La ignorancia y la igualdad en Rancière

Anuncio
I dZ
Agosto
| 37
Acerca de una nueva edición de El maestro ignorante
La ignorancia y
la igualdad en
Rancière
Gastón Gutiérrez
Comité de redacción.
Todo libro y toda historia tienen su efecto, y
este libro de Rancière, y la historia del maestro ignorante, lo tiene incluso en las escalas
más inesperadas. Situación: aula pequeña, escuela bonaerense, decenas de jóvenes distraídos, maestro absorto e impotente, y una chica
aplicada pide “¡dicte profe dicte!”. Y el efecto apareció de repente: “no vamos a dictar
porque no hay nada que dictar”. La historia
de Joseph Jacotot apareció (aunque sea para salir del paso), y cuando hubo finalizado el
relato sobre el maestro ignorante la atención
juvenil, expresada en sus ojos, había cambiado por completo. Se llevaron algo más que el
concepto de una clase (en este caso una mala definición manualística de “cultura”, que
por cierto no copiaron), se llevaron la certeza
subjetiva de que sabían de qué se estaba hablando, que podían conocer más partiendo de
lo que ya conocen, y especialmente que todas
las inteligencias son iguales.
La igualdad de las inteligencias
La anécdota es modesta, pero multiplicada
por miles de anécdotas similares, que deben
repetirse en muchas geografías en los últimos
tiempos, uno se puede dar una idea del efecto que una nueva edición de El maestro ignorante. Cinco lecciones para la emancipación
intelectual de Jacques Rancière, puede tener1.
Ciertamente no llegará a renovar la pedagogía habitual en un sistema educativo en crisis,
ni fomentará un auge plebeyo del autodidactismo, pero por lo menos transmitirán la premisa sencilla de que todas las inteligencias
son iguales (imprescindible en una coyuntura
en que neurobiólogos macristas contabilizan
cómo el “capital mental” se distribuye entre
las clases2).
Publicado por primera vez en 1987, El maestro ignorante repone la experiencia pedagógica de Jacotot y su método de emancipación
intelectual. Es la historia de un hombre del
Ilustración: Julián Corgan
siglo XVIII, que atraviesa la Revolución francesa a los 19 años y participa como artillero
en el ejército republicano. Desarrolla una carrera de instructor militar y llega a director
de la Escuela Politécnica y diputado nacional.
La Restauración Borbónica lo obliga al exilio en Bélgica y allí pasa por una experiencia
de enseñanza que lo trastoca profundamente.
Enseña con una versión bilingüe del Telémaco de Fenelón el francés a jóvenes belgas, sin
conocer una palabra de holandés. Incapacitado de transmitir saber alguno, su método fue
transmitir la voluntad de aprender. Dejarlos
solos con el texto, ya que el saber estaba ahí
para que ellos lo tomaran por sí mismos. La
sorpresa es que al poco tiempo los alumnos
podían replicar frases coherentes, comprendían el francés y componían estructuras argumentativas. Por azar Jacotot encontró que la
inteligencia de los alumnos replicaba la inteligencia del niño al aprender la lengua materna
(escucha, retiene, imita; compara, corrige,
repite). Su teoría, como todas, parte de una
práctica generalizada. Sacando conclusiones
de esta experiencia Jacotot plantea su tesis:
hay que partir de la premisa de que todas las
inteligencias son iguales.
