28 Lunes 13 de agosto de 2007 ZONA DE DEBATE PLANTEAMIENTOS CON RESPUESTA Ignacio Walker Presidente de Cieplan Chile tiene que innovar en muchas materias importantes en el ámbito político-institucional (mi postura al respecto es bastante crítica en el diagnóstico y radical en las propuestas), pero no en lo que se refiere al período presidencial. Generalmente, en América Latina los períodos presidenciales son de cuatro, cinco o seis años. Según un estudio reciente (“La Política Importa”, BID/IDEA, 2006), en nuestra región nueve países cuentan con períodos presidenciales de cuatro años, en otros siete son quinquenales y en dos (México y Venezuela) son de seis años. Comparativamente, no existen recomendaciones generales o fórmulas mágicas sobre esta materia. Es algo absolutamente opinable, que varía de un país a otro. En Chile, tuvimos quinquenios hasta 1920 y desde 1932 tuvimos sexenios. Tras la recuperación de la democracia en 1990, hemos tenido dos períodos presidenciales de cuatro años (Aylwin y Bachelet) y dos de seis años (Frei y Lagos), mientras que la Constitución de 1980 contemplaba períodos de ocho años (lo que fue modificado, temporalmente, en 1989, y definitivamente, a favor de períodos de cuatro años, en 2003). En estas líneas quiero hacer la defensa del período de cuatro años. Me sumo a los argumentos que, en diversas oportunidades, ha expresado Edgardo Boeninger en tal sentido y desde el gobierno de Patricio Aylwin (me tocó colaborar con Boeninger en ese período, y tratar este tema que sí estaba en la agenda –de alguna manera, sigue estándolo porque hay quiénes, legítimamente, son críticos de este número de años). Lo anterior, en el entendido que los períodos fijos son propios de las formas de gobierno presidenciales (toda América Latina), ya que una de las tantas ventajas que tiene la forma de gobierno parlamentaria -de la que soy un decidido defensor, para países como Chile, Uruguay o Costa Rica- es que no hay un período fijo: el gobierno permanece en el poder -sin perjuicio de la necesidad de llamar a elecciones cada cierto tiempo- mientras cuente con mayoría en el Parlamento (así de simple). Los argumentos en favor de un período de cuatro años con, al menos, los siguientes: rodolfo jara El período presidencial de cuatro años Tras la recuperación de la democracia en 1990, hemos tenido dos períodos presidenciales de cuatro años (Aylwin y Bachelet) y dos de seis años (Frei y Lagos). El principal argumento es el de la simultaneidad de las elecciones presidenciales y parlamentarias, lo que tiene varias ventajas que no viene al caso señalar, salvo por un testimonio personal: en mi primer período de diputado (1994-1998) pude advertir una gran productividad legislativa, lo que atribuyo, entre otras cosas, a que la elección simultánea de presidente y parlamentarios de 1993 permitió simplificar y reducir el número de elecciones en ese período legislativo. En cambio, en mi segundo período como diputado (19982002) tengo el recuerdo de una elección tras otra, incluyendo dos vueltas presidenciales, elecciones parlamentarias y municipales, con lo que la productividad parlamentaria se redujo enormemente. La simultaneidad corre en favor de períodos presidenciales breves, pues es difícil contemplar períodos para los diputados de cinco o seis años (en Estados Unidos es de dos años); El segundo argumento es que, hoy por hoy, los cambios y transformaciones adquieren una gran velocidad, todo lo cual hace que en un período de cuatro años se puedan hacer muchas cosas (¿no le parece que el período de Aylwin fue perfecto en términos del “timing”? –al igual, diría yo, que en todo lo demás). Lo que no se pudo hacer en un período de cuatro años, es mejor dejárselo al próximo gobierno; El tercer argumento es que, en un país como Chile, que busca la estabilidad, después de décadas de polarización política y cambios radicales, un período de cuatro años no admite transformaciones “re-fundacionales” que, generalmente, apuntan a cambiarlo todo, partiendo de “0”, como estábamos acostumbrados a hacerlo en nuestro país en el período anterior a 1973 (no me refiero sólo a Allende); También estoy de acuerdo con la no re-elección inmediata, pues se evita la tentación populista, con un Presidente-candidato en forma permanente. En América Latina, sólo cinco de dieciocho países permiten la re-elección inmediata de sus Presidentes, siete la permiten en algún período subsiguiente y cuatro la prohíben en términos absolutos. En síntesis, Chile tiene que innovar en muchas materias importantes en el ámbito político-institucional (mi postura al respecto es bastante crítica en el diagnóstico y radical en las