Alternativas al TTIP, CETA y “Comercio Libre”

Anuncio
Alternativas al TTIP, CETA y “Comercio Libre”
propuestas por Christian Felber
Autor, profesor de Universidad, “Economista del Bien Común”
1. Mandato democrático para negociaciones
En mi libro “Dinero. De fin a medio” expongo que no vivimos realmente en “pos-democracias”
(Colin Crouch) sino más bien en “pre-democracias”. Una “democracia real” no ha existido aún.1 En
una democracia real el pueblo soberano sería efectivamente la “mayor instancia” lo cual es el
significado literal de la palabra “soberano” en latín (procedente de “superanus”: sobre todo). Un
verdadero soberano tendría más poder que sus representantes gracias a los “derechos soberanos”
básicos que podrían ser:
1. elegir por votación un gobierno;
2. derogar un gobierno;
3. corregir al parlamento con respecto a cualquier legislación propuesta;
4. realizar propuestas de ley de forma directa;
5. cambiar la constitución por iniciativa propia;
6. votar a favor de una convención constitucional de forma directa;
7. controlar y regular de forma directa servicios públicos esenciales;
8. vigilar el contexto para la negociación de tratados internacionales y ejercer su derecho a voto
sobre los resultados de dichas negociaciones.
El último punto hace referencia al déficit democrático del TTIP (Acuerdo Transatlántico para el
Comercio y la Inversión) y del CETA (Acuerdo Económico y Comercial Global). Hoy en día, el
Consejo Europeo, el cual no es elegido directamente por los ciudadanos, da un mandato de iniciar
negociaciones secretas a la Comisión Europea, la cual tampoco es elegida por los ciudadanos. Esto
es una democracia al estilo medieval.
¿Qué características podría tener un proceso de negociaciones para un acuerdo internacional que sea
profundamente democrático, desde el mandato inicial hasta la ratificación final?
He aquí mi propuesta:
1. El pueblo soberano define un “mandato marco” para la negociación de acuerdos internacionales
que esté anclado a la Constitución por medio de un referéndum o, mejor aún, mediante una
“Convención Económica”2. Este mandato modelo podría definir objetivos fundamentales, por
ejemplo:
1
2
FELBER, Christian (2014): “Dinero. De fin a medio”, Deusto, Barcelona, pág. 38.
He presentado este concepto en mi libro “La Economía del Bien Común” (Deusto, 2012) que ha sido
operacionalizado por el moviviento del mismo nombre en un documento de 20 páginas:
http://www.gemeinwohl-oekonomie.org/sites/default/files/Konvent-Leitfaden-GW%C3%96-Gemeinde.pdf
- desarrollo sostenible: la huella ecológica de los ciudadanos de la UE debe reducirse hacia el
umbral globalmente sostenible y justo;
- distribución justa: la brecha de renta y propiedad no ha de crecer, sino reducirse; los salarios
mínimos deben ser protegidos;
- respeto absoluto de los derechos humanos, así como de todas las normas laborales de la OIT y de
todos los derechos laborales y estándares de seguridad social de estados miembros de la UE que
superen los establecidos por la OIT;
- reducción de la desigualdad de género en términos de salario, propiedad e influencia en la
economía;
- protección de la diversidad cultural, etc.
2. Los representantes directos del pueblo soberano (los parlamentos nacionales o el Parlamento
Europeo) pueden exigir en cualquier momento al gobierno (o a la Comisión Europea) la iniciación
de negociaciones para un acuerdo internacional, pero sólo dentro de las metas definidas en la
Constitución para este tipo de negociaciones.
3. El Tribunal Constitucional, en su papel de control, examina en detalle que el mandato sea
conforme con la Constitución. Si el resultado es negativo, el mandato de negociación expira
inmediatamente.
4. Si el resultado es positivo, las negociaciones pueden comenzar pero sólo siguiendo un
procedimiento transparente y participativo, definido también como tal por la Constitución nacional
o el Tradato de la Unión Europea. La transparencia incluye la divulgación de todos los documentos
relevantes y la participación supone la consulta de todos los sectores de la sociedad y no sólo de los
grupos de presión empresariales.
5. El resultado de las negociaciones es votado por la “mayor instancia” en nombre de la cual se
llevan a cabo las negociaciones. El tratado sólo puede ser ratificado por los parlamentos relevantes
y entrar en vigor si los ciudadanos están de acuerdo con el resultado.