El impacto de esta idea en su tiempo generó
un movimiento igualitarista y pedagógico revolucionario, pleno de equívocos y apropiaciones diversas, que a fin de cuentas hablaba
de un método humanista nacido del impulso igualitario de la Revolución francesa (específicamente del contexto de su “urgencia”
revolucionaria, donde Jacotot vio excelentes
matemáticos militares y otras proezas científicas motorizadas por la voluntad revolucionaria del pueblo). El maestro ignorante es un
voluntarista, “anarquizante” según Rancière, que se aleja de la “instrucción popular”
que supone la dirección progresista de la burguesía, y se interesa en primer lugar por los »
38 |
IDEAS & DEBATES
pobres porque combate la desigualdad. El discurso contra la desigualdad de los hombres
se basa en la igualdad de las inteligencias como una premisa o un axioma, por lo que no
es demostrable científicamente, ni quiere serlo. Es un presupuesto que se prueba un poco
como el budín inglés de Engels: en la práctica de comerlo3. Y aunque una axiomática
no es una teoría del conocimiento, Jacotot
se pregunta cómo se conoce en una práctica
emancipada, criticando para ello el trasfondo filosófico del mito pedagógico y el atontamiento que produce. Contra Sócrates, Jacotot
señala que éste no es la figura del emancipador sino “la del embrutecedor por excelencia,
que organiza una puesta en escena en la cual
el alumno debe ser confrontado a las lagunas
y aporías de su propio discurso”. Embrutece
porque pone en primer plano “el sentimiento
de la propia incapacidad”4. Si en vez de partir
del “sólo sé que no sé nada” se responde que
se conoce una cosa (todos conocemos alguna cosa) y luego se vincula a ella todo lo demás, se “espolea” la voluntad de conocer, se
pone en marcha el procedimiento de la comparación y diferenciación y se sale del “círculo
del atontamiento”. Más aún se puede enseñar
lo que no se sabe, precisamente porque no se
enseña lo que se sabe. Para Jacotot la “opresión no es la sujeción de una voluntad a otra”
que deba dejar paso a “una relación de inteligencia a inteligencia”. Al contrario, en ésta
última es dónde “se demuestra mejor la desigualdad de las inteligencias, la necesidad de
que una inteligencia sea guiada por otra inteligencia”. Mientras el maestro ignorante “no
establece ninguna relación de inteligencia a
inteligencia”5 es solo una “voluntad que ordena al ignorante que haga su camino. Es decir,
echa a andar las capacidades que el alumno
ya posee”6.
Rancière no llegó a Jacotot buscando una
buena nueva filosófica, sino hurgando en los
archivos de la historia de la clase obrera de
la primera mitad del siglo XIX. Allí encontró
un espacio y un tiempo de autonomía de los
obreros, por las noches, donde se ponían en
juego filosofías, poesías, artes, y en donde se le
apareció la figura del maestro ignorante en la
formación de “Louis Vinçard, instruido por su
madre en el arte de la lectura, lo que no tendría nada de extraordinario si esta mujer, casi
iletrada, no hubiera enseñado lo que ella misma no sabía”7. Sin saberlo, esa madre había
aplicado el método de la emancipación intelectual. A fin de cuentas ¿de qué es ignorante el maestro ignorante? De la desigualdad.
Contra el “orden explicador” que lo instaura,
inevitablemente, Rancière propone invertir la
lógica del maestro, abandonar toda proposición de que el que no sabe es una “tabula rasa” que debe dejar sus prenociones de lado
(Durkheim-Bourdieu) o desprenderse de la
ideología para llegar a la ciencia (Althusser).
En este punto Rancière se emparenta con el
Marx de las “Tesis sobre Feuerbach” que señalan que el educador debe ser educado8. Postula que el mito pedagógico divide el mundo en
dos y supone el encuentro de dos inteligencias
escondiendo el encuentro entre dos voluntades, una de las cuales se sabe impotente. Al
contrario se puede ensenar lo que se ignora,
sólo hay que dar el principio de esta instrucción: “hay que aprender alguna cosa y relacionar con ella todo el resto según este principio:
todas las inteligencias son iguales”9.
Contra los maestros del atontamiento
Reponiendo el método de la emancipación intelectual Rancière construye un libro
de historia y filosofía alternando posiciones
jacotistas (repuestas interesantemente en su
contexto) y consideraciones propias para
pensar las implicancias de la emancipación
intelectual, la filosofía de la emancipación
y su relación con el marxismo. Las investigaciones sobre la vida obrera aparecen como campo de interés para Rancière luego de
Mayo del ‘68, y de manera contrapuesta al
marxismo estalinizado del PCF (donde tiene una breve militancia juvenil) y particularmente contra el marxismo de Althusser, con
el que había colaborado en la obra colectiva
Para leer El Capital. En 1969, ya alejado de
Althusser y Balibar, va a realizar una crítica
a la rígida teoría de la ideología althusseriana como una que no dejaba espacio para la
libertad del sujeto. Le contrapone a este marxismo una reivindicación de la emancipación
intelectual por parte del obrero como un momento imprescindible de la emancipación social (aunque se distinga de él). La ruptura con
el althusserianismo se completa en La lección
de Althusser, donde éste es denunciado como el filósofo del “orden” tanto universitario
como del PCF. Un maestro burocrático alejado de la revuelta obrera y estudiantil y galvanizado contra los planteos más innovadores
de Mayo. Motorizado por una activa militancia en el “segundo aliento” del movimiento
del ’68, Rancière se integra al maoísmo de Izquierda Proletaria (Gauche Prolétarienne) y
activa en la universidad de Vincennes, en las
fábricas (donde reside su verdadero interés
por los sucesos de Mayo) y colabora, junto
a su esposa, en el movimiento del GIP (Grupo de Información de las Prisiones que tenía a Foucault como impulsor). De manera
especular al estalinismo, Izquierda Proletaria postulaba una tesis populista que depositaba en el obrero el lugar de la “verdad”. Lo
que por supuesto no impidió la espectacular
metamorfosis derechista del maoísmo francés, y la disolución del grupo. A mitad de los
‘70 Rancière atraviesa esta “crisis de la izquierda” estableciendo una distancia tanto
de la izquierda reformista (refortalecida con
la conformación de la Unión de Gauche de
estalinistas y socialistas), como con los nuevos filósofos que abren el camino a la reacción ideológica (el punto que lo distancia de
Foucault). Pero también mantiene distancia
de la continuidad de las organizaciones marxistas revolucionarias trotskistas y se concentra en sus estudios y en la revista Les revoltes
logiques10. Su investigación había comenzado originalmente con el objetivo de dar cuenta del encuentro y desacuerdo del marxismo
y la clase obrera francesa desde inicios del siglo XIX hasta la constitución del PCF. Ahora
ese objetivo había mutado y conservando algunos tópicos va a tener su modulación más
nítida en el periodo de la llamada “crisis del
marxismo”11.
