APROVECHAMIENTO DE LAS AGUAS SALVAJES

Anuncio
"
APROVECHAMIENTO DE LAS AGUAS
SALVAJES
En muchas ocasiones se aprovechan las aguas que'
discurren por las depresiones accidentalmente para regar terrenos bajos. Las tierras beneficiadas reciben un
riego eventual más o menos intenso, al que se une el
agua que sobre ellas ha caído, si les alcanzó la nube
que produjo la avenida.
La utilidad de estos riegos esporádicos puede ser
de bastante consideración, con la condición de que las
tierras que reciban las aguas sean de buena calidad y
que las obras necesarias para su instalación resulten
económicas. El procedimiento tiene aplicación en las
comarcas áridas y semiáridas, en las cuales las cosechas están siempre amenazadas de perderse por falta
de agua. Se trata de conseguir un beneficio económico,
y al mismo tiempo que esas aguas discurran libremente, sin causar perjuicios en el camino que recorren,
hasta alcanzar el río de que son tributarias.
Se estima que el aprovechamiento de estas aguas
exige pendientes moderadas, superficies de aprovechamiento planas, tierras fértiles y permeables, y una cantidad de lluvia que exceda de los 200 milímetros, pues
-
IU-
de no ser así, las cantidades que pueden aprovecharse
suelen ser demasiado exiguas. Encuentra aplicación su
aprovechamiento con alturas de lluvias comprendidas
entre los 200 y 350 milímetros, y es más segura su
aportación cuando se pasa de estas cifras, aun cuando
no es tan sentida su necesidad.
Cuando se proyecta su aprovechamiento se tienen
que tomar en consideración los aflujos mínimos, medios y máximos; el carácter de los arrastres; el sitio
apropiado para la toma; la extensión del terreno a regar; su contextura y fertilidad; la topografía; el acondicionamiento de las aguas sobrantes y sus arrastres, y
la construcción y conservación de la toma de agua y
del sistema de distribución.
Cuando el agua llega a alcanzar la parte baja de
una parcela ha podido saturar ya las partes más elevadas, y para que todas queden igualmente regadas,
se requiere en ocasiones el emplear más agua de la que
. es necesaria y por ello se hace preciso pensar el medio
de dar salida conveniente a ese exceso. Por otra parte,
es menester evitar que el agua se mueva con velocidades que puedan producir arrastres, como también que
los materiales que lleva en suspensión los deje a su entrada solamente, pudiendo alterar la composición o estructura del terreno en esas partes. Se podrá recurrir,
para conseguir la igualdad de riego en toda la superficie, a labores de subsuelo, a surcos que sigan las curvas
de nivel, a regueras bien acondicionadas y a pequeñas
obras de fábrica, de carácter rústico, que detengan el
agua y aun la limpien de arrastres poco convenientes.
El agua se puede tornar de la rambla mediante una
zanja, o un camellón que la penetre, y, cuando se hace
preciso, del barranco, construyendo una pequeña presa
-
113-
que la eleve y permita su toma. La zanja o el camellón,
con ligera pendiente, deberá dominar la superficie que
haya de regarse, en la que se podrán implantar caceras
que conduzcan el agua a los surcos espaciados que han
de distribuirla por toda la superficie al ser rebasados.
Estos surcos que conducen el agua al punto de su utilización deben tener pendientes mínimas, y al atravesar las depresiones del terreno, siempre que sea posible, se procurará que sirvan para drenarlas, en lugar
de convertirse en puntos peligrosos para el nacimiento
de barrancos. En las proximidades de estos últimos se
aproximan las regueras, dándoles las pendientes necesarias para que el agua no pueda alcanzarlos.
Lo expuesto es, en líneas generales, el sistema que
se emplea para aprovechar las aguas de barrancos y
ramblas en el riego de terrenos de pasto. En ocasiones,
los resultados que se consiguen son notables, pasando
terrenos que prácticamente eran improductivos a convertirse en prados muy estimables.
Cuando las tierras que hayan de aprovechar estas
aguas se destinan al cultivo, se hace la desviación por
el mismo medio, conduciéndolas a una terraza o camellón superior que domina la parcela, desde donde
se las dirige a una terraza o camellón inferior sin pendiente, dejando que el agua vaya subiendo hasta que
haya inundado toda la parcela. Un vertedero, con la
altura necesaria, evita que la cantidad de agua que se
estanca sea superior a la necesaria para el riego, teniendo siempre presente que estas aguas quietas no
deben cubrir el campo más de cuarenta y ocho horas;
para evitar que maten la vegetación por asfixia de las
raíces.
La toma puede servir para dar agua a una serie
s
-
114-
escalonada de terrazas, con regulación más o menos
cuidadosa de la cantidad a distribuir, aun cuando siempre es necesario tomar en consideración que la agricultura de estas tierras no puede entrar en gastos de alguna cuantía, necesitando previamente que las superficies
que se hayan de regar sean, naturalmente, planas y con
pequeño desnivel, para que no exijan movimiento de
tierras, y las terrazas o camellones proporcionen parcelas suficientemente amplias.
.
'"
~.'"
u'"
::o'"'
E
r::
e'"
;:l
Descargar