<55) Calderón.—LA SAL COMÚN. 421 En los manantiales y lagos salados, el cloruro de sodio viene mezclado casi siempre con sulfato de sosa y cloruros de calcio y de magnesio, como hemos dicho precedentemente. En tanto que el disolvente se halla en cantidad excesiva, estas diversas ^ales permanecen en.el a g u a sin descomponerse mutuamente; mas luego que llega á cierto grado de concentración, entran •en reacción el sulfato sódico y el cloruro calcico, produciendo cloruro sódico, que queda disuelto, mientras que se posa casi todo el sulfato de cal. Este arrastra en su precipitación al sul­ fato de sosa restante, á pesar de su solubilidad, formando esa sal doble que en mineralogía se llama glauberita ó polihalita. Estos mismos cuerpos, u n a vez depositados, reaccionan entre sí, dando origen á nuevas especies. ' La anhidrita es uno de los minerales que deben su existen-cia á la actividad química del cloruro de sodio. Hoppe-Seyler (1) h a comprobado que el yeso se deshidrata totalmente cuando se le calienta en u n vaso cerrado con u n a disolución saturada de sal m a r i n a , transformación que es probable se verifique en frío, aunque de u n modo lento, en la naturaleza. Así se explicaría la estructura del yeso comprobada por G-. Rose •en la anhidrita de Lüneberg, Stassfurt y otros puntos, que muestran evidentemente cómo semejante deshidratación es u n fenómeno ordinario. Por otra parte, este último mineral se e n c u e n t r a , por regla g e n e r a l , asociado á la sal gema, y a u n en los casos en que no lo está, casi siempre puede suponerse •que aquella haya emigrado después. No es aventurado atribuir á la sal común, así como al clo­ ruro de magnesio, virtud para contribuir á la formación de varios silicatos, descomponiendo el de alúmina ó combinán­ dose con la sílice hidratada. Mezclando y calcinando estos -cuerpos, se produce artificialmente dicha reacción con des­ prendimiento de ácido clorhídrico, sobre todo si se la favorece con la intervención del vapor de agua. Ciertamente faltan todavía muchos datos respecto á la quí­ mica geológica, á quien correspondería dilucidar todas estas •cuestiones; pero es indudable que numerosas reacciones, que nosotros logramos rápidamente en los laboratorios con la ayu- <1) Ann. d. Chem. niid. PJtar'm., t. LXXXII, píg. 318.