Parece mentira el ruido que escucho en las calles de B

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Parece mentira el ruido que escucho en las calles de BH
Plan filipino. En un principio era lo que parecía el viaje a Brasil, viendo el cúmulo de
complicaciones para llegar a eso: los vuelos, charter, entradas, laburo, etc. Sin contar el
resultado que no era de lo más alentador. Y realmente fue así. Saliendo a las 4 de la
mañana, casi sin dormir de los nervios, viaje a San Pablo, donde buscaba una flor
amariy* que Caño dijo usar en el avión, pero se la “olvidó”. Cambio de aeropuerto,
vuelo a Horizonte, donde la primera enfierrad* enemiga fue el menú: Poy*.
Conchitumuá. Micro hasta el centro. Hasta ahí con casi toda compañía pincha. Apenas
bajamos, ya las muestras de hostilidad empezaron a ser más evidentes: gritos por la
calle desde todos lados. Llegamos al hotel, dejamos las cosas y buscando algo en que ir
al Mineirinho, centro deportivo al lado del estadio donde se juntaban los argentinos, nos
encontramos con otros pinchas que iban en combi. El organizador, Tony, nos dejó a
pata diciendo “Nooo, no se puede, no te dejan los choferes”. Bueh, buscando taxi y
siguiendo las combis, para no entrar solos, Para variar, el chofer hincha de Cruzeir*,
como nos pasó en Montevideo. “Suerte, pero ganhamos dois a cero” dijo el tipo. Jes,
traductor oficial de portuñol, le contestaba “ feistejar antes no porta bona fortuna”. Acá
vimos las primeras banderas de los locales: Tricampeao 09. Emiratos Árabes. Mundial
de Clubes. Pará, pará! Comprá una! Verán las fotos. Guardadita en un bolsillo, fue a la
cancha con nosotros.
Luego de la concentración en el Mineirinho, vino el gran susto: por un pasillito armado
por la Policía, entre miles de brasileños nos hicieron desfilar como doscientos metros.
Nos gritaban. No importa. Nos puteaban. No pasa nada. Vuelan latas de cerveza. Eeeeh.
Vuelan Boteyas y piedras. Flor de cagazo. Realmente intimidante, y un policía cada 5 o
6 metros. Si querían, los del Cruzeir* nos reventaban a palazos.
Párrafo aparte para la entrada. Una vez que llegamos al acceso visitante, resultó ser uno
con dos puertas como las del baño de mi casa, de 80 cm. de ancho para que pasen 4000
personas hostigadas por miles de hinchas hostiles. Puerta 14-1. Que más queres que te
diga.
Cuarenta minutos después, estábamos adentro. Nos encontramos con Estudiantista y
nos acomodamos. Y empezó el partido. Sufrido, nervioso, se veía para la mierda desde
ahí, pero vimos a un Estudiantes muy sólido. Tranquilos en el entretiempo, dijimos con
Jes “nos acomodamos mal”. Posición distinta de la acostumbrada. La gente nos empezó
a decir “che, no hagan boludeces ahora. No cambien a esta altura”. Se notaba una
semilla de An7ifierr* en toda la hinchada. Pero después nos quedamos igual, ya más
enfierr*das de las que pasamos no iban a hacer efecto. Ya el equipo estaba sólidamente
decidido a ganar.
Sufrimos cinco minutos. Desde el gol de Cruzeir*, hasta el empate, que fue el único
momento en el que la hinchada local se escuchó más que la visitante. Impresionante lo
que gritó la barra pincha. Y el gol del empate llegó, y se imaginan lo que fue eso. Pero
no se pueden imaginar lo que fue el segundo gol. Avalancha, abrazos entre los
desconocidos de siempre. Llantos, gritos, saltos, más llantos. Y ni hablar los últimos
quince minutos. Fueron ocho horas. Y ni hablar el final. Jes se desplomó, Don Li vino
corriendo, el abrazo gigante de cuatro mil personas que estábamos ahí. Lloraba de a
ratos. Los festejos de los jugadores, la vuelta olímpica. Pero hubo algo que me partió al
medio. Si, como un queso, como churrasco de croto, como patada en la nuca. Veo venir
caminando muy tranquilos por el otro lado a dos amigos abrazados, disfrutando ellos
como hinchas, con la satisfacción enorme de haber llegado a lo más alto, a lo que se
propusieron conseguir desde hace un tiempo. Venían Caldera y la Bruja, como en esa
foto que puso don Lee hace tiempo en el encabezado del blog. Idéntico. Una felicidad
que irradiaban a toda la hinchada. Una imagen que me generó más emoción que todo lo
que pasó durante el partido. Más no se puede decir.
Me despertó del sueño y las lágrimas un ñato brasileño con un bolso vendiendo unas
bandas que decían “Estudiantes Campeao 2009” haciendo el flor de negocio de su vida.
Y como uno también es un enfermo, le relojié el bolso y le metí la mano adentro
mientras le dije: “estas me las regalás”. “Si, llevalas!” Tenía las mismas bandas pero de
Cruzeir* Tricampeao 2009, con fotos de los jugadores y todo. Y que iba a hacer pobre
hombre. Antes de metérselas ahí, donde muchos hinchas del local tuvieron que meterse
banderas, camisetas y fuegos artificiales, mas vale las regaló.
Y después ya estaba. Llorando a cada rato, otra vez Tony que nos dejó en banda para
volver, con el riesgo que implicaba, bocinazos de los hinchas del Atlético, alegría, más
llantos, palme generalizado, etc. Viaje de regreso, llegada a Ezeiza junto con los
jugadores, fotos del micro, más palme, dejo todo en casa y me voy a Plaza Moreno.
Pero no doy más. Con mis hijos ahí, disimulo para llorar. Veo la gente cantar, y lloro.
Ya está.
Me voy a casa.
Escucho los fuegos artificiales.
La veo a la Bruja en el Balcón con la Copa Libertadores de América.
Me voy a seguir llorando.
Chau.
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