AUGUSTE COMTE (1798-1857) "L'Amour pour principe, l'Ordre pour base, et le Progrès pour but" "Savoir pour prévoir et prévoir pour pouvoir" Apuntes biográficos y bibliográficos Auguste Comte, cuyo nombre completo es Isidore Auguste Marie François Xavier Comte, nació en Montpellier el 19 de enero de 1798 y falleció, probablemente de cáncer, en París, en 1957. Educado en un ambiente familiar muy conservador (su padre era un católico tradicionalista y monárquico) pronto destacó por su capacidad para la filosofía y, sobre todo, para las matemáticas, lo que le impulsó a preparar el examen de ingreso en la prestigiosa Escuela Politécnica de París, pero no logró superar las pruebas acceso, debido, parece ser, a lo que entonces se llamaban “problemas nerviosos”. Un ataque de enajenación mental, en 1926, le impidió desarrollar como había planeado el curso anunciado sobre positivismo. No obstante, pudo redactar la mayor parte de las conferencias que se había propuesto pronunciar y publicarlas en los seis volúmenes de su Curso de filosofía positiva (1830-1842). Él mismo resumió las ideas principales del Curso en su libro Discurso sobre el espíritu positivo (1844). Discípulo y secretario particular de Henri de Saint-Simon, con el que rompió en 1824, incorporó a su sistema de pensamiento gran parte de las ideas de su maestro, dándoles un giro “positivista” y conservador. Se le considera el fundador de la Sociología Positivista. Utilizó el término “Sociología” por primera vez en 1839, sustituyendo con él al de “física social”. Obras principales: ♦ 1830-1842: Cours de philosophie positive. ♦ 1844 : Discours sur l'esprit positif. ♦ 1852 : Catéchisme positiviste ou Sommaire exposition de la religion universelle. ♦ 1851-1854 : Système de politique positive. ♦ 1855: Appel aux conservateurs. ♦ 1856 : Synthèse subjective ou Système universel des conceptions propres à l'état normal de l'humanité. El proyecto positivista El positivismo de Comte es, a la vez, una filosofía de la ciencia y una ideología social. Como ideología social puede decirse que es una variante tecnocrática de la visión conservadora de la sociedad. El nuevo orden social que Auguste Comte deseaba organizar con la ayuda de la Sociología positiva era un mundo orgánico y ordenado según principios racionales. Los conocimientos científicos permitirían intervenir eficazmente en la sociedad con el fin de restablecer la correcta relación que debe existir entre los órganos que integran el organismo social. Como filosofía de la ciencia, el positivismo se basa en los siguientes principios: 1. El objetivo del conocimiento científico es descubrir las leyes que rigen el funcionamiento (sincrónico y diacrónico) de la realidad, ya sea ésta natural o social. 2. El conocimiento objetivo y científico se logra mediante la aplicación del “método científico”, único en todos los casos, y basado en la observación empírica controlada (experimental, a ser posible). 3. La ciencia debe hacer posible la previsión y el control racionales de los acontecimientos y situaciones de la realidad natural y social (De aquí el lema de Comte: “Saber para prever, prever para poder”). Sobre estos principios positivistas, Comte construirá su particular versión de la ciencia social. Siguiendo a Henri de Saint-Simon, la dividirá en dos partes: ♦ La estática social: estudio sincrónico de la organización del “organismo social” (partes u órganos de que compone, características de los mismos, funcionamiento de los mismos, relaciones que mantienen entre sí, etc.) ♦ La dinámica social: estudio diacrónico o histórico de la evolución social, cuyo objeto es descubrir las “leyes del progreso” (etapas por las que han pasado las sociedades hasta llegar al momento presente, etc.) La dinámica social y la Ley de los tres estados La dinámica social de Comte es una filosofía de la historia deudora de los planteamientos de Henri de Saint-Simon y de los Ilustrados (Turgot, Condorcet), aunque Comte pretenderá haber realizado un gran descubrimiento al enunciar, en 1922, la Ley de los tres estados, según la cual el desarrollo de la historia de la humanidad habría atravesado por tres etapas. Estas etapas son “estados mentales” del ser humano –una especie de “estado mental dominante de la época”- y su evolución seguiría una secuencia lógica fija. Cada estado se caracterizaría, pues, por un modo de pensamiento predominante. Las tres etapas serían las siguientes: 1. Etapa: Estado teológico. Es un estado mental dominado por una continua referencia al mundo sobrenatural. Se postula la intervención de entidades sobrenaturales para explicarlo todo. Pensamiento mítico y prefilosófico. 2. Etapa: Estado metafísico (o filosófico). Se desarrolla el pensamiento abstracto. Las explicaciones racionales comienzan a sustituir a las míticas o mítico-mágicas. Supone un paso más en el desarrollo de la Razón humana. 