La aparición de El maestro ignorante coincide con la llegada de los socialistas al poder
en los ‘80 en Francia y se escribe en parte para tomar distancia del “sociologismo progresista” (Bourdieu) que ponía el acento en las
formas de llegada del saber para las poblaciones desfavorecidas, y en general contra la
idea de que es el saber el que otorga el medio
para la igualdad. Se anudan allí el rechazo del
althusserianismo que oponía ciencia/ideología, con las teorías sociológicas de la dominación, y en general con todo el marxismo en el
que se había formado al que ve como uno que
“pinta la ley de la dominación como una fuerza que se apodera de todo lo que pretende
impugnarla”12. La conclusión es que hay que
salir del funcionamiento social que está siempre basado en las desigualdades y que dejan a
I dZ
Agosto
los individuos impotentes de su propia emancipación. La cuestión es cómo.
El método de la igualdad y el marxismo
El camino de la emancipación intelectual a
la emancipación social no es una vía regia.
Al contrario, la emancipación intelectual es
un proceso individual, es una lógica que “sólo trata, en definitiva, de las relaciones individuales”13 y que para Rancière en principio no
puede definir una política colectiva. Una lógica que no carece obviamente de implicancias
en “lo social”, pero que deja en un lugar de
suspenso el sentido que ésta pueda tener: “El
emancipado puede tener sueños de emancipación social, o simplemente querer un mejor
lugar en la sociedad. La emancipación intelectual tiene un lado suspensivo con relación
a los usos sociales”14.
Sin embargo, Rancière oscila entre establecer vínculos y analogías limitadas entre ambas emancipaciones o adoptar una extensión
más o menos directa del principio de la igualdad. En la emancipación intelectual se adopta
la presuposición de la igualdad y se la verifica, “mientras que en la política se verifica la
igualdad que el otro nos está negando”15. El
“método de la igualdad” deriva así del método Jacotot y establece un uso general posible
en el que la emancipación social se compone de actos individuales que se contraponen
a los límites establecidos por aquellos que sólo ven el “círculo continuo de la dominación”.
Éstos no pueden ver cómo:
Las lógicas individuales, en el sentido de
lógicas de los individuos, normalmente reproducen al infinito las lógicas sociales dominantes. Entonces, es necesario que alguna
cosa, un evento, un dispositivo, un individuo,
se ponga en disfuncionamiento con respecto a ese funcionamiento “normal” de la lógica social, para que un individuo se ponga a
hacer trabajar su inteligencia por sí misma16.
Al igual que en la emancipación intelectual,
el método de la igualdad es un postulado. Pero a diferencia del terreno de las desigualdades intelectuales (ciertamente más ilusorias
que reales) en el terreno de las desigualdades
sociales es más difícil conjugar esa apuesta. El
apego a coyunturas críticas que cambian las
percepciones sociales continúa sanamente el
espíritu del ‘68 (el cual ciertamente Althusser
y algunos más no pudieron ver). Sin embargo,
a posteriori Rancière lee ésto menos como un
asunto de la “lucha de clases” en Francia que
como un acontecimiento que cambia el “reparto de lo sensible” y que debe ser pensado
con otra lógica:
… yo siempre rechacé la explicación por lo
social, en el sentido de la explicación por la
base, por lo que está debajo, ese pensar escalonado en que los cambios en la sociedad
van a explicar los cambios en la política, en
la ideología17.
