¿SABEMOS CUIDAR EL CAMPO EMOCIONAL DE LOS HIJOS

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¿SABEMOS CUIDAR EL CAMPO
EMOCIONAL DE LOS HIJOS?
Muchas personas piensan que están bien o que no sufren porque identifican el
sufrimiento con situaciones extraordinarias, como una enfermedad grave o la
muerte de alguien cercano. Por tanto, a los estados emocionales que se les
presentan a diario: el enfado, el miedo, la culpa, los celos..., suelen darles poca
importancia, pues los consideran “normales” y por eso no cuidan su mundo
emocional. (Cuidar lo emocional lo entiendo como poner energía para disolver
los sufrimientos que aparecen en cada uno).
Los padres atienden las necesidades físicas y sociales de sus hijos, pero
menos las psicológicas, porque, en general, no se sabe bien como hacerlo.
Esto conlleva que se produzcan continuos “juegos psicológicos”, detrás de los
cuales se ocultan estados emocionales de sufrimiento.
Por ejemplo, algunos padres y madres cuidan de sus hijos yendo de buenos,
de complacientes o “aguantando”. Detrás de estas formas de cuidar,
seguramente, se esconde la necesidad de que sus hijos les quieran, para lo
cual adoptan una conducta de sumisión hacia los ellos. Además, en estos
casos, si los padres no reciben reconocimiento por sus cuidados o no les llega
de la manera que precisan, se quedan con “facturas pendientes” o aparece la
queja. Resulta habitual escuchar frases, como: “Con lo que yo hago por ellos y
me lo pagan así”.
Cuando los padres actúan así, muestran poco respeto y consideración hacia sí
mismos, ya que, al estar muy pendientes de agradar a los hijos, se olvidan de
cuidarse ellos.
En nuestra sociedad cuidar a los demás está bien visto, pero cuidar de uno o
hablar bien de sí, no está aceptado socialmente. Sin embargo, cuidarse y
quererse en sí (al margen de lo que piensen o digan los demás) resulta
fundamental. Por tanto, si los padres se plantean atender el mundo emocional
de sus hijos precisan, en primer lugar, aprender a cuidar el propio.
Cuando alguien cuida lo psicológico está favoreciendo que broten las partes
más brillantes de él, y las emociones que se le presentan, incluso las que no le
gustan, las aprovecha para aprender y aclarar algo de sí mismo.
Los padres que se saben cuidar en los aspectos emocionales viven a sus hijos
sin carga, como tesoros muy preciados, y muestran hacia ellos un profundo
respeto, tolerancia e incondicionalidad.
Aunque parezca paradójico, cuando uno atiende sus necesidades psicológicas,
sin darse cuenta, está cuidando a los cercanos.
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