Viejas y nuevas formas de alienación dentro y fuera del trabajo El desafío de la búsqueda de sentido Danae Sarthou Resumen: Vivimos en una época que por la vía de la amputación de términos que eran de uso frecuente, mutilan el pensamiento. Indagaremos, para evitarlo, la validez del concepto de alienación en su capacidad explicativa del trabajo y de la vida actual. Luego estableceremos la relación entre la alienación del trabajo y la educación analizando críticamente el discurso educativo que pretende subordinar la educación al mercado de empleo. Finalizaremos abriendo la posibilidad de que la educación genere experiencias de trabajo libre y que los sujetos educados en tales experiencias sean capaces de exigir las condiciones sociales de su realización. 1.- Amputaciones del lenguaje: mutilan el pensamiento. Esta impactante afirmación pertenece a Viviane Forrester, se refiere al desuso de palabras tales como: ganancia, proletariado, capitalismo, explotación, clases después de la caída del muro de Berlín. La instalación de un pensamiento único y la pretensión del fin de la historia también colaboraron para naturalizar el estado actual de cosas. Sin embargo estos olvidos constituyen verdaderas amputaciones del lenguaje que mutilan el pensamiento. Porque compartimos esta preocupación, nos proponemos rescatar la validez explicativa del concepto de alienación como herramienta intelectual capaz de explicar la realidad, especialmente respecto de la relación del hombre con el trabajo, en la sociedad actual. Recuperar el término desde el texto de Mario Sambarino quién, en las antípodas de Forrestar nos plantea las dificultades conceptualizar este término que estaba de moda en la década del 60 y su uso frecuente y polisémico lo obligaba a detenerse en el análisis. Desde su origen latino “alienus” significa propio de otro, extraño a uno, extranjero, por lo que alienare significa convertir en otro, dejar de ser dueño de sí. Ubicado su significado en el plano social y cultural, la alienación hace referencia a formas de sometimiento, de subordinación a una fuerza a un poder cuya influencia representa para el influido una forma de desencuentro consigo, de desposesión o pérdida de sí mismo (Sambarino 1967)1 En el marco de la sociedad industrial capitalista del siglo XIX Marx maneja el concepto de alienación para explicar la pérdida del trabajo creador de bienes sociales. Mientras que el trabajo libre, es una categoría antropológica, que distingue al hombre del animal, el trabajo enajenado desvirtúa este sentido. En el sistema de producción capitalista, cuanto más trabaja un trabajador más se empobrece porque produce más riqueza que acrecienta el poder del capitalista. Así el objeto producido, el producto, se le opone al trabajador como un poder externo que hasta se vuelve hostil. Así el trabajador separado de su producto, no se reconoce en é, se produce el extrañamiento. 1 Sambarino, Mario “Alcance y formas de la alienación” Rusty S.A. Montevideo, 1967 página 10 1 A cambio, el trabajador recibe un salario con el que satisface indirectamente sus necesidades, para obtener esa remuneración, vende su fuerza de trabajo y se transforma él mismo, en mercancía. Tampoco controla los modos de producir, no define las técnicas, la forma en que elabora el producto ni los tiempos provocando esto, el extrañamiento del proceso. La pérdida del producto y del proceso por el trabajador, produce a su vez la pérdida del sentido social del trabajo. El trabajo se vuelve tedioso, forzado el hombre tiende a huir de él. Esta huída hacia otras actividades alimentación, procreación, bestializa al hombre, lo deshumaniza. Lo hace refugiarse para ser, en actividades que comparte con los demás animales. Realizada esta caracterización cabe la pregunta: 2.