Luarca se funde en el mar gracias a insondables

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Luarca se funde en el mar gracias a insondables acantilados y cercanas playas, a
tierras y culturas que parece que quieren el contacto permanente con las aguas
marinas. Miran y sienten el mar Cantábrico. Pero la villa blanca de la Costa Verde
es mucho más que eso. Perderse por sus calles es sentir nuevas emociones.
Luarca, embruja.
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Por Ana M. Serrano
Fotografías de Ernesto García
Las Hoces del Esva, Monumento
Natural, ofrece unas vistas de
insondable valor.
E
l Premio Nobel de Medicina Severo Ochoa empezó a buscar
las entrañas de la vida en Luarca. Allí encontró un lugar donde
dejarse llevar, donde sorprenderse por
la naturaleza, por lo salvaje. Sus primeros apuntes pseudocientíficos quizás se
tejieron al amparo de un paisaje para él
muy familiar, aunque siempre evocador:
el de su villa natal, Luarca, y la playa de
Portizuelo.
Luarca, capital de Valdés, dibuja un
paisaje singular y lleno de vida. Se funde con el mar y al son del ir y venir de
las olas, de ese movimiento marino que
surca sus tierras erosionando el terreno
hasta trazar curvas a su antojo, se alza
frente a la costa; con acantilados al este,
playas al oeste, faro al norte. Única en
los más de 300 kilómetros de litoral costero asturiana. La afamada villa, la llamada ‘villa blanca de la Costa Verde’, tiene
tantos lugares de interés para visitar
como zonas donde perderse y disfrutar.
Los mismos. Y merece la pena conocerlos
todos.
El río Negro, en su desembocadura,
surca de principio a fin la villa y se convierte en un escaparate para muchos. En
los puentes que lo atraviesan el visitante
puede detenerse a escuchar cómo bajan
las aguas o simplemente a contemplar la
presencia de vida marina.
El río puede servir de improvisado
itinerario. Si se sigue su curso natural,
se acaba conociendo la villa de principio
a fin. Divide Luarca en dos zonas: una,
está presidida por el puerto y el barrio
del Cambaral; la otra, es el centro de la
villa, comunica con las playas y el barrio
de La Pescadería. Ambas tienen su encanto particular, tan diferenciado como
su paisaje. El puerto se reconoce por el
color de las embarcaciones, de recreo y
pesqueros, que ofrecen una estampa de
fotografía.
El centro es un lugar donde palpar el
pulso diario de la vida en la villa. Una
y otra zona están comunicadas por siete
puentes que, como el río Negro, jalonan
Luarca. El último, en la desembocadura,
acerca como ningún otro las dos tierras:
comunica la lonja, donde los pescadores
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De ruta por Las Hoces del Esva
Los más aventureros, aquellos que prefieren adentrarse en el interior, pueden disfrutar de un paisaje diferente a pocos kilómetros de Luarca. Se trata del Monumento
Natural Las Hoces del Esva, también en el concejo de Valdés. Hay dos itinerarios que
se pueden seguir, dependiendo del carácter aventurero de cada uno. La Oficina de Turismo de Luarca puede ofrecer información al respecto.
Las Hoces del Esva son conocidas por ser paraje natural. Es la garganta que traza
el río desde las sierras de Villagermonde a Andornoso. Las paredes son de hasta 500
metros de altura. Un lugar donde perderse, desconocer y retratar para el recuerdo.
fijaron históricamente su lugar de
encuentro habitual, con las playas.
No es fácil seleccionar lo más llamativo de esta villa del occidente
asturiano. Se debe recorrer cada uno
de sus rincones e imbuirse de la vida
diaria, de lo cotidiano, para dejarse
embrujar. Poco a poco, se irán conociendo esos lugares inhóspitos en
unos casos, sorprendentes en otros,
de una población que con los años
se ha vuelto turística. Presiden el interior de la villa angostas calles para
perderse, llenas de edificios históricos que conviven con otros ruinosos
y con unos terceros más modernos.
Las calles Lobo, El Pilarín, la céntrica plaza del Ayuntamiento, la avenida Álvaro de Albornoz…
El cementerio de Luarca es el único
del norte que mira al mar. También
singulares son los barrios históricos
que, a uno y otro lado de la villa,
aún tienen vida: el del Cambaral y
el de La Pescadería. Esta disposición
natural de las laderas hace que la
luz del día sea diferente en Luarca.
Llega más tarde al amanecer y se esconde antes al atardecer.
Las vistas desde el
capilla de la Atalaya
son espectaculares, a
la derecha sorprende
la villa en todo su explendor; a la izquierda, los acantilados
La villa del encanto
Para palpar el pulso de la vida diaria,
un callejero puede ayudar a visitar
todos los rincones. Conviene conocer
toda la villa, no sólo las travesías que
llegan al puerto y que la convierten en
una villa marinera de tantas del occidente. El interior de Luarca se compone de lugares con encantos para descubrir: la histórica Fuente del Bruxo
(siglo XVIII), ubicada en la calle de la
Estación; las travesías que surcan la
montaña por los barrios de El Cambaral y La Pescadería, hasta llegar a Vi-
Puente del Beso, que da acceso al histórico
barrio de la Pescadería. A pocos metros se
encuentran las playas de Luarca.
Acceso por carretera:
Luarca es una villa marinera, capital del municipio de
Valdés. Desde Oviedo, si se sigue la autovía del Cantábrico, se llega a la villa en casi una hora; desde el
aeropuerto, en 25 minutos.
