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AÑO XXXIII. N.º 331. ENERO 2013
Enero 2013
FAMILIA, FE Y FUTURO
Es muy importante, sobre todo en los tiempos que corren, estar convencido de
que debemos fundamentar sobre la roca de la Fe el edificio de nuestra vida. La Fe
no es una teoría sino una actitud en la vida y sobre ella debemos construir nuestra
familia y nuestro futuro.
UN MENSAJE QUE NECESITA
NUESTRA RESPUESTA
Finalizaba el año 1981 cuando Juan
Pablo II, en el final de su Exhortación
Apostólica Familiaris Consortio, escribía:
A vosotros esposos, a vosotros padres y
madres de familia. A vosotros, jóvenes,
que sois el futuro y la esperanza de la
Iglesia y del mundo, y seréis los responsables de la familia en el tercer milenio
que se acerca. A vosotros, hombres de
sentimientos rectos, que por diversas
motivaciones os preocupáis por el futuro de la familia, se dirige con anhelante
solicitud mi pensamiento al final de esta
Exhortación Apostólica.
Tras esto lanzaba esta especie de grito, que nos impactó de forma especial:
¡El futuro de la humanidad se fragua en
la familia!
El llamamiento nos impulsó a tomarnos el asunto de forma seria y a pensar
qué debíamos hacer. A los que entonces
éramos unos padres jóvenes continuaba diciéndonos: En el designio de Dios
Creador y Redentor la familia descubre
no sólo su “identidad”, lo que “es”, sino
también su “misión”, lo que puede y
debe “hacer”. Toda familia descubre y
encuentra en sí misma la llamada imborrable, que define a la vez su dignidad
y su responsabilidad: familia, ¡sé lo que
eres!
En el tiempo que, desde entonces,
llevo escribiendo sobre el matrimonio,
la familia y los hijos no han pasado de
moda esas palabras de este gran Pontífice sino que, al contrario, están plenamente vigentes como nos confirman las
continuas alusiones al tema que realiza
su sucesor.
Pienso que hay motivos suficientes
para que todos, especialmente los padres de ahora, como primeros responsa-
bles de la formación de sus hijos, y los
de entonces, hoy abuelos y depositarios
de los valores familiares, reflexionemos
nuevamente y, sobre todo, actuemos. El
inicio de un nuevo año, y en pleno Año
de la Fe, me parecen una buena
ocasión y, con espíritu de colaboración, ofrezco algunas ideas, especialmente dirigidas a los padres.
mación adquirida con estos parámetros
servirá como cimiento de la libertad y,
dentro de ella, la formación religiosa es
el fundamento que les servirá para no
apartarse del camino correcto o, si se
FORMARSE PARA FORMAR
Como siempre los hijos aprenderán de los padres lo que les
muestren con su vida. Después el
ser humano puede dar muchas
vueltas, tomar caminos adecuados
o no, pero lo que se aprende bien
y al principio de la vida, lo que se
ve en el buen ejemplo de esos que saben
ir por delante, aflora de alguna manera
y en algún momento.
Por eso, entre otros motivos, necesitan los padres una formación cristiana
adecuada, no sólo hay que ser un profesional formado de esto o de lo otro.
Necesitamos encontrar el tiempo y los
medios adecuados para mejorar continuamente nuestros criterios religiosos y
ponerlos al día. Nos va en ello nuestra
propia felicidad y la de los nuestros. Estoy escribiendo para quienes creen en
una felicidad eterna, casi nada.
El ser humano puede llegar al conocimiento de la verdad de las cosas pero
por sus limitaciones necesita ayuda. Es
más, para buscarla, tiene el derecho a
recibir esa ayuda. La dificultad radica en
saber encontrar el camino educativo mejor para alcanzarla. Esta es la gran tarea
que en la familia corresponde a los padres en relación con sus hijos. Deben ir
formándoles desde muy pronto para que
vayan construyendo el edificio de su personalidad sobre unos sólidos cimientos
morales.
No consiste la información en imponer normas ni condicionarles. Hay que
procurar abrirles caminos hacia la realidad, darles seguridad, ayudarles para
que sepan ponderar las cosas. Una for-
desvían, poder rectificar y enderezar su
rumbo.
¿Qué pueden y deben hacer unos
padres preocupados por la educación
religiosa de sus hijos? Básicamente y a
modo de marco general ahí os dejo unas
reflexiones:
- La fe es un don gratuito de Dios.
Por eso los padres no pueden darla a sus
hijos, aunque han de ser para ellos los
primeros educadores también en este
aspecto, tanto con su palabra como con
su ejemplo.
- La instrucción religiosa no es tema
a delegar totalmente en los colegios o
en los sacerdotes, es tarea de los padres
ya que como hemos dicho ellos son los
primeros educadores de la fe y, por ello,
deben preparase adecuadamente para
explicarla.
- Necesitan crear el ambiente adecuado para que los hijos reciban el don
de la Fe, rezando por ellos, ayudándoles
a conocer y tratar a Dios, así como intentando resolver sus dificultades.
- Para que conozcan a Dios hay que
formarles en la fe, de una forma adecuada a su edad.
- El hijo encontrará obstáculos y hay
que ayudarle a salvarlos, especialmente
educando su fortaleza, humildad y sinceridad. Además debe saber contrarrestar las influencias externas.
descolocarles un poco. Pienso que lo
malo en estos casos es ponerse nervioso
y lo peor ser intransigente.
