendo el sentido vigente todavía hoy. Pero en nuestros días está cargado de un anhelo de mejora en la condición humana, un avance hacia adelante en el bienestar y en la felicidad individual. El “progreso social”, reclamado en todos los programas políticos, presupone un des57 La idea de progreso en el siglo XXI La primera de todas hace referencia a la necesidad de asumir y comprender la globalización como una consecuencia derivada del propio proceso de desarrollo. Los avances técnicos han comportado siempre grandes transformaciones sociales. La brújula revolucionó el conocimiento geográfico de la Tierra, amplió los horizontes del comercio y propició los grandes descubrimientos. La pólvora hizo posible la consolidación militar de los Estados nacionales. La imprenta originó la difusión del pensamiento y la libre interpretación del mismo, incluso en materias religiosas, vedadas a la crítica. Las teorías de Copérnico y Galileo desplazaron la idea de Dios como centro del universo. La Ilustración entronizó el razonamiento. El siglo XXI tiene que ser capaz de recuperar el humanismo como condición básica del progreso tecnológico y social. El Hombre como centro de la sociedad, y ésta, como una realidad histórica. La tecnología ha demostrado un enorme potencial transformador, pero no se puede practicar un culto al crecimiento sin límites. La tecnología no es la culpable de la degradación ambiental ni de la deshumanización social. Culpables son sólo los líderes sociales incapaces de cohonestar el desarrollo científico y el crecimiento económico con las exigencias de una moral basada en el consenso democrático. Este persigue la justicia como bien primordial, no el mero ejercicio del poder ni la postulación de una verdad establecida. 1. 5. arrollo personal. La fe en el progreso moviliza a las gentes más que ninguna otra cosa. Los flujos migratorios son la consecuencia de ello. En realidad, para progresar sólo hace falta querer hacerlo, perder el miedo al futuro y ser capaces de aprender desde la experiencia. Soslayar los prejuicios, eliminar los dogmas y tener fe en las capacidades del hombre son condiciones indispensables. Por último, se precisa una visión histórica de nuestro propio devenir. 6. Amelia Valcárcel Catedrática de Filosofía Moral y Política. UNED La idea de progreso no es ya una idea compartida a principios de este siglo; tuvo mucho mayor papel en el siglo XX. La han debilitado los usos bélicos y peligrosos de la ciencia y las tecnologías. Y también la falta de éxito de muchos Estados asiáticos y africanos tras los procesos de descolonización. Por otra parte, se trata de una idea típicamente occidental, que el resto del planeta sólo ha compartido como aspiración intuitiva. Por lo que toca al progreso moral, ha tenido y tiene muy pocos defensores. 2. La pregunta indica en su misma formulación que se entiende por progreso el avance en técnicas y ciencias anejas. Nada ni nadie puede detener ni menos modelar ese género de avance, está regido por su propia lógica y por el afán de lucro. 3. Evidentemente no. Depende bastante de quién esté utilizando el término y deban pedirse indicadores de un uso relativamente correcto: calidad de vida, oportunidades, solvencia de las instituciones. 4. No lo implica; se creyó eso durante un tiempo previo al siglo XX y está claro en la idea positivista de progreso. Los totalitarismos deshicieron esa confianza. 58 Para progresar sería bueno poder conservar lo que se tiene, que no está asegurado. Fenómenos como el cambio climático, los fundamentalismos, las migraciones planetarias ponen en duda que haya una vía eficiente de progreso en marcha. Fenómenos como el cambio climático, los fundamentalismos y las migraciones planetarias ponen en duda que actualmente haya una vía eficiente de progreso en marcha. 6. Avance y asentamiento de la democracia, libertades individuales de uso seguro para las mujeres, comercio justo y equilibrio ecológico. Todo ello con los mínimos de calidad de vida asegurados. T E M A S PA R A E L D E B AT E TEMAS CANDENTES Salustiano del Campo Sociólogo. Presidente del Instituto de España 1. No es extraño que haya sucedido, ya que el siglo XX ha sido un gran caso de inconsistencia en la continuidad del progreso. Esta ha sido gigantesca en lo científico y en lo tecnológico, pero también en los horrores y desvaríos en los que incurre a veces la especie humana, a pesar de haber mejorado su nivel cultural y avanzado en el refinamiento de su vida y costumbres. El avance paralelo en todas las dimensiones del progreso es, por tanto, la excepción y no la regla. 