BREVE ESTUDIO DEL DESARROLLO DE LA LIBIDO A LA LUZ DE

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BREVE ESTUDIO DEL DESARROLLO
A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
DE LA LIBIDO
MENTALES
por Karl Abraham
ESTADOS MANIACODEPRESIVOS y NIVELES
PREGENIT ALES DE LA LIBIDO
INTRODUCCION
Han transcurrido más de diez años desde que hice mi primera tentativa
de establecer la etiología de los trastornos maníacodepresivos sobre bases
psicoanalíticas. Estaba compenetrado de las deficiencias de tal tentativa que
traté de dejar bien esclarecida en el título de la misma. Sin embargo, debemos recordar cuán pocos trabajos e investigaciones de índole psicoanalítica sobre la demencia circular se habían realizado para esa fecha'. La
práctica psicoterapéutica privada nos ofrece pocas oportunidades de analizar
casos de esta naturaleza y es, por lo tanto, difícil que un solo analista pueda
coleccionar y comparar suficientes observaciones sobre la materia.
A pesar de las deficiencias de esa primera tentativa sus resultados probaron ser correctos en algunos aspectos importantes. El trabajo de Freud
sobre Duelo y melancolía confirmó mis puntos de vista de que la melancolía guardaba con respecto al duelo normal por una pérdida de objeto, la
misma relación que se plantea entre la ansiedad mórbida y el temor ordinario. Además, ahora ya podemos considerar, como definitivamente establecida, la afinidad psicológica existente entre la melancolía y la neurosis
obsesiva. Más aún, estas dos enfermedades muestran similitudes respecto
al proceso de desligamiento de la libido del mundo exterior, y por otro
lado hasta ahora no ha sido posible descubrir nada respecto al punto de
divergencia entre ambos estados ni se ha proyectado luz alguna sobre el
problema de las causas específicas de la demencia circular.
Después de que Freud estableciera la teoría de los niveles pregenitales
de la organización de la libido, hice una tentativa de descubrir esta causa
LA LIBIDO
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DE LOS TRASTORNOS
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específica. Freud, mediante el análisis de las neurosis obsesivas, llegó a
postular la existencia de una frase pregenital en el desarrollo de la libido que
denominó fase analsádica. Poco después e) hizo una detallada descripción de
una fase aun más temprana, la fase oral o canibalística. Basándome en una
abundante y variada colección de material empírico, pude demostrar que ciertas psiconeurosis contienen huellas claras de esta primera fase de la organización de la libido y aventuré la sugestión de que lo que observábamos en la
melancolía era el resultado de una regresión de la libido del paciente al primitivo nivel oral. Pero el material clínico que poseía no era muy completo
en este sentido y no, pude aportar ninguna prueba convincente
en mi apoyo.
Para esa fecha Freud abordó el problema de la melancolía desde otro
ángulo y realizó el primer adelanto real en el descubrimiento de los mecanismos de esta enfermedad. Demostró que el enfermo, después de perder
el objeto de amor, lo recupera de nuevo mediante un proceso de introyección, afirmando, por ejemplo, "que los autorreproches
están realmente dirigidos contra el objeto perdido".
de un melancólico
Subsiguientes experiencias me confirmaron la importancia de estos dos
procesos: el de la regresión de la libido a la etapa oral y el del mecanismo
de introyección, demostrándome además la existencia de una Íntima conexión entre ambos. Los análisis sobre los cuales está basada esta publicación
no dejan lugar a dudas respecto a este último punto y espero poder aclarar
totalmente cómo el proceso dé introyección del objeto de amor constituye
una incorporación del mismo, en armonía con la regresión de la libido al
nivel oral canibalístico.
Otros dos descubrimientos en este campo de la investigación deben ser
mencionados de nuevo en conexión con el nombre de Freud, quien en primer lugar expresó que el. suceso de fundamental' importancia que precede
a la eclosión de la enfermedad en la melancslía es la pérdida del objeto, lo
que no acontece en los casos de neurosis obsesiva, en los cuales, si bien
existe una marcada actitud ambivalente hacia el objeto, el enfermo en definitiva siente temor de perderlo y lo retiene. El descubrimiento de esta diferencia entre los dos estados patológicos es de gran importancia, como espero
demostrarlo en el curso de este estudio. En segundo lugar, Freud orientó
recientemente nuestras investigaciones de los estados de exaltación maníaca
(1) En la tercera
edición de su Tres ensayos sobre una teoría sexual.
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REVISTA
DE
PSICOANALlSIS
en forma más -definida e) y el avance que sus teorías representan sobre mi
incierta tentativa de 1911 se hará evidente en el curso de este artículo.
En 1920 fuí invitado a leer un trabajo sobre la psicosis maníacodepresiva en el XVI Congreso Psicoanalítico y me vi obligado a rechazar la invitación por no poseer nuevas informaciones al respecto. Desde entonces tuve
la oportunidad de realizar el análisis casi completo de dos casos indudables
de locura circular y obtener, además, una ligera visión de la estructura de
algunos otros casos pertenecientes a este tipo de enfermedad. Los resultados
. de tales análisis confirmaron en forma sorprendente los puntos de vista de
Freud referentes a la estructura de los trastornos melancólicos y maníacos,
y ofrecieron además una serie de nuevos elementos que suplementan su
teoría en uno o dos aspectos importantes.
Motivos de discreción profesional me imponen tratar con gran reserva
la publicación del material psicoanalítico impidiéndome hacer especialmente
una historia consecutiva de los dos casos que analicé con profundidad y
sólo puedo adelantar al respecto pequeños extractos de cada uno de ellos,
A fin de excluir la posibilidad de un error de diagnóstico, debo decir de
entrada, que ambos pacientes habían estado internados en reiteradas ocasiones en hospitales y sanatorios bajo la observación de psiquiatras capaces
y además habían sido examinados por eminentes especialistas en enfermedades mentales. Tanto el cuadro clínico como el curso circular de la enfermedad eran absolutamente típicos y completamente característicos en ambos
casos, por lo que de hecho no cabía duda alguna sobre el diagnóstico.
Bajo un aspecto, mi información es insuficiente y me apresuro a consignar el hecho con toda intención a pesar de que yo mismo no le atribuyo
mayor importancia. Todos los enfermos maníacodepresivos que he tratado,
incluyendo los dos casos a que anteriormente me referí, eran del sexo masculino. Sólo he tenido oportunidad de haces observaciones psicoanalíticas
superficiales en mujeres con este tipo de enfermedad con excepción de un
reciente caso en cuyo análisis aún estoy trabajando. No creo que el análisis
de pacientes femeninos nos conduzca a conclusiones fundamentalmente diferentes si tenemos en consideración que los enfermos de ambos sexos exhiben una marcada bisexualidad en sus síntomas, por lo que sin duda alguna
deben de tener muchos puntos de similitud.
(1) Psicología
de las masas y análisis del yo.
LA LlBllJO
A LA LUZ
DE LOS TlVISTORNOS
MENTALES
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Mientras leía parte de esta publicación ante el VII Congreso Psicoanalítico ('), el interés demostrado por el tema se puso claramente de manifiesto
por el hecho de que muchos de los trabajos presentados se relacionaban con
el mismo tema y arribaban a conclusiones sorprendentemente
similares a las
mías aunque abordándolo desde un punto de vista completamente diferente.
Debo mencionar especialmente la importante colaboración de Roheim (2),
quien contribuyó
en gran parte a nuestros conocimientos
de la psicología
____del ..canibalismo.
En esta primera parte examinaré brevemente algunos problemas con":
cernientes a los estados maníacodepresivos y particularmente
al de la relación existente entre el enfermo y el objeto amado, durante sus estados de
depresión y de manía, como así durante los intervalos libres. En la segunda
parte, consideraré estos problemas en una forma más amplia como así también la cuestión del desarrollo de la libido en su totalidad.
1
MELANCoLíA
y NEUROSIS OBSESIVAS
Dos ETAPASDE LA FASE ANALSÁDICADE L<\ LIBmo
Al disponernos a examinar el trastorno mental denominado melancolía
convendrá compararlo con las neurosis obsesivas, ya que esta afección, estrechamente relacionada con la melancolía en sus mecanismos psicológicos,
ha sido en cierta medid á despojada de sus misterios por la labor psicoanalítica.
Ya en 191 1, al mencionar las similitudes de sus cuadros clínicos y de
sus estructuras, expresé que en los casos de melancolía se observaban frecuentemente síntomas obsesivos y que las neurosis obsesivas estaban sujetas
a estados de depresión. A continuación sostuve que en ambas enfermedades
debía encontrarse en la vida instintiva del paciente un alto grado de ambivalencia que se manifestaba con mayor claridad en la necesidad de una
adaptación entre sus emociones de amor y odio y entre sus tendencias he. tero y homosexuales. Investigaciones más recientes me han llevado a considerar que la neurosis obsesiva v la melancolía no sólo se pare::en en sus
(1) Reunido en Berlín en 1922.
(2)
Nach
dem
Tode
des Uruaters',
1923.
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REVISTA
DE
PSICOANALlSIS
manifestaciones sintomáticas agudas, sino que tienen importantes puntos de
coincidencia durante sus períodos de quiescencia. Por consiguiente, en el
presente estudio sobre la melancolía me propongo tomar como punto de
partida el llamado intervalo libre que se interpone entre dos períodos de la
enfermedad y no el cuadro clínico completo.
Desde el punto de vista del observador clínico los estados maníacodepresivos siguen un curso intermitente, mientras que los estados obsesivos son en su
conjunto de carácter crónico, no obstante que estos últimos muestran una clara tendencia a remisiones considerables. Si bien es exacto que en algunos casos
obsesivos la enfermedad transcurre en ataques agudos muy similares a los brotes periódicos de la melancolía, las observaciones cuidadosas extendidas a un
largo período de tiempo nos muestran en muchos otros casas la existencia de
una transición gradual entre ambas enfermedades, mientras que con anterioridad sólo podíamos considerarlas como dos entidades nítidamente separadas.
Esta actual concepción
recibe nuevas confirmaciones
a medida que
profundizamos en nuestra investigación psicológica, permitiéndonos descubrir que el enfermo expuesto a ataques periódicos dé depresión y exaltación
no está en realidad perfectamente bien durante sus intervalos libres. Con
sólo interrogar a tales enfermos podremos convencernos de que durante
largos períodos atraviesan de vez en cuando, por estados mentales depresivos o hipomaníacos. Pero lo que interesa especialmente al analista es el
hecho de que en todos los enfermos cicloides se descubre durante sus intervalos libres una formación anormal del carácter y que esta formación caracterológica coincide e.p forma inequívoca con la del neurótico obsesivo.
Hasta donde mi experiencia lo permite, no me parece posible poder
establecer una distinción firme e inflexible entre el carácter melancólico y
el llamado carácter- obsesivo. Los enfermos que padecen de demencia circular exhiben durante sus intervalos libres las mismas características que el
psicoanálisis nos ha hecho familiar para las neurosis obsesivas, las mismas
peculiaridades frente a la limpieza y el orden, la misma tendencia a mantener
una actitud obstinada y desafiante, alternando con una docilidad exagerada
y un exceso de bondad, la misma conducta anormal en relación al dinero
y las ~posesiones. Estos rasgos de. carácter .nos suministran importantes
evidencias de que las dos condiciones patológicas tienen un estrecho pa1
rentesco psicológico con la misma fase.pregenital de la libido. Si suponemos
,
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
la existencia de una coincidencia
MENTALES
tan extensa en la constitución
279
cáractero-
lógica de las personas que se inclinan hacia la. melancolía y la de aquellas
que se inclinan a la neurosis obsesiva, nos es totalmente incomprensible por
qué una enfermedad que se origina en una misma fuente de formaciones
caracterológicas pueda adoptar ya uno u otro tipo.
Es verdad que hemos
el enfermo abandona sus
que. el neurótico obsesivo
nos enfrentamos entonces
llegado a la conclusión de que en la melancolía
relaciones psicosexuales con el objeto, mientras
puede, en definitiva, escapar a tal destino. Pero
con el problema de por qué la relación objetal
es mucho más lábil en una clase de enfermos
que en la otra.
De acuerdo
con el psicoanálisis, los puntos de fijación formados en el curso del desarrollo de la libido determinarán a qué nivel de la organización puede avanzar
la libido de un individuo y a cuál puede regresar en el caso de una enfermedad neurótica y lo mismo es valedero para las relaciones del individuo
con el mundo exterior. Las inhibiciones en el desarrollo y los procesos
regresivos están siempre determinados por las primeras fijaciones en la esfera de la libido. A pesar de su común relación con la organización analsádica de la misma, la melancolía y la neurosis obsesiva muestran ciertas
diferencias fundamentales no sólo con respecto a la fase a la que regresa
la libido, al comienzo
de la enfermedad
sino también
con respecto
a la
actitud que observa el individuo hacia el objeto ya que el melancólico lo
abandona mientras que el neurótico obsesivo lo retiene. Si una divergencia
tan amplia de procesos patológicos puede tener su origen en la misma
etapa analsádica, se desprende por lógica consecuencia que esta etapa contiene elementos heterogéneos que no hemos podido separar hasta el presente.
En otras palabras nuestro conocimiento de esta fase del desarrollo libidinal
debe ser insuficiente existiendo además consideraciones de otra índole que
nos ofrecen buenas pruebas de esta deficiencia.
Hasta
ahora conocíamos
tres etapas en el desarrollo
de la libido en
cada una de las cuales podíamos observar la importancia preponderante de una
zona erógena particular. Estas zonas erógenas son en orden cronológico de
aparición: la oral, la anal y la genital. Descubrimos que las excitaciones libidinosas correspondientes al erotismo anal tienen durante esta etapa conexiones
estrechas y múltiples con los impulsos sádicos. En un escrito anterior expresé que desde los descubrimientos
de Freud, nuestras observaciones clínicas
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han confirmado
DE
PSICOANALlSIS
cada vez más la estrecha relación existente entre estas dos
esferas instintivas y no obstante nunca hemos investigado el origen de esta
relación tan especial. Hemos aprendido del análisis de enfermos neuróticos
.que los procesos excretorios son empleados con propósitos sádicos y el hecho
ha sido confirmado
por la observación
hemos visto que un rasgo del carácter,
de la psicología del niño.
la obstinación,
También
por ejemplo, procede
tanto de fuentes sádicas como anales. Pero estas observaciones, como asimismo otras semejantes, no nos han capacitado para comprender la razón de
esta combinación
de actividades
sádicas y anales.
Podemos aproximarnos a la solución del problema si consideramos otro
conocimiento bien consolidado de la ciencia psicoanalítica del que me he
ocupado en el trabajo antes mencionado o sea que una completa capacidad de
amar sólo es lograda cuando la libido ha alcanzado su nivel genital. Tenemos
por un lado procesos anales eróticos combinados con conducta sádica, especialmente con emociones crueles y hostiles, destructivas para el objeto, y por
el otro un erotismo genital combinado con tendencias amistosas para el mismo.
Pero tal comparación sólo nos sirve para aproximarnos a nuestro problema, que permanecerá sin solución, hasta tanto no conozcamos por qué
en cierto nivel del desarrollo los impulsos sádicos exhiben una especial afinidad para el erotismo anal precisamente, y no para el oral o el genital. Con
tal finalidad nu~vamente podemos hacer uso de los datos empíricos del psicoanálisis, pues ellos nos pueden ser de utilidad ya que nos demuestran:
1) Que el erotismo anal contiene
2) Que similarmente
dos tendencias
existen dos tendencias
placenteras
opuestas.
opuestas en el campo de
los impulsos sádicos.
La evacuación del intestino procura una excitación placentera de la
zona anal y a esta primera forma de experiencia placentera se agrega otra,
basada en un proceso opuesto, la retención
de las heces.
La experiencia psicoanalítica ha mostrado sin duda alguna que en la
segunda etapa del período de su desarrollo libidinal el individuo considera
a la persona que es objeto de su deseo como algo de su propiedad y la trata
consecuentemente en la misma forma como lo hizo con su primer objeto de
propiedad privada es decir al contenido de su cuerpo, las heces. Mientras que .en el nivel genital "amar" significa la transferencia de sentimientos
positivos sobre el objeto y lleva implícita una adaptación psicosexual hacia
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tal objeto, en' el nivel precedente significa en cambio que el individuo trata
al objeto como a algo de su pertenencia, puesto que la ambivalencia de sentimientos aun existente en este nivel inferior, expresa su actitud positiva
hacia el objeto en forma de retener su propiedad y la actitud negativa en
forma de rechazarla. La amenaza de pérdida del objeto en el neurótico obsesivo y la pérdida en el melancólico, significan para el inconsciente de cada uno
. de ellos la expulsión del objeto en el sentido de una expulsión física de heces.
Supongo que todo psicoanalista es capaz, por sus propias observaciones,
de confirmar este paralelo. En el trabajo anteriormente señalado he tratado el tema con mayores detalles y sólo deseo llamar la atención aquí sobre
el hecho de que muchos neuróticos reaccionan en una forma anal a toda
pérdida, ya sea ésta ocasionada por la muerte de una persona o la experimentada por la pérdida de un objeto material. Pueden reaccionar a la pérdida ya sea con constipación o diarrea de acuerdo con la forma en que la
pérdida sea considerada por el inccnsciente, cuya actitud es naturalmente
variable por la ambivalencia de su vida emocional. El inconsciente de estos
neuróticos niega o afirma la pérdida por medio del lenguaje orgánico con
el cual estamos tan familiarizados.
La noticia ~ la muerte de un pariente cercano puede a menudo producir en una persona una violenta presión en sus intestinos como si la totalidad de su contenido fuese expulsado o como si se le hubiera arrancado de
su interior algo que habría de salir a través del ano. No debemos olvidar
que a pesar de que una tal reacción puede estar sobre determinada,
intentamos poner en evidencia aquí la causa que más nos interesa.
sólo
Debemos considerar esta reacción como una forma arcaica del duelo,
forma que ha sido' conservada en el inconsciente y colocarla al lado del primitivo ritual descrito pOF Roheim (1) en el cual los parientes del muerto
defecaban sobre su tumba.
Es importante señalar que ciertas formas del lenguaje, aun mantienen
los indicios de este paralelo entre perder algo y evacuar. En alemán, por
ejemplo, el excremento
entre esta palabra y los
(1)
Nach
dem
Tode
de animal es llamado losung (2) y la conexión
e), y la palabra inglesa lose es evidente.
des Urvaters',
(2) Lo desprendido.
(3) Sufijo equivalente
a "sin", "ab",
1923.
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PSICCJANALlSIS
Con un fin ilustrativo relataré el siguiente curioso ceremonial ejecutado
por una neurótica ya citado en mi trabajo anterior. Esta mujer que presentaba intensos rasgos de carácter anal, era por regla general incapaz de desprenderse de los objetos usados. Sin embargo se sentía de vez en cuando
impulsada a librarse de ellos y para hacerlo había inventado la forma de
engañarse
sí misma. Con tal finalidad solía dirigirse a un bosque cercano
a
y antes de abandonar la casa se colocaba debajo de su vestido y en forma
de que colgara por detrás, el objeto del que deseaba desprenderse, generalmente una vieja prenda de vestir. Durante su paseo por el bosque "perdía
el objeto" y al regresar al hogar lo hacía por otro camino a fin de no
volverlo a encontrar. Para poder desprenderse de un objeto tenía que dejarlo caer de la parte posterior de su cuerpo. Nada es tan elocuente, para
confirmar nuestros puntos de vista como las propias expresiones infantiles.
Un pequeño muchacho húngaro cuya familia vivía en Budapest, cierta vez
amenazó a su niñera con las siguientes palabras: "Si me haces enojar te voy
a cagar al otro lado. del río." De acuerdo con la concepción del hiño, la
forma de liberarse de una persona no muy amada consistía en defecarla.
Esta primitiva idea de que la remoción, o la pérdida de un objeto es
equivalente a la defecación, se ha vuelto remota para nosotros los adultos,
tan remota que sólo a través de un laborioso proceso de investigación psicoanalítica podemos recuperar las huellas de este. primitivo pensamiento y a
pesar de ello tal descubrimiento es aún recibido por muchas personas con
un incrédulo movimiento de cabeza a pesar de que ciertos productos psicológicos tales como los mitos, el folklore y los usos del lenguaje nos demuestran que tal forma de pensar es patrimonio común del inconsciente. Perrnítaserne sólo mencionar una expresión generalmente usada por los estudiantes
de .las universidades -alemanas. Si un estudiante es excluído por sus camaradas de todos los acontecimientos oficiales en razón de alguna fechoría,
es decir si ha sido más o menos excomulgado, Se dice comúnmente que
er gerait in uerscbiss "Se fué a la mierda". Es evidente que la expulsión de una
persona es totalmente comparada con la expulsión física de materias fecales.
La componente instintiva del sadismo existente en la libido infantil
nos muestra también dos tendencias placenteras en acción. Una de ellas
tiende a destruir el objeto -o el mundo exterior- y la otra tiende a controlarlo. Posteriormente
trataré de demostrar
en detalle que la tendencia
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MENTALES
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a preservar y a resguardar el objeto ha surgido de la más primitiva y destructiva tendencia, por un proceso de represión. Por ahora hablaré de este
proceso en general pero sólo desearía decir en principio, que el psicoanálisis
nos ha dado un conocimiento perfectamente cabal de estas etapas evolutivas
del amor objetal y de las siguientes. Por el momento, limitaremos nuestro
. interés hacia el instinto sádico que amenaza la existencia del objeto. La
. remoción o pérdida puede ser percibida por el inconsciente. como un proceso sádico de destrucción o como un acto de expulsión anal.
En conexión con ello es interesante notar que en diferentes idiomas la
idea de perder algo se expresa en dos formas diferentes de acuerdo con los
conceptos psicoanalíticos, La palabra alemana oerlieren (perder), la expresión inglesa to lose y la latina amittere corresponden a la idea anal de desprenderse de algo; mientras que cl7ro},).lrYaL en griego, perdere en latín y
perdre en francés significan destruir o arruinar una cosa, un objeto. Debemos recordar también la interpretación analítica que hizo Freud de la
pérdida de objetos como una tendencia de librarse de ellos por motivos
inconscientes. Su interpretación está bien confirmada por aquellas expresiones idiomáticas que directamente identifican el acto de perder un objeto
con la destrucción del mismo. Además, ciertas formas idiomáticas demuestran cuán Íntima es la unidad inconsciente entre las pulsiones anales y
sádicas tendientes a eliminar un objeto. Las lenguas más distantes tienden
a expresar tan sólo por alusiones o metáforas indirectas los rasgos de conducta basados en impulsos sádicos, pero esas metáforas se derivan de actividades que la experiencia psicoanalítica nos ha enseñado a reducir a instintos
anales eróticos y coprofílicos. Un buen ejemplo de esto lo encontramos
en los informes y comunicados militares que aparecieron por ambas partes
durante la guerra de 191"4. En ellos los lugares eran gesdubert (limpiados)
de enemigos, las trincheras eran aufgeraumt (clearet out, evacuadas). En
los relatos franceses la palabra usada era nettoy er (limpiar) y en inglés
cleaning up o mopping up (limpiar).
