Recurso por Inconstitucionalidad contra la Ley 603 que derogó el Aborto terapéutico Movimiento Autónomo de Mujeres de Nicaragua Recurso elaborado por Centro de Derechos Constitucionales Equipo Ada Esperanza Silva Pérez (Coordinadora) Azahálea Solís Román Gabriel Álvarez Argüello Guadalupe Salinas Valle © Campaña 28 de septiembre por la despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe Movimiento Autónomo de Mujeres Se autoriza la reproducción de este material citando la fuente. Febrero 2007 Managua, Nicaragua 2 Presentación E n el año 2006, Nicaragua tenía 169 años de contemplar la figura del aborto para atender razones terapéutica. En 1837 se aprobó el primer Código Penal en el que se despenaliza el aborto por razones médicas. Para 18791 durante los 30 años de gobiernos conservadores se establecía: “No incurrirá en pena alguna el médico o cirujano, comadrón o partera que procure el aborto, cuando no haya otro modo de salvar la vida de la mujer embarazada.” En el Código Penal de 18912 se mantuvo una redacción similar, cambiando la frase final por la siguiente: “…cuando haya ocurrido a él como el medio indicado por la ciencia para salvar la vida de la mujer embarazada.” En el Código Penal vigente se establecía en el Arto. 165: “El aborto terapéutico será determinado científicamente, con la intervención de tres facultativos por lo menos, y el consentimiento del cónyuge o pariente más cercano a la mujer, para los fines legales”. Esta fue la figura que la Asamblea Nacional aprobó derogar el 26 de octubre de 2006 con el voto de 52 diputados y que el Presidente de la República promulgara el 14 de noviembre y publicara en La Gaceta, Diario Oficial No. 224 del 17 de noviembre de 2006 con el nombre de Ley 603, Ley de Derogación al Artículo 165 del Código Penal Vigente. Ante esta ley, diversas organizaciones e individuos recurrieron con sendos Recursos por Inconstitucionalidad. La Campaña 28 de Septiembre por la Despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe y el Movimiento Autónomo de Mujeres con la asesoría técnica-jurídica del Centro de Derechos Constitucionales promovió la elaboración y presentación de un Recurso de Inconstitucionalidad contra la referida ley. Finalmente se presentaron 32 recursos firmados por 165 personas integrantes de muy diversas organizaciones, de distintas profesiones y provenientes de muchos territorios del país. 1. Código Penal, Titulo VIII Delitos contra el orden de las familias y contra la moralidad pública, Capítulo Primero Del Aborto, Artículo 360, segundo párrafo. 2. Código Penal, Título IX Delitos contra el orden de las familias y la moralidad pública, Capítulo Primero Aborto, Artículo 399, segundo párrafo. 3 Introducción E l recurso se introdujo por la convicción de que Nicaragua por su propio postulado constitucional es un Estado Social de Derecho que basa su ordenamiento jurídico en el planteamiento del Principio de Legalidad desarrollado en el siglo XX, que se entiende no sólo como la subordinación de la administración a la ley bajo la supervisión de los tribunales de justicia, sino y esto es lo fundamental la vinculación directa e inmediata de todos los órganos del Estado, incluido el mismo legislador a la Constitución, lo que se denomina como Principio de Constitucionalidad, exponente máximo del Estado de Derecho en su concepción más avanzada: la supeditación de todas las instituciones públicas sin excepción al ordenamiento jurídico. El Estado de Derecho tiene como uno de sus fundamentos la voluntad de limitar el alcance del poder político, ya que la arbitrariedad de éste repercute en primer lugar sobre la libertad y la seguridad de las personas, y su objeto, es precisamente, la garantía de esa libertad tanto frente al poder como frente a los particulares, en la medida que constituye un presupuesto básico de todas las demás libertades. El Estado Social de Derecho está basado en enunciados de libertad, igualdad y autonomía; respeto a la vida, a la integridad física y psíquica; a la capacidad jurídica, a la no discriminación, a la laicidad y la libertad de ideas, cultos o religiones. Supone una sociedad organizada en un Estado, en el que se reconoce que la convivencia, el contrato social refrendado en la Constitución Política y del cual deben ser garantes los poderes públicos, debe asentarse en el respeto absoluto a los anteriores derechos y su evolución desde la doctrina de los Derechos Humanos. Sin embargo, al concretarse la reforma al Código Penal que ha eliminando el Aborto Terapéutico de la legislación nacional, Nicaragua ha entrado no sólo en la lista minoritaria de países que le cierran la puerta a la defensa de la vida de las mujeres, sino que las autoridades que representan a la ciudadanía han actuando lesionando el orden constitucional y afectando los derechos humanos. 4 Resumen del Recurso3 E l Recurso señala el marco de referencia sobre el cual se desarrollan las argumentaciones. Este marco de referencia se denomina bloque de constitucionalidad, el cual constituye un límite al legislador. Este bloque está compuesto por la Constitución Política y los Tratados Internacionales incorporados en la misma. La Constitución es una norma jurídica superior y todos y cada uno de sus preceptos gozan igualmente de esa cualidad jerárquica de superioridad. Sin embargo, como ha señalado cierta doctrina, no todos los preceptos producen los mismos efectos jurídicos, para determinar éstos previamente se clasifican los distintos tipos de normas constitucionales, en normas principales y normas materiales. Las normas principales tienen como función definir los Principios Fundamentales del sistema político, así como los rasgos definitorios del mismo o los fines generales que persigue. Poseen una eficacia jurídica informadora determinante del sistema y su vulneración por cualquier acto o norma debe conducir a su nulidad, previa impugnación por los cauces correspondientes. Por su parte, las normas materiales son aquellas que reconocen verdaderos derechos subjetivos o derechos completos y las que consagran garantías institucionales, los destinatarios de las mismas, ciudadanía o poderes públicos, deben actuar conforme a ellas y, además, pueden recabar judicialmente su cumplimiento, bien exigiendo la realización de la conducta prescrita, bien impugnando y provocando la anulación de las normas que contradigan su contenido mediante el Recurso de Inconstitucionalidad de la Ley. Con respecto a los Tratados Internacionales, la incorporación, en los Artículos 46 y 71 de la Constitución Política, de ciertos instrumentos internacionales referidos a los Derechos Humanos ha producido un fenómeno de “constitucionalización” de dichos instrumentos en virtud del cual los derechos que consagran gozan de un régimen jurídico similar al de los demás derechos constitucionales. Por tanto, son también aplicables para proteger las 3. Los aspectos contemplados a continuación se refieren al Recurso por Inconstitucionalidad interpuesto los días 15 y 16 de enero de 2006 y que contó con el apoyo técnico-jurídico del Centro de Derechos Constitucionales. 5 transgresiones contra los derechos contemplados en dichos instrumentos internacionales: la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas; la Convención Americana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos; y la Convención Internacional de los Derechos del Niño. El Recurso por Inconstitucionalidad señala explícitamente que las normas transgredidas se encuentran en los Artículos 2, 4, 5, 7, 14, 23, 25.1, 26.1, 27, 29, 36, 46, 48, 50, 52, 59, 69, 71, 105, 116, 124, 129, 130, 160, 165, 182 y 183 de la Constitución Política y para su comprensión divide la argumentación en normas que violentan los Principios Constitucionales y normas que violentas los Derechos Constitucionales. Los Principios Constitucionales violentados son: a. Principio del Estado Social de Derecho. b. Principios de la Dignidad Humana, de la Libertad, de la Justicia y de la Promoción del Desarrollo Humano. c. Principio de Igualdad y de No Discriminación. d. Principio del Estado Laico. e. Principio de Aplicación Directa de los Derechos Humanos. f. Principio de Democracia Participativa. g. Principio de Supremacía Constitucional Los Derechos Constitucionales violentados son: a. Derecho a la vida b. Derecho a la Privacidad Personal y Familiar c. Derecho a la Integridad Personal y Proscripción de la Tortura y Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes d. Derecho a la Salud. 6 El Principio de Estado de Derecho está regulado en el Artículo 130 Cn., está relacionado con los Artículos 105 y 129. Comprende dos conceptos: (1) Estado Social y (2) Estado de Derecho. El primero se refiere a la asunción constitucional de la igualdad; la regulación constitucional del proceso económico y el reconocimiento y garantía de determinadas libertades de contenido económico y social. Esto mandata al Estado nicaragüense, a diseñar, aprobar y aplicar determinadas políticas públicas de salud en favor de la población, sobre todo la más vulnerable. Por su parte Estado de Derecho significa sometimiento al ordenamiento jurídico en garantía de la seguridad y libertad de su población. Entre otros se refiere a que el legislador en materia penal, tiene la prohibición de invadir de manera desproporcionada e irracional los derechos constitucionales. La penalización incondicionada de todo tipo de interrupción del embarazo, incluyendo al aborto terapéutico, transgrede los límites impuestos al legislador en virtud del principio de juridicidad, ya que sacrifica de manera desproporcionada e irracional los derechos de las mujeres, tales como el derecho a la salud (Artículo 59 Cn.), entre otros. Los Principios de la Dignidad Humana, de la Libertad, de la Justicia y de la Promoción del Desarrollo Humano, que se encuentran contemplados en los Artículos 4 y 5 y que significa que en el sistema de valores de la Constitución nicaragüense, la libertad, la dignidad, la justicia y el desarrollo humano son precisamente la base última de la convivencia democrática; es decir, la democracia constitucional nicaragüense no se estima viable si dichos principios no se adoptan como criterios de orientación permanente. El respeto a la dignidad de la persona humana implica que los poderes públicos son un instrumento al servicio de los seres humanos y no al revés. Los seres humanos no deben ser jamás tratados instrumentalmente respecto de los fines y las políticas estatales. La promoción del desarrollo humano implica sostener la obligación del Estado no sólo de no interferir, excepto para salvaguardar los derechos similares de los demás, sino también de proteger la libertad que cada persona tiene para trazar por sí misma su propio proyecto vital. Se trata de la proclamación constitucional de que siempre que se respeten los derechos de los demás, cada ser humano es el mejor juez de sus propios intereses. 