36 Luarca se funde en el mar gracias a insondables acantilados y cercanas playas, a tierras y culturas que parece que quieren el contacto permanente con las aguas marinas. Miran y sienten el mar Cantábrico. Pero la villa blanca de la Costa Verde es mucho más que eso. Perderse por sus calles es sentir nuevas emociones. Luarca, embruja. 37 Por Ana M. Serrano Fotografías de Ernesto García Las Hoces del Esva, Monumento Natural, ofrece unas vistas de insondable valor. E l Premio Nobel de Medicina Severo Ochoa empezó a buscar las entrañas de la vida en Luarca. Allí encontró un lugar donde dejarse llevar, donde sorprenderse por la naturaleza, por lo salvaje. Sus primeros apuntes pseudocientíficos quizás se tejieron al amparo de un paisaje para él muy familiar, aunque siempre evocador: el de su villa natal, Luarca, y la playa de Portizuelo. Luarca, capital de Valdés, dibuja un paisaje singular y lleno de vida. Se funde con el mar y al son del ir y venir de las olas, de ese movimiento marino que surca sus tierras erosionando el terreno hasta trazar curvas a su antojo, se alza frente a la costa; con acantilados al este, playas al oeste, faro al norte. Única en los más de 300 kilómetros de litoral costero asturiana. La afamada villa, la llamada ‘villa blanca de la Costa Verde’, tiene tantos lugares de interés para visitar como zonas donde perderse y disfrutar. Los mismos. Y merece la pena conocerlos todos. El río Negro, en su desembocadura, surca de principio a fin la villa y se convierte en un escaparate para muchos. En los puentes que lo atraviesan el visitante puede detenerse a escuchar cómo bajan las aguas o simplemente a contemplar la presencia de vida marina. El río puede servir de improvisado itinerario. Si se sigue su curso natural, se acaba conociendo la villa de principio a fin. Divide Luarca en dos zonas: una, está presidida por el puerto y el barrio del Cambaral; la otra, es el centro de la villa, comunica con las playas y el barrio de La Pescadería. Ambas tienen su encanto particular, tan diferenciado como su paisaje. El puerto se reconoce por el color de las embarcaciones, de recreo y pesqueros, que ofrecen una estampa de fotografía. El centro es un lugar donde palpar el pulso diario de la vida en la villa. Una y otra zona están comunicadas por siete puentes que, como el río Negro, jalonan Luarca. El último, en la desembocadura, acerca como ningún otro las dos tierras: comunica la lonja, donde los pescadores 38 De ruta por Las Hoces del Esva Los más aventureros, aquellos que prefieren adentrarse en el interior, pueden disfrutar de un paisaje diferente a pocos kilómetros de Luarca. Se trata del Monumento Natural Las Hoces del Esva, también en el concejo de Valdés. Hay dos itinerarios que se pueden seguir, dependiendo del carácter aventurero de cada uno. La Oficina de Turismo de Luarca puede ofrecer información al respecto. Las Hoces del Esva son conocidas por ser paraje natural. Es la garganta que traza el río desde las sierras de Villagermonde a Andornoso. Las paredes son de hasta 500 metros de altura. Un lugar donde perderse, desconocer y retratar para el recuerdo. fijaron históricamente su lugar de encuentro habitual, con las playas. No es fácil seleccionar lo más llamativo de esta villa del occidente asturiano. Se debe recorrer cada uno de sus rincones e imbuirse de la vida diaria, de lo cotidiano, para dejarse embrujar. Poco a poco, se irán conociendo esos lugares inhóspitos en unos casos, sorprendentes en otros, de una población que con los años se ha vuelto turística. Presiden el interior de la villa angostas calles para perderse, llenas de edificios históricos que conviven con otros ruinosos y con unos terceros más modernos. Las calles Lobo, El Pilarín, la céntrica plaza del Ayuntamiento, la avenida Álvaro de Albornoz… El cementerio de Luarca es el único del norte que mira al mar. También singulares son los barrios históricos que, a uno y otro lado de la villa, aún tienen vida: el del Cambaral y el de La Pescadería. Esta disposición natural de las laderas hace que la luz del día sea diferente en Luarca. Llega más tarde al amanecer y se esconde antes al atardecer. Las vistas desde el capilla de la Atalaya son espectaculares, a la derecha sorprende la villa en todo su explendor; a la izquierda, los acantilados La villa del encanto Para palpar el pulso de la vida diaria, un callejero puede ayudar a visitar todos los rincones. Conviene conocer toda la villa, no sólo las travesías que llegan al puerto y que la convierten en una villa marinera de tantas del occidente. El interior de Luarca se compone de lugares con encantos para descubrir: la histórica Fuente del Bruxo (siglo XVIII), ubicada en la calle de la Estación; las travesías que surcan la montaña por los barrios de El Cambaral y La Pescadería, hasta llegar a Vi- Puente del Beso, que da acceso al histórico barrio de la Pescadería. A pocos metros se encuentran las playas de Luarca. Acceso por carretera: Luarca es una villa marinera, capital del municipio de Valdés. Desde Oviedo, si se sigue la autovía del Cantábrico, se llega a la villa en casi una hora; desde el aeropuerto, en 25 minutos. Luarca se encuentra en un punto neurálgico de la zona occidental de Asturias, cerca de los principales atractivos de esta parte de la región. Pertenece a la Comarca Vaqueira, compuesta por otros cuatro municipios. 