1 LAS CONTRIBUICIONES DE HUMBERTO MATURANA PARA LA PSICOLOGÍA CLÍNICA: el terapeuta como co-constructor de significados Maria Clara Carneiro Santiago Belo Horizonte, Brasil Diciembre/2013 2 A mis clientes, - hoy y mañana – con cariño 3 AGRADECIMIENTOS A la Escuela Matríztica de Santiago, por la viabilidad del encuentro con Humberto Maturana, por la oportunidad de un rico aprendizaje y por el interés de publicar este trabajo. Al Dr. Humberto Maturana, por la preciosidad de su obra, que genera en mí grandes reflexiones. A la profesora Paula Bedran (Pontificia Universidad Católica de Minas Gerais), por su postura muy atenta acompañándome en este trabajo y por saber ser maestra y amiga. A mis clientes, que me enseñan, todos los días, el verdadero significado de este oficio. 4 Uno sólo puede vivir cerca unos de otros, y conocer a otra persona, sin el peligro de odio, si tenemos amor. Cualquier amor que ya es un poco de salud, una ruptura en la locura. (Guimarães Rosa, 1993) 5 RESUMEN Esta es una investigación sobre la obra de Humberto Maturana, creador de la biología del conocer, el cual, a través de sus supuestos, propone espacios de reflexión que también se denominan por el autor como Matriz-Biológico cultural de la existencia humana. Se presenta cuestiones fundamentales establecidas por Maturana para estudiar los orígenes del ser humano : la noción de autopoiesis ; nuestro operar en el lenguaje ; distinciones como las operaciones que constituyen la realidad, las emociones como configuraciones que fluyen en la dinámica de nuestra vida , el amor como una emoción básica del humano, las culturas como redes de conversaciones . Desde el panorama de la teoría de Maturana, buscamos identificar las contribuciones del autor para la práctica del psicólogo clínico, teniendo en cuenta la imposibilidad de distanciamiento del observador que observa el sistema y no se puede escapar de su auto-referencia. Por lo tanto, pone de relieve la condición de co - constructor de la terapeuta en el sistema terapéutico. Con este texto, tenemos la intención de permitir la comprensión acerca de la perspectiva ofrecida por Maturana y algunas formas de pensar, a partir de esta, sobre el hacer del terapeuta. Creemos que este entendimiento se produce de manera efectiva en la medida de nuestra voluntad de poner la mirada en el origen en conocimiento de nuestro funcionamiento como seres humanos vivientes. Palabras clave: Humberto Maturana. Biología del conocer. Auto-referencia. Coconstrucción. Terapeuta. 6 ABSTRACTO 1 INTRODUCCIÓN……………………………………………………………………7 2 LA TEORÍA NUEVO-PARADIGMÁTICA DE HUMEBRTO MATURANA: LA BÚSQUEDA DE LA COMPRENSIÓN DEL VIVIR HUMANO………………….10 3 LA BIOLOGÍA DEL CONONER DE HUMBERTO MATURANA Y LAS RESONANCIAS EN LA TERAPIA SISTÉMICA…………………………………..20 4 CONCUSIÓN……………………………………………………………………......31 REFERENCIAS…………………………………………………………………….…34 7 1 INTRODUCCIÓN Este trabajo es el resultado de una fuerte atracción por la teoría de Humberto Maturana, biólogo contemporáneo, quien, en sus estudios, trata de comprender la vida humana, teniendo en cuenta el papel del individuo en la creación de su propia realidad. Su desarrollo realimentó particular interés en la práctica del psicólogo clínico, ya que permitió una rica articulación de las ideas de este autor y varias preguntas que la práctica en este campo plantea. Aunque la obra de Humberto Maturana sea considerada una importante contribución al desarrollo de la gran revolución paradigmática iniciada en el siglo pasado, no podíamos dejar de notar la falta de literatura sobre la conexión de los supuestos inauguradas por el autor con la psicoterapia y, más específicamente, con el papel del terapeuta y las posibilidades de conocimiento del mismo acerca del sistema terapéutico. Las ideas de Maturana son subsidios con el fin de reflexionar sobre nuestra vida en una cultura, lo que permite una mejora de nuestros hechos, como seres humanos, insertos en un contexto particular. En este sentido, la práctica clínica es considerada como un hacer del psicólogo y, por lo tanto, es necesario analizar sus múltiples cruces. Así, frente a la poca literatura teórica sobre la práctica terapéutica articulada a la Biología del Conocer - el nombre dado al conjunto de los conceptos presentados por Maturana - surge una inquietud: ¿cómo pensar la práctica clínica y el papel del terapeuta? El tema presentado contrasta con una práctica clínica en que poco se cuestiona a respecto de la consideración del terapeuta como participante y colaborador en el sistema en el cual opera. Esto va en dirección a lo que nos proponemos en este estudio: reflexionar la práctica del terapeuta inspirada en las ideas de Maturana. Desde una revisión bibliográfica de la obra de Humberto Maturana, nos damos cuenta de que este autor elaboró la teoría de la biología del conocer, que revolucionó no sólo la biología, sino también diversas áreas del conocimiento, mostrando la inseparabilidad entre el vivir y el conocer, tan bien expresada en la siguiente declaración: "Vivir es conocer " (MATURANA, VARELA 2001, p. 194.). Es a partir de la segunda cibernética que la teoría de Maturana es impulsada y se convierte en importante subsidio para futuros estudios dentro de los límites de la ciencia contemporánea. La propuesta de 8 Maturana, en este contexto, revelase audaz, rompiendo viejos paradigmas de la ciencia tradicional y concibiendo los seres vivos como sistemas cerrados a la información y abiertos a los flujos energéticos, al considerar el carácter de auto-organización y auto – referencia que presentan. Pensando en esta nueva concepción de sistema, Maturana asume que lo que observamos es siempre a partir de nosotros mismos, o sea, es imposible separar lo que vemos de nuestra propia referencia, ya que " somos observadores o conocedores en el observar, y al ser lo que somos, lo somos en el lenguaje. " (MATURANA, 2009, p. 37). El autor, de este modo, también observa que, en el proceso de conocimiento, el lenguaje es una herramienta esencial, ya que nuestras acciones están inscritas a tiempo completo en las conversaciones que tenemos con el medio. Por lo tanto, los seres humanos están en constante interacción con el contexto en que se encuentran, y el que resulta de esta interacción es un encuentro estructural, desde lo cual nos convertimos en lo que somos, a lo largo de nuestra vida, en congruencia con el medio, mientras que el medio es lo que es en congruencia con nosotros. Para Maturana, la realidad emerge para nosotros con base en nuestras distinciones, que se realizan de una manera particular, segundo la singularidad de cada individuo. La naturaleza subjetiva de las distinciones de un observador presupone la coexistencia de múltiples realidades, desbancando a la verdad o la realidad universal. Por lo tanto, el que Maturana aclara es la necesidad de co-construcción en el ámbito de la convivencia de los seres vivos. Por consiguiente, nuestro campo de acción se ha diseñado desde el respeto mutuo y la colaboración, que sólo son posibles a través de una emoción fundadora: el amor. Esta emoción en particular es lo que nos permite considerar el otro, en palabras de Maturana (2009), " un legítimo otro en la convivencia. " En el primer capítulo , "La teoría nuevo paradigma de Humberto Maturana : la búsqueda de la comprensión del vivir humano ", buscamos situar las ideas del autor dentro de la consolidación histórico- conceptual del pensamiento sistémico contemporáneo, mostrando como los conceptos de Maturana surgieron en este contexto , convirtiéndose en los presupuestos importantes para una nueva práctica de la ciencia, impregnada por la noción de " objetividad entre paréntesis ", concebida a partir de la consideración de una nueva orden mundial que apunta a la condición de ser del