Es apropiación indebida usar la tarjeta de empresa para gastos

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28/01/2015
Tirada:
50.027 Categoría: Económicos
Difusión:
28.061 Edición:
Nacional
Audiencia: 69.000 Página:
26
AREA (cm2): 701,8
OCUPACIÓN: 62,3%
V.PUB.: 6.864
ECONOMIA
Es apropiación indebida usar la tarjeta
de empresa para gastos particulares
El Tribunal Supremo descarta administración desleal si no se intentó reponerlo
Xavier Gil Pecharromán MADRID.
El uso de la tarjeta de crédito de la
empresa para gastos particulares
constituye un delito de apropiación
indebida y no de administración
desleal, cuando se realiza “con vocación de apropiación permanente” y no se intentan devolver los fondos, según establece una sentencia
del Tribunal Supremo, de 19 de diciembre de 2015.
Aunque la sentencia no aborda el
asunto, sí que sienta un importante precedente para el uso de las conocidas como tarjetas black de Caja Madrid, en el caso de los administradores de la sociedad.
El ponente, el magistrado CondePumpido Tourón, determina que
“el más elemental sentido común
impone al titular de una tarjeta de
empresa excluir su utilización para
gastos personales”, aunque no exista limitación expresa por parte de
quien haya autorizado su uso.
En la sentencia destaca que la “vocación de apropiación permanente” se deduce de la naturaleza particular del gasto y de la inexistencia de gestión alguna para liquidar
o devolver los fondos destinados a
usos ajenos a los que corresponden
en la práctica mercantil a una tarjeta de empresa, que son los destinados a gastos de representación u
otros relacionados con la empresa.
El fallo se refiere al administrador solidario de tres empresas de
venta y alquiler de coches, y a su esposa, que trabajaba de administrativa en las mismas, que cargaron en
las cuentas de las sociedades gastos personales, como comidas de fines de semana, muebles, viajes y un
sistema de aire acondicionado para su domicilio particular, por importe superior a los 450.000 euros.
Otros dos empleados del Departamento de Administración también
son condenados.
Abuso de bienes sociales
Explica el ponente, que la doctrina
jurisprudencial más reciente señala que las conductas del artículo 295
del Código Penal (CP) reflejan actos de carácter abusivo de los bienes sociales que no implican apropiación, es decir, realizados sin un
incumplimiento definitivo de la obligación de entregar o devolver.
Si se ejecutan en beneficio propio o de un tercero, no constituyen
actos apropiativos sino simples actos de administración desleal y, por
tanto, menos graves -de ahí la diferencia de pena- que los regulados
en el artículo 252 del Código Penal.
Este artículo tipifica la de los que
en perjuicio de otros se apropian o
distraen dinero, efectos, valores o
cualquier otra cosa mueble o activo patrimonial que hayan recibido
en depósito, comisión o administración, o por otro título que produzca obligación de entregarlos o
devolverlos, o niegen, en su caso,
haberlos recibido.
Así, la doctrina del Tribunal Supremo (en sentencias como la de 19
de junio de 2007 o las de 28 de marzo y 12 de julio, de 2012) determina que el artículo 252 del vigente
CP sanciona dos modalidades distintas de apropiación indebida: la
clásica de apropiación indebida de
cosas muebles ajenas que comete
el poseedor legítimo que las incorpora a su patrimonio con ánimo de
lucro, o niega haberlas recibido; y,
además, está la distracción de dinero cuya disposición tiene el acusado a su alcance, pero que ha recibido con la obligación de darle un destino específico.
Razona el ponente que, a la vista
de esta jurisprudencia, apropiarse
indebidamente de un bien no equi-
El Alto Tribunal
dicta un precedente
aplicable a las
‘tarjetas black’
de Caja Madrid
El ponente acude
al “más elemental
sentido común”
para evitar estas
conductas delictivas
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vale necesariamente a convertirse
ilícitamente en su dueño, sino a actuar ilícitamente sobre el bien, disponiendo del mismo como si fuese
su dueño, prescindiendo con ello
de las limitaciones establecidas en
garantía de los legítimos intereses
de quienes lo entregaron, aun cuando ello “no significa que cualquier
ilicitud civil cometida por el administrador no societario sea merecedora de sanción penal a través del
delito de apropiación indebida, pues
la distracción requiere una vocación de permanencia”.
Así, cuando se trata de dinero u
otras cosas fungibles, el delito de
apropiación indebida requiere tres
elementos de tipo objetivo. De una
parte, que el autor lo reciba en virtud de depósito, comisión, administración o cualquier otro título que
produzca la obligación de entregar
o devolver otro tanto de la misma
especie y calidad.
En segundo lugar, que el autor
ejecute un acto de disposición sobre el objeto o el dinero recibidos
que resulta ilegítimo en cuanto que
excede de las facultades conferidas
por el título de recepción, dándole
en su virtud un destino definitivo
distinto del acordado, impuesto o
autorizado.
Y, finalmente, que como consecuencia de ese acto se cause un perjuicio en el sujeto pasivo, lo cual generalmente supondrá la imposibilidad, al menos transitoria, de recuperar el dinero.
Superar el punto de no retorno
Por ello, la doctrina jurisprudencial
exige para apreciar el delito de apropiación indebida, en su modalidad
de distracción, que se haya supera-
do lo que se denomina el punto sin
retorno, que distingue el mero uso
indebido, una modalidad de apropiación de uso no delictiva, de la
apropiación indebida en sentido
propio, tal como define la sentencia del TS, de 28 de marzo de 2012.
El fallo confirma una pena de cuatro años y medio de cárcel a cada
uno de los imputados por delito continuado de falsedad como medio
para cometer otro también continuado de apropiación indebida, donde se integra el uso delictivo de las
tarjetas junto a otras prácticas.
Además, el fallo condena al exadministrador solidario a otros cuatro años y ocho meses de prisión
por falsedad y estafa, en relación a
otros hechos distintos.
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