2. El progreso puede ser endógeno o exógeno y, en todo caso, es desigual dentro de, y entre, las sociedades. Se puede intervenir para acelerarlo, pero también para obstaculizarlo conscientemente. El atraso tiene ventajas para determinados grupos y personas, como lo demuestra la explotación despiadada de los inmigrantes. En cualquier caso, no se sostiene la idea de que el progreso sea una fuerza incontrolada que se autoengendra, sino que es fruto de la capacidad innovadora de los seres humanos o de la acción deliberada de las sociedades. La casualidad no existe en el ámbito de las sociedades a poco complejas que sean. Tal vez se pueda dar, y rara vez, en las sociedades simples. 3. Desde luego no para todos, en especial si se tienen en cuenta no solamente las múltiples facetas de la vida social, sino también la naturaleza axiológica del concepto de mejora. La vida monacal, por ejemplo, puede considerarse mejor que la de la opulencia desde el punto de vista de las virtudes. A su vez, las modernas armas para la guerra pueden ser una expresión del progreso tecnológico, pero no de valores humanos como el respeto a la vida de las personas. En las sociedades coexisten los adelantos y los retrocesos, las mejoras y los empeoramientos, y esto es una regla constante de la vida humana. 4. Esta pregunta atañe a lo esencial de este cuestionario y para contestarla recordaré la vieja teoría expuesta por el sociólogo William F. Ogburn en su libro Cambio social que, como es sabido, es el primero que llevó este título. Para él hay dos tipos de progreso: el material y el moral. Es decir, una sociedad puede estar muy desarrollada técnicamente y, sin embargo, no respetar valores esenciales como la vida humana, la libertad, la igualdad y otros más. Nº 163. JUNIO 2008 Hay un desfase entre los avances materiales y los inmateriales. Se producen antes los primeros porque desde la industrialización la ciencia ha permitido la aplicación de sus conquistas, aunque no siempre con el mismo ritmo y tampoco demasiado rápidamente. En el siglo XX hemos visto culminar el progreso tecnológico y degradarse los valores morales, como sucedió con el nacional-socialismo alemán. Se podría argumentar que el progreso moral es más lento y que se aprecia a medio plazo, pero esta contestación no es apodíctica y muchas veces se ve desmentida por los hechos, sobre todo cuando las conquistas tecnológicas traen males y no bienes. Además, no siempre se extraen de los desarrollos científicos todos los beneficios que potencialmente contienen. El progreso no es una fuerza incontrolada que se autoengendra, sino que es fruto de la capacidad innovadora de los seres humanos o de la acción deliberada de las sociedades. 5. En algún sentido hay que desmaterializar la idea de progreso o, mejor, extraer todo lo provechoso de cada conquista científica. No hay otra vía para progresar mejor que la educación. Pero el progreso se lastra cuando no se hacen los esfuerzos necesarios para que traiga consigo bienes. En el campo de las Ciencias Sociales se han estudiado y diseñado modelos para eliminar desigualdades y ampliar libertades, pero desgraciadamente ninguna sociedad explota la totalidad de estas posibilidades. No hay un cuerpo doctrinal de nuestro momento histórico compatible con la ciencia y la tecnología que atraiga el consenso de todos los miembros de la sociedad y, por eso, la idea de progreso es parcial e incompleta. Hablando de esto uno tiene a veces la impresión de 59 La idea de progreso en el siglo XXI estar rozando el “buenismo”, esto es, la pretensión de que los hombres y las mujeres se comporten como se nos ha enseñado que lo hacen los ángeles. En muchas sociedades hay un exceso de materialismo, pero también existen sociedades que carecen de una visión material correcta y bien difundida. Aunque ahora parece acelerarse el ritmo de desarrollo de los llamados países subdesarrollados, el contenido del proceso deja bastante que desear en no pocos casos. Lo que hace falta para progresar en el siglo XXI es que nuestro sistema de ideas comprenda el desarrollo científico y también el moral, que tiene que basarse en la razón y en el consenso. 