El “Mandato de Comercio Alternativo” desarrollado por un amplio número de organizaciones de
sociedad civil en Europa se queda corto al respecto. Sólo exige que el resultado final sea también
puesto a votación en los parlamentos nacionales.3 La aprobación del Tratado de Lisboa llevada a
cabo por MEPs4 nacionales que desconocían lo que estaban decidiendo5, demostró que esta
exigencia no es suficiente. Los ciudadanos de tres estados miembro (Francia, Holanda e Irlanda)
3
4
5
THE ALTERNATIVE TRADE MANDATE (2013): “Trade: Time for a new vision”, pág. 7.
Miembros del Parlamento Europeo.
“ARD Panorama”, 12 de mayo de 2005: http://daserste.ndr.de/panorama/media/euverfassung100.html
votaron contra el Tratado Constitucional y del Tratado de Lisboa. Sin embargo, este último se
adoptó y entró en vigor. Al votar a favor del Tratado de Lisboa, los parlamentos nacionales entre
otras renunciaron a su derecho a voto en futuros acuerdos internacionales de inversión y comercio.
2. Los objetivos de los Acuerdos Internacionales
Una de las condiciones iniciales que dificulta las negociaciones de acuerdos económicos
internacionales es la falta de claridad sobre el objetivo de la economía y, por lo tanto, del comercio.
Las constituciones democráticas coinciden de forma unánime en que el objetivo general de la
economía es el bien común. Por ejemplo: la Constitución de Baviera dice en el artículo 151: “La
actividad económica en conjunto sirve al bien común.” Para que el éxito sea medible, este objetivo
principal ha de ser desglosado en objetivos secundarios tales como satisfacción de las necesidades
básicas, salud, educación, empleo, trabajo con sentido, distribución justa, ecosistemas estables, codeterminación, paz, y otros. El éxito sólo puede ser medido en base a la consecución de estas metas.
El dinero es sólo un medio. Por lo tanto, es un error medir el éxito de la economía nacional con el
PIB, el éxito de una empresa con el beneficio financiero y el éxito de una inversión con el rédito
financiero ya que éstos son indicadores monetarios los cuales, por definición, no pueden decirnos
nada fiable sobre la consecución de las metas mencionadas anteriormente. En los EEUU, el PIB se
ha más que duplicado en los últimos 25 años, pero la renta de los hogares con personas con estudios
de bachillerato se ha visto reducida en un 25 por ciento. La felicidad de los individuos se encuentra
en declive desde los años 70. Por lo tanto, tendría mucho más sentido medir directamente la
consecución de las metas mediante un Producto del Bien Común6 y que los estudios de evaluación
de impacto se centren en este índice en vez de en el PIB. Entonces, los parlamentos nacionales
basarían decisiones importantes en datos procedentes del Producto del Bien Común.
2. Estrategia
Nivel estratégico 3: Tratado de Comercio Global en las Naciones Unidas
En vez de establecer “estándares globales” cuestionables de forma bilateral que no coinciden con
ningún objetivo o valor constitucional, la UE y los EEUU deberían esforzarse en conseguir un
acuerdo multilateral en el mismo seno de las Naciones Unidas que sirva a sus propios objetivos y
valores. Estos valores universales incluyen los derechos humanos, el desarrollo sostenible, la
protección del medio ambiente, la diversidad cultural, la igualdad de géneros, la soberanía
alimenticia, las normas laborales, la cooperación fiscal y la regulación financiera. Las libertades
económicas sólo se conceden a medida que estos valores son respetados.
6
FELBER, Christian (2012): “La economía del bien común”, Deusto, Barcelona, pág. 50.
Nivel estratégico 2: Acuerdos bilaterales ambiciosos con un buen propósito
Mientras no haya grandes avances en lo que se refiere a un acuerdo de este tipo por parte de
Naciones Unidas, la UE puede seguir adelante con un grupo de países asociados a nivel bilateral
con el fin de cumplir los objetivos del mandato marco establecido en la constitución. Esto debería
ser realizado con una muestra de países que a día de hoy ya hayan implementado estas “normas
globales” (una fórmula utilizada frecuentemente por los negociadores del TTIP): el principio de
precaución, el Protocolo de Kyoto, el Pacto Internacional de diversidad biológica, la Convención de
la UNESCO sobre la Protección y Promoción de la Diversidad de las Expresiones Culturales, el
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales, el Pacto Internacional de
Derechos Civiles y Políticos o las normas laborales de la OIT.