hombre como una organización autopoiética , que produce de modo continuo en sí misma . Además, se discuten los 9 conceptos que subyacen en la Biología del Conocer, comprendiendo la forma que se cruzan continuamente y como nos permiten comprender la vida humana, un tema central estudiado por Maturana. En el segundo capítulo – “La Biología del Conocer de Humberto Maturana y las resonancias en la terapia sistémica” – presentamos las conexiones de la epistemología de Maturana con la psicología clínica, evidenciando, así, las contribuciones del autor a la práctica del terapeuta. Maturana, proponiendo una creencia en la imposibilidad de separar el observador del sistema observado, cuestiona la posibilidad de un conocimiento objetivo del hombre, inspirando a los terapeutas familiares que vienen a incorporar estas ideas a las prácticas sistémicas , lo que resulta en cambios fundamentales, tanto en la distinción de la función del terapeuta cuanto en la concepción de la terapia . Mony Elkaïm, estudioso del campo de la terapia familiar, se interesa por las ideas de Maturana sobre la autoreferencia y formula su teoría - utilizada como ilustración en este capítulo - dando lugar al terapeuta en el sistema terapéutico. El análisis de estas intersecciones permite la comprensión de la conversación en el espacio de la psicoterapia, admitiendo la coconstrucción de nuevos significados para el cliente. En la conclusión, resaltamos la idea propuesta por Maturana de que nuestra vida se produce en las interacciones con el medio para reafirmar la importancia del vínculo entre el terapeuta y el cliente, teniendo en cuenta, por tanto, la psicoterapia como un espacio de intersección y coexistencia de múltiples realidades. La psicoterapia es una práctica que no renuncia a la auto-referencia del terapeuta, y sólo es posible en la consideración de las resonancias terapeuta / cliente. También destacamos la importancia de las emociones en la práctica del terapeuta, lo que implica en la validación de la experiencia del otro (cliente) en una actitud de consideración de la legitimidad de cada individuo, lo que nos concede una postura ética de responsabilidad con el aspecto de co– construcción en nuestro trabajo. 10 2 LA TEORÍA NUEVO-PARADIGMÁTICA DE HUMEBRTO MATURANA: LA BÚSQUEDA DE LA COMPRENSIÓN DEL VIVIR HUMANO En este capítulo vamos a tratar de presentar el paradigma científico en el que se encuentran las ideas de Humberto Maturana, autor contemporáneo, neurobiólogo y profesor del Departamento de Biología de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile. Su interés, como biólogo, se orienta a la comprensión del ser vivo y el funcionamiento del sistema nervioso, que se extiende hasta el contexto social humano. Es co -fundador y docente de la Escuela de Matríztica de Santiago - Chile donde trabaja en el dinamismo de la Matriz-biológico cultural de la existencia humana. El objetivo de este instituto es el de explicar las experiencias desde las experiencias, como un hacer proprio del ser vivo humano en la (cultura), en un flujo en el entrelazar del lenguajear y del emocionar. Su obra, inicialmente desarrollada junto al también biólogo Francisco Varela, tiene por objeto aclarar los conceptos básicos que se relacionan con la comprensión de la constitución de la realidad y la capacidad de conocimiento del hombre, - Biología del Conocer - con el fin de lograr la noción de ser vivo. Por lo tanto, arrojar luz sobre su obra es reflexionar sobre cuestiones como: " ¿Cómo conocemos el que conocemos?”. Desde preocupaciones con respecto al origen de los comportamientos humanos y la configuración del vivir alrededor de las circunstancias políticas, económicas, culturales y familiares posibles, Maturana construye su teoría, basada principalmente en el aspecto auto- constructivo del hombre como un ser viviente individual consistente con las emociones que determinan su historia individual. Así, pues, el autor encuentra suposiciones que buscan explicar fenómenos tales como la cognición y el lenguaje, consciente de la complejidad de los sistemas vivos. Las ideas de Maturana se toman como presupuestos del pensamiento sistémico, rompiendo con el paradigma tradicional de la ciencia, como veremos. La construcción teórica de Maturana se basa en una lógica coherente con el paradigma de la ciencia contemporánea, desafiando los principios de la ciencia tradicional. Por lo tanto, propone el avanzo de tres dimensiones epistemológicas: simplicidad, estabilidad y objetividad. 11 Si antes la práctica científica se alejó de la complejidad, decretando la simplicidad, los avances contemporáneos en la ciencia nos permiten reconocer que la simplificación oscurece las relaciones realmente existentes entre todos los fenómenos del universo. Vasconcellos (2002) muestra que es esencial ver y hacer frente a la complejidad del mundo en todos sus niveles, y añade: Contextualizar es reintegrar el objeto en su contexto, o sea, es verlo en el sistema. Y ampliando aún más el enfoque, poniendo el foco en las interconexiones, vamos a ver este sistema reintegrado con otros sistemas, vamos a ver una red de patrones interconectados, vamos a ver conexiones de los ecosistemas, veremos redes de redes o sistemas de sistemas. (VASCONCELLOS, 2002 p.112). Ser coherente con el pensamiento sistémico nuevo- paradigmático, desde modo, implica poner el foco en las relaciones de los elementos entre sí y con el entorno que les rodea, ya que, como se ha dicho Rapizo (2002), la mente humana es una especie de organización relacional: ella no puede ser comprendida adecuadamente separándose artificialmente de los sistemas con los que interactúa. La creencia en la estabilidad del mundo también fue superada por la consolidación de la ciencia nueva - paradigmática. El paradigma emergente es entonces el da inestabilidad: el reconocimiento de que el mundo está en proceso de convertirse. (VASCONCELLOS, 2002, p. 101). Por lo tanto, no es posible, como previamente se creía, para desarrollar una actitud científica en busca de certezas, incorporar la irreversibilidad en las leyes fundamentales de la naturaleza. Al mismo tiempo, es necesaria la revisión de las creencias en la previsibilidad y capacidad de control del mundo. Otro avance de la ciencia contemporánea se refiere a la distinción del presupuesto de la intersubjetividad. La intersubjetividad en la constitución del conocimiento del mundo permite reconocer que no existe un conocimiento independiente del observador. En conformidad con Vasconcellos (2002), el conocimiento científico del mundo es una construcción social, en los espacios de consenso para las diferentes asignaturas / observadores. Como resultado, el sujeto coloca la objetividad entre paréntesis y funciona asumiendo automáticamente el multi- versa. Por lo tanto, se asume múltiples versiones de la realidad, de acuerdo con las operaciones de distinción de los observadores, que 12 somos nosotros, los seres humanos, cuando nos encontramos en un intento de describir y explicar algo. Con base en estos presupuestos, la ciencia empezó a cuestionar la posibilidad de un conocimiento objetivo del mundo. Estos hechos son parte de un proceso de complejidad en el campo científico, destacando aquí la ruta tomada por la epistemología cibernética, de la ciencia clásica a la ciencia contemporánea. Creada por el científico alemán Norbert Wiener en la década de 1940, la cibernética se define, conforme Rapizo (2002), como una rama del conocimiento que se ocupa de la comunicación y del control, con énfasis en la información y la interacción. “Afirmando que el propósito de la cibernética es desarrollar un lenguaje y técnicas para abordar el problema de la comunicación y el control en general, Wiener considera el mensaje como el elemento central, tanto en