El análisis de los neuróticos nos ha demostrado que el segundo grupo
de tendencias -tendencias
conservadoras que surgen de
.•.. fuentes anales y
sádicas persiguiendo la retención y el control del objeto-s- se combinan y
refuerzan mutuamente de múltiples manera. Existe análogamente una
estrecha vinculación entre las tendencias destructivas -dirigidas a la expul-
284
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DE
PSICOANALlSIS
sion y destrucción del objeto-,
tendencias
aquellas dos fuentes; la anal y la sádica.
que también
se derivan
de
La forma de cooperación entre estas tendencias se hará especialmente
clara en la psicología de los estados de melancolía sobre los que entraremos
en mayores detalles más adelante.
Deseo referirme brevemente a la acción convergente de los instintos anales y sádicos en el carácter obsesivo. Hasta ahora hemos considerado el excesivo amor a la limpieza que muestran tales caracteres, como una formación reactiva contra tendencias coprofílicás, y su marcado amor al orden como un reprimido O sublimado instinto erótico anal. Esta concepción, aunque correcta y
basada en un gran conjunto de datos empíricos, es en parte unilateral y n.9 considera suficientemente la sobredeterrninación
de los fenómenos psicológicos.
En el compulsivo amor al orden y a la limpieza, que observamos en
nuestros enfermos, podemos descubrir la cooperación de sublimados instintos sádicos. En el ensayo anteriormente mencionado he aducido algunos
ejemplos para demostrar
que el orden compulsivo
expresión del deseo de dominación
del enfermo,
es al mismo tiempo una
con el cual ejercita .poder
sobre las cosas y las fuerzas dentro de un sistema pedante y rígido, no siendo
raro que haga entrar en un tal sistema a la gente misma. Recordemos solamente la compulsión de limpieza de la que padecen algunas amas de casa,
quienes muy a menudo se conducen en forma tal que privan a todo el mundo
de su tranquilidad, revolviendo la casa de arriba abajo y obligando alas demás
personas a someterse a sus patológicos impulsos. En los casos extremos de
carácter obsesivo, como solemos ver en la neurosis del ama de casa y en las
exageraciones neuróticas de la mente burócrata, este deseo vehemente de dominación se hace inequívoco. Necesitamos pensar solamente en los elementos
sádicos que integran el bien conocido rasgo anal de la obstinación para darnos
cuenta de cómo las fuerzas instintivas anales y sádicas actúan simultáneamente.
A fin de comprender mejor lo que tiene lugar al comienzo de una
neurosis obsesiva o de una melancolía, debemos volver de nuevo nuestra
atención a aquellos períodos de la vida del paciente en los que se muestran
relativamente libres de síntomas. La remisión en el enfermo obsesivo y el
intervalo libre en el maníaco depresivo aparecen como períodos en los cuales
sus instintos analesy sádicos han sido exitosamente sublimados. Tan pronto
como algo especial amenaza con la pérdida del objeto en el sentido ya em-
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pleado, ambos tipos de neuróticos reaccionan con gran violencia. El enfermo
despliega toda la energía de sus fijaciones libidinosas positivas para combatir
el peligro de que sus sentimientos hostiles hacia el objeto se tornen demasiado fuertes. Si las tendencias conservadoras, las de retener y controlar'
el ~bjeto, son las más poderosas, el conflicto alrededor del objeto amado
provocará fenómenos. de compulsión psicológica, pero si triunfan las ten':'
dencias sádico anales opuestas, aquellas que buscan destruir y expeler al objeto, entonces el enfermo caerá en un estado de depresión melancólica.
No debemos sorprendernos de encontrar síntomas obsesivos en una melancolía, ni tampoco que en una neurosis obsesiva se presenten estados de
depresión.
En tales casos, las tendencias destructivas o las conservadoras
según sea el caso, no han sido capaces de triunfar por completo. Como regla
general, sin embargo, unas u otras -la tendencia a los síntomas manÍacodepresivos o la tendencia a mostrar signos de una conducta obsesivaocupan el primer plano del cuadro clínico. Pero aun no estamos en situación de poder visualizar más profundamente
entre las dos series de síntomas.
la causa de esta interrelación
La experiencia psicoanalítica y la directa observación de los niños han
establecido que la serie de instintos que buscan la destrucción y expulsión
del objeto es onto'~énicamente la más antigua de las dos. En el individuo
normal, el desarrollo de su vida psicosexual termina con una capacidad de
amar al objeto, perQ el camino que debe recorrer comenzando por el auto erotismo de su infancia y finalizando con un completo amor objetal, aun
necesita ser estudiado con más exactitud. Sin embargo, puede admitirse
como perfectamente establecido lo siguiente: al principio, la libido del niño
carece de objeto -es autoerótica-,
después toma a su yo como su primer
objeto, y no es sino posteriormente que se dirige hacia los obietos del mundo
exterior. Pero aun entonces mantiene por algún tiempo su calidad ambivalente y. sólo en un período relativamente tardío de la infancia el individuo
es capaz de tener una actitud completamente amistosa hacia su objeto.
Si comparamos el curso seguido por la libido en lá neurosis obsesiva y
en la melancolía, en el momento de su aparición, podemos ver que en la
neurosis obsesiva a pesar de la inseguridad de sus relaciones con el objeto
lá libido nunca se ha desviado muy lejos del fin normal en la dirección regresiva de su desarrollo, como lo hace en el caso de la melancolía, en donde todas
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PSICOANALlSIS
las relaciones de objeto son en su comienzo completamente
abandonadas.
La experiencia psicoanalítica ya nos ha obligado a aceptar la existencia
de una etapa pregenital del desarrollo libidinal, la etapa analsádica, y ahora
nos vemos inducidos a suponer que esta etapa contiene en sí misma dos diferentes niveles. En el último nivel predominan las tendencias conservadoras
de retener y controlar el objeto, mientras que en el nivel anterior prevalecen las tendencias hostiles, las de destrucción y pérdida.
El neurótico obsesivo regresa al más tardío de estos dos niveles y es
capaz, por lo tanto, de mantener contacto con el objeto. Durante sus tranquilos períodos de remisión puede sublimar, en gran proporción,
sus im-
pulsos agresivos y anales en forma tal que sus relaciones con el mundo
exterior pueden hasta parecer normales a simple vista y lo mismo puede
acontecer en la melancolía. Los mismos psiquiatras clínicos admiten que
un melancólico puede andar bien, es decir que puede recobrar su salud
ya que el maníacodepresivo, durante el período asintomático, puede transformar sus instintos en la misma forma que el neurótico obsesivo. Pero tan
pronto como el yo entra en conflicto agudo con el objeto, abandona su
relación con el mismo haciéndose de nuevo evidente que la totalidad de sus
sublimaciones y formaciones reactivas tan similares a las del carácter obsesivo
derivan del más bajo nivel de la etapa analsádica de su'desarrollo libidinal.
Esta diferenciación de la etapa analsádica en dos fases parece ser de
fundamental importancia, por cuanto el límite entre ambas indica un cambio
decisivo en la actitud del individuo hacia el mundo exterior. Podemos
decir que en esta línea divisoria se inicia, en el más amplio y estricto sentido,
el amor objetal, ya que en este punto comienzan a predominar las tendencias
a la preservacióndel objeto.
Esta diferenciación no tiene solamente un interés teórico, ella no sólo
sirve para darnos un cuadro claro de un período particular del desarrollo
psicosexual del niño, sino que nos permite una visión más profunda del
movimiento regresivo de la libido en las psiconeurosis. Posteriormente veremos que el proceso de regresión en la melancolía no se detiene en el primer
nivel de la etapa analsádica sino que retrocede constantemente hacia organizaciones de la libido aun más primitivas. Parece que cuando la libido alcanza
en dirección regresiva la línea divisoria entre las dos fases analsádicas, los efectos son especialmente desfavorables. Una vez que ella abandona sus relaciones
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MENT ALE5
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objetales, parece deslizarse rápidamente hacia abajo, desde un nivel hacia el
otro.
Teniendo
en cuenta la extrema. importancia
de esta línea divisoria,
nos encontraremos de acuerdo con los puntos de vista de la medicina clínica
corriente. La división que fundada en datos empíricos, hemos hecho nosotros)
los psicoanalistas, coincide con la clasificación en neurosis y psicosis realizada
por la clínica médica. Por supuesto que los psicoanalistas no tienden a hacer
una rígida separación entre afecciones neuróticas y psicóticas sino que por
el contrario están bien enterados de que la libido de todo individuo puede regresar hasta más allá de esta línea divisoria entre las dos fases analsádicas, cuando además de una causa suficiente de enfermedad existen ciertos puntos de
fijación del desarrollo libidinal que facilitan una regresión de esta naturaleza.
11
LA PÉRDIDA DEL OBJETO
ESTADOS MENTALES
Y LA INTROYECCIÓN
EN EL DUELO NORMAL
Y EN LOS
ANORMALES.
Habiendo tomado como punto de partida de nuestras investigaciones el
"intervalo libre" de los estados maníaco depresivos, podemos ahora adentrarnos en la investigación del suceso que inicia la enfermedad en la melancolía,
suceso al que Freud denominó la "pérdida de objeto" como así también en el
proceso de la introyección del objeto tan estrechamente ligado a él.
En su trabajo Duelo y Melancolía Freud describió en líneas generales
los procesos psicosexuales que tienen lugar en la melancolía. Del tratamiento
ocasional de pacientes deprimidos pudo obtener una idea intuitiva de los
mismos, aunque el material clínico publicado en la literatura psicoanalítica
hasta la fecha, en apoyo. de esta teoría, no ha sido muy abundante. El material que con tal fin presentaré, intenta no sólo ilustrar esta teoría sino
también preparar el camino para una sistemática investigación de los procesos patológicos de la melancolía y del fenómeno del duelo, ya que, como
luego veremos, la psicología de estos dos estados no ha sido hasta ahora
suficientemente comprendida e).
De vez en cuando nos encontramos con casos de marcada depresión
(1) Razones de discrección profesional me impiden comunicar el material analítico
completo de los casos y debo concretarme con reproducir breves extractos de los mismos. Este método tiene la ventaja de hacer menos difícil el estudio del material.
288
REVISTA
DE PSICOANALISIS
melancólica en donde los procesos de pérdida
del mismo pueden ser reconocidos prescindiendo
pero no debemos olvidar que esto no hubiera sido
llamado nuestra atención sobre el aspecto general
del objeto e introyección
de una labor psicoanalítica,
posible si Freud no hubiera
de la situación psicológica.
El doctor Elekes de Klausenburg me comunicó el siguiente caso de su
práctica psiquiátrica sanatorial particularmente instructivo.
Una mujer fué
internada en el sanatorio, debido a una depresión melancólica. Se acusaba
repentinamente' de ser una ladrona, pero en realidad nunca había robado
nada. Su padre, con quien convivía y a quien estaba adherida con todo el
amor de una hija soltera, había sido arrestado poco tiempo antes acusado
de robo. Este suceso no sólo la separó del padre en el significado literal de
la palabra sino que provocó en ella una profunda reacción psicológica en el
sentido de un extrañamiento del padre que dió origen a su ataque de melancolía. La pérdida de la persona amada fué seguida inmediatamente por un acto
de introyección y ahora era la paciente misma la que había cometido el robo.
Esto comprueba una vez más lo sostenido por Freud de que los autorreproches
de la melancolía son en realidad reproches dirigidos contra la persona amada.
En algunos casos' puede verse con bastante facilidad cómo han tenido
lugar la pérdida
del objeto y la introyección
del mismo, pero debemos
recordar que nuestro conocimiento de tales hechos es puramente superficial
y por lo tanto no podemos dar una explicación cualquiera sobre los mismos.
Solamente por medio de un psicoanálisis regular podremos percibir la existencia de un parentesco entre la pérdida del objeto y las tendencias basadas
en la primera fase de la etapa analsádica, con su significado de perder y
destruir objetos como así también observar que el proceso de introyección
tiene el carácter de una incorporación física por vía oral. Además, esa
forma de visión superficial impide apreciar el conjunto del conflicto de
ambivalencia que es inherente a la melancolía. Espero que el material que
en estas páginas presentaré, nos ayudará en alguna forma a llenar esta laguna
de nuestro conocimiento. Deseo expresar al mismo tiempo que nuestros
conocimientos de lo que sucede en el duelo normal es igualmente superficial,
ya que el psicoanálisis no ha podido arrojar mayores luces sobre tal estado
en los individuos sanos ni en los casos de neurosis de transferencia. Si bien
Freud hizo la observación muy significativa de que el serio conflicto de
sentimientos de ambivalencia del que padecen los melancólicos no se observa
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
289
en el individuo normal, la exactitud con que se realiza el proceso de duelo
en la mente sana nos es hasta el presente desconocida. No obstante, he
tenido recientemente un caso que me ha permitido obtener algún conocimiento en esta materia aun oscura, que nos demuestra que en el proceso
del duelo normal el individuo reacciona frente a una pérdida real del objeto
realizando una temporaria introyección de la persona amada. El caso era
el siguiente ('): La esposa de uno de mis analizados se enfermó seriamente
mientras él estaba aún bajo tratamiento analítico. Esperaba su primer hijo
y se hizo necesario poner fin a su embarazo por medio de una cesárea. Mi
enfermo fué llamado urgentemente a su lado y llegó después que la operación se había realizado, pero ni la esposa ni el prematuro niño pudieron ser
salvados. Después de algún tiempo, reemprendió el tratamiento. Su análisis
y especialmente un sueño que tuvo poco después de reanudar el tratamiento,
!
evidenciaban que había reaccionado a su dolorosa pérdida con un acto de
introyección de carácter oral-canibalístico.
U no de los fenómenos mentales más sorprendentes que nuestro enfermo
mostraba en el transcurso de esa época, fué un desagrado por las comidas,
que duró unas semanas, en contraste con sus hábitos ordinarios, fenómeno
que nos recuerda el rechazo de la alimentación que observamos frecuentemente en los melancólicos. Un día su desagrado por la comida desapareció
y al atardecer comió una buena porción de carne. Esa noche tuvo un sueño
en el cual se encontraba presenciando la necropsia de su finada esposa.
El sueño estaba dividido en dos escenas contrastantes, en una de ellas las
partes separadas del cuerpo se reunían de nuevo y la muerta comenzaba a
dar señales de vida y él la abrazaba con los más vivos sentimientos de alegría.
En la otra escena, la sala de disección cambiaba su aspecto por la de una carnicería que recordaba al soñante una escena de matanza de animales.
La escena de la disección dos veces presente en el sueño, fué asociada
con la operación de su esposa (sectio Caesaris ), Una parte del sueño giraba
alrededor de la reanimación del cuerpo muerto y la otra estaba conectada
con ideas canibalísticas. Las asociaciones durante el análisis remarcaban el
hecho de que la visión del cuerpo disecado le recordaba la comida de la
tarde anterior especialmente el plato .de carne.
(1) El intererado me ha autorizado a hacer uso de esta observación, en vista de su
valor científico.
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REVISTA
DE
PSICOANALlSIS
Vemos por lo tanto que un solo suceso ha tenido dos secuelas diferentes colocadas una al lado de la otra como frecuentemente
ocurre en el
sueño cuando debe expresarse un paralelo. Ingerir la carne de la esposa
muerta se hace un equivalente de restaurarla a la vida. Freud recientemente
ha demostrado que mediante la introyección del objeto perdido el melancólico lo vuelve verdaderamente a la vida, erigiéndolo en su propio Yo. En el
presente caso, el viudo se abandonó a su aflicción durante un período de
tiempo como si no fuera posible escapar a ella. Su desagrado por la comida
constituía en parte un juego con su propia muerte, y parecía manifestar
implícitamente que ya que el objeto de su amor había muerto, la vida no
tenía más atractivos para él, Entonces comenzó a elaborar el efecto traumático de su pérdida por medio de un proceso inconsciente de introyección
de su objeto amado. Mientras transcurría este proceso, fué paulatinamente
recuperando su capacidad de tomar alimentos y su sueño le anunciaba al
mismo tiempo que el trabajo de duelo había tenido éxito. El proceso del
duelo nos trae así el consuelo siguiente. "Mi objeto amado no me ha abandonado ya que ahora lo llevo en mí y no puedo jamás perderlo."
Como vemos este proceso psicológico es idéntico al que ocurre en la
melancolía. Más adelante trataré de esclarecer cómo la melancolía es una
forma arcaica de duelo. Pero el ejemplo antes citado nos lleva a la conclusión
de que el trabajo del duelo en el individuo sano, adquiere también una forma
arcaica en los estratos más inferiores de la mente. Mientras escribía lo anteriormente expuesto encontré que la introyección que tiene lugar en el duelo
normal casi había estado próxima a ser descubierta desde otro ángulo de
enfoque. Groodeck (1) cita el caso de un paciente que encaneció en el
momento de la muerte de su padre y lo atribuye a una tendencia inconsciente por parte del, enfermo de volverse igual al padre como si quisiera
absorberlo en sí mismo y ocupar su lugar con la madre.
Me veo obligado, a contribuir, al respecto, con una experiencia de mi
propia vida. Cuando Freud publicó su trabajo sobre Duelo y Melancolía
tan frecuentemente citado en estas páginas, sentí en mí una dificultad inacostumbrada en seguir el curso de sus pensamientos. Me daba cuenta de una
inclinación a rechazar la idea de una introyección del objeto amado y combatía tal sentimiento pensando que si el genio de Freud hizo un tal descu(1) En su libro Das Bucb
von Es, 1923, pág. 24.
LA LIBIDO A LA LUZ
brimiento
DE LOS TRASTORNOS
en un campo de la investigación
MENTALES
291
que tanto me interesaba,
sería
suficiente para crear en mí una fuerte oposición. Sólo posteriormente comprendí que este motivo obvio era sólo de importancia secundaria comparado
con el siguiente: Hacia fines del año anterior falleció mi padre. Durante
el período de duelo por el que atravesé, ocurrieron ciertos hechos que para
entonces no fui capaz de reconocer
introyección.
El más sorprendente
como consecuencias de un proceso de
de ellos fué que mi cabello encaneció
rápidamente y volvió a ennegrecerse en pocos meses. Lo atribuí
emocional por la que había atravesado, pero ahora me veo obligado
las ideas de Groodeck, ya citadas, concernientes a una conexión
funda entre mi canicie y mi estado de duelo. Había visto a mi
a la crisis
a aceptar
más propadre por
última vez en el hogar, pocos meses antes de su deceso, al regresar de la
guerra durante una corta licencia. Lo encontré muy envejecido y no del
todo fuerte y observé especialmente que su cabello y su barba eran casi blancos y más largos de lo habitual debido a su confinamiento en cama. El
recuerdo de mi última visita estaba estrechamente asociado con esta impresión. Algunos otros aspectos de la situación que infortunadamente
no soy
capaz de describir aquí me llevan a atribuir mi temporario síntoma de canicie a un proceso de introyección.
Parece que el principal motivo de mi
aversión a la teoría de Freud sobre el proceso patológico de la melancolía
fué mi propia tendencia a emplear el mismo mecanismo durante el duelo.
No obstante que la introyección
ocurre en el duelo de las personas nor-
males y neuróticas tanto como en el melancólico, no debemos desestimar
las importantes diferencias existentes entre un proceso y otro. En el sujeto
normal el proceso es puesto en acción por una pérdida real (muerte) y su
propósito mayor es preservar las relaciones del individuo con el objeto
muerto o, lo que es lo mismo, compensarle por la pérdida sufrida. Más .aún,
la persona normal nunca pierde el conocimiento
consciente
de su pérdida,
cosa que ocurre en el melancólico.
El proceso de introyección en el melancólico está basado en un disturbio radical de las relaciones libidinosas conel objeto, manifestándose en un severo conflicto de sentimientos ambivalentes de los que sólo puede escapar volviendo contra sí mismo la hostilidad que originalmente sentía hacia el objeto.
Observaciones recientes
mostrado que la introyección
y en primer término las de Freud, han dees un proceso psicológico mucho más común
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REVISTA
DE
PSICOANALlSIS
que lo supuesto hasta ahora. Deseo referirme en particular a una observación del mismo Freud (1) concerniente al psicoanálisis de la homosexualidad
en la que expresa la opinión, aunque no la apoya en ningún material clínico,
de que podemos basar ciertos casos de homosexualidad en el hecho de que el
sujeto ha introyectado al padre de sexo opuesto. Así, un hombre joven
puede sentir una inclinación hacia el· sexo masculino debido a que por un
proceso psicológico de incorporación ha asimilado a la madre y consecuentemente reacciona hacia los objetos masculinos en la misma forma que ella
lo hubiera hecho. Hasta ahora hemos tenido en cuenta principalmente otra
etiología de la homosexualidad. El análisis de tales casos ha demostrado que
es una regla que la persona que ha sufrido un desengaño en su amor por la
madre y la ha abandonado, dirige su amor hacia el padre ante quien adopta
desde entonces la "actitud habitualmente tomada por la hija, identificándose
él mismo con la madre como comúnmente lo hace la hija. Hace poco tiempo
traté un caso en el que pude establecer la. presencia de estas dos posibles líneas del desarrollo mental. El enfermo tenía una posición libidinosa bisexual, pero cuando inició el análisis estaba en una fase homosexual. En dos
oportunidades anteriores, una durante la temprana infancia y otra durante la
pubertad, había pasado por una fase similar pero sólo en la segunda de éstas,
tuvo lugar lo que puede ser descrito como un proceso de introyección total.
En esa ocasión, el yo del paciente fué realmente sumergido por el objeto
introyectado. Haré un breve resumen de su análisis por considerar que el
material no sólo es importante para comprender el proceso de introyección
sino porque el mismo nos esclarece algunos fenómenos de la manía y de
la melancolía.
El paciente era el menor de dos hijos y durante su infancia había sido
un niño mimado en- el verdadero sentido de la palabra. Su madre lo había
amamantado hasta los dos años, aun en el transcurso del tercero solía
satisfacer ocasionalmente sus vehementes deseos de ser puesto al pecho,
y el destete definitivo se realizó recién al cumplir los tres años de edad.
