La cerámica de Muel. Una tradición mudéjar 2

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La cerámica de Muel. Una tradición mudéjar
JOSÉ LUIS BEGUÉ GIMENO
La cerámica es el único arte para el que son precisos los
cuatro elementos fundamentales: tierra, agua, aire y fuego,
además de un modelador que cree a partir de éstos. Consideramos cerámica cualquier producción hecha en tierra cocida sea cual sea su composición, técnica o calidad.
Los talleres u obradores cerámicos también llamados alfares se agrupaban en las afueras de las poblaciones al
modo gremial. Es el caso del barrio Bajo y el Camino Real
en Muel, importante foco cerámico del Campo de Cariñena, que remonta su
actividad a la época
mudéjar.
Una primera aproximación a la cerámica nos
permite diferenciar dos tipos de obras, pese a
que comparten las mismas técnicas de trabajo y
decoración: la cerámica de aplicación arquitectónica y la vajilla. Dentro de esta última, aún podemos subdividirla en una serie de apartados,
de los que el más importante es el de uso doméstico, que engloba, a su vez, cuatro especialidades distintas: tinajería, cantería de torno, ollería y cerámica estannífera.
En el Campo de Cariñena nos consta la existencia de una serie de alfares tradicionales que
no han llegado hasta la actualidad. Es el caso de
los obradores de ollería de Alfamén y Encinacorba, o el de cerámica estannífera en Villanueva de Huerva. Van a ser los alfares de cerámica estannífera de Muel, sujetos a intensos
avatares históricos, los únicos que han conseguido llegar activos hasta nosotros, como fiel re-
El ceramista Javier Fanlo en su taller
de Muel.
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flejo de una fértil tradición recuperada en el siglo XX gracias al Taller-Escuela de
Cerámica de Muel, patrocinado por la Diputación Provincial de Zaragoza, a las autoridades locales y a un nutrido grupo de ceramistas comprometidos en rescatar
y mantener tan privilegiada herencia.
La cerámica estannífera, de compleja ejecución técnica, es la realizada en barro colado, torneada o modelada, vidriada con barniz blanco de estaño y decorada de
diferentes maneras. Se trata de una aportación islámica a la cerámica española, que
tiene como ingredientes básicos el estaño y el plomo.
En Aragón, su producción fue muy limitada, siendo de destacar tres centros productivos: Teruel, Muel y Villafeliche. En los tres se va a trabajar básicamente en dos
especialidades, la vajilla y la azulejería, que irán evolucionando al compás de las
modas. Se puede distinguir en su actividad dos épocas diferentes: una primera, hasta
1610, en que dominan las técnicas y modelos mudéjares, y otra segunda, que abarcaría desde la expulsión de los moriscos hasta la actualidad, en la que los nuevos
alfareros aportan técnicas, formas y tipos de decoración novedosos.
La cerámica de Muel alcanzó una merecida fama a partir del siglo XV. En el siglo
XVI era tal el reconocimiento alcanzado que su influencia se extiende tanto a los
alfares próximos de Cadrete, María de Huerva o Zaragoza, como a los más alejados de Villafeliche o Morata de Jalón. En la denominada vajilla de Muel, o tipo Muel,
destacaron dos series de cerámicas: la azul y la dorada. Esta última variedad, perdida durante siglos, ha sido recuperada gracias a los relatos que sobre ella hiciera el arquero Enrique Cock, quien, recorriendo Aragón al servicio de Felipe II, se
detuvo en Muel en el año 1585 y tomó unas importantísimas notas sobre las actividades cerámicas realizadas por los moriscos del lugar.
La decoración de estas obras evolucionó
desde unos primeros modelos influidos por
la vajilla de Manises a otros cada vez más
personales en los que se combinaban magistralmente el dorado con el azul y el
verde, además del blanco. Las composiciones ornamentales de esta vajilla eran de inspiración mudéjar, si tenemos en cuenta el
tratamiento plano y superficial dado a los
motivos, el gusto por los ritmos de repetición y alternancia cercanos al hórror vacui,
así como la disposición simétrica de la decoración y las combinaciones en positivonegativo.
Pieza de cerámica de Muel elaborada en
la actualidad siguiendo modelos y técnicas
tradicionales.
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Comarca de Campo de Cariñena
Con la expulsión de los moriscos, los obradores quedaron vacíos, lo que dio lugar a la
búsqueda de nuevos alfareros. En un primer
Muel: tradición ceramista
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momento llegaron a Muel ceramistas venidos, en su mayoría,
de Reus, aunque al poco tiempo su procedencia se diversifica. Estos nuevos contingentes
traerán motivos y formas diferentes a los de la etapa anterior.
La loza dorada, como ya hemos
dicho, deja de fabricarse.
Dentro de la cerámica de aplicación arquitectónica desarrollada en Muel podemos destacar la cerámica de arista o
cuenca, que, recogiendo el reMuel. Azulejos de arista.
pertorio ornamental puesto de
moda en Manises, se va a elaborar desde el siglo XVI. El éxito de este tipo de cerámica se debió a la novedad
de su policromía (blanco, azul, verde, melado y negro) y a la facilidad de su fabricación. Los azulejos fueron empleados tanto en exteriores, siendo la torre de
Utebo uno de sus primeros ejemplos, como en interiores. En este caso los encontramos hasta mediados del siglo XVIII en suelos y muros de iglesias o palacios.
Una de las novedades aportadas por los alfareros de Muel en esta segunda época
son los azulejos realizados con la técnica del pintado a pincel, que alcanzó una amplia difusión en los siglos XVII y XVIII. En la primera centuria nos constan importantes trabajos para la Seo zaragozana y casas particulares de esta ciudad; mientras que en la segunda, que cuenta con modelos más logrados, destaca el frontal
del altar de las santas Justa y Rufina de la parroquial de Muel.
A partir del siglo XIX se inicia un periodo de continua decadencia que lleva a la
práctica desaparición de la actividad a comienzos del siglo XX. La revitalización,
como ya apuntábamos, surge en esta misma centuria de la mano de las autoridades locales y de la Diputación Provincial de Zaragoza, con la creación del TallerEscuela de Cerámica de Muel, y, fundamentalmente, de los pequeños obradores
nacidos de las iniciativas particulares que, si bien han recuperado la memoria de
los antiguos modelos, también han sabido adaptar su producción a las exigencias
actuales.
Página derecha: Muel. Ermita de la Virgen de la Fuente. Arrimadero de azulejos a pincel (siglo XVIII).
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Taller-Escuela de Cerámica de Muel.
Bibliografía
ÁLVARO ZAMORA, María Isabel, La cerámica aragonesa, Librería General, Zaragoza, 1976 y 1980.
—, «La cerámica de Muel. Su etapa mudéjar», en I Simposio Internacional de Mudejarismo (Teruel, 1975),
1981, pp. 121-129.
—, La cerámica aragonesa, CAI, Zaragoza, 1999.
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