Etapas del Desarrollo Infantil

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Etapas del Desarrollo Infantil (0 a 5 años) para padres
Lic. M. Soledad Martín
Psicóloga- Especialista en Primera Infancia
Para poder comprender cuales son los recursos y herramientas vinculares con las que
contamos como padres con relación a nuestros hijos durante su primera infancia,
podemos tomar como punto de partida para crear y reflexionar nuestra funciones
maternas y paternas de cuidadores, acompañantes, y facilitadores del desarrollo
temprano del niño. El siguiente interrogante:
“¿Dónde y cómo se encuentra el bebé - niño en este momento de su proceso
madurativo?
Es decir, en qué momento se encuentra el bebé o niño, desde su desarrollo psicomotor
(físico-cognitivo), y emocional. Dichos desarrollos presentarán la impronta de sus vínculos
más tempranos y significativos, como es el vínculo con su madre, su padre y demás
miembros de su familia. Y luego se verá favorecido por las vivencias y experiencias que
tendrán lugar en el vínculo creado entre él y su maestra-cuidadora, y la institución que lo
reciba, dentro de la sociedad y la cultura a la que pertenecen.
Desde este modelo vincular, la primera infancia es un proceso que abarca desde la
concepción y los primeros seis años de vida. Por lo cual es necesario pensar y
comprender el desarrollo del bebé-niño desde la vida intrauterina y no sólo a partir del
nacimiento. Pero en este trabajo abarcaremos los puntos centrales del desarrollo
emocional desde el nacimiento y los primeros cinco años de vida.
En esta primer parte nos proponemos pensar y reflexionar las funciones centrales que
cumpliríamos como padres y también las funciones que cumplirían las maestras, y/o las
cuidadoras principales del bebé y del niño, con relación al desarrollo emocional del
bebé-niño, a partir de las necesidades que presenta, y necesita que sean cubiertas
durante el tiempo que se encuentra al cuidado nuestro como padres pero también de la
maestra, la cuidadora y de la institución de la que forma parte. En nuestra sociedad la
demanda de vacantes para los jardines maternales cada vez es mayor, a partir de la
reincorporación de la madre al ámbito laboral, el bebé queda al cuidado en su hogar
del personal contratado, en algunos pocos casos de las abuelas y en muchos quedan al
cuidado de la maestra en el jardín maternal, en los distintos casos los cuidadores durante
la ausencia materna cumplen funciones maternales con relación a la crianza.
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Es importante crear un “ambiente facilitador”, es decir un ambiente donde la madre,
padre, maestra, cuidadora, e institución se adapten a la necesidad del bebé - niño y
puedan responder favorablemente a tal necesidad, generando para ese bebé- niño un
ambiente confiable y seguro.
Desde la vida extrauterina hasta los 2 años principalmente, como padres, o la cuidadora,
seremos los que pensamos por él y con él, y para responder a sus necesidades
adecuadamente es necesario cumplir una función de “madres-maestra-cuidadora
suficientemente buena” , para que las iniciativas , las vivencias y experiencias del bebéniño sean favorables con relación a su desarrollo y a la constitución del sí-mismo, de su
personalidad, de su subjetividad, desde la cual se conocerá, se pensará el mismo, a los
demás sujetos significativos y al mundo que lo rodea.
El desarrollo del bebé y del niño es un proceso dinámico que va modificándose de
acuerdo a las necesidades físicas y emocionales, e intervienen en el mismo factores
individuales del bebé-niño (propias y únicas), características de la díada mamá-bebéniño, características familiares (ritmos, rutinas- hábitos) y también pautas culturales (que
sostienen los mitos o expectativas de aquello que es esperable con relación al desarrollo
para cada edad).
En este trabajo haremos énfasis en la necesidad de sostener el vínculo entre el bebé- niño
con sus principales figuras de apego, aquellas que se encargan por más horas en el día
del cuidado del niño (generalmente la madre- maestra- figura cuidadora). Este vínculo se
irá modificando teniendo en cuenta las características individuales del bebé y del niño y
la etapa de su desarrollo en la que se encuentra.
Bebés de 0 a 1 año:
En esta etapa predomina como forma de comunicación y de vinculación la acción
principalmente en busca del contacto, comunica sus necesidades físicas y emocionales
por medio de diferentes conductas como: la succión, la alimentación, el aferramiento,
seguimiento (en un primer momento es un seguimiento visual ya que sigue a los adultos
significativos con la mirada y luego con el gateo y el caminar), también utiliza la sonrisa,
el llanto, y sus iniciativas únicas e individuales. Estas iniciativas se expresarán por medio de
sus acciones, en la búsqueda de contacto, en la exploración, en la experimentación y en
el juego.
