España España 1923

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España España 1923 - 1936
VOZ DE PRIMO DE RIVERA: “Españoles: ha llegado
para nosotros el momento, más temido que esperado,
de recoger las ansias, de atender el clamoroso
requerimiento de cuantos amando a la Patria no ven
para ella otra solución que libertarla de los
profesionales de la política.
Este movimiento es de hombres. El que no sienta la
masculinidad completamente caracterizada que espere
en un rincón sin perturbar los días buenos que para la
Patria preparamos.
¡Españoles! ¡Viva España! y ¡Viva el Rey!”
Con la lectura de este manifiesto, el 13 de septiembre de
1923, el Capitán General de Cataluña, Miguel Primo de
Rivera, da un golpe de Estado que triunfa sin apenas
oposición, ante la indiferencia de la mayoría de los
españoles. Sólo una parte de la burguesía,
(especialmente la catalana, azotada por la violencia
sindical y el pistolerismo) aplaude el golpe.
Por lo que se refiere al Rey, Alfonso XIII acepta
inmediatamente las consecuencias del golpe y,
haciendo caso omiso de la Constitución, apoya a la
formación de un gobierno de militares presidido por
Primo de Rivera.
España deja así de ser una monarquía constitucional
para convertirse en una dictadura. Alfonso XIII
emprende a partir de ese momento un camino político
sin retorno.
El nuevo régimen suspende las garantías constitucionales.
Disuelve las Cortes. Expulsa a los partidos políticos
fuera de la vida pública. Establece la censura de prensa.
Pone en mano de los militares el gobierno de las
provincias, y extiende a toda España los somatenes, la
milicia armada de voluntarios de origen catalán, con la
misión de velar por la ley y el orden.
Poco después, Primo de Rivera decide fundar un partido
propio. Lo que busca con ello es ampliar la base social
de la dictadura y crearse una plataforma política para el
futuro.
La Unión Patriótica, que Primo pone en pie a comienzos
de 1924, es un partido único –todos los demás están
prohibidos- que aspira a convertirse en la columna
vertebral de la nueva política del dictador.
Dentro de lo que bautiza como “programa
regeneracionista”, Primo de Rivera emprende la
reforma de la Administración y, tras declarar la guerra
al caciquismo, disuelve todos los Ayuntamientos y
Diputaciones, que a partir de ese momento pasan a
depender de la autoridad militar correspondiente.
Durante los primeros años, la dictadura apenas cuenta
con oposición. Los socialistas, que en un primer
momento habían optado por mantenerse neutrales
ante el golpe de Estado, terminan colaborando con la
dictadura.
Cuando los socialitas entierran a su fundador, Pablo
Iglesias, en 1925, en el seno del partido y del
sindicato conviven ya dos tendencias. Una,
mayoritaria, defendida por los sindicalistas y
liderada por Francisco Largo Caballero, favorable a
la colaboración con la dictadura. Y otra, minoritaria,
defendida por los políticos liderados por Indalecio
Prieto, que apuesta por oponerse a ella.
Anarquistas y comunistas son declarados ilegales y
perseguidos por el régimen de Primo de Rivera.
En el sindicato anarquista, que pasa a la clandestinidad,
se produce con ese motivo un enfrentamiento entre
los posibilistas, partidarios de la acción sindical, y
los revolucionarios, que apuestan por la insurrección
armada. Son estos últimos los que fundarán en 1927
la Federación Anarquista Ibérica, la FAI.
El opositor más contumaz de Primo de Rivera es el
filósofo y vicerrector de la Universidad de
Salamanca, Miguel de Unamuno. A comienzos de
1924, el catedrático es desterrado por el Gobierno a
Fuerteventura. Cientos de estudiantes se declaran en
huelga y acuden a despedirle.
8 de septiembre de 1925, puerto de Ceuta. El general
Primo de Rivera acaba de embarcar en el buque
insignia de la Armada: el acorazado Alfonso XIII.
Desde allí va a dirigir una nueva y decisiva
intervención militar en Marruecos: el desembarco en
la Bahía de Alhucemas.
En esta ocasión, se trata de una operación militar
conjunta hispano-francesa. El líder rifeño Abd-ElKrim ha extendido la guerrilla al protectorado
francés, lo cual ha favorecido el acuerdo entre
España y Francia para acabar con la insurrección
rifeña. El éxito del desembarco es total. Las tropas
aliadas trituran a la resistencia rifeña en la Bahía de
Alhucemas en cuestión de horas. Seis meses
después, el ejército español domina el Rif y su líder,
Abd-El-Krim se rinde a los franceses.
Los oficiales africanistas, los que han hecho su carrera
militar en Marruecos, jugarán pocos años después,
un papel decisivo en la Historia de España. Son
Sanjurjo, Mola, Godet, Varela... o Franco.
En diciembre de 1925, con el problema de Marruecos
ya encauzado, el general Primo de Rivera que
disfruta de su momento de máxima popularidad,
sustituye su gobierno de militares por uno de civiles.
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Con esta decisión, el dictador confirma su propósito de
permanecer en el poder, pero sin renunciar a la
dictadura.
La estrella del nuevo directorio civil es el ministro de
Hacienda, José Calvo Sotelo.
