JDLFAKJLASFJALJKJKLJLK 12 OPINION Qué se pretende con el libre comercio La gente ha escuchado en estos días hablar muchísimo de las necesidades y bondades del libre comercio. También de las diferentes combinaciones en relación al Mercosur, el Nafta, y cuál de todas las posibilidades resulta más conveniente. Es que las pretensiones de abrir las fronteras hasta llegar a conformar un bloque continental de libre ingreso y egreso de mercaderías fue el eje de la visita que realizó hasta ayer el presidente norteamericano Bill Clinton al país. El jefe de la Casa Blanca, ya en Brasil el lunes y martes pasado, mantuvo un interesante contrapunto con el presidente de ese país integrante del Mercosur, Fernando Henrique Cardoso. Es que hoy por hoy se trata de que compita un Norte desarrollado con esta región en la que países como la Argentina, ni siquiera han logrado imponer un perfil industrial. Se sabía en las vísperas que la gira de Clinton era una campaña en favor del “fast traks”, que en estos momentos está a consideración del Congreso norteamericano, al parecer con pocas ganas de otorgarle esa herramienta discresional para celebrar acuerdos comerciales, sin que los legisladores puedan tachar o enmendar los mismos. El Acuerdo de Libre Comercio para las Américas, acordado en la cumbre de Miami de 1994, EE.UU. quiere que entre en vigencia cinco años antes del 2005 pactado. Brasil pone reparos a esto porque considera que los países latinoamericanos no están en condiciones de una mayor apertura. En esa línea definida entiende como más beneficioso para sus intereses nacionales, la negociación multilateral. Entiéndase a través del MERCOSUR con el NAFTA. Es decir que a través de los bloques las condiciones se equiparan bastante, sin poner en riesgos la producción industrial local. Es que además se sabe que Brasil asume el centro del MERCOSUR, en tanto que nuestro país, prácticamente sin pequeñas y medianas empresas y con una creciente concentración de grandes capitales, parece asumir el papel de periférico de la región. Es casi seguro que los países del MERCOSUR deben calcular bien los pasos a dar. EE.UU. propone ampulosamente con visos de igualdad la unidad continental comercial, pero hay serios obstáculos como los subsidios a sus exportaciones que no están en función del comercio con América Latina, sino con la puja que mantiene con Japón, por un lado, y con la Unión Europea por otro. Con la visión que caracteriza a los Estados Unidos, no ha pasado desapercibido que los países de Sudamérica es el espacio que actualmente le está disputando la Unión Europea, que para 1999 ha fijado la firma de un importante tratado comercial con el MERCOSUR. Debe actuar la Argentina con mucha cautela. Según Bill Clinton, ha acordado con Carlos Menem lanzar en el 2000 el ALCA durante la próxima cumbre, en abril próximo, en Santiago de Chile. Nuestro país está hoy sujeto a una gran dependencia con Brasil, de manera que una modificación del tipo de cambio allí tendría resultados catastróficos. Es una publicación de EMISIONES PLATENSES S.A. Fundado el 10 de diciembre de 1993 Año 4 nº 1394 - 19 de octubre de 1997 DIRECTORA LIC. MYRIAM BALCEDO Redacción: 32 nº426 e/ 3 y 4, Tel. 22-5122 - Of. comercial.: calle 5 nº1063 e/ 54 y 55, Tel. 21-0921 - Fax 22-6532 La Plata Pcia. Buenos Aires - Argentina Representación en Capital Federal: Agencia Olive S.A. Diagonal Norte 852- Tel. 328-7896/ 8084/ 8368 INTERNET: http: // www.eplatenses.com. ar l EMAIL:[email protected]. ar Registro de la Propiedad Intelectual 419723 Empresa periodística asociada a ADEPA y ADIRA La Plata, domingo 19 de octubre de 1997 De las relaciones carnales Por Jorge Marchese Especial para “Hoy” S on varios los hechos de la visita de Clinton que podrían tomarse como representativos del carácter que tiene la relación del gobierno de Menem con Estados Unidos, pero a este cronista lo impresionó la imagen de nuestro Presidente caminando alegre y pimpante en la pista de Ezeiza para recibirlo en lugar de esperar en el edificio del aeropuerto como indicaban las estrictas normas protocolares. Al cerrarse esta nota la gira no había concluido, faltaba incluso el famoso partido de golf, y puede que se hayan presentado otras situaciones, pero ese gratuito apartamiento del protocolo debería haberse cuidado porque Menem formalmente representa a todo nuestro país, y expresa una actitud psicológica de nuestro Presidente. Existieron presidentes argentinos que no tuvieron actitudes de independencia, pero cuidaban las formas. Al menos trataban de recubrir sus concesiones con retórica y formas independientes. No fue Menem sino Di Tella el autor de la expresión “relaciones carnales”, pero Menem no sólo no lo oculta sino que goza de hacer público lo inconfesable. Pese a que es un hombre que mide las consecuencias políticas de sus actos, el regodeo internacional lo pierde. Recibir el elogio de un poderoso puede llevarlo a dar pasos que otros no darían. Y cuando hablamos de esa transgresión al protocolo en Ezeiza, de esa sobreactuación, estamos pensando que ello hubiese sido impensable en Perón, que tenía sentido de la historia y una clara percepción de lo que es una Nación o en Yrigoyen, que se resistía a ir recibir en Retiro -venía en tren desde Chile- a otro presidente norteamericano, Edgar Hoover, porque simplemente era Presidente electo y consideraba que el Presidente de la República Argentina no debía jerarquizarlo indebidamente con su presencia. Sarmiento con patillas Hay otro hecho algo gracioso que muestra el cambio de la posición política de Menem, o quizá que su posición nacional de antes era sólo una pose. Clinton le prodigó palabras de elogio, lógicas en estos casos y más porque Menem ha sido sensible a las posiciones norteamericanas. Palabras, no hechos concretos -cada día surge más claramente que ser Aliado Extra OTAN carece para nosotros de sentido práctico-, pero entre las palabras estuvo la extensa comparación que hizo el Presidente norteamericano, en la comida del jueves en la Sociedad Rural, entre Menem y Domingo Faustino Sarmiento. El burocrático redactor de discursos no tuvo en cuenta que Menem trataba de parecerse a Facundo Quiroga cuando usaba largas patillas y que ésta era una figura antagónica a la de Sarmiento, a tal punto que le puso su nombre a la obra literaria en la que denostaba el caudillismo, llamada precisamente “Facundo”. La comparación tampoco tuvo en cuenta que Sarmiento se esforzaba por la escuela pública y ahora tenemos la carpa blanca de los docentes. Pero al margen de cuestiones protocolares y de los cambios de ideología y de look presidencial, cabe decir que la experiencia histórica y el análisis de las relaciones internacionales post-Guerra Fría indican que una política de sumisión con Estados Unidos no arroja buenos resultados. Washington reúne hoy un poder muy superior al que tenía antes que cayera el muro de Berlín, pero diversas situaciones que se han planteado muestran que su hegemonía no es ilimitada, que no en todas las circunstancias puede hacer su voluntad y que las Naciones cuentan en el mundo contemporáneo. Mercosur versus ALCA Por eso las diferencias que hubo con la visita de Clinton a Brasil tienen que ver no sólo con las diferencias de volumen e importancia económica que tenemos con nuestro vecino. Brasil tuvo una posición envidiablemente firme y no concesiva en cuanto a que el Mercosur negociará en bloque la constitución del Area de Libre Comercio de las Américas (ALCA) y obligó a Clinton a cambiar de posición, con lo cual debilitó el principal objetivo de su viaje. Cardoso le dijo claramente al visitante que el ALCA no deberá desconocer los intereses nacionales. Es triste para nosotros, porque Brasil suele imponernos sus intereses en el seno del Mercosur, pero sin esa negociación en bloque podría ocurrir que con nuestro gobierno entrásemos alegremente al ALCA. Un ingreso que sin ciertos recaudos y con el dólar a un peso podría llevarnos a una nueva vuelta de tuerca en cuanto al cierre de fuentes de trabajo por importaciones masivas El ajuste y la flexibilización OPINION La Plata, domingo 19 de octubre de 1997 13 al interés nacional desde Estados Unidos. Esa cuestión deberá ser debatida en el país y la misma Alianza, que expuso ante Clinton la prioridad del Mercosur, deberá abordarla con mayor profundidad en los aspectos todavía no definidos: a) equilibrio dentro del Mercosur y de éste con el resto de las economías; y b) superación de las causas de nuestra falta de competitividad que sólo se logra con el cambio del modelo económico. Las relaciones con Estados Unidos no pueden ser las que pretenden los activistas de izquierda que el jueves rompieron vidrieras en la Avenida Santa Fe. Nos conviene una buena relación con Estados Unidos, dada su importancia, pero para que las buenas relaciones sean tales no deben implicar pérdida de independencia. No son buenas por ser estrechas, no lo son las “carnales” sino las que se logran con madurez, con independencia de criterio y con dignidad en la defensa de los intereses nacionales. Ese tipo de relaciones con Washington es la que puede dar beneficios para el país y no sólo servir para satisfacción del ego personal del Presidente. La interna y el voto peronista Pero no sólo de relaciones internacionales se nutren los días de Menem, ya que