El más famoso industrial del ... Henry Ford, quien empezó con ... cientos de dólares que había ...

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Año: 22, Mayo 1980 No. 461
N.D. Tomado de «FREEMAN», del mes de enero de 1980 y cuyo
texto corresponde a una de las conferencias que dictó el Dr. Mises
en Buenos Aires, Argentina, en 1959.
El Socialismo
Ludwig von Mises
2da. Parte
La riqueza bajo el capitalismo
Hoy vi en una librería de Buenos Aires la
biografía de un empresario tan eminente, tan
importante, tan representativo de los grandes
negocios de la Europa del siglo XIX que,
incluso en este país, tan alejado de Europa,
se venden ejemplares de su biografía. Yo
conozco personalmente al nieto de este
hombre. Lleva el nombre de su abuelo, y
tiene el derecho de usar el título de nobleza
que su abuelo que empezó como herrero
recibió hace 80 años. Hoy este nieto es un
pobre fotógrafo en Nueva York.
Otras personas, que eran pobres en la época
en que el abuelo de este fotógrafo se
convirtió en uno de los más grandes
industriales de Europa, son hoy capitanes de
la industria. Cada persona es libre de
cambiar su status. Esta es la diferencia entre
el sistema de status y el sistema capitalista
de libertad económica: las personas sólo
pueden culparse a sí mismas si es que no
alcanzan la posición que aspiran alcanzar.
El más famoso industrial del siglo XX es
Henry Ford, quien empezó con unos pocos
cientos de dólares que había pedido
prestados, logrando en poco tiempo
desarrollar una de las empresas más grandes
del mundo. Y pueden citarse cientos de tales
ejemplos.
Todos los días el New YorkTimes publica
notas necrológicas. Si leemos estas
biografías, podemos encontrar el nombre de
un eminente hombre de negocios que
empezó vendiendo periódicos en las
esquinas de Nueva York. O si no, empezó
como mensajero de oficina, y al morir fue
presidente del mismo banco donde empezó
desde abajo. Por cierto, no todas las
personas pueden alcanzar estas posiciones.
No todas las personas desean alcanzarlas.
Hay personas que se interesan más por otros
problemas y, para estas personas, existen
caminos que estaban bloqueados en la época
del sistema feudal, la sociedad de status.
El sistema socialista, sin embargo, prohibe
esta libertad fundamental de escoger uno
mismo su propia carrera. Bajo condiciones
socialistas sólo hay una autoridad
económica, y esta autoridad tiene el derecho
de determinar todo lo referente a la
producción.
Planificación central
Una de las características de nuestro tiempo
es que la gente usa muchas palabras para
designar la misma cosa. Un sinónimo para
socialismo y comunismo es el término
«planificación». Cuando la gente habla de
planificación se refiere a planificación
central, por supuesto, lo que significa el plan
del gobierno un plan que excluye cualquier
plan no- gubernamental.
militar a todo el sistema productivo. Marx
hablaba de «ejércitos industriales», y Lenín
proponía «organizar todo el correo, la
fábrica, y las otras industrias, en base al
modelo del ejército».
Cierta dama inglesa, miembro de la Cámara
Alta, escribió un libro titulado Plan or
NoPlan, un libro muy popular en todo el
mundo. ¿Qué significa el título de su libro?
Cuando ella dice «plan», se refiere
únicamente al tipo de plan previsto por
Lenin, Stalin, y sus herederos, el tipo de
plan que gobierna a todos los habitantes de
una nación. Así, nuestra dama se refiere a un
plan central que excluye todos los planes
personales de los individuos. Su título Plan
or No Plan es una ilusión, un engaño; la
alternativa no es planificación central o
ausencia de plan, más bien, la alternativa es
un plan total del gobierno central o libertad
para los individuos, quienes podrán hacer
sus propios planes, su propia planificación.
El individuo planea su vida, cada día,
cambiando sus planes cada vez que desea.
Por tanto, en el sistema socialista todo
depende de la sabiduría, del talento, de los
dones, de la autoridad suprema. Lo que el
supremo dictador o su comité no sabe, no es
tomado en cuenta. Pero el conocimiento que
la humanidad ha logrado acumular a lo largo
de la historia no es adquirido por todos;
hemos acumulado una cantidad tan enorme
de conocimientos tecnológico y científico
que es humanamente imposible para un
individuo saber todas estas cosas, aunque
sea muy capaz.
El hombre libre planea diariamente para sus
propias necesidades; dice, por ejemplo,
«Ayer planeé trabajar toda mi vida en
Córdoba». Hoy, al saber acerca de mejores
condiciones en Buenos Aires, cambia su
plan y declara: «En lugar de trabajar en
Córdoba, prefiero mudarme a Buenos
Aires». Y este es el significado de la
libertad. Puede que se equivoque, puede ser
que mudarse a Buenos Aires sea un error.
