La exposición reúne una selección de las pinturas realizadas en los

La exposición reúne una selección de las pinturas realizadas en los últimos años, de temáticas aparentemente muy diversas, no
obstante, con un denominador común: su realismo. La exposición se ha agrupado en 4 series.
El grupo de Paisajes Urbanos representa escenarios de conflictos bélicos, principalmente del Líbano. En algunas pinturas los
rastros y huellas de esta erosión son más evidentes que en otras. Las pinturas nos muestran, a veces de una forma sutil, las
huellas de estos conflictos humanos. No obstante, la representación resulta ambivalente, ya que en algunas pinturas, sobre todo
en la que muestra la ciudad de Beirut a vista de pájaro, estas huellas son casi imperceptibles; allí, a pesar de un ataque aéreo
reciente siguen circulando los coches por las calles. En cierta medida, arrojan una mirada crítica sobre las “verdades” televisadas
e imágenes de los medios de comunicación de masas, así como sobre nuestra capacidad para asumirlas.
El segundo bloque temático lo constituyen las pinturas en interiores y de reflejos. Aquí se nos presenta la imagen reflejada en un
espejo o cristal como motivo central del cuadro. Son una especie de “trompe-l´oeil”, donde se representa el reflejo de lo
representado. En los cuadros de las niñas, el sujeto de la representación aparece duplicado o cuadruplicado, debido a esta
combinación de imágenes, produciéndose una cierta tensión entre realidad y representación.
El tercer grupo de pinturas, si bien aparentemente resulta muy diferente, también se refiere al “trompe-l´oeil” como tema central.
Se trata de cuadros tridimensionales, a base de auténticos espejos y cristales superpuestos, en los que los reflejos ya no son
pintados, sino reales. La utilización del espejo rompe con la noción de plano de representación, la noción de delante y detrás. Aquí
el espectador inevitablemente se convierte en observador observado.
El último grupo de cuadros trata el tema de las “Vanitas” o “Natura morta”, ampliamente utilizado a lo largo de toda la historia de la
pintura, aunque desde un enfoque particular. Se representan en ellos símbolos de la fragilidad y brevedad de la vida y del tiempo,
introduciendo, no obstante, objetos e incluso íconos de nuestro siglo para su representación, como una botella aplastada de
plástico.