6. La primera es la libertad. No hay sociedad digna de ser vivida en la que sus ciudadanos no sean libres, y la libertad tiene que ser entendida como libertad para elegir. La segunda es la extensión de la ciencia y la aplicación de la visión científica a la totalidad de las sociedades humanas, así como la convicción de que deben servir para la mejora moral del hombre y no como instrumento de dominación. La tercera es la supremacía de los derechos humanos individuales sobre los colectivos, sea la que sea la naturaleza de estos últimos. Esto naturalmente conlleva el fin de cualquier clase de discriminación. Federico Mayor Zaragoza 1. Fue Director General de la UNESCO entre 1987 y 1999 Sí, porque el inmenso progreso que representan los métodos de diagnóstico (enzimáticos, genéticos, introspección física...) y los tratamientos (quimioterapia, inmunoterapia, quirúrgicos, etc.), los sistemas de transporte rápido y a buen precio, la moderna tecnología de la comunicación, la biotecnología, especialmente aplicada para la producción de alimentos, las nuevas fuentes energéticas (incluidas las bacterias productoras de H2, anunciadas por Craig Venter, ...) se desvanece ante los efectos nocivos, con frecuencia dramáticos, de la incorrecta aplicación del conocimiento. 2. El progreso no es “fuerza incontrolada por sí misma”. Bien al contrario, son los intereses propios de una “globalización bien controlada” por los más poderosos actores supranacionales (privados y públicos) los que, habiendo sustituido los principios democráticos universales (justicia, libertad, igualdad y solidaridad) por las leyes del mercado, están ampliando las brechas y profundizando los desgarros sociales. “Es de necio confundir valor y precio”, sentenció don Antonio Machado. Han sido necios. Hemos sido espectadores resignados. Debemos ahora intervenir –utilizando todos los recursos del creciente poder ciudadano– para que el progreso se aplique a proporcionar a todos los seres humanos iguales en dignidad unas condiciones mínimas de bienestar, en el marco de una convivencia integradora y democrática. 3. En principio, sí. Pero depende de lo que entendamos por “progreso”. Si es para mejorar todavía más a unos cuantos en detrimento de muchos, si es para 60 seguir pautas de desarrollo sesgado y parcial que, además, conlleva un severo deterioro del medio ambiente... entonces, como ya he apuntado, las asimetrías se amplían en lugar de reducirse. Sólo el 17% de los habitantes de la “aldea global” viven en el “barrio próspero”, disfrutando del 83% de los recursos de toda índole, conocimiento incluido. Hay que abrir puertas y ventanas, abrir las manos, tenderlas y nunca más alzarlas, para que pronto deje de ser un inmenso lastre para nuestra conciencia, una gran vergüenza colectiva, el hecho de que cada día mueran sesenta mil personas de hambre al tiempo que gastamos en armas, sin incluir el disparate de los escudos antimisiles, unos tres mil millones de dólares diariamente. 4. El progreso material y técnico puede favorecer, sobre todo cuando se relaciona con la salud, el bienestar doméstico, el acceso a unos servicios básicos..., (que no “implicar”) un simultáneo progreso “moral y social”. Pero también puede ofuscarnos, abstraernos, distraernos de tal modo que en lugar de ser instrumento de mejor calidad de vida se convierta en otro motivo de conducta sometida, de libertad mutilada. Es esencial, en estos albores de siglo y de milenio, dejar de ser súbditos y pasar a ser ciudadanos plenos, participativos, actores de una democracia genuina. T E M A S PA R A E L D E B AT E TEMAS CANDENTES 5. Muy sencillo pero muy difícil por la inmensa inercia al cambio que propician los instalados, los más beneficiados por el actual sistema económico mundial: transitar desde una cultura de guerra, violencia e imposición (“Si quieres la paz, prepara la guerra”) a una cultura de diálogo, alianza, conciliación y paz (“Si quieres la paz, ayuda a construirla con tu comportamiento cotidiano”) es factible si, concientes de ir en el mismo barco y con un destino común, son los “pueblos”, la sociedad civil en su conjunto la que hace uso del inmenso poder ciudadano que deberá ser, spes ultra spem, ampliado y afianzado en los próximos años. 6. En resumen: de la fuerza a la palabra. De una economía de guerra a una economía de desarrollo global (vivienda, infraestructuras, ... para “repartir” mejor los beneficios del progreso y hacer frente a los grandes retos del cambio climático y de la extrema pobreza); de una sociedad masculina (donde sólo el cinco por ciento de las decisiones son femeninas) a una sociedad más equilibrada; de la indiferencia y pasividad a la participación proactiva, especialmente mediante la participación no presencial que hoy permite la moderna tecnología de la comunicación. Hay una “verdad más incómoda” que la del deterioro ecológico, tan eficazmente puesta de manifiesto por Al Adela Cortina Gore, basado en el principio de que “ojos que ven, corazón que siente”: es la de