Las condiciones pueden ser mejores en
Córdoba, pero él mismo hizo su plan.
Bajo planificación central, el individuo es
como un soldado del ejército. El soldado no
puede escoger su cuartel, no puede escoger
el lugar donde servirá. Debe obedecer
órdenes. Y en el sistema socialista como
sabían, y admitían, Marx, Lenin, y todos los
líderes socialistas se aplica la disciplina
Y las personas son diferentes, son
desiguales. Siempre será así. Algunas
personas tienen gran talento para cierta
materia, y menos para otras. Y existen
personas con el don de encontrar nuevos
caminos, de cambiar la tendencia del
conocimiento. En las sociedades capitalistas
el progreso tecnológico y económico es
logrado a través de estas personas. Si un
hombre tiene una idea, tratará de encontrar
otras personas que sean lo suficientemente
inteligentes como para apreciar el valor de
su idea. Algunos capitalistas, los que miran
hacia el futuro, y se dan cuenta de las
posibles consecuencias de la idea, la
pondrán a trabajar. Otra gente, al principio,
dirá: «Son unos tontos»; pero no dirán lo
mismo cuando vean que esta empresa
florece, y que la gente con gusto compra sus
productos.
Los «planificadores» rechazan nuevas ideas
Bajo el sistema marxista, por otra parte, el
supremo gobierno debe estar convencido del
valor de una idea antes de que pueda ser
aplicada y desarrollada. Esto en la práctica
puede ser muy difícil, ya que sólo la gente
de «arriba» o el dictador mismo pueden
tomar decisiones. Y si estas personas por
flojera, o vejez, o por no ser suficientemente
listas o preparadas no son capaces de
entender la importancia de la nueva idea,
entonces el nuevo proyecto no será
realizado.
que la aviación sería importante en la
siguiente guerra. Pero todos los expertos
estaban en su contra. No pudo convencerlos.
Nunca se logra convencer a un grupo de
personas que no dependen directamente de
la solución a un problema. Esto también es
cierto para problemas no-económicos.
Los artistas bajo el socialismo
La historia militar proporciona muchos
ejemplos. Napoleón era un genio en
materias militares; sin embargo, tenía un
problema serio, y el hecho de que no pudo
resolverlo fue la causa de su eventual
derrota y exilio a la soledad de Santa
Helena. Su problema era: «¿Cómo
conquistar Inglaterra?». Para poder hacer
esto, necesitaba cruzar el Canal de la
Mancha, y algunas personas habían
descubierto una forma de hacerlo. Estas
personas en una época de veleros habían
pensado en la nueva idea de barcos de
vapor. Pero Napoleón no pudo entender su
propuesta.
Después había el famoso Generalstab
alemán. Antes de la Primera Guerra
Mundial, el estado mayor alemán era
universalmente considerado como la
máxima expresión del conocimiento militar.
En Francia, la reputación del estado mayor
del General Foch era similar. Pero ni los
alemanes ni los franceses quienes, bajo la
dirección
de
Foch,
posteriormente
derrotaron a los alemanes se dieron cuenta
de la importancia de la aviación.
Según el estado mayor alemán: «La aviación
es para diversión, volar está bien para la
gente ociosa. Desde el punto de vista militar,
sólo los zeppelines son importantes»; y los
franceses pensaban lo mismo.
Más tarde, en el periodo entre las dos
guerras mundiales, hubo un general en los
Estados Unidos que estaba convencido de
Algunos pintores, poetas, escritores,
compositores, se han quejado de que el
público no reconoce su obra, y los mantiene
pobres. Tal vez el público no tiene buen
gusto, pero estos artistas están muy
equivocados cuando dicen: «El gobierno
debería subsidiar a los grandes artistas».
¿Quién decidirá que un nuevo pintor es
grande o no? El gobierno tendría que
depender del juicio de los críticos, y de los
profesores de historia del arte, que siempre
están mirando hacia el pasado y que rara vez
han sido capaces de reconocer el genio
nuevo. Esta es la gran diferencia entre un
sistema de «planificación» y un sistema en
el que todos pueden planear y actuar por sí
mismos.