7 El Principio de Igualdad y de No Discriminación tiene diferentes dimensiones en la Constitución nicaragüense: como principio fundamental en el sentido de no discriminación (Artículo 4 Cn.); como derecho subjetivo a la igualdad formal (Artículo 27 Cn.); como directriz a los poderes públicos procurando la igualdad material (Artículo 48 Cn.); y como principio rector de la actuación del Poder Judicial (Artículo 165 Cn.). La igualdad se configura como un principio fundamental que proyecta una eficacia trascendente, de manera tal que toda situación de discriminación resulta incompatible con el orden de valores que la Constitución nicaragüense establece. La derogación del aborto terapéutico y, eventualmente, otras leyes sancionadoras de ciertas intervenciones médicas que afectan exclusivamente a las mujeres, constituye una violación, por razón de sexo, del principio fundamental y derecho subjetivo de la igualdad, vulnerando con ello la obligación constitucional del Estado nicaragüense de respetar el derecho de las mujeres a no ser discriminadas. El Estado Laico se refiere a que ninguna religión pueda tener carácter oficial, el Estado no puede adherirse a ningún credo religioso y no debe existir confusión alguna entre los fines religiosos y los fines estatales. En virtud del Artículo 14 constitucional, el Estado nicaragüense no puede utilizar valores o intereses religiosos como parámetros para medir la legitimidad jurídica de las actuaciones de los poderes públicos y –aún más importante–, el Estado no puede ni debe diseñar sus políticas públicas, programas o proyectos, ni determinar el contenido de sus normas o actos jurídicos en función de la realización de finalidades religiosas o inspirados en creencias de tal naturaleza. El constitucionalismo es inconcebible sin pleno respeto a las libertades ideológica y religiosa. La importancia de este principio es tal que se encuentra directamente conectado con el propio carácter democrático del Estado, uno de cuyos principios fundamentales es el pluralismo político, social y étnico plasmado en el Artículo 5 de la Constitución. El Estado nicaragüense tiene prohibido constitucionalmente, en virtud de su carácter laico y según dispone el Artículo 69 Cn. segundo párrafo, impedir a otros el ejercicio de sus derechos por creencias religiosas, precisamente porque el pluralismo reconoce el carácter diversificado de los intereses, las ideologías y las creencias de los distintos sectores de la sociedad. 8 Los derechos humanos encarnan valores o bienes jurídicos similares a los que en el nivel interno protegen los derechos constitucionales. Más allá de los usos lingüísticos, lo importante es que esos valores o bienes jurídicos de cuyo respeto son acreedoras todas las personas, son protegidos principalmente por normas y principios propios del Derecho Internacional. En sentido estricto, tanto o más que genuinos derechos subjetivos, los derechos humanos contienen obligaciones exigibles a los Estados. En el caso nicaragüense, los Artículos 46 y 71 Cn. incorporan al derecho interno todos los derechos consagrados en los instrumentos internacionales ahí relacionados, como si de derechos constitucionales propiamente tales se tratara, otorgándoles así la máxima jerarquía normativa y, por tanto, haciéndolos aplicables de manera directa e inmediata por todos los operadores jurídicos. Además, la norma constitucional se adhiere expresamente a los principios que conforman el Derecho Internacional Americano (Artículo 5 in fine Cn). Señala el fundamento del orden jurídico y político nicaragüense y constituye un criterio interpretativo de alto valor jurídico. Además, dota de fuerza expansiva a los derechos humanos, ya que el Estado no sólo se compromete a respetarlos y protegerlos, sino también a promoverlos, es decir, a emprender acciones positivas tendientes a la realización de los derechos. El Estado nicaragüense se fundamenta en el principio político democrático de la soberanía popular (Artículo 2 Cn.). La voluntad del pueblo es la fuente de legitimidad del ejercicio del poder político; legitimidad que se expresa, principalmente, a través del libre ejercicio del sufragio universal para elegir a las autoridades encargadas de la dirección política de la sociedad. El Artículo 7 constitucional califica la democracia nicaragüense como “participativa y representativa”. En el Artículo 50 constitucional se establece: “Los ciudadanos tienen derecho de participar en igualdad de condiciones en los asuntos públicos y en la gestión estatal”. La participación en los asuntos públicos fue desarrollada por la Ley de Participación Ciudadana, que dispone la obligación de que toda ley sea sometida a consulta de la ciudadanía en general y de sectores sociales o individuos interesados en particular (Artículos 9 y 15). Conviene subrayar que estamos frente a un derecho fundamental y por tanto de rango constitucional, no un derecho creado por el legislador ordinario. De tal manera que cualquier norma o acto que contradiga la configuración legal del derecho constitucional estaría 9 vaciando de contenido e impidiendo la plena efectividad de un mandato constitucional. El Principio de Supremacía Constitucional significa que los mandatos de los Poderes del Estado no pueden contradecir los mandatos de la Constitución que los crea y regula. Los Poderes del Estado derivan su legitimidad de la Constitución que es la norma que los habilita para actuar. Si un Poder del Estado actúa fuera de los límites fijados por la Constitución, su actuación no puede considerarse legítima, pues carecerá de base o justificación en Derecho. La noción anterior se encuentra recogida en el Artículo 182 de la Constitución nicaragüense: “La Constitución Política es la carta fundamental de la República; las demás leyes están subordinadas a ella. No tendrán valor alguno las leyes, tratados, órdenes o disposiciones que se le opongan o alteren sus disposiciones”. Por lo tanto, la Constitución se configura como norma suprema del ordenamiento jurídico. La Constitución de Nicaragua plasma en su Artículo 23: “El derecho a la vida es inviolable e inherente a la persona humana”. El bien jurídico protegido es el carácter valioso de toda vida humana, es decir, la convicción de que toda vida humana es digna de ser vivida. El derecho a la vida constituye el soporte físico de todos los demás derechos fundamentales y en cuanto derecho subjetivo, presenta la peculiaridad de que toda violación del mismo tiene carácter irreversible porque implica la desaparición del titular del derecho. La derogación del aborto terapéutico, so pretexto de proteger la vida del nasciturus, implica una grave amenaza por parte del propio Estado al derecho a la vida de las mujeres embarazadas en su caso. La derogación del aborto terapéutico exige irracionalmente a la mujer embarazada, el sacrificio consciente –y muchas veces inútil– de los derechos y características más esenciales de la propia naturaleza humana: su libertad, su privacidad, su salud, su posibilidad de desarrollo, su derecho a convivir con y cuidar de su familia, e incluso hasta su propia vida. Ello supone desconocer completamente su dignidad y reducirla a un mero receptáculo de la vida en gestación, carente de derechos o de intereses constitucionalmente relevantes que ameriten protección. Por eso, la Ley Nº 603 no sólo es inconstitucional, sino también inhumana. El Artículo 26 Numeral 1 de la Constitución Política señala que toda persona tiene derecho a su vida privada y a la de su familia. El bien jurídico protegido por este derecho es un ámbito propio y reservado cuya efectiva 10 existencia es necesaria para alcanzar una calidad mínima de vida humana. Consiste, esencialmente, en la facultad de excluir del conocimiento ajeno cualesquiera hechos comprendidos dentro del mencionado ámbito propio y reservado. Como mínimo, éste comprende los siguientes aspectos: la intimidad corporal, referida a aquellas partes del cuerpo que, según las pautas sociales imperantes en determinado momento y lugar, deben estar excluidas de la observación ajena; las informaciones relativas a la salud y a las vicisitudes médicosanitaria, que no pueden ser divulgadas sin consentimiento de la persona afectada; las preferencias y conductas sexuales; los hábitos, costumbres y comportamientos no ilícitos que, individual o colectivamente, se suscitan dentro del seno familiar. Lo que se pretende con este derecho es que la persona pueda controlar el acceso a y la divulgación de información sobre su vida privada y la de su familia. Aquí es indiferente que la imputación de un hecho sea veraz o no lo sea. El derecho a la privacidad resulta vulnerado por la imputación de un hecho susceptible de ser integrado en aquel ámbito privado y reservado de cada persona, por muy veraz que sea. Es el consentimiento propio el elemento decisivo. Si hay consentimiento para la obtención y/o divulgación de la información, no hay violación. Si no hay consentimiento, en principio hay violación, aunque la información se haya obtenido de manera legítima. El Artículo 36 de la Carta Fundamental señala: “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie será sometido a torturas, procedimientos, penas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. La violación de este derecho constituye delito y será penado por la ley.” El derecho a la integridad física protege frente a las intervenciones sobre el cuerpo no consentidas por el titular del derecho, independientemente de que la intervención tenga mayor o menor intensidad y pueda o no suponer un riesgo para la vida o la salud del individuo, pero sí debe suponer una lesión o menoscabo en el cuerpo, por mínima que ésta sea. La integridad síquica y moral protege frente a actuaciones que aunque no comporten lesiones o menoscabo en el cuerpo, constituyen agresiones destinadas a humillar, envilecer, denigrar, atentar contra la dignidad de las personas o convertir en inhumano el ejercicio del derecho a la vida. Negar a la mujer embarazada su derecho a practicarse un aborto terapéutico, implica obligarla, contra sus propias creencias, deseos y aspiraciones, a soportar el menoscabo de su dignidad, de su libertad, del disfrute de su familia, con riesgo de su salud, de su estabilidad psíquica y de su propia vida. Y si, cuando se niega a soportar esa carga a todas luces excesiva e inhumana, el Estado la 11 persigue y la condena a sufrir cárcel, no puede llamarse de otra manera que tortura, crueldad y degradación humana. El Artículo 59 constitucional proclama: “Los nicaragüenses tienen derecho, por igual, a la salud. El Estado establecerá las condiciones básicas para su promoción, protección, recuperación y rehabilitación. Corresponde al Estado dirigir y organizar los programas, servicios y acciones de salud y promover la participación popular en defensa de la misma. Los ciudadanos tienen la obligación de acatar las medidas sanitarias que se determinen.” El ejercicio de este derecho implica, según el concepto de salud definido por la Organización Mundial de la Salud, el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, psíquico y social, por lo cual la protección de la salud no se limita sólo a aspectos exclusivamente médicos, sino que presenta una multiplicidad de aspectos. En consecuencia, la declaratoria de inconstitucionalidad de la referida Ley Nº 603, constituye una urgente necesidad no sólo para las mujeres, sino para todos los ciudadanos y para el propio Estado Social y Democrático de Derecho nicaragüense. 