COLEGIO SAN GABRIEL MATERIA: CURSO:

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COLEGIO SAN GABRIEL
MATERIA: Formación Cristiana
CURSO: Tercero de Bachillerato
PROFESOR: José Terán
Fecha: Mayo del 2015
LA DOCTINA SOCIAL DE LA IGLESIA - DERECHOS HUMANOS- ECOLOGIA
OBJETIVO
 Comprender y valorar el ingente aporte de la DSI a favor de los derechos humanos y su dignidad.
Y el cuidado del medio ambiente.
 Tomar conciencia de nuestra responsabilidad de administrar correctamente del medio ambiente
como un don de Dios – ya que la creación es una de las expresiones del amor de Dios: “Y vio
Dios todo lo que había hecho y era muy bueno” (Cfr. Gén 1,31) – que merecemos respetarla y
cuidarla con justicia.
1. LA PÉRDIDA DEL UNIVERSO SIMBOLICO1
El ser humano necesita estar convencido de que todo cuanto hace y todo cuanto constituye su mundo
forma parte de una totalidad llena de sentido. Con otras palabras: necesita disponer de una cosmovisión,
es decir, de una visión general del mundo, de la historia, etc. Durante siglos, fue la religión la que
facilitaba a los hombres esa cosmovisión. Pues bien, el proceso secularizador, cuando llega a ese extremo
deformado que hemos llamado secularismo, deja a los hombres sin cosmovisión.
En efecto, ¿qué vincula hoy los diversos saberes que recibe un joven en el aula y en la Universidad?
Ahora todo es muy “racional”, pero no tiene “alma”. No es extraño que la melancolía, el aburrimiento y el
sinsentido sean expresiones de esta cultura fragmentada. Con el término “anomía” – que viene del griego
ánomos = “sin normas”, “sin orden” – describió Durkheim lo que puede llegar a ser la pesadilla por
excelencia de un ser humano: tener la sensación de que vive en un mundo desordenado, loco y absurdo;
una pesadilla tal que, en opinión de Durkheim, puede conducir incluso al suicidio2.
Seguramente, aquí podemos encontrar una explicación del éxito que hace unos años alcanzó el marxismo
en un mundo como el nuestro, tan sediento de síntesis. Sin embargo, en los años setenta también el
marxismo entró en una crisis que, hoy por hoy, parece muy difícil de remontar, y quienes se habían
aferrado a él tuvieron que enfrentarse nuevamente con la “anomía”. Un anónimo – y anómico – testigo de
esa experiencia expresó de forma muy gráfica su angustia escribiendo en un muro madrileño: “Dios ha
muerto, Marx ha muerto, ¡y yo estoy tan maldito!3.
2. EL INDIVIDUO FRAGMENTADO4
El individuo postmoderno, al rechazar la disciplina de la razón y dejarse guiar preferentemente por el
sentimiento, obedece a lógicas múltiples y contradictorias entre sí. En lugar de un yo integrado, lo que
aparece es la pluralidad dionisíaca del personaje. De hecho, se ha llegado a hacer un elogio de la
esquizofrenia5.
Todo lo que en la modernidad se hallaba en tensión y conflicto convive ahora sin drama, furor ni pasión.
Cada cual compone “a la carta” los elementos de su existencia, tomando unas ideas de acá y otras de allá,
sin preocuparse demasiado por la mayor o menor coherencia del conjunto. Ya hemos dicho que estamos
de vuelta del racionalismo, y ahora manda el sentimiento.
El individuo postmoderno, sometido a una avalancha de informaciones y estímulos difíciles de
estructurar, hace de la necesidad virtud y opta por un vagabundeo incierto de unas ideas a otras. Se parece
al oyente nocturno que va dando vueltas al dial de la radio probando, una tras otra, todas las emisoras. El
postmoderno no se aferra a nada, no tiene certezas absolutas, nada lo sorprende, y sus opiniones son
1
. GONZALEZ – CARVAJAL, LUIS, Ideas y creencias del hombre actual, Ed. Sal terrae, Santander, 2000, pp. 59 – 60.
. DURKHEIM, Emile, El suicido, Akal, Madrid, 1982, pp. 255-301.
3
. A. Woody Allen se atribuye una frase casi igual: “Dios ha muerto, Marx ha muerto y yo no me siento bien”.
4
. GONZALEZ – CARVAJAL Idem,pp. 170 – 173.
