EL CINISMO CONTEMPORANEO

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EL CINISMO CONTEMPORANEO
ELSA VERGARA
Resumen
Desde hace mucho tiempo, la cuestión del cinismo y sus incidencias en el malestar en la
cultura plantea cuestiones éticas cruciales; se trata de pensar el estar-mal del mal-estar en
nuestro tiempo, la pregnancia del cinismo en lo político-social, lo cínico en las diversas
situaciones de la vida corriente y sus implicaciones subjetivas.
Palabras clave: Nazismo, holocausto, crueldad, subjetividad, responsabilidad, ética del
psicoanálisis, ética cínica, cinismo religioso, cinismo político, cinismo militar, cinismo
capitalista.
Desde hace mucho tiempo, la cuestión del cinismo y sus incidencias en el malestar en la
cultura, se me plantea como problemática que hace necesario su despliegue. El estar-mal
del mal-estar en nuestro tiempo, la pregnancia del cinismo en lo político-social, lo cínico en
las diversas situaciones de la vida corriente, precipitaron y dieron forma a distintos
interrogantes que pusieron de manifiesto las diferencias entre lo que entendemos por
cinismo en la actualidad, y lo que la escuela de Antístenes, sostuvo en la Grecia socrática.
El tema del cinismo plantea en su abordaje, no sólo dificultades para cernirlo a través de los
tiempos, sino para recortar y despejar sus posibles cruces, encuentros y desencuentros con
el sadismo, la crueldad, la canallada, además de la ironía, el sarcasmo y el escepticismo.
Entiendo que para un psicoanalista que se encuentra, como dijera Freud, bajo la misma
influencia nefasta de la civilización que el paciente al que ha de tratar, focalizar y
profundizar esta cuestión no es sin consecuencias clínicas, ni mucho menos, éticas.
Si bien acuerdo con que el psicoanálisis no es una weltanschaung, una concepción del
universo, -entre otras razones porque sabemos que en el universo del discurso no hay nada
que sea todo-, esto no implica, en modo alguno, estar ajenos a una lectura singular y crítica
sobre la época que nos atraviesa y su subjetividad.
Aquella frase tan evocada de Lacan: ..."Mejor que renuncie quien no pueda unir su
horizonte a la subjetividad de la época", no puede ser entendida del modo inverso, en el que
se deslice a que haya que unir la subjetividad de la época al horizonte de cada uno.
Propongo como hipótesis de este trabajo que el cinismo ocupa un lugar importante en la
subjetividad de nuestra época, por lo que trataré de analizar algunas de sus versiones,
grados y manifestaciones.
Cuando el año pasado observé por primera vez las horrorosas imágenes que aparecían en
los diferentes medios, fotos de prisioneros iraquíes, en distintos modos de sometimiento
frente a sus captores estadounidenses e ingleses, no pude dejar de evocar un artículo, del
filósofo Bernard Henri Levy, que había leído hacía algunos años, titulado "Nazismo: el
crimen del "buen" soldado". Fue ahí que se me presentó fuertemente la pregunta por el
cinismo.
En ambos casos, sobre un fondo de horror y crueldad extremos, aparecía un plus, algo
diferente, que pude ubicar como una vertiente cínica.
El artículo que mencioné sobre el nazismo, habla sobre una muestra de fotografías en
Hanover, que atenta contra la opinión generalizada que sostiene que la base del ejército
nazi no fue responsable de lo hecho por la cúpula de la SS.
Cientos de fotos, pequeñas y terribles, colgadas en las paredes de la exposición sobre los
Crímenes de la Wehrmacht, el ejército alemán, dan testimonio de que las tropas alemanas,
no sólo su cúpula, cometieron atrocidades contra los judíos.
Fotos de ahorcados a quienes les dejaron los sombreros, que quizá se torcieron cuando se
tensó la cuerda, causan gracia a los soldados que aparecen en las fotos, riéndose de tales
situaciones. Otra donde también, hay soldados que ríen, pero en ésta, a causa de un oficial
que tira del pantalón de un ahorcado, a la altura de la pantorrilla, como si quisiera
hamacarlo.
"¿De dónde vienen estas fotos? Son fotos personales, recuperadas de los soldados muertos
o prisioneros. Son como fotos souvenirs, o fotos de vacaciones, que los soldados mismos
tomaron para enviarlas a sus familias. La guerra vista por quienes la hacían"..." Son
soldados. No SS. Siempre se oponen los "malvados SS" a los verdaderos soldados." "Dicen,
por un lado están los profesionales del crimen, los ejecutores del Holocausto; por el otro,
un ejército regular que no hizo más que cumplir con su deber". (Imposible dejar de evocar
aquí, la "OBEDIENCIA DEBIDA" en nuestro país)
El artículo de Levy, muestra cuán grave fue la responsabilidad, cuánto más abarcativa que
lo que se trató de transmitir. Por eso, incluye, lo que un abogado de Francfort relata:
"Hay miles de personas, que durante la guerra compraron en remates muebles robados a
los judíos"..." el acto mismo de comprar probaba que, contrariamente a lo que se escribe
desde hace cincuenta años, sabían la suerte que esperaba a los deportados, estaban al
tanto de la solución final." Levy, se pregunta algo que bien podría ser una pregunta
nuestra: "Qué sucede en este país para que pueda ser escenario a la vez, de estos dos
movimientos contrarios: Tantas voces pidiendo la liquidación del pasado alemán y tantas
otras diciendo que, para liquidarlo, hay que empezar por pensarlo".