12 Excelentísima Corte Suprema de Justicia Nosotras, PATRICIA AMANDA OROZCO ANDRADE, soltera, Licenciada en Comunicación Social, identificada con Cédula de Identidad número cero cero uno guión dos uno cero siete cinco siete guión cero cero cinco cero letra D (001-210757-0050D); SOFIA ISABEL MONTENEGRO ALARCON, soltera, periodista, identificada con Cédula de Identidad número cuatro cuatro nueve guión uno cinco cero uno cinco cuatro guión cero cero cero dos letra G (449-150154-0002G); ANA MARIA PIZARRO JIMENEZ, soltera, Especialista en Ginecología y Obstetricia, identificada con Cédula de Identidad número siete siete siete guión uno seis cero dos cinco uno guión cero cero cero cero letra J (777-160251-0000J); ANA EVELYN OROZCO ANDRADE, abogada, soltera, identificada con Cédula de Identidad número cero cero uno guión cero tres cero cuatro cinco seis guión cero cero dos tres letra V (001-030456-0023V); MARTHA YLLESCA ALTAMIRANO, soltera, economista, identificada con Cédula de Identidad uno seis uno uno siete cero uno seis cero guión cero cero cero cuatro letra W (161-170160-0004W), todas del domicilio de Managua; y VIOLETA VANESSA DELGADO SARMIENTO, casada, Licenciada en Matemáticas, del domicilio de Diriomo, Departamento de Granada, de tránsito intencional por esta ciudad, identificada con Cédula de Identidad número dos cero tres guión cero seis cero uno seis nueve guión cero cero cero tres letra D (203-060169-0003D), todas mayores de edad; ciudadanas nicaragüenses, en nuestro carácter personal y de conformidad con el Artículo 187 de la Constitución Política de la República de Nicaragua y el Artículo 6 de la Ley Nº 49, Ley de Amparo, publicada en La Gaceta, Diario Oficial, Nº 241 del 20 de diciembre de 1988, que nos facultan para interponer el presente Recurso, respetuosamente nos dirigimos a Vos, comparecemos y exponemos: I. Relación de los hechos El Código Penal vigente, aprobado por Decreto Nº 297 de la Asamblea Nacional Constituyente el 16 de enero de 1974; promulgado por el Poder Ejecutivo el 1 de abril del mismo año; y publicado en La Gaceta, Diario Oficial No. 96 del 3 de mayo de 1974, regulaba el aborto terapéutico en su Artículo 165. 13 La modernización de la legislación penal en Nicaragua ha puesto a la luz pública diversas posiciones ideológicas y religiosas en torno al tema del aborto y del aborto terapéutico. En el mes de octubre de 2006, los jerarcas de la iglesia católica y denominaciones evangélicas reclamaron que fuera eliminada la figura del aborto terapéutico del Código Penal, buscando su penalización total. La Junta Directiva de la Asamblea Nacional, haciendo suya esta propuesta, presentó el 6 de octubre de 2006 ante la Primera Secretaría, la iniciativa de “Ley de Reforma de los Artículos 162, 163, 164 y 165 del Código Penal” de la República de Nicaragua. Posteriormente la iniciativa de ley fue enviada a la Comisión de Justicia, la que remitió Dictamen al Presidente de la Asamblea Nacional, indicando que había estudiado con detenimiento el Proyecto de Ley en el que se pide una reforma total al Capítulo V del Título I del Libro II del Código Penal vigente, que regula el delito del aborto, para suprimir la figura del aborto terapéutico y endurecer las penas. La Comisión de Justicia señaló que: “Aunque no es el mejor momento en un período electoral discutir el tema del aborto, ya que despierta pasiones e intereses de diversa índole, que son incompatibles con el abordaje científico y desprovisto de pasiones que debe caracterizar la labor legislativa, sin embargo, es nuestra responsabilidad honrar el compromiso asumido por la Junta Directiva de la Asamblea Nacional y el consenso de las Bancadas Parlamentarias de que la iniciativa de la Junta Directiva sea dictaminada y aprobada en la presente legislatura, para que las elecciones se realicen en la mejor armonía.” El Presidente de la República, por su parte, también envió otra iniciativa de ley que en esencia recogía lo ya planteado, pero endureciendo aún más las penas y solicitando fuera tramitada con carácter de urgencia. La Comisión de Justicia en su dictamen no hace referencia específica a la iniciativa del Presidente de la República, pero señala: ”Que la petición original de los sectores que solicitaron la reforma al Código Penal Vigente fue para que se eliminara la figura del Aborto Terapéutico, pero que a última hora introdujeron otro elemento como el endurecimiento extremo de las penas, lo cual puede generar más discusiones y contradicciones y no contribuye a que se apruebe el dictamen y la reforma en los tiempos previstos, por tal razón la Comisión de Justicia resolvió en aras de acelerar los tiempos de aprobación del proyecto de ley, concretándose ha suprimir el Arto. 165, que es el que establece el aborto terapéutico…”. 14 Fue así que el 19 de octubre de 2006, la Comisión de Justicia de la Asamblea Nacional dictaminó de manera favorable el “Proyecto de Ley de Derogación del Artículo 165 del Código Penal vigente” y solicitó al plenario su aprobación, que fue realizada el día 26 de octubre de 2006. La Asamblea Nacional ignoró los pronunciamientos de las organizaciones defensoras de los Derechos Humanos, de las asociaciones de médicos y trabajadores de la salud, el amplio rechazo internacional y las protestas de los movimientos de mujeres feministas, quienes consideran que eliminar el aborto terapéutico constituye una expresión de violencia extrema contra las mujeres, ejercida por el Estado de Nicaragua, que retrocede ciento treinta años de reconocimiento de los derechos humanos y que contradice la Constitución Política y las convenciones y otros instrumentos internacionales suscritos y ratificados por Nicaragua. II. Norma objeto de control del presente recurso por inconstitucionalidad y autoridad contra la que se dirige La Asamblea Nacional de la República de Nicaragua aprobó el día 26 de octubre de 2006, la Ley Nº 603 “Ley de Derogación al Artículo 165 del Código Penal vigente”, que fue sancionada por el Presidente de la República el día 14 de noviembre de 2006 y publicada en La Gaceta, Diario Oficial, Nº 224 del día 17 de noviembre de 2006, cuyo Artículo 1 dice textualmente: “Se deroga el Arto. 165 del Código Penal vigente”. El ahora derogado Artículo 165 decía: “El aborto terapéutico será determinado científicamente, con la intervención de tres facultativos por lo menos, y el consentimiento del cónyuge o pariente más cercano a la mujer, para los fines legales”. Las ciudadanas firmantes de este escrito consideramos que la derogación del Artículo 165 del Código Penal vigente implica innumerables violaciones a la Constitución Política, específicamente a los Artículos 2, 4, 5, 7, 14, 23, 25.1, 26.1, 27, 29, 36, 46, 48, 50, 52, 59, 69, 71, 105, 116, 124, 129, 130, 160, 165, 182 y 183 de la Constitución Política. La violación a las normas citadas nos ha motivado a impugnar la referida Ley, a través del presente Recurso por Inconstitucionalidad contra la Ley Nº 603, “Ley de Derogación al Artículo 165 del Código Penal vigente”, dirigido contra los titulares de los órganos que emitieron la referida Ley, siendo en este caso el Presidente de la Asamblea Nacional, cargo ejercido al momento de su 15 aprobación, por el Ingeniero EDUARDO GÓMEZ LÓPEZ; y el Presidente de la República, cargo ejercido al momento de su sanción, promulgación y publicación, por el Ingeniero ENRIQUE BOLAÑOS GEYER. Respecto a los perjuicios directos e indirectos que estas violaciones pudieran causar tanto a nosotras como a toda la sociedad nicaragüense, nos abstenemos de manifestarlos tomando en consideración la opinión emitida por la Corte Suprema de Justicia en Sentencia Nº 110 de las 11:00 de la mañana del 2 de octubre de 1991, en la que señala que la expresión de los mismos “... no es un requisito esencial, pues la Constitución, Ley Fundamental y Suprema, señala como único requisito... la calidad de ciudadano...”, calidad inherente a todas y cada una de las personas que interponemos el presente Recurso por Inconstitucionalidad. III. Normas parámetro de control del presente Recurso por Inconstitucionalidad Visualizar en toda su magnitud y determinar la ilegitimidad constitucional de la Ley Nº 603 requiere confrontarla con algunas de las normas que constituyen el llamado bloque de constitucionalidad. Es éste un concepto admitido pacíficamente por la doctrina constitucionalista de muchos países cuyos regímenes políticos constituyen verdaderos Estados Democráticos de Derecho. En Nicaragua también se va introduciendo gradualmente, bien con el término parámetro de constitucionalidad (Álvarez Arguello: La Ley en la Constitución Nicaragüense, 1999), o bien con el término bloque de constitucionalidad (Escobar Fornos: Interpretación e Integración Constitucional, 2002). Los principios que rigen el funcionamiento del sistema jurídico nicaragüense indican que para descubrir si las normas infraconstitucionales han respetado los mandatos constitucionales, es necesario no sólo acudir a la Constitución propiamente dicha, sino también a otros preceptos jurídicos. En el caso que nos ocupa debemos confrontar la Ley Nº 603 con las siguientes normas: la Constitución Política de Nicaragua y los instrumentos internacionales contenidos en los Artículos 46 y 71 de la Carta Magna. 1. Constitución Política de Nicaragua. Al menos dos aspectos de la Constitución Política como parámetro de control es necesario tomar en cuenta para interpretar adecuadamente la argumentación jurídica del presente Recurso y resolverlo en correspondencia. Por un lado, el marco conceptual en el que se 16 ubica la Constitución nicaragüense. En efecto, la tradición constitucional y particularmente la Constitución de 1987, sobre todo desde las reformas de 1995, acogen claramente el concepto racional-normativo. A la luz de este concepto, la Constitución es una elección ordenada y coherente de principios fundamentales, basados en la razón, que ofrecen una justa posición a la función del individuo y al poder organizado subordinado a aquélla. Afirma el concepto de poder constituyente distinto de los poderes constituidos. El primero es la expresión total de la soberanía, exento de condicionamientos; los segundos se encuentran condicionados por la decisión inicial constituyente. Dicho de otra manera, se trata de un concepto de Constitución como el acto de autodeterminación fundamental de una comunidad plasmado por escrito en un texto jurídico-normativo que ocupa la posición suprema dentro del ordenamiento y cuyo contenido se ajusta a los principios de la ideología liberal. (Santamaría Pastor: Fundamentos de Derecho Administrativo I, 1988). Lo importante a destacar es que la Constitución nicaragüense se aparta de un concepto positivista o formalista y más bien constituye y fundamenta un sistema con un fuerte contenido valorativo que proyecta su virtualidad jurídica hacia el resto del ordenamiento, tanto en su interpretación como en su aplicación. Por otro lado, debe destacarse el pleno carácter normativo de la Constitución. Toda ella es norma jurídica superior y todos y cada uno de sus preceptos gozan igualmente de esa cualidad jerárquica de superioridad. Sin embargo, como ha señalado cierta doctrina, no todos producen los mismos efectos jurídicos (Nieto: Peculiaridades jurídicas de la norma constitucional, 1983). Para determinar éstos es necesario previamente clasificar los distintos tipos de normas constitucionales. En relación con el examen de legitimidad de la Ley Nº 603, y siguiendo criterios clasificatorios de alguna doctrina española (Rubio Llorente: La Constitución como fuente del Derecho, 1979), se debe atender a los siguientes tipos normativos contenidos en la Constitución nicaragüense, sin perjuicio de otros que tienen menor relevancia directa: a. Las normas principales. Su función consiste en definir los Principios Fundamentales del sistema político, así como los rasgos definitorios del mismo o los fines generales que persigue. Estas normas poseen eficacia inmediata interpretativa. Inmediata porque no requieren ninguna operación de desarrollo ni concreción alguna para hacerse efectiva; ni siquiera son, por lo general, susceptibles de ella. Interpretativa por su carácter de principios estructurales, 17 cuyo empleo casi siempre tiene lugar a propósito de la aplicación de cualquier otra norma, constitucional o infraconstitucional, al objeto de justificar una interpretación determinada de la misma. En este sentido, las normas principales poseen una eficacia jurídica informadora realmente determinante del sistema y su vulneración por cualquier acto o norma debe conducir a su nulidad, previa impugnación por los cauces correspondientes. b. Las normas materiales. A este concepto corresponden las normas que reconocen verdaderos derechos subjetivos o derechos completos y las que consagran garantías institucionales. Estas normas poseen una eficacia inmediata aplicativa, es decir se trata de normas cuyo contenido puede y debe realizarse directa y autónomamente, sin requerir operaciones de concreción normativa de ningún tipo; los destinatarios de las mismas, ciudadanía o poderes públicos, deben actuar conforme a ellas y, además, pueden recabar judicialmente su cumplimiento, bien exigiendo la realización de la conducta prescrita, bien impugnando y provocando la anulación de las normas que contradigan su contenido mediante el Recurso de Inconstitucionalidad de la Ley. Si establecen derechos son susceptibles de protección por medio del Recurso de Amparo. 