Durante el destete, proceso que fué alcanzado con grandes dificultades, tuvieron lugar una serie de acontecimientos que sustrajeron al mimado niño
del paraíso en que había vivido.
(1)
Ver Psicología de las masas.
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
293
Hasta entonces había sido el preferido de sus padres, de su hermana,
tres años mayor, y de su niñera. A esa edad falleció la hermana y la madre
cayó en un severo, largo y anormal período de duelo que la apartó aún
más del niño que el mismo. destete ya realizado. La niñera se ausentó y los
padres, que no podían soportar seguir habitando en la casa que constantemente les recordaba la muerte de la hija, se trasladaron a un hotel y después
auna nueva vivienda. Esta serie de sucesos le privaron de todas las cosas
hasta entonces gozadas en forma de maternal solicitud. La madre primero le
retiró el pecho, después se excluyó de él psicológicamente durante el duelo
por su otra niña y su hermana mayor y la niñera ya no existían, finalmente
la casa, importante símbolo de la madre, también fué abandonada. No es
de sorprender que en este momento el pequeño niño se hubiera dirigido
al padre en demanda de amor. Además de esto, fijó sus inclinaciones en una
amistosa vecina que vivía cerca de su nuevo hogar y hacia quien demostró
una preferencia superior a la demostrada por la madre. La división de su
libido en dos partes, una de las cuales dirigió al padre y otra hacia una
mujer subrogado materno, se hizo completamente
evidente. En los años
subsiguientes a este período se relacionó con fuerte interés erótico con
muchachos
mayores que le recordaban
ras características
físicas del padre.
En su posterior infancia, debido a que SI padre comenzó a entregarse a la
bebida con frecuencia creciente, el muchacho le retiró su libido y la dirigió
una vez más hacia la madre, posición en la que se mantuvo
Cuando falleció el padre, convivió solo con la madre,
completo pero ésta después de
breve período de
y emprendió un largo viaje con su nuevo esposo.
diado una vez más el amor de su hijo. Al mismo
un
por unos años.
a quien se consagró por
viudez, volvió a casarse
Al hacerlo, había reputiempo, surgieron en el
niño sentimientos de odio contra su padrastro y una nueva ola de sentimientos homosexuales cruzó por el adolescente. Fué atraído por diferentes tipos
de hombres jóvenes, uno de los cuales le recordaba a su madre en algunas
de sus cualidades físicas. El tipo de joven que había amado en la primera
ocasión y el que ahora amaba, representaban exactamente el contraste entre
el padre y la madre respecto a determinadas características físicas. Debo
. mencionar que el mismo paciente era enteramente de tipo materno y su actitud hacia los jóvenes del segundo tipo, por los que ahora tenía preferencias, era, según sus propias palabras, amorosa y llena de solicitud maternal.
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DE PSICOANALlSIS
Algunos años después falleció la madre. Permaneció con ella durante
su última enfermedad y ésta murió en sus brazos. El gran efecto que causó
esta experiencia se debió al hecho de que en estratos profundos de su mente
ella representaba la inversión total de una situación no olvidada, en la cual
él, siendo un niño, se había tendido sobre el seno y en los brazos de la madre.
Apenas fallecida la madre, volvió a la vecina ciudad en donde había
vivido. Su estado afectivo, sin embargo, no era el de un hijo afligido, por
el contrario se sentía exaltado y dichoso y me describía su situación diciendo
que se sentía inundado con la sensación de que ahora llevaba a la madre
dentro de sí mismo, a salvo y segura para él solo y' para siempre. Lo único
que le causaba inquietud era pensar en su entierro. Era como si estuviera
perturbado por el conocimiento de que su cuerpo era aún visible y permanecía
en la casa donde había fallecido. Sólo cuando el funeral terminó, pudo entregarse a la idea de que poseía a su madre total y exclusivamente para siempre.
Si me fuera posible publicar más detalles del análisis de este enfermo,
podría hacer aún más evidente elfproces~ de incorporación de la madre. Pero
lo dicho ha sido suficiente para hacerlo completamente claro.
En este caso, el proceso de introyectar el objeto amado comenzó cuando el sujeto perdió a su madre a causa de su segundo matrimonio. No pudo
movilizar su libido hacia el padre en la forma en que lo hizo a los cuatro años,
y su padrastro no estaba calificado para atraer dicha libido. El único objeto
de su amor infantil que le quedaba, la madre, fué también el primero, y se esforzaba contra esta pérdida fatal empleando el mecanismo de la introyección.
Es asombroso encontrar que el proceso de introyección pueda haberse
resuelto en un tal sentimiento de felicidad ya que ello está en abierta contradicción con los efectos que el mismo produce en el melancólico, sobre
quien pesa tan dolorosamente. Pero nuestra sorpresa será menor si tenemos
presente las explicaciones dadas por Freud referentes a los mecanismos de
la melancolía. Sólo debemos invertir sus afirmaciones de que "la sombra
del objeto perdido cae sobre el yo" y decir, por lo tanto, que en este caso
no fué la sombra sino; el radiante brillo de la amada madre el que se derramó
sobre su hijo. También en el individuo normal, los sentimientos de afecto
desalojan fácilmente a Jos sentimientos hostiles al enfrentarse a una pérdida
de objeto en la realidad, pero en el caso del melancólico, esto acontece en
forma distinta. Debido al fuerte conflicto de ambivalencia, todo sentimiento
LA LIBIDO A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
295
de amor es amenazado en seguida por su emoción opuesta, el odio. Una
frustración, un desengaño de parte del objeto amado, pueden en cualquier
momento permitir la aparición de una potente ola de odio que puede arrasar con todos los débiles sentimientos de amor. Tal remoción de las cargas
libidinosas positivas tendrá un efecto más profundo y conducirá a la pérdida del objeto .. En el caso citado, que no corresponde a un proceso melancólico, la pérdida real del objetofué el primer acontecimiento y la alteración de
la organización libidinosa sólo constituyó una consecuencia necesaria de ello,
nI
EL PROCESO DE INTROYECCIÚN
Dos
ETAPAS
EN LA MELANcoLíA
DE LA FASE ORAL DE LA LIBIDO
El siguiente ejemplo, particularmente instructivo, puede servirnos como punto de partida para posteriores investigaciones en el proceso de la
introyección.
El paciente a quien nos referiremos había padecido de vanos ataques
típicos de melancolía cuando me consultó y comencé su análisis inmediatamente después de haberse recobrado
de uno de ellos, ataque que se había
caracterizado por su severidad y por las curiosas circunstancias que motivaron su aparición. El enfermo hacía tiempo que estaba enamorado de una joven y se había comprometido en matrimonio. Determinadas circunstancias,
en las que no considero necesario entrar, determinaron que sus afectuosas
inclinaciones dieran lugar a una violenta resistencia que terminaron con un
completo retiro de la libido dirigida a tal objeto, objeto cuya identificación
con la madre se hizo evidente en el curso del análisis. Tal retiro le sumió
en un profundo estado depresivo, acompañado de intensas delusiones. Durante la convalecencia tuvo lugar una reconciliación con la prometida, que
le había permanecido fiel a pesar de su abandono, pero después de cierto
tiempo sufrió una breve recaída cuya iniciación y terminación pude observar en detalle en el transcurso de su análisis.
La resistencia hacia la prometida reapareció con entera claridad durante su recaída y una de las formas que adoptó fué la del siguiente síntoma
transitorio: cuando su estado' depresivo empeoraba más de lo habitual, sentía una contracción compulsiva del esfínter anal, síntoma que mostró estar
296
REVISTA
sobredeterminado.
Lo que más nos interesa aquí es poner en evidencia uno
DE
PSICOANALlSIS
de sus significados: la necesidad convulsiva de mantener el contenido intestinal. Sabemos que tal retención simboliza posesión, yes prototípica para
el inconsciente. El síntoma transitorio significaba pues la retención en sentido físico del objeto, que corría el riesgo de perder de nuevo y además tenía otra determinante que brevemente indicaré. Consistía ésta en una actitud homosexual pasiva frente al padre. Toda vez que debía alejarse de la
madre o de un sustituto materno, corría el peligro de adoptar tal actitud. Su
síntoma, por consiguiente, era una defensa no sólo contra la pérdida del
objeto sino contra una movilizada tendencia hacia la homosexualidad.
Siguiendo a Fre ud hemos supuesto que el melancólico, después de haber
perdido su objeto, intenta recuperarlo en alguna forma. En la paranoia esta
restitución es alcanzada por el mecanismo específico de la proyección. En
la melancolía el mecanismo adsptado es el de la introyección y sus resultados son diferentes. En el caso del enfermo, anteriormente citado el síntoma transitorio establecido al comienzo de una breve remisión de su enfermedad, no constituía todo el proceso. Pocos días después, me comunicó por
propia iniciativa que tenía un nuevo síntoma sustitutivo, pero calcado del
anterior. Mientras caminaba por la calle tenía la fantasía compulsiva de comer los excrementos que yacían sobre la misma, lo que constituía la expresión del deseo de reincorporar dentro de su cuerpo el amado objeto que
había expelido en forma de excremento. He aqui, por consiguiente, una confirmación literal de nuestra teoría de que el inconsciente contempla la pérdida de un objeto como un proceso de expulsión excrementicia y su introyección como un proceso de incorporación oral.
Me parece que la tendencia a la coprofagia contiene un simbolismo que
es típico para la melancolía. Mis propias observaciones, basadas en una cantidad de casos, siempre me demostraron que el enfermo hace de su objeto
de amor el blanco hacia quien dirige ciertos impulsos correspondientes al
más bajo nivel de su desarrollo libidinal analsádico. Tales impulsos son el
de expeler "en un sentido anal" y el de destruir "matar".
El producto de un tal asesinato, el cadáver, es identificado con el producto de la expulsión, es decir con los excrementos. Podemos ahora comprender por qué los deseos del enfermo de comer excrementos constituyen
un impulso canibalístico, tendiente a devorar el objeto de amor que había
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
297
matado. En uno de mis pacientes, la idea de comer excrementos estaba conectada con la idea de ser castigado por haber cometido un gran pecado y
hablando en lenguaje psicoanalista tenía: razón, ya que en esta forma debía
compensar por cierto crimen cuya identidad con la proeza de Edipo trataremos luego de comprender e).
I?eseo mencionar al respecto las interesantes observaciones de Roheim (2), de las que se desprende con mucha probabilidad que los ritos de
duelo en su forma arcaica consistían en la devoración del cadáver.
El ejemplo antes mencionado es una forma poco comúri, fácil y simple
de la manera como se encubre el significado de los síntomas melancólicos
como expresión de una expulsión yreincorporación
del objeto amado. Para
mostrar hasta qué grado estos impulsos pueden hacerse irreconocibles daré
otro ejemplo, tomado del análisis de o'tro caso.
Este enfermo me comunicó cierto día que durante sus estados depresivos había advertido que presentaba la siguiente curiosa tendencia. Al comienzo de tales estados acostumbraba a caminar cabizbajo fijándose más en
el suelo que en la gente que le rodeaba, y luego comenzaba a buscar con interés compulsivo, tratando de encontrar botones de nácar (mother of pearl,
madreperla). Si encontraba alguno lo levantaba guardándolo en el bolsillo.
Racionalizaba tal hábito, diciendo que al comienzo de su estado de depresión tenía tal sentimiento de inferioridad que se sentía feliz de poder encontrar aunque más no fuera un botón, ya que no sabía si en lo sucesivo podría
ser capaz de ganar el dinero suficiente para comprarse la cosa más insignificante. Era tan pésima la condición en que se encontraba, que aun aquellos
objetos que otras personas descuidaban y perdían sin mayor preocupación,
tenían para él un valor considerable.
Esta explicación estaba en contradicción
con el hecho de que pasaba
frente a otros objetos, especialmente botones confeccionados con otros materiales, con cierto sentimiento de desprecio. Sus libres asociaciones nos
llevaron gradualmente al conocimiento de los motivos más profundos de su
extraña actitud. Ellas mostraban que había conectado la idea del nácar -ma(1) Harnik sefialó que en Egipto se suele inscribir en las lápidas una rogativa en la cual
el muerto pide que se le exima del castigo de tener que comer excrementos. Véase Enuim
Religion der Aegypter.
(2) Comunicación al Congreso PsicoanaIíticc, 1922.
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298
dreperla-
DE
PSICOANALlSIS
con que los botones estaban confeccionados, con ideas de brillan-
tez y limpieza, de un valor especial, que nos condujeron a sus reprimidos
intereses coprofílicos. Al respecto debo recordar a mis lectores el excelente
trabajo de Ferenczi (1) en el cual el autor muestra cómo el niño obtiene
placer en sus comienzos, jugando con sustancias suaves y plásticas, luego
con material duro y granuloso, y finalmente con objetos pequeños y sólidos
de superficie lisa y brillante. En el inconsciente, todos estos objetos mantienen el significado equivalente del excremento. Los botones de nácar representaban por consiguiente lo mismo. La necesidad de levantarlos del
suelo nos recuerda el impulso obsesivo del caso anteriormente deserito, en
el que existía una compulsión directa de levantar los excrementos existentes en la calle y comerlos. Otro punto de similitud entre ambos casos puede
,
observarse en el hecho de que las personas pierden los botones en la misma
forma que dejan caer las heces (2). Sin embargo en ambas instancias la
acción se refería al hecho de levantar y guardar un objeto perdido.
En una de las siguientes sesiones del análisis, el enfermo retomó el tema
y' dijo que lo relatado en las veces anteriores no constituía el único impulso
de carácter extraño que presentaba durante sus estados depresivos. Durante
su primer ataque se había internado en el sanatorio del profesor Y. en X.
Cierto día dos de sus parientes vinieron a buscarlo con el fin de sacarlo a
dar un paseo. Le habían mostrado los jardines públicos, los edificios y otras
cosas más, pero se había mostrado totalmente desinteresado en todo. Al
regresar, se paró frente a una vidriera en la que vió unos "panes de Johannis" es), sintiendo fuertes deseos de comprar uno, como así lo hizo.
A este relato, el enfermo asoció lo siguiente: en la pequeña ciudad en
la que vivió cuando era niño, existía frente a su casa un pequeño negocio
atendido por una viuda cuyo hijo era uno de sus compañeros. Recordó que
esta mujer acostumbraba a darle pan de Johannis. Para esa epoca, sufrió la
fatal experiencia que, constituyó el origen de su ulterior enfermedad, un profundo desengaño en las relaciones amorosas por parte de su madre. En sus recuerdos infantiles, la vecina fue colocada como modelo y en contraste con su .
(1)
On
the Ontogenesis
of an lnterest
in Money,
1914.
(2) Para observar esta asociación de ideas, véase el caso descrito en la Sección 1 de este
capítulo.
(3) Un pan dulce.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
299
"malvada" madre. Su automático impulso a adquirir el pan de Johannis en un
negocio y comerlo tenía el inmediato significado de sus deseos de amor y cuidado maternal. El haber seleccionado precisamente dicho pan, como símbolo de tales deseos, se debía a que por su forma y color le recordaban las heces.
Nqs encontramos de nuevo con el deseo de ingerir excrementos
expresión de un deseo hacia un objeto de amor perdido.
El enfermo tuvo atta asociación que nos hizo retornara
como
sus días de la
infancia. En su ciudad natal se construía un camino y los obreros habían
desenterrado algunas conchas. U no de los lados de las conchas estaba sucio
y cubierto de tierra, mientras que el otro brillaba como el nácar -madreperla-o Nuevamente sus asociaciones le conducían a su lugar de nacimiento que indudablemente identificaba con la madre. Estas conchas constituían
las precursoras de los botones de nácar a cuyo alrededor se había constituído su obsesión. Más aún, el análisis mostró que la idea del nácar o madreperla era la representación de su ambivalente actitud frente a la madre. La
palabra madreperla' -mother of pearl-, expresaba su alta estimación por
I
la madre como si fuera una perla. Pero su pulida y brillante superficie era
decepcionante, ya que el otro lado no se mostraba tan hermoso .. Al comparar este lado cubierto de suciedad (excremento) con su malvada madre, de
quien tuvo que retirar su libido, lo hacía para mortificarla y despreciarla (1).
Los ejemplos anteriormente mencionados son suficientes por ahora, ya
que ellos nos ayudan a comprender psicoanalíticamente
el camino recorrido
por la melancolía en sus dos fases, la de pérdida del objeto y la de recuperación del mismo. Cada fase exige sin embargo un examen más amplio.
Hemos dicho que la tendencia a la pérdida del objeto tiene sus fuentes
(1) Antes de abandonar. el tema debo
universal.
agregar que la concha es un símbolo femenino
Roheim nos ha enseñado que en muchos lugares las conchas son empleadas corno dinero. Esta aplicación también está vinculada al hecho de que simbolizan los genitales ferne"ninos. Es notable que nunca hayan sido utilizados con este sentido en el lugar donde se
las encuentran, sólo las conchas de un lugar distante pueden ser usadas como dinero. Este
hecho parece ser la expresión de un amplio y extendido temor al incesto y paralelo a la
ley de la exogamia. Una mujer perteneciente a la misma tribu o una concha encontrada
en la ribera vecina parecen representar ambas los genitales prohibidos de la madre. Además las conchas también son equiparadas a' los excrementos dado que el mar las arroja
de su seno igual que el ámbar y otras substancias. (Estas observaciones proceden en parte de una discusión realizada en la Sociedad Psicoanalítica de Berlín.)
300
REVISTA
DE PSICOANALlSIS
.
en la fijación de la libido en la primera fase del nivel analsádico. Pero si
tenemos en cuepta que el melancólico se indina a abandonar esta posición en
favor de otra mucho más primitiva como lo es el nivel oral, debemos suponer que también existen ciertos puntos de fijación en su desarrollo libidinoso
que corresponden a la época en que su vida instintiva estaba aún principalmente centrada en la zona oral. Las observaciones psicoanalíticas comprueban,
en absoluto, esta suposición y algunos ejemplos pueden servir de ilustración.
En el tratamiento de enfermos melancólicos, observé repetidamente,
fuertes tendencias perversas consistentes en la utilización de la boca en lugar
de los genitales durante sus actos sexuales. Los enfermos satisfacen en parte estos anhelos mediante la práctica del cunnilinctus,pero
principalmente
la utilizan en vividas fantasías de morder cualquier parte del cuerpo de su
objeto de amor, senos, pene, brazos, nalgas, etc., basadas en impulsos canibalísticos. En sus asociaciones libres muestran muy frecuentemente deseos e
ideas de devorar a la persona amada o de morder parte de su cuerpo, o se
ocupan, asimismo, con imágenes necrofágicas. En muchas ocasiones realizan estas fantasías en forma no inhibida, infantil y a veces sin ningún sentimiento de terror o de disgusto y con frecuencia también exhiben una violenta resistencia a usar sus dientes. Uno de ellos hablaba de una pereza de masticar como una de las manifestaciones de su depresión melancólica y parece ser
que la no utilización de los dientes es una causa actual de enfermedad dental.
Hace algunos años (1917) demostré que el rechazo de la alimentación
que Sé: observa en los casos de melancolía, representaba una autopunición por
los impulsos canibalísticos. En una reunión reciente de la Sociedad Psicoanalítica Inglesa, el doctor James Glower expuso un caso de melancolía periódica
que mostraba impulsos canibalísticos de este tipo haciendo un relato analítico
de la forma en que dichos impulsos se transforman en tendencias suicidas
Los enfermos melancólicos nos' suministran en sus síntomas patológicos,
en sus fantasías y en sus sueños, una gran cantidad y variedad de tendencias orales sádicas, tanto conscientes como reprimidas. Estas tendencias constituyen una de las mayores fuentes del sufrimiento mental de los reprimi-
e).
(1) Uno de mis enfermos se infirió un profundo tajo en el cuello y estuvo a punto
de consumar e! suicidio, Su tentativa constituía en realidad un ataque a su introyectado
objeto de amor combinado con un impulso de autopunción. En e! análisis produjo fantasías conectadas con e! tema de! sacrificio de Isaac por parte de su padre Abraham.
,
LA LIBIDO
dos, especialmente
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
301
en aquellos casos en que vuelven la agresión contra
el
propio yo en forma de una tendencia a la autopunición.
Es de notar que esta situación contrasta
con algunas otras condiciones
neuróticas en las cuales los síntomas pueden ser apreciados como formas sustitutivas de gratificación
pregenital
de la zona oral. En mi trabajo sobre el primer nivel
de la libido he descrito casos de este tipo, existiendo además de
ellos algunas perversiones en las cuales el erotismo oral procura una considerable cantidad de placer. Sin embargo, y aun teniendo en cuenta el valor
del placer masoquístico
colía transcurre
de sus síntomas, debemos insistir en que la melan-
con un grado muy elevado de displacer
otras enfermedades
mentales.
Si observamos atentamente
comparado
con
las cadenas de aso-
ciaciones de un enfermo depresivo, descubriremos que la excesiva cantidad
de displacer que siente está relacionada con la etapa del desarrollo libidinal
al que ha regresado después de haber perdido el objeto, y con un anhelo
peculiar de utilizar la boca en forma completamente distinta a la fantasía de
morder y comer anteriormente mencionada. Daré un ejemplo .. Mientras se
recobraba de su depresión, un enfermo me habló de sus sueños diurnos. En
ellos se veía a veces impulsado a imaginarse que tenía un cuerpo femenino
y empleaba toda suerte de artificios para crearse la ilusión de que tenía pechos COl1)O una mujer, pudiendo obtener un placer especial con la fantasía
de que estaba amamantando un niño. Aunque en esta fantasía desempeñaba el
papel de la madre, algunas veces la cambiaba identificándose con el niño que
succionaba el pecho. Su fijación al pecho materno encontraba expresión en
dos formas; en un gran número de síntomas conectados con la zona oral y en
un marcado deseo de reposar su cabeza contra algo suave que le recordase el
seno de una mujer. Durante el análisis por ejemplo, se comportaba de una manera curiosa con los almohadones del sofá. En vez de dejarlos donde, estaban
y apoyar su cabeza sobre ellos, los levantaba y se los colocaba sobre la cara.
Sus asociaciones demostraron que el almohadón representaba el pecho materno que desde arriba había sido aproximado hacia su cabeza. La escena repetía
una placentera situación de su infancia. Más aún, había visto a su hermano menor en esta posición y había conectado con ella intensos sentimientos' de celo.
Otro melancólico que tuve en tratamiento, manifestaba que durante sus
ataques más profundos de depresión, tenía la sensación de que podría librarse de sus intensos sufrimientos si una mujer le suministrase una especial
302
REVISTA
DE PSICOANALISIS
solicitud y amor maternal. El mismo tipo de idea connotativa se presenta
de nuevo aquí. Repetidas veces he podido analizar el significado de tales
ideas y al respecto puedo recordar un caso descrito en uno de mis primeros
trabajos. Un hombre joven que sufría de estados depresivos no melancólicos, se sentía milagrosamente aliviado al tomar un vaso de leche que la madre le alcanzaba. La leche le daba una sensación de calor, ternura, y dulzura
que le recordaba algo que había conocido desde hacía mucho tiempo atrás.
