III VI 75

Anuncio
III
Mildred Hernández
Esa madrugada descubrí que me avergüenza mostrar mi cuerpo desnudo. Sin embargo, fue todo tan sencillo. Tú le gustás a ella, él me gusta a mí, ¿a ti te gusta ella?, ¿le
gusto yo a él? ¿Cuáles son los límites? ¿Existen? Con ella intenté el primer beso, pero
la situación me provocó un ataque de risa. Verdaderamente ella no es mi tipo. ¿Quizás alguna lo es? Mientras tanto, a nuestro lado, él jugaba sobre él, pero vi que sólo era
eso, un juego. De pronto él tomó su mano, la de ella, y empezó a tocarlo y él se
abalanzó sobre mis senos. Entonces sentí una furia inaudita. Me encolerizó su indecencia, su falta de pudor, de recato. Así como estaba me levanté ysin dar tiempo a que
salieran de su asombro corrí hacia el mar hasta que las olas me atravesaron la garganta.
VI
Yo tenía seis años yél me sentó sobre sus piernas. El agua del río nos cubría la mitad
del cuerpo y el cosquilleo de sus dedos entre mis muslos me produjo un calor extraño.
"No digás nada", me ordenó con un susurro al oído. No me moví todo el tiempo que
duró su caricia. Desde entonces cada vez que me enjabono ahí, y siento el agua recorrerme, vuelvo a experimentar el mismo calor extraño.
y me siento rara.
75
XXII
Los hombres están equivocados. Todos se miran y se preguntan entre sÍ. Olvidaron
preguntar a las mujeres. En todo caso, eso a ellos qué les importa. Es mejor amante,
aseguran, el que fue dotado por la naturaleza de un pene ancho y extenso. Todos se
envanecen, o se frustran, según sea el caso. Algunos desesperados se operan, otros se
compran consoladores. Algunos se conforman, y comen mucho.
76
Descargar