Luarca se encuentra en un punto neurálgico de la zona
occidental de Asturias, cerca de los principales atractivos de esta parte de la región. Pertenece a la Comarca
Vaqueira, compuesta por otros cuatro municipios.
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De película
Valdés está salpicado de
playas de alto valor paisajístico. Son arenales en
algunos casos poco conocidos y visitados, auténticos
parajes naturales llenos de
encanto, aunque con accesos a veces difíciles. La
playa de Cueva es uno de
ellos. También la de Barayo. En la primera desemboca el río Esva; es una playa abierta, con arena en la
orilla en bajamar y de unos
550 metros de longitud.
La segunda es un paraje
natural con una pista de
piedra como acceso que
merece la pena visitar por
su alto valor ambiental y
paisajístico. Es Reserva
Parcial: sus dunas y sus
marismas la han hecho
única.
La maravilla natural de la playa de Cueva
destaca por sí sola. En la imagen puede
apreciarse la desembocadura del río Esva.
La playa de Barayo es Reserva Natural
por sus dunas y marismas.
Vista de la playa de Portizuelo, con su
singular pedrón al fondo. Se ha convertido en un icono para los biólogos por
su riqueza natural.
llar y al Chano respectivamente; la plaza del
Ayuntamiento y la calle Uría, centro neurálgico de la ciudad; o las playas... son algunas de
las zonas que ofrece la Luarca singular.
Con el barrio de La Pescadería como entrada, se pisa la costa. La playa de Luarca se ha
convertido en ruta diaria para muchos lugareños. Su paseo une las tres playas, separadas por peñones. Son la Primera, la Segunda
y la Tercera, como dicen en la zona. Desde
la Primera, al frente se puede contemplar el
final del muelle, una explanada de cemento,
con protecciones frente al mar, donde se alza
una escultura en recuerdo de Severo Ochoa.
Otro de los itinerarios para seguir la
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Conviene conocer
toda la villa, no sólo
las travesías que
llegan al puerto y que
la convierten en una
villa marinera de
tantas del Occidente
ruta es la carretera del faro. Una travesía
sinuosa que recorre la ladera hasta llegar
a la Capilla de la Atalaya y al faro, ambos
construidos en el mismo lugar. Desde allí,
a un lado y al otro, las vistas son espectaculares. Mirando al norte; a la derecha
sorprende la villa en todo su esplendor; a
la izquierda, acantilados de todo el concejo hasta alcanzar el Cabo Busto; una de
las delicias que nos ofrece el municipio de
Valdés.
Patrimonio histórico
Luarca tiene otros tesoros, esta vez históricos y culturales. Los llamados escalerones
dan acceso al palacio del Marqués de Ferrera, hoy Casa de Cultura. El edificio conserva su estructura particular. Pero siguiendo
esta senda que marca el inicio de una ruta
Otros atractivos por conocer
Aula del Mar: alberga una exposición de calamares
gigantes y reseñas a la vida del mar. También se puede visitar una muestra sobre la tradición ballenera
de Luarca. Se encuentra en las inmediaciones de la
estación de Feve.
Horario: de 10-14 horas y de 16-20
El centro de la villa es un lugar para perderse
y empaparse de la vida diaria de Luarca.
Al fondo, el edificio del Ayuntamiento.
Gastronomía de pesca
La ruta es un lugar de encuentro para los propietarios de restaurantes. Como
villa marinera, si algo se puede degustar en Luarca son productos y platos típicos del mar. Pescado por doquier con las comidas tradicionales asturianas.
Hay fabas y también calamares de Luarca. Si tiene la suerte y la temporada ha
sido buena, en los restaurantes de la zona se cuidarán de reseñarlo. Atienda
bien a las cartas.
Actividad en la lonja de Luarca.
Museo Etnográfico de Luarca: a 1.8 kilómetros de
Luarca se encuentra esta exposición de 1.300 piezas,
entre aperos ganaderos y agrícolas y otros artilugios que
recuerdan tiempos anteriores.
San Martín s/n
33791 Luarca-Valdés
Teléfono: 985 640 342
empinada, se llega al barrio residencial de
Villar, donde se pueden encontrar miradores
con belleza singular.
En este barrio, donde nació Severo Ochoa,
todavía parece que todo está por descubrir.
Allí se encuentra la playa de Portizuelo, que
tanto recorrió el Premio Nobel de Medicina,
y que aún se mantiene virgen por sus desconocidos accesos. La visitan algún buceador o
grupos de biólogos que intentan rememorar
una figura clave, la de Severo Ochoa, y también conocer la diversidad siempre reconocida de la fauna y flora de Portizuelo.
Hacer un repaso a la historia de Luarca es
fácil si se hace desde la Mesa de los Mareantes,
zona de encanto. El recinto fue realizado entre 1955 y 1959 y es uno de los más visitados
quizás porque recuerda la cultura de las gentes de este lugar: allí se reunían los marineros
para determinar si era o no posible faenar. Un
gran panel escenifica la reunión de los llamados maestres de naos. Cerca, varios grabados
ilustran episodios de la villa desde el siglo IX.
Luarca, blanca y ballenera, donde todavía se
mantienen vivos los recuerdos a estas artes.
Desde aquí, un mirador adentra al visitante
en la historia y desde este lugar es posible
contemplar los dos barrios pesqueros por
excelencia, y Luarca en su conjunto: desde
las playas a la montaña del Chano, desde el
litoral al interior. Una vez más, territorio por
conquistar, de fantasía, esperando para embrujar. Que se funde, como ningún otro en el
occidente, con el mar
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