¿Podrá superar el polo sus contradicciones?

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¿Podrá superar el polo sus contradicciones?
Gerinaldo Márquez G.
Ensayista y profesor universitario
Un Congreso signado por la ilegitimidad. 81 parlamentarios están siendo
investigados por sus nexos con los grupos criminales, los llamados paramilitares.
Una primera reelección ilegitima. La Corte Suprema de Justicia acaba de
confirmar que el acto legislativo que permitió la primera reelección de Álvaro Uribe
Vélez fue comprada con notarias, puestos, dineros. Teodolindo Avendaño recibió
por la notaria que le entregaron 200 millones de pesos. Iván Díaz Mateus ha sido
condenado por el delito de concusión, es decir, por presionar a Yidis Medina para
que cambiara su voto, o sería mejor decir, para que vendiera su voto y de esta
manera favorecer las aspiraciones de Álvaro Uribe para la primera reelección
presidencial. No hay duda que el Gobierno puso en funcionamiento su maquinaria,
los puestos, los recursos públicos para lograr aprobar la reforma constitucional
que lo hiciera posible.
Tampoco hay duda sobre la constricción a los electores por parte de los jefes de
los grupos paramilitares para favorecer la elección del presidente Uribe. Lo ha
dicho la abogada de Diego Fernando Murillo, alias “don Berna” en el tribunal
norteamericano de justicia que lo condenó a un poco más de 32 años de prisión.
Lo ha dicho también en su última entrevista a la Revista Cambio y ante la Corte
Suprema de Justicia el jefe paramilitar, Salvatore Mancuso. En el año 2002 los
grupos paramilitares hicieron campaña por Uribe y financiaron la misma. Esto lo
dicen los jefes paramilitares. Han pedido que sus familiares sean recibidos en
calidad de asilados en los Estados Unidos para declarar ante la justicia acerca de
sus apoyos en las Fuerzas Armadas, sus apoyos empresariales. El Embajador de
los Estados Unidos de manera cínica ha declarado que no quieren éste acuerdo y
ha dicho que los familiares están más seguros en Colombia que en Estados
Unidos. ¡¡¡Vaya cinismo!!
Tampoco cabe duda sobre la infiltración en el Departamento Administrativo de
Seguridad, DAS. La Policía política que depende directamente del Presidente de
la República se dedicó a servir al crimen. Suministró listados de líderes sindicales,
académicos y líderes de la oposición, algunos de ellos fueron asesinados. Jorge
Noguera, ex director del Das ha sido acusado por estos delitos. Pero también se
dedicó a interceptar las comunicaciones de líderes de la oposición, de periodistas,
defensores de derechos humanos, magistrados de las altas cortes de justicia, etc.
Tampoco cabe duda de los montajes que desde la Casa de Nariño se han
intentado en contra de los magistrados de la Sala Penal de la Corte Suprema que
investigan los nexos entre los políticos y los grupos paramilitares.
En medio de esta situación que es ampliamente favorable a los partidos de la
oposición que en buena medida han ayudado con sus debates de control político
en el Congreso a destapar esta olla podrida, esta misma oposición se muestra
totalmente errática en la coyuntura, que en principio le es ampliamente favorable.
Aquí, por ahora sólo nos ocuparemos del Polo Democrático Alternativo. Nacido de
un clamor popular por su unidad, ésta se logra finalmente en el año 2005. Las dos
vertientes agrupadas en el Polo Democrático Independiente, PDI y en Alternativa
Democrática, logran finalmente un acuerdo para fundar un Partido y un candidato
único. El ideario de Unidad proclamado en diciembre de 2005 junto a unas reglas
del juego para seleccionar un candidato único parecería el punto de llegada para
construir esa unidad. Con la regla de oro de la consulta popular Carlos Gaviria
Díaz se alza con la candidatura presidencial y logra un resultado electoral no sólo
digno sino histórico. En las elecciones presidenciales de 2006 Gaviria logra más
de 2.6 millones de votos quedando como la segunda fuerza política del país.
Parecería entonces que la izquierda hubiese alcanzado la mayoría de edad y el
suficiente peso para dedicarse a la política, al ejercicio de la política. Pero no fue
así.