En este enfermo el anhelo por el pecho materno era inequívoco.
Hasta ahora todas mis observaciones psicoanalíticas me llevan a la conclusión de que ef melancólico trata de escapar a sus impulsos oralsádicos.
Debajo de estos impulsos, cuya manifestaciones colorean el cuadro clínico,
se esconde el deseo de una placentera
actividad de succión.
Estamos obligados a suponer que existe una diferenciación dentro de
la fase oral de la libido similar a la existente dentro de la fase anal sádica. En
el nivel primario de esta fase, la libido del niño se adhiere al acto de mamar,
que es un acto de incorporación pero mediante el cual no se pone fin a la
existencia del objeto. El niño aun no es capaz de distinguir entre su propio
yo y el objeto exterior. El yo y el objeto son conceptos incompatibles con
este nivel de desarrollo; todavía no se ha hecho la diferenciación entre niño
que mama y pecho que amamanta. Más aún, el niño todavía no tiene sentimientos de odio ni de amor, por consiguiente, su estado mental en esta etapa
está libre de toda manifestación de ambivalencia.
El nivel secundario de esta fase difiere del primario en que el niño
cambia la actividad de succión por la de morder. Es éste el momento oportuno para citar una comunicación privada que me hizo van Ophuijsen, la
que nos suministra un importante agregado a nuestro conocimiento del mecanismo de la melancolía e). Observaciones psicoanalíticas le llevaron a la
creencia de que ciertos fenómenos neuróticos eran debidos a una regresión
de la libido a la edad en la que los dientes empiezan a formarse y que el
acto de morder representa, además, la forma más original con que se manifiestan los impulsos sádicos. Indudablemente
los dientes son los primeros
instrumentos con los cuales el niño puede dañar el mundo exterior, ya que
han adquirido en esa temprana edad una eficiencia completa para tal fin,
(1) En su trabajo On the Origen of feeling of Persecution,
1920, van Ophuijrcn
puesto en claro las relaciones de la paranoia con la fase analsádica.
ha
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
303
mientras que las manos a lo sumo sólo pueden ayudar a esta actividad dentaria por medio del, acto de asir y sostener el objeto.
Federn (1) ha derivado el sadismo de sensaciones genitales y las observaciones sobre las que basó su punto de vista deben sin duda alguna ser correctas. No obstante, los fenómenos conectados con la zona genital no pueden
ser tan primarios como los relacionados con la zona oral. El hecho es que
los impulsos que denominamos sádicos surgen de una cantidad de fuentes
distintas entre las cuales podemos mencionar especialmente la fuente excrementicia. También debemos tener presente la estrecha relación existente
entre el sadismo y el sistema muscular pues no cabe duda alguna que en los
niños pequeños los músculos más poderosos del cuerpo son los maseteros y
que al mismo tiempo los dientes son los únicos órganos que poseen la suficiente dureza como para permitirles injuriar los objetos que les rodean.
En la etapa canibalística de la fase oral, el individuo incorpora el objeto
y al hacerlo lo destruye. Solamente es necesario observar a los niños para
ver cuán intenso es su impulso a morder, impulso en el cual el instinto de
comer y la libído todavía cooperan estrechamente.
Es ésta la etapa en la cual los impulsos canibalísticos predominan,
Tan
pronto como el niño es atraído por un objeto, éste se halla realmente expuesto a sus intentos de destrucción. En esta etapa comienza a surgir la
actitud ambivalente del yo hacia el objeto. Podemos decir que en el desarrollo libidinoso del niño, la segunda etapa de la fase oralsádica marca el
comienzo de sus conflictos de ambivalencia, mientras que la primera etapa,
la de succión, debe ser considerada todavía como preambivalente.
El nivel libidinoso al que regresa el melancólico después de la pérdida del
. objeto contiene en sí mismo un conflicto de ambivalencia en su forma más
primitiva y menos modifieada. En este nivel el individuo amenaza destruir
su objeto libidinoso devorándolo. Sólo gradualmente el conflicto de ambivalencia adquiere un aspecto más moderado y la libido adopta en consecuencia mía actitud menos violenta hacia sus objetos. No obstante, esta actitud
ambivalente permanece inmanente a las tendencias de la libido, ami durante
las subsiguientes fases de su desarrollo, como ya lo hemos visto al tratar
sobre la importancia de su significado en la fase sádicoanal. Aun en las
(1) Beitrdge
zur
Analyse
des Sadismus
und ntasocblsmus.
REVISTA
304
DE
PSICOANALlSIS
neurosis cuyas estructuras están basadas en un nivel genital, encontramos
esta ambivalencia en la vida emocional de los enfermos. Sólo el individuo
normal con una libido relativamente alejada de las formas infantiles de la
sexualidad permanece mayormente libre de ambivalencia, pues su libido ha
alcanzado una etapa postambivalente que le permite una completa capacidad de adaptación al mundo exterior.
Se hace ahora evidente que también debemos distinguir dos etapas dentro
de la fase genital de la libido, como lo hemos hecho con las dos fases pregenitales, lo que nos conduce a un resultado al parecer de perfecta coincidencia con los puntos de vista recientemente publicados por Freud
sobre
la existencia de una temprana etapa de la fase genital a la que denomina
e)
fálica. Pareciera así que la libido en su desarrollo total pasa a través de seis
etapas. Sin embargo deseo poner explícitamente de manifiesto que no considero esta clasificación como un resultado final ni exhaustivo. Ella sólo
presenta un cuadro general de la continua evolución de la libido en tanto
nos lo permite apreciar nuestros actuales conocimientos psicoanalíticos de
este lento y laborioso proceso. A pesar de ello, opino que la transición
desde las primeras etapas a las siguientes, en cada una de las tres principales
fases del desarrollo de la libido, no significa un proceso de escasa importancia.
Desde hace tiempo conocemos el significado que tiene para el desarrollo psicosexual del individuo y para la formación de su carácter el cambio desde una
zona erógena preponderante a otra. Ahora podemos apreciar cómo dentro de
cada uno de estos tres períodos principales tiene lugar un proceso de gran importancia individual para la consecución gradual de un amor objetal completo.
Dentro del primer período, el oral, el niño cambia su actitud libidinosa
preambivalente, que está libre de conflictos, por otra que es ambivalente
y predominantemente hostil hacia el objeto. Dentro del segundo período,
el analsádico, la transición desde la primera hasta la segunda etapa, significa que el sujeto ha comenzado a preservar al objeto de la destrucción, y
finalmente; dentro del tercer período, el genital, supera sus actitudes ambivalentes y su libido logra su completa capacidad, tanto desde el punto
de vista sexual como social.
La anterior explicación no significa en forma alguna que ella pretenda
(1)
La organización
genital infantil
de la libido, 1923.
LA LIBlDO
A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
305
abarcar todos los cambios que tienen lugar en las relaciones del individuo
con el mundo exterior. Estos cambios constituirán materia de una investigación más completa en la última parte de mi estudio.
IV
NOTAS SOBRE PSICOGÉNESIS DE LA MELANCOLÍA
Estamos ahora en situación de comprender por qué la ambivalencia
la vida instintiva del melancólico le conduce a complicados conflictos
una gravedad tan especial, conflictos
relación con el objeto amado.
El acto de desprenderse
de
de
que atacan a fondo las raíces de su
de este objeto original alrededor
del cual gira
toda su vida emocional, no termina allí, sino que se extiende a otras personas: primero a los de su inmediata vecindad, después a un círculo mayor
y finalmente a todo ser humano. La retirada de su libido puede ir aún más
allá en el melancólico y afectar a todo lo que antes le interesaba, su profesión, sus entretenimientos, sus actividades científicas o de otro orden, desinteresándose de todo, no preocupándose
perdiera toda atracción para él.
por nada; como si la vida misma
En otras enfermedades, especialmente en la demencia
frenia, encontramos igualmente un extenso desligamiento
mundo exterior, pero en estos casos el individuo acepta su
de interés con una insensible indiferencia, mientras que
queja de tal pérdida y tiende verdaderamente a conectar
timiento de inferioridad.
precoz o esquizode la libido del
completa pérdida
el melancólico se
con ella su sen-
Penetrando más profundamente
en la vida mental del melancólico, encontramos sin embargo qué -el individuo que en sus estados de depresión se
lamenta de la pérdida de todos sus intereses, ya estaba predispuesto a una
tal pérdida por el elevado grado de ambivalencia de su vida emocional.
Comprobamos que mucho antes del comienzo de su enfermedad ejerce
su profesión o cuida de sus intereses tanto mentales como materiales, de una
manera forzada y espasmódica que lleva implícito, por consiguiente, el peligro de un repentino abandono de los mismos.
Pero éstos no son los únicos efectos de la ambivalencia en la melancolía.
Cuando las cargas libidinosas son retiradas del objeto, son dirigidas al yo,
306
REVISTA
DE PSICOANALlSIS
al mismo tiempo que el objeto es introyectado en el yo. El yo debe soportar ahora todas las consecuencias de este proceso. Y desde entonces
está expuesto en forma despiadada a la ambivalencia de los impulsos! libidinosos. Sólo una observación superficial nos lleva a suponer que el melancólico está inundado exclusivamente de un torturante autodesprecio y un
anhelo de empequeñecimiento.
Un examen atento nos demostrará que podemos ser igualmente exactos diciendo todo lo contrario. Como luego veremos, la intercambiabilidad
de los estados depresivos y maníacos que se
observa en el melancólico, gira alrededor de esta ambivalente actitud de su
libido hacia su yo. Por el momento, sin embargo, nuestra tarea es establecer
la existencia de una tal ambivalencia hacia el yo y demostrar cómo se manifiesta ésta durante la fase depresiva. Sólo en esta forma tenemos la esperanza de obtener una mejor comprensión de los síntomas de la melancolía.
Por lo que conozco, considero que la clínica psiquiátrica ortodoxa ha
fracasado al no advertir esta importante característica de la melancolía.
Freud
sin embargo
la reconoció
(1).
Hablando
de estos enfermos
dice:
"Además están lejos de mostrar hacia los que 10 rodean la actitud de humildad y sumisión que sólo corresponde a personas tan indignas; por el coptrario, constantemente
ocasionan trastornos y molestias, se ofenden conti. nuamente y se conducen como si hubieran sido tratados con gran injusticia."
Pero como luego veremos, los hechos nos justifican para poder ir aun más
lejos en nuestras apreciaciones.
Es natural que las características
que discutimos sean más notables en al-
gunos casos que en otros, pero considerando el problema en general podemos decir que el melancólico tiene un sentimiento de superioridad que puede
observarse aún durante sus intervalos libres. Tal sentimiento lo pone de
manifiesto frente a- sus familiares, a sus amigos y compañeros de trabajo y
frente a todo el mundo. Y el mismo analista que lo trata participa en buena
parte de tal sentimiento.
Uno de mis enfermos acostumbraba
a pasearse por mi habitación con un
aire de majestuosa condescendencia
en su porte y semblante y como éste
otros enfermos manifiestan una especial afición a desplegar un escepticismo
superior respecto a los descubrimientos psicoanalíticos,
En otro enfermo
(1) Duelo
y melancolía,
1917.
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
307
esta actitud alternaba con una exagerada humildad .: Durante este segundo
aspecto de su estado mental solía tener la fantasía de caer frente a mí, de
abrazar mis rodillas e implorar que le ayudase.
Todos conocemos
cuán inaccesibles son los melancólicos
a toda crítica
del analista respecto a sus formas de pensar, y es natural que sus ideas delirantes sean especialmente
En cierta oportunidad
resistentes a toda interferencia
de esta índole.
un enfermo me dijo que cada vez que su médico
trataba de hacerle comprender cuán infundados eran sus autorreproches,
él "ni le oía". El carácter puramente narcisista de esta forma de pensar es
lo que transforma una fantasía en idea delirante e impide que la delución
sea corregida.
Junto a este factor existe otro que determina la conducta
del
melancólico consistente en el desprecio que siente por aquellas personas que
tratan de aplicar a sus ideas los standards de la realidad.
Uno de los mayores defectos de la clínica psiquiátrica
por caracterizar
de inferioridad"
es su predilección
las ideas patológicas de los melancólicos como "deluciones
cuando en realidad tales ideas incluyen una gran parte de
auto apreciación, especialmente con respecto a la importancia y a los efectos
que tienen para el enfermo sus propios pensamientos, sus sentimientos y su
conducta.
Un buen ejemplo de ello lo encontramos
en la idea muy frecuente en los
melancólicos de considerarse los más grandes pecadores, y de ser culpables
de todos los pecados cometidos desde que el mundo existe. Toda delución
de esta índole, contiene además del introyectado reproche dirigido al objeto amado, una tendencia de parte del melancólico a representar sus sentimientos de odio como enormemente poderosos y a mostrarse a sí mismo
como un monstruo de maldad.
La melancolía por corísiguiente,
presenta un cuadro en el que existe en
inmediata yuxtaposición y también en absoluta oposición de unas con otras
tendencias a un auto-amor y a un auto-odio, una elevada y baja estimación
del yo que constituyen las manifestaciones de un narcisismo positivo y negativo. Hemos aprendido a comprender en una forma absolutamente general esta
fuerte relación de la libido hacia el yo, pero ahora debemos dar un paso más
adelante e investigar los factores que en la vida del melancólico han ocasionado una desviación tan grave de la forma psicológica normal. Debemos esforzarnos en averiguar cómo se lleva acabo en el inconsciente del enfermo, el
REVISTA
308
DE
PSICOANALISIS
proceso psicológico que Freud descubrió y cuáles fueron los sucesos que dirigieron su libido hacia tales cauces. En otros términos, debemos abordar el problema de la elección de neurosis y preguntamos
por qué tales personas se han
convertido en maníaco depresivos y no en histéricos o neuróticos obsesivos" Esperar una completa solución del problema es desestimar sus dificultades, pero
tenemos la esperanza de aproximarnos un poco más a este distante éxito final.
No hay duda alguna que un ataque de depresión melancólica es precedido por un desengaño amoroso. Analizando enfermos que han pasado' por varios períodos de depresión, encontramos que cada nuevo episodio ha sido
inmediatamente precedido por una -experiencia de esta naturaleza. No es necesario decir que la expresión desengaño amoroso no la utilizó sólo en el
sentido común de un desgraciado asunto de amor. Los sucesos que culminan
con la pérdida personal del objeto son frecuentemente mucho más oscuros
y sólo a través del análisis pueden descubrirse las conexiones causales entre
tales sucesos y la enfermedad. El análisis nos muestra invariablemente que
tal suceso tiene un efecto patológico porque el enfermo lo contempla inconscientemente como una repetición de una original experiencia traumática
infantil y la elabora como tal. Tengo la impresión que en ninguna otra
forma de neurosis, la tendencia compulsiva a repetir una experiencia, opera
en forma tan enérgica como en la psicosis maníacodepresiva.
Las frecuentes
recidivas a que están expuestos los estados maníacodepresivos
hacen evidente el poderío de la compulsión de repetición en los melancólicos.
No es mi intención
hacer un pronunciamiento
general y final sobre la
psicogénesis de la demencia circular en un ensayo que, como el presente,
sólo está basado en un número muy limitado de análisis. No obstante, creo
que el material de que disponemos no nos impide hacer ciertas afirmaciones
de carácter incompleto y provisorio.
Considero que es posible expresar
una cantidad de factores etiológicos pero al mismo tiempo me agradaría
dejar completamente aclarado que solamente cuando todos estos factores se
encuentran reunidos pueden dar lugar a una depresión melancólica, con todos sus síntomas específicos. Por otro lado, cada uno de estos factores puede intervenir por sí solo, en la etiología de cualquier otra forma de psiconeurosis. Los .factores a que me refiero son los siguientes:
lo
Un factor constitucional: De acuerdo con mi experiencia psiquiátrica
y especialmente psicoanalítica
puedo decir que no existe una herencia directa
LA UBlDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
309
de una tendencia a desarrollar estados maníacodepresivos.
Sólo se observa
en una pequeña proporción de casos de melancolía. Entre mis enfermos con
diagnóstico clínico estricto de estados maníacodepresivos, no he tenido uno
solo en cuya familia existieran otros miembros afectados de algún desorden
de la misma naturaleza, si bien, por otra parte, abundaban las neurosis de
otro tipo. Me inclino por consiguiente a pensar que lo que realmente es
constitucional y hereditario es una sobreacentuación
del erotismo oral en'
la misma forma que en algunas familias el erotismo anal parece constituir
un factor preponderante.
Una heredada predisposición
propicia para que pudiera opcrar el siguiente factor.
2.
de este tipo sería
Una fijación especial de la libido en el nivel oral: Las personas con
una intensificación
constitucional
exigentes en sus demandas
de este tipo de erotismo
de gratificación
oral, son muy
de sus zonas erógenas
y reac-
cionan con gran displacer a cualquier frustración.
El excesivo placer que
algunos obtienen de la succión persiste a través de la vida en muchas formas,
entre ellas un placer anormal en el acto de comer y especialmente el que
proporciona
el uso de las mandíbulas.
U no de mis enfermos me describía
en forma completamente espontánea el gran goce que obtenía en abrir arnpliamente su boca; otros hablan de lo placentero que le resulta la contracción de los músculos maseteros. Tales personas son insaciables en sus demandas de intercambio de afectos de naturaleza oral. Uno de mis enfermos
era tan vehemente en esta forma de demostrar su amor durante su infancia,
que la madre no pudo aguantarlo más prohibiéndole finalmente tales muestras de afectos con el pretexto, no del todo bien elegido, de que no le agradaban tales cosas. Poco después, el ojo avizor del niño observó que cambiaba
tales afectos con el esposo. Esta observación, agregada a otras similares, tuvo
el efecto de hacer surgir y acrecentar en el niño un número anormal de sentimientos hostiles. Otro enfermo decía que cuando pensaba en su infancia tenía un gusto rancio en la boca que le recordaba una sopa de cereales que le solían dar y que le desagradaba muchísimo. El análisis mostró que esta sensación
era la expresión de celos por su hermano menor" a quien veía amamantar por
la madre mientras él debía conformarse tomando pan mojado en leche. Envidiaba al hermano esta Íntima relación con la madre, de la que él ya no gozaba más. En sus estados depresivos sobrellevaba un anhelo por el pecho materno, anhelo que era indescriptiblemente poderoso y diferente de cualquier otro.
310
REVISTA
DE PSICOANAuSIS
Con el hecho de que en un individuo ya desarrollado,
la libido aun per-
manezca fijada en este nivel, se cumple una de las condiciones
tantes para la aparición de una depresión melancólica.
más impor-
3. Una injuria severa al narcisismo infantil producido por sucesivos desengaños amorosos: Estamos acostumbrados a oír relatar a los neuróticos sucesos de su infancia que le causaron desengaños en sus demandas de amor y
estas experiencias no son por supuesto suficientes por sí mismas para proveer
las bases de una melancolía. Con referencia a este factor, varios de mis
casos revelaban una similitud notable en el esquema de sucesos infantiles
de significación. El niño ha sentido que era el favorito de la madre y estaba seguro de su amor. En tales circunstancias sufrió un desengaño de
parte de ella y se ha recobrado con dificultad de sus desastrosos efectos.
Posteriormente nuevas experiencias le han hecho sentir que su pérdida era
irreparable, especialmente si en su ambiente no existía una persona del sexo
. femenino hacia quien pudiera desplazar su libido. Más aún, sus tentativas
de dirigirla hacia el padre fracasaron
ya sea en seguida o posteriormente.
El niño tiene la impresión de haber sido completamente abandonado y este
sentimiento ha dado lugar a su primer ataque de depresión. El análisis de un
sueño que posteriormente relataré, no dejará duda alguna al respecto. Las
tentativas constantemente repetidas del melancólico por obtener el amor de
una persona del sexo opuesto están Íntimamente ligadas con sus tempranos
desengaños sufridos por ambos lados (padre y madre).
4. La existencia de un primer desengaño amoroso con anterioridad a la
época en que los deseos edípicos han sido vencidos: De mi experiencia se
desprende que un gran desengaño amoroso del niño por parte de la madre
ocurrido antes de la época en que la libido ha sobrepasado su etapa narcisÍstica,
afecta al niño profunda y permanentemente.
En esta etapa del desarrollo
sus' incestuosos deseos han despertado, su protesta contra el padre está en
toda su actividad, y las fuerzas represoras todavía no han podido controlar
sus impulsos edípicos.
Si el niño es sometido durante
el período
en que realiza sus primeros
avances importantes hacia el amor objetal a un repentino trauma mental,
como los ya descritos, las consecuencias serán especialmente serias, y como
para esta época sus impulsos oralsádicos son aun enérgicos, se establecerá una
asociación permanente
entre su complejo
de Edipo y la etapa canibalística
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
3ll
de su libido, que facilitará una subsiguiente introyección de ambos objetos
de amor, es decir la madre en primer término y el padre en segundo lugar.
5. La repetici6n en la vida ulterior de este desengaño primario. Esta es
la causa inmediata del comienzo de una depresión melancólica.
Hemos llegado a suponer que la psicogénesis de la melancolía está estrechamente
vinculada
con frustraciones
ocurridas
en la temprana
niñez del
enfermo o posteriormente y en consecuencia esperamos encontrar en el enfermo, sentimientos hostiles extremadamente fuertes dirigidos contra todas
las personas que en forma tan fatal frustraron sus narcisÍsticas necesidades
de amor. Pero ya que todos los subsiguientes desengaños derivan su importancia por ser repeticiones del desengaño original, la totalidad de su cólera
se dirigirá en última instancia contra una sola persona, aquella de quien
estuvo más enamorado en su infancia, persona que entonces ha dejado de
ocupar tal lugar en su vida. Freud demostró que los autorreproches del me. lancólico están dirigidos en realidad contra el abandonado objeto amado.
Por lo tanto debemos estar preparados para descubrir que sus autocríticas
y especialmente sus deluciones constituyen quejas contra este primer objeto.