5
. Cfr. DELEUZE, Gilles, y GUATARI, Félix, El Antiedipo. Capitalismo y esquizofrenia, Barral, Barcelona, 1973.
2
susceptibles de modificaciones rápidas. Pasa a otra cosa con la misma facilidad con quien cambia de
detergente.
El protagonista de una famosísima obra de Oscar Wilde, después de sostener un montón de ideas
disparatadas y contradictorias entre sí, es interrogado por otro de los comensales: “Puedo preguntarle si
cree usted realmente todo lo que nos ha dicho en la comida?” Y é, que es un auténtico hombre
postmoderno avant la lettre, responde: “He olvidado en absoluto lo que dije”6.
Como ya ha dicho Vattimo, “el sujeto postmoderno, si busca en su interior alguna certeza primera, no
encuentra la seguridad del cogito cartesiano, sino las intermitencias del corazón proustiano7. Sin duda, se
identificaría con una anécdota que se cuenta de Diderot: cuando Van Loo hizo su retrato, el escritor no
quedó contento, y no porque carecía de parecido, sino porque no había reproducido más que su fisonomía.
Ahora bien, decía Diderot, yo tenía cien cada día; según el humor que me afectaba, yo era sereno, triste,
soñador, violento, apasionado, entusiasta.
También en las relaciones personales el individuo postmoderno renuncia a los compromisos profundos.
La meta es ser independiente afectivamente, no sentirte vulnerable. El medio para conseguirlo es lo que
Schelsky ha llamado el “sexo frío” (cool sex), orientado al placer breve y puntual, sin ambiciones de
establecer relaciones excluyentes ni duraderas.
Los “tics” del lenguaje – que suelen expresar muy bien el espíritu de cada época – ponen de manifiesto el
cambio operado en unos pocos años. Al encontrarse dos amigos de mentalidad moderna, preguntaban con
naturalidad: “Qué es lo que haces?” ( en la modernidad se daba por su puesto que siempre había que estar
haciendo algo). Para la cultura postmoderna esa pregunta sería casi como un insulto. No se trata de hacer,
sino de estar. La pregunta pertinente es ahora: “En qué rollo estás?” (además, con el matiz de
transitoriedad que tiene en castellano el verbo “estar”). “Cada noche un rollo nuevo – contesta otra
canción de Joaquín Sabina -, Ayer el yoga, el tarot, la meditación. Hoy el alcohol y la droga. Mañana el
aerobic y la reencarnación”8.
3. DE LA TOLERANCIA A LA INDIFERENCIA
Con la pérdida de confianza en la razón, se ha perdido cualquier esperanza de alcanzar un consenso
social. Hoy cabe todo, y todo tiene su público, incluso las mayores extravagancias culturales. De forma
jocosa decía Fernando Poblet: “Hace no sé cuántos años dijo no sé quién que cualquier objeto despojado
de su función ordinaria es arte. Esto significa que, si encuentras un retrete colgado del techo, no intentes
la meada parabólica, antes bien consulta el catalogo”9.
Los hombres modernos creían todavía que la libre confrontación de opiniones conduciría antes o después
a un acuerdo en torno a la verdad y la justicia. Los postmodernos ni creen posible alcanzar ese grado de
integración social ni tampoco lo desean en absoluto. Una sociedad verdaderamente postmoderna es la
constituida por infinitas microcolectividades heterogéneas entre sí.
De nuevo la referencia a F. Nietzsche parece obligada:
“Mi juicio es mi juicio (…) y otro no tiene derecho a él. Hay que desterrar el mal gusto de querer
compartir el parecer de muchos. Un “bien” ya no es un bien en boca de prójimo. No puede haber, por
tanto, un “bien común”. Esa expresión encierra una contradicción en sí misma ”10.
Así pues, los postmodernos renuncian a discutir sus opiniones; viven y dejan vivir. “Dejadnos ser
paganos”, dice Lyotard en un libro de entrevistas11. Lo que Lyotard nos prescribe es que seamos paganos
amables. En realidad, una tolerancia devaluada que no es más que una forma de indiferencia mutua.
6
. WILDE, Oscar, El retrato de Dorian Gray (Obras completas, Aguilar, Madrid, 12ª. Ed., 1972, p. 118).
. VATTIMO, Gianni, La sociedad transparente, Paidós, Barcelona, 1990, p. 132.
8
. SABINA, Joaquín, Cómo decirte, cómo contarte (JOAQUIN SABINA Y VICEVERSA, En directo, Ariola Eurodic,
Barcelona, 1986).
