Mal pagadora VALS RANCHERA «•A». Eja III Wtt | | |||| Me engañas injustamente, tú bien lo sabes, los celos me vuelven loco y poco a poco te vas de mi; eres ingrata, yo no merezco que así me pagues el fiel cariño que únicamente tuve por tí. Promesas de amor eterno tu me jurabas, tu fuiste toda mi vida con sentimiento de adoración, juré matarte cuando supiera que me engañabas, pero no puedo, le faltan fuerzas al corazón. ESTRIBILLO Como palomas volaron todas mis ilusiones y ya sé kan muerto mis esperan'as en tu querer, fué tua imposible lo que soñaron dos corazones, porque me engañas, cobardemente, falsa mujer. g^.lp ip j|Í| B pg |Í| Que llueva, que llueva Que llueva, que llueva, BOLERO MAMBO Agua que lava la ropa, que no deje de llover, que salgi el sol, que no salga, tú me tienes que querer Que llueva, que llueva, si nos coge el chaparrón, abre el paraguas mi vida oo se moje el corazón. aSí iy/j A agua que baja del cielo, V mientras sigue lloviendo tne estoy poniendo como una sopa. Que llueva, que llueva, que no deje de llover, que jalga ei sol, que no salga, tú me tienes querer. iE RIBARROYA le 13 años, María Purificación Tejero Lo carga sobre sus hombros y descalzo echa a andar por las orillas del Duero, que rojas se volverán por la sangre que gotea aquel cuerpo virginal El peso del cuerpo raá-íir l l y i a obligado a descansar, y arrojándolo en el suelo sobre él sentado está; se detiene, se desnuda y las aguas p:sa ya. Y en las aguas ha dejado con ánimo de o.ultar, el cuerpo que ha profanado de pureza virginal. Siete días han pasado en continuo caminar, más es i ' ú t i l que pretendas de la Justicia escapar. Navaleno está a la vista y siente curiosided de saber lo que se dice y se acerca a preguntar, a un vecino que leía el papel de la ciudad: —Qué, vecino, ¿no han cogido todavía a l crianiña 1? E l veJno le contempla, y al mirarle nada más ve que por los ojos salen las llamas de aquel volcán, lenguas de fuego que gritan: «Este es el criminal». Guarda silencio el vecino, el mendigo, a caminar, comienza con paso vivo sin volver la vista atrás. , Oye pasos que le sigues: —Mi hora ha sonado ya; los guardias le han detenido, le han mandado desnudar, y en la ropa de la niña • contemplan al criminal. La Justicia, en cuyas manos está ahora el criminal, después de estudiar el caso la sentencia dictará. Mientras tanto, Carlos Soto en la Prisión Provincial, p sa ios días y noches en amarga soledad. Ribarroya, Ribarroya, Ribarroya, Ribarroya, Ribarroja de verdad. Visado por la Censura