la comunicación cuanto en el control. " (VASCONCELLOS, 2002, p. 217). Vasconcellos aún asocia el estudio de la transmisión de mensajes a sistemas mecánicos, aclarando que la cibernética también se definió como " la teoría de las máquinas. " La cibernética se puede dividirse, de acuerdo con los presupuestos teóricos, en dos momentos: la cibernética de primer orden y la cibernética de segunda orden. La cibernética de primer orden no fue capaz de superar los presupuestos de la ciencia tradicional, aunque se presenta como un gran avance en términos de paradigma el enfoque científico sobre las relaciones y de haber incorporado la cuestión del reduccionismo que descompone la totalidad en sus elementos. La cibernética de primer orden se mantuviera determinista y objetivista, no siendo capaz de explicar satisfactoriamente como algunos sistemas podrían organizarse desde eventos aleatorios o impredecibles. En cierto modo, se basó en la noción de un mundo que busca un equilibrio estático y que cualquier cambio debe ser evitado. Debido, entonces, a los atolladeros teóricos identificados en la primera cibernética, alcanzase una cibernética nuevo- paradigmático: la cibernética de segunda orden. El contexto para el desarrollo de esta nueva cibernética es debido, en parte, a las aportaciones procedentes de la neurobiología a través de Humberto Maturana, un autor que ha puesto en duda los conocimientos necesarios al poner el foco de la ciencia en el observador, siendo este el gran responsable por trazar la realidad como patrón recursivo de las distinciones que hace. Por lo tanto, al proponer la ausencia de una realidad externa al observador, abogando la idea de que la organización de la información es obtenida a 13 través de él que observa, el autor arroja luz sobre el desarrollo de un pensamiento sistémico nuevo-paradigmático. Vasconcellos, al estudiar las contribuciones de Maturana para la ciencia contemporánea, presenta el siguiente eje que caracteriza esta nueva configuración paradigmática: La retirada de la pretensión de objetivar o lograr la "realidad" - que en realidad es una construcción del observador - con la consiguiente implicación del observador en el sistema que describe [auto-referencia o auto reflexividad]. (VASCONCELLOS, 1995 p.95). Como se ha visto, superando el paradigma tradicional de la ciencia, permitimos el surgimiento de nuevas concepciones de la comprensión de la realidad, de la inclusión del observador en el sistema. Es de esta manera que constituyese la teoría de Maturana, teniendo en cuenta los sistemas vivos como sistemas cerrados y determinados estructuralmente, lo que significa, para Vasconcellos (2002), que "el sistema está relacionado con el medio de acuerdo con su estructura en aquel momento, y la relación entre los componentes del sistema, al ser distinguida por el observador, define la identidad del sistema, o como un sistema de una clase dada. " La misma autora indica una configuración de relaciones concretas que caracterizan aquel sistema como un caso particular de esa clase, con aquella identidad u organización, y se puede cambiarla sin perder la organización distinguida por lo observador. Todo esto ocurre bajo la condición de ser del hombre como una organización autopoiética, es decir, su naturaleza de auto organización autónoma que permite, por lo tanto, producir continuamente a sí mismo. Maturana y Varela recomiendan la siguiente noción de autopoiesis: Los sistemas vivos son entidades autónomas, a pesar de dependieren de un medio concreto para su existencia y el intercambio de material, todos los fenómenos relacionados con ellos dependen de la forma en que se realiza su autonomía. (MATURANA, VARELA, 1997, p 133.) . Reflexionar sobre lo que es vivir en las condiciones de venir-a-ser de los seres vivos, en el dominio de su existencia, genera una inquietud acerca de la noción de la ciencia tradicional referente a la objetividad. Maturana pregunta: " ¿Cómo conocemos?" Para responder a la cuestión planteada, el autor nos dice que " somos conocedores u 14 observamos en el observar y, al ser lo que somos, lo somos en el lenguaje“. (MATURANA, 2009, p. 37). Así, como seres humanos en el lenguaje, no podemos escapar de la experiencia de observar, porque sólo a través de ella podemos conocer, de facto, la realidad. La objetividad sin paréntesis, noción del territorio de la ciencia clásica, de acuerdo con Maturana (2004), es una perspectiva segundo la cual los objetos existen independientemente del observador y de acuerdo con los presupuestos ontológicos anteriores sobre el observar. Ya en la lógica de la objetividad entre paréntesis, no existe una realidad independiente del observador, de forma que todo lo que se dice es dicho por un observador. El camino de la objetividad entre paréntesis permite la coexistencia de múltiples realidades que, en palabras de Maturana, "ninguna proposición explicativa es una explicación en sí misma. " (Maturana, 2009, p. 47). Mientras que un observador, para aceptar o rechazar una explicación, actúa de acuerdo a su forma particular de escuchar, asegurando una explicación válida o no dependiendo de su referencia. Por lo tanto, cada observador determina lo que para él es una explicación plausible. En esta línea de pensamiento, entonces, no hay ningún error o equivocación, ya que cada observador, a su manera, distingue cosas que, para él, es auto referente. De acuerdo con estas ideas, Vasconcellos (2002) señala que la realidad emerge para nosotros basándose en nuestras distinciones. Distinguir, por lo tanto, es una condición sine qua non para que vejamos algo. Así, sólo existe lo que distinguimos. La ruta de acceso a la distinción se produce en el proceso de convivir en el lenguaje, que está conectado a la coordinación de acciones consensuales. En estas circunstancias, " lo que un observador ve como el contenido de una lenguaje particular es el curso que siguen las coordinaciones consensuales que ese lenguaje implica, en relación con el momento de la historia de las interacciones en las que ellas tienen lugar. " (MATURANA, 1998 p. 153). La capacidad del observador de conocer, por lo tanto, se relaciona con la forma en que explica el fenómeno. De acuerdo a Maturana (2009), explicar es siempre proponer una reformulación de la experiencia a ser explicada de una manera aceptable para el observador. Así, el autor señala que: Cuando escuchamos una propuesta explicativa o una reformulación de la experiencia y la aceptamos como una explicación, lo que aceptamos no es una referencia independiente de nosotros, sino una reformulación de la experiencia 15 que satisfaz algún criterio de coherencia que nos proponemos de forma explícita o implícita. (MATURANA, 2009, p. 47). En otras palabras, el ser humano, de manera implícita o explícita, espera que se cumpla algo, con base en las emociones, para aceptar como válido. Esto equivale a decir que el acto humano en las relaciones conduce a la vida cotidiana a partir de algún "sustrato epistemológico " que especifica los criterios para las declaraciones que se deben tomar como válidas a partir de él. Tales criterios se distinguen en el escuchar en la historia de un individuo, en las relaciones consensuales con sus compañeros, y posibilitan ver un comportamiento dentro de un espacio relacional, o sea, dentro de la familia, o incluso en otro contexto, que se inserta el individuo. Son, por lo tanto, las circunstancias que hacen con que este comportamiento sea algo válido en el campo de distinciones de este individuo. Maturana identifica la existencia de un acoplamiento estructural del sistema vivo con el medio, es decir, un fenómeno en el cual las interacciones entre el sistema y su medio, o las interacciones entre los elementos de un sistema, se modifican uno al otro. "La