A lo largo del primer año este proceso de dependencia se irá modificando, en un
proceso de integración de su Yo y su sí-mismo. Su madre- maestra-cuidadora será la que
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a través del sostén y del contacto acompañe y colabore a que este proceso se
desarrolle dentro de un ambiente confiable y seguro.
Es un momento donde el bebé-niño necesita la succión para alimentarse y colaborar en
el desarrollo de los sistemas respiratorios y digestivos, y como descarga, sino que es
esencial para lograr el conocimiento de sí-mismo y del mundo que lo rodea, dicho
conocimiento va a llevarse a cabo a través de la boca (ej.: explora y conoce su propio
cuerpo (sus manos, sus pies) y demás objetos externos llevándoselos a la boca). Las
interacciones con un “otro” (madre-maestra-cuidadora) significativo son esenciales para
lograr estas experiencias de conocimientos y de registros de sí-mismo y de todo aquello
que está a su alrededor.
A medida que el bebé va madurando las formas de sostén se van modificando. Por
momentos será principalmente el contacto físico y en otras circunstancias la mirada, la
voz, un gesto, esto va depender de la necesidad del bebé o niño según su desarrollo
madurativo, su propio ritmo y características personales.
En esta etapa lo que predomina es la necesidad de un vínculo diádico (de a dos), en el
cuál el adulto responsable de su cuidado, responda favorablemente a sus iniciativas, a la
expresión de su individualidad. El bebé necesita sentirse amado, seguro y obtener la
experiencia que el mundo que lo rodea es confiable.
Niños de 1 a 2 años:
En esta etapa el niño ha adquirido importantes logros en su desarrollo. Su forma de
conocer, representar y pensar todo aquello que lo rodea y de vinculación se amplía con
relación al campo de acción ya que comienza a afianzarse el proceso de adquisición
del lenguaje. Su manera de comunicarse y de vincularse cambió, ya que comienza a
expresar lo que le sucede a través de claros gestos, algunas palabras y frases.
A partir de sus nuevos logros (ej.: caminar, correr, etc.), cambia la visión del mundo, a
partir de la etapa de suelo, sentarse, luego al pararse y desplazarse, se observan los
objetos, las personas y el mundo externo de forma diferente. Y se producen vivencias y
experiencias de sí-mismo y del mundo que lo rodea muy intensas que posibilitan cambios
emocionales profundamente significativos.
El niño logra nuevas experiencias, registros y representaciones de él mismo y el mundo,
esto lo puede lograr por medio de la expresión de sus iniciativas en la interacción con la
madre-maestra-cuidadora, que le va presentando el mundo.
La función de la madre-maestra-cuidadora es de manipulación (quiere decir el manejo y
de cuidado físico que hagamos con el bebé-niño, acompañarlo con los cuidados
correctos para su edad), las necesidades del bebé-niño cambiaron, por lo tanto la
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forma de vincularse con él también. La necesidad de contacto corporal continúa (sobre
todo en aquellos momentos que el niño se encuentra abrumado, triste, ansioso, enojado,
acongojado, etc.), pero en esta etapa ya existe una mayor diferenciación entre él y su
mamá, y sus vínculos significativos como es el que consolida con la maestra-cuidadora
que también estará marcado por esta diferenciación entre él y los demás adultos.
Buscará en el vínculo autoafirmarse él mismo, expresando sus preferencias e interés por
todo aquello que lo rodea, es importante aquí acompañar este proceso por medio del
lenguaje, de la palabra.
Respetando sus iniciativas, sus expresiones y poniéndole en palabras lo que va
sucediendo, nombrando aquellos estados emocionales que se van presentando de
forma clara y precisa. Todo esto facilita el registro y expresión de sus necesidades,
desarrolla la empatía ya que se siente comprendido y reconocido por un “otro” (la
madre- maestra-cuidadora) que lo acompaña y lo cuida con ternura y respeto.
Niños de 2 y 3 años:
En esta etapa se integran aún más lo planteado en las etapas anteriores, como la
importancia de la comunicación y vinculación por medio de la acción y el lenguaje.
Pero comienza a adquirir mayor relevancia el Juego, y la relación con el mundo externo.
A través del juego el niño expresa aspectos internos, lo utiliza como herramienta para
crear, procesar, elaborar y representar las diferentes situaciones que incorpora del
mundo externo. El niño busca activamente el intercambio, la exploración y la
experimentación.
En esta etapa comienza el proceso de control de esfínteres, ya que el niño se encuentra
más maduro tanto emocional como físicamente para lograrlo.