En este tipo de régimen, con toda seguridad los EEUU no sería el socio de elección inicial por parte
de la UE, ya que no han ratificado la mayoría de estos acuerdos. Entre los países más ricos, los
EEUU son uno de los oponentes más estrictos a las “normas globales”. Por consiguiente sería más
efectivo impulsar las relaciones comerciales con países que apoyan y promueven por completo los
acuerdos existentes y que están dispuestos a poner el comercio y la inversión al servicio de los
derechos humanos y otras metas constitucionales. Esta “Coalición de los Voluntariosos” podría
auto-protegerse con aranceles contra aquellos que hablan continuamente sobre las “normas
globales” pero al mismo tiempo no las respetan e incluso las trastocan.
He aquí una propuesta sobre cómo se podría incrementar el precio de los bienes y servicios de los
países no-cooperativos. Por cada acuerdo que no haya sido ratificado les correspondería un arancel
adicional, por ejemplo:
Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos
+ arancel del 20%
Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales
+ arancel del 20%
Protocolo de Kyoto
+ arancel del 20%
Otros Acuerdos Medioambientales de las Naciones Unidas
+ arancel del 10%
Cada norma laboral principal de la OIT
+ arancel del 5%
Convención de la UNESCO sobre Diversidad Cultural
+ arancel del 10%
Intercambio automático de información fiscal
+ arancel del 20%
Esto llevaría a un tratamiento entre iguales igualitario, en vez de un tratamiento desigual para socios
desiguales. Pararía la carrera actual hacia el declive de salarios, normas laborales, cumplimiento de
las obligaciones fiscales, protección medioambiental y derechos humanos. Le daría la vuelta a las
desventajas competitivas que las empresas éticas, sostenibles y responsables sufren hoy en día en el
régimen del “libre comercio”. Protegería las metas y valores ancladas en las constituciones y en
base a las cuales los estados miembros de las Naciones Unidas han llegado a acuerdos que serán
anulados si el “libre comercio” recibe prioridad sobre ellos.
TTIP sencillamente no es el medio apropiado para servir a estas metas ya que favorece a otra
deidad. Convierte el comercio y la inversión en fines por sí mismos. TTIP, CETA, BITs y la OMC
construyen relaciones económicas basadas en la doctrina “pseudo-liberal” que dice que las
libertades económicas han de prevalecer sobre otras libertades y derechos fundamentales. Las
Naciones Unidas representan, de forma débil, otras metas. Las libertades económicas son sólo
medios para servir a estas metas superiores. Las libertades económicas han de ser limitadas si van
más allá de los confines de estas metas y valores constitucionales.
Nivel estratégico 1: Protección de la UE contra el “dumping” a través de un “Mercado Ético
Común”
Incluso en el caso de que no haya progresos hacia un acuerdo plurilateral para la creación de un
marco legal para el comercio y las inversiones internacionales, la UE podría proceder de forma
independiente y comenzar un “Mercado Ético Común”. Podría ordenar a todas las empresas que
operan en la UE a implementar un Balance del Bien Común como precondición para acceder al
mercado. Cuánto mejor sea el resultado, más libre será el acceso al mercado y viceversa. Cuánto
más pobre sea el rendimiento ético, mayores serán las barreras para entrar en el mercado. Esto se
podría conseguir por ejemplo mediante mayores aranceles. Con este instrumento, las empresas
éticas se verían reforzadas y los valores constitucionales se convertirían en la pieza clave de nuestra
economía.