consecuencia de todo esto es que somos como somos en congruencia con nuestro medio y nuestro entorno es como es en congruencia con nosotros, y cuando se pierde esta coherencia, no somos nada más. " (Maturana, 2009, p. 63). La noción de una conversación en la vida cotidiana se refiere a un flujo, en la convivencia, en el entrelazamiento del lenguajear y del emocionar, como el pensamiento de Maturana. Esto es el mismo que decir que todo que es proprio de lo humano está constituido por la conversación. Tomado, entonces, el lenguaje como el plano en el que se producen las interacciones, es necesaria una emoción fundadora particular, para que la vida en convivencia sea posible. En el entendimiento de Maturana, "no hay acción humana sin una emoción que la define como tal y que la torne posible como acto. " (MATURANA, 2009, p. 22). Esta emoción fundamental, según el autor (2009), es el amor, que es la base del dominio de acciones en que nuestras interacciones recurrentes con los demás hacen el otro un legítimo otro en la convivencia. Por lo tanto, las relaciones humanas se producen sólo en la aceptación mutua. En el análisis de Maturana (1998), todo sistema racional tiene un fundamento emocional, y es por eso que ningún argumento racional puede convencer a cualquier persona que no está convencido, a priori, a aceptar las premisas que lo constituyen. 16 El curso que sigue la historia de los seres vivos en general, y la historia de los seres humanos en particular, surge momento a momento, definido por las emociones, y, más concretamente, por los deseos y preferencias que se producen en el entrelazamiento de la biología humana con la cultura en la que el individuo pertenece, determinando, en cada instante, sus acciones. Basado en la idea de que las emociones son fundamentales en la vida de los seres humanos, ya que establecen el espacio relacional donde se encuentran el curso del vivir de cada individuo integrado en una cultura, Maturana destaca: A lo que atribuimos significado en la vida cotidiana, cuando hablamos de cultura o de las cuestiones culturales, es una red cerrada de conversaciones que constituye y define una manera de vivir como una red humana de conversaciones de emociones y acciones que lleva a cabo como una configuración particular de entrelazamiento del actuar e del emocionar de la gente que vive esta cultura. (MATURANA, 1993, p. 32). Si el ser humano surge, entonces, en algún momento de la historia del lenguajear, es decir, un flujo recurrente de las conversaciones y la coordinación de los sentimientos, siendo así un ser cultural, decir que las circunstancias preexisten al individuo no es una afirmación válida, ya que existe una dinámica relacional que interviene en toda acción humana. Por lo tanto, incluso la competencia, tan presente en nuestra cultura, no es propia del ser humano. La guerra, la competencia, la lucha , la jerarquía , el autoritarismo , el poder , la propiedad de los recursos , la justificación racional de control y dominación de los demás a través de la verdad son comportamientos y formas de vivir en una cultura sin duda aprendidos , o sea , que se distingue en algún momento de la historia del individuo Maturana llama " cultura patriarcal " los aspectos concretos de la forma de vida de la cultura patriarcal europea que pertenece la mayor parte de la humanidad moderna. "En esta cultura, vivimos en la desconfianza y buscamos certezas en el control del mundo natural, de los demás seres humanos y con nosotros mismos. (MATURANA, 1993, p. 37) El autor afirma que, en nuestra cultura patriarcal, no aceptamos desacuerdos como situaciones legítimas con el fin de buscar una manera de cooperar entre sí en torno a un propósito común. Así, tolerase el diferente, sin realmente haber un movimiento de aceptación del otro, ya que la confianza de que el otro puede ser llevado a un "bueno camino” o eliminado en razón de estar equivocado. Para Maturana: 17 En nuestra cultura patriarcal, vivimos en la apropiación, y actuamos como si fose legítimo establecer por una fuerza límites que restringen la movilidad del otro en ciertas áreas de acciones que antes de nuestra apropiación era de libre acceso. (MATURANA, 1993, p. 37). Lo que marca el camino de la vida en la cultura patriarcal, por lo tanto, es el control. Vivimos en una cultura que exige obediencia, con la certeza de que una convivencia ordenada requiere autoridad y subordinación, superioridad y inferioridad, poder y sumisión, y estamos siempre dispuestos a tratar a todas las relaciones humanas de esta manera. (MATURANA, 1993, p. 38). El resultado de esta dinámica es la competencia. Desde otra perspectiva, nos señala Maturana, que la humanidad está entrando en una nueva era, desde una reflexión y un cambio de mirada frente la cultura en que vivimos. Esta es la era de la colaboración y la inspiración, en ausencia de una dinámica relacional de apropiación sin competencia y el deseo de dominación mutua. La diferencia Deferentemente del contexto que caracteriza a la cultura patriarcal, en la cultura que está por venir prevalece el respeto mutuo y la falta de intervención de control o concesiones de poder a través de la negación del otro. La red de conversaciones que definen esta cultura, de acuerdo con Maturana ( 1993 ), se basa en la participación , la inclusión , la colaboración , la comprensión , el compromiso, el respeto y la co - inspiración. Como se ha dicho anteriormente, las emociones caracterizan el modo particular de escucha de un individuo que se produce en un espacio relacional. Teniendo, por lo tanto, la familia como primer espacio relacional del ser humano, donde se dan las primeras conversaciones en la conexión de las coordinaciones de haceres del lenguajear, en el contexto de diversas emociones, entender cómo los padres y los niños co construyen la historia de los sentimientos y emociones en la dinámica de su relación es de suma importancia para la comprensión de la forma de operar en la vida diaria. Las emociones, como clases distintas de sentimientos, dicen de la sensorialidad interior de un ser vivo, en forma de sentimientos íntimos relacionales, destacando su operar como organismo. Así, cuando un niño aprende, sobre todo en el entorno familiar, lleva a cabo una operación de distinción que le es propia y ocurre de manera única. Al abordar el ámbito cultural en el que las emociones surgen, Maturana dice: 18 A medida que adquirimos nuestra identidad individual y nuestra conciencia individual y social ,como algo natural, seguimos la emoción de nuestras madres y de nuestros padres y adultos con quienes vivimos , aprendiendo a vivir el flujo emocional de nuestra cultura, que hace de todas nuestras acciones propias de esta cultura " ( MATURANA, 1993 , p . 43). Para Maturana (2009), la conciencia humana individual surge para el niño con el desarrollar de su conciencia del cuerpo al darse cuenta de su cuerpo y aceptarlo como su campo de posibilidades para aprender a vivir con uno mismo y con los demás en el lenguaje. Este proceso se produce de forma natural en el desarrollo del niño y se relaciona con la experiencia emocional, la forma en que un niño vive con aceptación y confianza con los padres. Y, sin embargo: El desarrollo normal sueno de un niño, como un ser humano amoroso, físicamente, emocionalmente y intelectualmente bien integrado está , en nuestra cultura , a menudo alterado , y a veces de una manera dramática , debido a la forma de vida que exige constantemente que la madre y el padre dirijan su atención más allá del encuentro con sus hijos presentes. (MATURANA, 1993, p. 219). La convivencia, como un espacio de relaciones entre sistemas, es el "lugar" de la creación y recreación de la vida, en tanto que es en la vida social de un individuo en particular. De ahí la posibilidad de pensar el proceso educativo del sujeto como la construcción de una autonomía relacionada. “Educar constituye los procedimientos en los que el niño o un adulto convive con otros, y, al convivir con el otro, se convierte de forma espontánea, por lo que su forma de vida se hace cada vez más congruente con el otro en el espacio de convivencia. " (MATURANA, 2009, p. 29). Por lo tanto, incluso la familia puede proceder como una red de relaciones de poder con las concesiones que traen sufrimiento. Esto ocurre en situaciones en las que la familia o ciertos miembros de la familia tienen explicaciones para un fenómeno dado, por ejemplo, un " trastorno". La distinción de la patología se produce mientras un observador, un sistema familiar, o un miembro de tal sistema, aceptan esa explicación como válida y esta pasa, entonces, a ser una realidad. No existe la patología en sí, ni los problemas en sí, tampoco las enfermedades independientes de los deseos y preferencias de un observador. (MATURANA, 2004, p. 67). 