Que llueva, que llueva

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Mal
pagadora
VALS RANCHERA
«•A».
Eja
III
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Me engañas injustamente, tú bien lo sabes,
los celos me vuelven loco y poco a poco te vas de mi;
eres ingrata, yo no merezco que así me pagues
el fiel cariño que únicamente tuve por tí.
Promesas de amor eterno tu me jurabas,
tu fuiste toda mi vida con sentimiento de adoración,
juré matarte cuando supiera que me engañabas,
pero no puedo, le faltan fuerzas al corazón.
ESTRIBILLO
Como palomas volaron todas mis ilusiones
y ya sé kan muerto mis esperan'as en tu querer,
fué tua imposible lo que soñaron dos corazones,
porque me engañas, cobardemente, falsa mujer.
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Que llueva, que llueva
Que llueva, que llueva,
BOLERO MAMBO
Agua que lava la ropa,
que no deje de llover,
que salgi el sol, que no salga,
tú me tienes que querer
Que llueva, que llueva,
si nos coge el chaparrón,
abre el paraguas mi vida
oo se moje el corazón.
aSí
iy/j
A
agua que baja del cielo,
V mientras sigue lloviendo
tne estoy poniendo
como una sopa.
Que llueva, que llueva,
que no deje de llover,
que jalga ei sol, que no salga,
tú me tienes querer.
iE
RIBARROYA
le 13 años, María Purificación Tejero
Lo carga sobre sus hombros
y descalzo echa a andar
por las orillas del Duero,
que rojas se volverán
por la sangre que gotea
aquel cuerpo virginal
El peso del cuerpo raá-íir
l l y i a obligado a descansar,
y arrojándolo en el suelo
sobre él sentado está;
se detiene, se desnuda
y las aguas p:sa ya.
Y en las aguas ha dejado
con ánimo de o.ultar,
el cuerpo que ha profanado
de pureza virginal.
Siete días han pasado
en continuo caminar,
más es i ' ú t i l que pretendas
de la Justicia escapar.
Navaleno está a la vista
y siente curiosided
de saber lo que se dice
y se acerca a preguntar,
a un vecino que leía
el papel de la ciudad:
—Qué, vecino, ¿no han cogido
todavía a l crianiña 1?
E l veJno le contempla,
y al mirarle nada más
ve que por los ojos salen
las llamas de aquel volcán,
lenguas de fuego que gritan:
«Este es el criminal».
Guarda silencio el vecino,
el mendigo, a caminar,
comienza con paso vivo
sin volver la vista atrás.
, Oye pasos que le sigues:
—Mi hora ha sonado ya;
los guardias le han detenido,
le han mandado desnudar,
y en la ropa de la niña •
contemplan al criminal.
La Justicia, en cuyas manos
está ahora el criminal,
después de estudiar el caso
la sentencia dictará.
Mientras tanto, Carlos Soto
en la Prisión Provincial,
p sa ios días y noches
en amarga soledad.
Ribarroya, Ribarroya,
Ribarroya, Ribarroya,
Ribarroja de verdad.
Visado por la Censura
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