Al respecto, debemos tener en consideración
una característica
de la me-
lancolía que parece apartarla de las otras neurosis. Los análisis por mí efectuados me demostraban que la actitud ambivalente de los pacientes de sexo
masculino, con sus hostiles impulsos canibalísticos estaban dirigidos principalmente contra la madre, mientras que en otras condiciones neuróticas el
objeto de estas tendencias hostiles, es predominantemente
el padre. El desengaño experimentado por el melancólico de parte de la madre, mientras
aun permanecía en un período de marcada ambivalencia durante su infancia,
lo ha afectado en forma tan permanente y le ha hecho tan hostil hacia ella
que aun el odio y los 'celos que posteriormente siente hacia el padre constituyen un efecto de menor importancia. En todos los melancólicos del sexo
masculino que he analizado hasta la fecha, pude comprobar con satisfacción,
que el complejo de castración estaba total y predominantemente
conectado
con la madre, mientras que en otros tipos de enfermos era evidente su
mayor relación con el padre. No obstante, pude descubrir que las conexiones con la madre eran secundarias y resultantes de una tendencia a invertir
la situación edípica, Cuando se analiza en forma completa la hostilidad del
melancólico hacia la madre, se ve que ella tiene raíces en el complejo de
312
REVISTA
DE PSICOANAusu>
Edipo. De hecho, la ambivalencia se aplica en realidad a ambos padres por
igual y la figura paterna es también objeto de un proceso de introyección.
Muchos síntomas melancólicos, entre ellos ciertos autorreproches, muestran
en forma muy clara su original relación con ambos padres. Lo que acabo
de manifestar no invalida mis anteriores afirmaciones de que, en la melancolía, el conjunto del proceso psicológico está centrado en su mayor parte
alrededor de la madre y sólo busca acentuar el hecho de que el proceso
tiene más de una determinante.
Un minucioso análisis de las autocríticas y autorreproches pronunciados
por los melancólicos, especialmente los de naturaleza delirante, nos mostrará que el proceso de introyección tomados formas:
1:
El enfermo ha introyectado
su objeto original sobre el cual ha cons-
truído su yo ideal y el objeto ha tomado el papel de la conciencia, aunque
también es exacto que lo ha hecho en forma patológica. Nuestro material
va a demostrarnos que las autocríticas patológicas del melancólico emanan
de este objeto introyectado (').
U no de mis pacientes acostumbraba a regañarse continuamente y repetirse los mismos reproches y al hacerlo repetía exactamente el tono de voz y
las expresiones que frecuentemente
había oído de su madre, cuando ésta le
reprendía durante su niñez.
2: El contenido de los autorreproches
es en su esencia tina despiadada
crítica al objeto introyectado, Uno de mis pacientes acostumbraba a juzgarse con las siguientes palabras: "Toda mi existencia está basada en el engaño". Este reproche resultó estar determinado por ciertos elementos en
las relaciones con sus padres.
Daré un ejemplo con el fin de ilustrar cómo trabajan en conjunto estas
dos formas de introyección,
El paciente de quien acabo de hablar acostumbraba a decir que era totalmente incapaz y que nunca podría llegar a tener una vida provechosa. El
análisis demostró que estas quejas constituían una crítica exagerada al carácter tranquilo e inactivo del padre, en contraste con el carácter de la
madre que para el enfermo constituía .el ideal de la capacidad práctica.
(1) El Yo y el Ello; de Freud, apareció poco después de haber escrito esta parte de mi
libro. En ese trabajo, Freud hace un brillante relato del proceso por lo que sólo necesito
remitir al lector a sus páginas. Realizar un resumen de las mismas sería hacerlas menos
claras.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES
313
Se sentía como si hubiera heredado las condiciones caracterológicas del padre. Su autocrítica, por lo tanto, representaba un juicio desfavorable de
parte de su madre introyectada dirigida al padre también introyectado.
éste un ejemplo muy instructivo de un doble proceso de introyección.
T eniendo en consideración
Es
estos puntos de vista, podremos comprender
otro síntoma del enfermo, que tenía el carácter de un autorreproche
delirante. Durante su último período depresivo, fué internado en un sanatorio.
Un día declaró que había llevado piojos al establecimiento.
Su agitación
crecía cada vez más, lamentándose de la enormidad de su acción, diciendo
que había infectado toda la casa con piojos y tratando de demostrar la presencia de los mismos al médico del sanatorio. Los veía en toda partícula de
polvo y en cada trozo de género.
El análisis de esta idea delirante evidenció
la especial importancia simbólica que los piojos tenían para el enfermo. T anto en el simbolismo onírico como en todas las distintas formas de la fantasía,
los animales pequeños representan niños. U na casa llena de piojos significa
una casa llena de niños (la casa del padre y. de la madre). Durante su
infancia, el enfermo había sido privado del amor maternal a causa del nacimiento de una gran cantidad de hermanos. Una de las determinantes de
su introyectada queja era el siguiente pensamiento "Mi perversa madre que
antes pretendía amarme tanto, ha llenado toda la casa con chicos". Más
aún, si consideramos que la casa es un símbolo de la madre, podemos observar que el enfermo reprochaba al padre por haber. procreado los niños.
En este ejemplo, las acusaciones del paciente contra ambos padres se han
condensado también en una sola acusación dirigida contra sí mismo. Del
mismo modo deseo señalar que las quejas del melancólico contra el objeto
amado no son siempre pronunciadas de esta manera. Además de esta forma
que podemos decir es específica para la enfermedad, el melancólico tiene
a su disposición otros medios de expresión de los cuales hace uso en sus intervalos libres.
Daré un, ejemplo.
Poco antes del comienzo de su primer ataque de severa depresión, uno
de mis pacientes estuvo poseído de un interés obsesivo por las prostitutas
y empleaba muchas horas de la noche observando a las mujeres en la calle
pero sin entrar nunca en mayores relaciones con ellas. El análisis demostró
que en tal actitud, repetía en forma compulsiva ciertas observaciones que
había hecho cuando niño. Las prostitutas representaban a su madre en sen-
314
REVISTA
DE
PSICOANALISIS
tido derogativo -la madre que había permitido al padre comprender sus
deseos sexuales por medio de ciertos gestos y miradas. Al compararla con
una prostituta se vengaba del desengaño que ella le produjo. Su reproche
significaba "Tú no eres una cariñosa madre sino sólo una mujer sensual".
Por otra parte su deambulación nocturna por las calles representaba una
identificación con las prostitutas (su madre). Nuevamente nos encontramos
con el mecanismo de introyección.
Otro paciente en sus fantasías se representaba a la madre como un ser
cruel y exento de cariño. Las asociaciones del enfermo sobre su complejo
de castración con la mujer -es decir con su madreeran especialmente
dignas de atención. En su fantasía, por ejemplo, igualaba la vagina con las
mandíbulas de un cocodrilo, lo que constituye un símbolo no ambiguo de
la castración por medio del acto de morder.
Si deseamos apreciar la intensa hostilidad del melancólico hacia la madre
y comprender
el carácter peculiar de su complejo de castración, debemos
tener presente la teoría de Starcke e) de que la pérdida del pecho materno
constituye una castración primaria. El melancólico, como lo muestra
el análisis de algunos de sus síntomas, trata de vengarse de la madre
castrándola a su vez, ya sea sacándole sus senos o el fantaseado pene y en
su imaginación elige siempre el acto de morder como medio de realizarla,
tal como lo hemos demostrado en algunas de sus fantasías. Desearía insistir
una vez más respecto al carácter ambivalente de estas fantasías, pues incluyen por un lado una incorporación parcial o total de la madre, es decir un
acto de deseo positivo y, por el otro, anhelan su castración o muerte, es
decir, un acto negativo tendiente a su destrucción.
Hasta ahora hemos examinado el proceso de introyección
y algunos de
sus efectos y nuestras conclusiones podemos resumirlas de la siguiente manera: Cuando las personas melancólicas sufren un insoportable desengaño
de su objeto de amor, tienden a expeler tal objeto como si fueran heces y a
destruirlo. Recién entonces cumplen el acto de introyectarlo y devorarlo,
acto que constituye una forma específicamente melancólica de la identificación narcisÍstica. Su sádica sed de venganza encuentra ahora sus satisfacciones atormentando al yo, actitud en parte placentera. Tenemos razón
(1) T he caxtration
C omplex,
1921.
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
315
en suponer "que este período de auto tormentos cesa cuando el transcurso del
tiempo y el gradual debilitamiento de los deseos agresivos han protegido
al objeto del peligro de ser destruído.
Cuando esto <:slogrado, el objeto puede, por así decir, salir de su escondite en el yo. En esta forma el melancólico puede restablecer el objeto en el
lugar que le corresponde
en el mundo exterior.
Creo que es de gran interés psicológico poder establecer el hecho de que
el melancólico, en su inconsciente, considera esta liberación del objeto nuevamente como un acto de evacuación. Uno de mis enfermos en quien su
estado depresivo había comenzado a disminuir, tuvo un sueño en el cual
expelía con gran sensación de alivio un corcho
ano (1).
que tenía encajado
en el
Con este acto de expulsión finaliza el proceso de esta forma arcaica de
duelo, proceso que debemos considerar similar al de la melancolía. Podernos
decir que en el curso de un ataque de melancolía el objeto amado atraviesa
por un verdadero
enfermo.
proceso
de metabolismo
psicológico
en el interior
del
v
EL PROTOTIPO
INFANTIL
DE LA DEPRESIÓN
MELANCÓLICA
El examen del material anteriormente presentado nos ha llevado a considerar que la depresión melancólica deriva en última instancia, de desagradables experiencias acontecidas durante la niñez del enfermo. Es lógico por
consiguiente, que estemos particularmente interesados en la investigación de
estas originales reacciones emocionales del niño frente a tales experiencias
traumáticas, y suponer que estas experiencias han dado lugar a sentimientos de un carácter desdlchado. Hasta ahora no hemos tenido una idea directa ni tampoco un cuadro vívido del real estado mental del niño en ese
momento.
En un caso determinado, y debido a circunstancias especiales, como
luego veremos, pude obtener una información muy instructiva al respecto.
Después de atravesar por un ataque depresivo, el enfermo a que me refiero
(1) No necesitamos ocuparnos aquí de la sobre determinación
significado homosexual pasivo.
de este símbolo, en- su
REVISTA
316
DE
PSICOANALlSIS
entró en un período de intervalo libre que duró cierto tiempo. Durante tal
período libre se relacionó con una joven cuando ciertos sucesos despertaron
en él, sin fundamento
alguno, el temor de que nuevamente
estaba en peligro
de perder el objeto que amaba. Para esa fecha soñaba a menudo que perdía
un dient~ que constituye una obvia y típica ocurrencia simbólica tanto de
su temor de castración como de su temor de pérdida del objeto (evacuación).
Una noche este sueño fué seguido por otro que a continuación
"Estaba en cierto lugar con la mujer del señor Z. En el transcurso
transcribo:
del sueño
me encontré en cierta manera complicado en un robo de libros. El sueño
era muy largo. Recuerdo más bien la sensación dolorosa del mismo que el
contenido
del sueño." El señor Z. era un amigo del soñante que solía beber
de vez en cuando ocasionándole bastantes disgustos asu mujer, y el día anterior al sueño el enfermo había oído un nuevo relato al respecto. Su sueño
estaba conectado con su vida de vigilia. Robar libros simbolizaba robar a la
madre y separarla del padre que la atormentaba, pero al mismo tiempo representaba castrar al padre. Tenemos aquí un íntegro sueño edípico que sólo
nos interesa porque el tema del robo es el complemento activo de la pérdida
del diente ocurrida
en el primer sueño de la misma noche.
La importancia
de este sueño en el análisis del enfermo no consiste tanto en lo que en el
mismo acontece sino en la sensación que la acompañaba, ya que el enfermo
manifestó que al despertar notó que esta sensación le era conocida y la conectó con un sueño muy particular que tuvo repetidamente cuando tenía
alrededor de cinco años. Hasta este momento nunca había pensado en este
sueño durante el largo curso de su análisis y ahora lo recordaba casi totaÍmente llamándole la atención la horrible sensación atormentadora del mismo,
similar a la sentida en el sueño que recientemente había tenido. Me relató
su sueño infantil en-la siguiente forma: "Estaba frente a la casa de mis padres
donde yo había nacido. Una fila de carros aparecía en la calle. Aparte de
esto, la calle estaba completamente tranquila y desierta. Cada carro tenía al
frente dos caballos, y el conductor caminaba a su lado y los castigaba con su
látigo. El carro tenía los costados tan altos que no podía ver lo que en su
interior había. Era algo misterioso. Debajo del carro colgaba un hombre
amarrado y arrastrado por una cuerda, existiendo una que le rodeaba el cuello y sólo conseguía respirar con gran dificultad y a largos intervalos. La
visión de este hombre que estaba entre la vida y la muerte me afectaba mu-
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
317
chísimo. Entonces vi con horror que otros dos carros seguían al primero,
cada uno de los cuales presentaba el mismo terrible espectáculo."
I
El análisis de este sueño a pesar de las resistencias extraordinariamente
fuertes, prosiguió durante varias semanas y nos ocupó todo el tiempo de
las sesiones.
Durante esta parte del trabajo analítico, el enfermo estuvo dominado
por la misma sensación atormentadora del sueño, sensación que cierta vez
denominó
en forma muy significativa,
una "escena en el Infierno".
El aná-
lisis del sueño nos llevó ante todo a reconocer en el conductor del carro al
padre, a quien siempre había considerado un hombre duro y repelente. En
este nivel superficial, el castigo de los caballos se refería a las frecuentes
penitencias corporales que el padre le había suministrado. Según el enfermo,
significaba el, deseo de protestar en el sueño contra los castigos infligidos
alas caballos y contra la horrible forma en que era tratado el hombre amarrado, pero al mismo tiempo se sentía excesivamente intimidado. Sus sentimientos de piedad revelaban que se identificaba con el infortunado hombre.
Era evidente que el soñante estaba representado por lo menos en tres figuras
distintas: como el observador, como el caballo y como el hombre amarrado.
A esta altura de la labor, la interpretación se interrumpió por un tiempo
hasta que un nuevo sueño llamó nuestra atención. Este sueño se refería a la
joven que ya mencionamos y a quien llamaremos E., y era como sigue:
"Veo una parte desnuda del cuerpo de E., sólo la parte media; los pechos
,y sus genitales estaban cubiertos. La parte descubierta del cuerpo formaba
una superficie plana y no, tenía ombligo. En el lugar que correspondía al
mismo repentinamente crecía algo parecido a un órgano sexual masculino.
Yo lo toco y le pregunto a E. si es sensible. Entonces comienza a entumecerse un poco y yo tengo miedo y me despierto."
En este sueño, cuyo análisis se realizó con algunas interrupciones,
se
dotaba al cuerpo femenino de atributos masculinos y el soñante se sentía
temeroso al ver ereccionarse el pene femenino. Otra determinante, la constituía el interés del sofiante por los senos (el cuerpo con sus protuberancias
ereccionadas).T
oda el cuerpo femenino era representado como un pecho.
El significado del sueño se hace aun más evidente al tener en cuenta que E.
constituía para el enfermo el ideal de la maternidad. Nos encontramos de
nuevo con el intenso anhelo que siente el melancólico por aquella feliz
REVISTA
318
DE
PSICOANALlSIS
época en que aun estaba prendido al seno de la madre. De ex profeso pase
por encima otras determinantes del sueño que no vienen al caso.
Volviendo
al sueño de m infancia,
el enfermo
comparó
la impresión
que la escena le había producido con la mirada de la cabeza de Gorgón ('),
Había experimentado la misma sensación de terror tanto en el viejo sueñe
infantil como en el que esbozadamente
acabamos de interpretar.
Las asociaciones del enfermo nos llevaron a través de una sucesión de
impresiones de la infancia, entre ellas la de la visión de un hombre ahorcado.
a algunas observaciones de la vida marital de sus padres que ya habían sido
consideradas en su análisis. Se hizo evidente que el conductor que usaba el
látigo representaba al padre realizando el coito con la madre (castigar en su
típico significado simbólico). Sin embargo, del análisis surgió que el hombre
que colgaba era un hombre que estaba en posición de súcubo siendo aplastado durante la copulación (sus dificultades en respirar). Era evidente que
ello constituía la inversión de la posición adoptada por el hombre en el acte
sexual, según la observación real hecha por el niño.
Durante
los días siguientes
del análisis, el enfermo
se presentaba
fre-
cuentemente en un deprimido estado mental, más o menos parecido al que
había tenido durante su primer sueño. Sin hacer referencias al mismo, un
día me dijo que se sentía como un niño de cinco años que se hubiera perdido
y que necesitando protección no pudiera encontrarla, calificando su depresión como infernal, en forma igual a como calificara su sueño, al decir que
era como una "escena en el Infierno". Las palabras utilizadas no servían
solamente para expresar el exceso de sus sufrimientos
sino que hacían refe-
rencia a una circunstancia particular, asociada con el comienzo de su último
severo ataque de depresión. Este ataque comenzó inmediatamente después
de haber leído ElIniierno, de Barbuse, sobre el cual sólo es necesario decir
que contiene una descripción de ciertas escenas íntimas cuya observación
es realizada desde una habitación próxima. Esto nos dió la llave de la situación que había provocado tales tempestuosos sentimientos durante la temprana infancia del enfermo. Un insignificante incidente que tuvo lugar
entonces,
mostraba
cuán intensamente
ligado estaba el enfermo
(1) Véase el análisis de este mito, realizado por Freud en The
tion of the libido. 0923.)
infantil
a la recu-
genital
organiza-
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
rrencia de esta impresión de terror acontecida durante su infancia.
319
En cierta
ocasión había oído a sus padres decirse algo en voz baja y se atemorizó
e hizo automáticamente un esfuerzo para expulsar de su mente un recuerdo
de "algo terrible" que, quería surgir, y observó que tenía los mismos fuertes
sentimientos de repugnancia cuando pensaba en el hombre amarrado de su
sueño.
Durante
los días siguientes,
un análisis descubrió
una cantidad
de
observaciones reprimidas y su afecto se hizo menos violento, especialmente
su horror a la visión del hombre atado. Al mismo tiempo empezó a tener
una clara visión general de este decisivo período
de su infancia.
Me dijo:
"Aun desde niño yo estaba siempre de duelo por cualquier cosa. Era grave
y reservado
y en las fotografías
estar pensativo y triste."
de mi niñez tengo siempre el aspecto de
Omitiré muchos detalles del análisis del sueño y sólo agregaré las observacionessiguientes:
Un día, al recordar al hombre colgado, el enfermo
me dijo: "Su cabeza estaba atada como si estuviera cerca del ombligo", queriendo decir en medio del carro. U na serie de asociaciones hizo evidente
que en su inconsciente mantenía la teoría sexual infantil de que el imaginario pene de la mujer estaba escondido en el ombligo. Volviendo al análisis del sueño referente al cuerpo de la mujer sin ombligo y en cuyo sitio crecía
un pene, veremos que el principal motivo de su sueño infantil era el siguiente deseo: "Mi madre se va a vengar de mi padre por lo que él le ha hecho,
devolviéndole a mi padre lo que él le ha dado (al copular con ella) y a mí
(al castigarme).
Ella se va a arrojar encima de él como él lo hizo con ella y
debe usar su pene oculto para estrangularlo
mientras él yace debajo de ella."
Durante los siguientes días el enfermo esperaba ver a un pariente que
por ciertas razones tenía para él el significado de un padre. Repentinamente
tuvo la fantasía de que podría empujarlo hacia la oscuridad de un portal y
estrangularlo con sus manos. Este acto representaba con toda claridad la
actitud edipiana y era al mismo tiempo una alusión al tema de la sofocación
presente en el sueño. Merece agregarse que el enfermo en su más reciente ataque de depresión hizo una seria tentativa de ahorcarse con una cuerda.
El extracto del análisis de un sueño nos ha capacitado para reconstruir
un cuadro vívido del estado sentimental del paciente a la temprana edad
de cinco años. Me siento inclinado a hablar de una "paratimia primaria"
surgida del complejo de Edipo del niño. Vemos con impresionante claridad
REVISTA
320
DE PSICOANALlSIS
el anhelo con que el niño trata de conquistar
su lucha contra el padre y su desengaño
a la madre como aliada en
al ser rechazado
en sus propios
intentos, combinado con las violentas emociones surgidas por la observación
de lo que sucede en el. dormitorio de los padres. Por tales causas alimenta
terribles planes de venganza en su pecho pero la ambivalencia de sus sentimientos le impide ponerlos en práctica. Siendo incapaz de alcanzar tanto
un amor completo
como un odio inflexible,
sucumbe a un sentimiento
de
desesperanza. En los años siguientes hace repetidas tentativas por obtener
un afortunado amor objetal y todo fracaso al respecto se traduce en un
estado mental que no es más que una repetición exacta de esta "primitiva
paratimia", A tal estado mental lo designamos con el nombre de melancolía.
Un ejemplo puede mostrarnos
cuán propenso
está el melancólico
aun
durante los intervalos libre" a ser desengañado, traicionado o abandonado
por su objeto de amor. Un enfermo que se había casado después de transcurrido un considerable espacio de tiempo desde su último ataque depresivo,
esperaba constantemente, sin razón alguna, la infidelidad de su esposa como
si se tratara de algo inevitable. Cierta vez mientras hablaba de un hombre
algo más joven que él, que habitaba en el mismo edificio, su primera asociación fué "Mi mujer tendrá un affaire con él y me engañará." Su análisis
mostró que la madre le había sido infiel y había transferido sus favores a
su hermano menor, es decir le había alimentado al pecho. Este hermano.
ocupaba en su complejo edipiano la posición del padre. En cada síntoma
de sus variados episodios depresivos repetía fielmente todos aquellos sentimientas de odio, rabia, resignación y de ser abandonado sin esperanza alguna
que habían coloreado la primera paratimia
de su temprana
niñez.
VI
Hasta ahora sólo he considerado
en el presente trabajo la fase melancó-
lica de la demencia circular y he omitido considerar la fase maníaca. Esto
se debe en parte a la naturaleza del material que se me había presentado para
su observación y en parte también al hecho de que el psicoanálisis nos ha
capacitado para comprender los procesos psicológicos de la melancolía prescindiendo de todos los conocimientos referentes a los complicados procesos
de la manía, mientras que esta última fase hubiera permanecido para nosotros en el misterio hasta tanto no hubiéramos conseguido la llave que nos
'
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES
permitiera el acceso a la misma, en virtud de nuestro conocimiento
co de los estados de depresión.
321
analíti-
Es por esta razón, sin duda alguna que
Freud en sus investigaciones sobre esta enfermedad, ha penetrado con mucha
más profundidad en el conocimiento de los estados depresivos que en el de
los estados maníacos. Me agradaría por de pronto decir que todo lo que
yo puedo añadir al conocimiento
obtenido
por Freud sobre la materia,
sólo lo será en una muy pequeña proporción
y en algunos pocos aspectos.