Por cierto, los grandes pintores y los grandes
escritores a menudo han tenido que soportar
muchas penas. Han tenido éxito en su arte,
pero no siempre han conseguido dinero. Van
Gogh era un gran pintor, no cabe duda. Pero
tuvo que sufrir penurias insoportables y,
finalmente, a los 37 años, se suicidó. En
toda su vida sólo pudo vender un cuadro, y
fue su primo quien se lo compró. Aparte de
esta única venta, vivía del dinero de su
hermano, que no era artista ni pintor. Pero el
hermano de Van Gogh comprendía las
necesidades de un pintor. Hoy no se puede
comprar un Van Gogh por menos de cien o
doscientos mil dólares.
Bajo un sistema socialista, la suerte de Van
Gogh seria diferente, quizá. Algún
funcionario público habría consultado a
algunos pintores reconocidos (quienes para
Van Gogh ciertamente no serían artistas), y
les habría preguntado si este joven, parcial o
totalmente loco, valía la pena como pintor.
Y, sin duda, habrían contestado: «No, no es
pintor; no es artista; simplemente es un
hombre que desperdicia pintura»; y lo
habrían mandado a una fábrica, o a un
manicomio. Por tanto, todo el entusiasmo
socialista de la nueva generación de
pintores, poetas, músicos, periodistas,
actores, está basado en una ilusión. Esto lo
menciono porque entre estos grupos se
encuentran los más fanáticos proponentes de
la idea socialista.
cálculo efectuado por el empresario no es
posible en ausencia de los precios
proporcionados por el mercado.
En el mismo instante en que se elimina el
mercado que es lo que desean los socialistas
se hacen irrelevantes todos los cómputos de
los ingenieros y técnicos. Los técnicos nos
pueden proporcionar un gran número de
proyectos factibles, desde el punto de vista
de las ciencias naturales. Pero para
determinar cuál de todos estos proyectos es
el más ventajoso, desde el punto de vista
económico, se requieren los cálculos
mercantiles del empresario.
La importancia de los precios
Cálculo económico
El problema es un poco diferente cuando
debemos escoger entre socialismo y
capitalismo como sistemas económicos. Los
autores del socialismo nunca sospecharon
que la industria moderna, y todas las
operaciones mercantiles modernas, estaban
basadas en el cálculo. Los ingenieros no son
los únicos que planean sobre la base de
cálculos, los hombres de negocios hacen lo
mismo. Y los cálculos del empresario están
basados en el hecho de que en la economía
de mercado los precios monetarios de todos
los bienes no sólo informan al consumidor,
sino que también proporcionan al
empresario información vital acerca de los
factores de producción. La principal función
del mercado no es sólo determinar el costo
de la última etapa de la producción de los
bienes de consumo, sino el costo de todas
las etapas anteriores. Todo el sistema de
mercado está ligado al hecho de que existe
una mentalmente calculada división del
trabajo entre los diferentes empresarios, que
compiten entre sí por obtener los factores de
producción materias primas, máquinas,
instrumentos- y por obtener el factor de
producción humano, la mano de obra. Este
El problema que estoy delineando radica en
la fundamental distinción entre el socialismo
y el cálculo económico capitalista. El hecho
es que el cálculo económico, y por tanto
cualquier planificación tecnológica, es
imposible si no existen precios monetarios,
no sólo para los bienes de consumo sino
también para los factores de producción.
Esto significa que debe haber un mercado
para todas las materias primas, para todos
los bienes semi-manufacturados, para todas
las máquinas y herramientas, para todo tipo
de mano de obra.
Cuando esto fue descubierto, los socialistas
no sabían qué responder. Durante 150 años
habían declarado: «Todos los males del
mundo provienen del hecho de que existen
mercados y precios. Deseamos eliminar el
mercado, y, por supuesto, la economía de
mercado, y sustituirlo por un sistema carente
de precios y mercados». Deseaban acabar
con lo que Marx denominaba el «carácter
mercantil» de los bienes y de la mano de
obra.
Enfrentados con este nuevo problema, los
autores del socialismo, ya que no tenían
respuesta,
anunciaron
que:
«No
eliminaremos el mercado por completo;
haremos de cuenta que el mercado existe;
jugaremos al mercado, como los niños que
juegan al colegio». Pero todos sabemos que
cuando los niños juegan al colegio, no
aprenden nada. Es sólo un ejercicio, un
juego, y en muchas cosas no se puede jugar.
Este es un problema muy difícil y complejo,
y para tratarlo en forma completa se necesita
más tiempo del que dispongo hoy. Lo he
explicado detalladamente en mis escritos. En
seis conferencias no puedo analizar todos
sus aspectos. Por tanto, les aconsejo que si
están interesados
en el
problema
fundamental de la imposibilidad del cálculo
económico socialista, lean mi libro Human
Action, del cual existe una excelente
traducción al español.