- ¿Es útil hoy hablar de alienación o los cambios en el sistema productivo son de tales características que esta categoría de análisis ha quedado obsoleta? Consideramos que el análisis de Ricardo Antúnes aporta luz a esta cuestión. Sostiene que nos encontramos ante el resultado de un proceso históricamente constituido donde permanece la división social jerárquica que subsume el trabajo al capital. El capitalismo, enfrentado a una crisis de acumulación, inicia, desde la década del 70 un proceso de reestructuración que incluye transformaciones del proceso de producción así como de sus formas de acumulación. Según Antúnes nos encontramos ante una nueva morfología del trabajo en la cual el proceso de desarrollo tecnológico incorporado a la producción está generando un fenómeno de desempleo estructural explosivo a través de la destrucción, y precarización de muchos puestos de trabajo. Según Mészáros 40 millones de desempleados en los países industrialmente más desarrollados dan cuenta del problema. Al problema del desempleo estructural se agrega en forma asociada, el de la flexiblización y precarización del trabajo cuya característica fundamental es la falta absoluta o insuficiencia de tutela contractual, de garantías para el trabajador. En Europa este tipo de trabajo supera al 20%, concentrándose fundamentalmente en el sector terciario donde la tercerización, la subcontratación, el part-time son parte de esta nueva morfología. A estos cambios descriptos se agrega uno muy importante que es la apropiación de la dimensión cognitiva del trabajo como forma de ampliación de los mecanismos de generación de valor. La explotación del componente intelectual del trabajo no alteró la condición de la fuerza de trabajo que debe seguir vendiendo su fuerza de trabajo a un patrón sino que le exigió incorporación de la inteligencia y la formación para lograrlo. Con este cambio, lejos de perder vigencia la acumulación capitalista del valor del trabajo, esta cambia cualitativamente pero aumenta su capacidad. Es sintomático de este proceso el slogan de la Toyota “buenos pensamientos significan buenos productos”. El aumento del trabajo inmaterial vinculado fundamentalmente a: la investigación del mercado, la comunicación, la creación de software, el marketing y la publicidad, supone trabajo intelectual, compromiso y capacidad de resolución de problemas pero siempre subordinado al proyecto de la empresa, la producción de mercancías y la acumulación de capital por parte de la empresa. A esta apropiación de la dimensión intelectual del trabajo por la empresa se suma la exigencia de involucramiento subjetivo y social, de compromiso del trabajador con respecto a los objetivos de la empresa. Como contrapartida de esta mayor exigencia de compromiso le ofrece al trabajador distención y socialización dentro del propio ámbito empresarial: viernes casual, after office, fiestas, premios, cursos gratuitos que tornan más compleja la identificación del extrañamiento. 2 Como afirma Deleuze “Los anillos de la serpiente son más complicados que los agujeros de la topera.” En esta misma línea de análisis, Antúnes refuta la idea de que la ciencia pueda convertirse en la principal fuerza productiva. Profundamente vinculada con la lógica de acumulación del capital, la ciencia no tiene lógica autónoma sino que se encuentra subordinada a la producción de mercancías donde sus avances tienen aplicación. Lo que sí reconoce, es la creciente interacción entre trabajo y ciencia productiva a través del aumento del trabajo incorporado a los medios de producción. Caracterizados los cambios en el sistema productivo, nos proponemos determinar si el concepto de alienación es todavía aplicable a este renovado sistema productivo. Antúnes sostiene que a pesar de los cambios, el extrañamiento se encuentra preservado. La subjetividad que emerge en las esferas productivas contemporáneas es expresión de una existencia inauténtica y extrañada. Esto es así porque aunque se reduzca la separación entre la elaboración y la ejecución y cuente con una mayor participación y compromiso de los trabajadores el extrañamiento es respecto de lo que se produce y para qué se produce. Siempre en función de los objetivos de la empresa. Por otro lado, la apropiación del trabajo intelectual y de la subjetividad del trabajador por parte de la empresa aumenta el extrañamiento en tanto las ideas son absorbidas por las empresas y son transferidas principalmente a las máquinas informáticas. Por otra parte, para los permanentemente desempleados y expuestos al desempleo, la realidad de la alienación significa no solamente la extensión de la impotencia al límite, sino una intensificación