La “Belle époque”, la alegría de los años 20, llega a
España con retraso, aunque con la suficiente fuerza
como para empezar a romper los viejos modales de la
moral tradicional.
También la euforia económica de la década de los 20
llega al país, aunque, una vez más, tarda en llegar.
Para estimular la economía española, la dictadura pone en
marcha un ambicioso plan de Obras Públicas que
modernice la muy anticuada e ineficiente red de
comunicaciones.
Se inicia la construcción de más de 5.000 kilómetros de
carreteras y de casi el doble de caminos vecinales.
También se construyen cerca de 1.000 kilómetros de
vías férreas y se renueva el material ferroviario.
Simultáneamente, se pone en pie una política hidráulica
de gran importancia para el país: se crean las
Confederaciones Hidrográficas para el
aprovechamiento integral del agua. Se construyen
embalses, canales de riego. Y también saltos de agua,
para satisfacer el incremento de demanda de energía
eléctrica.
La electricidad va llegando poco a poco a todos los
rincones de España y, con ella, los electrodomésticos,
aunque, eso sí, sólo para unos poquísimos afortunados.
El plan de Obras Públicas puesto en marcha por la
dictadura produce efectos muy positivos sobre la
economía española, como una notable expansión
industrial y un claro incremento del empleo.
La prosperidad económica, sumada a la férrea
disciplina impuesta en el mundo laboral, tienen como
resultado una mayor estabilidad social, ya que el
número de huelgas disminuye drásticamente.
Con la mejora de las comunicaciones, el número de
automóviles se multiplica por tres durante esta década.
El turismo extranjero empieza a llegar. Y los coches de
línea recorren el país rompiendo el aislamiento del
campo respecto a la ciudad.
Para celebrar los cinco años del golpe de Estado y de su
estancia en el poder, Primo de Rivera elige Barcelona.
Con ese gesto, el dictador intenta recuperar el respaldo
de la burguesía catalana, en ese momento ya muy
alejada del general a causa de su política centralista.
La decisión de suprimir la Mancomunidad de Cataluña
y el decreto por el que se prohíbe el uso del catalán en
los actos oficiales han provocado, a esas alturas, que el
nacionalismo moderado se haya visto ya desbancado
por otro más radical, cuyo líder es Francesc Macià.
En 1928 se inicia el proceso de decadencia de la
dictadura.
En su afán por buscar una salida constitucional a su
régimen, Primo de Rivera intenta sacar adelante una
nueva Constitución de carácter autoritario y
corporativo.
Pero ese intento de institucionalizar la dictadura
encuentra muy mala acogida por parte, entre otros,
de los socialistas, que comienzan a distanciarse del
régimen.
El proyecto de Primo de Rivera acaba siendo un
profundo fracaso político, que es aprovechado por la
oposición para hacerse presente ante la sociedad
española.
En 1929 se celebran en España dos grandes
acontecimientos, que son utilizados por la dictadura
como escaparate de la modernización del país: la
Exposición Iberoamericana, que se celebra en
Sevilla, y la Exposición Universal de Barcelona.
El éxito indiscutible de ambas exposiciones no
consigue, sin embargo, disimular una evidencia: el
hecho de que la dictadura empieza a resquebrajarse.
PRIMO: “Salvar una Patria es siempre labor de
masculinidad, en el sentido de fortaleza de corazón,
en el sentido de fortaleza de sentimientos...”
Éste es el último discurso del general Primo de Rivera.
Lo pronuncia ante las mujeres de la Unión
Patriótica. Faltan muy pocos días para que el
dictador dimita.
27 de enero de 1930. Éste es el momento en que Primo
de Rivera abandona el Palacio Real tras presentar su
dimisión al Rey. El dictador ha fracasado en su
intento de crear un sistema político propio y ha
perdido ya todos los apoyos. Pocos días más tarde
abandona España.
Con el prestigio de la Monarquía profundadamente
deteriorado a causa de su complicidad con la
dictadura, Alfonso XIII tiene ante sí una ardua tarea:
tutelar el primer intento de transición política a la
democracia de la Historia de España.
El general Dámaso Berenguer es el designado por el
Rey para regresar a la senda constitucional.
El gobierno de Berenguer, conocido popularmente
como la “dictablanda”, aborda la transición con tal
lentitud, que la opinión pública deja de creer en la
sinceridad de sus propósitos y se distancia aún más
de la Monarquía.
En agosto de 1930 se reúnen en San Sebastián
representantes de las fuerzas antimonárquicas.
Republicanos, socialistas y regionalistas, firman un
pacto por el que se comprometen a derribar la
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Monarquía. Los grandes intelectuales españoles
defienden esa misma posición.
El filósofo José Ortega y Gasset, publica en ese momento
un demoledor artículo que termina diciendo: hay que
destruir a la Monarquía.
En diciembre de 1930 estalla en Jaca una sublevación
militar a favor de la República. Pero la huelga general
prevista como apoyo, no llega a declararse por la falta
de coordinación del Comité Revolucionario. Y la
sublevación fracasa. Los capitanes Fermín Galán y
Ángel Hernández, responsables del levantamiento de
Jaca, son fusilados y los miembros del Comité van a la
cárcel.
Eso empuja a parte de la opinión pública hacia la causa
republicana.
Cuando el Gobierno se decide a convocar, por fin,
elecciones generales, los partidos políticos se niegan a
participar en ellas. Berenguer dimite.
