220-29368 Asunto: Disolución de sociedad de responsabilidad limitada Se refiere el Despacho a la consulta formulada mediante comunicación radicada en esta Entidad con el número 430.967-0, en donde formula una serie de preguntas relacionadas con la disolución de la sociedad por imposibilidad de desarrollar el objeto social y por la desaparición del ánimo de mantenerse en asocio. I. Sea lo primero señalar que una de las causales legales para disolver una sociedad comercial es la contemplada en el numeral 2 del artículo 218 del ordenamiento mercantil y que consiste en la imposibilidad de desarrollar el objeto social; esta circunstancia debe ser declarada por el máximo órgano y formalizarse conforme se requiere para las reformas estatutarias, es decir, elevar a escritura pública el reconocimiento de la causal e inscribir el instrumento notarial en el registro mercantil (artículo 220 C.Co). Desde luego, como se trata de una causal que depende del objeto social fijado en los estatutos, los órganos de administración de la sociedad deben hacer una evaluación detallada de las circunstancias propias en que se encuentra la compañía para determinar si es imposible que la empresa adelante los negocios sociales. Si el máximo órgano social considera que efectivamente se hace imposible por terminación del objeto para el cual fue creada la empresa o por extinción de la cosa o cosas cuya explotación constituye su objeto, entonces la junta de socios debe declararla disuelta a través de una decisión adoptada por un número plural de socios que representen la mayoría absoluta de las cuotas en que se halle dividido el capital de la compañía, salvo que en los estatutos se pacte una mayoría superior. Una vez declara la ocurrencia de esta causal, en la misma reunión o en forma posterior la junta de socios debe nombrar al liquidador para que adelante el trámite correspondiente. Si por el contrario, no se logra una decisión en tal sentido o si existe desavenencia por la decisión adoptada, los socios inconformes podrán acudir a una autoridad judicial para dirimir esta discrepancia. Para tal efecto, el artículo 138 de la Ley 446 de 1998 facultó a la Superintendencia de Sociedades para dirimir esta diferencia cuando se trate de sociedades comerciales no sometidas a la vigilancia y control del Estado o que estándolo, la entidad respectiva no tenga dicha facultad. La solicitud en tal sentido debe ser realizada por cualquier asociado mediante escrito presentado personalmente por el interesado o su apoderado junto con los anexos pertinentes. Si finalmente, la Superintendencia de Sociedades confirma la existencia de la causal, la sociedad deberá proceder a la liquidación de la sociedad, la cual se adelantará sin intervención del superintendente, en el caso de las sociedades meramente inspeccionadas. Otra de las causales de disolución prevista en la legislación mercantil es la que dice relación con las pérdidas que disminuyan el patrimonio por debajo del cincuenta por ciento del capital social, la cual una vez acaecida debe ser puesta en conocimiento del máximo órgano social, a fin de que determine éste si opta por tomar dentro de los seis meses siguientes las medidas necesarias para enervarla o, en caso contrario, iniciar el procedimiento de liquidación. Si en tal caso la voluntad del órgano social es liquidar la sociedad, la decisión correspondiente supondrá el reconocimiento de la disolución por ocurrencia de la citada causal, y como tal bastará para su adopción la aprobación de un número plural de socios representantes de la mayoría absoluta de las cuotas (art. 220 y s.s. en concordancia con el artículo 370 C.Co) Con lo anterior se da respuesta a los interrogantes identificados con los numerales 1, 2 y 5 del cuestionario. II. Ahora bien, en cuanto a la cesión de cuotas, es preciso remitirse a las previsiones de los artículos 362, 363, 364, 365, 366 y 367 del ordenamiento mercantil. En las mencionadas normas se establece el procedimiento a seguir, que a grandes rasgos consagra el principio general de libre enajenación de las cuotas y de manera supletiva el respeto al derecho de preferencia. Para ello, establece que el socio que pretenda ceder las cuotas debe ofrecerlas a los demás socios por conducto del representante legal de la compañía para que tengan la oportunidad de aceptar la oferta a prorrata de las cuotas que posean, conforme con el precio plazo y condiciones fijadas en la oferta (artículo 363 C. Co). Si los socios no aceptan adquirir las cuotas ni se aprueba el ingreso de un extraño, los asociados podrán optar o por la exclusión del socio o por la disolución de la sociedad (artículo 365 ibídem). De otra parte, si se acepta la cesión a los socios o a un tercero, determinación que en todo caso implica una reforma estatutaria sujeta a la mayoría decisoria que para ese fin se requiere (artículo 360 ibídem); este contrato debe reducirse a escritura pública, so pena de ineficacia, e inscribirse en el registro mercantil para tener efectos ante la sociedad y ante terceros; para el registro debe acreditarse con certificación de la sociedad el cumplimiento de lo prescrito en los artículos 363, 364 y 365. Ahora bien, si pese a lo señalado, la Cámara de Comercio ha registrado la cesión sin el cumplimiento de las formalidades pertinentes, puede cualquier interesado impugnar la inscripción tanto en vía gubernativa ante la Superintendencia de Industria y Comercio, así como ante la autoridad judicial correspondiente. Con lo anterior se da respuesta a las preguntas números 3 y 5 del cuestionario, en forma abstracta atendiendo a que eventualmente esta entidad puede llegar a tomar parte como juez para dirimir las controversias suscitadas en la compañía. En estas condiciones se absuelve la consulta formulada, advirtiendo que la misma tiene el alcance señalado en el artículo 25 del Código Contencioso Administrativo. Rad. 430.967