MAZZA Y LA LUCHA CONTRA EL CHAGAS

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 MAZZA Y LA LUCHA CONTRA EL CHAGAS Salvador Mazza dedicó toda su vida a estudiar y combatir las enfermedades endémicas de su país. Argentina no cuenta con muchos premios Nobel. Muchos de nuestros profesionales han pasado al olvido o ya casi nadie los recuerda, quizá porque sólo consiguieron trabajar desde el anonimato, distantes de las luces de la fama y el reconocimiento. Trabajar minuciosamente en soledad y en silencio fue lo que-­‐ en alguna medida-­‐ hizo Salvador Mazza como médico. Nacido en la provincia de Buenos Aires, en 1886, a los 24 años egresó de la facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires y muy joven comenzó a ejercer como médico. En sus años de formación se dedicó al estudio de la bacteriología, la química analítica y la patología, intercalando sus estudios con el trabajo de inspector sanitario, participando en las campañas de vacunación de la provincia de Buenos Aires. Ya recibido, fue nombrado bacteriólogo del Departamento Nacional de Higiene. A partir de 1916 ocupó el cargo de profesor suplente de la cátedra de bacteriología del Dr. Carlos Malbrán, y se hizo cargo de la titularidad tras la renuncia del reconocido médico. Fue también jefe del Laboratorio Central del Hospital de Clínicas de Buenos Aires. Pero no es por ninguno de estos cargos ilustres por los que algunas-­‐ pocas-­‐ personas lo recuerdan, sino por su infatigable lucha contra el Mal de Chagas, llegando a crear la Sociedad Científica de Jujuy, y en 1928 el MEPRA (Misión de Estudios de la Patología Regional Argentina), el centro de estudios epidemiológicos más importante que existió en Argentina. Por primera vez, fue en este centro científico donde se estudió seriamente la enfermedad de Chagas, que hasta ese momento no pasaba de ser un hecho aislado en diferentes habitantes del sur de América. Carlos Ribeira Justiniano Chagas, quien descubrió la enfermedad, había realizado un informe erróneo de la sintomatología de la enfermedad. Fue Mazza quien sistematizó en Argentina y luego en todo Latinoamérica el estudio del Mal de Chagas, dándole relevancia internacional, con la ayuda de colaboradores de todo el mundo, hasta de Premios Nóbel como Charles Nicolle (1866-­‐1936). En su intento de elaborar diagnósticos claros para la obtención de una posible cura, el Dr. Mazza recorrió varias veces todo el país, consiguiendo que el estado le proveyera de un ferrocarril, que él mismo equipó con un laboratorio, con el que pudo establecerse en los más pequeños pueblos, asistiendo a los enfermos de cada zona, y relevando informes para el estudio de las enfermedades endémicas. Es importante destacar que esta enfermedad, actualmente afecta a 24 millones de personas en Latinoamérica y provoca 45 mil muertes cada año, y es producida por el parásito Tripanosoma cruzi que realiza su ciclo biológico en el tubo digestivo de la vinchuca, por cuyas picaduras los seres humanos contraen la enfermedad. Otro de sus logros, que lamentablemente cayó en saco roto, fue la producción nacional de penicilina que realizó el MEPRA, cuando toda la producción internacional estaba destinada a los combatientes de la Segunda Guerra Mundial. A principios de la década del cuarenta, el Dr. Mazza se contactó con Alexander Fleming (1881-­‐1955), el descubridor de la penicilina, con el objetivo de intentar una producción nacional y experimental del nuevo antibiótico. Luego de sortear varias dificultades, el MEPRA logró producir penicilina a partir de 1943. La ausencia de una política de estado, que ignoró por completo este avance en la producción local del antibiótico y no aportó ningún tipo de incentivo económico, hizo que el MEPRA dejara de existir, años después de la muerte del Dr. Mazza, acaecida en 1946 en México, durante un congreso de actualización sobre las investigaciones del Mal de Chagas. 
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