2. Instrumentos internacionales. La incorporación, en los Artículos 46 y 71 de la Constitución Política, de ciertos instrumentos internacionales referidos a los Derechos Humanos ha producido un fenómeno de “constitucionalización” de dichos instrumentos en virtud del cual los derechos que consagran gozan de un régimen jurídico similar al de los demás derechos constitucionales. Por tanto, las técnicas y garantías de protección de las normas constitucionales que consagran derechos subjetivos son también aplicables para proteger las transgresiones contra los derechos contemplados en dichos instrumentos internacionales, que son: la Declaración Universal de los Derechos Humanos; la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas; la Convención Americana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos; y la Convención Internacional de los Derechos del Niño. Lo relevante aquí es la noción mayoritaria en la doctrina constitucional comparada, y aplicable también a Nicaragua y a otros sistemas políticos construidos sobre las bases de la democracia constitucional (Jiménez Asensio: El Constitucionalismo, 2001), de que el bloque de constitucionalidad constituye también un límite a la libertad de configuración del legislador en materia penal. 18 En este sentido, vale la pena reproducir alguna jurisprudencia latinoamericana que recoge dicha noción: “Si bien es cierto que el legislador goza de un margen de configuración normativa al momento de definir qué comportamiento social reviste tal grado de lesividad para determinado bien jurídico que merezca ser erigido en tipo penal, decisión política adoptada con fundamento en el principio democrático y que refleja los valores que rigen a una sociedad en un momento histórico determinado, este margen de discrecionalidad no es ilimitado, por cuanto el bloque de constitucionalidad constituye el límite axiológico al ejercicio del mismo, razón por la cual la definición de tipos penales y de los procedimientos penales debe respetar en un todo el ordenamiento superior en cuanto a los derechos y la dignidad de las personas” (Sentencia C-205 de 2003 de la Corte Constitucional colombiana). Igualmente importante es el hecho de que aunque la jurisprudencia de las instancias internacionales encargadas de interpretar los tratados internacionales plasmados en los Artículos 46 y 71 de la Constitución Política de Nicaragua no forman parte directamente del bloque de constitucionalidad, sí constituyen un valioso criterio hermenéutico no sólo para establecer el contenido de los derechos plasmados en dichos instrumentos internacionales, sino también para establecer el contenido de los derechos fundamentales consagrados en los propios preceptos constitucionales. De tal manera que la ilegitimidad constitucional de la Ley Nº 603 deviene del hecho de que la derogación del aborto terapéutico contradice y violenta los bienes o valores jurídicos integrados en los principios constitucionales, lesiona o menoscaba el contenido de los derechos subjetivos consagrados en la Constitución Política. Pero además, significa que contradice, transgrede u obstaculiza el ejercicio del contenido esencial de los derechos humanos consagrados en los instrumentos internacionales referidos en los Artículos 46 y 71 de nuestra Carta Magna, de conformidad con la interpretación jurisprudencial que de ellos han realizado tanto los órganos nicaragüenses como los órganos internacionales competentes. Consecuentemente, no reconocer lo anterior implica incurrir en graves distorsiones del significado de los principios, valores y derechos consagrados en la Constitución Política y en los reiterados instrumentos internacionales “constitucionalizados”, porque la Ley Nº 603 comete, al menos, las siguientes violaciones constitucionales. 19 IV. Normas constitucionales transgredidas 1.Principios Constitucionales violados a. Principio del Estado Social de Derecho. El Estado nicaragüense está configurado constitucionalmente como un Estado Social y Democrático de Derecho. Si bien esta caracterización se puede deducir de diversos preceptos, se encuentra expresamente consagrada en el Artículo 130 de la Constitución Política como Estado Social de Derecho. En este momento interesa destacar algunos de los significados de su doble adjetivación: como Estado Social y como Estado de Derecho. La relevancia de dichos significados para el presente Recurso, la encontramos en la interpretación sistemática de los Artículos 105, 129 y 130 de la Constitución Política. Algunos autores señalan que el significado constitucional de la cláusula social del Estado se proyecta de distintas maneras (Garrorena Morales: El Estado Español como Estado Social y Democrático de Derecho: 1991). Aplicando esta doctrina al caso nicaragüense se puede afirmar que el carácter de Estado Social tiene, en lo que interesa para el examen de la Ley Nº 603, las siguientes dimensiones: asunción constitucional de la igualdad; regulación constitucional del proceso económico; reconocimiento y garantía de determinadas libertades de contenido económico y social: a la par de las clásicas libertades individuales, el Estado Social constitucionaliza una amplia gama de derechos sociales de los cuales se convierte en gestor y garante. Entonces, el Estado Social implica la superación del carácter negativo de los derechos fundamentales que dejan de ser considerados como autolimitación del poder soberano del Estado, para convertirse en límites que el principio democrático de la soberanía popular impone a los órganos que de ella dependen y en instrumentos jurídicos de control de su actividad positiva. En consecuencia, es necesario incluir en el sistema de los derechos fundamentales no sólo las libertades clásicas, sino también los derechos económicos, sociales y culturales como categorías accionables y no como meros postulados programáticos. Siguiendo esta línea argumentativa, vale decir que el Estado nicaragüense como Estado Social se ha convertido en el gestor de toda clase de prestaciones, servicios y asistencias destinadas a asegurar las condiciones de la existencia humana. Por eso, el Artículo 105 de la Constitución, en su parte conducente, señala que “…Los servicios de… salud… son deberes indeclinables del Estado, que está obligado a prestarlos sin exclusiones, a mejorarlos y ampliarlos… Se garantiza la 20 gratuidad de la salud para los sectores vulnerables de la población, priorizando el cumplimiento de los programas materno-infantil. Los servicios estatales de salud… deberán ser ampliados y fortalecidos…”. Se refiere a un principio rector de la actuación pública que mandata al Estado nicaragüense, en tanto Estado Social, a diseñar, aprobar y aplicar determinadas políticas públicas de salud en favor de la población, sobre todo la más vulnerable. Correlativamente, la Constitución establece en su Artículo 59 un verdadero derecho subjetivo a la salud: “Los nicaragüenses tienen derecho, por igual, a la salud. El Estado establecerá las condiciones básicas para su promoción, protección, recuperación y rehabilitación. Corresponde al Estado dirigir y organizar los programas, servicios y acciones de salud y promover la participación popular en defensa de la misma.” Se trata de un derecho prestacional. El Estado está obligado a establecer las instituciones y dictar las políticas públicas encaminadas a prestar a los nicaragüenses, sin distingos de ningún tipo, el servicio público de salud. Ofrece el fundamento jurídico suficiente para declarar la invalidez de las normas ordinarias que ostensiblemente obstaculicen o dificulten el acceso al servicio de salud. Y una vez establecido, el servicio es directamente exigible frente a restricciones indebidas a su ejercicio. Constituye, por tanto, un límite al legislador que, en todo caso, debe respetar el contenido esencial del derecho a la salud (Haberle: La garantía del contenido esencial de los derechos fundamentales, 2003). Resulta obvio que la derogación del aborto terapéutico, lejos de ampliar y fortalecer los servicios estatales de salud, los debilitan y, más aún, simple y llanamente le niega el derecho a esos servicios a grupos de mayor vulnerabilidad social de la población nicaragüense, como las mujeres, las adolescentes y las niñas de escasos recursos económicos. Por su parte, Estado de Derecho significa sometimiento al ordenamiento jurídico en garantía de la seguridad y libertad de su población. En Nicaragua se encuentra plasmado, entre muchas otras disposiciones, en los Artículos 129 y 183 constitucional. No obstante, la cláusula “Estado de Derecho” no sólo hace referencia a la vinculación del Estado por la norma jurídica, sino sobre todo a ciertas convicciones, principios y creencias que dan todo su sentido a esta limitación del Estado por el Derecho. Así pues, no toda subordinación del Estado a la ley es Estado de Derecho. No lo es, por ejemplo, la que pueda producirse en relación con una ley totalitaria, discriminatoria o arbitraria. 