debe atender cuestiones internas además de la puja electoral con la Alianza. Internas en el sentido de disputas en el mismo partido. Las relaciones con Duhalde han empeorado sensiblemente y ya no hay diálogo entre ellos. La ruptura no es más explícita por las necesidades de la campaña electoral, pero la imposibilidad de realizar un acto de celebración del 17 de Octubre en el que ambos estuvieran juntos marca el clima que se vive entre ambos, aunque a último momento Duhalde decidió que su ausencia fuera suplida por su esposa en el acto del Teatro Cervantes. En la semana hubo otra señal sobre el tenso clima que se vive en el oficialismo. Trascendió una durísima recriminación de Menem a Bauzá, formulada por teléfono desde Roma, con motivo de que el senador, en el comando de campaña que integra con Corach, Kohan y otros, había expresado su desacuerdo con la carta de Menem a Alfonsín. El enojo de Menem era enorme, le dijo que ni él ni nadie lo defendía de los ataques, terminó la conversación sin saludarlo y la mayor gravedad estuvo dada porque hablaba en alta voz ante varios de sus acompañantes que en la gira vaticana estaban con él en el hotel - uno de ellos lo contó a la periodista Nancy Pazos -. Es un episodio con muchos matices, entre ellos alguno que compromete la que se consideraba segura vuelta de Bauzá al gobierno, pero la interpretación más generalizada en el entorno menemista es que la explosión de ira presidencial se debe a que lo visualiza a Bauzá demasiado cercano a Duhalde. Estas rencillas entre altos funcionarios justicialistas, llevan a otro tema: la perspectiva de que dirigentes peronistas intermedios o de base no voten al PJ. Juan Manuel Palacios y Hugo Moyano, líderes del MTA, desautorizaron en una solicitada la inclusión de los sindicatos que ellos dirigen (UTA y Camioneros) en otra solicitada de las “62 Organizaciones” en la que, si bien se criticaba al gobierno, se apoyaba a los candidatos del Partido Justicialista. Palacios y Moyano, luego de decir “fuimos, somos y moriremos peronistas”, expresaron que decidieron no brindar apoyo a candidatos que no se “opusieron a la flexibilización laboral y al modelo económico de exclusión”. La revista peronista Línea, por su parte, publicó una serie de declaraciones de dirigentes del peronismo ortodoxo, entre ellos Alejandro Olmos, el escritor Osvaldo Guglielmino y Envar El Kadri, que no votarán al PJ o que votarán “contra el menemismo” como dice El Kadri. En niveles inferiores hay actitudes semejantes y no faltan, en diversos distritos, agrupaciones justicialistas que lisa y llanamente han formalizado adhesiones a la Alianza. Al margen de la importancia cuantitativa de esas adhesiones, su relevancia está dada por el hecho de que no ha cuajado la idea de Menem de reinstalar la vieja antinomia peronismoantiperonismo. La cuenta regresiva De todos modos, en torno a los resultados electorales, la suerte parece estar echada. Las encuestas que hablan de un triunfo de la Alianza en la Capital Federal, de un “empate técnico” en la Provincia y de un triunfo aliancista a nivel nacional se mantienen y la mayor preocupación de los contendientes es evitar un error táctico de último momento que les resulte perjudicial y determine un vuelco del 5% de indecisos que, según los expertos en sociología electoral, toma sus decisiones en las últimas 48 horas. Ello era especialmente intenso en el duhaldismo y uno de los operadores explicaba en privado la decisión de no hacer un acto masivo de cierre con el argumento de que “puede aparecer alguien que queme un cajón”, aludiendo así a Herminio Iglesias, que empañó el cierre de campaña en las elecciones presidenciales de 1983. La Alianza tampoco hará un acto y cerrará con una marcha hacia el Congreso, que le evitará los riesgos de un acto y a su vez problemas entre los dirigentes a la hora de confeccionar la lista de oradores. En fin, se cierra un capítulo, o al menos entramos en la cuenta regresiva, y se abre otro decisivo para el futuro del país. Si se resuelve positivamente, esto es, no sólo en base a disputas entre candidatos sino en torno a ideas y programas, la Argentina podrá tener una posición nacional firme que estos días no ha podido exhibir. después de las elecciones del 26 de octubre Ya en entregas anteriores hemos analizado los escenarios que se presentarán después del 26 de octubre, en especial en cambios políticos y en el tránsito a las elecciones presidenciales de 1999. Pero no deja de ser interesante señalar que pasadas las elecciones habrá un rebrote del ajuste económico y de medidas signadas por la dureza que el oficialismo ha postergado por razones electorales. El reciente