En Clínica Psiquiátrica el estado maníaco ha sido equiparado siempre a
un estado de intoxicación en el que todas las inhibiciones existentes han sido
arrasadas.
Freud, en una de sus más recientespublicaciones
C)
adelantó
un enfoque que por lo menos hace más comprensible la relación de la manía
con la depresión melancólica.
Sabemos que uno de los principales aspectos que diferencian a ambos
estados se basa en la relación existente entre el individuo y su superyó. De
acuerdo con Freud, el niño forma su superyó introyectando los objetos de
su libido en, el yo, objetos que desde entonces constituyen una parte orgánica. El superyó toma sobre sí aquellas funciones del crítica de la conducta; del
yo que transforma al ser individual en un ser social. De todas estas funciones,
la que más nos interesa, por el momento es aquella que llamamos conciencia.
El superyó por medio de esta función ordena al yo lo que debe o no
hacer en la misma forma como lo hacían antes las personas investidas de
autoridad. En la melancolía observamos que el superyó ejercita esta función
de crítica con una excesiva severidad con el yo mientras que en la manía
no usa severidad alguna. Por el contrario, el individuo tiene una sensación
de autosuficiencia y poder en lugar de los sentimientos y deluciones de
inferioridad que caracterizan sus estados depresivos. U no de mis enfermos
durante sus estados de depresión creía que estaba totalmente desprovisto de toda capacidad intelectual y no podía realizar la más simple acción
práctica, pero cuando se instaló en él una fase de hipomanía se convirtió
repentinamente, según propia opinión; en un gran inventor. Vemos así que
el enfermo maníaco se ha desprendido del yugo de su superyó,el
que
desde ese momento abandona toda actitud crítica hacia el yo y queda
sumergido en éste. La diferencia entre yo y superyó ha desaparecido. Ba-
(1) Véase
FREUD,
Psicología
de las masas y análisis del yo.
REVISTA
DE
PSICOANALlSIS
sada en esta razón, Freud sostiene que en la condición maníaca el enfermo
celebra un triunfo sobre el objeto que una vez amó, luego abandonó y después introyectó. La sombra del objeto que ha caído sobre el yo ha desaparecido. El enfermo es capaz de respirar de nuevo libremente y se entrega a
su sentimiento de recuperada libertad en forma frenética. Esto nos recuerda
una de nuestras primeras observaciones que se refería a la actitud muy ambivalente que el enfermo de tipo circular tiene para con su yo. Podemos
agregar a las afirmaciones
de Freud que el retiro de su superyó
le permite
a su narcisismo entrar en una positiva fase de placer. Ahora que su yo ya
no es consumido por el introyectado objeto, el individuo vuelve su libido
hacia el mundo exterior con un exceso de avidez.
Este cambio de actitud
da origen a muchos síntomas, todos ellos basados en un incremento
de sus
deseos orales. U no de mis enfermos cierta vez lo denominó "manía de
tragar". Este apetito no está dirigido exclusivamente a la ingestión de alimentos, sino que el enfermo "devora" cuanto está a su alcance. Estamos
familiarizados con la fortaleza de los anhelos eróticos del enfermo' maníaco,
quien muestra en el mismo grado, el deseo de posesión oral de nuevas impresiones de las que se había retraído durante su estado melancólico. Así
como en su fase depresiva se sentía desposeído Ji arrojado del mundo de los
objetos exteriores, en su fase maníaca proclama
su poder de asimilar todos
los objetos en sí mismo. Pero es característico que este acto placentero de
tomar nuevas impresiones está correlacionado con un acto igualmente placentero de evacuarlas tan pronto
como son recibidas. Cualquiera
que haya
escuchado las asociaciones de un enfermo maníaco podrá reconocer
que su
fuga de ideas, expresada en un flujo de palabras, representa un rápido y
agitado proceso de recibir y expeler nuevas impresiones. Vimos que en la
melancolía existía 'un especial objeto introyectado que era tratado como una
porción de alimento que había sido incorporado y el que eventualmente
debía ser liberado.
En la manía todos los objetos son considerados
como
material que debe ser pasado en rápida velocidad a través del metabolismo
psicosexual del enfermo y no es difícil observar por sus asociaciones que el
maníaco identifica los pensamientos hablados con excrementos.
Freud ha señalado y discutido la relación psicológica de la melancolía
con el duelo normal, pero no pudo encontrar en la mente normal nada
similar al proceso de transformación de la melancolía en manía. Creo que
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE
LOS TRASTORNOS
MENTALES
323
ahora estamos en situación de expresar tal analogía. Se trata de un suceso
observable en el duelo normal y que sospecho, aunque por ahora no estoy
seguro de ello, que tiene una aplicación general. Cuando un deudo ha desligado gradualmente
su libido del objeto fallecido por medio del "trabajo
de duelo", se da cuenta de estar poseído de un incremento de sus deseos
sexuales, que pueden manifestarse también en forma sublimada, tales como
la de mostrar una mayor actividad, agrandar
el círculo de sus intereses
intelectuales y otros más. Tal incremento del deseo libidinal posterior a una
pérdida de objeto se establecerá después de transcurrido un intervalo de
tiempo que varía en cada caso en particular según el curso corrido por el
"trabajo de duelo".
En el Congreso Psicoanalítico de 1922, ante el cual adelanté esta hipótesis, Roheim leyó su trabajo (') sobre los ceremoniales primitivos del duelo
en el que demostró en forma concluyente
que en el hombre primitivo el
período de duelo es seguido por un resurgimiento
de la libido que es fina-
lizado por un acto simbólico de matar y devorar a la persona fallecida, acto
simbólico que se realiza con un evidente placer no disimulado y que en
realidad significa, empleando otras palabras, la repetición de la acción edípica. Así como la fase maníaca que continúa el duelo patológico de la melancolía contiene de nuevo el mismo impulso a incorporar y a expeler el
objeto amado, en la misma forma -que como lo demostró Roheim, se hacía
en los primitivos rituales del duelo-,
también el incremento
de las activi-
dades libidinales que tiene lugar al final del duelo normal, parecen contener
como lo hemos dicho anteriormente,
un débil parecido con las costumbres
arcaicas del duelo.
En un enfermo que tenía en tratamiento, ciertos sucesos le llevaron a un
estado paratímico en' una época bastante adelantada de su análisis. Tal
episodio transcurrió
en forma mucho más débil que sus ataques anteriores
y en algunos de sus aspectos principales recordaba una condición obsesiva CZ). Este estado fué seguido por una débil desviación hacia el estado
maníaco que duró pocos días comunicándome
(1)
Nach den Tode des Uruaters,
el enfermo que durante ese
0923.)
(2) La siguiente sección contiene algunas observaciones
modificación de los síntomas.
concernientes
a esta forma de
324
REVISTA
DE PSICOANALISIS
breve período sintió el deseo de dar rienda suelta a algunas formas de exceso.
"Tenía la sensación de que debía comer mucha carne, que debía seguir comiendo hasta que me hubiera hartado", considerándolo como si se abandonase a una especie de intoxicación u orgía.
Era evidente que en este caso el estado maníaco del enfermo no era en
última instancia otra cosa que una orgía de carácter canibalísrico. Sus palabras, anteriormente citadas, constituyen pruebas convincentes de la correcta
visión de Freud al decir que en la manía el yo celebra el festival de su liberación. Esta celebración
toma en la fantasía la forma de un salvaje exceso en
comer carne, cuyo significado
es similar a aquellos impulsos canibalísticos
sobre los que ya hemos dicho lo suficiente como para no dejar lugar a duda
alguna.
Igual que en la melancolía, la reacción maníaca paratímica
necesita cier-
to tiempo para elaborarse. Los requerimientos narcisísticos del yo disminuyen gradualmente y grandes cantidades de libido son liberadas y pueden ser
transferidas aobjetos externos. En esta forma, después que las dos fases de
la enfermedad han desaparecido, la libido es capaz de alcanzar una vinculación relativamente real con sus objetos. La razón por la que esta relación
permanece incompleta ha sido demostrada en el capítulo que trata sobre la
fijación de la libido en la fase anal-sádica.
Debemos considerar un aspecto de esta fase del que ya nos hemos ocupado ampliamente al referirnos a la melancolía. Freud ha trazado un paralelo muy instructivo entre la manía y la celebración de un festival por el yo
y relacionó este festival con la fiesta totérnica, es decir con el crimen primario del hombre que consistió en la muerte y "devoración" del padre primitivo. Debo expresar al respecto que las fantasías criminales del maníaco
están dirigidas eír su mayor parte contra la madre. Una notable ilustración
de lo anteriormente expresado me fué suministrada por uno de mis enfermos, que durante su excitación maníaca tuvo la idea delirante de que era el
emperador Nerón. Explicó esto, diciendo que Nerón había matado a su
propia madre y que también tuvo la idea de guemar la ciudad de Roma
(símbolo de la madre). Permítaseme decir que estas emociones dirigidas
contra la madre son de tipo secundario. Ellas están dirigidas en primera
instancia al padre como se hizo evidente en el transcurso del análisis anteriorrnentc mencionado.
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
En cierta medida estamos ahora en condiciones
MENTALES
325
de comprender
el es-
tado de exaltación reactiva que sigue al estado melancólico como una emancipación placentera de parte del individuo, de la dolorosa relación que hasta
entonces había mantenido
con su introyectado
mos que un ataque de manía puede presentarse
objeto de amor.
Pero sabe-
sin estar precedido
por un
estado melancólico. Sin embargo, si recordamos lo manifestado en el capítulo anterior, no estaremos completamente incapacitados para explicar este
hecho. En dicho capítulo expresamos que determinados
traumas psicológicos
de la temprana infancia del enfermo le han ocasionado un estado mental
que denominamos "paratirnia primaria". Tengo la impresión que en la manía "pura", que ocurre frecuentemente en forma periódica, el enferme> trata
de zafarse de esta "paratimia primaria" sin haber tenido un ataque de melancolía en sentido clínico. Pero la falta de informaciones
impiden hacer afirmaciones definitivas al respecto.
apropiadas
me
El presente trabajo tomó como punto de partida una comparación
tre la melancolía y la neurosis obsesiva. Volviendo a esta comparación,
enpo-
demos explicar ahora las diferencias seguidas en el desarrollo de estas dos
enfermedades y decir que los estados maníacos depresivos que se instalan en
forma aguda, que son intermitentes y están sujetos a recaídas, representan
una expulsión del objeto de amor repetidamente
realizada con ciertos inter-
valos de tiempo, mientras que los estados obsesivos que tienen un carácter
más crónico y están libres de remisiones corresponden a una dominante tendencia a retener la posesión del objeto.
Si proseguimos
la línea de los pensamientos
de Freud y Roheim pode-
mos decir que en cada una de estas dos enfermedades el individuo presenta
una actitud diferente con respecto al crimen primitivo realizado en la fantasía. En la melancolía y en la manía, el enfermo lleva a cabo tal crimen de
tiempo en tiempo en un plano psicológico, tal cual lo realiza el hombre primitivo en forma de ceremonial en sus fiestas totérnicas, En la neurosis obsesiva, el enfermo transcurre en una constante lucha contra la ejecución de tal
acto. Su ansiedad mórbida es el testimonio de esta lucha entre el deseo de
realizar tal muerte y las poderosas inhibiciones de estos impulsos criminales.
Sé que todo lo referido no constituye una respuesta completa. a los problemas de la manía y de la melancolía. El material empírico del psicoanálisis todavía no es suficiente para. permitirnos encontrar una respuesta tal,'
326
REVISTA
DE
I'SICOANALlSIS
pero debo recordar al lector que este trabajo no intenta en primer término
tratar el aspecto psicológico de estos dos desórdenes mentales. Su finalidad
principal es demostrar que determinados descubrimientos realizados en maníacos depresivos encuentran ubicación en la teoría sexual psicoanalítica.
Pero no desearía cerrar esta sección sin reconocer que el problema de la
elección de neurosis en la demencia circular aun espera su solución definitiva.
VII
LA TERAPÉUTICA PSICOANALÍTICA DE LOS ESTADOS MANÍACOS
DEPRESIVOS
Después de lo expresado en la sección anterior, no será difícil comprender cuál será el fin ideal del tratamiento de la melancolía. Debe. tratar
con los impulsos libidinosos regresivos del individuo y efectuar una progresión de su libido hasta alcanzar la etapa de su organización genital y la de
un amor objetal completo. La cuestión consiste en si el psicoanálisis puede
en alguna forma alcanzar tal fin o aproximarse a él. En esta sección me
agradaría encontrar respuesta a este interrogante basándome exclusivamente
en los hechos hasta ahora reunidos, pues sería tan inadmisible inclinarnos a
un optimismo prematuro frente a las posibilidades del psicoanálisis como
adoptar la tradicional actitud de nihilismo mantenida por la Clínica Psiquiátrica. Ya en 19 I I expresé que el melancólico en algunas etapas de su enfermedad y especialmente durante los intervalos libres, es capaz de establecer la
suficiente transferencia necesaria para los resultados terapéuticos lo que justificaba nuestros intentos de tratamiento. Por consejo de Freud he comenzado a psicoanalizar melancólicos en el momento en que recién salían de su
estado depresivo y entraban en el período de intervalo libre. No deseo en
estas circunstancias atribuir al tratamiento iniciado ninguna de las sostenidas
mejorías del enfermo. Una mejoría de esta Índole tiene lugar por sí misma
en todos los casos, aunque nunca capacita al enfermo para alcanzar el amor
objetal completo que constituye la base de una salud mental real. Además,
en mi opinión, esto no constituye el fin fundamental del tratamiento psicoanalítico. Sus verdaderos fines los he definido total y brevemente con anterioridad. En primer lugar el tratamiento debe hacer por el enfermo mucho más que eliminar sus síntomas, debiendo sobre todo salvaguardarle de
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
327
una recaída o retorno de la enfermedad.
Si satisfacemos este requisito podremos ver operarse en el enfermo cambios fundamentales en la totalidad
de su vida mental, cosa que no ocurre espontáneamente durante sus intervaios libres. En este aspecto tendremos por lo tanto un criterio objetivo
del éxito del tratamiento. En cuanto al segundo requisito, será necesario un
largo período de tiempo y una continua y cuidadosa observación antes de
poder afirmar o no sobre el peligro de una recidiva.
Ninguno de los psicoanálisis de los casos de melancolía que estoy realizando está completamente
terminado y por lo tanto no es cuestión de
hacer profecías sobre la naturaleza duradera del tratamiento analítico. Por
consiguiente,
solamente registraré
han producido,
aquellos cambios que innegablemente
se
y ellos son los siguientes.
La capacidad de transferencia del enfermo, algunas veces es visiblemente incrementada inmediatamente después de haberse cumplido una parte
de la labor analítica. En el caso del enfermo de cuyo sueño infantil nos
hemos ocupado (1), la actitud hacia el analista cambió totalmente bajo la
19)
influencia de esa parte del análisis y ya sabemos que ningún cambio importante puede realizarse en el enfermo hasta no haberse establecido una
exitosa transferencia.
29) La actitud
narcisística y negativa del enfermo
hacia determinadas
personas
o hacia el ambiente
en general y su intenso
grado de irritabilidad frente a ellos, había disminuí do en forma tal como
nunca aconteció anteriormente durante sus intervalos libres.
39) En uno de los casos, la actitud hacia el sexo femenino fué ampliamente modificada.
Su obsesivo interés por las. prostitutas desapareció y
gradualmente pudo dirigir su libido a una persona en particular y en forma
completamente normal, siendo ésta la primera tentativa exitosa que realizó
después de numerosos fracasos.
49) Este mismo enfermo acostumbraba
a repetir la misma cantinela res-
pecto. a su inferioridad, haciéndolo de una manera autoatorrnentadora
aun
durante sus intervalos libres. Pero después de analizar con éxito su proceso
. de introyección, me comunicó repentinamente que se sentía muy aliviado,
expresando que ya no se veía c~mo una "monstruosidad" y esta nueva forma
de apreciación de sí mismo, que se inició hace nueve meses se mantiene
hasta la fecha.
(1) Ver sección V.
328
DE PSICOANALlSIS
REVISTA
59) La formación de síntomas transitorios
constituye
a mi modo de ver
el criterio más eficaz para apreciar la marcha de la enfermedad.
Como ya
lo hemos manifestado, los enfermos frecuentemente exhiben paratimias moderadas durante sus intervalos libres que, por débiles que sean, contienen
todos los signos esenciales de una verdadera melancolía o manía. Dos de
mis pacientes que tenía en tratamiento desde hacía más de un año y medio,
estuvieron sometidos a esta altura del análisis a una serie de shocks emocionales debidos a sucesos externos.
Antes del análisis y al comienzo
del
mismo, invariablemente
reaccionaban ante disturbios de esta Índole con
marcados síntomas melancólicos, pero posteriormente
observé que los nuevos síntomas que el enfermo producía en tales ocasiones tenían un aspecto
muy diferente,
y la regularidad
con que esto acontecía
descartaba
la po-
sibilidad del azar. En tales ocasiones parecía que algo existía: en el enfermo
que le urgía hacia un renovado
ataque de depresión.
veía obligado a hacer una importante
decisión de su vida práctica,
una inclinación a refugiarse nuevamente
este primer y esencial paso en dirección
su objeto.
Por ejemplo,
si se
mostraba
en su enfermedad, pero no daba
a la melancolía, y no abandonaba
Si bien es cierto que producía
un síntoma nuevo, éste era de
tipo obsesivo, fóbico o de conversión histérica. No podía evitar tener la
impresión de que el enfermo ya no produjera una depresión melancólica
genuina pero el hecho de que una psiconeurosis pueda descender de un
nivel melancólico
a un nivel histérico
me parece
constituir
una notable
y significante proeza. Y lo mismo respecto a que el amor objetal demuestre
ser más resistente que antes a las influencias exteriores. Ambos hechos son
de grandes consecuencias
prácticas
e).
Paso por alto algunos mejoramientos de menor trascendencia observados
en mis enfermos por considerar que no tienen gran importancia teórica.
Sin embargo deseo reiterar
que los enfermos que he tenido que tratar
eran
casos especialmente severos que habían tenido repetidas recaídas. Tengo la
decidida impresión de que los enfermos jóvenes que no hayan tenido muchos ataques y que en consecuencia no se hayan alejado tanto del mundo
real, responderían con mucha probabilidad, más rápida y efectivamente al
(1) En la segunda parte de este trabajo, que trata del desarrollo del amor objetal, discuto esta cuestión con mayores detalles y presento ejemplos extraídos de casos actuales.
LA LIBIDO
A LA LUZ
tratamiento. Posteriormente
que tuve en análisis.
DE LOS TRASTORNOS
podré
MENTALES
329
decir algo más respecto
a los casos
Ya que no poseo la suficiente experiencia para hacer un juicio sobre
los efectos duraderos de la terapia analítica en los casos de melancolía, me
siento totalmente feliz de poder citar una opinión de fuente autorizada.
En forma privada, el profesor Freud me comunicó que había tenido en
tratamiento
dos casos de esta naturaleza en los que la cura había sido per-
manente. Uno de ellos no ha tenido recidivas hasta la fecha, habiendo transcurrido ya más de diez años.
Siento que no puedo abandonar este problema de los resultados terapéuticos sin dejar de considerar el valor subjetivo que tiene el tratamiento
psicoanalítico especialmente para los enfermos depresivos. El alivio mental
que les produce es a menudo asombroso y los enfermos mismos lo destacan.
Pero no debemos olvidar que precisamente esta clase de personas son por
regla las más inaccesibles a toda influencia exterior. Por consiguiente me
me parece que si bien debemos mantener una reserva en la evaluación de
los resultados terapéuticos que el psicoanálisis ejerce en este campo de su
actividad, no podemos negar la definida influencia que el mismo ejerce en
los enfermos de demencia circular. Tampoco creo que estemos en peligro
de sobreestimar la medida de nuestros resultados. El método psicoanalítico
en sí mismo, al revelarnos en todas sus energías la resistencia del enfermo
y al obligarnos en cada caso en particular a conducirnos con un fatigoso
y difícil procedimiento
técnico durante muchos meses de duración,ofrece
la mejor garantía contra el deseo de mantener exageradas esperanzas con
respecto a los éxitos de nuestros intentos terapéuticos.
SEGUNDA
ORÍGENES
Y DESARROLLO
PARTE
DEL AMOR
OBJETAL
En la primera parte de este estudio he intentado esclarecer la psicología
de algunos estados mentales patológicos y agregar algo a nuestro conocimiento de la vida sexual del individuo, pero al hacerlo me he concretado
a la teoría de los niveles pregenitales de la libido. Esta parte de la teoría
sexual trata de las transformaciones por las que atraviesa el individuo respecto a su fin sexual durante el curso de su desarrollo psicosexua1. Desde
REVISTA
330
DE PSICOANALISIS
el clásico trabajo de Freud (1) sobre la: materia, estamos acostumbrados
a
distinguir los fines sexuales del individuo de aquellos otros procesos que
conciernen a sus relaciones con el objeto sexual. Todo lo que hemos dicho
referente a la ontogénesis del amor objetal no cubre suficientemente el
campo de los hechos y menos aún en aquellos estados patológicos que. de
acuerdo con Freud agrupamos bajo la denominación de neurosis narcisísticaso Al analizarlas nos encontramos con una cantidad de fenómenos psicosexuales que nuestra teoría debe tomar en consideración.
En esta sección
me propongo intentarlo.
Al trazar por separado el desarrollo de la relación del individuo con
su objeto de amor no debemos desestimarlas estrechas y múltiples conexiones psicológicas existentes entre esta relación y el tema de nuestras primeras
investigaciones. Estas conexiones deben hacerse en esta forma mucho más
evidentes que antes. Así como en la sección anterior habíamos llegado a
discutir en detalle algunos aspectos importantes de las relaciones de objeto,
por ejemplo la ambivalencia y la vida instintiva, no tendremos ahora dificultades en tratar temas particulares en forma de problemas aislados. Si
.comenzamos por dar un breve resumen de las teorías de las etapas de la
organización libidinal nos será en realidad más fácil apreciar en qué aspectos la historia del desarrollo de la libido objetal requiere una amplificación.
Hemos reconocido la existencia de dos tendencias placenteras. diferentes
en la fase anal-sádica: una más primitiva que tiende a expeler el objeto y
destruirlo (evacuación)
y una posterior, tendiente a retenerlo y controlarlo.