19 Por lo tanto, pensar la patología, segundo las ideas de Maturana, implica una reflexión sobre la conciencia de la propia responsabilidad que se tiene cuando se describe una trama determinada, sea como una enfermedad, anomalía o trastorno. De este modo, Maturana (2009) propone una preocupación ética, que nos habla de la preocupación por las consecuencias que nuestras acciones tienen sobre los demás. Vivimos en un mundo con múltiples verdades, donde no se encuentra la realidad tal como existe, pero la realidad de la experiencia. A partir de esta distinción, se convierte en crucial, dado las ideas de Maturana, para la " aceptación del otro como un legítimo otro en la convivencia ", la comprensión del otro sin exigencias, lo que significa un espacio abierto para las interacciones recurrentes con otros basados en el respeto y en la atención, sin transformar las relaciones humanas en relaciones jerárquicas, en que un saber es tenido como verdad absoluta. 20 3 LA BIOLOGÍA DEL CONONER DE HUMBERTO MATURANA Y LAS RESONANCIAS EN LA TERAPIA SISTÉMICA Nos proponemos, en este momento, explicar las posibles conexiones de la epistemología de Humberto Maturana con la psicología, mostrando como las nociones de este autor acerca del vivir humano contribuyeron para la formulación de las ideas que constituyen la base para pensar la clínica y la actuación de psicólogos clínicos. Maturana se dedica al estudio de la comprensión del ser vivo que produce el conocimiento, concibiéndolo, por lo tanto, como un sistema auto- constructivo, permeado por las emociones y incapaz de señalar las diferencias entre la percepción y la ilusión. El contexto histórico y conceptual de la construcción teórica de Maturana – la segunda cibernética – permitió la elaboración del trabajo de terapeutas familiares , basando reflexiones sobre la noción de familia y subsidiando principalmente el estudio de la auto-referencia , en busca de respuestas a las preguntas sobre los límites y posibilidades del terapeuta. Pretendemos poner de relieve la importancia de los conceptos de la obra de Maturana, ampliando, así, la comprensión de esta teoría al ámbito de la psicoterapia, teniendo como ilustración los presupuestos de la terapia familiar de Mony Elkaïm - autor contemporáneo que ha desarrollado numerosos estudios en el campo de la terapia de familia y conquistando avances al inaugurar una nueva visión de la perspectiva sistémica. Desde la concepción de la " objetividad entre paréntesis " defendida por Maturana, Elkaïm desarrolla un aparato teórico para reflejar los problemas de la práctica clínica, permeado por el concepto de resonancia, que alude al papel del terapeuta entrado en un sistema terapéutico. Por lo tanto, una nueva configuración en el contexto de la psicoterapia se puede observar, en defensa de una práctica clínica que incluye el propio terapeuta. La propuesta de la terapia familiar ha sufrido cambios desde su creación en los años 50, complejizando su cuerpo conceptual desde cambios paradigmáticos. Así, el enfoque sistémico reúne, desde su origen, la migración de conceptos de diversos campos de la ciencia - como la biología, la física y la cibernética - para el campo de la psicología. El panorama de las terapias sistémicas se perfila así en torno de propuestas diversas entre sí y con distinciones teóricas importantes en los últimos años. Es necesario aclarar cómo estos cambios han sido logrados desde la presentación de algunos presupuestos ya 21 superados para entender la consolidación de las ideas actuales acerca de la terapia familiar. La Teoría General de los Sistemas (TGS) de Bertalanffy, desarrollada desde los años 30, fue apropiada por el grupo de terapia familiar (Palo Alto, en los Estados Unidos) con el fin de comprender y intervenir en los sistemas familiares. Se han propuestos principios básicos aplicables a todos los sistemas, buscando así formular leyes generales, que " son principios válidos para los sistemas en general, independientemente de las entidades que los constituyen. " (VASCONCELLOS 2002, p. 196). Bertalanffy hace hincapié en la interacción entre todos los elementos del sistema, indicando la existencia de un continuo intercambio de materia entre el sistema y el medio. Tal noción que da a los sistemas la condición de sistemas abiertos a la información, pasa, entonces, a definir la teoría de este autor como una teoría de sistemas abiertos. Junto con la teoría general de los sistemas, la cibernética se desarrolla como otra ciencia moderna importante para los estudios de la terapia familiar. Mientras la TGS, según Vasconcelos (1995 ) , trata de especificar los principios y leyes de funcionamiento de un sistema , siendo, por lo tanto, una tendencia organicista , la cibernética es vista como una vertiente mecanicista, que se refiere al control técnico, automatización y las innovaciones tecnológicas. Tanto la teoría de Bertalanffy como la cibernética de primer orden han contribuido para el desarrollo de la terapia familiar para echar mano de una visión homeostática de los sistemas, teniendo como regla la estabilidad. En este sentido, cualquier desviación o perturbación lleva el sistema a su estado inicial. La familia se define, a partir de estas dos referencias teóricas, como un sistema abierto y equilibrado, manteniendo estrecha interdependencia con el medio, lo que puede influir en ella con la información externa (inputs). En este sentido, la familia se concibe como una "caja negra”, y el terapeuta, un observador situado fuera de ella. Para desarrollar su trabajo, por lo tanto, el terapeuta trata de instruir el sistema familiar, en calidad de expert, lanzando informaciones y proporcionando explicaciones plausibles para lo que él identifica como " disfuncional " en el sistema. Como dice Vasconcellos (1995), la tarea de la terapia es reparar el defecto (disfunción) del sistema familiar y el terapeuta está preparado para esta tarea, sabiendo lo que es una estructura familiar funcional. El pensamiento sistémico-cibernético contemporáneo, a su vez, va más allá de las viejas suposiciones, ya que desafía, según Vasconcellos (1995), tanto la noción de que la 22 familia es como una máquina que se auto-estabiliza (primera cibernética), como la de que el síntoma actúa homeostáticamente para mantener el equilibrio de la familia (Teoría General de los Sistemas). Esta nueva perspectiva también cuestiona la posibilidad de hablar de un sistema observado, poniendo en duda la objetividad y la neutralidad del terapeuta. Vasconcellos dice: Reconociendo las interacciones como inevitables entre observador y el sistema, cuando se trata de "sistemas de observación o de “sistemas observantes”, se reconoce que la neutralidad es imposible en la práctica terapéutica. (VASCONCELLOS, 