anuncio de que YPF aumentaría los combustibles y luego otro indicando que se dejaba sin efecto, tienen como explicación que entre ambos medió una gestión de Menem ante la empresa petrolera. Menem, que la privatizó, tiene influencia para postergar un aumento, pero YPF ya es privada y esa influencia, aun cuando él así lo quisiera, ya no alcanzará para postergarlo indefinidamente y todo indica que ese aumento se vendrá pasadas las elecciones. A su vez, y en esto por decisión propia del gobierno, aumentará fuertemente el precio del gasoil en razón de un reclamo del FMI internacional de aumentar el impuesto que lo graba. Se trata, por cierto, de aumentos que, al elevar el costo del transporte, aunque no de pasajeros porque se habla de que subsidiaría a los transportistas, se propagan a un numero amplio de productos. Hay una serie de cuestiones que se complicarán en función de las exigencias del Fondo, que ha sido benevolente por las necesidades electorales del gobierno amigo, pero que dejará de serlo tan pronto pasen las elecciones. El déficit fiscal sigue siendo muy elevado y se acentuarán los recortes y anuncios de Menem, que, como el aumento a los docentes, serán de cumplimiento prácticamente imposible. Una gama importante de subsidios y planes asistenciales, que movilizaron importantes partidas, se verán, a su vez, drásticamente cercenados. Las tensiones sociales, como la de los piqueteros, que se aliviaron con este tipo de medidas, pueden reaparecer enrareciendo el clima político cuando las distintas fuerzas comiencen a posicionarse para la disputa de 1999. Y uno de los temas ríspidos que ya ha comenzado a debatirse es el de la flexibilización laboral, que, como se recordará, había sido acordada entre el gobierno y la conducción oficialista de la CGT y enviada al Congreso. El sector empresario, que no firmó el acuerdo, hizo presentaciones al Congreso con el propósito de modificarlo según su visión y a su vez la CGT, ante las presiones que le hacía el sindicalismo opositor del MTA y de la CNT, intentó modificar el acuerdo para hacerlo más favorable al sector laboral. En medio de esos tironeos, y los tironeos internos del partido oficialista, ya que los legisladores de Duhalde apoyaron al sindicalismo oficialista a cambio de apoyo de éste en la carrera presidencial, se postergó toda decisión hasta después de las elecciones. El FMI, ante estas dificultades, también postergó la firma del acuerdo de facilidades extendidas que se prolongaría hasta el final del mandato de Menem. Es decir, conserva en la manga el as para presionar y lo hará con mayor intensidad. El grupo empresario “de los 8” aprovechó para presionar en el mismo sentido y el domingo pasado, el titular de la Unión Industrial, Claudio Sebastiani, visitó a Menem en Olivos con ese tema. “Esperemos hasta el 26 de octubre”, fue la respuesta, y esa misma respuesta recibieron otros visitantes de Olivos: un grupo de sindicalistas oficialistas encabezados por el mercantil Cavalieri. El acuerdo CGT-gobierno, si bien hacía concesiones flexibilizadoras, tenía dos puntos que los empresarios quieren modificar: a) la competencia entre obras sociales no se extiende a las prepagas y b) si bien se negociarán convenios por empresa, la representación sindical estará, no a cargo de la comisión interna, sino del sindicato. Los cegetistas plantean mejoras desde la perspectiva sindical con el propósito de evitar la presión del sindicalismo opositor, que se hará más fuerte si el gobierno fuese derrotado en las urnas, o al menos para lograr que las reformas queden como fue acordado y no se las modifique en el sentido pedido por los empresarios. La cuestión con respecto de este tema se traslada, entonces, al Congreso, que deberá decidir si convierte en ley el acuerdo CGT-gobierno o lo modifica. A partir de ello las especulaciones se trasladan a saber qué influencia tendrán las elecciones en la composición de las Cámaras. Las modificaciones no serán substanciales, porque las bancas de los senadores no están en juego y si bien en la Cámara de Diputados el gobierno perderá la mayoría absoluta, conservará mayoría simple. Se estima que pasará de sus 131 diputados (128 es la mayoría absoluta) a un número que se sitúa entre 122 y 125. En ese escenario el gobierno tratará de apurar las decisiones por una razón muy simple: su poder para lograr la sanción de leyes puede complicarse no sólo por el número de legisladores de la oposición, sino por la reticencia a votar de legisladores oficialistas que ya se registraba en los últimos meses y que puede acentuarse en el caso de un mal resultado electoral o de un endurecimiento de la puja Menem-Duhalde.