21 En este sentido debe destacarse el concepto de límites a la potestad de configuración del legislador en materia penal, marcados en primer lugar por la prohibición de invadir de manera desproporcionada e irracional los derechos constitucionales. Otra vez resulta fácilmente constatable que la penalización incondicionada de todo tipo de interrupción del embarazo, incluyendo al aborto terapéutico, con el propósito de proteger la vida del nasciturus, menoscaba los fundamentos axiológicos del Estado constitucional nicaragüense y transgrede los límites impuestos al legislador en virtud del principio de juridicidad, ya que sacrifica de manera desproporcionada e irracional los derechos de las mujeres, tales como el derecho a la salud (Artículo 59 Cn.), entre otros, como se explicará más adelante. b. Principios de la Dignidad Humana, de la Libertad, de la Justicia y de la Promoción del Desarrollo Humano. La Constitución nicaragüense señala expresamente en el Título I, Principios Fundamentales, que el Estado asume “la tarea de promover el desarrollo humano de todos y cada uno de los nicaragüenses” (Artículo 4 Cn.) y que la nación nicaragüense tiene como principio fundamental, entre otros, “la libertad; la justicia; el respeto a la dignidad de la persona humana” (Artículo 5 Cn.). Esto quiere decir que en el sistema de valores de la Constitución nicaragüense, la libertad, la dignidad, la justicia y el desarrollo humano son precisamente la base última de la convivencia democrática; es decir, la democracia constitucional nicaragüense no se estima viable si dichos principios no se adoptan como criterios de orientación permanente. El respeto a la dignidad de la persona humana implica que los poderes públicos son un instrumento al servicio de los seres humanos y no al revés. Los seres humanos no deben ser jamás tratados instrumentalmente respecto de los fines y las políticas estatales. Late aquí una visión axiológica del Estado, propia del concepto racional normativo de Constitución, en donde éste no es sólo un conjunto de garantías procedimentales que protege a las personas de los poderes públicos, sino que exige también de estos últimos una actitud de respeto hacia el valor irrepetible de toda vida humana. La promoción del desarrollo humano implica sostener la obligación del Estado no sólo de no interferir, excepto para salvaguardar los derechos similares de los demás, sino también de proteger la libertad que cada persona tiene para 22 trazar por sí misma su propio proyecto vital. Se trata de la proclamación constitucional de que siempre que se respeten los derechos de los demás, cada ser humano es el mejor juez de sus propios intereses. La principal virtualidad jurídica de este principio consiste no solamente en permitir la entrada de nuevos bienes o valores jurídicos, sino además y principalmente, en establecer una auténtica cláusula general de libertad que preside el entero ordenamiento jurídico. Este contenido se refuerza cuando la Constitución señala expresamente en su Artículo 5 el principio de libertad. La cláusula general de libertad (Artículos 4 y 5 Cn.) no sólo vincula a los jueces en su labor interpretativa, sino que también impone límites al legislador. Así, la Asamblea Nacional y el Presidente de la República no gozan de una potestad omnímoda para restringir la libertad de las personas y, en ese sentido, para restringir sus proyectos de vida y el modo en que los desarrollan. No se trata sólo de la libertad personal del Artículo 25.1 Cn., que cubre la libertad física, sino del principio fundamental de una genérica libertad humana como base del orden político nicaragüense. Podríamos entender que cuando el texto constitucional se refiere, en esta última norma citada, a la libertad individual está utilizando el término en su estricta acepción, o sea, en el sentido de la garantía de los ciudadanos de que no serán detenidos o presos de forma arbitraria. Sin embargo, la plasmación del derecho “a la libertad individual”, diferenciado de las garantías frente a la detención arbitraria, que se establecen en el Artículo 33, permite dar a esta acepción un sentido más amplio, como el que emplea el Consejo Constitucional francés, ligado no sólo a la libertad de “ir y venir”, sino también a la intimidad personal y familiar, lo que le ha permitido exigir, en nombre de la libertad individual, garantías de la persona frente a las intromisiones en su ámbito individual (Castillo Masís…et al: Comentarios a la Constitución Política. Parte Dogmática. 1994). Todo en aras de fundamentar precisamente la base del orden social y garantizar su vigencia en favor de las generaciones futuras, para lo cual la Constitución plantea como objetivo de la educación el desarrollo de la personalidad y del sentido de la dignidad de los nicaragüenses (Arto. 116 Cn). La derogación del aborto terapéutico vulnera los principios constitucionales referidos, lo que implica, poner en grave riesgo la vida de las mujeres, en su caso, y, por tanto, reducir su dignidad y su libertad a mera condición de 23 instrumentos de políticas estatales sobre reproducción humana u objetos carentes de la mínima capacidad de decidir sobre su propio destino. c. Principio de Igualdad y de No Discriminación. El significado constitucional de la igualdad tiene diferentes dimensiones en la Constitución nicaragüense: como principio fundamental en el sentido de no discriminación (Artículo 4 Cn.); como derecho subjetivo a la igualdad formal (Artículo 27 Cn.); como directriz a los poderes públicos procurando la igualdad material (Artículo 48 Cn.); y como principio rector de la actuación del Poder Judicial (Artículo 165 Cn.). Así pues, la igualdad se configura como un principio fundamental que proyecta una eficacia trascendente, de manera tal que toda situación de discriminación resulta incompatible con el orden de valores que la Constitución nicaragüense establece. La igualdad no se entiende como simple resultado de la “generalidad” que debe existir en la relación de los ciudadanos con la ley, ni como prohibición de toda diferenciación jurídico-formal, sino como la prohibición de establecer tratamientos diferenciados injustificados, arbitrarios o discriminatorios. Por ende, el problema consiste en determinar el criterio que permite establecer cuándo una diferenciación es o no es discriminatoria. Entonces, del principio de igualdad se derivan los principios de racionalidad y proporcionalidad que justifican la diversidad de trato, mediante la evaluación de la relación que existe entre los fines perseguidos y los medios utilizados para alcanzarlos (Díez-Picazo: Sistema de Derechos Fundamentales, 2003). Ahora bien, si estos límites se predican en cuanto a la prohibición de discriminación proscrita por el principio de igualdad, tienden a operar de manera aún más rigurosa cuando se aplican en relación con criterios de diferenciación expresamente vedados por la Constitución. En otras palabras, las discriminaciones “por motivos de nacimiento, nacionalidad, credo político, raza, sexo, idioma, religión, opinión, origen, posición económica o condición social” (Arto. 27 Cn.), exigen un análisis más exhaustivo por parte los operadores jurídicos para alcanzar los fines y valores constitucionales. La derogación del aborto terapéutico y, eventualmente, otras leyes sancionadoras de ciertas intervenciones médicas que afectan exclusivamente a las mujeres, constituye una violación, por razón de sexo, del principio fundamental y derecho subjetivo de la igualdad, vulnerando con ello la obligación constitucional del Estado nicaragüense de respetar el derecho de las mujeres a no ser discriminadas. 24 En un Estado Social de Derecho como el nicaragüense no se puede entender la igualdad sólo en un sentido jurídico formal (Artículo 27 Cn.), sino también en relación con el Artículo 48 Cn., que compromete al Estado a orientar sus actuaciones en el sentido más adecuado para convertir aquella igualdad formal en una igualdad de hecho. Ello significa no sólo un complemento material del principio de igualdad formal, sino que su alcance va mucho más allá en el sentido de servir de criterio interpretativo sustancial de los demás contenidos constitucionales y de todo el subsiguiente ordenamiento infraconstitucional. Precisamente por eso la Constitución obliga a los órganos jurisdiccionales a interpretar y aplicar el ordenamiento jurídico procurando la igualdad material de todos los nicaragüenses (Artículo 165 Cn.), es decir, de diferentes interpretaciones jurídicas posibles sobre una norma determinada, la interpretación constitucionalmente adecuada es aquélla que mejor realice la igualdad real y efectiva de todos los nicaragüenses. La Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (CEDAW) define la discriminación contra la mujer como “toda distinción, exclusión o restricción basada en el sexo que tenga por objeto o por resultado menoscabar o anular el reconocimiento, goce o ejercicio por la mujer, independientemente de su estado civil, sobre la base de la igualdad del hombre y la mujer, de los derechos humanos y las libertades fundamentales en las esferas política, económica, social, cultural y civil o en cualquier otra esfera.” A partir de este criterio, se debe afirmar categóricamente que la derogación del aborto terapéutico o, en términos normativos, que la Ley Nº 603 viola el principio y el derecho a la igualdad y a la no discriminación por razones de sexo, posición económica o condición social. En efecto, la derogación del aborto terapéutico afecta exclusivamente a las mujeres y, entre éstas, a las que cuentan con menos o ningún recurso económico. d. Principio del Estado Laico. Siguiendo la línea de pensamiento de alguna doctrina española (Peces Barba: La Constitución Española de 1978: Balance de sus 25 años, 2003) se puede afirmar que el Principio de Estado Laico se encuentra consagrado en el Artículo 14 de la Constitución Política nicaragüense: “El Estado no tiene religión oficial”. Que ninguna religión pueda tener carácter oficial significa que el Estado no puede adherirse a ningún credo religioso y que no debe existir confusión alguna entre los fines religiosos y los fines estatales. En virtud del Artículo 14 constitucional, el Estado nicaragüense no puede utilizar valores o intereses religiosos como parámetros para medir la legitimidad 25 jurídica de las actuaciones de los poderes públicos y –aún más importante para el caso que nos ocupa–, que el Estado no puede ni debe diseñar sus políticas públicas, programas o proyectos, ni determinar el contenido de sus normas o actos jurídicos en función de la realización de finalidades religiosas o inspirados en creencias de tal naturaleza. Sin embargo, aunque obviamente se encuentran relacionados, la laicidad del Estado debe distinguirse de las libertades ideológica y religiosa plasmadas en los Artículos 29 y 69 primer párrafo de la Constitución nicaragüense, respectivamente. Tan es así que, sin lugar a dudas, estas libertades ocupan un indiscutido lugar central en la lógica de la democracia constitucional. El constitucionalismo es inconcebible sin pleno respeto a las libertades ideológica y religiosa, pero dista mucho de ser unánime en cuanto a las relaciones entre el Estado y las confesiones religiosas. De hecho existen países de indudable trayectoria democrática, como Inglaterra, en donde se respeta escrupulosamente la libertad religiosa sin consagrar el principio del Estado Laico. La importancia de este principio es tal que no se puede sobredimensionar, si consideramos que se encuentra directamente conectado con el propio carácter democrático del Estado, uno de cuyos principios fundamentales es el pluralismo político, social y étnico plasmado en el Artículo 5 de la Constitución. El Estado nicaragüense tiene prohibido constitucionalmente, en virtud de su carácter laico y según dispone el Artículo 69 Cn. segundo párrafo, impedir a otros el ejercicio de sus derechos por creencias religiosas, precisamente porque el pluralismo reconoce el carácter diversificado de los intereses, las ideologías y las creencias de los distintos sectores de la sociedad. Como señala una doctrina nicaragüense, el carácter laico del Estado reconoce que existen distintas concepciones de la vida, siendo por tanto imposible establecer un código bioético definitivo en el ordenamiento jurídico nacional. El reconocimiento a la existencia de discrepancias valorativas sobre la vida, por tanto, impide el establecimiento de una norma que privilegie el derecho de una concepción de vida potencial, en detrimento de otra ya existente que reclama la prevalencia de su derecho a vivir (Salinas Valle: Inédito). Por ello, se ha llegado a afirmar que el Estado Laico “supone uno de los mayores avances en la conquista de la libertad de los pueblos” (Castillo Masís, et al: Comentarios a la Constitución Política. Parte Dogmática, 1994). Otro elemento que no puede dejar de mencionarse es que una cualidad específica de la democracia consiste en educar a los ciudadanos en el hábito del respeto al pluralismo (Garrorena Morales: El Estado Español como Estado 26 Social y Democrático de Derecho, 1991). Recogiendo estas tesis, y en coherencia con los caracteres democrático y laico del Estado y plural de la sociedad, la Constitución nicaragüense en su Artículo 124 afirma que la educación es laica. La derogación del aborto terapéutico en Nicaragua implica la positivación de creencias religiosas porque, siguiendo una doctrina norteamericana, la condena de la interrupción del embarazo en cualquier circunstancia sólo se puede justificar en clave religiosa (Dworkin: Ética Privada e Igualitarismo Político, 1993). De la Ley Nº 603 se pueden derivar políticas públicas claramente motivadas por determinadas ideas religiosas, lo cual va en detrimento del carácter pluralista de la sociedad, discrimina a quienes no sustentan aquellas ideas y lejos de implicar la transmisión de valores laicos y democráticos, impone, so pena de cárcel, prácticas y conductas humanas que pretenden cumplir con preceptos religiosos, contradiciendo el carácter laico del Estado y de la educación. e. Principio de Aplicación Directa de los Derechos Humanos. Los derechos humanos encarnan valores o bienes jurídicos similares a los que en el nivel interno protegen los derechos constitucionales. Más allá de los usos lingüísticos, lo importante es que esos valores o bienes jurídicos de cuyo respeto son acreedoras todas las personas, son protegidos principalmente por normas y principios propios del Derecho Internacional. En sentido estricto, tanto o más que genuinos derechos subjetivos, los derechos humanos contienen obligaciones exigibles a los Estados. En el caso nicaragüense, los Artículos 46 y 71 Cn. incorporan al derecho interno todos los derechos consagrados en los instrumentos internacionales ahí relacionados, como si de derechos constitucionales propiamente tales se tratara, otorgándoles así la máxima jerarquía normativa y, por tanto, haciéndolos aplicables de manera directa e inmediata por todos los operadores jurídicos. Además, la norma constitucional se adhiere expresamente a los principios que conforman el Derecho Internacional Americano (Artículo 5 in fine Cn). La interpretación sistemática de los Artículos 5, 46 y 71 Cn. constituye una suerte de cláusula general de cierre de todo el sistema de reconocimiento constitucional de los derechos fundamentales y las libertades públicas, a los que se les dota de una coherencia armónica. La importancia de esta declaración general radica en conferir un sentido globalizador, de modo que todos y cada uno de los diferentes derechos han de interpretarse teniendo en cuenta su mutua interrelación, complementándolos y profundizándolos al inscribir el sistema nicaragüense en el orden jurídico internacional. Señala el fundamento del orden 27 jurídico y político nicaragüense y constituye un criterio interpretativo de alto valor jurídico. Además, dota de fuerza expansiva a los derechos humanos, ya que el Estado no sólo se compromete a respetarlos y protegerlos, sino también a promoverlos, es decir, a emprender acciones positivas tendientes a la realización de los derechos (Castillo Masís…et al: Comentarios a la Constitución Política. Parte Dogmática, 1994). Siguiendo con la orientación general del constitucionalismo democrático contemporáneo (Pérez Luño: Derechos Humanos. Estado de Derecho y Constitución. 1999), la Constitución nicaragüense establece mecanismos de tutela de los derechos y libertades consagrados constitucionalmente de manera directa, o a través de los instrumentos internacionales. Especial importancia en este tema cobran, dado que confieren el máximo grado de protección de los derechos, las garantías jurisdiccionales dirigidas a asegurar una vigencia efectiva de los mismos. La Carta Fundamental ha otorgado notorio relieve al papel que corresponde a los órganos jurisdiccionales, encabezados por la Corte Suprema de Justicia, en la salvaguarda de los derechos inherentes a la persona humana. Precisamente por ello establece taxativamente que la administración de justicia se rige, entre otros principios, por el de la protección y tutela de los derechos humanos mediante la aplicación de la ley en los asuntos o procesos de su competencia (Artículo 160 Cn.). De tal manera que todos los órganos jurisdiccionales sin excepción se encuentran inexcusablemente vinculados por mandato constitucional no sólo a aplicar directamente los derechos humanos, sino también a inaplicar o declarar inconstitucional, en su caso, cualquier acto o norma, como es el caso de la Ley Nº 603, que transgreda ostensiblemente el contenido de los derechos positivados constitucionalmente o integrados en los instrumentos internacionales de derechos humanos referidos en los Artículos 5, 46 y 71 Cn. f. Principio de Democracia Participativa. El Estado nicaragüense se fundamenta en el principio político democrático de la soberanía popular (Artículo 2 Cn.). La voluntad del pueblo es la fuente de legitimidad del ejercicio del poder político; legitimidad que se expresa, principalmente, a través del libre ejercicio del sufragio universal para elegir a las autoridades encargadas de la dirección política de la sociedad. Éste es el carácter representativo de la democracia. El concepto y la técnica de la representación política aparecen así como fundamentales para la misma posibilidad de un Estado constitucional democrático. De hecho, la democracia representativa es hoy un elemento característico de todos los Estados constitucionales. 28 La Constitución nicaragüense, sin embargo, posee un concepto de democracia que no se agota con los caracteres del régimen representativo, sino –todo lo contrario–, integra un sinnúmero de elementos que destacan, a la par del modelo representativo, un cierto sesgo en favor de la democracia directa. El mismo Artículo 2 constitucional señala, en su parte conducente: “…El poder político lo ejerce le pueblo por medio de sus representantes libremente elegidos por sufragio universal, igual, directo y secreto, sin que ninguna otra persona o reunión de personas pueda arrogarse este poder o representación. También podrá ejercerlo de manera directa por medio del referéndum y del plebiscito y otros procedimientos que establezcan la presente Constitución y las leyes.” Coherente con esta disposición, el Artículo 7 constitucional califica la democracia nicaragüense como “participativa y representativa”. A efecto de hacer viable el carácter democrático participativo del régimen político nicaragüense, la Constitución consagra en diversos preceptos una amplía gama de derechos de organización y participación de los nicaragüenses. Entre ellos cabe destacar, para el caso de determinar la ilegitimidad de la Ley Nº 603, el derecho consagrado en el Artículo 50 constitucional: “Los ciudadanos tienen derecho de participar en igualdad de condiciones en los asuntos públicos y en la gestión estatal.” El contenido del derecho de participación en los asuntos públicos fue desarrollado por la Ley de Participación Ciudadana, que dispone la obligación de que toda ley sea sometida a consulta de la ciudadanía en general y de sectores sociales o individuos interesados en particular (Artículos 9 y 15). Se trata, pues, el derecho contenido en el Artículo 50 Cn., de uno de los llamados doctrinariamente derechos de configuración legal (Díez-Picazo: Sistema de Derechos Fundamentales, 2003). Conviene subrayar que estamos frente a un derecho fundamental y por tanto de rango constitucional, no un derecho creado por el legislador ordinario. De tal manera que cualquier norma o acto que contradiga la configuración legal del derecho constitucional estaría vaciando de contenido e impidiendo la plena efectividad de un mandato constitucional. Con la aprobación de la Ley Nº 603 se violó el principio democrático del Estado nicaragüense en su vertiente participativa, no sólo porque no se consultó dicha ley con los sectores más directamente involucrados con la misma, sino porque se negó la petición de asociaciones de mujeres y profesionales de la salud, que conforme el Artículo 52 Cn. expresamente solicitaron la no aprobación de la referida Ley basados en argumentos científicos y datos estadísticos que categóricamente demostraban los perjuicios que la derogación del aborto terapéutico les causaría. 29 g. Principio de Supremacía Constitucional. El concepto racional-normativo de Constitución supone, entre otras cosas, la ordenación de los Poderes del Estado por ella misma y tiene como consecuencia que los mismos se encuentran sometidos a los mandatos constitucionales. Esto significa que los mandatos de los Poderes del Estado no pueden contradecir los mandatos de la Constitución que los crea y regula. Los Poderes del Estado derivan su legitimidad de la Constitución que es la norma que los habilita para actuar. Si un Poder del Estado actúa fuera de los límites fijados por la Constitución, su actuación no puede considerarse legítima, pues carecerá de base o justificación en Derecho (López Guerra: Introducción al Derecho Constitucional, 1994). La noción anterior se encuentra recogida en el Artículo 182 de la Constitución nicaragüense: “La Constitución Política es la carta fundamental de la República; las demás leyes están subordinadas a ella. No tendrán valor alguno las leyes, tratados, órdenes o disposiciones que se le opongan o alteren sus disposiciones.” Por lo tanto, la Constitución se configura como norma suprema del ordenamiento jurídico. La supremacía constitucional se manifiesta, por un lado, en la determinación formal de cómo deben crearse y funcionar los poderes públicos, que deberán atenerse en sus procedimientos de actuación a los mandatos constitucionales. Pero además, la supremacía constitucional es una supremacía material, es decir, los poderes públicos no podrán actuar en contravención de los principios y valores establecidos por la Constitución. Ésta, pues, se configura a la vez como norma habilitadora de la actividad de los poderes públicos y como límite de su actuación. La importancia práctica de esta supremacía se traduce en la posibilidad de declarar inconstitucionales las normas y los actos que contradigan o lesionen los principios, los valores, los derechos y los demás bienes jurídicos consagrados constitucionalmente. Así, pues, la violación de los principios y derechos constitucionales arriba señalados y de los derechos constitucionales que a continuación se señalan que comete la Ley Nº 603 implica, a su vez, la violación en sí mismo del principio de supremacía constitucional plasmado en el Artículo 182 de la Carta Magna. 