Quién podrá entender sus propios errores

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“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los
que me son ocultos.” Salmos 19:12
Es parte de la naturaleza humana caída, el tratar de justificar nuestra forma de
pensar y actuar, independientemente de lo que Dios opina. Cuando el hombre reconoce
su naturaleza pecaminosa, se arrepiente de su vana manera de vivir y pone su fe en el
Señor Jesucristo, el Espíritu Santo cambia su manera de pensar y comienza a tomar en
cuenta la Palabra de Dios para regir su vida. Sabemos, por la Palabra de Dios, que el
hombre que no cree en Cristo tiene cegado el entendimiento, no reconoce sus errores,
porque él es su propia ley. Aún los creyentes muchas veces nos cuesta trabajo reconocer
algunos aspectos de nuestra vida que no se han sujetado a la voluntad de Dios, esto es,
nuestros pecados o “errores”. Por lo anterior, llama la atención el versículo 12 del capítulo
19 de Salmos, con esa grande sabiduría de la Palabra de Dios, la petición que podemos
hacer nuestra delante de Dios: “Líbrame de los que me son ocultos”
Comentaba con unas hermanas en Cristo que recuerdo con frecuencia como hace
mas de 30 años una señora comento con su lenguaje en el que omite algunas letras, como
acostumbra hablar la gente que vive en la costa:
“¿yo no je por que mija je come laj letra?” (¿Yo no sé porque mi hija se “come” las
letras?), diciendo de esta manera que su hija no hablaba correctamente y no sabía la
razón.
Esta señora no era consciente de que ella misma hablaba tal y como su hija lo
hacía, sin embargo, si podía verlo en su hija. Así ocurre muchas veces, nuestros hijos son
un espejo de lo que nosotros somos, así que, cuidado, tenemos mucho que reflexionar al
respecto. Bien lo dice la Biblia “¿Y porque miras la paja que está en el ojo de tu hermano,
y no hechas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame
sacar la paja de tu ojo, y he aquí la viga en el ojo tuyo?” Mateo 7:3 y 4
Por lo anterior, es importante analizarnos a la luz de las Escrituras con toda
honestidad, conscientes de que Dios sabe todo lo que hacemos y pensamos (He.4:12y13),
ante los hombres es fácil poner pretextos para justificarnos: ..es que no puedo….no tengo
tiempo…otras personas me lo impiden….no es mi culpa….etc… pero ante Dios no es
posible ocultar nada. Solo podemos reconocer nuestro pecado, confesarlo y clamar a Dios
por la ayuda necesaria para seguir adelante conforme a su voluntad. Pero, ¿qué hacer con
aquello que los demás ven mal en nosotros y no estamos conscientes de que lo hacemos?
Clamemos a Dios: ¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son
ocultos. Sal. 19:12
Adriana Fernández de Peasland
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