Platón in context: Grupo φ El esplendor cultural de la Atenas del siglo V. En el siglo V a.C., también llamado el Siglo de Oro de Pericles, Atenas se convirtió en centro comercial, político y cultural de la región. El dominio sobre el comercio marítimo y la consiguiente prosperidad permitieron a Pericles emprender nuevas reformas de carácter democrático. Fue el período de sabios como Anaxágoras, de los dramaturgos Sófocles, Esquilo, Eurípides, Aristófanes y de Fidias, considerado el mejor escultor griego. En esta etapa los griegos alcanzaron un gran desarrollo en el plano de las ciencias. Muchos de sus conocimientos en medicina y astronomía han sido hoy ampliamente superados, sin embargo, los aportes realizados a la geometría y la matemática son indispensables para la mayor parte de las ciencias actuales. En la segunda mitad del siglo V a.C. hubo continuos enfrentamientos entre espartanos y atenienses por el control de la región. Las luchas de este período son conocidas como Guerras del Peloponeso. Clases sociales. Los ciudadanos (unos 40.000): para ser ciudadano eran necesarias dos condiciones: ser de padres, y ser mayor de edad. Los ciudadanos atenienses podían dedicar la mayor parte de su tiempo a los asuntos del Estado porque les descargaban de toda actividad económica las otras dos clases sociales: metecos y esclavos. Los metecos (unos 20.000) eran extranjeros a los que Atenas les permitía vivir en su territorio. Estaban sujetos a casi todas las obligaciones financieras de los ciudadanos, pero tenían derechos limitados. Los esclavos (unos 300.000) no tenían derechos y eran propiedad de sus amos. Realizaban casi todos los trabajos, aunque sus condiciones de vida no solían ser muy severas y podían alcanzar la libertad. Las instituciones políticas. El Arcontado: uno de los cuales era el principal gobernante, tenían a su cargo asuntos religiosos, militares y judiciales. Elegidos por la Asamblea del Pueblo de entre los miembros de la aristocracia, su mandato duraba un año, y luego pasaban a integrar el Areópago. La Asamblea del Pueblo: estaba formada por todos los ciudadanos mayores de veinte años, nombraba los magistrados y decidía sobre la guerra y la paz, los impuestos, etc. Examinaban la gestión de los arcontes una vez finalizado su mandato, decidiendo acerca de su ingreso al Areópago. El Consejo de los Quinientos, que duraban un año en el cargo. Se ocupaban de los proyectos de ley, recibían a funcionarios, elaboraban propuestas para presentar a la Asamblea, vigilaban a los otros magistrados y trabajaban en la administración de los fondos públicos. El Areópago, tribunal de justicia en materia grave, también decidía en torno a cuestiones constitucionales y administrativas. Los estrategas o generales: eran elegidos por un período anual y fueron asumiendo cada vez más funciones, llegando a poseer la máxima autoridad. La decadencia del poder ateniense Después de la guerra del Peloponeso, Atenas consiguió recobrar un puesto honroso en Grecia. Quedó siendo la capital de la civilización griega, pero fue desposeída de su imperio marítimo. Tres causas provocaron esta decadencia: la confianza orgullosa que tuvo en sus fuerzas, el excesivo cuidado de los intereses particulares, y la versatilidad extremada de su democracia, que fue incapaz de perseguir designios de larga duración. Trató a sus aliados con muchísimo rigor; exigió de ellos, por la fuerza, abrumadores tributos sin que atendiera nunca a conquistarlos moralmente. Además, sus ciudadanos perdieron en la prosperidad una parte de las cualidades de sus antepasados. Pensaron menos en la grandeza del estado que en la fortuna personal. Hicieron la guerra y la paz cuando convenía a los intereses comerciales, frecuentemente repugnándoles mucho la carrera de las armas. Por último, el pueblo que por votación decidía de todo, mostró increíble volubilidad; si un día soñaba con la conquista del mundo, poco tiempo después, atemorizado por el primer revés, sentía amargamente la determinación que a ello le movió. La democracia ateniense y la sofística El sistema político de la democracia ateniense del siglo V a.C., constituía una de las formas de gobierno más perfectas de la Antigüedad Clásica. La sofística es la expresión teórica de la democracia ateniense o la democracia ateniense la aplicación práctica de la sofística. La democracia en tiempo de Pericles, es sin duda la expresión imperfecta de un intento de acuerdo para llevar los asuntos de la comunidad. Este movimiento tiene fuerza crítica frente a las