Febrero de 1931. El almirante Juan Bautista Aznar es
designado por el Rey para formar nuevo gobierno.
Aznar convoca elecciones municipales para el 12 de
abril.
Durante la campaña electoral, los republicanos presentan
las elecciones locales como un plebiscito sobre la
Monarquía.
Los resultados electorales suponen para todos una
sorpresa: aunque el número de concejales monárquicos
supera al de republicanos, éstos triunfan en las
ciudades, donde la libertad de voto es real: hasta allí no
llega el poder de los caciques.
Tras conocerse los resultados, el presidente de gobierno,
almirante Aznar, acude a despachar con el Rey. A la
entrada, los periodistas le preguntan si habrá crisis. Y
Aznar responde:
VOZ DE AZNAR: “¿Qué más crisis quieren ustedes que
la de un país que se acuesta monárquico y amanece
republicano?”
En Éibar, a las seis de la mañana del 14 de abril de 1931,
los concejales ganadores proclaman la República. Ante
10.000 vecinos concentrados ante el Ayuntamiento, los
republicanos izan la bandera tricolor y cambian el
nombre de la Plaza Alfonso XIII por el de La
República.
El ejemplo de Éibar se extiende por toda España. En
Barcelona, grupos de manifestantes republicanos se
dirigen a mediodía a la Plaza de Sant Jaume. Los
líderes de Esquerra Republicana, partido ganador de las
elecciones, han convocado por radio la manifestación.
Ante los barceloneses congregados, Lluis Companys y
Francesc Macià proclaman la República Catalana desde
el balcón del Ayuntamiento.
En Madrid, a las 5 de la tarde, da comienzo el último
Consejo de Ministros del reinado de Alfonso XIII.
El Conde de Romanones informa al Consejo que ha
alcanzado un pacto con el Comité Revolucionario
para entregarle el poder de forma pacífica.
La Monarquía cae ese día. No ha sabido adaptarse a
la modernización que pide el país, se ha quedado
caduca, y, además, el pueblo la identifica con la
oposición al cambio.
Cuando los ministros abandonan el Palacio, los
madrileños ya han tomado las calles para expresar su
alegría por la llegada de la República.
Al caer la tarde, el Gobierno Provisional iza la
bandera republicana en el balcón del Ministerio de la
Gobernación, en la Puerta del Sol.
El nuevo presidente, Niceto Alcalá-Zamora,
proclama oficialmente la Segunda República
española.
15 de abril de 1931.
Mientras los 23,5 millones de españoles regresan
esperanzados a la normalidad, Alfonso XIII vive en
Francia su primer día de exilio.
La noche anterior, después de renunciar a la Corona,
el Rey abandonó el Palacio Real en dirección a
Cartagena. De ahí ha salido en barco rumbo a
Marsella. No volverá a pisar tierra española.
El Gobierno Provisional, consciente de las expectativas
creadas por el cambio de régimen, anuncian
enseguida que se propone transformar el Estado para
hacerlo más moderno, laico y democrático.
El presidente Alcalá-Zamora hace ante las cámaras
su diagnóstico.
ALCALÁ-ZAMORA: “La crisis en España no es
política, no es siquiera de régimen, es histórica con
toda su trascendental amplitud.”
España sigue siendo en 1931 un país subdesarrollado en
el que el débil sector industrial tan sólo da trabajo a
la cuarta parte de los obreros.
Las ciudades se han ido llenando de gentes que
acuden desde el campo con la esperanza de mejorar
su vida.
Madrid y Barcelona, que han duplicado su población en
lo que va de siglo, tienen ya un millón de habitantes.
Pero más de la mitad de la población, el 60 por
ciento, continúa viviendo y trabajando en el campo,
donde la pobreza alcanza límites extremos.
Eso sucede sobre todo en la mitad sur del país,
donde un puñado de propietarios posee la casi
totalidad de las tierras. El trabajo es escaso y está
mal pagado.
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Uno de los primeros problemas que aborda el gobierno
provisional es el de la enseñanza primaria: faltan tantas
escuelas y maestros como los que en ese momento hay.
De cada 100 españoles, 44 no saben leer ni escribir.
El Ministerio de Instrucción Pública aumenta el
presupuesto de educación un 50 por ciento para poder
abrir cada año 5.000 nuevas escuelas.
El objetivo esencial es el de poner en pie un sistema de
educación pública, totalmente laica, capaz de sacar al
país del atraso que padece.
La reforma del Ejército es otro de los asuntos que el
Gobierno aborda de forma inmediata.
Manuel Azaña, Ministro de la Guerra, busca la
modernización del Ejército y, sobre todo, una
renovación política de los mandos militares que,
aunque no se han opuesto al advenimiento de la
República, la han recibido con evidente recelo. Azaña
recurre a las jubilaciones anticipadas para reducir la
desproporcionada cantidad de oficiales. Limita el
ámbito de la jurisdicción militar en beneficio de la
civil.
Revisa los ascensos de la Guerra de Marruecos, y cierra 3
de las 5 academias militares.
Las medidas de Azaña son mal recibidas por un sector del
Ejército, que se aleja así de la República.
El problema religioso le estalla a la República de forma
accidental, un mes después de su proclamación.