aún mayor de la deshumanización física y espiritual: el no trabajo, la amenaza de la exclusión. Denunciando la gravedad de este último fenómeno Forrester señala que como consecuencia del desempleo estructural una multitud de seres humanos se vuelve precaria… su vida ya no es legítima sino tolerada. Despojados de empleo, se los acusa de aquello de lo cual son víctimas. A la confirmación de la presencia de la enajenación en el sistema productivo deben agregarse sus repercusiones en la vida fuera del trabajo. Son múltiples las manifestaciones que permiten evidenciar el dominio del capital sobre la vida: el consumismo exacerbado de mercaderías, la instigación a gastar el tiempo libre en formas de consumo diversas, la dedicación del tiempo fuera del trabajo a lograr mayor empleabilidad. Guy Debord en 1967 ya planteaba la función alienante de los medios de comunicación en la que denominaba, sociedad del espectáculo. En ella, una visión del mundo se ha objetivado y mediatiza la relación social de las personas entre sí. A su vez identifica el espectáculo como el resultado de la dominación de la economía reinante sobre la vida social. Adjudica a esta sociedad la capacidad de creación de muchedumbres solitarias que pierden su capacidad de relacionase en forma directa con la realidad y actuar sobre ella. Este mundo que el espectáculo hace ver, es el mundo de las mercancías que instala el consumo alienado como deber añadido a la producción alienada. Hoy es increíblemente más evidente y eficiente la función de los medios en la producción de subjetividades funcionales al sistema. Producen subjetividades enajenadas fuera del trabajo, fuertemente consumistas, condición necesaria para la universalización de la globalización neoliberal que requiere de la circulación permanente y acelerada de mercaderías. Euclides Mance afirma que el capitalismo además de sistema económico es un sistema semiótico modelizante que produce y reproduce un sistema articulado de signos a partir de los cuales todo es transcodificado, transforma cualquier cosa en valor de cambio: la afectividad, los sueños, el dolor y la desgracia, la protesta. Consideramos que los cambios en los procesos productivos y de acumulación no han disminuido el proceso de extrañamiento sino que lo han vuelto más eficaz y envolvente 3 dentro y fuera del trabajo por lo que la categoría de alienación es hoy útil para analizar no solo el sistema productivo sino la realidad toda. A su vez este carácter abarcativo de la alienación actual pone en evidencia las dificultades que se generan cuando pretendemos generar conciencia sobre el problema, cuando el pensamiento está mutilado. 3.- ¿Cómo se inscribe la educación en este contexto de alienación del trabajo y de la vida? ¿Constituye ella también una actividad enajenada? Si nos situamos en el discurso educativo neoliberal que inspiró en las últimas décadas las reformas educativas a nivel mundial, financiadas y delineadas por los organismos internacionales de crédito, la respuesta ineludible es sí. Desde la década del 70 con la aparición de la teoría del capital humano la educación deja de ser considerada como actividad para convertirse en mercancía, un producto que se vende en el mercado, pero además, los seres humanos que produce también lo son, capital humano, tanto más útil cuanto más adaptado a los requerimientos del mercado. Un lenguaje propio de la actividad productiva invade el discurso educativo: eficacia, eficiencia, apuesta a la calidad y su medición técnica a través de pruebas estandarizadas. Aumento de la separación entre los niveles de decisión (técnicos) y los de ejecución (docentes) reducidos a meros aplicadores, recorren los sistemas modernizados y altamente burocratizados (a pesar de ir acompañados de un discurso contra la burocracia estatal). Esta separación colabora con la pérdida de sentido compelido a cumplir fines que no decide y que muchas veces tampoco comparte. La separación respecto del producto y del proceso también es fuerte. El producto, el alumno educado, con qué parámetros de lo mide, para qué sociedad. Malestar docente, frustración, son síntomas claros de la enajenación que provoca el sistema. Con respecto a los alumnos, a pesar de que sus