1 CUESTIONES IUSFILOSÓFICAS I LÓGICA

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Academia Nacional de Derecho y Ciencias Sociales de Córdoba
(República Argentina)
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CUESTIONES IUSFILOSÓFICAS
I
LÓGICA, “insuficiencia” y DERECHO.
Por Olsen A. Ghirardi
Algunos iusfilósofos suelen expresar que la Lógica clásica, de origen aristotélico,
es insuficiente para resolver las cuestiones que se plantean en el razonamiento jurídico.
Nos parece útil hacer algunas reflexiones sobre el particular para poner en claro que, de
ninguna manera, ella puede ser descalificada con esa expresión, aunque –sea sutil el
problema o no- cuando eso se afirma, en qué sentido puede ser entendida la llamada
insuficiencia.
Aclaremos que la Lógica aristotélica, denominada Organon, contempla dos partes bien
distintas: a) La Analítica (Lógica formal), que comprende las Categorías, la Intepretación,
los Primeros analíticos y los Segundos analíticos; y b) la Dialéctica (Lógica no formal),
que abarca la Tópica y la Refutación a los sofistas. Se podría decir que la Retórica viene a
complementarlas.
Estudiosos modernos, que profundizaron la investigación histórica, que estudiaron la
evolución y el desarrollo del pensamiento del Estagirita, se preguntaron por el orden en
que habrían sido escritos los diversos libros que integran el Organon , y llegaron a la
conclusión de que era preciso ordenarlos de otra manera. Así, la edición de la editorial
española Gredos lo hace de la siguiente forma: Categorías, Tópica, Refutación a los
sofistas (tomo I), Interpretación, Primeros Analíticos y Segundos Analíticos (tomo II).
La lectura de los libros que integran la Analítica, es decir, las Categorías, la Interpretación,
los Primeros Analíticos y los Segundos Analíticos, que constituyen la Lógica formal, nos
revela que ella tiene por objeto el estudio de las reglas que se deben observar para razonar
correctamente. En efecto, ¿qué significa Organon? Pues, organon significa Instrumento.
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Quiere ello decir que la lógica es instrumental y prescinde de la materia acerca de la cual
se trata. Las reglas que ella nos da son instrumentales, son formales, y tienen vigencia para
todos las disciplinas. La Lógica nos enseña a pensar correctamente y a expresar esos
pensamientos de la misma forma, cualquiera sea su contenido. Dicho de otra manera, la
Lógica, en sí misma, es el conocimiento instrumental del pensar y de la expresión correcta
de ese pensamiento.
Respecto de este punto, deseamos transcribir textualmente las acertadas y luminosas
palabras de Miguel Cardel Sanmartín, vertidas en la introducción a los Tratados de Lógica
(Organon) de Aristóteles, publicados por la Editorial Gredos (Madrid, 1982,1988): “La
lógica aristotélica no es, pues, episteme, conocimiento; es mero organon, instrumento del
conocer”. Y, luego, acerca de la instrumentación para conocer nos alerta sobre sus grados
al decir: “Conocimiento y error, susceptibles de toda una escala de grados de certeza,
desde la absoluta convicción (pístis) que da la verdad autoevidente, pasando por lo
demostrable como verdadero y lo mostrable como plausible, hasta lo aparentemente
plausible” (ob., cit. ,t. I, pág. 8). He aquí, también el por qué de la nueva ordenación de los
libros de lógica de Aristóteles, que adopta la editorial GredosVolvemos a insistir. Aristóteles (-384-322) llamó Organon a esta disciplina y, a su vez,
Francis Bacon (1561-1626) muchos siglos después, dedicó su atención, ya no a la Lógica
deductivca, sino a la inductiva, y la denominó Novum Organon, esto es, ratificó su carácter
instrumental.
En verdad, las reglas lógicas formales constituyen el medio que la razón humana observa
para razonar correctamente. Por dicha causa no debemos confundir verdad
con
corrección. Desde el punto de vista más estricto, la Lógica formal no tiene como fin
inmediato la verdad sino la corrección del razonamiento humano. La verdad, sí, es lo
mediato, pues si partimos de premisas verdaderas en el razonamiento deductivo y
observamos estrictamente las reglas lógicas, arribaremos a conclusiones también
verdaderas.
