Nueva Ficha de Caracterización Social: muchas dudas

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Nueva Ficha de Caracterización Social: muchas dudas
Contributed by Gonzalo Matamala
Wednesday, 03 October 2007
Last Updated Tuesday, 18 March 2008
Las formas de estatificación social en Chile, se remontan al menos, desde 1979 con la conformación del Comité de
Asistencia Social (C.A.S), el cual estaba dedicado a la implementación de los programas gubernamentales, a través los
municipios del paÃ-s. De acuerdo al trabajo allÃ- realizado, surgió la necesidad de encontrar una herramienta de
identificación, priorización y selección de posibles beneficiarios de estos programas, creándose en 1980 la conocida
Ficha CAS.
En la actualidad esta ficha ha tomado particular importancia tras la campaña presidencial, donde se planteó la
posibilidad de reformular los problemas que esta herramienta presentaba, de acuerdo a la realidad actual de pobreza
existente en el paÃ-s. Es asÃ- como a principios de Mayo la Ministra de Planificación Clarissa Hardy anunció un cambio
profundo en esta materia, para lo cual se han venido desarrollando una serie de tareas que sirvan para su posterior
implementación.
Esta nueva herramienta de identificación, cambia de nombre a Ficha de Protección Social y dentro de sus principales
modificaciones se encuentra el hecho de medir vulnerabilidad vs. posesión de bienes durables, lo que representa una
excelente noticia, ya que la nueva realidad de pobreza dista mucho de ser poseedor de un refrigerador, por ejemplo. Los
cambios expresados en esta nueva herramienta se encuentran enmarcados en la correcta dirección, pero a la luz de
los nuevos antecedentes surge una serie de incógnitas, que es preciso aclarar, con el fin de evitar falsas expectativas.
La nueva ficha de protección social presenta una serie de cambios en su estructura y objetivos, incorporándose nuevos
elementos tales como la presencia de enfermedades crónicas, de dificultades psÃ-quicas o cursos de capacitación
laboral, lo que constituye un tremendo avance en su desarrollo; sin embargo, algunos de estos cambios presentan una
serie de incógnitas.
Las antiguas fichas de medición claramente poseÃ-an ciertas falencias, por cuanto una familia podÃ-a ser excluida de
beneficios si poseÃ-a, a su haber, bienes durables. Aún con estos problemas constituyó durante 20 años la mejor
herramienta para destinar recursos fiscales hacia los más desposeÃ-dos. Es por esta razón, que asombra la ausencia
de evaluaciones serias, al respecto, que permitirÃ-an enfrentar con hechos, el desarrollo de este nuevo instrumento de
caracterización social. Particularmente se extrañan los hechos que permitieron la postergación de la Ficha Familia que
habÃ-a comenzado a regir sólo desde el año 2005, sin un análisis riguroso y para la cual se requirieron importantes
inversiones.
Sin duda existen diversas opiniones al respecto, pero lo importante es que en la construcción de la nueva Ficha de
Protección Social, se deben mejorar los errores e incorporar en su desarrollo, cuestiones tales como: evaluaciones
periódicas y abiertas, con el fin de evaluar el impacto real que esta nueva herramienta tenga en el futuro, evitando asÃ-,
convertirse sólo en una buena intención, financiada con recursos fiscales, como lo fue la Ficha Familia – CAS III.
En segunda instancia, el actor principal en la ejecución de esta herramienta, o sea, las municipalidades del paÃ-s,
poseen escaso conocimiento sobre el desarrollo de esta herramienta de identificación. Preocupa el posible escenario
que los municipios deban financiar el nuevo proceso de reencuestaje, que al menos costarÃ-a unos 1.800 millones de
pesos(1) , cuestión que serÃ-a especialmente dura para los municipios más pequeños y endeudados. Adicionalmente,
este desconocimiento trae aparejada serias inquietudes entre actuales beneficiarios y altas expectativas a los excluidos,
a los cuales no es posible dar una respuesta clara y tranquilizadora, enlodando aún más la dañada imagen de la
gestión municipal.
Lo cierto, es que la información de la ficha CAS III no se perderÃ-a en el corto plazo y por lo tanto, los beneficiarios
seguirán siéndolo, pero ¿qué sucederá con los resultados que de aquÃ- provengan?, especialmente en cantidad calidad de los beneficios y sus beneficiarios, ¿qué sucederá si la lista necesitados aumenta? Personalmente, creo que
es pertinente evitar la euforia por cambios de esta administración, con el fin de impedir falsas expectativas entre los
más pobres. Y que no vaya a ser el caso que la excesiva figuración que se le ha dado a los nuevos excedentes del
cobre, se conviertan nuevamente en la forma para solucionar los problemas, como lo acontecido en Educación.
Lo importante en este sentido, es que de nada servirÃ-a reordenar la lista de beneficiarios, si no llegan los recursos
especÃ-ficos para cubrirlos, pero constituirÃ-a un tremendo error incorporarlos, porque sÃ-, privilegiando las prioridades
polÃ-ticas v/s técnicas y aún más, que éstos nuevamente, no fuesen evaluados como se requiere.
Con el fin de fortalecer esta herramienta, es imprescindible salvaguardar su objetividad y verificabilidad, cuestión que se
coloca en jaque con la ausencia de un manual de procedimientos, que permita al encuestador unificar criterios. Esta
situación se observa, por ejemplo, en la nueva sección: Salud o Ingresos, donde se menciona “si el encuestado posee
alguna dificultad para manejar su propio dinero o tomar sus propios medicamentos―, claramente son materias subjetivas,
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donde un manual y una buena capacitación evitarÃ-a distintas interpretaciones entre los encuestadores.
Finalmente, el proceso desarrollado hasta el momento se encuentra en la dirección correcta, pero es preciso ampliar la
discusión del tema, con el fin de construir una herramienta útil y certera, que permita entregar los beneficios adecuados
a los más necesitados, apurando el paso en la lenta disminución de la pobreza para el Bicentenario de paÃ-s, en el
2010.
(1) Costo aprox. por encuesta realizada: $1.200 x 1.500.100 encuestas = $1.800.120.000.-
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