1995, p. 127). Pensar el concepto de familia en este contexto teórico implica en la comprensión de que esta está diseñada como un sistema autónomo capaz de auto- organización. Por lo tanto, es un sistema cerrado, autorreferencial y autopoiético. Sus comportamientos están determinados antes por su estructura que por las entradas recibidas desde el medio, ya que es considerada un sistema cerrado a la información. (VASCONCELLOS, 1995, p. 126). Elkaïm, al pensar en una manera de trabajar con los sistemas terapéuticos, confronta la concepción acerca de la objetividad del terapeuta, sin, sin embargo, dejar de considerar la contribución de la TGS y de la Cibernética de primer orden para el desarrollo de la terapia familiar. Pasa, así, a interesarse por la idea de auto- referencia, buscando en la obra de Humberto Maturana - contextualizada en la segunda cibernética - una orientación teórico- conceptual. El pensamiento de Maturana es una gran contribución a la cibernética de segunda orden, caracterizando esta como, en palabras de Vasconcellos (1995), "una epistemología autorreferencial y participativa, una forma de entender la autonomía del sistema (su cierre organizacional)”. Para Maturana, la cuestión principal es la emergencia del observador. Para explicar, entonces, como surge el observador, propone una definición de sistema vivo, haciendo referencia al fenómeno de la cognición. Para tanto, presupone la lógica inventiva del sistema cognitivo, haciendo hincapié a la noción de autopoiesis, que considera a los sistemas vivos como sistemas auto-productores , lo que permite distinguir el carácter dinámico cerrado de los sistemas al tomar en cuenta la autonomía de los 23 mismos que mantienen su organización invariable , a pesar de las condiciones cambiantes producidas en el medio . Maturana afirma que el fenómeno del conocer pasa inevitablemente por la experiencia, y el proceso por el cual el individuo construye su conocimiento es personal, individual y único. Según este autor, el conocimiento no se absorbe de la manera en que se presenta ante el mundo, pero cumple con las percepciones del observador. Al declarar que "el conocimiento de una realidad dada es lo que hacemos en nuestras distinciones ", Maturana nos permite entender la concepción de la cognición como un proceso de " invención de sí y del mundo “, en las palabras de Kastrup: Maturana y Varela hacen de la regularidad de las formas cognitivas algo que merece ser explicado, siendo su apoyo explicativo una “inventividad” considerada intrínseca a la cognición. De este modo, orientan la dirección de la investigación, que se constituye como una crítica a la hipótesis filosófica de que el conocer es lo mismo que representar. (KASTRUP, 1999, p. 111). Para Maturana, la capacidad de crear su propio mundo es una de las características más importantes de la estructura humana, que sólo es posible a través de la acción y de la experiencia, encadenadas de forma circular. Así, "el acto de conocer haz surgir el mundo. [...] Todo hacer es un conocer y todo conocer es un hacer”. (MATURANA y VARELA, 2001, p. 32). El punto puede ser ilustrado con una reproducción de la obra del artista holandés Mauritis Cornelis Escher, "Drawing Hands" (Figura 1), en la cual se observa una mano que dibuja la otra. El acto de dibujar presentase, entonces, como un acto de construcción de sí mismo, y el artista retrata su propio hacer, mientras que "inventa" a sí mismo. 24 Figura 1 – Drawing Hands Fuente: Escher, 1948 Inspirado por tales ideas, Elkaïm enfatiza la importancia de las interacciones del sistema con el medio, comprendiendo el papel del contexto en los cambios estructurales responsables por la permanencia de su organización. Así, pasa a pensar las conexiones de las familias con los contextos en los que se insertan para entender muchas de las dificultades presentadas por sus miembros, con el fin de orientar sus intervenciones para ayudarles. Pensar las prácticas de terapia sistémica implica en asignar significado al contexto para entender los temas que impregnan la vida humana, teniendo en cuenta la interacción del individuo con los demás seres humanos. Así, Maturana señala la noción de acoplamiento estructural, fundamental para la construcción de la teoría de Elkaïm. Pensar en la complementariedad estructural entre un sistema determinado por su estructura y su medio implica en considerar las interacciones del individuo esenciales para la construcción dialógica del significado de las experiencias. De acuerdo con este punto de vista, es necesario que la práctica clínica acepte la inclusión del terapeuta en el sistema terapéutico, reconociendo su historia de interacciones, lo que significa, para el autor, que no hay transferencia de la información. "La comunicación se lleva a cabo en un proceso de emparejamiento, de intersección de las construcciones de mundo. " (ELKAÏM, 1990, p. 99). 25 En vista de la opinión de Elkaïm (1990), según la cual lo que el psicoterapeuta describe surge en una intersección entre su medio y elle proprio, no siendo posible, en este caso, separar sus propiedades personales de las situaciones que describe, es posible pensar que la forma en que el terapeuta se involucra en la práctica clínica se relaciona con su visión de mundo, que, a su vez, también emerge en su campo de experiencia, que es único para elle. De acuerdo con el enfoque de Elkaïm: Lo que el terapeuta siente no sólo se refiere a su historia personal, sino también al sistema en el que este sentimiento surge: el significado y la función de este vivido transformase en instrumento de análisis y intervención en servicio del propio sistema terapéutico. (ELKAÏM, 1990, p. 15). Elkaïm (1990) presupone que, "en el contexto de la psicoterapia, no es la verdad o la realidad que importa, sino la construcción mutua de la realidad, el multiverso de Maturana y Varela." Ocurre, por lo tanto, pensar el sistema terapéutico como un espacio en que el terapeuta es incorporado como más un miembro del sistema. Sobre la base de la distinción que la comprensión de nuestro mundo se construye con los demás en nuestro campo experiencial, Maturana trata de aclarar la necesidad de la colaboración y de la co-construcción en los campos de acción de los seres vivos. Esta lógica, articulada a la práctica de la terapia sistémica, nos permite considerar la importancia de la coexistencia de múltiples realidades implicadas en el espacio de encuentro del terapeuta con los otros individuos involucrados en este proceso, con el fin de construir nuevas realidades posibles en consonancia con el contexto del sistema en cuestión. El artista M. C. Escher representa, más una vez, muy claramente la posibilidad de combinar diferentes situaciones, como se ve en la Figura 2. Una escalera con un hombre subiendo no podría estar sirviendo al mismo tiempo de descenso a otro hombre si no tenemos en cuenta la coexistencia de diferentes – y, muchas veces, contradictorias - perspectivas, noción clareada por Maturana. 26 Figura 2 - Relativity Fuente: Escher, 1953 Lo que Elkaïm busca al formular sus ideas basadas en la teoría de Maturana es mostrar la relevancia de la construcción mutua de la realidad en el espacio de la psicoterapia, apuntando para la intersección entre lo que el cliente presenta y lo que el terapeuta vive. Lo que surge ante esta interacción es denominado por el autor como resonancias y constituye un puente importante entre el terapeuta y el cliente, y entre estos organismos y los distintos sistemas involucrados. Carellos (2001) ayúdanos a entender el concepto de resonancias al aclarar que estas se manifiestan a través de sentimientos, percepciones, creencias y/o normas importantes para la historia de los diferentes miembros de un sistema terapéutico. Ocurre, por lo tanto, pensar que poner la objetividad entre paréntesis permite la consideración de la existencia de un multiversa, o sea, una pluralidad de campos de realidad diferentes, pero igualmente legítimos. La situación psicoterápica también se produce en la amplitud del multiversa, ya que configura una intersección entre diferentes modos de distinguir la realidad, modos estos propios de dos casos: terapeuta y cliente. Dos percepciones genuinas de la misma realidad, por lo tanto, nos llevan a pensar en la práctica del terapeuta y mirarlo como un observador participante. 