Esta mendigación dio para nuestras reflexiones materia abundante por un largo rato. Preguntábamos maravillados de la escasez del agua, si era el lugar falto de ella, á que nos respondían todos, y á mi especialmente, un honrado manehego de aquella villa, que no había cosa más sobrada, y que la distancia donde estaba la fuente do que se proveían era cortísima, pues se hallaba á la bajada del lugar. Donde quiera que la pedíamos se nos respondía: la espero de la fuente donde acabo de enviar por ella. Y o vine á concluir que no era esto otra cosa sino la natural desidia de esta gente, que manifiesta contentarse con lo necesario, y tan puntualmente, que por horas deben tener medido lo que necesitan. Acabé de confirmar esta conjetura cuando oí contar á don Jaime Navarro la necesidad en que se habían visto él y los de la recua, pues habiendo pedido agua en unas 20 casas, solamente en una fué en donde la hallaron, y con tal escasez, que á no ser por la misma casualidad del sandial que igualmente se les rodeó, hubieran sufrido mayor necesidad que nosotros. De Yillamayor salimos á las 8 de la noche continuando nuestra jornada, á poco trecho alcancé la recua, que por no haberse parado, se adelantaron algo más que nosotros, l i e incorporé con ella dejando pasar adelante los conductores y siguiendo á paso más suave mi antigua compañía. Llegamos á la Venta del Carnerero [de Carneros], que dista dos leguas de Villamayor, hacia las once de la noche. No entramos porque nuestra jornada no se interrumpe, y seguimos nuestro camino echando pie á tierra por los malos pasos que hay. Pasamos por las casillas de Alcudia, que distan una media legua de la venta, llegando hacia las doce y media á las casillas del monte de las Veredas, que están al pie de un cerro penosísimo, por donde hubimos de subir. De allí continuamos nuestra jornada para alojarnos en la venta de Alcudia. Día 3 Agosto (Domingo). Llegamos á la primera poco después de haber salido el Sol, donde nos alojamos. Dista tres leguas del Puerto de las Veredas. Hubimos do pasar todo el día, que era el domingo y el 3 de Agosto, en ella. Pensábamos hallar Misa en la Venta, pero la casualidad de nuestra llegada en aquella ocasión nos impidió el cumplimiento de esta diligencia cris-