9
. POBLET, Fernando, Contra la modernidad, Ediciones libertarias, Madrid, 1985, p. 137.
10
. NIETZSCHE, Friedric, Más allá del bien y del mal, aforismo 43 (Obras Completas t. 3, Prestigio, Buenos Aires,
1970, p. 692).
7
Es posible que éste sea uno de los rasgos de la postmodernidad más arraigados. Parece que a lo largo de
los últimos años se ha ido extendiendo entre nosotros un cierto talante ecléctico y liberal que huye de las
opiniones “fuertes, por considerarlas de mal gusto desde el punto de vista estético.
4. ECOLOGIA, PROGRESO Y CALIDAD DE VIDA12
La responsabilidad ecológica plantea nuevos problemas morales y educativos. Porque es una realidad que
la acción transformadora del hombre sobre la naturaleza se realiza muchas veces desde la actitudes
utilitarias y depredadoras que no reparan en medios ni en modos. Y resulta entonces que la acción del
hombre amenaza a la naturaleza y al mismo hombre.
En esta amenaza concurren múltiples factores: destrucción, maltrato, deterioro, abuso. Es importante
ayudar a reflexionar sobre los atentados que sufre la naturaleza y el propio entorno. Pero quizá lo
verdaderamente importante es llegar a ver qué significa todo esto. Es decir, lo importante es ver quién es
el sujeto artífice y responsable y quién es la víctima; ver que es el hombre quien lleva a cabo todo ello y,
al mismo tiempo, que también él es la víctima. Todos los deterioros producidos en la naturaleza lo son
por el hombre. Y todos los deterioros se vuelven contra el hombre.
En último término, aunque parezca contradictorio, la destrucción de la naturaleza se debe a la dirección y
sentido que el hombre da a su desarrollo y progreso. El problema de la destrucción de la naturaleza es el;
problema de la destrucción del ambiente, del aniquilamiento de las materias primas, de la explotación
demográfica, de la contaminación, de la urbanización, de la industrialización. Pero es, sobre todo, el
problema del sentido del progreso humano, de la tecnología y de la calidad de la vida.
Contaminación, estragos ecológicos, aniquilación, subdesarrollo de millones de hombres…, todo esto
cuestiona la responsabilidad del hombre ¿Hasta dónde puede llegar? ¿por qué se obstina el hombre en
destruir? ¿qué es lo que realmente subyace a todos estos fenómenos? ¿a qué se deben?
Es decir, lo importante es la reflexión sobre las actitudes que alientan la vida humana y que orientan la
dirección del progreso y la calidad de la vida.
En la raíz nos encontramos con una concepción de la vida en clave de producir y consumir. Para muchos,
lo importante en la vida es tener más: más cosas, más comodidad, más lujos, más dinero… De esta forma,
la vida del hombre adquiere una dirección puramente materialista y el hombre queda irremediablemente
condenado a ser esclavo de las cosas. El hombre siente sólo la necesidad de tener más, y para ello necesita
producir más. Y no se detiene ni ante la violación ecológica, la contaminación o el deterioro de la
atmósfera. La fiebre posesiva y consumista pasa por encima de todo y lo arrasa todo. El mismo desarrollo
tecnológico tomará esta dirección.
El consumismo no es más que el fruto maduro del capitalismo individualista.se busca el propio interés, no
el bien de la comunidad, y muchos menos el bien futuro. ¿Qué importa que en el futuro haya o no
materias primas suficientes para el consumo? ¿qué importa el derecho de los demás? ¿qué importa que los
productos que hoy enriquecen amenacen seriamente a muchos hombres? ¿qué importa incluso la vida de
los demás, el hambre de los demás, las condiciones de vida de los demás?
El deterioro del medio ambiente y la destrucción de la naturaleza muestran que el hombre no hace buen
uso de la naturaleza. También aquí está en juego la escala de los valores. Codicia, deseo de tener, poder,
intereses particulares, priman sobre el verdadero desarrollo integral de la persona. No se busca una
condición humana, no se buscan los valores y los verdaderos bienes del hombre, de todos los hombres.
11
. LYOTARD, Jean-Francois y THEBAUD, Jean-Jouf, Au juste. Conversations, Christian Bougeois, Paris, 1979, p. 33.
. GIL MARTINEZ, Ramón, Valores humanos y Desarrollo personal, CISSPRAXIS, S.A. Barcelona, 2001, pp. 182 –
184.
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