LA TREGUA OLÍMPICA, UN SINÓNIMO DE PAZ La tregua (Ekecheiria en griego) fue instaurada 800 años antes de nuestra Era, proclamándose una tregua sagrada desde el inicio hasta el término de lo Juegos Olímpicos, durante la cual atletas y espectadores de la Hélade y el Mediterráneo podían viajar a Olimpia con toda seguridad. En el Templo de Hera estaba depositado un disco de bronce con una inscripción en la que se describía la tregua. De acuerdo a la tradición, no se toleraban actos hostiles en la región ni la entrada de personas armadas y toda violación se consideraba un escarnio al Dios Zeus, a quien estaba consagrada la manifestación deportiva. Los mensajeros iban de ciudad en ciudad anunciando las fechas de las competiciones. Pedían el cese de las guerras, antes, durante y tras los Juegos para permitir tanto a los atletas como a los espectadores viajar a Olimpia, y su regreso al origen con toda seguridad. La existencia de ese clima de paz era considerado muy importante durante el periodo de competición. Durante ese periodo se suspendían las guerras, se prohibía a los ejércitos entrar en Elis o amenazar los Juegos, y se prohibían las disputas legales o la ejecución de penas de muerte. La inmensa mayoría respetaba de manera escrupulosa la tregua, aunque se conoce algún caso en que se rompió, como la ocasión en que los lacedamonianos atacaron una fortaleza en Lempreum, una ciudad de Elis. En su defensa alegaron que no se había anunciado la tregua en el momento de su ataque, pero lo helenos les castigaron económicamente con dureza como estaba establecido por la ley. Este hecho les costó 200.000 dracmas, 200 por cada soldado, lo que equivalía a una verdadera fortuna si tenemos en cuenta que un dracma era el sueldo medio diario de un trabajador. Una vez que la tregua sagrada había sido proclamada y la fecha de los Juegos anunciada, los atletas y sus entrenadores partían hacia Olimpia. El viaje podía ser largo y penoso. Los atletas llegaban a Elis, cerca de Olimpia, y se entrenaban en el gimnasio durante un mes. Allí se seleccionaban los que iban a tomar parte en los Juegos. Se disputaron 194 Juegos antes de Cristo y 97 en la época posterior, sin que dejara de celebrarse ninguno hasta su desaparición, hasta entonces sólo había sido aplazada una edición, la del año 211, por decreto imperial. El renacimiento de los Juegos gracias al aristócrata normando Pierre de Fredi, barón de Coubertin, 2.672 años después, no fue capaz de instaurar la tregua olímpica (se ha interrumpido su celebración en tres ocasiones a causa de dos guerras mundiales), algo que si hacían aquellos pueblos. Teniendo en cuenta la realidad del mundo actual, el Comité Olímpico Internacional decidió revitalizar el significativo acuerdo para preservar el deporte en general y contribuir a la solución de conflictos, tensiones y violencias que afectan a la humanidad.