En Madrid, un grupo de exaltados saquea e incendia
varios edificios religiosos. El anticlericalismo se hace
presente, una vez más, en la calle pero el Gobierno,
desbordado por los acontecimientos, no pone los
medios para detenerlo. Los disturbios se extienden a
otras ciudades.
Después de 3 días de violencia, más de un centenar de
edificios religiosos han sido incendiados en todo el
país.
Las relaciones entre la Iglesia Católica y la República
no harán sino empeorar a partir de entonces.
La vida de la joven República transcurre a toda prisa. El
Gobierno convoca para el mes de junio elecciones a
Cortes constituyentes.
El país se llena de mítines a los que, por primera vez, los
españoles acuden en masa. Se presentan a estas
elecciones partidos de todas las tendencias, desde
monárquicos a comunistas.
Los partidos de la coalición republicano-socialista que
formaron el Gobierno Provisional salen vencedores.
El más votado es el Partido Socialista, seguido por el
Partido Radical –ahora centrista- de Alejandro Lerroux.
La derecha queda reducida a una minoría.
En diciembre de 1931, después de 6 meses de tensos
debates, las Cortes aprueban, sin consenso, la
Constitución de la República. El nuevo texto
constitucional establece la democracia
parlamentaria.
Introduce el modelo autonómico para intentar
resolver el problema regional.
Establece la separación de la Iglesia y el Estado.
Reconoce el derecho al voto para las mujeres, e
incluye el reconocimiento de importantes derechos
sociales para las clases trabajadoras.
Después de aprobada la Constitución, Niceto AlcaláZamora es proclamado Presidente de la República.
La comitiva presidencial se dirige desde las Cortes
al Palacio Real, que va a ser, desde ese día, sede de
la Presidencia de la República.
Como Presidente del Gobierno es designado Manuel
Azaña.
El único documento sonoro que nos ha quedado de
la voz de Azaña son las palabras de bienvenida al
presidente del gobierno francés.
AZAÑA: “...habiendo encontrado el señor Herriot en su
doble presentación personal y oficial por parte del
Gobierno francés y del pueblo español la más
cordial acogida y los sentimientos fraternales y
pacíficos que han de unir de aquí en adelante a la
República española y a la República francesa.”
Las relaciones, ya tirantes de antemano, de la República
con la Iglesia, se tensan aún más con la separación
entre la Iglesia y el Estado que la nueva
Constitución oficializa.
La Iglesia pierde a partir de entonces todos los
privilegios que hasta ahora había tenido en su
relación con el Estado.
La nueva legalidad acaba con el pago de haberes al
clero.
Establece el matrimonio civil y el divorcio.
Prohíbe a las órdenes religiosas que se dediquen a la
enseñanza.
Elimina los símbolos religiosos de todas las
instituciones públicas.
Disuelve a la Compañía de Jesús. Muchos jesuitas se
irán al exilio.
Los socialistas, con 3 ministros, entran en el Gobierno
por primera vez en su historia.
Uno de ellos, Largo Caballero, con una larga
trayectoria sindical, ocupa la cartera de Trabajo y
adopta una serie de medidas destinadas a favorecer a
los trabajadores: subida de sueldos, jornada laboral
de 8 horas para los jornaleros, vacaciones pagadas,
establecimiento de un salario mínimo; Seguridad
Social y seguro de enfermedad obligatorios.
La división del movimiento obrero en torno a los dos
grandes sindicatos, la UGT y la CNT, se hace
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patente una vez pasada la euforia por la llegada de la
República.
El objetivo de la Reforma Agraria es que los
jornaleros sin tierra acaben convirtiéndose en
propietarios. Con ese propósito, el Gobierno pone en
marcha una política de expropiaciones –con dinero
público- de los latifundios mal explotados.
Los socialistas consideran que la República es un paso
necesario para alcanzar sin violencia el estado
socialista.
Septiembre de 1932. Miles de personas se echan a la
calle en Barcelona para recibir a Azaña. Azaña va a
hacer la entrega oficial al pueblo catalán del Estatuto
de Cataluña que las Cortes españolas acaban de
aprobar. Los estatutos del País Vasco y Galicia están
todavía en fase de discusión.
La CNT, sin embargo, le declara la guerra a la República
desde el primer momento.
Los anarquistas, liderados por el sector más radical, la
FAI, son partidarios de la insurrección violenta y
continua –lo que ellos llaman “gimnasia
revolucionaria”- hasta acabar con el estado burgués
republicano y establecer el comunismo libertario.
Las huelgas y los estallidos revolucionarios de los
anarquistas son reprimidos con firmeza por el
Gobierno.
En el verano del 32 una nueva compañía de teatro hace su
primera gira por España. Se llama La Barraca.
La dirige el poeta Federico García Lorca y está formada
por universitarios y artistas jóvenes que se han
propuesto representar en los pueblos obras de los
clásicos españoles.
En la representación de “La vida es sueño”, de
Calderón de la Barca, Lorca hace el papel de La
Sombra.
LORCA: “Oh Patria!, horrible y cruel/ del odio infame/ del
rencor infiel./ Escuela del penar/ mansión del llanto/
casa del pesar./ Reino de confusión/ babel del siglo/
lóbrega mansión del espanto/ el asombro y la
crueldad.”