Es muy importante comprender y ser pacientes frente a la expresión de la agresión, con
el acompañamiento adecuado y la regulación afectiva por parte del adulto el niño
podrá ir desarrollando la capacidad de manejar su agresión, al mismo tiempo que la
posibilidad de reparación, y la adquisición de la empatía en los vínculos y relaciones.
Entre el final de esta etapa y la siguiente comienza una etapa muy intensa con relación a
su desarrollo, en las cuál comenzarán una etapa de intensos y diferentes sentimientos con
relación a su mamá y su papá, comienza afianzarse su propia identidad.
Se afianza el proceso de construcción de límites y normas en un plano externo,
constituyendo los ensayos para la futura internalización de las mismas.
Al finalizar esta etapa el niño se encuentra emocionalmente más fuerte, más autónomo
(independiente). Incorpora la nación de Temporalidad (comienza a comprender el
pasado-presente-futuro). Es muy importante acompañarlos, favorecerles y estimular sus
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logros con relación a su autonomía al mismo tiempo que contenerlos en los momentos
que se frustran por lo que aún no pueden hacer por sí solos.
Si el proceso del desarrollo madurativo se fue produciendo favorablemente, el niño
internalizadará aún más la figura materna y sus funciones de cuidado, lo cual lo habilitará
y preparará para su socialización con el mundo externo fuera de su familia.
Así va constituyendo su identidad (su personalidad), tiene la necesidad de afianzar sus
elecciones, la función de la madre-maestra-cuidadora, es facilitar y acompañar a pensar
al niño sobre esas “cosas” que va seleccionando, tomando como propias y ampliar su
mundo de relaciones.
Niños de 4 y 5 años:
En esta etapa lo que va a predominar como modo de comunicación y de
vinculación, será el juego simbólico, reglado y el de competencia. También será muy
importante la utilización del lenguaje como expresión de sus intensas emociones y
pensamientos. Prevalece la búsqueda de exploración, experimentación y el logro de
nuevas habilidades motoras, cognitivas y sociales.
A los 4 y 5 años el juego y el aprendizaje van de la mano, el niño busca
activamente en el juego expresar sus emociones más intensas y muchas veces
conflictivas, expresa también sus fantasías, sus miedos, pero también enriquece su
imaginación, su creatividad y logra nuevos aprendizajes.
Es esta etapa, el niño consolida el proceso de construcción e internalización de
límites y normas, lo cual favorece la socialización. Necesita aún más ampliar su “mundo
de relaciones” y de vínculos fuera del hogar, aunque muchas veces necesita retomar al
vínculo con su madre para sentirse seguro. Se intensifica aún más el proceso de
socialización y la diferencias de género.
Es característica la intensa curiosidad por el mundo que lo rodea, realizan
muchísimas preguntas, esto está asociado a su deseo de comprender qué lugar ocupan
ellos en el mundo, y con el logro de su propia identidad.
Observamos claramente una mayor autonomía, y es muy importante afianzar el proceso
de toma de decisiones y el fortalecimiento de sus propias elecciones.
Uno de los logros centrales de esta etapa con relación al desarrollo emocional del
niño, es su capacidad empática, el niño es capaz de mostrar empatía, capaz de
ponerse en el lugar de los demás y de imaginar cómo se sienten.
Es muy importante estimular y favorecer en el niño la posibilidad de expresar sus
sentimientos con palabras, necesitan un adulto que los escuche, los comprenda y los
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acompañe a pensar aquello que están vivenciando y experimentando. Muchas veces
se sienten abrumados por emociones intensas que no alcanzan comprender, es en estos
momentos cuándo necesitan una madre, un padre, (maestra-cuidadora) que los ayude
a pensar, hasta que puedan volver hacerlo por sí solos. Necesitan que los acompañemos
a asignar un nombre a las emociones para así poder significarlas, aceptarlas y asumirlas.
El período que comienza al final de los 5 y se extiende hasta los 11 o 12 años,
corresponde a una nueva etapa, a partir de la cual los niños dejan por un tiempo
prolongado de lado las intensas y apasionadas emociones, y el niño dedica
principalmente toda su energía a aprender, conocer y a establecer relaciones sociales.
Conclusión:
Durante la primera infancia, los bebés y los niños expresan todo aquello que les sucede
ya sea un aspecto propio del desarrollo como serían las posibles “crisis o saltos del
desarrollo”, por medio de cuatro ejes de expresión: el desarrollo psicomotor (las
conductas), la alimentación, el sueño y el juego. Estas conductas dan cuenta de la
importancia de detectar a tiempo las necesidades que el bebé-niño presenta para
poder responder a las mismas de forma adecuada, y de esta manera cumplir como
cuidadores la tarea preventiva de la salud tanto física como emocional.