Para Rancière una revolución es “el momento en que todo un orden de lo visible, de lo
pensable, de lo posible, se encuentra brutalmente despachado y reemplazado”18. Ocurre cuando se da “la interrupción brutal de
todo un orden simbólico dado, y donde aparecen como posibles cosas que eran absolutamente impensables”19. Esto conlleva rechazar
también la búsqueda de la “figura correcta
del proletariado” (lo que lo aleja tanto de los
marxistas revolucionarios como del neo-autonomismo de Negri). Rancière conserva sin
embargo una resonancia manifiesta de Marx,
al retomar la lógica entre la parte y el todo
del proletariado tan presente en textos de juventud como la Introducción a Crítica de la
Filosofía del Derecho de Hegel. Con la enorme diferencia de que el “proletariado” pasa
a nominarse como la “parte de los sin parte”
y así el camino de Marx de buscar en “lo social” las potencialidades de un sujeto de lucha
con pretensión universal (aún en su heterogeneidad el colectivo de los trabajadores) es
abandonado. Alejado de los análisis de clases, en ausencia de una teoría de la ideología
y la alienación de la clase trabajadora y dejando en un plano muy simplificado y abstracto
la teoría de la reproducción (y la dominación
del Estado), es el “reparto de lo sensible” lo
que se pone en cuestión en las situaciones revolucionarias. Aquellos que son “parte de los
sin parte”, los que carecían de tiempo y espacio en el “consenso” y expresan un “disenso”
de proporciones frente a éste pueden tomar
cartas en el asunto. Ahora dos modos de sensibilidad confrontan y disputan el sentido de
la experiencia en el espacio y en el tiempo. Y
donde las palabras y los símbolos muestran la
constitución de los sujetos. Es según sus palabras una “guerra de discursos” en la que la
| 39
“parte de los sin parte” reclaman ser tratados
como iguales. ¿Y quiénes son esa parte de los
sin parte? Son los que lo hacen, no hay predeterminaciones sociales, más bien dependen
de las formas de dominación de las clases dominantes y adoptan actualmente la forma de
revueltas populares sin claros contornos de
clase desde Egipto y Túnez hasta Madrid y
París. Sin dudas todos esos sucesos son cuestionamientos más o menos profundos en el
“reparto de lo sensible” dando cuenta de
cambios en los modos de pensar, pero no alcanzan a trastocar las relaciones de clase, y
la extensión del “método Jacotot” no permite
pensar los límites que estas situaciones tienen
para dar curso a una emancipación social.
1. Edición ampliada de libros del Zorzal, Buenos
Aires, 2016.
2. M. Kaniuka, “El ‘capital mental’ y el discurso
neoliberal de Facundo Manes”, La Izquierda Diario, 11/07/2016.
3. Véase el alegato del astrofísico Neil deGrasse Tyson en el sitio de Noospora (www.facebook.com/
noospora).
4. J. Rancière, “La actualidad del maestro ignorante”, entrevista de Patrice Vermeren, Laurence Cornu y Andrea Benvenuto, Cuaderno de Pedagogía,
Rosario, 2003, p. 4.
5. Ídem.
6. Ibídem, p. 5.
7. J. Rancière, La noche de los proletarios. Archivos
del sueño obrero, Buenos Aires, Tinta Limón Ediciones, 2010, p. 84.
8. Para una buena lectura comparativa ver Juan
Dal Maso, “La potencia del maestro ignorante”,
blog Los Galos de Asterix (losgalosdeasterix.blogspot.com.ar).
9. “La actualidad...”, ob. cit., p. 5.
10. J. Rancière, El método de la igualdad. Conversaciones con Laurent Jeanpierre y Dork Zabunyan,
Buenos Aires, Ediciones Nueva Visión, 2014.
11. G. Gutiérrez, “Cartografías intelectuales. Notas críticas sobre Hemisferio Izquierda de Razmig
Keucheyan”, IdZ 16, diciembre 2014.
12. J. Rancière, “Las desventuras del pensamiento
crítico”, en El espectador emancipado, Buenos Aires, Ediciones Manantial, 2010.
13. “La actualidad...”, ob. cit., p. 8.
14. Ibídem, p. 11.
15. El método de la igualdad…, ob. cit., p.104.
16. Ibídem, p. 10.
17. Ibídem, p. 174.
18. Ibídem, p. 213.
19. Ibídem, p. 214.
Descargar