La compañía itinerante La Barraca hará 22 giras por
España durante sus cuatro años de vida.
El Estatuto proclama a Cataluña región autónoma
dentro del Estado español. El apoteósico
recibimiento que los catalanes hacen a Azaña es una
prueba de agradecimiento por su empeño en sacar
adelante este Estatuto. Francèsc Macià será el primer
Presidente de la Generalitat elegido por los
catalanes.
La lentitud en la aplicación de la Reforma Agraria,
causada sobre todo por la falta de recursos
económicos, acaba con la paciencia de los
campesinos.
Las ocupaciones de fincas y los levantamientos
anarquistas se multiplican.
En enero de 1933, la FAI hace un llamamiento a la
insurrección general.
Como en otros lugares, en Casas Viejas, un pueblo
de la provincia de Cádiz, un grupo de braceros
anarquistas declara el comunismo libertario y se
subleva.
ANARQUISTA 1: “Es menester prenderle fuego a la
iglesia y al cuartel donde tantas palizas nos han
dado.”
Agosto de 1932. El general Sanjurjo encabeza desde
Sevilla el primer intento de golpe militar contra la
República.
Cuenta con el apoyo de un grupo de monárquicos y de
un reducido número de mandos militares. La
sublevación es fácilmente neutralizada por el Gobierno.
El general Sanjurjo, detenido y condenado a muerte, es
finalmente indultado. Tras beneficiarse de una amnistía,
se exilia en Lisboa. Desde allí esperará una mejor
ocasión para volver a intentarlo.
El éxito del Gobierno frente a los golpistas le sirve a
Azaña para sacar adelante dos proyectos que
permanecían atascados en el Congreso: el Estatuto
Catalán y la Reforma Agraria.
La Ley para la Reforma Agraria es, de todas las
reformas republicanas, la más esperada por la población
rural.
En ese momento hay en España casi 2 millones de
campesinos sin tierra, braceros eventuales que pasan
gran parte del año en paro y que malviven con míseros
jornales.
ANARQUISTA 2: “No escarriarse. La iglesia nos
puede servir de granero y a los señoritos los vamos a
llevar a trabajar con nosotros al campo, si sois
conforme.”
ANARQUISTA 3: “¡Guerra a las instituciones y paz a
los hombres!”
ANARQUISTA 2: “¡Compañeros, el gran momento ha
llegado! Como ya está sucediendo en toda España,
procedo a proclamar solemnemente la instauración
del Comunismo Libertario.”
TODOS: “¡Viva el comunismo! ¡Viva!”
23 personas mueren víctimas de la brutal represión de
Casas Viejas. La tragedia sobrecoge a la opinión
pública. La derecha culpa al propio Azaña de lo
ocurrido e intenta derribarle en el Parlamento.
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Dentro del socialismo comienza a extenderse la idea de
que hay que abandonar el gobierno de coalición con los
republicanos para no compartir responsabilidades con
la burguesía reformista.
Lo sucedido en Casas Viejas supone un golpe político
mortal para el gabinete de Azaña, que acabará
dimitiendo en septiembre de 1933. Se convocan nuevas
elecciones para noviembre.
Ésta es la primera vez que, en España, votan las mujeres
en unas elecciones generales.
La asistencia femenina a las urnas es masiva. Éste es el
momento en que el Presidente de la República y su
mujer acuden a votar.
Las elecciones incluyen otra novedad: las derechas se
presentan, por primera vez, unidas en una coalición de
partidos llamada CEDA, Confederación Española de
Derechas Autónomas. Su líder es José María Gil
Robles y sus principios: Religión, Familia, Orden y
Prosperidad.
El resultado de las elecciones de noviembre da un vuelco
total a la situación.
La derecha triunfa, aunque no alcanza la mayoría. El
Partido Radical de Lerroux, de centro, se fortalece.
Los republicanos de izquierda sufren un batacazo, y los
socialistas pierden la mitad de escaños que habían
logrado en los comicios de 1931.
El encargado por el Presidente de la República para formar
Gobierno es el centrista Alejandro Lerroux.
El año de 1933 se despide con medio millón de parados.
Con este importante aumento del desempleo, España
empieza a padecer los efectos de la crisis económica
internacional iniciada en el año 1929.
El panorama que ofrece Europa, que lleva varios años
padeciendo la crisis, es desolador.
Países pujantes como Inglaterra o Alemania se han
derrumbado económicamente.
Como consecuencia del paro y la consiguiente pobreza,
se ha producido un claro retroceso del liberalismo en
beneficio de partidos, tanto de izquierdas como de
derechas, de signo totalitario y contrarios a los sistemas
parlamentarios.
En Alemania, la democracia ha sido aniquilada. Tras haber
ganado las elecciones, el nazi Adolf Hitler se ha hecho
con el poder absoluto y ha impuesto un Estado
totalitario.
En Italia, el fascismo de Mussolini se ha visto
radicalmente reforzado por el auge del nazismo en
Alemania.
En España, José Antonio Primo de Rivera –hijo del
dictador- acaba de fundar, en octubre de 1933, un
partido de corte fascista: Falange Española.
JOSÉ ANTONIO: “El movimiento que estamos
iniciando en España, no es una copia de ningún
movimiento extranjero, ha tomado del fascismo
italiano lo que tiene el fascismo de unidad, de
autoridad y de sustitución de la lucha de clases por
una idea de cooperación.”