Apoyados en bases científicas hemos llegado asía creer que dentro de la
fase anal-sádica existe una diferenciación, fase que anteriormente se había
supuesto homogénea. Hemos llegado a la conclusión de que el enfermo
melancólico regresa" al nivel más bajo de esta fase pero no se detiene allí;
su libido tiende hacia una fase aun anterior, la fase canibalística, en la cual
su finalidad instintiva es la de incorporar el objeto en sí mismo. En su
inconsciente, identifica el objeto perdido y abandonado con los productos
más importantes de la evacuación corporal, sus heces, y lo reincorpora en
el yo por medio del proceso que nosotros hemos designado con el nombre
de introyección. Pero a pesar de una regresión tan profunda, no puede
(1)
Tres
ensayos sobre una teoría sexual.
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES
33l
escapar a los conflictos. de su ambivalente sentimiento. Tal conflicto por el
contrario. incrementa su energía hasta hacer surgir en el individuo una
tendencia a regresar a una etapa aun más primitiva del desarrollo libidinal
cuyo fin sexual lo constituye la succión. Esta etapa la hemos considerado
como "preambivalente". Hemos llegado así a considerar que en la etapa oral
existen como en la etapa anal dos niveles y hemos podido finalmente establecer una diferenciación similar en la ulterior fase, la fase genital. Solamente en el último de estos dos niveles de la fase genital hemos podido
observar que está libre de ambivalencia es decir que es "postambivalente".
Suponiendo
que cada una de estas tres principales fases de la libido
están diferenciadas en dos etapas cada una, podemos por lo menos explicar
satisfactoriamente los hechos observados concernientes a los cambios por
los que debe atravesar el individuo respecto a su fin sexual y encontrar una
conexión genética más definida que la que podíamos realizar hasta ahora
entre algunos tipos de enfermedad y ciertos niveles de la libido. Pero no
debemos tratar de ocultar las considerables brechas aun existentes en nuestro conocimiento
al respecto.
Por ejemplo, aun no hemos tenido éxito en
encontrar una conexión de esta índole para explicar las condiciones paranoicas
Sobre este particular volveremos posteriormente.
e).
Hasta ahora se ha conocido muy poco sobre el desarrollo del amor objetal. Así como acostumbrábamos a distinguir tres fases en el desarrollo de la libido, también hemos reconocido tres fases en la relación del
individuo
con el objeto.
descubrimiento
De nuevo somos deudores a Freud del primer
de importancia
al respecto.
Freud agrupó el desarrollo de
esta relación en una fase autoerótica correspondiente a la primera infancia
en la que el individuo no tiene objeto, una fase narcisística en la que el
individuo es su propio objeto de amor y una tercera fase en la cual existe
un amor objetal en el verdadero significado de la palabra. A continuación
trataré de demostrar hasta dónde podemos adicionar nuevos conocimientos
a esta parte de nuestra teoría sexual.
Las nuevas contribuciones
que tengo la esperanza de hacer, derivan de
un campo especial del empirismo psicoanalítico, particularmente
del estudio
(1) Véase más adelante y téngase presente que este estudio fué publicado en 1924 (N.
del T.).
REVISTA
332
DE PSICOANALlSIS
de las neurosis narcisísticas y de algunas neurosis correspondientes
a aquellos
niveles del amor objetal que en algunos aspectos están estrechamente relacionados con las neurosis narcisísticas. Los casos de psicosis rrianíacodepresiva cuyos análisis constituyeron las bases de la primera parte del presente
estudio, son de considerable importancia para ayudarnos también a resolver
el presente problema.
Mientras analizaba dichos casos, tuve también en tratamiento
do dos enfermas
de cuyas condiciones
neuróticas
prolonga-
me agradaría
hacer un
breve resumen. El cuadro clínico que presentaban era completamente distinto del de la melancolía pero pronto se hará evidente la razón por .la
cual las he colocado al lado de ella.
La primera de estas enfermas a quien llamaremos X, presentaba
dro clínico muy complicado
lientesdel
y sólo reproduciré
un cua-
los aspectos más sobresa-
mismo entre los cuales se destacaba una "seudología
fantástica"
originada a los seis años. Además tenía severos impulsos cleptómanos que
databan de la misma época y últimamente sufría de ataques de desesperación
ocasionados por los hechos más insignificantes y que encontraban expresión
en incontrolables
ataques de llanto de varias horas de duración.
Este llanto
compulsivo tenía dos determinantes principales. En primer lugar era un
derivado de su complejo de castración y representaba la pérdida de su
masculinidad con todo lo que la misma involucra y entre otros una envidia
hacia un preferido hermano menor. Durante su período menstrual que excitaba en ella en forma típica su complejo de castración, casi nunca dejaba
de llorar ('). La segunda determinante de su acceso de llanto estaba conectada con su relación con él padre por cuya pérdida estaba de duelo no en un
sentido real, ya qu.e. éste había fallecido hace tiempo, sino en sentido psicológico. Fué en conexión con esta pérdida psicológica del padre que aparecieron los primeros síntomas de su neurosis. Cuando niña desarrolló una
precoz y especialmente fuerte transferencia de amor hacia el padre, pero
como su análisis mostró, este amor sufrió un repentino rechazo en la primera
mitad de su sexto año. Para esa época, estando convaleciente de una enfermedad, compartió el dormitorio de sus padres donde tuvo la oportunidad
(1) Debe mencionarse de paso que este copioso fluir de lágrimas representaba su inscons-
cicnte deseo de orinar como si fuera un hombre.
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
333"
de observar sus relaciones sexuales y el cuerpo desnudo del padre. Esto
incrementó intensamente sus tendencias escoptofílicas antes de ser dominadas por una fuerte represión. Desearía mencionar una consecuencia especial a que tal experiencia dió lugar, en adición a aquellas conocidas por
todos los psicoanalistas. Tal secuencia consistió en el hecho de que se quejaba de haber perdido todos los contactos emocionales con el padre y de
ser incapaz de reproducir ninguna clase de imagen mental del mismo. No
tenía conciencia de sentimientos afectivos o sensuales hacia él, pero por un
considerable material neurótico podemos inferir que tenía un interés especialmente compulsivo en una parte de su cuerpo, el pene. El padre había
dejado de existir para ella con;o persona total. Sólo recordaba una parte de
su c,uerpo y esta parte constituía el objeto de su mirar compulsivo e).
Además inconscientemente
se identificaba a veces con él y otras con sus
genitales que se habían transformado en su representación.
Sus impulsos
cleptómanos derivaban en gran proporción de su activa tendencia a la castración dirigida contra el padre. El fin inconsciente de sus robos consistía
en robarle la envidiada posesión del pene ya sea para poseerlo ella o para
identificarse con él. Se hizo evidente en múltiples, formas que sus robos
estaban conectados
con la persona del padre.
En una ocasión por ejemplo
retiró de la habitación del padre una cánula de enemas y la utilizó como
sustituto del pene paterno con propósitos anales-eróticos.
Además acostumbraba a castrarlo en distintas formas, sacándole dinero (V'ermogen ) (")
. de su cartera y hurtándole lápices, lapiceras y otros símbolos masculinos
tan común en los casos de cleptomanía.
Se comprobó que el complejo de castración de la enferma era un importante motivo de su seudología. Del mismo modo que sus impulsos cleptómanos expresaban la idea "me apodero por la fuerza o el fraude, de lo
que me han privado o me han quitado", podemos formular uno de los principales fines determinantes de su mentir en la siguiente forma: "yo poseo
esta deseada parte de mi cuerpo y soy así igual a mi padre". Es particularmente interesante saber que cuando la enferma hablaba de estos hechos imaginarios, le producían una fuerte excitación sexual y una sensación como si
(1) Esto tomó la forma de mirar el contorno
que sus genitales hacían debajo de la
ropa.
(2) El término también es usado en el sentido de capacidad, potencia sexual.
334
REVISTA
DE
PSICOANALISIS
algo le creciera y se hinchara saliendo de su abdomen.
Esta sensacion es-
taba conectada con un sentido de fuerza y actividad física y su mentira le
hacía sentirse mentalmente poderosa y superior a otros.
La relación que con el padre acabamos de esbozar estaba de acuerdo
con su actitud hacia el resto de su medio ambiente. N o tenía un contacto
mental real con nadie. La mentira había representado
muchos años su única relación con el mundo exterior.
para ella durante
Como ya lo manifestamos, la enferma llegó a esta situación tan apartada de un regular y completo amor objetal a través de una regresión desde
tal objeto. A pesar de ello mantenía cierta clase de relación hacia sus objetos y se aferraba a ellos con extrema tenacidad. Profundizando en el análisis de su cleptomanía, como asimismo por el análisis de otros casos, se
esclareció la naturaleza de su forma peculiar e incompleta de amor objetal,
Sus sueños y fantasías diurnas contenían repetidas imágenes de castración
por medio del acto de morder. El fin de sus fantasías no lo constituía la
incorporación del objeto de amor en su totalidad, sino la de morder y tragar
una parte del mismo e identificarse con esta parte. Esta incorporación parcial parece ocurrir también en otros casos de cleptomanía. Daré otro ejemplo.
Una enferma a quien llamaré Y, sufría de una grave neurosis cuyo
síntoma más marcado era el de unos severos vómitos histéricos, presentando
además fuertes tendencias cleptómanas que se demostraron estar también
determinadas por su complejo de castración. Su hábito de robar surgió en
la infancia alrededor de una incorregible inclinación de arrancar con sus
manos toda clase de objetos, especialmente flores y cabellos. Pero este impulso ya constituía en sí mismo una modificación de un deseo de arrancar
algo saliente, mord~éndolo. Aun siendo mayor, tenía fantasías de esta clase.
Tan pronto como entraba en relaciones con un hombre, tenía la idea compulsiva de morderle y arrancarle el pene. Sus vómitos neuróticos estaban
estrechamente relacionados con estos impulsos orales-sádicos. También para
ella el padre había perdido todo su valor como persona y su interés libidinoso estaba concentrado únicamente en su pene. Cuando él falleció, fué
incapaz, como en el caso anterior, de sentir alguna tristeza, pero había tenido
una vívida fantasía de robarle el pene arrancándoselo de un mordisco y guardárselo. En sus sueños diurnos acostumbraba a tener un gran número de fantasías en las que copulaba con un pene "sin un hombre que perteneciera a él".
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
Otra similitud entre estas dos enfermas la constituía
335
el hecho de que
ambas representaban a la madre solamente por una parte del cuerpo, especialmente sus senos. Era obvio que ambas los habían identificado en su
mente infantil con el supuesto pene de la mujer. Las madres eran alternativamente representadas por las nalgas que a su vez representaban los senos.
La relación
de esta imagen con el erotismo
oral (placer
de morder)
era
más que evidente y puede ser basada en muchos ejemplos de los cuales daré
uno. En una ocasión X soñó lo siguiente: "Estaba comiendo una porción
de carne, desgarrándola con mis dientes. Finalmente la tragué. Repentinamente me doy cuenta de que el trozo de carne era la parte trasera de un
tapado de pieles perteneciente
a la señora N."
No es difícil comprender que la "parte trasera" era un desplazamiento
de adelante hacia atrás. Del mismo modo podemos comprender elfrecuente uso simbólico de las pieles como una alusión al genital femenino.
El apellido de la señora N. correspondía al nombre de un animal que en
los sueños de la enferma frecuentemente
simbolizaba
a la madre.
El desplazamiento hacia atrás era un proceso que se observaba constantérnente en las imágenes mentales de ambas enfermas. Las dos sentían
un profundo
disgusto hacia sus madres y en sus fantasías
yen
algunos
síntomas la equiparaban a la esencia de todo lo más desagradable, es decir;
excrementos. La madre era así representada en la imaginación como una
parte del cuerpo que había perdido algo, es decir un pene y heces.
En ambos casos la libido sufrió un considerable grado de regresión
narcisística aunque de ningún modo total. Hasta tanto el análisis lo estableció correctamente,
no podía saberse si en ambos casos la capacidad de
amor objetal se había desarrollado en algunos aspectos en forma deficiente
o había regresado a una etapa de desarrollo imperfecto. La etapa en cuestión debe estar ubicada entre el narcisismo y el amor objetal. Otro aspecto
importante en ambos casos y que posteriormente observé en otras personas,
indicaba lo mismo. Consistía éste en que la libido se mantenía en un inequívoco estado de ambivalencia hacia sus objetos y mostraba una fuerte
tendencia a infligirles injurias. Sin embargo esta tendencia destructiva estaba totalmente limitada. En esta etapa el fin sexual del individuo debe
consistir en privar al objeto de una parte de su cuerpo, es decir, atacar su
integridad sin destruir su existencia. Recordemos al niño que caza una
DE PSICOANÁLISIS
REVISTA
H6
mosca y después de arrancarle
remarcar
una pata "la deja volar de nuevo.
el hecho de que el placer de morder
está estrechamente
Debemos
asociado
con esta forma de relación objetal que hasta ahora ha escapado a nuestra
observación.
He podido
determinar
la presencia
de procesos psicológicos
similares
en los dos enfermos maníacos depresivos de quienes nos hemos ocupado
con mayores detalles en la primera parte de este estudio. Pero la evidencia realmente valiosa al respecto sólo apareció cuando sus síntomas más
graves comenzaron a desaparecer. En tanto ellos se mantenían, las tendencias canibalísticas déstructivas de la libido se manifestaban por sí mismas
en distintas formas. Durante el período de recuperación uno de mis enfermos a menudo tenía fantasías de arrancarle la nariz o el lóbulo de la
oreja o el pecho por medio de un mordisco
a una joven de quien estaba
muy enamorado. En épocas anteriores acostumbraba a jugar con la idea
de arrancarle de un mordisco un dedo al padre y en cierta ocasión en que
creyó que yo no continuaría su análisis tuvo repentinamente
el mismo
pensamiento respecto a mí. Esta idea de arrancar un dedo demostró tener
un gran número de determinantes además de su obvio significado de castración. Lo que principalmente nos interesa ahora es la ambivalencia que
en la fantasía se expresaba. Si bien en ella el médico, como sustituto del
padre, debía ser mutilado mordiéndole una parte de su cuerpo, no debemos
tener sólo en cuenta el lado hostil de la fantasía y desestimar su amistosa
tendencia
expresada en el deseo del enfermo de conservar
objeto con excepción
de una parte del mismo y también
la existencia del
en el deseo de
guardar esta parte como si fuera de su propiedad.
Podemos por consiguiente hablar de un impulso de incorporación parcial del objeto. El enfermo dijo en una 'ócasión que le agradaría comerse a bocados la joven de
referencia a quien identificaba con la madre, y el siguiente incidente nos
mostrará la intensidad con que estaba ocupada su mente a esta altura de
su análisis con la idea de arrancar cosas mordiéndolas.
En cierta ocasión
hablando de un hombre para quien trabajaba y que inconscientemente
representaba al padre y a la madre y hacia quien tenía una actitud extremadamente ambivalente, sus asociaciones libres, como a menudo sucedía,
desbordaron en fantasías de un tipo marcadamente concreto que a veces las
interrumpía
mediante un bloqueo
afectivo.
Tal bloqueo ocurrió
en cierta
LA LIBIDO
A LA LUZ
ocasion en que hablaba
asociaciones dijo: "Ahora
carle labarba
DE LOS TRASTORNOS
de su jefe.
MENTALES
Para explicar
(es decir en su fantasía)
con mis dientes y no podré continur
337
esta detención
de sus
debo ante todo arranhasta no haberlo hecho."
Con esto el enfermo expresaba que no había manera alguna de impedir la
aparición de esa fantasía perteneciente sin duda alguna a un tipo de canibalismo parcial.
Un canibalismo
completo
y no restringido
sólo es posible sobre las
bases de un narcisismo absoluto. En. tal nivel, lo único que el individuo
tiene en consideración es su propio deseo de placer y no presta la mínima atención. a los intereses de su objeto destruyéndolo
sin la menor
vacilación
e).
En el nivel del canibalismo parcial aun podemos hallar rasgos
de su procedencia del canibalismo
están claramente delineadas.
total aunque las distancias entre los dos
En este nivel posterior el individuo muestra los primeros' signos de
tener algún cuidado por el objeto. Podemos ver en este cuidado por el
objeto por incompleto
estricto
ya que ello significa que el individuo
narcisismo.
individuo
que sea, la iniciación del amor objetal en un sentido
Pero es necesario
agregar
está lejos de reconocer
rerlo a él por completo
ha empezado
a superar
su
que en este nivel del desarrollo
el
la existencia de otro ser que pueda que-
ya sea en forma física o mental.
Su deseo aun
está dirigido hacia la remoción de una parte del cuerpo del objeto y a
incorporarlo, lo que por otro lado significa que ha renunciado al fin puramente narcisÍstico de practicar un canibalismo completo.
Ahora que nos hemos enterado de algunos sucesos relacionados con
el desarrollo infantil no nos faltarán evidencias confirmatorias obtenidas
de la directa observación del niño. Nuestras indagaciones nos han permitido cierto progreso en territorio desconocido y estamos contentos
contrar rastros de nuestras anteriores exploraciones.
de en-
Hace algunos años dos psicoanalistas cuyas relevantes condiciones de
observación no pueden discutirse, independientemente
el uno del otro han
(1) No se puede afirmar que el canibalismo de los pueblos primitivos, según el cual hemos denominado a esta fase de la libido infantil, esté libre de tales restriccio,*s. No es el
caso que cualquier persona pueda matar y devorar a otra, sino que la selección de la víctima
se ajuste a una estricta determinación afectiva.
REVISTA
338
ampliado
nuestros
DE
conocimientos
PSICOANALlSIS
de la psicología
de las ideas delirantes
de persecución de los paranoicos. Tanto van Ophuijsen e) como Starcke (2)
descubrieron durante el curso de su práctica analítica que en la paranoia
el "perseguidor" puede ser reconocido regresivamente como la imagen inconsciente de las heces contenidas en sus intestinos, que identifica con el
pene del perseguidor, es decir la persona de su propio sexo a quien antes
amaba. De aquí que en la paronoia el enfermo representa a su perseguidor
por una parte de su cuerpo, cree que lo lleva en sí mismo y quiere liberarse de este cuerpo extraño pero no puede.
Debo admitir que para entonces
no reconocí
la gran importancia
de
los descubrimientos de van Ophuijsen y Starcke. Fueron descubrimientos
aislados y no encontraron una ubicación fácil en el conjunto de nuestros
conocimientos, a pesar de que las relaciones entre la paranoia y el erotismo anal- ya habían sido reconocidas por Ferenczi. Actualmente encuentran su debido lugar en un esquema más amplio y poseen un gran significado.
Cuando el paranoico
abandona sus relaciones libidinosas con su objeto
y con todos
los objetos en general, trata de compensarse en la medida
posible de tal pérdida que para él equivale a una destrucción del mundo.
Desde el análisis del caso Schreber, realizado por Freud, sabemos
enfermo trata de reconstruir su objeto perdido. Debemos agregar
este proceso de reconstrucción, el paranoico incorpora una parte del
Al hacerlo pasa por el mismo proceso de incorporación por el que
que el
que en
objeto.
pasa el
melancólico que ha introyectado la totalidad del objeto. Pero tampoco en
esta forma de introyección parcial puede escapar a su ambivalencia. Por
consiguiente, igual que el melancólico, trata de liberarse de esta parte del
objeto que ha incorporado.
De acuerdo al nivel del desarrollo psicosexual
en el cual está fijado, sólo puede corresponder a un proceso de carácter
anal. Para el paranoico, el objeto de amor es equivalente a heces, de las que
no puede librarse. La parte introyectada de su objeto de amor no lo abandonará en la misma forma que el objeto introyectado in tato, continúa ejerciendo su despótico poder desde adentro en el caso del enfermo melancólico.
~
(1) On tbe Origin of tbe Feeling of Persecution.
(2) Tbe
Reuersal of tbe Libido-Sign
in Delicions
(1920.)
of Persecution.
(1919.)
LA LIBIDO
A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
339
Hemos llegado a la conclusión de que el melancólico incorpora totalmente su abandonado objeto mientras que el paranoico sólo introyecta una
parte del mismo. En el caso del paranoico otra alternativa debe ser especialmente considerada y es que esta introyección parcial no es necesario
que sea efectuada por vía oral sino .que puede ser considerada como un
proceso anal. Aunque pendientes de un entendimiento más completo de
la situación, podemos adelantar con la debida vacilación, que la libido del
paranoico regresa con respecto a sus fines sexuales a la primera de las dos
etapas anal-sádicas y respecto de sus actitudes frente a los objetos, a la etapa
de la introyección parcial. En cuanto a si esta introyección tiene lugar en
forma oral o anal es una cuestión que queda abierta a. la discusión.
Nos encontramos con un estado similar durante los períodos de convalecencia de los melancólicos. No podemos establecer aún por qué en este
último caso no se constituyen las frecuentes ideas delirantes paranoicas.
Esta diferencia puede ser debida a los distintos efectos de la introyección
según sea total o parcial o a su significado anal u oral. N o tendremos una
absoluta certeza al respecto, hasta tanto no tengamos un conocimiento más
amplio del papel que juega el yo en estas dos formas de enfermedad.
Otro aspecto que debe tenerse en consideración es que la parte del
cuerpo que ha sido introyectada, es comúnmente equiparada al pecho femenino y que otras partes del cuerpo tales como el dedo, el pie, los cabellos, las heces y las nalgas pueden representar en forma secundaria a esos
dos órganos como ya ha sido demostrado e). Si suponemos la existencia
de una tal etapa del amor parcial según la hemos descripto al tratar el desarrollo del amor objetal, se nos presentan nuevos hechos que nos permiten
iniciar la comprensión de algunas peculiaridades de las perversiones sexuales
sobre las cuales Sachs recientemente ha llamado nuestra atención (2). Me refiero al concentrado interés de los perversos sobre ciertas partes corporales
del objeto cuya elección a menudo nos parece tan curiosa. Esta peculiaridad
se muestra con más energía en el fetichismo. Para el fetichista el conjunto
del objeto es frecuentemente sólo un apéndice accidental de una región
especial de su cuerpo que por sí sola ejerce una irresistible atracción sobre
(1) Un notable paralelo con este amor parcial se ve en la identificación parcial del individuo con sus objetos como Freud lo bosquejó brevemente en su Psicología de las masas.
(2) Zur genese der peruersionen,
(1923.)
'040
REVISTA
DE
PSICOANALISIS
él. Hace muchos años, mientras investigaba
por primera
vez psicoanalíti-
e)
camente un caso de fetichismo de pie y corsé
Freud me sugirió la
idea de que debía introducir el concepto de una represión parcial como resumen del fenómeno fetichista. A la luz de nuestros actuales conocimientos, este proceso psicológico por medio del cual la mayor parte del objeto
es reducido a la insignificancia y el valor excesivo del mismo se agrega a
la parte remanente, parece ser la consecuencia de una regresión de la libido
a esa supuesta etapa del amor parcial y cesa por lo tanto de ser un suceso
aislado con el que sólo tropezaríamos en ciertas clases de enfermedades, resultando por el contrario encontrarse en un gran número de fenómenos psicológicos parecidos. No es mi intención la de profundizar en los síntomas
del fetichismo pero creo que será de utilidad expresar que aquellas partes
del cuerpo sobre las cuales el fetichista tiende a concentrar sus inclinaciones, son las mismas que constituyen
los objetos del amor parcial.