El haber tomado en forma algo extensa, en el marco de este trabajo, el artículo de Levy
sobre el nazismo, se debe a que muchas de las cuestiones que me interesa destacar, están
resumidas en estos fragmentos.
La pregunta por el cinismo y su insistencia, plantea cuestiones éticas cruciales, lo que me
orientó hacia distintas lecturas. A medida que iba leyendo sobre los cínicos, especialmente
sobre Antístenes, fundador de la escuela cínica, y su discípulo más importante, Diógenes de
Sínope, me ocasionaba cierto desconcierto encontrarme con que su modo de ubicarse en el
mundo, su relación al Otro y al goce, la vocación de poner en jaque verdades establecidas,
ridiculizando lo solemne con actos y palabras cargadas de aguda ironía, no era aquello que
llamamos cinismo en la actualidad.
Fue Michel Onfray, autor que experimenta particular inclinación por lo que el orden
establecido ha dejado de lado, quien me permitió entender lo que me desconcertaba, al
analizar las prácticas de lo que llama "cinismo vulgar", diferente al de la escuela fundada
por Antístenes ubicando allí, la altanería, la hipocresía y el engaño. La esencia de esta
retórica engañosa, estriba en subordinar exclusivamente la acción a la eficacia, al éxito, sin
dar lugar a ninguna otra consideración. El pragmatismo funciona como una garantía seudofilosófica: lo verdadero se confunde con lo eficaz. El autor destaca la fórmula "el fin
justifica los medios", para entender la base del cinismo vulgar que ubica toda preocupación
ética, del lado del sueño y la utopía.
Doble discurso permanente, que esconde, enmascara, falsea. La teoría es demagógica y la
práctica insolente.
Ante interlocutores ingenuos, legitima una elocuencia de dos caras: la de las palabras y la
de los actos. Subyace una ética donde el valor de la palabra languidece hasta ser casi nulo.
Está presente el cinismo vulgar, en todos los estratos de la vida social.
Toma prestadas de Dumezil tres funciones, la del sacerdote y lo sagrado, la del guerrero y
la violencia, y la de la masa de los productores y de los intercambios. Corresponden a cada
uno de estos niveles, distintos cinismos típicos que se entrecruzan.
Destaca en el cinismo religioso -enlazado con el político-, el recurso del terror para
acentuar el poder, procurando producir individuos civilizados, dóciles y conformistas. En
nuestro país, tenemos algunos ejemplos, de este cruce nefasto: el cura que asistía a los
torturadores en la época de la dictadura, Cristian Von Wernich y, más recientemente, el
caso Basseotto cuando evocaba aquello de tirar los cuerpos al mar.
"Los dioses son los auxiliares más valiosos de los reyes. Habría que negar lo evidente para
no ver que la política es una de las modalidades de lo religioso" ..."El cinismo político
anuncia sus subterfugios bajo el argumento de la necesidad histórica, ... supone recurrir
excesivamente a la moralidad del mañana para ocultar mejor la inmoralidad de hoy."
La acción política, es por definición cínica. Estar en posesión del poder corrompe. La
tentación de usarlo primero y de abusar de él después, es demasiado grande. Recurre a
Platón y su República, como antecedente del cinismo político, ya que justifica sin
escrúpulos, el uso de la falsedad y la hipocresía para lograr el estado perfecto.
El imperativo hipócrita platónico de la política es retomado por Maquiavelo, quien sostenía
que hay que vencer por la fuerza o por la astucia. El autor de "El príncipe", muestra otra
cara del cinismo vulgar: el cinismo militar. Puede leerse de su pluma, como elogio de una
práctica que explotaron a fondo los nazis, lo siguiente:
"Mostrad a los enemigos despojados de sus vestidos, desnudos ante los soldados, para que
el espectáculo de sus delicados miembros les haga comprender que tales hombres no
estaban hechos para atemorizar a los espartanos. (Extraído de El Arte de la guerra de
Maquiavelo)
No podemos dejar de recordar, las fotos que antes mencioné. No sólo, las de los judíos y
los soldados nazis con su risa siniestra, sino también las más recientes fotos de los
prisioneros iraquíes, hace un año en posiciones de absoluta indignidad y humillación.
Decía, en el comienzo de esta clasificación, que los distintos cinismos típicos, se
entrecruzan. Hasta ahora mencioné el religioso-político y el militar y, aunque
inevitablemente, no podré hablar de todas las versiones del cinismo vulgar, como el
cinismo de los medios de comunicación, prensa y televisión, quisiera agregar la del cinismo
capitalista que abarca tanto a la rapacidad de los capitalistas, con su versión aggiornada de
yuppies, como a teóricos en economía política, que deciden sin que se les mueva un
músculo, cuántos deben quedar afuera del sistema.