El recurso y la herramienta que resulta muy útil que utilicemos como padres, cuidadores, y
maestras, es la observación, el observar al bebé-niño desde una mirada integradora y
vincular, implica comprender de forma sensible, activa y empáticamente el momento
del desarrollo y del proceso madurativo en el que se encuentra el bebé- niño, y también
su historia personal (familiar y cultural). Lo cual nos ayudará a acompañarlo y respetarlo
logrando un “ambiente facilitador” para que lleve a cabo su desarrollo que es único e
individual.
Otras de las herramientas que a veces no somos muy conscientes que la tenemos y nos
sirve mucho en el momento de ser comprensivos y empáticos con ese bebé-niño, es
tomar consciencia que todos tenemos una impronta (una huella) de nuestras propia
historia personal, de nuestras vivencias y experiencias, de haber sido un bebé, un niño de
1año, de 2 años, de 3 años, de 4 años y 5 años, etc. Estas huellas actúan y se entretejen a
la hora de vincularnos, y si lo tenemos presente podremos utilizar este recurso para la
observación adecuada del bebé – niño. Cumpliendo nuestra función de cuidado
adecuadamente, respondiendo y comprendiendo las necesidades del bebé y del niño,
desde nuestra historia actual como adultos, a partir de la cuál muchas veces podremos
reparar aquello que vivimos en nuestra propia infancia.
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Cuándo un bebé-niño cuenta con la oportunidad de tener reiteradas vivencias de
respeto en el vínculo con la madre, el padre, (la maestra, o la cuidadora), irá obteniendo
la experiencia de ser comprendido, amado, mirado y respetado en su individualidad
para luego poder él comprenderse, amarse, autobservarse (reflexionar), respetarse,
cuidarse, y así podrá también comprender, amar, mirar, respetar, y cuidar a los otros.
En nuestro hogar y en el jardín maternal, o la institución a la que asisten los bebés/niños,
las madres, las maestras y cuidadoras cuentan con una herramienta fundamental a la
hora de vincularse con un bebé-niño y es la voz sonora amorosa y afectiva generada
cada vez que la madre-maestra-cuidadora, canta para dormir, y acortar la distancia
física, y para calmar cuándo lloran. También habla cuándo lo alimenta, y cuándo juega.
Es una voz cargada de ritmos y significaciones afectivas.
Estas herramientas y recursos accesibles los podemos utilizar en todos los momentos de
intercambio e interacción, que tenemos con un bebé-niño, al momento de cambiar un
pañal, alimentarlo, de dormirlo, de jugar, etc.
Es importante como padres, cuidadores y educadores, nuestra función de promoción y
de prevención de la salud durante la primera infancia, centrándonos en los siguientes
objetivos y valores: observar, comprender (ser empáticos), contener, sostener, significar
(acompañar a pensar y nombrar emociones), integrar, acompañar, facilitar, brindar
seguridad y confianza, respetar, y crear.
“Pensar es abrazar una cuestión. Antes de abrazar es preciso haber sido uno
mismo abrazado. Para llegar a un Pensar, el niño debe haber sido “rodeado” por un
“entorno que pensaba por él” (Didier Anzieu 1995)
BIBLIOGRAFÍA
Anzieu, Didier. (1995). El Pensar. Del Yo – Piel al Yo Pensante. Buenos Aires: Biblioteca
Nueva.
Hoffmann, J. Miguel. (2002). Los árboles no crecen tirando de las hojas. Argentina: Del
Nuevo Extremo.
Jové, Rosa. (2010). La crianza feliz. España: La esfera de los libros.
López, M. Emilia. (2005). Didáctica de la Ternura. Revista Punto de Partida, N° 18, Octubre.
Buenos Aires: Editora Sur.
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Maroni, Lesley. (2008). Comprendiendo a tu hijo de 4-5 años. España, Barcelona: Paidós.
Winnicott, D.W. (1963).The Value of Depression. Home is Where we Start From. London:
Penguin Books, 1986.
Winnicott, D. (1979). Realidad y Juego. Barcelona: Gedisa.
Winnicott, D.W. (1987). Conozca a su niño. Argentina: Paidós, 1991.
Winnicott, D.W. Los bebés y sus madres. España: Paidós, 1990.
Winnicott, D.W. (1993). Los Procesos de maduración y el ambiente facilitador. Estudios
para una teoría del desarrollo emocional. Argentina: Paidós. 2002.
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