2. Derechos Constitucionales violados a. Derecho a la vida. La Constitución de Nicaragua plasma en su Artículo 23: “El derecho a la vida es inviolable e inherente a la persona humana.” El bien jurídico protegido es el carácter valioso de toda vida humana, es decir, la convicción de que toda vida humana es digna de ser vivida. El derecho a la vida constituye el soporte físico de todos los demás derechos fundamentales y en 30 cuanto derecho subjetivo, presenta la peculiaridad de que toda violación del mismo tiene carácter irreversible porque implica la desaparición del titular del derecho. Por ello, el derecho a la vida se traduce en la imposición de ciertos deberes al Estado, entendido en su sentido amplio de conjunto de los poderes públicos: el deber de no violar ni amenazar por sí mismo la vida humana y el deber de protegerla efectivamente frente a agresiones de los particulares. La derogación del aborto terapéutico, so pretexto de proteger la vida del nasciturus, implica una grave amenaza por parte del propio Estado al derecho a la vida de las mujeres embarazadas en su caso. Diversos valores y principios constitucionales exigen que cuando el legislador decide regular la interrupción del embarazo debe ponderar los intereses en juego, que en determinados eventos pueden colisionar: por una parte la vida en gestación, bien que goza de relevancia constitucional y en esa medida debe ser objeto de protección; y por otra parte los derechos de la mujer embarazada. En todo caso, la prohibición total del aborto resulta inconstitucional, porque bajo ciertas circunstancias impone a la mujer encinta una carga inexigible que anula sus derechos fundamentales. La penalización del aborto en todas las circunstancias implica la completa preeminencia de uno de los bienes jurídicos en juego, la vida del nasciturus, y el consiguiente sacrificio absoluto de todos los derechos fundamentales de la mujer embarazada, lo que sin duda resulta a todas luces inconstitucional. En la Constitución nicaragüense coexisten distintos valores, principios y derechos constitucionales, ninguno de los cuales posee carácter absoluto ni preeminencia incondicional frente a los restantes. Y se hace necesario, mediante un juicio de ponderación, la aplicación del principio de proporcionalidad como instrumento para resolver las colisiones entre normas con estructura de principios o derechos subjetivos. La derogación del aborto terapéutico exige irracionalmente a la mujer embarazada, el sacrificio consciente –y muchas veces inútil– de los derechos y características más esenciales de la propia naturaleza humana: su libertad, su privacidad, su salud, su posibilidad de desarrollo, su derecho a convivir con y cuidar de su familia, e incluso hasta su propia vida. Ello supone desconocer completamente su dignidad y reducirla a un mero receptáculo de la vida en gestación, carente de derechos o de intereses constitucionalmente relevantes que ameriten protección. Por eso, la Ley Nº 603 no sólo es inconstitucional, sino también inhumana. 31 La Ley Nº 603 viola también el Artículo 3 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el Artículo I de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; el Artículo 6.1 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas; el Artículo 4.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos; y el Artículo 6 Numerales 1 y 2 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. b. Derecho a la Privacidad Personal y Familiar. El Artículo 26 Numeral 1 de la Constitución Política señala que toda persona tiene derecho a su vida privada y a la de su familia. El bien jurídico protegido por este derecho es un ámbito propio y reservado cuya efectiva existencia es necesaria para alcanzar una calidad mínima de vida humana. Consiste, esencialmente, en la facultad de excluir del conocimiento ajeno cualesquiera hechos comprendidos dentro del mencionado ámbito propio y reservado. Como mínimo, éste comprende los siguientes aspectos: la intimidad corporal, referida a aquellas partes del cuerpo que, según las pautas sociales imperantes en determinado momento y lugar, deben estar excluidas de la observación ajena; las informaciones relativas a la salud y a las vicisitudes médico-sanitaria, que no pueden ser divulgadas sin consentimiento de la persona afectada; las preferencias y conductas sexuales; los hábitos, costumbres y comportamientos no ilícitos que, individual o colectivamente, se suscitan dentro del seno familiar. Lo que se pretende con este derecho es que la persona pueda controlar el acceso a y la divulgación de información sobre su vida privada y la de su familia. Aquí es indiferente que la imputación de un hecho sea veraz o no lo sea. El derecho a la privacidad resulta vulnerado por la imputación de un hecho susceptible de ser integrado en aquel ámbito privado y reservado de cada persona, por muy veraz que sea. Es el consentimiento propio el elemento decisivo. Si hay consentimiento para la obtención y/o divulgación de la información, no hay violación. Si no hay consentimiento, en principio hay violación, aunque la información se haya obtenido de manera legítima. Si la derogación del aborto terapéutico en Nicaragua implica la penalización de la interrupción del embarazo en cualquier circunstancia, significa también la obligación del personal de las instituciones de salud de denunciar o, como mínimo, la posibilidad de divulgar hechos o circunstancias que pertenecen exclusivamente a la esfera privada de la mujer afectada y, en todo caso, de la familia a la que pertenece. La Ley Nº 603, pues, constituye una intromisión 32 ilegítima en el derecho a la privacidad de la vida personal y familiar de la mujer embarazada y, por tanto, una violación del Artículo 26 Numeral 1 Cn. La Ley Nº 603 viola también el Artículo 12 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el Artículo V de la Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; el Artículo 17.1 del Pacto de los Derechos Civiles y Políticos de las Naciones Unidas; el Artículo 11.2 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos; y el Artículo 16.1 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. c. Derecho a la Integridad Personal y Proscripción de la Tortura y Tratos Crueles, Inhumanos o Degradantes. El Artículo 36 de la Carta Fundamental señala: “Toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie será sometido a torturas, procedimientos, penas ni a tratos crueles, inhumanos o degradantes. La violación de este derecho constituye delito y será penado por la ley.” El derecho a la integridad física protege frente a las intervenciones sobre el cuerpo no consentidas por el titular del derecho, independientemente de que la intervención tenga mayor o menor intensidad y pueda o no suponer un riesgo para la vida o la salud del individuo, pero sí debe suponer una lesión o menoscabo en el cuerpo, por mínima que ésta sea. La integridad síquica y moral protege frente a actuaciones que aunque no comporten lesiones o menoscabo en el cuerpo, constituyen agresiones destinadas a humillar, envilecer, denigrar, atentar contra la dignidad de las personas o convertir en inhumano el ejercicio del derecho a la vida. Las torturas y las penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes son, en su significado jurídico-constitucional, nociones graduales en una misma escala que denotan causación, sean cuales fueran los motivos y fines, de padecimientos físicos o psíquicos ilícitos y producidos de modo vejatorio con la intención de doblegar la voluntad de la persona que los sufre o al margen de dicha voluntad. Negar a la mujer embarazada su derecho a practicarse un aborto terapéutico, implica obligarla, contra sus propias creencias, deseos y aspiraciones, a soportar el menoscabo de su dignidad, de su libertad, del disfrute de su familia, con riesgo de su salud, de su estabilidad psíquica y de su propia vida. Y si, cuando se niega a soportar esa carga a todas luces excesiva e inhumana, el Estado la persigue y la condena a sufrir cárcel, no puede llamarse de otra manera que tortura, crueldad y degradación humana. La Ley Nº 603 viola el derecho contenido en el Artículo 36 de la Constitución Política de Nicaragua. 33 La Ley Nº 603 viola también el Artículo 5 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; el Artículo I La Declaración Americana de Derechos y Deberes del Hombre; el Artículo 7 del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos de la Organización de las Naciones Unidas; y el Artículo 5.2 de la Convención Americana de Derechos Humanos de la Organización de Estados Americanos. d. Derecho a la Salud. El Artículo 59 constitucional proclama: “Los nicaragüenses tienen derecho, por igual, a la salud. El Estado establecerá las condiciones básicas para su promoción, protección, recuperación y rehabilitación. Corresponde al Estado dirigir y organizar los programas, servicios y acciones de salud y promover la participación popular en defensa de la misma. Los ciudadanos tienen la obligación de acatar las medidas sanitarias que se determinen.” El ejercicio de este derecho implica, según el concepto de salud definido por la Organización Mundial de la Salud, el disfrute del más alto nivel de bienestar físico, psíquico y social, por lo cual la protección de la salud no se limita sólo a aspectos exclusivamente médicos, sino que presenta una multiplicidad de aspectos. En efecto, la salud tiene, al menos las siguientes vertientes: Salud Pública. En este aspecto, el derecho a la salud aparece íntimamente relacionado con la obligación del Estado de llevar a cabo una política sanitaria que asegure el mayor nivel de salud colectiva posible. De acuerdo con el principio interpretativo Pro Libertatis, la amplitud del concepto de salud que ofrece la Organización Mundial de la Salud y la regulación constitucional del Artículo 59, se integra sin la menor duda dentro del derecho a la salud, el derecho a recibir los servicios adecuados de atención de la salud que permitan los embarazos y partos sin riesgos y la oportunidad de tener hijos sanos (Flores Mejía: Salud Sexual y Reproductiva en Ginecología y Obstetricia, 1997); y Asistencia médica y sanitaria en caso de enfermedad. En este aspecto, el derecho a la salud está fuertemente unido al establecimiento de un sistema de seguridad social que proteja a los ciudadanos frente a la contingencia de enfermedad. Como se señaló anteriormente, cuando se explicaban las violaciones al principio del Estado Social de Derecho, se trata de un derecho prestacional, pero con un importante valor jurídico normativo como parámetro de validez de las normas ordinarias y como derecho subjetivo directamente alegable, una vez que se establece el servicio público correspondiente. La derogación del aborto terapéutico impide el acceso de la mujer embarazada a los servicios sanitarios necesarios para proteger su salud y muchas 34 veces, incluso, para intentar preservar su derecho a la vida. Por tanto, viola el Artículo 59 de la Constitución Política nicaragüense. La Ley Nº 603 viola también el Artículo 25.1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos; Artículo XI de la Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; el Artículo 12.1 del Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; y el Artículo 24 Numeral 1 de la Convención Internacional de los Derechos del Niño. V. Conclusiones Las violaciones constitucionales en que incurre la Ley Nº 603, según se ha dejado claramente expuesto, se agravan al considerar la función de los derechos fundamentales en el constitucionalismo democrático contemporáneo. Todos los derechos constitucionales violados por la Ley Nº 603, y los demás consagrados en la Constitución Política, poseen una naturaleza multidimensional definitivamente vertebradora de todo el régimen jurídico-político nicaragüense. Constituyen verdaderos derechos subjetivos, tanto en su vertiente negativa de derechos de defensa como en su vertiente positiva de derechos de prestación. Pero también constituyen la expresión de un sistema de valores concretos que cumple importantísimas funciones en el Estado constitucional democrático (Aparicio Pérez: Derechos Constitucionales y Formas Políticas, 2001). En primer lugar, legitiman al ordenamiento jurídico; en segundo lugar, proporcionan criterios para la interpretación de todo el ordenamiento jurídico. Y finalmente, se convierten en un elemento integrador de primer orden. Si la Constitución reconoce el pluralismo social, los derechos afirman el carácter nacional de los valores y fines que orientan el destino de los pueblos. La