la gente, cómo viven y mueren tantos seres humanos. En lugar de invertir inmensas cantidades en armas propias de guerras convencionales –cuando desde Vietnam sabemos que la naturaleza de los conflictos se ha modificado radicalmente y que son precisos otros tipos de estrategias defensivas y preventivas– hacerlo como antes apuntaba, en grandes estructuras para servicios que permitan el acceso de todos al agua y a la alimentación, mediante unas fuentes de energía renovables y a buen precio que permitan la producción de agua, su transporte y reciclaje y para convertir, mediante un atinado consumo, en tierras fértiles los desiertos potenciales que nos anuncian, propios del cambio climático. El progreso material y técnico puede favorecer (que no “implicar”) un simultáneo progreso “moral y social”, sobre todo cuando se relaciona con la salud, el bienestar doméstico o el acceso a unos servicios básicos. Así de sencillo: de la fuerza a la palabra; de la guerra a la convivencia pacífica; de los valores del mercado a los principios éticos universales. Catedrática de Ética y Filosofía Política, Universidad de Valencia 1. Por “progreso” entendía la Modernidad abundancia de bienes y su distribución equitativa entre los seres humanos, para hacerles más libres y felices. En eso estaban de acuerdo liberales y socialistas, aunque no en los medios para llegar a la meta. Creo que esa idea básica debería seguir valiendo como orientación de progreso, entendiendo por bienes, además de los materiales, derechos, libertades, cultura y autoestima. Eso sería progreso social, no progreso personal, que es cosa de cada quién. Hoy la idea de progreso se ha debilitado por una apatía generalizada y, a la vez, porque no es compartida, sino que cada grupo tiene por síntoma de progreso lo que a él le da poder. 2. Es siempre una mezcla de acción voluntaria y fortuna, como todo en la vida. Nada depende Nº 163. JUNIO 2008 sólo de nuestra actuación, pero la mayor parte sí depende de ella, por eso nuestra responsabilidad es enorme. 3. Según la meta que se tome como medida del progreso. Si es el crecimiento económico de los países ricos, no hay mejora integral, que es la que 61 La idea de progreso en el siglo XXI interesa, y por eso en algún tiempo hubo que sustituir “progreso” por “desarrollo”. Pero también el desarrollo se midió en un principio por el Consenso de Washington y hubo que ampliar el concepto y hablar de desarrollo humano, que abarca todas las dimensiones del bien humano y el modo de lograrlo (PNUD, 1992). Como ocurre con la idea de desarrollo, no se progresa sólo cuando hay crecimiento económico, sino también y sobre todo cuando sus beneficios están equitativamente distribuidos y las gentes disfrutan de “bienser”. No se progresa sólo cuando hay crecimiento económico, sino también y sobre todo cuando los beneficios están equitativamente distribuidos y las gentes disfrutan de “bienser”. 4. Es un círculo virtuoso en el que el huevo y la gallina andan revueltos. El progreso material y técnico ofrecen más medios para que las gentes no tengan que ocuparse de la supervivencia, pero si esas gentes no están moral y socialmente preparadas para Francesc de Carreras 1. explotar esos medios y para distribuir de modo equitativo sus beneficios, no hay progreso. Por otra parte, una sociedad con capital moral y social aumenta la confianza en la economía, la política y las diversas instituciones, tiene una mayor cultura y todo eso son bazas indispensables para tener ganas de progresar técnicamente. 5. Hacia donde avanzaba y no ha llegado. Lo nuevo no tiene que ser encontrar metas inéditas, sino llegar a ellas de una buena vez. Los “Objetivos del Milenio” deben ser “Deberes ya” para la humanidad, porque hay medios más que suficientes para alcanzarlos y sólo falta voluntad. Las declaraciones de derechos humanos y de igualdad de capacidades básicas deben convertirse ya en realizaciones. Ésos son mínimos por debajo de los cuales no se puede caer sin caer en inhumanidad. 