El Gobierno centrista de Alejandro Lerroux, que
gobierna con el apoyo parlamentario de la CEDA,
imprime un giro más conservador a la República y
revisa gran parte de las reformas de los gobiernos de
Azaña.
En la oposición, los socialistas, desencantados por el
alto precio pagado por su participación en el
Gobierno, que les ha llevado a la derrota electoral,
se radicalizan.
Los llamados “bolcheviques” se hacen con el
control, tanto del partido como del sindicato.
Encabezados por Largo Caballero, comienzan a
preparar, poco después de las elecciones, una huelga
general revolucionaria como paso previo para
implantar en España un Estado Socialista.
Amenazan con llevar a cabo su plan revolucionario
si la CEDA entra en el Gobierno. Los socialistas
identifican a los “cedistas” con la amenaza fascista
que se extiende por Europa.
Asturias, 5 de octubre de 1934. La insurrección obrera
que los socialistas han estado preparando se pone en
marcha en la cuenca minera. La víspera, el Jefe de
Gobierno había anunciado la entrada en el gabinete
de 3 ministros de la CEDA. Los revolucionarios
asturianos asaltan los cuarteles de la Guardia Civil,
del Ejército y de las fábricas de armas.
Después de hacerse con la cuenca minera, toman
Oviedo.
Asturias es el único lugar donde las izquierdas,
incluidos los anarquistas y los comunistas, se han
unido para una sublevación que allí, de momento, ha
triunfado.
Barcelona, 6 de octubre.
Lluis Companys, nuevo Presidente de la Generalitat,
rompe con el Gobierno Central y proclama el Estado
Catalán dentro de la República federal española.
La insurrección catalana, que no cuenta con el
respaldo de los anarquistas, es aplastada por el
ejército, después de 10 horas de lucha. Se producen
46 muertos. El Gobierno republicano suspende
temporalmente el Estatuto, y encarcela a su
presidente.
La insurrección fracasa en el resto de España, incluida
la capital, Madrid. Sin embargo la llama
revolucionaria sigue encendida en Asturias.
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El Gobierno de la República declara el estado de Guerra y
encarga al general Franco la dirección de las
operaciones contra los sublevados.
Los enfrentamientos duran casi dos semanas y son de una
extrema brutalidad: alcanzan la dimensión de una
guerra civil.
El ejército acaba por sofocar la Revolución de Octubre,
que deja tras de sí un balance trágico:
• muertos y más de 2.000 heridos entre los
sublevados.
• 300 muertos y 800 heridos entre las fuerzas del
orden.
• Cerca de 30.000 personas son encarceladas. Entre
ellas los dirigentes del PSOE y la UGT. La
represión que sigue a la derrota de los
revolucionarios encona aún más los ánimos
La revolución de Asturias es el preludio de la Guerra Civil
española.
200.000 personas llegadas de toda España se dirigen, en
octubre de 1935, hacia el campo de Comillas, en
Madrid, donde Manuel Azaña va a dar un mitin.
Ha pasado un año desde la Revolución de Octubre y los
partidos de izquierda comienzan a recuperarse.
Azaña pide el entendimiento entre ellos para rescatar a la
República de manos de la derecha. Su propuesta
acabará cuajando en el Frente Popular, una coalición de
partidos que incluye desde la Izquierda Republicana
hasta los comunistas, pasando por los socialistas.
El Gobierno de coalición de centro-derecha cae y se
convocan elecciones para febrero de 1936. Es la
oportunidad que esperaba el Frente Popular. Su
campaña electoral se apoya en la petición de amnistía
para los presos de octubre y el restablecimiento de las
reformas de Azaña.
El interés que han despertado entre los españoles estas
elecciones se refleja en el alto índice de participación:
cerca del 73 por ciento. En esta ocasión, incluso los
anarquistas acuden a votar. El Frente Popular gana las
elecciones con un 47 por ciento de los votos. La
derecha obtiene el 45 por ciento. Y el centro un 5 por
ciento, con lo que, prácticamente, desaparece.
El mapa político queda así dibujado en dos grandes
bloques enfrentados: uno a la derecha y otro a la
izquierda.
Los simpatizantes del Frente Popular se echan a la calle
para celebrar la victoria. Comienzan a circular rumores
sobre una sublevación militar.
Manuel Azaña vuelve a hacerse cargo del Gobierno, éste
formado únicamente por republicanos. Los socialistas,
en esta ocasión, han preferido quedarse fuera.
El nuevo Gobierno aprueba inmediatamente una
amnistía para los presos políticos y, acto seguido,
restablece la Generalitat de Catalunya.
El presidente catalán, Companys, quien, gracias a la
amnistía aprobada ha salido de la cárcel, es
aclamado en su triunfal regreso a Barcelona.
Para acabar con los insistentes rumores que hablan de
un inminente golpe de Estado, Azaña aplica una
política de traslado forzoso a los generales que
estarían en condiciones de encabezar un
levantamiento: el general Franco es mandado a
Canarias, el general Poded a Baleares y el general
Mola a Pamplona.
Lo que Azaña no sabe es que Mola, en contacto con el
general Sanjurjo, que continúa en el exilio, puso ya
en marcha la conspiración militar en el mismo
momento que el triunfo del Frente Popular se hizo
público.