La risa del capitalista, es analizada por Marx y retomada por Lacan en el Seminario De un
Otro al otro. Es aquella risa o sonrisa de satisfacción que se produce cuando el capitalista se
encuentra con el valor excedente, con la plusvalía que obtiene al vender sus productos en
el mercado. Marx destaca que lo que está en juego para el capitalista cuando fabrica sus
productos, no es el valor de uso, sino el valor de cambio.
Poder establecer diferencias entre el cinismo vulgar y el de la escuela cínica, nos permitirá
descubrir, entre otras cuestiones, que los últimos están en oposición a los primeros, ya que
denunciaban cáusticamente, a los hipócritas de todo tipo y se mostraban irreverentes con el
poder, especialmente con quienes lo ejercían.
Para Diógenes, un hombre de poder es la expresión misma de la venalidad, de la corrupción
y del oportunismo. Cuando a Yabrán le preguntaron qué era el poder, respondió sin
dudarlo: Impunidad.
Es importante hacer esta precisión, ya que, cuando se sostiene que para el cínico, que cree
sólo en el goce, no existe el Otro, se está aludiendo a Antístenes y sus discípulos. Rechazan
al Otro del poder, de la hipocresía de la falta de responsabilidad. "Para vivir bien hay que
tener una razón recta o una soga para colgarse", dice Diógenes, lúcido y sarcástico, como
siempre.
Desde esta perspectiva se podrían encontrar diferencias entre la posición del cínico y la
posición del perverso. Justamente porque el perverso, "verdadero creyente" cree en el Otro,
lo angustia, lo hace existir, poniendo en juego el deseo como voluntad de goce.
Por el contrario, desde la posición cínica se rechaza al Otro que construye el fantasma, se
rechaza al Otro del significante y también, al que se juega en la apuesta sexual. Esta
diferencia con la perversión, queda dilucidada en la lectura que hace Lacan de la
masturbación pública de Diógenes. No se trataba de exhibicionismo para angustiar al Otro,
sino de la mostración de una solución que consideraba natural, para la excitación sexual. Lo
mismo hubiera hecho, solía decir, si hubiera podido sacarse el hambre con sólo frotarse el
vientre... Es interesante retomar lo que Lacan sostiene como saldo cínico del análisis,
porque ahí, lo que estipula es que el análisis, abre las puertas al modo cínico para promover
la caída del Otro que el neurótico consolida, pero, aclara Lacan, el analista mismo retira la
llave. Digo esto para diferenciar saldo cínico de posición cínica.
El cinismo vulgar es diferente, puede, -no siempre, a veces-, trocarse en canallada, con la
consecuente imposibilidad de encontrarse con una pregunta que lo toque, e inmune a todo
barramiento subjetivo. Son aquellos que siempre tienen respuestas que los dejan bien
parados, avalando todos sus actos, aún aquellos que están por fuera de la ley. Este viraje del
cínico al canalla, caracteriza la posición del cínico vulgar, que es el que predomina en el
cinismo contemporáneo.
Es frecuente encontrar esta conjunción en el marco del capitalismo, en los aspectos más
salvajes del mercado actual.
La tragedia de Cromañon, -puertas cerradas para evitar que alguien entrara sin pagar-,
impidió a muchos que salieran con vida. Lo mismo ocurrió en el hipermercado de
Paraguay, puertas cerradas para evitar el robo de mercaderías. Fue tan efectivo que no hubo
robos, por la masacre que el incendio ocasionó. Trampa mortal: El valor de la mercancía
superior al valor de la vida.
Nadie se hace responsable, y los que sobreviven se sienten culpables.
Para concluir y establecer un contrapunto entre la ética que se sostiene en el cinismo vulgar
y la del psicoanálisis, quiero citar algo que dice Platón en Las leyes, donde llega a mostrar
sin ambigüedad que la obediencia es el fundamento de todo orden político:
..." de todas las leyes, la más importante es que nunca nadie, ni hombre ni mujer, esté sin
un jefe, que nadie, ni en sus ocupaciones serias ni en sus diversiones, deje que su alma
tome la costumbre de hacer lo que sea por sí misma, dejándose aconsejar únicamente por
ella misma; que, por el contrario, tanto en plena guerra, como en plena paz, viva siempre
con los ojos puestos en ese jefe y siga siempre sus pasos, aceptando que hasta en las cosas
más ínfimas lo gobierne"
Aborrecimiento de la singularidad, concluye Onfray.
Todo el cinismo vulgar está animado por el temor a la falta de cohesión, a la falta de
consistencia del orden social.
La ética del psicoanálisis, está en las antípodas: promueve la elección forzada llevando la
alienación hasta sus últimas consecuencias, de tal modo que cause la separación, la caída
del Otro, para que advenga el sujeto deseante y su singularidad.
Para finalizar quiero recordar un comentario de Diógenes sobre Platón: "¿Qué puede
ofrecernos un hombre que dedicó toda su vida a filosofar, sin haber inquietado nunca a
nadie?".

Psicoanalista 
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