Una dirección errática, excluyente. En vez de ocuparse de los grandes problemas
del país el Polo y su dirección se dedicaron durante más de tres años a la
pequeña política. Gaviria quedó preso de sus bases, es decir, de la izquierda
tradicional representada por el Partido Comunista y el MOIR. En vez de construir
en la situación política signada por los grandes debates sobre política y violencia,
pobreza, exclusión, etc. la dirigencia del Polo Democrático se dedicó a las
pequeñas causas, por demás a nuestro juicio equivocadas. Frente a temas como
la reforma política cuyo eje deberían ser las sanciones a los partidos aliados de los
grupos paramilitares, proclamó de la forma más absurda la propuesta de una
Asamblea Constituyente. En vez de acudir a la legitimación de los reclamos de la
Minga Indígena guardó silencio. Su falta de contundencia al momento de condenar
a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, en el episodio del
asesinato de los diputados, cruel y vilmente asesinados. Su equivocación al no
apoyar resueltamente la marcha del 4 de febrero de 2008 en contra de las FARC y
del secuestro. Su ausencia de los grandes debates nacionales. Todo ello
desdibujó el proyecto.
Luego viene un Congreso en que las equivocaciones se dan por igual en los tres
grandes sectores del Polo Democrático. La alianza entre la izquierda tradicional y
el llamado sector socialdemócrata es motivada también por las acusaciones del
senador Gustavo Petro, de supuestos vicios clientelistas en la administración de
Bogotá que preside Samuel Moreno, caracterizado líder del llamado sector
socialdemócrata del Polo. Los personalismos en que cada quien quiere imponer
sus intereses, la ausencia de una agenda política en medio de la crisis económica,
social y política. La falta de trabajo político en el noble sentido del término, es
decir, la batalla por construir una verdadera agenda de país aleja al Polo de sus
bases, de lo que lo nutre. Un Congreso centrado en los asuntos burocráticos. Un
Congreso intrascendente. Un Congreso sin alternativas frente a la crisis ética y
moral que carcome todo el cuerpo de la nación.
Lo demás es bien conocido. La izquierda tradicional quiere un Polo con una línea
política sin propuestas de reformas claras. Todavía se debate en si las reformas
son buenas o malas. Un Polo que no ofrece alternativas a los 4 millones de
desplazados, a los 20 millones de pobres. No ofrece alternativas ni propuestas
ante el fracaso de la política frente al narcotráfico. Se aleja de los medios
académicos, de la intelectualidad. No ofrece un debate serio ante los
planteamientos de Luís Eduardo Garzón que encarna un proyecto individualista y
desdibujado. El problema es que la partida de Garzón del Polo no corresponde a
una respuesta clara, precisa, de lo que representa su propuesta. El Polo está en
otra cosa. En las bases del Polo se comenta que cuando el Polo no está en
elecciones se inventa unas elecciones internas. Nadie juzga la política errónea
frente a la campaña electoral de 2007. Quién responde por el error político de no
haber apoyado a Alonso Salazar en Medellín, Jorge Iván Ospina en Cali, etc. etc.
El Congreso resume la crisis política del Polo. Sin una propuesta de país, los
proyectos individualistas se toman su agenda. Los asuntos burocráticos y la lucha
por el dominio del aparato son sus mayores preocupaciones. Crece el desanimo,
la desesperanza. Ante la mayor crisis política de la historia contemporánea del
país, el Polo se dedica a las disputas internas, a las reglas mecánicas. Al borde
del abismo se detiene. Algo que hubiese podido hacer en el Congreso, brindar
plenas garantías a las distintas tendencias políticas que se manifiestan en su
interior, lo hace para evitar el desastre que hubiese significado la salida del
senador Gustavo Petro y con ello consolidar su desaparición. Acordadas unas
mínimas reglas del juego reclamadas por este sector antes del Congreso y en el
Congreso mismo, ahora el Polo se apresta a una campaña política en que ha
perdido a una figura pública, como Luís Eduardo Garzón.
Los retos: podrá salir airoso el Polo de esta coyuntura
Todo depende ahora de si el Polo logra conectarse nuevamente con el país. La
salida de la crisis depende en buena medida, a mi juicio, de si es capaz de incidir
en fijar una verdadera agenda que resuma las angustias de los y las colombianas.
Depende de si es capaz de proyectar un debate con propuestas serias frente a la
corrupción, a la pobreza, a la crisis económica, al reto de construir una política
agraria que derrote o limite el poder del narcotráfico que es el verdadero
combustible de la guerra. Pero además debería adelantar una política de atracción
al centro democrático. Ello no puede hacerse sin propuestas económicas y
políticas a la clase media en crisis. Pero al mismo tiempo debe asumir la
construcción de una propuesta seria frente al poder de las mafias. Su mensaje
político tiene que incluir a sectores democráticos presentes en las toldas de los
llamados quíntuples, en los sectores liberales y en los uribistas desencantados.
Este es el tamaño del reto.
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