Desde su nuevo destino en Pamplona, Mola
proseguirá sus contactos para atraer a otros
generales a la causa golpista.
Tres meses después de las elecciones, Azaña es elegido
Presidente de la República.
A partir de las elecciones, la radicalización de la
política es cada vez más clara.
Las organizaciones juveniles de los partidos, que no
dejan de crecer, se militarizan.
Estas imágenes corresponden a la manifestación del
1 de Mayo organizada por los socialistas en defensa
de la unidad del proletariado.
Participan en el desfile las Juventudes Socialistas,
que acaban de fusionarse con las Comunistas.
Estas otras imágenes corresponden a un entrenamiento
paramilitar de las Juventudes de Falange Española.
El partido que dirige José Antonio Primo de Rivera, que
apenas consiguió 50.000 votos en las elecciones,
está creciendo ahora como la espuma. Las
juventudes de la CEDA se pasan en masa al partido
fascista.
En la primavera de 1936, el clima de violencia es ya
general en toda España.
Más de 200 personas mueren en enfrentamientos
políticos en los 3 meses que siguen a las elecciones.
En la derecha y en la izquierda, las juventudes de los
partidos ya sólo creen en las armas para solventar
sus diferencias políticas.
La rebelión militar, que el general Mola lleva meses
preparando, estalla el 17 de julio en Melilla.
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El 18 de julio, el general Franco se subleva en Canarias al
frente de su guarnición.
Tras dejar el control de Las Palmas en manos de los
insurrectos, vuela hacia Tetuán en el “Dragón Rapide”
para ponerse al mando de las tropas de Marruecos.
Franco ha sido uno de los últimos generales en sumarse
al golpe.
En la Península, la primera ciudad en caer en manos de
los sublevados es Sevilla. Luego van cayendo, una tras
otra, las capitales andaluzas.
La noticia del éxito de la sublevación en varias
provincias llega a Madrid en la tarde del 18 de julio. La
alarma se instala en la población. Los sindicatos
obreros exigen al Gobierno reparto de armas.
El Gobierno acaba cediendo.
LOCUTOR RADIO: “El Gobierno del Frente Popular se
ha reunido con carácter urgente a fin de examinar la
situación creada por el alzamiento del Ejército en
Marruecos. Como protesta por la actitud facciosa de las
fuerzas del ejército rebelde, las organizaciones
sindicales obreras CNT y UGT han declarado la huelga
general en toda la península y han ofrecido su
contingente de afiliados para salvaguardar la paz
interior. En los sindicatos y centros oficiales se reparte
armamento a los frentepopulistas, que de momento
mantienen a raya con su valor a los traidores a la
República.”
En Barcelona, los miembros del sindicato anarquista CNT,
muy fuerte en Cataluña, que llevan tiempo
preparándose para hacer frente a una posible
sublevación derechista, se echan a la calle el día 19 de
julio y consiguen reducir a los golpistas.
En Madrid, miles de obreros recién armados asaltan el
Cuartel de la Montaña, donde se han hecho fuertes los
militares sublevados. Los asaltantes consiguen la
victoria después de una matanza.
En Pamplona, el general Mola se ha sublevado con éxito y
con el entusiástico apoyo de los carlistas, que suman en
masa al levantamiento. También caen las principales
ciudades de Castilla y todas las de Galicia.
El avión que va a traer desde Lisboa a España al general
Sanjurjo para sumarse al golpe, se estrella al despegar.
Los golpistas pierden a su jefe.
Pasados los primeros días, los sublevados controlan sólo la
tercera parte del país.
Madrid y las ciudades industriales de España se han
opuesto al levantamiento. El golpe, por tanto, ha
fracasado.
Los generales Mola y Franco comprenden entonces que
sólo por medio de una larga guerra de conquista,
podrán alcanzar la victoria.
La Guerra Civil ha comenzado.
Con el fracaso del golpe, España queda rota entre dos
extremismos políticos.
En una parte del país estalla la revolución. En la
otra, la contrarrevolución. No hay terrenos
intermedios.
En la zona republicana, el Gobierno pierde la
autoridad y el poder, que pasan a manos de las
organizaciones obreras a través de los Comités
Populares. Hacer la revolución y ganar la guerra son
sus dos objetivos.
El Ejército, que ha quedado desmantelado tras la
sublevación, es sustituido por milicias populares de
sindicatos y partidos.
Éste es el ejército popular que va luchar contra los
militares sublevados.
En la zona rebelde, los generales constituyen una
Junta de Defensa que asume todos los poderes. El 1
de octubre, la Junta Militar elige al general Franco,
Jefe Supremo del Ejército y del Gobierno. Pasa a ser
“el Generalísimo”.
Los sublevados restauran inmediatamente el culto
católico en las zonas bajo su dominio.
La Iglesia recupera la posición de poder que la
República le había arrebatado.
Los obispos, agradecidos, redactan una carta
colectiva, dirigida a los católicos de todo el mundo,
otorgando a la contienda un carácter religioso. La
guerra civil se convierte en cruzada. La protección
de la religión católica amenazada, es uno de los
grandes argumentos utilizados por los rebeldes para
legitimar ante el mundo el alzamiento militar y la
guerra.