tradiciones, que abandona toda referencia al origen divino y a la condición heredada. En adelante el orden social y la acción política aparecen como soluciones humanas, y por tanto constantemente expuestas a nuevas transformaciones. La reflexión de los sofistas no armoniza bien con la búsqueda de una verdad absoluta, ni con valores absolutos. Su enfoque más próximo al relativismo los hace sensibles a la diversidad y más proclives al pragmatismo. Las inevitables diferencias entre los hombres se resuelven mediante la persuasión y la argumentación. Se busca colectivamente la mejor solución para los problemas de la ciudad, aunque nunca la verdadera. El auge de las religiones Mistéricas Lo que llamamos o consideramos religión está formado por dos elementos esenciales: dogma y culto. El dogma es el conjunto de creencias establecidas inmutables e innegables, y el culto es la acción de practicar el dogma por medio de ritos instituidos. Tanto la conservación del dogma como la práctica del rito, recaen sobre personas dedicadas a ello, conocidas como ministros o sacerdotes. La antigua Grecia carecía de dogma y de culto oficiales. En el siglo IV a. C., cuando comienza el periodo helenístico, el mundo religioso llevaba casi dos siglos cuestionado por diferentes filósofos que criticaban ciertas tradiciones religiosas. El año civil y religioso no era homogéneo en Grecia. El número de días oscilaba entre 354 y 384; consecuentemente, las fiestas religiosas también diferían según el lugar. La propia grandiosidad de estos cultos y ceremonias públicas entrañaba grandes dosis de frialdad religiosa. El creyente, necesitado de una religión individual que le asegurara la felicidad en esta vida y en la otra, dirigió sus creencias hacia las religiones mistéricas que prometían a sus fieles la salvación y una inmortalidad dichosa. La teología mistérica que más auge alcanzó durante el periodo helenístico fue el orfismo, basada en el mito de Dionisios-Zagreo, cantado por Orfeo. Este antiguo mito sostenía que a consecuencia de una falta del pasado remoto, semejante al pecado original, el alma humana era prisionera del cuerpo y estaba obligada a recorrer una serie de existencias y reencarnaciones para su salvación. A partir del siglo IV a.C. en la sociedad helena se reafirma la creencia de la existencia del alma después de la muerte y la condena de los malvados después de ésta; asimismo el principio monoteísta cobra más auge, aunque perduran algunos segmentos politeístas del pasado. Los órficos aseguraban que el lugar de castigo se encontraba en las profundidades de la tierra, y encontramos descripciones del infierno de época helenística trasladadas más tarde al mundo religioso romano, judío y cristiano. La condena de Sócrates, Sócrates como maestro de Platón. Acusación del tribunal de los Quinientos: "Meleto, hijo de Meleto, del demo de Mithhos, contra Sócrates, hijo de Sofronisco, del demo alopecense. Se acusa a Sócrates por no honrar a los dioses que honra la ciudad y por introducir dioses extraños; y también por corromper a la juventud. Pena de Muerte." Sócrates tuvo problemas tanto con el gobierno de los demócratas, a los que considera ineptos y demagogos, como con los aristócratas, a los que acusa de defender sus intereses de clase hasta la corrupción. Fue acusado por el tribunal de los los Quinientos de negar los dioses del Estado y de corromper a la juventud. Respetó y aceptó las leyes de su ciudad hasta el punto de acatar su sentencia que lo condenaba a muerte. Sus seguidores intentaron persuadirle inútilmente. Cuarenta días más tarde bebía la cicuta. Podemos sintetizar en dos puntos el legado fundamental de Sócrates. En primer lugar, la importancia dada al concepto. El deseo de Sócrates de aplicar al campo de la moral el mismo método que usaban los geómetras le llevó a concebir el logos, lo que hoy podríamos llamar el concepto. En efecto, así como el geómetra intentaba reducir las múltiples formas sensibles a unas pocas figuras que definían tales formas, Sócrates pretendía hacer lo mismo con la moral y obtener de esta manera una definición de las virtudes y de las conductas. Esta definición vendría dada por el concepto de cada una de ellas. El interés por los conceptos llevaría a Platón a crear un neologismo: la idea. El segundo aspecto de la in fluencia de Sócrates en Platón la hallamos en la importancia que aquel daba a la moral y que éste asumió en toda su obra. La moral era importante para el individuo y para la sociedad porque la aspiración fundamental era el