propuestas), pero no en lo que se refiere al período presidencial…al menos mientras tengamos una forma de gobierno presidencial. analizan y responden... Al menos uno más… Cuatro años es mejor para Chile Las razones expuestas por el caso de Michelle Bachelet-, se Walker para defender un período produce un importante recambio presidencial de cuatro años no en los cuadros políticos y técnicos terminan por convencer. Aunque de la administración. El segundo, estamos de acuerdo en la conampliamente comentado por la veniencia de hacer simultáneas literatura, se refiere al último año de las elecciones parlamentarias y gobierno, período en el cual la clase Jorge Navarrete P. presidenciales, ¿por qué no hacer política está volcada a las siguientes Abogado y miembro del lo mismo aumentando la duración elecciones, con la consiguiente Consejo Ampliado de del mandato presidencial o, lo que pérdida de influencia y poder de Expansiva es mejor, modificando el período aquellas autoridades que pronto del ejercicio parlamentario? dejarán su cargo. Más allá de que asistimos a una época donde Por último, tampoco estoy de acuerdo con se ha dinamizado la forma en que se desarrollan aquella afirmación de que un período más una gran cantidad de actividades -no siendo la largo promovería la inestabilidad, sobre la base política una excepde un ánimo “reLas razones expuestas por ción-, tampoco es fundacional” que menos cierto que la Walker para defender un perío- podría tentar a bueexperiencia concreta na parte de nuestros muestra que existen do presidencial de cuatro años gobernantes. Si no dos momentos parno terminan por convencer. le sucedió a Eduarticularmente poco do Frei Ruiz Tagle, productivos en la gestión política de todo como tampoco a Ricardo Lagos, sospecho gobierno. El primero, en lo que usualmente se que dichos peligros se relacionan más con denomina “fase de instalación”, que consiste ciertos climas políticos puntuales que con el en aquel espacio de tiempo donde las nuevas diseño institucional escogido. En definitiva, y autoridades le toman el pulso a la tarea de gopara decirlo en una frase, soy partidario de un bernar, siendo éste un momento especialmente mandato presidencial de 5 años, sin reelección, largo y complejo cuando hay alternancia en combinado con un Congreso de composición el poder o, aunque no habiéndola -como fue unicameral por el mismo período. La discusión sobre la duración tarios resulta ser el argumento del período presidencial no es un fundamental a su favor, pues le da tema nuevo en la historia de la continuidad o productividad a la política chilena ni de los países labor del ejecutivo y del legislativo. latinoamericanos. Basta recordar Nuestra historia señala lo difícil que Pablo Lira que el año pasado fue la propia ha sido para los gobernantes manCientista político Instituto presidenta Bachelet quien plantener por más de tres o cuatro años Libertad teó la idea de extender el período altos grados de adhesión popular presidencial a cinco años, la cual fue recogida -producto del desgaste del gobierno-, donde por algunos parlamentarios de la Concertación su último período se transforma en una mera que presentaron, en septiembre de 2006, un administración (“pato cojo”). proyecto de ley con tal objetivo. Sin embargo, discrepo respecto del tema La extensión del período presidencial genera de la reelección inmediata del mandatario, ya divergencias. Hay quienes son partidarios de un que negarse a ésta por temor a caer en “popuperíodo de 6 o más años, tiempo que califican lismos”, resulta un argumento más bien débil. como ideal para que Si nos preocupa este Negarse a la reelección inel gobierno en ejerciriesgo, debiésemos cio logre desarrollar mediata por temor a caer en asumir modificacioplenamente su prones institucionales grama, otorgándole “populismos”, resulta un argu- complementarias una mayor estabilique restrinjan el uso mento más bien débil. dad y continuidad, de fondos sociales al permitirle desarrollar y conseguir mejores bajo el stress de la reelección. Cobra significaresultados en el plano del desarrollo de sus ción y relevancia la transparencia en el proceso políticas públicas, entre otras cosas. presupuestario y el aumento de atribuciones Pero quienes sostenemos, como bien lo parlamentarias en el control de la eficiencia y plantea el artículo de Cieplan, que un período la continuidad de los programas sociales. presidencial de cuatro años resulta ser el más Si queremos innovar en el ámbito políticoindicado para Chile, donde la simultaneidad institucional -y consolidad la democracia- la de las elecciones de presidente y parlamenreelección inmediata es un paso adelante.