actividades no están necesariamente vinculadas al mercado muchas veces ellos están ya, compenetrados con una concepción de trabajo enajenado, como algo tedioso de lo que es necesario huir, es lo que inevitablemente trasmiten en su mayoría los adultos que los rodean o sus propias experiencias. Frecuentemente en las instituciones educativas, para evitar esta connotación negativa ya instalada, también en los propios docentes, no les proponemos que trabajen, encubrimos nuestras propuestas bajo formatos lúdicos y de esa manera también fortalecemos la visión negativa que el alumno extrae de la experiencia de su entorno. Otras veces las propuestas educativas enajenan la actividad del alumno que trabaja para el docente, para la nota, para promover el curso y no por el producto de su trabajo y el disfrute del mismo. Es claro que en general tampoco controla el proceso que le es impuesto mayoritariamente por el docente al que también éste le es impuesto jerárquicamente. 4.- ¿Cómo analiza el discurso hegemónico la situación de la educación hoy? Y ¿Qué le reprocha? Desde el discurso que plantea la necesidad de adecuación del sistema educativo al sistema productivo se sostiene que las sociedades actuales están organizadas predominantemente en función del conocimiento, la comunicación y la información en el marco de la economía globalizada. Afirman que el nuevo universo de la producción descansa en el trabajo que produce el cerebro humano, de aquí se deduce que la capacidad de competir de los países dependerá de la calidad de los recursos humanos que logre formar. (Casassus 1996) 4 A su vez, los teóricos neoliberales de la educación, reconocen la existencia de tres tipos de servicios en la renovada estructura del mercado de empleo: servicios rutinarios, personales y simbólicos. Admiten que los dos primeros requieren solamente conocimientos básicos (lectura, escritura y cálculo) y características de personalidad tales como lealtad, la disciplina y respeto a la autoridad. Mientras que los servicios simbólicos reclaman la abstracción, el pensamiento sistémico, la experimentación y el trabajo en equipo. Partiendo solo de los servicios simbólicos, se muestra un escenario optimista en el que la formación de los recursos humanos para el mercado, se identifica con la formación para lo que llaman una moderna ciudadanía. (Tedesco 1996) De esta manera supuestamente desactivan toda discusión teórica sobre educar al ciudadano, clásica finalidad moderna y educar para el empleo porque ambas requieren las mismas competencias. A este discurso se suma el de la equidad, tan seductor como engañoso. En primer lugar seduce porque en el imaginario colectivo es sinónimo de igualdad y es a través de la educación que se accede a ella, dado que los sujetos educados para el mercado provocarán el desarrollo productivo y éste dará lugar a una mejor distribución. Pero engañoso, en tanto en el discurso neoliberal la equidad se opone a la igualdad siendo sinónimo de promoción de las diferencias productivas. De aquí se deduce que dando igualdad de oportunidades todos pueden aprender y quienes no lo logren serán responsables de su fracaso. Envuelto en este discurso todo el espectro político se rasga las vestiduras con la necesidad de aumentar la calidad de la educación cuando en realidad la deserción y el fracaso escolar son profundamente funcionales al sistema. Los que quedan por el camino ocuparán sin duda cargos de los servicios rutinarios y personales. Si no fuera así, si todos accedieran a altos niveles educativos, la educación tampoco estaría adecuada al mercado porque el sistema educativo no genera puestos de trabajo y no puede modificar el problema del desempleo estructural ya analizado. De esta manera no es necesario hacer una educación para pobres y otra para ricos porque las condiciones de acceso de las mayorías los van relegando a los puestos peor remunerados. Y mientras tanto, con recetas ineficaces, que ya han fracasado en muchos países, los políticos hacen que defienden la educación de todos y responsabilizan a los docentes de los fracasos. Al mismo tiempo que reprochan la insuficiente subordinación del sistema educativo al sistema productivo. Ante estas circunstancias el discurso