bien y Sócrates defendía que era posible aprender a actuar bien y, por tanto, también se podía enseñar a ser buenos. La carta VII. La Carta VII de Platón es uno de los textos biográficos que nos da más información sobre el sentido y los objetivos de su obra. Platón ya anciano, explica sus esperanzas políticas de juventud, “cuando yo era joven pasé por la experiencia que otros muchos y pensé dedicarme a la política” (Carta VII 384-322); y como todas ellas se transforman en desencanto político; sólo considera que la auténtica filosofía será capaz de poner las bases para una buena armonía social y política. Los viajes de Siracusa. Tras la muerte de Sócrates, en Sicilia, Platón conoce a Dion, cuñado del tirano Dionisio el Viejo de Siracusa. Pudo convencerlo de sus ideas políticas, pero no así al monarca, quien hizo que lo vendieran como esclavo en el mercado de Egina. Gracias a Aniceris de Cirene, vuelve a Atenas, donde funda la Academia en el año 385 a. de C. Después de morir Dionisio el Viejo, Dion llamó a platón al creer que el nuevo tirano estaría abierto a recibir sus enseñanzas, pero éste rechazo su política. Dion fue acusado de conspiración y condenado al exilio. Platón volvió a Atenas lleno de dudas acerca de su teoría de las ideas. Dionisio el Joven, heredero del tirano, arrepentido, vuelve a invitar a Platón asegurándole estar dispuesto a convertirse en su discípulo y que permitiría el regreso de Dion. Sin embargo, no cumplió su palabra, retuvo de nuevo a Platón y confisco los bienes de Dion. Gracias a la intervención de Arquitas, Platón fue liberado y regresó a Atenas. Dion dirigió una rebelión y consiguió derrotar al tirano, pero fue asesinado. El Pitagorismo. Alrededor del 388 a. de C. Platón viajó a Italia, donde entro en contacto con los pitagóricos, cuya influencia en su obra es muy importante. En toda la obra de Platón, no se encuentran más que dos referencias a los Pitagóricos. En la Republica cuenta que Pitágoras es como un guía en el campo de la educación que instauró un modo de vida propio. Esta regla de vida era practicada en su época por gentes que pensaban diferenciarse así del resto de los hombres. Desgraciadamente, no se encuentra nada en la obra de Platón que la describa. Un único pasaje del corpus platónico hace expresa referencia a los pitagóricos y solamente para decir que llaman a la música y a la astronomía “hermanas gemelas”, y que intentaban descubrir los números que representan los intervalos musicales. Platón reprocha a los Pitagóricos el perder su tiempo tratando sus investigaciones en astronomía y en música. En ninguna parte deja suponer que ellos han practicado el género de astronomía teórica que el recomienda en la República. De hecho, Platón opone las dos caras de la astronomía y de la armonía como fenómenos sensibles, y como relaciones matemáticas. La fundación de la Academia, su actividad y su influencia posterior. La Academia de Atenas o Academia platónica fue una escuela filosófica fundada por Platón en Atenas, sobre los terrenos del jardín de Akademos dedicados al héroe. Se fundó aproximadamente en el año 387 a.C., después de regresar de un viaje que realizó a Sicilia, Italia y Egipto. En ella se enseñaban distintas materias, tales como música, matemáticas, astronomía… y cómo no, finalmente filosofía. Su inclinación por los estudios le llevó a poner en la entrada: "Aquí no entra nadie que no sepa geometría" Puede ser considerada como un antecedente de las Universidades. Se establecen cuatro períodos bien diferenciados: La Academia Antigua: Sigue las doctrinas de Platón pero termina acentuando las ideas pitagóricas y matemáticas que se encuentran en sus últimos escritos (Espeusipo, Xenócrates) La Academia Media (244 a.C.): Exagerando la crítica platónica al conocimiento sensible y generalizando dicha crítica a todo tipo de conocimiento acabó defendiendo puntos de vista claramente escépticos (Arcesilao de Pitana). La Academia Nueva (160 a.C.): El escepticismo comenzó a hacerse más plausible y certero, convirtiéndose en un escepticismo claramente moderado y probabilista (Carnéades). La Academia Novísima: El escepticismo se convirtió luego en un dogmatismo moderado y eclecticismo, una doctrina que intentaba conciliar las doctrinas que parecen mejores o más verosímiles. El más famoso de los alumnos de Platón fue Aristóteles, que luego abrió su propio centro de enseñanza, el Liceo. Lamentablemente el emperador Justiniano decidió en el año 529 d.C., cerrar la Academia, prohibiendo de forma drástica las enseñanzas filosóficas y la práctica de ésta, en nombre de la defensa del cristianismo. Es en este ambiente académico donde surge la célebre figura de Aristóteles recibe una fuerte influencia tanto en los aspectos puramente científicos, como en la metafísica, ética e incluso en la política. Otra corriente importante fue el Neoplatonismo. Tras la difusión del cristianismo, la filosofía de Platón fue muy apreciada por los Padres de la Iglesia. 