Ley Nº 603 de derogación del aborto terapéutico, menoscaba o transgrede tan básicos principios y elementales derechos subjetivos, que su sola vigencia obstaculiza –incluso– la propia viabilidad del Estado nicaragüense, conforme con los valores del constitucionalismo democrático contemporáneo y de los principios del Derecho Internacional de los Derechos Humanos. Como se dijo, del Artículo 46 de la Constitución nicaragüense resulta que las disposiciones de los tratados citados forman parte de la legislación nacional, puesto que se da un mandato que inscribe el sistema nicaragüense de protección dentro del orden jurídico internacional. El incumplimiento de las normativas internacionales se produce porque los gobiernos obligados a cumplirlas no 35 reconocen que los tratados de Derechos Humanos poseen particularidades que los distinguen de los tradicionales. En éstos, sean multilaterales o bilaterales, los Estados partes persiguen un intercambio recíproco de beneficios y ventajas y buscan mantener una correlación entre los derechos y los deberes que asumirán, procurando que exista un cierto equilibrio entre las partes contratantes. En las convenciones relativas a los Derechos Humanos no puede considerarse que su objeto y fin sea equilibrar recíprocamente intereses entre los Estados. Por el contrario, persiguen el establecimiento de un orden público común a las partes que no tiene por destinatario a los Estados, sino a los individuos (Silva Pérez: Los Derechos de las Mujeres en Nicaragua… Tienen género?, Inédito). La Corte Interamericana de Derechos Humanos ha señalado que “... los tratados concernientes a esta materia están orientados, más que a establecer un equilibrio de intereses entre Estados, a garantizar el goce de derechos y libertades del ser humano”, enfatizando que dichos instrumentos “... no son tratados multilaterales del tipo tradicional concluidos en función de un intercambio recíproco de derechos, para el beneficio mutuo de los Estados contratantes. Su objeto y fin son la protección de los derechos fundamentales de los seres humanos independientemente de su nacionalidad, tanto frente a su propio Estado como frente a los otros Estados contratantes. Al aprobar estos tratados sobre derechos humanos, los Estados se someten a un orden legal dentro del cual ellos, por el bien común, asumen varias obligaciones, no en relación con otros Estados, sino hacia los individuos bajo su jurisdicción” (Opinión Consultiva OC-1/81). El principio de supremacía constitucional hace evidente que no es el mismo efecto interno e internacional producido por la ratificación de un tratado internacional general, que el de un tratado de protección de Derechos Humanos, a los que los constituyentes se han preocupado por darle ese especial tratamiento. Es precisamente esta naturaleza particular la que justifica la forma privativa que diversas Constituciones le otorgan a los derechos internacionalmente protegidos por tratados, entre las que se encuentra la nicaragüense de 1987 que, como se dejó plasmado, consagra en su Artículo 46 la tutela efectiva de los derechos inherentes a la persona humana y de la vigencia de los instrumentos internacionales que reconocen esos derechos. En consecuencia, la declaratoria de inconstitucionalidad de la referida Ley Nº 603, constituye una urgente necesidad no sólo para las mujeres, sino para todos los ciudadanos y para el propio Estado Social y Democrático de Derecho nicaragüense. 36 VI. Petición Por todo lo anteriormente expuesto, y estando en tiempo, en nuestro carácter de ciudadanas, con fundamento en el Artículo 187 de la Constitución Política y en el Artículo 6 de la Ley de Amparo vigente, recurrimos ante Vos solicitando que se DECLARE LA INCONSTITUCIONALIDAD DE LA LEY No. 603 “LEY DE DEROGACIÓN AL ARTICULO 165 DEL CÓDIGO PENAL VIGENTE” por considerarla violatoria de los Artículos 2, 4, 5, 7, 14, 23, 25.1, 26.1, 27, 29, 36, 46, 48, 50, 52, 59, 69, 71, 105, 116, 124, 129, 130, 160, 165, 182 y 183 de la Constitución Política, Recurso que interponemos contra los titulares de los órganos que emitieron la referida Ley, siendo en este caso el Presidente de la Asamblea Nacional, cargo ejercido al momento de su aprobación, por el Ingeniero EDUARDO GÓMEZ LÓPEZ; y el Presidente de la República, cargo ejercido al momento de su sanción, promulgación y publicación, por el Ingeniero ENRIQUE BOLAÑOS GEYER. Acompañamos las copias de ley necesarias para la tramitación del presente Recurso e igual número de fotocopias de La Gaceta, Diario Oficial, No. 224 del 17 de noviembre del año 2006 en la que aparece publicada la Ley No. 603 señalada en esta petición. Solicitamos se sigan los trámites establecidos en la Ley No. 49, Ley de Amparo. Señalamos para oír notificaciones la sede del CENTRO DE DERECHOS CONSTITUCIONALES “Carlos Núñez Téllez”, que sita en esta ciudad, del Portón del Hospital “Alejandro Dávila Bolaños” 20 varas al suroeste. Managua, doce de enero de dos mil siete. Patricia Amanda Orozco Andrade Sofía Isabel Montenegro Alarcón Ana María Pizarro Jiménez Ana Evelyn Orozco Andrade Martha Yllesca Altamirano Violeta Vanessa Delgado Sarmiento 37 Listado de personas que interpusieron el Recurso por inconstitucionalidad contra la Ley 603 Personas Abigail Figueroa Díaz Ada Esperanza Silva Pérez Adaly Elizabeth Ordóñez Urbina Adolfo José Acevedo Vogl Alba Nubia García Osorio Albertina Urbina Zelaya Ana Evelyn Orozco Andrade Ana María Pizarro Jiménez Ana Mercedes Obando Mairena Ana Otilia Quirós Víquez Antonia Chavarría Jarquín Antonia del Socorro Reyes Aquiles Antonio Parajón Loredo Aracelly de Jesús Espinoza Martínez Areli del Carmen Espinoza Mendoza Arlena de Jesús Lugo Obando Aymara Pineda Barahona Balquiria Castillo Poveda Bernardo José Zúniga Bertha Inés Cabrales García Bismarck Antonio Moraga Peña Blanca Rosa Siézar Blanca Zulema Cortez Robles Byron Ticay Alvarado Carolina Lisseth Mairena Nicaragua Cecilia del Rosario Rivas Castillo Cecilia del Socorro de Trinidad Barbosa 38 Dareysa María Rothschu Dávila Denis Humberto Meléndez Aguirre Diedrich José Carrasco Flores Domingo Ortiz Ruiz Donald Ubaldo Méndez Quintana Dora Odily Zeledón Zeledón Dulce María Morán Castillo Edel del Carmen Latino Vivas Eduardo Javier Avilés Salmerón Eduardo Ramón Castellón Vega Elheanor Guadalupe Quinto Castellón Erick Raúl Blanco Rojas, Erika Vessenia Castillo Zamora Erwin Morales Ruiz Esperanza del Socorro Núñez Tenorio Estebana del Socorro Ortega Hurtado Fátima Herenia Amaya Parrales Guillermo Antonio Vega Sánchez Haydee Isabel Castillo Flores Hazel Dahel Bojorge Reyes Helen María Hernández López Hermógenes Leonel Treminio Icskra Tamara Díaz Montano Indiana Victoria Abarca Hernández Irma Marlene Sánchez Irma Ramona Gutiérrez Ponce Iván García Marenco James Campbell Jerez Jamileth del Carmen Chavarría Mendieta Javier Alejandro Muñoz López Jeimy Alejandra Campbell Cabrera Jerónimo Israel Herrera Meza Jessenia Ninoska González Morales José Humberto Hernández Morán José Tomás Vega Sánchez Josefa Georgina Muñoz Pavón Juan Benicio Jiménez Vásquez Juan Carlos Martínez Vásquez Juan Carlos Paguaga Martínez Juana Antonia Jiménez Martínez Juana del Socorro López García Karla Liseth Altamirano García Karla Rebeca Bermúdez Ulloa Kenia Ninoska Ruiz Gallardo kenia Regina Sánchez Vado Keyla Yahosca Espinoza Pineda Laura Baumeister De Montis Leandra Francisca Pérez Villega Leonor Araceli Zúniga Gutiérrez Linda Yeazmina Sánchez Corea Lindabeth Fátima Fariñas Corea Luz Marina García Sequeira Magda Mercedes Torres Castillo Marcia del Socorro Castellón Herrera María Antonia Molina Cruz María Bolt González María del Carmen Castillo Meneses María Elena De Montis Solís María Eugenia Alonso De La Llana María Eugenia González Espinoza María Guadalupe Gómez Morales María Inés Rivera Vílchez María Justina Rivas Bravo María Luisa Zeas López María Mercedes Pérez Hernández, Marina del Carmen Arias Flores Mario José Gutiérrez Morales Mario Yader Quintana Flores Marlen Auxiliadora Chow Cruz Marlene Ponce Espino Marta Lucía Martínez Monje Martha Dolores Avalos Martha Esperanza Reynoso Velásquez Martha Estela López Sandoval Martha Eugenia Munguía Alvarado Martha Fabiola Reyes Soza Martha Lorena Ambota López Martha Lorena Cabrera Lainez Martha Rosa Bonilla Zapata Martha Yllesca Altamirano Marvin Mayorga Norori 39 Mayra Sirias Michelle Osiris Canales Rodriguez Miriam Azucena Emes Ferrey Modlyn Albertino West Centeno Mónica del Carmen Zalaquett Daher Montserrat Fernandez Piñón Natalia Yarigni Ruiz Orozco Nelly María Miranda Miranda Nidia del Socorro Loredo Pérez Nígel Jairisinho Molina Vásquez Nora del Carmen Meneses Mendoza Norma Elena Chavarría Mendieta Nubia Cristina Orozco Ríos 40 Rosario Adriana Dávila Morán Rosario de los Ángeles Flores Rossana Baumeister De Montis Rubén Reyes Jirón Sandra María Miranda Sandra María Sevilla Santos Espinoza Aguilar Sergio José García Quintero Shalom Eben Bello Díaz Sheyla Reyes Aguilar Silvio Enrique Prado Ortiz Silvio Policarpo Gutiérrez Baca Sofia Isabel Montenegro Alarcón Olga María Méndez Olimpia del Socorro Morales Cajina Oscar Danilo Pérez Oswaldo José Montoya Tellería Tatiana del Socorro Sequeira Teresita de Jesús Mayorga Rodríguez Verónica Antonia Chavarría Baca Violeta Mercedes Granera Padilla Violeta Vanessa Delgado Sarmiento Vladimir Ernesto Reyes García Patricia Amanda Orozco Andrade Wilber Antonio González Gutiérrez Ramón de Jesús Meneses Martínez Ramón Ezequiel Guido Romero Reyna Isabel Rodríguez Palacios Reyna Xiomara Luna Doña Ricardo José Zambrana Godoy Rodolfo José Navarrete Arias Rosa Alpina Chavarría Mendieta Rosa Emilia Ruiz Ruiz Rosa María Mendoza Mendoza Rosa Pérez Borges Xiomara del Carmen Hernández Vivas Yalani Catarina Zamora Aguirre Yamilet de la Concepción Mejía Palma Yamileth del Carmen Molina Flores Yaoska Lucía López Aburto Yovira Merlo Gómez Organizaciones Asociación de Hombres contra la Violencia (AHCV) Asociación de Mujeres Nicaragüense Luisa Amanda Espinoza (AMNLAE) Casa de la Mujer de Bocana de Paiwas Centro de Derechos Constitucionales Red de Mujeres Chinandega CISAS Coordinadora Civil CREA Iniciativa por la Diversidad Sexual FUNIC Mujer Movimiento Autónomo de Mujeres Movimiento Autónomo de Mujeres Nueva Segovia Red de Mujeres contra la Violencia Red de Mujer Rivas SI-Mujer Profesiones Trabajador social Educador Estudiantes Contador Licenciada en Derecho Administrador de Empresas Licenciada en Administración de Empresas Master en Administración y Dirección de Empresas Abogada Médica Dirección de Empresas Enfermera Licenciada en Estadística Maestra de educación primaría Oficinista Licenciado en Relaciones Internacionales Licenciada en Psicología Actor teatrista Comerciante Contadora Ama de casa Educadora en Salud Contadora Pública Bibliotecóloga Licenciada en Pedagogía y Economía Arquitecto Economista Licenciado en Educación Licenciado en Ciencias Sociales Chef Ejecutivo Teólogo Socióloga Operadora de Microcomputadora Publicista Licenciada en Comunicación Social Periodista Especialista en Ginecología y obtestricia Licenciada en Matemáticas Ingeniera Agrícola Master en Salud Publicista 41 Docente Filóloga Secretaria Ejecutiva Médica y cirujana Mecánico Técnico de mantenimiento Conductor Vigilante Licenciada en Mercadeo Mercadotecnista Municipios, Departamentos y Regiones Managua León Chinandega 42 Bocana de Paiwas, RAAS Rivas Estelí Jinotepe, Carazo Ticuantepe, Managua Masaya Matagalpa Mateares, Managua Ocotal, Nueva Segovia Juigalpa, Chontales Ciudad Sandino, Managua Tuma-La Dalia, Matagalpa Jinotega Granada Ciudad Darío, Matagalpa 43 44