- Los padres tiene que saber vivir
su fe, cumpliendo con ella y practicando los Sacramentos, con este ejemplo y
dedicándoles tiempo harán más fácil la
formación de los hijos.
En primer lugar deberíamos pensar
que, además de rebeldía, tienen dudas
planteadas, en la mayoría de los casos,
porque en su entorno de amigos no
piensan igual que sus padres y necesitan
argumentos para fundamentar sus opiniones y, sobre todo, sus actuaciones. Sus
rebeldías nos están diciendo explícame
la razón de tus ideas, por qué piensas y
actúas de esa manera. Permitidme exponer, brevemente, algunos ejemplos que
pueden servirnos como referencia para
otros casos parecidos. Más que en la forma de resolverlos considero interesante
la actitud a adoptar en las respuestas.
- Deben preparar y motivarles para
que, por iniciativa propia, relacionen su
vida cotidiana con Dios.
- La persona necesita de las virtudes humanas para desarrollar su fe y
aumentar la vida de la gracia, por eso
esas virtudes pueden ser para los padres
como metas importantes a conseguir.
Si exigen a sus hijos que cumplan bien
en lo humano les será mucho más fácil
estimularles para lo sobrenatural. Sobre
esos cimientos hay que edificar.
- Pueden enseñar a sus hijos el camino para que vayan tomando decisiones personales
referentes a la fe.
Me quedo, a modo
de resumen, con la idea
de que son los padres los
primeros educadores, también en esto, de los hijos y
que necesitan hacerlo con
la debida preparación y,
sobre todo, con el ejemplo de su vida. Ya sabéis la
fe se propone pero no se
impone, difícil tema pero
ese Dios, en quien creemos
que nos ha creado y nos
ama, no quiere esclavos sino hombres libres que le conozcan para amarle libremente. En esto consiste, en principio, el
trabajo de los padres en dar a conocer
a sus hijos a ese Dios para que puedan
luego amarle.
LOS HIJOS NECESITAN RESPUESTAS
Quiero, ahora, tratar algo sobre esas
situaciones en que los hijos, abordan a
sus padres con preguntas en relación
con las prácticas religiosas, que pueden
Unas veces con su pregunta suelen
abordar el por qué tiene que ir a Misa
argumentando, además, que no siente
ni les dice nada.
• La respuesta que le demos podría
enfocarse por el siguiente camino:
Tal vez no has entendido bien por
qué vamos a Misa. Si lo ves como un entretenimiento dominical le sacarás menos partido que a una buena película o
a otra diversión.
Vamos para darle a Dios la adoración
que merece, uniéndonos al sacrificio de
Cristo en la cruz. La Misa es una oración,
un sacrificio a Dios ofrecido por Jesús
mismo y, también, un agradecimiento
por tantas cosas como nos da.
Además, en ella pedimos y recibimos
de la Eucaristía las fuerzas espirituales
necesarias para sacar nuestras dificultades adelante.
Empieza a ir a Misa con esta actitud,
sigue las oraciones y las lecturas con
atención, pensando lo que allí se dice y
verás cómo poco a poco la comprendes
mejor. Finalmente, al empezar pide ayuda a la Virgen y a tu ángel de la guarda
para no distraerte y atender bien.
Otra posible pregunta podría ser:
¿Por qué tengo que atenerme a unas
normas si yo puedo encontrar a Dios directamente?
• La respuesta puede fundamentarse
en los argumentos siguientes:
A Dios lo puedes encontrar a poco
que te esfuerces, estoy de acuerdo.
Si tienes un poco de sensibilidad y
levantas la cabeza, te sobran motivos y
ocasiones para encontrarle. No obstante deberías pensar que Dios nos conoce
muy bien pues nos ha creado y, por eso,
ha puesto unas formas para ayudarnos.
de ser, a tu personalidad. Por otros caminos sólo darías vueltas para llegar a
esto.
Y qué responder cuando preguntan
¿Si papá no reza por qué tengo que rezar yo?
• Ante una cuestión así uno se para
un momento, piensa y responde algo
como esto:
Tú no ves a papá tanto tiempo al día
como para saber si, en esos ratos que
no está contigo, reza o no. Por otra
parte, si ves que rezan otras personas,
por qué no las imitas y dejas de buscar
disculpas.
Rezar es hablar con Dios, hacernos
amigos de Él, contarle nuestras cosas y
pedirle su ayuda. Si quieres ser amigo
de alguien tienes que hablarle, pues
eso es rezar. ¿No quieres ser su amigo?
También puedes invitar a papá a rezar para que lo hagáis juntos.
Así podríamos seguir con otras preguntas y respuestas, pero no quiero
cansarles. Termino con dos consejos:
Mira, para subir a un edificio puedes
intentarlo por la fachada, con cuerdas
y poleas, pero el que lo construyó puso
escaleras y ascensores, si los usas llegarás
antes y con menos esfuerzo.
1º- Hay que tener en cuenta que
cada hijo es diferente no sólo en edad
sino, también, en carácter y personalidad. La formación debe ser adecuada a
esos parámetros.
Jesús, el Hijo de Dios, fundó la Iglesia y dejó en ella esas fórmulas que nos
faciliten el encuentro con su Padre. Te
aconsejo que no pierdas el tiempo y gastes energías en algo que ya está inventado. Además, esas normas no son rígidas
sino que se pueden adaptar a tu forma
2º- Es bueno hablar con cada hijo,
por supuesto, pero no olvidemos que el
mejor predicador es fray ejemplo.
Alejandro González
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