Hace tiempo que nuestras observaciones clínicas nos han familiarizado
con una etapa en el desarrollo del amor objetal en la cual el individuo ya
protege
a sus objetos en gran medida y nos reencontramos
con ella en las
neurosis constituyendo un fenómeno regresivo correspondiente a la vida sexual de los enfermos obsesivos. En esta etapa el individuo no es todavía capaz
de amar por completo a nadie en el sentido más amplio del vocablo. Su libido
está aún adherida a una parte del objeto, aunque ha abandonado la tendencia
a incorporar esta parte. En lugar de incorporarla desea dominarla y poseerla.
A pesar de que en esta etapa la libido aun está muy distante del fin
de su desarrollo, ya ha realizado un avance de importancia como si la condición de posesión se hubiera exteriorizado. La propiedad ya no significa
aquello que el individuo ha incorporado por el acto de la "devoración".
Ahora dicha propiedad es localizada fuera del cuerpo y en esta forma la
existencia del objeto es reconocida y salvaguardada. Esto significa que el
individuo ha cumplido con una parte importante del mecanismo de adaptación al mundo exterior. Tal cambio tiene mayor significado práctico en
un sentido social ya que hace posible por primera vez compartir la posesión
de un objeto mientras que por el método de la devoración del objeto éste
sólo puede pertenecer
a una persona.
(1) Véase mi ensayo Notes
on tb ; Analv sis of a Case of Fo ot and Corset
Fetisbism.
LA LlBlDO
A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
341
Esta posición de la libido frente a sus objetos ha dejado rastros en las
expresiones idiomáticas de varias lenguas. Por ejemplo en la palabra alemana besitzen (') y en la latina possidere. Se dice que una persona está
asentada en su propiedad y en esta forma mantiene contacto con ella.
Esta actitud puede fácilmente observarse en los niños. A menudo nos
damos cuenta que cuando un niño desea un objeto que le es especialmente
querido 10 lleva a la cama y se duerme o acuesta con él. En los animales
y especialmente en los perros puede observarse 10 mismo. Ellos intentan
asegurar la posesión de un objeto cubriéndolo con su cuerpo como lo he
observado con mi propio perro, quien tan pronto como una persona extraña
llega a la casa, busca su bozal, objeto que es de su pertenencia
encima del mismo (2).
y se tira
Nuevo~ estudios psicoanalíticos de las neurosis obsesivas nos suministrarán sin duda alguna, mayores informaciones concernientes a esta etapa
del amor objetal.
La índole especialmente
intensa de la imagen de castra-
ción activa y pasiva observadas en los enfermos obsesivos y su peculiar
actitud frente a los problemas de la posesión, hacen muy probable la existencia de una conexión entre esta enfermedad y la etapa del amor parcial.
El psicoanálisis nos ha enseñado que el inconsciente del adulto contiene
muchas huellas de las primeras etapas de su vida psicosexual. En las personas normales reencontramos esta huella principalmente en los sueños. En
la misma forma, la etapa de amor parcial deja sus huellas en el inconsciente
y un ejemplo de ello lo tenemos en los sueños de caídas de dientes que
nos son tan familiares.· Todo psicoanalista conoce los múltiples significados
simbólicos de un tal sueño, en el que el diente caído simboliza por un lado
la castración y por el otro a alguna persona conocida del enfermo cuya
muerte desea en el sueño, En esta forma, un amigo o un pariente cercano
se hace equivalente a una parte del cuerpo que debe ser expelida. Vemos
de inmediato el parecido que esto tiene con la psicología del delirio de
persecución.
Debemos notar particularmente
la ambivalencia de los sentimientos del sujeto que se manifiesta en el hecho de identificar a una persona con una parte de su propio cuerpo, ya que comparar
a otro con una
(1) Poseer, sentarse.
(") Podemos compararlo con la fantasía del pequeño Juan del Análisis de la fobia de
un niño de cinco años, FREU:J, quien separa la jirafa que representa a la madre del lado dcl
padre
>"
se sienta sobre ella,
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REVISTA
DE
PSICOANALISIS
•
parte de nuestro propio cuerpo que es objeto de una estimación narcisística
muy elevada, es sin duda alguna una prueba de amor excepcional.
En
alemán frecuentemente
llamamos a la persona amada "mi corazón" (mein
Hertz ); y decimos de una madre que ama a sus hijos como a la "niña de
sus ojos". Cuando un hombre equipara a alguien con sus dientes como a menudo ocurre en los sueños, es como decir que aunque le es doloroso perder
una parte de sí mismo puede soportarlo ya que posee muchas más.
En verdad el soñante frecuentemente
observa que la pérdida de sus
dientes o su extracción es completamente indolora, de lo que puede inferirse
que la pérdida de la persona que el mismo representa, no le sería después
de todo tan dolorosa. Más aún, no debemos olvidar que debajo de la castra-"
ción simbólica existe un deseo inconsciente de pérdida de esta parte del cuerpo, sobre la cual está centrado por regla general, el narcisismo del hombre.
El hostil significado de la comparación
se ve con mayor claridad cuan-
do la parte del cuerpo que se emplea como equivalente
excremento.
de la persona, es el
Se hace claro que la etapa de amor parcial ha dejado huellas aun en la
mente de las personas sanas. El individuo normal representa al objeto amado con cargas de sentimientos ambivalentes por una sola parte de su cuerpo que ha introyectado dentro del propio.
Cuando mis dos enfermas X e Y gradualmente se aproximaron a una
condición normal de amor objetal bajo la influencia del tratamiento psicoanalítico, pasaron a través de una etapa de desarrollo que parecía ser la última modificación de la etapa que hemos discutido. Recordemos que la
enferma X estaba: dominada por una idea, que constantemente
recurría
en formas variadas, tanto
en sus sueños como en sus fantasías,
centrada
alrededor de la adquisición del pene del padre, y que había identificado la
totalidad de su persona con esta parte del cuerpo del padre. A cierta altura
de su recuperación, cuando ya había sobrellevado en buena forma sus impulsos cleptómanos y su seudología, sus fantasías tomaron otra forma. Como
ejemplo particularmente claro de esta modificación, puedo mencionar un sueño en el que "veía el cuerpo del padre apercibiéndose que no tenía vello pubiano (en una cantidad de sueños anteriores el vello pubiano representaba los genitales). Ahora soñaba con la imagen íntegra del padre con excepción de una
parte de su cuerpo. Llama la atención el contraste entre estas actuales fanta-
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS MENTALES
sías y algunas expresiones de su neurosis, anteriormente
mencionadas.
343
Antes,
cuando tenía la compulsión de mirar los genitales del padre, su interés amoroso se había retirado de todo el resto de su personalidad'. Ahora en cambio
estaba reprimiendo lo que entonces ejercía un consciente poder compulsivo.
He encontrado sueños parecidos al anterior en otras personas. Una enferma que tenía una fuerte actitud ambivalente hacia mí, expresó su transferencia en un sueño en el cual me representaba sin genitales. La tendencia
hostil, el deseo de castrar su objeto surge claramente. Pero el sueño tenía
otra determinante
que debía estar fundada
en que ella me igualaba con el
padre, a quien le era permitido amar pero no desearlo en sentido genital.
La
enferma sólo podía amar a su analista como un sustituto del padre en tanto
que el aspecto genital fuera excluido. La censura del sueño toma las medidas necesarias para impedirle sobrepasar la barrera del incesto.
,
Tal actitud erótica positiva hacia el objeto con exclusión de los .genitales parece ser la expresión típicamente histérica de la prohibición del incesto. Ya en la primera edición de sus Tres ensayos sobre una teoría sexual,
Freud expresó que los histéricos rechazan el fin sexual normal y en su lugar
tienden a realizar _actos sexuales de fines perversos. Podemos seguir permaneciendo de acuerdo con estos puntos de vista al proponernos
etapa de amor objetal con exclusión de los genitales e).
establecer una
El rechazo de la zona genital se aplica tanto al propio cuerpo del sujeto
como a la del objeto. Esta situación es en gran parte responsable de dos síntomas muy importantes, tanto por estar muy extendidos como desde el punto
de vista práctico: nos referimos a la impotencia en el hombre y a la frigidez
en la mujer. En ambos casos el individuo no puede amar por completo al
objeto debido a la pre~~ncia de sus genitales.
Del análisis de los neuróticos deducimos que tal inhibición de la libido,
observable en ambos sexos, procede del complejo de castración. En el hombre la ansiedad respecto a su órgano sexual y el horror por la ausencia. de
un órgano similar en la mujer conduce a los mismos resultados observados
(1) Tal etapa parece coincidir con la etapa fálica de Freud, del desarrollo psicosexual y
sobre todo tener una estrecha relación interna con ella. Podemos considerar a los síntomas
histéricos como el anverso de aquellos impulsos libidinosos que pertenecen al amor objetal
con exclusión genital y a la organización fálica.
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en la mujer por sus no dominados padecimientos
por haber sido privada de
esos genitales y por su deseo de castración dirigidos contra el hombre .. No
debemos olvidar que los genitales está~ más intensamente cargados de libido
narcisística que cualquiera otra región del cuerpo. Por consiguiente, se
puede amar todos los restantes atributos del objeto antes que a los genitales. En el nivel de la organización "fálica" de la libido, como Freud la denomina, aun no se ha realizado el último paso en el desarrollo de la misma.
Este no queda constituído hasta que el más alto nivel de la libido haya
sido alcanzado, nivel al que únicamente debe denominarse genital. V emos,
por lo tanto, que el logro del más alto nivel de la organización de la libido
corre parejas con el último avance realizado en la evolución del amor objetal. En el gráfico que a continuación sigue, he intentado facilitar una
revisión de las distintas etapas por las que atraviesa el individuo en el desarrollo de la organización sexual y del amor objetal. Me agradaría dejar
establecido con toda claridad que este gráfico es de orden puramente provisional y que en forma alguna su significado supone que· dichas etapas
sean solamente en número de seis. Podemos compararlo con un tablero de
ferrocarriles en el cual solamente están indicadas las grandes estaciones en
donde se detienen los trenes expresos. Las paradas intermedias existentes
entre ellas no pueden marcarse en un resumen como éste. Debo agregar
que las etapas colocadas en el mismo nivel horizontal de cada columna no
es necesario que coincidan en el orden temporal.
Etapas de la organización libidinal.
VI. Etapa genital final.
V. Etapa genital primaria (fálica).
IV. Etapa anal-sádica secundaria.
111. Etapa anal-sádica primaria.
Etapas del amor objetal
Posrambivalente
Amor objetal
Amor objetal con exclusión de los genitales
Amor parcial
Amor parcial con in- !Ambivalente
¡
i
corporación.
\
11. Etapa oral secundaria (canibalís- Narcisismo
(incorpotica).
ración total del ob-·
jeto)
Autoerotismo (anobje- Preambivalente
1. Etapa oral primaria (succión).
tivo)
r
LA LIBIDO A LA LUZ DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
. 345
El cuadro constituye un breve resumen de dos aspectos del desarrollo
psicosexual del .hombre y tiene en consideración el movimiento de la libido
respecto al fin y al objeto sexual. Entre otros fenómenos importantes pertenecientes a este proceso de desarrollo, existe uno en especial del que he omitido tratar y es el correspondiente a la formación de inhibiciones de los
instintos. Por consiguiente me agradaría agregar algunas breves consideraciones al respecto. Nuestras observaciones muestran que la primitiva etapa autoerótica está aún exenta de inhibiciones instintivas, de acuerdo con la ausencia de una real relación de objeto. En la etapa de narcisismo con un
fin sexual canibalístico, la primera evidencia de una inhibición instintiva
aparece en forma de ansiedad mórbida. El proceso de dominar los impulsos
canibalísticos está Íntimamente asociado con un sentimiento de culpa que
comienza a verse en primer plano como un fenómeno inhibitorio
típico
perteneciente a la tercera etapa. Esta tercera etapa, cuyo fin sexual lo
constituye la incorporación de una prte del objeto, es abandonada cuando
los sentimientos de piedad y disgusto surgen en el individuo y le impiden
esta forma de actividad libidinosa. En la etapa siguiente, la de amor objetal
con exclusión de los genitales, la inhibición toma la forma de sentimientos
de vergüenza y finalmente en la etapa de amor objetal verdadero y completo, encontramos que la vida instintiva del individuo está regulada por
sentimientos sociales de un tipo superior. Este breve y generalizado croquis
puede servirnos para mostrarnos la necesidad de una posterior investigación del origen de la inhibición de la libido, pero al mismo tiempo hacernos
ver que el psicoanálisis puede darnos, sin duda alguna, la llave para la
solución del problema.
Sólo deseo decir pocas palabras sobre un aspecto de este complicado
problema. En la etapa de amor parcial con incorporación, el objeto de
amor, como ya lo hemos visto, está representado por una parte de sí mismo.
El niño pequeño tiene una actitud ambivalente hacia ella (pene, pechos,
excrementos, etc.}; es decir lo desea y lo rechaza al mismo tiempo. Hasta
no abandonar por completo su tendencia a incorporar los objetos, cambio
que de acuerdo con nuestro esquema no tiene lugar sino en la cuarta ¡etapa,
adopta una actitud despreciativa frente a tales partes, especialmente hacia
los excrementos. En esta etapa el excremento constituye la representación
de todo lo que el niño no quiere guardar, identificando asía la persona a
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PSICOANALlSIS
quien rechaza con disgusto, con las heces (como en los casos de X e Y).
La mera idea de tener que llevarse excrementos a la boca constituye la
verdadera esencia de todo lo que es desagradable. Podemos observar que
en algunas enfermedades se ha producido un proceso de regresión en el
que el individuo tiene' de nuevo como fin sexual la ingestión de materias
fecales ya que en nuestro inconsciente retenemos nuestra original estimación narcisística
del valor del excremento.
En un trabajo anterior intenté exponer en forma coordinada, la relación existente entre las varias formas de psiconeurosis y los diferentes niveles del desarrollo libidinal. Mi intento fué muy imperfecto y estaba lejos
de constituir
una explicación
final de los hechos.
Aun en la actualidad
nuestros conocimientos son escasamente superiores a los que entonces teníamos y sólo abrigamos la esperanza de haber hecho algunos agregados a
los mismos en algunos aspectos y aun así dichos agregados deben ser considerados con toda reserva.
Podemos suponer en primer
lugar que en la melancolía,
la capacidad
de amor objetal del sujeto está especialmente poco desarrollada y por lo
tanto si el individuo enferma, su tendencia a incorporar el objeto en forma
canibalística lo domina, suceso que coincidiría con una regresión de su libido a la segunda etapa indicada en el cuadro anterior. En segundo lugar,
en los estados paranoicos, la libido se ha detenido en su movimiento regresivo en la etapa de la incorporación parcial (tercera etapa). Esto parece ser
igualmente exacto para las condiciones cleptómanas. Quizá la principal diferencia existente entre el deseo contenido en cada una de estas dos enfermedades, es que el fin sexual del cleptómano es la incorporación oral del
objeto, mientras que el del paranoico lo constituye la incorporación anal.
Sólo una firme
y persistente
'labor psicoanalítica,
especialmente
en
las neurosis narcisísticas puede darnos una visión más completa del desarrollo psicosexual del hombre, y hasta tanto hayamos coleccionado un buen
número de análisis completos para confirmar y ampliar las suposiciones teoréticas hechas en este estudio, no será superfluo considerar los argumentos
prima facie favorables a estas suposiciones.
En principio no deb,~mos olvidar que los resultados de nuestras investigaciones se han obtenido por métodos estrictamente empíricos. No creo
que me haya permitido en ninguna parte abandonar el campo de los hechos
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A LA LUZ
DE LOS TRASTORNOS
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empíricos por el de los razonamientos especulativos. Por lo menos puedo .
decir que en ningún momento he intentado realizar una teoría completa y
acabada y que por el c~ntrario, yo mismo he llamado la atención" sobre las
deficiencias de mis propias suposiciones. En última instancia me agradaría
expresar la sencillez de este proceso de desarrollo cuya existencia hemos supuesto. Este proceso sigue las mismas líneas incluídas en el proceso del desarrollo orgánico:
lo que al comienzo fué una "parte", se desarrolla para
formar un "todo", y lo que en un comienzo fué un "todo", retrocede a una
"parte", y finalmente pierde todo valor o continúa su existencia como un
mero rudimento.
Este paralelo aun podemos hacerlo con los procesos biológicos. Desde
hace tiempo hemos aprendido a aplicar los principios biogenéticos de la
vida orgánica al desarrollo mental (psicosexual) del hombre. El psicoanálisis confirma constantemente el hecho de que el individuo recapitula la
historia de su especie también en sus aspectos psicológicos. Una gran cantidad de datos empíricos nos permiten exponer otra ley concerniente al
desarrollo psicosexual del hombre, ley que nos dice que tal desarrollo psicosexual queda retrasado con relación al desarrollo somático como si fuera
una versión posterior o repetición de este proceso.
El modelo biológico sobre el que se basan los procesos de desarrollo
a que nos referimos en este trabajo, tiene lugar en el temprano período
embrionario del individuo, mientras que el proceso psicosexual se extiende
sobre un determinado número de años de su vida extrauterina, es decir
desde el primer año hasta el período de la pubertad.
Si volvemos al campo de la embriología podremos reconocer sin dificultad que existe una intensa similitud entre el gradual desarrollo de la vida
psicosexual del hombre-y el desarrollo orgánico de su temprana vida embrionaria. En el primer período de su vida extrauterina su libido está centrada predominantemente en la boca. La primera relación vital del lactante
con los objetos exteriores es la de succionar e introducir en su boca una
sustancia apropiada y accesible. En la vida embrionaria el primer órgano
que se forma en conexión con los más primitivos procesos de la división
celular, es el llamado blastosporo, órgano que se mantiene permanentemente
y conserva sus funciones en los seres más inferiores del mundo animal, como
sucede con los celenterados.
,
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PSICOANALlSIS'
Sólo mucho tiempo después los órganos sexuales del niño se constituyen
en los órganos directivos de su vida sexual. Antes de alcanzar este estado,
el canal intestinal, y especialmente ambas aberturas de sus extremos, poseen
un importante significado eró geno y envían fuertes estímulos al sistema
nervioso. Este estado tiene también su prototipo en el embrión. Durante
mucho tiempo existe una amplia conexión entre el canal intestinal (rectum)
y la parte caudal del canal neural (canalis neuroentericus), La forma en
que el estímulo puede ser transmitido desde el canal intestinal al sistema
nervioso, puede decirse, por consiguiente, que está orgánicamente preformada.
Pero lo que aun es visible con más claridad es el prototipo
de las fases oral-sádica (canibalística)
ya había hecho alusión al respecto
biológico
y anal-sádica del 'niño. Freud C)
y citaré aquí el pasaje de refe-
rencia: "La organización sádico-anal puede fácilmente observarse como
continuación y desarrollo de la fase oral. La violenta actividad muscular
dirigida sobre el objeto, que es su característica, debe ser explicada como
una acción preparatoria del acto de comer. El comer cesa entonces de
constituir el fin sexual y la acción preparatoria se vuelve en sí misma un
fin suficiente. El cambio esencial comparado con lo que sucede en la etapa
anterior, consiste en que las funciones pasivas-receptivas son retiradas de
la zona oral y se adhieren a la zona anal." Freud continúa hablando d~ procesos paralelos en el campo de la biología, pero no especifica cuáles. son.
Quisiera destacar al respecto el notable paralelo existente entre el desarrollo orgánico y psicosexual del individuo.
Al comienzo, el blastosporo está situado en la extremidad anterior
(extremidad cefálica) de la línea primitiva. En los embriones de algunos
animales podemos observar que la original apertura bucal se cierra en la
extremidad anterior y se agranda en la extremidad caudal. En esta forma,
gradualmente se aproxima a la cola, que está en proceso de formación, y
finalmente se convierte en lo que será el ano. El ano, como directa derivación del blastosporo, representa el prototipo biológico del proceso psicosexual que Freud describió y que tiene lugar durante el segundo año de
la vida del hombre. Al mismo tiempo que el ano empieza a formarse en
(1) Véase FREUD, Historial
clínico de una neurosis infantil.
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DE LOS TRASTORNOS
MENTALES
349
embrión, podemos observar el desarrollo del sistema muscular. En este proceso, los músculos masticadores están mucho más adelantados en su desarrollo que los músculos de las extremidades. El desarrollo del ano y el de las
mandíbulas estári estrechamente conectados. También debemos señalar que
. en la vida extrauterina los músculos masticadores son capaces de realizar
movimientos efectivos y poderosos con mucho mayor anterioridad que los
otros músculos de cualquier parte del cuerpo.
Reconocemos como cuarta etapa del desarrollo psicosexual aquella en
la cual el individuo tiene como fin sexual la retención y control de su
objeto. Sus correlaciones en la ontogénesis biológica deben ser encontradas
en la formación de los mecanismos intestinales destinados a la retención
de lo que se ha introducido en el cuerpo. Estos mecanismos consisten en
constricciones y alargamientos, contracturas anulares, pasajes ramificados,
divertículos en ciego, múltiples repliegues y, finalmente, en la formación de
los músculosesfinterianos voluntarios e involuntarios del ano mismo. Mientras esta complicada organización para la retención de objetos está en formación, no se encuentra todavía señal alguna de la existencia del aparato
urogenital.
Hemos visto que la organización genital de la libido comprende dos
etapas que corresponden a otras dos en el desarrollo del amor objetal. De
nuevo se nos muestra cómo el desarrollo orgánico del individuo suministra
el modelo a seguir. Los órganos genitales son al comienzo indiferenciados
y sólo posteriormente se diferencian en masculinos y femeninos, y esto se
aplica tanto a las glándulas generativas como a los órganos de la copulación.
En forma idéntica hemos encontrado un proceso gradual de diferenciación
en la vida psicosexual del individuo.
Hasta que un c0I!?cimiento psicoanalítico más amplio y profundo nos
capacite para llegar a dar validez a las conclusiones concernientes al desarrollo psicosexual, confío en que los anteriores paralelos establecidos con los
procesos biológicos, puedan suministrar cierto apoyo a mi tentativa de explicar la evolución del amor objetal en el ser humano.
Traducción del inglés por el doctor
LUIS
RASCOVSKY.
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