27 Así, " la historia de cada encuentro es siempre singular: es la historia de una familia, de un terapeuta y de un lugar. " (ALARCÃO, 2000, p 241.) . La terapia familiar de Elkaïm nos permite ampliar las reflexiones sobre la práctica clínica al inaugurar un nuevo ajuste en el contexto de la psicoterapia. Además de la conexión de las ideas de Maturana con los conceptos de Elkaïm, otras articulaciones son posibles entre la teoría de los seres vivos de Maturana y la práctica del terapeuta. En este sentido, lo que Maturana se atreve al decir de la búsqueda del observador por lo conocimiento con el fin de explicar cierto fenómeno puede ser aplicado a la psicoterapia, ya que lo que hace el terapeuta en su trabajo al insertarse en el sistema es proponer una revisión de la experiencia presentada por su cliente de una manera aceptable y coherente con sus propios criterios de validez, mientras que acepta el otro (cliente) legítimamente, sin una verdad absoluta y un conocimiento otorgado. Así, la práctica terapéutica constituye un encuentro simultáneo del terapeuta con el cliente con el fin de interactuar y desarrollar formas adecuadas de trabajo en coherencia constante con el contexto del individuo - o de la familia - involucradas en el proceso. Por lo tanto , en lugar de instruir la conducta del paciente y proponer acciones , el terapeuta co - participa, escucha y promueve la comprensión legítima del paciente sobre la situación distinguida como "problemática" , apostando en la singularidad de cada individuo en una actitud de colaboración, en un espacio intersubjetivo de diálogo. De acuerdo con esta perspectiva, Grandesso afirma: Antes de ser un interventor que opera en un sistema (familia, casal, individuo, por ejemplo) para cambiarlo en dada dirección, previamente definida como "más funcional" para el sistema, el terapeuta pasa a ser visto como más un en el sistema. En el lugar de intervenir, el terapeuta co-participa del sistema terapéutico, actuando para una transformación co-evolucionaria que cuenta con la supresa y el imposible en la medida en que los sistemas producen su propio cambio. (GRANDESSO, 2000, p. 137). La definición de la cultura patriarcal descrita por Maturana apunta para un contexto ordenado por la autoridad y subordinación, sin tener en cuenta, de este modo, la legitimidad de cada individuo. Ocurre, entonces, pensar que los sistemas sociales y las personas, en general, a través de su peculiar forma de funcionamiento, autorizan ciertos casos para definir lo que es normal y anormal, la salud y la enfermedad, permitiendo, por lo tanto, que los comportamientos y las situaciones en su vivir propio sean clasificados. Para Maturana, Méndez y Coddou, 28 En nuestra cultura occidental este poder o autoridad es socialmente concebido a estas personas en el presupuesto de que dominan el conocimiento objetivo y que este conocimiento les permite distinguir entre los demás seres humanos los que estarían en la categoría de los que son psicológicamente enfermos. (MATURANA; MÉNDEZ; CODDOU, 1988 p 145.). Podemos observar en esta afirmación que toda la situación que se vive en un sistema humano es, constantemente, distinguida por los individuos en la coexistencia social, como disfunciones, y poden, por lo tanto, asumir una configuración de chapita, en un intento de cumplir con las expectativas sociales. Las distinciones de las interacciones interpersonales en un sistema social pueden conducir a la estabilización de un patrón de contradicciones emocionales, exigiendo comportamientos en los seres humanos, que, a menudo, asume la validez de ciertos prototipos sin cuestionar, a priori, la legitimidad de estas construcciones de la realidad. De esta manera, pensar el trabajo clínico es comprender el terapeuta como lo que trabaja con el cliente / familia con el fin de replantear la " disfunción " junto al sistema con el que trabaja. " Disfunciones " estas que se distinguen por el cliente, con base en el supuesto otorgado por la cultura patriarcal. En esta perspectiva, el terapeuta observa, experiencia y descubre como los seres humanos son en realidad, teniendo, para tanto, la conciencia de la imposibilidad de ocupar un lugar privilegiado de una realidad objetiva. Por lo tanto, permitirá la aparición de una nueva creencia en la realidad, construida a partir del acto de observación, en un lenguajear con el cliente , teniendo como fin no la intervención en sí , pero el cambio de perspectiva sobre el problema particular, que surge en la propia conversación. La coconstrucción de significados organizadores de la experiencia vivida por el individuo será la clave para pensar en la práctica clínica. La terapia familiar a la que nos referimos, como se señaló anteriormente, favorece una práctica que incluye el observador, lo que permite un intercambio entre los conocimientos singulares tanto del terapeuta cuanto de los clientes. Desde esta consideración, se puede suponer que las prácticas sistémicas enfatizan el diálogo en torno a la cuestión de la distinción del problema. Tal concepción podría lograrse a través de la idea de Maturana sobre la relevancia del lenguaje como una forma de co - construcción de la realidad. De este modo, Maturana (1988) clarea que "el lenguaje es un fenómeno social en el que el flujo de interacciones recurrentes entre los organismos que participan de ella constituye el dominio de la existencia de los participantes mientras el dominio de su realización como seres vivos”. El campo de las psicoterapias, por lo tanto, es 29 impulsado por la manera de trabajar a través de conversaciones, en las historias entrelazadas de cada una de las partes que componen el sistema terapéutico. Hablamos, así, en colaboración, o sea, la premisa básica que impregna la práctica clínica dilucidada aquí. El entrelazamiento del lenguajear y del emocionar es lo que llamamos conversación. (MATURANA, 1993). Teniendo la colaboración como lo que surge en las conversaciones, habiendo, así, una aceptación mutua de los que constituyen el sistema terapéutico, es inevitable hablar de un flujo emocional, ya que las emociones guían las conversaciones de confianza y respeto en las relaciones humanas. Las emociones son la base de cualquier acción humana y, por lo tanto, constituyen también la práctica del terapeuta. Considerar la legitimidad del otro es posibilitar la existencia de un multiverso en el campo del conocimiento del terapeuta y del cliente para lograr la co- construcción de la realidad correspondiente a la singularidad del individuo en psicoterapia, sin tener en cuenta las situaciones de contradicción emocional en las que él estaba involucrado, inicialmente. Podemos, entonces, comprender los cambios que la mirada de Maturana trae para el enfoque sistémico y, consecuentemente, para la práctica terapéutica desde el momento en que se revela una importante contribución a la fundación de las teorías de la terapia familiar. Con su punto de vista, lo que da lugar a la participación del observador en el sistema que observa, el cambio en la conducción del proceso terapéutico se convierte en indispensable. En primer lugar, la relación entre el terapeuta y el cliente adquiere un lugar de importancia, como nunca antes. Este enlace