sobre la crisis inédita de la educación y la necesidad de que la sociedad toda salga a su defensa es parte del espectáculo que denunciaba Debord hace ya décadas que sustituye la realidad por una representación a la vez que oculta las verdaderas razones de los problemas de la educación, que hunden sus raíces en la crisis social. En síntesis este renovado sistema productivo que aliena la actividad humana, la subordina y degrada con eficacia ampliada, deshumanizando al ser humano para hacerlo más funcional a las lógicas del sistema, dicta cátedra de cómo debemos mantener anulada la capacidad del hombre para el trabajo creador, autónomo para su autorrealización. Por las consecuencias antropológicas que genera esta adecuación al trabajo enajenado resulta inadmisible educar para ese fin. 5.- ¿Existe una alternativa? ¿Es posible la búsqueda de sentido dentro y fuera del trabajo? 5 La posibilidad de la alternativa es lo primero que hay que intentar instalar en un mundo que naturaliza los procesos sociales tornándolos como inevitables y dejando para el ser humano únicamente la capacidad de adaptación, negando la libertad. Para eso, es necesario fortalecer la dimensión instituyente, la imaginación radical del ser humano, la capacidad de hacer existir lo que no existe. Lo instituido es sin duda esta relación alienada con nuestra actividad, eso no significa que sea inevitable. Compartimos en todos sus términos la afirmación de Castoriadis: “Tengo el deseo, y siento la necesidad, para vivir, de otra sociedad que la que me rodea. Como la gran mayoría de los hombres, puedo vivir en ésta y acomodarme a ella, en todo caso heme aquí viviendo en ella…… Pero en la vida, tal como está hecha para mí y para los demás, topo con una multitud de cosas inadmisibles; afirmo que no son fatales y que revelan la actual organización de la sociedad. Deseo, y pido, que mi trabajo, en primer lugar, tenga un sentido, que yo pueda aprobar para qué sirve y cómo se hace, que me permita prodigarme en él realmente y hacer uso de mis facultades, tanto como enriquecerme y desarrollarme. Y digo que esto es posible con otra organización de la sociedad, para mí y para todos.” 2 Dos concepciones filosóficas deben ser recuperadas para fundar esta alternativa: la dialéctica y la libertaria En la concepción dialéctica, al trabajo enajenado se le opone el trabajo libre. El trabajo libre es autocreación del hombre, a través de él, el hombre crea su propia vida y se crea a sí mismo y modifica su entorno para satisfacer sus necesidades y las de otros. Existe, en el trabajo libre conciencia de la finalidad o sentido social del trabajo, la satisfacción de necesidades sociales. Como consecuencia de esto, es susceptible de ser disfrutado, gozado. El hombre se reconoce en el producto de su trabajo, se objetiva. Mantiene la vinculación entre trabajo intelectual y manual ya que el objeto es ideado en la mente de quién lo produce que luego transforma la naturaleza para realizarlo y satisfacer sus necesidades y las de otros, reteniendo para sí las decisiones sobre el proceso de producción. En la concepción libertaria, “el trabajo creativo fruto de la inteligencia y de las manos, expresión máxima de la nobleza humana, hace de la vida algo digno de ser vivido y aunque exija esfuerzo, da una satisfacción íntima incomparable”. “Lo que constituye el atractivo y la dignidad del trabajo es el poder de crear gracias al pensamiento, de liberarse de la mecanicidad, de superar la materia.” 3 Lo que estamos planteando es un posible vínculo de la educación y el trabajo libre. Este vínculo no es inexplorado ni a nivel nacional ni internacional. Las colonias de trabajo de Makarenko, el concepto de escuela productiva del programa de educación rural del año 49, la formación de obreros artistas propuesta por Figari y la Unidad Escolar Cooperaria de Villa García son algunos de las experiencias y marcos conceptuales a recuperar. Si bien este rescate histórico de propuestas y experiencias es fundamental para ser conscientes de que no estamos inaugurando nada, es necesario defender la posibilidad de llevar adelante esta idea, hoy. Con respecto a la posibilidad de generar con nuestros alumnos experiencias de trabajo libre, lo que