Pero lean otros libros, también; por ejemplo,
el libro del economista noruego, Trygve
Hoff, quien escribió sobre el cálculo
económico. Y si desean ser imparciales
recomiendo el libro del eminente
economista socialista polaco, Oskar Lange,
que fue profesor en una universidad
norteamericana, después embajador de
Polonia, y que finalmente regresó a Polonia.
El experimento soviético
Seguramente me preguntarán «¿Qué de
Rusia? ¿Cómo solucionan los rusos este
problema?» Esto es otro problema. Los
rusos manejan su sistema socialista en un
mundo donde hay precios para todos los
factores de producción, todas las materias
primas, para todo. Por tanto, pueden usar en
sus planes los precios extranjeros del
mercado mundial. Y puesto que las
condiciones en Estados Unidos y Rusia son
a menudo diferentes, a veces resulta que los
rusos consideran justificado desde su punto
de vista económico lo que los americanos
consideran absurdo.
El llamado «experimento soviético» no
demuestra nada. No nos dice nada acerca del
problema fundamental del socialismo, el
problema del cálculo. ¿Pero podemos
llamarlo un experimento? No creo que exista
tal cosa como un experimento científico en
el campo de la acción humana. No se
pueden hacer experimentos de laboratorio en
el campo de la acción humana porque un
experimento científico requiere que se haga
lo mismo bajo diferentes condiciones, o
mantener
las
mismas
condiciones,
cambiando sólo un factor. Por ejemplo, si a
un animal que padece cáncer le inyectamos
una medicina experimental, puede que el
cáncer desaparezca. Podemos comprobar
este resultado con varios animales que
padecen del mismo mal. Si a algunos
animales los tratamos con el nuevo método,
y a los demás no les administramos el
tratamiento, entonces podemos comprobar
los resultados. No podemos hacer esto en el
campo de la acción humana. No existen
experimentos de laboratorio en economía.
El «experimento» soviético simplemente
demuestra que el nivel de vida es mucho
más bajo en la Rusia Soviética que en el país
que es considerado, en todo el mundo, como
el modelo del capitalismo: los Estados
Unidos.
Claro, si le decimos esto a un socialista,
contestará:
«Rusia
es
maravillosa».
Entonces le decimos: «Será maravillosa,
pero el nivel de vida promedio es mucho
más bajo». Y nos dirá: «Sí, pero hay que
recordar cómo vivían los rusos bajo el Czar,
y la terrible guerra que tuvimos que pelear».
No deseo discutir acerca de si esta es una
respuesta correcta o no, pero si negamos que
las condiciones son las mismas, entonces
negamos que es un experimento. Debemos
entonces decir esto (que es mucho más
correcto): «El socialismo en Rusia no ha
causado una mejoría en las condiciones del
hombre promedio comparable a la mejoría
en las condiciones, en el mismo período, en
los Estados Unidos».
El cliente como jefe Vrs. control por el
«planificador»
En los Estados Unidos aparece algo nuevo,
alguna mejora, casi todas las semanas. Estas
son mejoras generadas por los precios,
porque miles y miles de empresarios están
tratando día y noche de encontrar algún
nuevo producto que satisface mejor al
consumidor, o que es más barato, o mejor y
más barato que los productos existentes. No
hacen esto por altruismo, lo hacen porque
quieren ganar más dinero. Y el efecto es que
en Estados Unidos tenemos una mejoría casi
milagrosa en el nivel de vida, si es que se
compara con las condiciones de hace 50 o
100 años. Pero en Rusia, donde no tienen
este sistema, no se observa una mejoría
comprable. De modo que la gente propone
adoptar el sistema soviético está muy
equivocada.
Hay otra cosa. El consumidor americano, el
individuo, es a la vez cliente y jefe. Cuando
uno sale de una tienda en Estados Unidos, es
frecuente encontrar un letrero que dice:
«Gracias por su compra». Pero si vamos a
una tienda en un país totalitario –ya sea
Rusia, o Alemania en tiempo de Hitler el
tendero nos dice «debe darle gracias al gran
líder por haberle dado ésto».
En los países socialistas no es el vendedor
quien agradece, sino el cliente. El ciudadano
no es el jefe; el jefe es el Comité Central, la
Oficina Central. Estos comités y líderes
socialistas son supremos, y la gente
simplemente obedece.
Tradujo: Lic. Julio Cole.
El Centro de Estudios Económico-Sociales,
CEES, fue fundado en 1959. Es una entidad
privada, cultural y académica , cuyos fines
son sin afan de lucro, apoliticos y no
religiosos. Con sus publicaciones contribuye
al estudio de los problemas económicosociales y de sus soluciones, y a difundir la
filosofia de la libertad.
Apto. Postal 652, Guatemala, Guatemala
correo electrónico: [email protected]
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