3. Etapa: Estado positivo o científico. Es la etapa cumbre de la razón. En ella el pensamiento se guía por el método científico, experimental y deductivo. La Razón se va desembarazando de los prejuicios, supersticiones y tabúes y se avanza hacia un conocimiento objetivo y acumulativo de la naturaleza, del hombre y de la sociedad. Ésta última será el objeto de estudio de la nueva ciencia social, la Sociología. Comte cree que la Ley de los tres estados es una ley universal (como la de la gravedad) que rige tanto la vida de las sociedades como la de los individuos. Según él: Los tres estados pueden coexistir en una misma época o en una misma persona, pero, en un momento determinado, uno de los tres estados mentales dominará a los demás. El estado dominante será el que caracterice la fase en la que se encuentra la humanidad o el individuo. La evolución lógica de la conciencia (mente) conduce al método científico. En teoría, los tres estados mentales se suceden a lo largo de la vida de una persona: El estado teológico es el estado mental de la infancia, dominado por la imaginación. El estado metafísico es el estado mental de la juventud, dominado por la racionalización abstracta. El estado positivo es el estado mental de la madurez, dominado por la experiencia. La evolución real del individuo, sin embargo, puede no seguir su curso “normal”. El estado mental de un adulto, ya sea por incapacidad o por un defecto congénito, podría ser el propio de la infancia o de la juventud. Comte traslada estas reflexiones sobre la evolución de la mentalidad individual al desarrollo histórico, pues considera que lo que es cierto para los individuos también los es para las sociedades, ya que éstas se componen de personas. Así pues, todas las sociedades pasarían por tres grandes periodos o etapas en su desarrollo, que se corresponderían con su infancia, su juventud y su madurez. Y a cada una de estas etapas le correspondería un poder material: 1. Etapa teológica: el poder material lo ostentaría el ejército (etapa militar). 2. Etapa metafísica: el poder material estaría en manos de los legisladores. 3. Etapa positiva: el poder material estaría en manos de los industriales. La estática social Para Auguste Comte, la estática social es el estudio del orden social. La pregunta que pretende responder es la siguiente: ¿qué órganos garantizan el buen funcionamiento del organismo social? ¿Cómo se consigue mantener el orden social? Comte dirá que el orden social es el resultado del funcionamiento coordinado de tres instituciones básicas (“órganos sociales”): la familia, la economía (la organización del trabajo y de la propiedad) y la religión. A éstas instituciones básicas, Comte añade el “patriotismo”, es decir, el sentimiento de pertenencia a una determinada comunidad o nación. Sobre estas instituciones debe existir un consenso social general, compartido idealmente por todos los individuos. Comte llega a esta conclusión partiendo de la idea de que ninguna sociedad, ningún orden social, puede existir y reproducirse sin un conjunto de normas y valores compartidos (consenso valorativo y normativo), que las instituciones mencionadas deben favorecer inculcando a los individuos dichas normas y valores. Cuando las instituciones no cumplen adecuadamente esta función, la sociedad entra en crisis. La familia, dirá Comte, es la institución más importante para garantizar el orden social, ya que es en ella dónde los individuos, mediante el proceso educativo, reciben primeramente los valores sociales. Aunque en otro plano, las demás instituciones mencionadas juegan un papel similar. La religión, sin embargo, recibe en la obra de Comte una consideración especial. Se trata, dirá, de un “poder espiritual” que influye poderosamente en todas las instituciones sociales. Por tanto, la religión es, en definitiva, la principal fuente de la que se nutre la cohesión social. Sin el consenso moral que proporciona la religión, la cohesión social no es posible. Comte conceptualiza la crisis social de su tiempo como una “crisis moral”, producto de que la religión cristiana ya no tiene la fuerza de otros tiempos para determinar el consenso moral necesario. Por ello, uno de los trabajos más urgentes y necesarios es sustituir la religión tradicional (cristiana) por una nueva religión de la humanidad, que sería la “religión positivista”, necesaria para restablecer el orden en la sociedad industrial. Complemento. La sociedad industrial y la religión de la humanidad Auguste Comte piensa al igual que su maestro Saint-Simon- que la sociedad industrial es la culminación del Progreso de la Humanidad. Será la sociedad industrial la que permita realizar por fin la justicia social, situando a cual en el lugar que le corresponde según sus capacidades. En la sociedad industrial el “poder temporal” será ejercido por la élite económica (de empresarios y banqueros). Pero este poder temporal estará subordinado al “poder espiritual”, cuya función principal es proporcionar la cohesión necesaria “al todo social”. La religión positiva (o científica) reemplazaría a las religiones del estado teológico y a las filosofías del estado metafísico, convirtiéndose así en la religión de la Humanidad, cuya “moral racional” se impondría a toda la sociedad. El nuevo poder espiritual de los “sabios” (encabezado por los Sociólogos) se basaría exclusivamente en el “mérito moral”. Para Comte, el mérito moral consiste en hacer prevalecer el interés social o público sobre el interés individual o privado. Frente a la jerarquía del poder económico (más o menos ricos) se establecería la jerarquía del poder espiritual (más o menos “sabios” y “altruistas”). En definitiva, dirá Comte, el poder espiritual deberá crear las condiciones morales adecuadas para que la socialidad (convivencia social harmoníca) y la solidaridad se impongan sobre las tendencias egoístas. Para ello, será preciso “regular las pasiones humanas” y controlar el deseo inmoderado de riquezas del ser humano, así como la tendencia al despotismo y a la arbitrariedad de los gobernantes. Comte pensaba que los seres humanos eran fundamentalmente egoístas y que se comportaban en función de sus sentimientos y no de su razón. No obstante, cree que también hay en él tendencias altruistas que la “religión de la humanidad” podría desarrollar, realizándose de esta manera una de las divisas del positivismo comtiano: "El Amor como principio, el Orden como base y el Progreso como objetivo".