TEMA MÉDICO N° 144 LOS ALIMENTOS Y SUS ETIQUETAS A la hora de elegir un alimento, dos tercios de los consumidores que ven la palabra “natural” en las etiquetas, creen que está libre de ingredientes artificiales, pesticidas o que se encuentren genéticamente modificados. Así lo asegura la organización norteamericana Consumers Reports. Sin embargo, esa palabra no significa nada por no encontrarse regulada por ningún organismo y su uso es simplemente una estrategia de marketing que resulta confusa y engañosa. En la actualidad, leer las etiquetas de los productos no forma parte del ritual de consumo de alimentos (excepto para aquellas personas que siguen una dieta, que están atentas a las calorías o cantidad de carbohidratos), pero existen infinidad de ellos que en principio no generan desconfianza y que de todos modos requieren nuestra atención. Resulta entonces sumamente importante, no dejarse llevar por una etiqueta seductora que utiliza palabras tales como natural, saludable o incluso orgánico al azar, ya que sin leer detenidamente cuales son los componentes del alimento, no podemos saber si cumple con los requisitos para serlo. Sin caer en actitudes persecutorias, es necesario entonces un mínimo de escepticismo. Así, deberíamos poder identificar los aditivos de los alimentos que se consumen habitualmente. Estas sustancias que se agregan de forma intencional en pocas cantidades, no tienen valor nutritivo. Integran alimentos y bebidas para modificar sus propiedades organolépticas, como el sabor, olor, la textura y facilitar el proceso de elaboración o conservación. Información clave Los aditivos son ingredientes agregados intencionalmente, sin el propósito de nutrir, con el objeto de modificar las características físicas, químicas, biológicas o sensoriales, durante el proceso de elaboración y/o envasado y/o acondicionado, almacenado, transporte o manipulación de un alimento. Es decir, en general se utilizan para incrementar la aceptabilidad de alimentos genuinos, pero faltos de atractivo, permitir la elaboración más económica y en gran escala de alimentos de calidad constante en función del tiempo. Se clasifican en: Antiespumantes, acidulantes, antihumectantes, antioxidantes, aromatizantes, colorantes, conservantes, edulcorantes, emulsionantes espesantes, gelificantes, estabilizantes, humectantes, leudantes químicos, resaltadores de sabor, saborizantes. Para su identificación, de acuerdo a los estándares de la Unión Europea, se utiliza la letra E seguida de un número que identifica el tipo de aditivo, por ejemplo, los colorantes varían del E100 al E199. La utilización de listas tan extensas desalienta al consumidor para averiguar el origen dado que implica recurrir a internet. Un buen sitio para informarse es www.aditivosalimentarios.com La propuesta no es aprenderse todos de memoria ni consultar excesivamente la lista sino estar al tanto de los que son nocivos o de los que todavía no están suficientemente estudiados. Estos son sustancias químicas y nuestro organismo no cuenta con enzimas para metabolizarlos. Muy pocas personas leen en las etiquetas los ingredientes del producto, dado que en general son poco amigables: letra chica, siglas, etc. Uno de los aditivos más utilizados es el Glutamato monosódico (GMS E621), un potenciador del sabor que estimula las papilas gustativas transformando consumiciones insípidas en ricas. El GMS inhibe la saciedad y por ello está asociado fuertemente a la obesidad. Integra los snack: papas fritas, salsas, aderezos, sopas instantáneas, caldos, algunos alimentos precocidos. No existen suficientes estudios para probar su inocuidad o su potencial daño para la salud. Especialistas en toxicología informan que es difícil establecer dosis tóxicas, niveles de seguridad, sobre todo porque la toxicidad puede no ser aguda sino a largo plazo o porque algún aditivo puede ser sinérgico con otro. El jarabe de maíz de alta fructuosa (JMAF) es un edulcorante líquido que también genera discusión por ser causante de obesidad e hígado graso no alcohólico. Su función es aumentar la dulzura y opacar el sabor metálico de los edulcorantes, se encuentra presente en la mayoría de las bebidas envasadas de bajas calorías. En teoría, los alimentos naturales contienen los nutrientes que necesitamos y no tendríamos que agregarles o sacarles nada. El mejor ejemplo es la leche materna. Para considerar, además, un alimento como “natural” no solo hay que observar que no tenga aditivos, pues tendría que haberse cultivado el vegetal sin utilizar fertilizantes ni plaguicidas o criar el animal sin uso de drogas, circunstancias que no pueden conseguirse en la actualidad, con las modernas técnicas agrícolas o ganaderas. Para demostrar la inocuidad de los aditivos, se siguen diversos criterios: Ensayo de toxicidad aguda. Ensayo de toxicidad a corto plazo (subaguda). Ensayo de toxicidad a largo plazo (crónica). Ensayos especiales: 1. Función de reproducción y comportamiento. 2. 3. 4. 5. 6. 7. 8. Neurotoxicidad. Teratogénesis. Cracinogénesis. Mutagénesis. Reacciones alergizantes. Reacciones sinérgicas. Reacciones inmunológicas. Solamente después de haber realizado experimentalmente todas estas pruebas y haber interpretado debidamente los resultados, podrá admitirse una sustancia como aditivo, siempre que: No sea nocivo para la salud. Que sea necesario para determinados alimentos. Que cumpla con todas las normas legales. La Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología (ANMAT) RECUERDA A LA POBLACIÓN LA IMPORTANCIA DE LEER EN DETALLE LOS RÓTULOS DE LOS ALIMENTOS QUE CONSUMEN Y CONOCER ASÍ LOS INGREDIENTES Y ADITIVOS CON LOS CUALES SON ELABORADOS.