39 De película Valdés está salpicado de playas de alto valor paisajístico. Son arenales en algunos casos poco conocidos y visitados, auténticos parajes naturales llenos de encanto, aunque con accesos a veces difíciles. La playa de Cueva es uno de ellos. También la de Barayo. En la primera desemboca el río Esva; es una playa abierta, con arena en la orilla en bajamar y de unos 550 metros de longitud. La segunda es un paraje natural con una pista de piedra como acceso que merece la pena visitar por su alto valor ambiental y paisajístico. Es Reserva Parcial: sus dunas y sus marismas la han hecho única. La maravilla natural de la playa de Cueva destaca por sí sola. En la imagen puede apreciarse la desembocadura del río Esva. La playa de Barayo es Reserva Natural por sus dunas y marismas. Vista de la playa de Portizuelo, con su singular pedrón al fondo. Se ha convertido en un icono para los biólogos por su riqueza natural. llar y al Chano respectivamente; la plaza del Ayuntamiento y la calle Uría, centro neurálgico de la ciudad; o las playas... son algunas de las zonas que ofrece la Luarca singular. Con el barrio de La Pescadería como entrada, se pisa la costa. La playa de Luarca se ha convertido en ruta diaria para muchos lugareños. Su paseo une las tres playas, separadas por peñones. Son la Primera, la Segunda y la Tercera, como dicen en la zona. Desde la Primera, al frente se puede contemplar el final del muelle, una explanada de cemento, con protecciones frente al mar, donde se alza una escultura en recuerdo de Severo Ochoa. Otro de los itinerarios para seguir la 40 Conviene conocer toda la villa, no sólo las travesías que llegan al puerto y que la convierten en una villa marinera de tantas del Occidente ruta es la carretera del faro. Una travesía sinuosa que recorre la ladera hasta llegar a la Capilla de la Atalaya y al faro, ambos construidos en el mismo lugar. Desde allí, a un lado y al otro, las vistas son espectaculares. Mirando al norte; a la derecha sorprende la villa en todo su esplendor; a la izquierda, acantilados de todo el concejo hasta alcanzar el Cabo Busto; una de las delicias que nos ofrece el municipio de Valdés. Patrimonio histórico Luarca tiene otros tesoros, esta vez históricos y culturales. Los llamados escalerones dan acceso al palacio del Marqués de Ferrera, hoy Casa de Cultura. El edificio conserva su estructura particular. Pero siguiendo esta senda que marca el inicio de una ruta Otros atractivos por conocer Aula del Mar: alberga una exposición de calamares gigantes y reseñas a la vida del mar. También se puede visitar una muestra sobre la tradición ballenera de Luarca. Se encuentra en las inmediaciones de la estación de Feve. Horario: de 10-14 horas y de 16-20 El centro de la villa es un lugar para perderse y empaparse de la vida diaria de Luarca. Al fondo, el edificio del Ayuntamiento. Gastronomía de pesca La ruta es un lugar de encuentro para los propietarios de restaurantes. Como villa marinera, si algo se puede degustar en Luarca son productos y platos típicos del mar. Pescado por doquier con las comidas tradicionales asturianas. Hay fabas y también calamares de Luarca. Si tiene la suerte y la temporada ha sido buena, en los restaurantes de la zona se cuidarán de reseñarlo. Atienda bien a las cartas. Actividad en la lonja de Luarca. Museo Etnográfico de Luarca: a 1.8 kilómetros de Luarca se encuentra esta exposición de 1.300 piezas, entre aperos ganaderos y agrícolas y otros artilugios que recuerdan tiempos anteriores. San Martín s/n 33791 Luarca-Valdés Teléfono: 985 640 342 empinada, se llega al barrio residencial de Villar, donde se pueden encontrar miradores con belleza singular. En este barrio, donde nació Severo Ochoa, todavía parece que todo está por descubrir. Allí se encuentra la playa de Portizuelo, que tanto recorrió el Premio Nobel de Medicina, y que aún se mantiene virgen por sus desconocidos accesos. La visitan algún buceador o grupos de biólogos que intentan rememorar una figura clave, la de Severo Ochoa, y también conocer la diversidad siempre reconocida de la fauna y flora de Portizuelo. Hacer un repaso a la historia de Luarca es fácil si se hace desde la Mesa de los Mareantes, zona de encanto. El recinto fue realizado entre 1955 y 1959 y es uno de los más visitados quizás porque recuerda la cultura de las gentes de este lugar: allí se reunían los marineros para determinar si era o no posible faenar. Un gran panel escenifica la reunión de los llamados maestres de naos. Cerca, varios grabados ilustran episodios de la villa desde el siglo IX. Luarca, blanca y ballenera, donde todavía se mantienen vivos los recuerdos a estas artes. Desde aquí, un mirador adentra al visitante en la historia y desde este lugar es posible contemplar los dos barrios pesqueros por excelencia, y Luarca en su conjunto: desde las playas a la montaña del Chano, desde el litoral al interior. Una vez más, territorio por conquistar, de fantasía, esperando para embrujar. Que se funde, como ningún otro en el occidente, con el mar 41