6. La gran idea-fuerza debe ser la corresponsabilidad en la realización de la justicia. Los contenidos de lo justo están claros en las declaraciones internacionales, los valores de libertad, igualdad y solidaridad están explicitados en ellas. No es tiempo de más sofisterías, sino de hacer ya lo que decimos que hay que hacer. Catedrático de Derecho Constitucional. Universidad Autónoma de Barcelona Quizás antes que nada hay que delimitar mínimamente qué entendemos por progreso. A mi modo de ver, y sin pretensiones de definición, es aquella tendencia histórica según la cual en una determinada sociedad existe cada vez un mayor bienestar material y, producto de ello, el hombre es cada vez más libre e igual a los demás hombres. Si observamos el devenir histórico podemos deducir que hasta ahora la tendencia general se ha dirigido hacia este objetivo y es razonable pensar que siga siendo así. Ahora bien, no se trata de tener fe en el progreso (como sí es el caso de la esperanza judeocristiana en el Mesías o en el Juicio Final), sino de que es razonable y probable que este progreso siga, a la vista de la evolución del mundo en los últimos quinientos años. No creo que la idea de progreso se haya debilitado; en realidad, probablemente nunca se ha progresado tanto como en la actualidad. Lo que ha sucedido es que ciertas corrientes ideológicas la han 62 puesto en cuestión, en especial, aunque no únicamente, las provenientes del estructuralismo (Levi-Strauss con su concepción de relativismo cultural) y de sus derivados postmodernos (Lacan, Foucault, Derrida, etc.), todas ellas críticas con el racionalismo de la Ilustración, que es la principal fuente de la idea de progreso. 2. El motor principal de la historia es la actividad humana y en ella está el origen de todo progreso. Los instrumentos que el hombre ha utilizado para progresar son, sobre todo, los avances tecnológicos (producidos por los conocimientos científicos, T E M A S PA R A E L D E B AT E gracias a la inteligencia humana) y los avances éticos y políticos. Considerar que los hombres nacen libres, iguales y racionales (como hicieron los contractualistas liberales, por ejemplo Hobbes y Locke) y que deben seguir siendo libres e iguales, en la sociedad y frente al Estado, precisamente porque son racionales y tienen conciencia moral, es un punto de partida del cual no debemos desviarnos si queremos que exista el progreso humano. El progreso no es el sujeto de la historia. El sujeto de la historia es el hombre, dotado de libertad y, por lo tanto, no predeterminado en sus actuaciones. 3. De acuerdo con la delimitación de progreso que hemos efectuado, la respuesta es indudablemente sí. 4. TEMAS CANDENTES No necesariamente. El progreso depende de la actividad humana. El progreso no es el sujeto de la historia, el sujeto de la historia es el hombre, dotado de libertad y, por tanto, no predeterminado en sus actuaciones. El progreso es reversible, por un cierto tiempo (por ejemplo, Alemania en la época nazi) o para siempre. Depende de la actuación de los seres humanos. 5. En el siglo XXI, progresar debe significar que los seres humanos sean libres, es decir, no sean esclavos de las necesidades materiales ni sean explotados por otros hombres. Avances científicos y conciencia moral deben seguir siendo los instrumentos del progreso. 6. Las mismas que las de la Ilustración: la libertad y la igualdad. O mejor, como decía Rawls, la “igual libertad” de todos los individuos. Andrés de Blas 1. Catedrático de Ciencia Política y de la Administración. UNED Pienso que sí. Las dificultades para garantizar un crecimiento sostenible, la conciencia del cambio climático, la incertidumbre relativa a las fuentes de energía están detrás de la percepción de que no es posible garantizar en cualquier circunstancia el mantenimiento de un progreso material, una base fundamental para garantizar el desarrollo de la idea de progreso en sentido lato. Sin la base de una sociedad más justa, próspera y rica es muy difícil avanzar en una dimensión moral y social de la idea de progreso. 2. Sin ninguna duda, los hombres deben intervenir en su control, evitando los obstáculos que pueden imponerse a medio y largo plazo en su consecución. 3. Desde una visión planetaria, resulta evidente que el progreso es una garantía y hasta un prerrequisito para garantizar la mejora de las sociedades. 4. El progreso material y técnico ha sido una condición necesaria del progreso moral y so- Nº 163. JUNIO 2008 cial. Sin la base de una sociedad más justa, próspera y rica es muy difícil avanzar en una dimensión moral y social de la idea de progreso. 5. La idea de progreso seguirá siendo en el siglo XXI una de las ideas-fuerza de la sociedad internacional. Para su garantía, resulta indispensable el desarrollo de la solidaridad, el avance en la densificación de las relaciones internacionales, el aseguramiento de la paz y el desarrollo de una conciencia internacional sobre el significado de los derechos y libertades fundamentales. 6. Creo que las garantías especificadas en la pregunta anterior deben ser también los motores fundamentales que impulsen la idea de progreso en este nuevo siglo. 63