HISTORIA DEL DERECHO ESPAÑOL LA ÉPOCA PRIMITIVA GRUPO DADE (51) Profa. Mª Magdalena Martínez Almira Covada (del francés, couver, incubar), costumbre por la que la madre, durante el nacimiento de un hijo o inmediatamente después, le cede el lecho al padre. A veces consistía en la entrega del bebé al padre por parte de la madre para que éste se ocupara de él. En muchas sociedades, la función social de la covada es reafirmar el papel o la legitimidad del padre. Se suele asociar con sociedades matriarcales o matrilineales. Esta costumbre, practicada por algunos pueblos, especialmente de América del Sur y Nueva Guinea, se encontraba también en Europa entre cántabros, vascos, ibicencos y corsos. De hecho se cree que hoy día existen vestigios de esta costumbre en Europa, incluso hay quien considera que una nueva forma de covada aparecería en las sociedades occidentales cuando los hombres acompañan a las embarazadas al obstetra y asisten con ellas a cursos de preparación al parto y al momento del alumbramiento La covada sirve: 1) al niño, porque significa que el padre se hace presente desde el comienzo y lo incorpora a sus primeras sensaciones y vivencias. Permite que se establezcan los primeros lazos afectivos (attachement), que son los fundacionales, con sus dos progenitores y no sólo con la madre. 2) al padre, porque le permite la elaboración interna que requiere su transformación en "padre". 1 3) a la madre, porque la presencia cercana del padre significa un insustituible apoyo, contención y garantía de futuro, facilitándole una relación equilibrada con su maternidad Cántabros. Sobre este pueblo, el verso del poeta Horacio: "El cántabro, no enseñado a llevar nuestro yugo", o extracto del geógrafo romano Estrabón que recogemos a continuación: Estos se alimentan, en dos tiempos del año, de bellota, secándola, moliéndola y haciendo pan de la harina. Forman bebida de cebada; tienen poco vino, y el que llega le consumen luego en convites con los parientes. Usan de manteca en lugar de aceite. Cenan sentados, dispuestos a este fin asientos en las paredes. La edad y la dignidad llevan los primeros lugares. Mientras se sirve la bebida bailan a son de gaita y de flauta. Vístense todos de negro con sayos, de que forman cama, echándolos sobre gergon de hierbas. Tienen vasos de cera como los celtas, y las mujeres gastan ropas floridas o de color de rosa. En lugar de dinero conmutan una cosa por otra, o cortan algo de una lámina o plancha de plata. A los condenados a muerte los precipitan desde una roca, y a los patricidas los cubren de piedras fuera de sus términos o de sus ríos. Los casamientos son al modo de los griegos; y a los enfermos los sacan al público, como los egipcios, a fin de tomar consejo de los que hayan sanado de semejante accidente. 2