1-Relacionar el pensamiento de Platón con su marco histórico, sociocultural y filosófico. Platón (428 -347 a. C.), nace y vive en un periodo de gran agitación social y política, consecuencia de las Guerras del Peloponeso entre Atenas y Esparta. Es una época de corrupción política tanto en el periodo de los treinta tiranos, que protagonizaron un golpe de estado en el año 404, como en el periodo democrático, al que Platón criticó duramente como el gobierno de una mayoría ignorante, que lleva al poder las opiniones equivocadas. Del orfismo, a través de los pitagóricos, tomó Platón su concepción dualista del hombre. También para Platón el hombre es su alma y el cuerpo no es sino una morada transitoria a la que se accede para expiar una culpa. El hombre es su alma, y el alma es primordialmente razón. Junto a la razón se encuentran las dos partes a-lógicas del alma: la irascible y la concupiscible. Estas dos fuerzas irracionales, que imprimen dinamismo a la vida anímica, pueden conducirla por caminos equivocados, llevando al hombre a vivir una vida indigna, irracional. La injusticia del orden oligárquico y los errores de la democracia, hacen que Platón busque un planteamiento más racional y justo. Él mismo lo expresa en una de sus Cartas, la VII, documento fundamental para conocer la autenticidad de la mayor parte de sus escritos. “Finalmente llegué a comprender que todos los estados actuales están mal gobernados. Entonces me sentí irresistiblemente movido a alabar la verdadera filosofía y a proclamar que sólo con su luz se puede reconocer dónde está la justicia en la vida pública y en la privada. No se acabarán los males para el hombre, hasta que lleguen los auténticos filósofos al poder, o hasta que los jefes de las ciudades no se pongan verdaderamente a filosofar". (Carta VII, fragmento). Esta crítica a la democracia y oligarquía, la realizó genialmente Platón sirviéndose del mito de la Caverna, que aparece en su libro de La República. Este mundo interior de la caverna y de los prisioneros, simboliza el mundo sensible. El encadenado que simboliza a Sócrates, tras ser liberado y conducido al mundo exterior, contempla el mundo real (Ideas), siente el deber de volver de nuevo a la caverna para salvar a sus compañeros; éstos sin embargo, siguen esclavos de sus ataduras y prisioneros de su ignorancia. Este ideal político le lleva a fundar la Academia. En ella se estudian todas las ciencias y conocimientos necesarios para la formación de los filósofos gobernantes, tal como explica en el libro VI de la República: aritmética, geometría, música y dialéctica. Por otro lado, la Academia se convirtió en el foco de la ciencia y el arte griego de la época, donde brillaron grandes matemáticos como Teeteto, al que Platón dedica uno de sus diálogos. De la Academia también salió otra de las grandes figuras de la filosofía y ciencia griega, su discípulo Aristóteles. Las raíces de la teoría de la educación platónica deben buscarse en la metafísica y la antropología del filósofo ateniense. Lo realmente real es para Platón lo inmutable, lo eterno, lo inmaterial, las ideas. La razón, que busca conocer lo real, lo verdadero, debe por tanto elevarse desde este mundo mudable, en el que nada es porque todo siempre está dejando de ser, hacia el mundo de las ideas. El camino del conocimiento es un camino de liberación del cuerpo, de los sentidos, de la materia. Y este camino no es otro que el de la realización del fin último del hombre. El hombre es su propia alma. El cuerpo no es sino la cárcel en que ésta se ha visto encerrada. Buscando el contacto directo con lo eterno, con lo divino, el alma no hace sino el intento de volver a la vida que por dignidad y por naturaleza le es propia. El hombre que alcanzando este grado superior de educación es el único capaz de organizar la vida social de modo tal que la ciudad sea justa y sus miembros dichosos. La educación no se refugia en las academias, tiene vocación y fines políticos. La educación es la llave que permite llegar a ser una sociedad en la que las virtudes caractericen a los hombres y al Estado.