FRANCO (en inglés): “Gracias a las miles de almas que
siguen nuestro movimiento en defensa de la
civilización. Gracias a todos aquellos países que
sufrieron nuestros mismos problemas y nos ofrecen
su simpatía y apoyo moral. Y, gracias a todos
aquellos que escuchen esto y lo esparzan por el
mundo. Patria, Religión y Familia, ésta es nuestra
mira y nuestra fuerza.”
En la zona republicana ocurre todo lo contrario: la
Iglesia católica es perseguida a muerte.
La excepción es el País Vasco donde, poco después de
empezada la guerra, las Cortes han concedido el
estatuto de autonomía al País Vasco y se ha
constituido un Gobierno de nacionalistas y
republicanos.
Allí, la Iglesia y sus representantes son plenamente
respetados por el Gobierno, presidido por el
nacionalista José Antonio Aguirre.
Durante los primeros meses de la guerra, el ejercicio
masivo del terror se impone en los dos bandos.
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A lo largo de toda la guerra, la República no va a
recibir otra ayuda exterior verdaderamente
importante que la que recibe de Rusia.
Esta circunstancia favorece la penetración
progresiva de los comunistas españoles en los
aparatos de poder de la República.
La Internacional Comunista, que también apoya a la
República, envía a su vez a las Brigadas
Internacionales. Alrededor de 60.000 voluntarios, en
su mayoría comunistas, procedentes de 60 países,
llegan a España para combatir en las filas
republicanas.
Es entonces cuando se hace trágicamente famosa la
modalidad del “paseo”, por el que se saca a las víctimas
de sus casas durante la noche y, tras ser “paseados” en
camiones hasta las afueras de pueblos y ciudades, son
finalmente asesinados. Unos 150.000 españoles son
asesinados a lo largo de la guerra en ambas
retaguardias.
En la zona republicana, los comités revolucionarios inician
una represión feroz e incontrolada contra sus enemigos
políticos, los llamados fascistas.
Miles de ellos son detenidos y, en la mayor parte de los
casos, fusilados.
La guerra civil se convierte en una guerra de desgaste
que dura 3 largos años.
Los republicanos, lastrados por sus profundas
divisiones, tratan por todos los medios de resistir.
No abandonan la esperanza de que, si en Europa
estalla la guerra contra el fascismo, los gobiernos
democráticos acudan, por fin, en ayuda de la
República.
Por su parte, Franco, que parece no tener prisa en
acabar la guerra, lo que busca es aniquilar a la
República y a sus seguidores hasta eliminar para
siempre su influencia en España.
La represión es especialmente dura con la Iglesia, que
sufre la persecución más sangrienta de su historia.
En la zona sublevada el terror se ejerce con idéntica
contundencia. Con una diferencia: es un terror
controlado por las autoridades militares. Los
frentepopulistas, llamados “rojos”, son detenidos,
juzgados sumariamente y fusilados. Además, y al
margen del control férreo que los militares ejercen en la
zona franquista, existe un terror extraoficial que
practican los grupos de extrema derecha.
FRANCO: “España cumple en los momentos actuales
su destino providencial. Como en otras épocas,
derrama ahora su sangre en defensa de la
civilización. El mundo, en un mañana próximo,
comprenderá la magnitud del sacrificio y entonará
sus cantos de agradecimiento.”
Como en el otro bando, los falangistas dan el “paseo”,
durante la noche, a miles de sospechosos de ser “rojos”.
El poeta Federico García Lorca es una de sus víctimas.
Es fusilado, en Granada, al comienzo de la guerra.
Desde el primer momento de los enfrentamientos, se hace
evidente la importancia de la ayuda militar exterior para
poder ganar la guerra.
De hecho, es gracias a los aviones alemanes e italianos,
que acuden a la ayuda del ejército sublevado, que
Franco puede atravesar con sus tropas el Estrecho y
llegar a la Península.
Hitler y Mussolini son los dos grandes proveedores de
material de guerra a los sublevados. Italia colabora
además con el envío de 80.000 hombres y Alemania
con una unidad aérea de combate de 100 aviones y los
4.000 hombres de la Legión Cóndor.
La República sufre desde el primer momento serios
problemas para adquirir material de guerra. Francia e
Inglaterra deciden no suministrar armamento a ninguno
de los dos bandos combatientes.
La política de no intervención que siguen los gobiernos de
París y de Londres, es un intento de impedir que la
guerra civil española se convierta en el detonador de un
conflicto a escala mundial.
Después de casi tres años de guerra, el avance lento y
metódico del ejército franquista se demuestra
imparable. Poco a poco, tras duras batallas, se hace
con la totalidad del país. El 27 de marzo de 1939, la
República abandona definitivamente el campo de
batalla.
Al final de estos tres años de guerra civil, el dolor y el
odio se han extendido por el país hasta límites
insospechados.
De todos los atroces episodios padecidos en aquel
tiempo, el bombardeo de Guernica, llevado a cabo
por la Legión Cóndor, en el que murieron cientos de
personas, ha quedado para la opinión pública del
mundo entero como el símbolo de los horrores de la
guerra.
El “Guernica” es la imagen del espanto que universaliza
Pablo Picasso
En el otoño del 36, el líder comunista Stalin, decide
abandonar su política de neutralidad y acude en ayuda
de los republicanos.
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