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Naturalmente, verdad y lógica no son incompatibles, por supuesto, pero no son
necesariamente inseparables. Por todo ello, las nuevas lógicas de nuestro tiempo, a partir
de Gottlob Frege (1848-1925), vienen a complementar la vieja y siempre perenne lógica
clásica formal, para superar sus limitaciones. De alguna manera, ya Aristóteles, había
concebido, por una parte, la Lógica Dialéctica (Lógica no formal), para algunos órdenes
del conocimiento –entre los que se encuentra el jurídico- para tener acceso a sus
específicos objetos, y, por otra, había adelantado una forma simbólica de notación.
Creemos que con la Geometría se ha dado un proceso semejante, naturalmente salvando la
distancia. Euclides de Alejandría, el notable geómetra que vivió hacia el año 365 a. J.C.,
escribió sus famosos Elementos, en los que sistematizó sus teoremas y explicó sus
postulados. Fue, diríase, a la Geometría, lo que Aristóteles fue a la Lógica. Su geometría
denominada euclidiana, es la geometría de nuestro mundo humano de tres dimensiones en
el cual vivimos. Desde ese punto de vista, es una geometría válida universalmente. Su
famoso postulado de las paralelas (quinto) fue presentado como un postulado
independiente. Durante siglos ésa fue “la” geometría, hasta que su negación dio origen a
las geometrías “no euclidianas”. Según Euclides, por un punto exterior a una recta sólo
pasa una paralela. En cambio, supuso Georg Riemann (1826-1866) que no pasa ninguna y,
a su vez, Nikolai Lobachevskiy (1793-1856) negando el postulado de las paralelas de
Euclides,
demostró que es posible construir una geometría como sistema hipotético-
deductivo.
Pero, lo que es de capital importancia, es el hecho de que las geometrías “no euclidianas”,
no invalidan en absoluto la geometría euclidiana. Sólo amplían el dominio de la ciencia de
la geometría en circunstancias especiales.
De igual forma, las nuevas lógicas –entre ellas la simbólica- no invalidan la lógica clásica,
sino que la complementan. Sería un acto irracional querer negarla, ya que los argumentos
para ello, deberían observar –para ser válidos- sus principìos y sus reglas.
Queremos transcribir, para demostrar que no estamos solos, una afirmación efectuada por
M. Delmas-Marty efectuada en su libro Towards a Truly Common Law (Cambridge
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University Press, 2002), que sostiene: “Lo ideal debe ser reiventado, porque debemos
aprender, como dije, a construir sobre la base de la multiplicidad, principalmente para
saber (o conocer) y dominar los instrumentos de la nueva lógica:sin descalificar la lógica
clásica sino complementándola de manera de tratar los problemas más allá de su
alcance” (pág. 161).
Es pertinente subrayar que en el contenido del discurso jurídico se introducen normalmente
problemas referidos a valores y estimaciones acerca de lo justo. De igual manera, existe en
el orden jurídico –que, en muchos casos, es un orden acerca de cuestiones opinables- la
posibilidad de calificar y elegir conductas. En verdad, no hay una Lógica de la elección o
una lógica de lo preferible. Al menos, no una lógica en sentido estricto. Puede, eso sí,
existir una lógica operatoria, basada en cálculos.
Como lo hizo notar Chaim Perelman en su obra L´empire rhétorique (París, Vrin. 1977,
pág. 9), la Lógica clásica aristotélica es una Lógica de clases, que no es operatoria. Ésta
aspira a ser una Lógica de las acciones preferibles. Al no existir una lógica específica de
juicios de valor, Aristóteles se apoyó en la Dialéctica y –como vimos- aparte de introducir
la Tópica y la Refutación a los sofistas, agregó la Retórica. Lo preferible es también lo que
es aceptablemente razonable y entraña un juicio de valor.
En consecuencia, y para ir concluyendo, todo discurso –cualquier sea su contenido- debe
observar necesariamente las reglas de la lógica clásica formal. El discurso jurídico no es
una excepción. Con ello se conforma el razonamiento correcto. Hasta aquí dicha lógica es
suficiente y no puede ser descalificada como tal porque ese es su objetivo y su misión.
Como si dijéramos que el nogal nos da nueces porque ésa es la misión de su naturaleza. A
nadie se le ocurriría aseverar que porque el nogal da solamente nueces, lo descalificamos
porque no nos da naranjas.
Pero, he aquí que el discurso jurídico –para lograr su fin- necesariamente debe contemplar
valores acerca de lo que es justo. Eso, naturalmente, no puede darlo la lógica clásica formal
porque es algo ajeno a su fin instrumental. Sólo en ese sentido se puede hablar de
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insuficiencia y, en este caso, porque es preciso acudir a complementos que están más allá
de su objeto, y, por ende, de su alcance.
OLSEN A. GHIRARDI.
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