Mycobacterium Descripción general Las especies «tuberculosas» o «típicas» de Mycobacterium, como M. tuberculosis, M. bovis, M. africanum y M. leprae, tienen únicamente reservorios humanos o animales y no se transmiten por el agua. Por el contrario, las especies «no tuberculosas» o «atípicas» de Mycobacterium habitan naturalmente diversos medios acuáticos. Estos bacilos aerobios acidorresistentes proliferan lentamente en ambientes acuáticos propicios y en medios de cultivo. Son ejemplos típicos las especies M. gordonae, M. kansasii, M. marinum, M. scrofulaceum, M. xenopi, M. intracellulare y M. avium, así como las de crecimiento más rápido M. chelonae y M. fortuitum. Se ha utilizado la expresión «complejo M. avium» para nombrar un grupo de especies patógenas que incluye M. avium y M. intracellulare. Sin embargo, otras micobacterias atípicas también son patógenas. Un rasgo distintivo de todas las especies de Mycobacterium es su pared celular con un elevado contenido lipídico, y esta característica permite identificarlas mediante tinciones acidorresistentes. Efectos sobre la salud humana Las especies atípicas de Mycobacterium pueden causar distintas enfermedades que afectan al esqueleto, los ganglios linfáticos, la piel y los tejidos blandos, así como a los aparatos genitourinario, digestivo y respiratorio. Las manifestaciones incluyen neumopatías, úlcera de Buruli, osteomielitis y artritis séptica en personas sin factores predisponentes conocidos. Estas bacterias son una de las causas principales de infecciones diseminadas en pacientes inmunodeprimidos y son una causa frecuente de muerte en personas infectadas por el VIH. Fuentes y prevalencia Las micobacterias atípicas proliferan en diversos ambientes acuáticos propicios, especialmente en biopelículas. Una de las especies más frecuentes es M. gordonae, y otras especies que se han aislado del agua son M. avium, M. intracellulare, M. kansasii, M. fortuitum y M. chelonae. Puede haber concentraciones altas de micobacterias atípicas en sistemas de distribución tras someterse a circunstancias que despeguen las biopelículas, como el purgado o las inversiones del flujo de agua. Son relativamente resistentes al tratamiento y a la desinfección, y se han detectado en sistemas de distribución de agua de consumo con una buena gestión y mantenimiento, con RHP inferiores a 500 microorganismos por mililitro y con residuos de cloro de hasta 2,8 mg/l. La proliferación de estos microorganismos en biopelículas disminuye la eficacia de la desinfección. En un estudio se detectaron los microorganismos en el 54% de las muestras de hielo y en el 35% de las de agua de consumo público. Vías de exposición Al parecer, las vías principales de infección son la inhalación, el contacto y la ingestión de agua contaminada. Se han asociado infecciones ocasionadas por diversas especies con su presencia en las aguas de consumo. En 1968, una endemia de infecciones de M. kansasii se asoció con la presencia de los microorganismos en el agua de consumo, y la propagación de los microorganismos se asoció con los aerosoles generados por cabezas de ducha. En Rótterdam (Países Bajos), una investigación sobre el aislamiento frecuente de M. kansasii en muestras clínicas reveló la presencia de las mismas cepas en el agua de grifo, según se confirmó mediante lisotipia y por la detección de una débil actividad de nitrato-reductasa. Un aumento del número de infecciones por el complejo M. avium en Massachusetts (EE. UU.) también se ha atribuido a su presencia en el agua de consumo. En todos estos casos, sólo ha habido evidencias circunstanciales de una relación causal entre la presencia de las bacterias en el agua de consumo y las enfermedades humanas. Se han relacionado casos de infección con agua contaminada en bañeras de hidromasaje. Relevancia de su presencia en el agua de consumo Dada la detección de micobacterias atípicas en el agua de consumo y las vías de transmisión identificadas, las aguas de consumo son una fuente de infección verosímil. Hay pocos datos sobre la eficacia de las medidas de control que podrían aplicarse para disminuir el riesgo potencial derivado de estos microorganismos. Un estudio demostró que una planta de tratamiento de agua puede conseguir una reducción del 99% de la concentración de micobacterias del agua bruta. Las micobacterias atípicas son relativamente resistentes a la desinfección. Una concentración persistente de desinfectante residual reducirá la concentración de micobacterias en el seno del agua, pero no es probable que actúe eficazmente contra los microorganismos presentes en biopelículas. Mediante medidas de control diseñadas para limitar la formación de biopelículas, como el tratamiento para optimizar la eliminación del carbono orgánico, la restricción del tiempo de residencia del agua en los sistemas de distribución y el mantenimiento de concentraciones residuales de desinfectantes, se puede conseguir reducir la proliferación de estos microorganismos. Las micobacterias no se detectan mediante técnicas de RHP, por lo que el análisis de E. coli (o bien de coliformes termotolerantes) no es un índice adecuado de la presencia o ausencia de este microorganismo. Referencias seleccionadas Bartram J et al. (eds.), 2003: Heterotrophic plate counts and drinking-water safety: the significance of HPCs for water quality and human health. 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