cuenta, es que esté concebida como tal. Esto es, que tenga presente: la disposición del producto por los productores, la conciencia del sentido del trabajo, la disposición del proceso de producción en todos los aspectos en que esto sea posible, 2 3 Colombo, Eduardo y otros “El imaginario social” Nordan Montevideo, 1993 página 35 Tomassi, Tina “Breviario de pensamiento educativo libertario” Carvajal S.A. Bogotá 1888 página 97 6 el disfrute por la actividad, la dirección del esfuerzo de la actividad al logro del objetivo definido colectivamente. Que el producto sea colectivo, no es menor ya que en las tradiciones filosóficas de donde recuperamos el concepto de trabajo libre, el hombre no es un individuo aislado que compite con los demás, sino un ser que coopera con otros para la consecución de un fin común. ¿Pensamos que los alumnos que hayan tenido esta experiencia podrán evitar la enajenación del trabajo una vez insertos en el sistema productivo? No llegamos a esta fase del análisis para caer en semejante ingenuidad. Entonces: ¿Estamos haciendo inadaptados a nuestros alumnos que deberán insertarse luego en el mercado de producción capitalista, sin duda, enajenador del trabajo? Si es así ¿con qué sentido lo haremos? Para que los alumnos que hayan experimentado el trabajo como actividad creadora, exijan tal vez y hasta creen, las condiciones sociales de su realización. Nos queda una pregunta fundamental ¿Es posible que un docente alienado esté en condiciones de generar algún tipo de experiencia de trabajo creador en sus alumnos? Si se responde negativamente ¿Es posible que en las actuales condiciones objetivas de realización de nuestra tarea, el docente se reapropie del producto, del proceso y sobre todo del sentido de su trabajo? Rodrigo Cornejo estudia este tema y luego de analizar los factores fundamentales de enajenación plantea la posibilidad de la reapropiación del acto, o la retención parcial de aspectos del trabajo libre. Por un lado la búsqueda de sentido de la educación que no se rija por la lógica del sistema. En este sentido la reflexión sobre los fines que orientan las prácticas en función de las necesidades humanas y sociales efectivas y no las del capital tiene una importancia fundamental. Por otro lado la desburocratización y horizontalización del sistema que permita a los docentes participar en los niveles de decisión es parte de la recuperación del proceso. “La sociedad es, pero existe en tensión con lo que todavía no es.” 4 Esta tensión explica el movimiento posible entre lo que es y lo que podría ser. Si nadie experimenta, conoce y recuerda que existe otro polo posible, con respecto al trabajo como actividad creadora la enajenación se erige en la única posibilidad. Por el contrario, de la conciencia de la existencia de otra posible relación, no enajenada con nuestro producto quizás podamos hacer surgir la realidad de ese vínculo creador con el objeto de nuestro trabajo. Referencias bibliográficas: Antunes,Ricardo “El caracol y su concha: Ensayo sobre la nueva morfología del trabajo” Ediciones Herramienta Buenos Aires Casassus, Juan “Tareas de la Educación” Kapelusz Buenos Aires 1996 Colombo, Eduardo y otros “El imaginario social” Nordan Montevideo, 1993 Debord, Guy “La sociedad del espectáculo” Archivo situacionista http://caosmosis.acracia.net 1998 4 Holloway, John “Cambiar el mundo sin tomar el poder” Universidad Autónoma de Puebla Buenos Aires, 2002 página 22 7 Deleuze, Gilles “Posdata a las sociedades de control” en El Lenguaje libertario GEA Buenos Aires, 1999 Forrester, Viviane “El horror económico” Fondo de Cultura económico México Fromm, Erich “Marx y su concepto de hombre” FCE Sevilla 1987 Holloway, John “Cambiar el mundo sin tomar el poder” Editorial Herramienta Buenos Aires 2002. Makarenko, Antón “Conferencias sobre Educación Infantil” Cuadernos de Educación Nº 130 Venezuela 1985 Martínez Matonte, José Pedro “Villa García por dentro” SON SRL Montevideo 1987 Soler Roca, Miguel “Educación y vida rural en América Latina” Montevideo, ITM 1996 Sambarino, Mario “Alcance y formas de la alienación” Fondo de cultura Universitaria Montevideo, 1967 Tomassi,Tina “Breviario del pensamiento educativo libertario” Carvajal S.A. 1988 8