pasa a tener un carácter positivo en el trabajo del terapeuta. Las resonancias permiten la flexibilidad en el campo de posibilidades y conducen al cambio. El terapeuta , por lo tanto, es parte del sistema terapéutico y opera en colaboración con esto en relación con el entendimiento de que se desarrolla por la conversación terapéutica , al mismo tiempo en que se pone lejos para reflejar, con base a los modelos explicativos que tienen sentido para él , que expande el contexto de intervención en el proceso terapéutico . El significado y la comprensión de las narrativas que subyacen el espacio terapéutico son construidos por las personas en la conversación, en el uso del lenguaje unas con las otras. El papel del terapeuta es el de promover un espacio de conversación libre y facilitar un proceso dialógico con el cliente en la co-construcción de nuevos significados, nuevas distinciones y nuevas realidades. En conclusión, la psicoterapia tiene lugar en un movimiento de intersección. El trabajo de Maturana nos muestra que debemos tener cuidado cuando sumergimos en una 30 objetividad que nos lleva a pensar linealmente en las diversas situaciones que vivimos, incluyendo el proceso terapéutico. Sus ideas nos invitan a pensar el vivir humano como una forma de relacionamiento con los demás, en la vida, haciendo espacio para hablar y pensar. El flujo continuo de transacciones sensoriales y experienciales que guían nuestra conciencia y nuestras experiencias se produce sólo en el lenguaje y también afecta a la zona de la psicoterapia, en la cual el terapeuta , sin renunciar a su auto-referencia , permite la conversación en la búsqueda de nuevos significados más liberadores para el sistema con el que opera. 31 4 CONCLUSIÓN Observamos, en el final de este estudio, que H. Maturana, al dedicarse a la comprensión del vivir humano considerando las capacidades de conocer de cada individuo, nos permite afirmar que nuestra vida está en continua interacción con el entorno en el que operamos. Creemos, sin embargo, que esto no es la gran novedad de su teoría. La idea que este autor inaugura y que es verdadera contribución al campo de la psicoterapia se relaciona con el concepto de las emociones ligadas a la práctica del terapeuta. La historia de interacciones del terapeuta con su (s) cliente (s) se define por la conversación que, a su vez, se produce en la conexión del lenguajear con el emocionar. Sin tratar de determinar la conducta de un individuo, abdicándose de un lugar de conocimiento privilegiado sobre el sistema terapéutico, el terapeuta muestra su capacidad de escuchar con imparcialidad y en una actitud abierta y de aceptación. Es, sin embargo, una imparcialidad relativa, ya que nos damos cuenta de la imposibilidad de la neutralidad en la práctica clínica verificando la pertinencia de la auto- referencia del terapeuta. Mediante el análisis de las resonancias, que comprenden el lazo que se establece entre el terapeuta y sus clientes, admitimos su participación teniendo en cuenta sus posibilidades y sus limitaciones. Pensar la escucha del terapeuta, en esta perspectiva, requiere la asignación de significado a un hacer cuya sabiduría reside en la conciencia de sus propias emociones, evitando conclusiones apresuradas. Las emociones no limitan la comprensión del terapeuta. Más bien, las emociones amplían el ámbito de actuación del mismo, ya que el amor - emoción primaria que constituye nuestro dominio de acciones - permite considerar el otro (cliente), en la coexistencia, en su legitimidad. Concebir la psicoterapia como un espacio donde conviven diferentes conocimientos implica en pensar el terapeuta como alguien que trata de analizar la intersección entre él y el cliente, comprendiendo la importancia de este bucle para el desarrollo del trabajo que hace. El terapeuta trae sus contribuciones a sus clientes, siendo libre para hacer las puntuaciones de la realidad sumergida en las distinciones establecidas por el sistema terapéutico, basado en un modelo explicativo que tenga sentido para él. Así, incorpora teorías que le permitirán trazar hipótesis y estrategias, o sea, que validarán su conducta. Es importante destacar que las posibilidades explicativas que el terapeuta tiene para entender una situación favorece una lectura posible de lo que impregna el espacio de la terapia. Los supuestos teóricos subyacentes a la construcción de la realidad, por el terapeuta, son ingredientes importantes de carácter universal, que se conectan a 32 otros, tales como las resonancias y los devenires del contexto terapéutico, para llevar a cabo intervenciones originales y únicas en cada caso, que es siempre único y particular. Sin duda, ponerse en el lugar de detentor de un saber privilegiado, haciendo las palabras teorías de orden, es una conducta de riesgo en la práctica terapéutica. Todo el modelo teórico tiene sus limitaciones, y hacer uso de las ideas preconcebidas sin un cuestionamiento y una reflexión significa ir contra la dimensión ética del trabajo clínico. Maturana nos pone en la condición de consideramos nuestra propia responsabilidad como terapeutas antes la descripción de un estado de enfermedad, por ejemplo. Abrir posibilidades para el sistema es una herramienta valiosa del terapeuta, ya que, de esta manera, no es decidir, a priori, la forma de definir el problema. La psicoterapia, en este sentido, se configura como un espacio de reflexión. Hay que cuestionar algunas distinciones que hacemos a lo largo de nuestra historia de las relaciones en la vida cotidiana. “Este niño es tímido ", " esta familia es disfuncional ", "él es desatento " son sólo algunos ejemplos de chapitas o clasificaciones que se refieren a cómo los individuos construyen la realidad sin tener en cuenta la validez de estas. Por lo tanto, el terapeuta puede ofrecer al cliente la posibilidad de una redefinición de la realidad a través de la co-construcción de nuevas perspectivas, lo que permite el entendimiento de que las circunstancias no nos dominan, ya que podemos reflexionar sobre situaciones y, si queremos, cambiar la realidad. La reflexión que el terapeuta ofrece al cliente posibilita un espacio completamente diferente de aquel en que se encontraba antes. Así, la transformación de una realidad dada ocurre cuando se distingue lo que se desea conservar. Renunciar a las verdades absolutas, permitiéndonos experimentar lo diferente, el encuentro con el otro, nos pone frente a la posibilidad de reinventar a nosotros mismos en nuestra práctica, mientras que la psicología reinventase a sí misma. Maturana inspira una nueva psicología, lo que nos permite abandonar las molestias que la práctica nos causa cuando sentimos en el deber de mantener cierta distancia en relación al sistema con el que trabajamos. La comprensión de la neutralidad del terapeuta como una imposibilidad trae a nuestro hacer, un alivio en el sentido de que lo que nosotros terapeutas somos y hemos construido al largo de nuestra historia personal surge no sólo inevitable en el trabajo terapéutico como es esencial para su viabilidad. En este trabajo, se confirmó la importancia de la experiencia personal y la apertura a la dimensión de los nuevos posibles en el campo de acción del terapeuta. La psicoterapia se revela como una práctica legítima que incorpora la persona del terapeuta. Por lo tanto, ser un terapeuta es considerar nuestras propias experiencias que nos constituyen y que 33 nos haga individuos únicos. De esta manera, comprendemos el terapeuta como alguien que lleva historias encarnadas que, a menudo, se manifiestan en su hacer en un flujo emocional. 34 REFERENCIAS ALARCÃO, Madalena. (des)Equilíbrios familiares: uma visão sistêmica. Coimbra: Quarteto, 2000. CARELLOS, Soraia D. M. S. 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