CAMBIOS EN LA CADENA DE DISTRIBUCION Leopoldo Barrionuevo A finales de los Sesenta, la distribución en Costa Rica era incipiente y costosa. Muy pocas industrias de productos de consumo llegaban con sus propios camiones a las distintas regiones del país, en tiempos en que para ir a Puntarenas uno se demoraba cuatro horas al igual que a Limón. Inclusive la Cervecería Costa Rica requería de subdistribuidores para llegar a las distintas zonas del país y Mario Bolaños era el Zar de la zona Sur, llevando también los cigarrillos de la Republic a territorios intransitables. Rolando Ugalde atendía Guápiles y Siquirres, Saborío y Carro se movían por Turrialba, Belarmino Brenes por Heredia y los González en Puntarenas si al memoria me es fiel. La distribución propia o mixta era un esfuerzo de Jack´s Food, Tabacalera, Dos Pinos, mientras Gallito y Republic se mantenían al margen y contaban con independientes. Los detallistas eran clientes cautivos del crédito de los mayoristas y manejaban márgenes caprichosos, producto de la falta de competidores. En los Setenta se vio la ventaja de manejar su propia distribución, si bien la inversión se hizo mayor en la medida de la compra de camiones y los fortalecimientos de flota. En los Ochenta las cosas empezaron a cambiar y se vio claramente que la cadena de distribución no podía tener tantos pasos sin encarecer los precios, los cuales eran preocupación de los gobiernos que pretendían regular los márgenes como lo hizo Rodrigo Carazo. La industria cuidaba el crédito que ya no se extendía y los mayoristas iban perdiendo su principal factor de mercadeo, muchos de ellos actuaban sólo como bodegueros y fueron desapareciendo por el camino. Calladamente, las Cadenas de Supermercados empezaban a crecer, generando conflictos con los minoristas que se veían avasallados y desprotegidos por la industria, cada vez más inclinada a la venta por volumen, con descuentos por escala. Todo ello fue conduciendo hacia los Noventa con preocupación de parte de la Industria que por comodidad brindó crecimiento a las Cadenas; los Mayoristas también fueron víctimas de las Cadenas, convertidas en Distribuidoras de diversidad de productos propios e importados directamente; las Marcas comenzaron a sufrir el embate de los commodities o productos indiferenciados, buenos, bonitos y baratos; finalmente, los detallistas al menudeo o cambiaron hacia bazares o minisúpers o quedaron abandonados a su suerte. Todos habían hecho su propio negocio, sin complementarse con el resto de la cadena distributiva; todos desconfiaban de todos; los compromisos eran irrespetados; cada uno trataba de hacer lo que más le convenía. Nadie pensaba en el consumidor, el cliente de su cliente, era el eterno olvidado. La publicidad se hacía más y más costosa y el merchandising y la compra de espacios dominaban el panorama, mientras la Globalización hacía más confusa la oferta. Había llegado el momento de la asociación. En eso estamos.