4. Propuesta alternativa para los aspectos principales sujetos a negociación
Acceso al mercado
Un mercado transatlántico no es una meta en sí y especialmente no hay necesidad de “comercio
libre” entre los EEUU y la UE. El Mercado Común de la UE es lo suficientemente grande como
para ser suficientemente eficiente. Dentro del Mercado Común, las empresas ya son demasiado
grandes y poderosas y constituyen un peligro para la democracia y la economía de mercado
realmente libre. El acceso al mercado debería por lo tanto estar unido a la mejora progresiva de las
normas en todos los campos políticos relevantes. El Balance del Bien Común es un instrumento
efectivo para conseguir esta meta. Cuanto más ético sea el comportamiento de una empresa, más
fácil le será acceder al mercado de los EEUU o de la UE. Como consecuencia se produciría una
inversión dinámica con respecto a aquella propuesta por el “comercio libre”. Aquellos que lleven a
cabo “dumping” de precios, los despiadados y los tramposos ya no podrán reafirmarse en sus
conductas, sino que serán las empresas más éticas, sostenibles y responsables.
Políticas de competitividad
Con el fin de prevenir la emergencia de empresas demasiado grandes (para fracasar) y demasiado
poderosas, todas las empresas que obtengan acceso al “Mercado Ético Común”, al alcanzar un
tamaño determinado, deben ser divididas o democratizadas y los empleados y otros grupos de
interés – en términos generales la sociedad – han de convertirse en co-propietarios. Esta alternativa
constituiría un incentivo efectivo para que las empresas permanezcan pequeñas: lo suficientemente
pequeñas para poder fracasar y no convertirse un peligro para la democracia. Para los bancos, se
podría definir un tamaño máximo, por ejemplo, un balance de como máximo 30 billones de euros.
Los bancos extranjeros que son mayores no tendrían acceso al mercado. Las “empresas globales”
no son necesarias en el sector financiero.
Empleo
A menudo se argumenta que el libre comercio crea empleo. Irónicamente, las “súper regulaciones”
planificadas en el TTIP realmente prohíben políticas que podrían crear empleo, tales como el
desarrollo local y programas de infraestructura, promover empresas locales y pymes, requisitos de
“compra local” para inversores, y otras. Si el trabajo con sentido y el empleo son realmente el
objetivo, las medidas políticas que tienen como meta la creación de empleo han de ser favorecidas
ante la liberalización del comercio. El comercio es un medio; el trabajo decente, como faceta de la
buena vida, es parte del objetivo.
Normas laborales
El cumplimiento de las normas laborales de la OIT debería ser una condición para el comercio libre.
Mientras no sea así, los aranceles podrían beneficiar y proteger a los “cumplidores” y no a los
“incumplidores”, tal y como discutimos anteriormente. Este sería un gran incentivo para que los
EEUU finalmente reconozcan las normas laborales básicas y las implementen. El comercio libre
incondicional es una invitación atractiva para no respetar estas normas.
Inversión
La restricción y regulación de las inversiones y exportaciones de materias primas ha de mantenerse
como meta legítima y legal de la política. En consecuencia, medidas tales como requisitos a los
inversores dirigidos hacia políticas de compra local, empleo local, normas laborales, salarios
mínimos, reinversión de beneficios, transferencia de tecnología o la la creación obligatoria de
empresas mixtas han de permanecer completamente viables. El comercio libre no debe anular
políticas estructurales, industriales, regionales y de desarrollo. No es necesario crear derechos
adicionales que protejan inversores que vayan más allá de los instrumentos legales existentes en los
EEUU y la UE.
Contratación pública
La contratación pública es, junto a otros, un instrumento político para crear empleo y trabajo con
sentido, para reducir la desigualdad de género, de riqueza y de poder y para desarrollar la
democracia económica. Las modalidades con las que los gobiernos ejecutan sus compras han de
permanecer parte integral de su autonomía y soberanía y no deben ser súper reguladas por
“disciplinas” relacionadas con el comercio o restricciones en nombre del “comercio libre”. Las
empresas locales (diversidad cultural, resiliencia) pueden recibir prioridad, así como las pequeñas y
medianas empresas (políticas estructurales, políticas del mercado laboral) o las empresas con una
conducta ética ejemplar (alta puntuación en el Balance del Bien Común).
Propiedad intelectual
Las innovaciones pueden ser promocionadas a través de instrumentos que difieran de las actuales
patentes y de la crecientemente estricta protección de los derechos de propiedad intelectual (p. ej.
ACTA - Acuerdo comercial anti-falsificación). El Acuerdo de la OMC sobre Aspectos de los
Derechos de Propiedad Intelectual Relacionados con el Comercio (TRIPs) va demasiado lejos. En
lugar de impulsar este enfoque regulatorio, debería ser suavizado y se podrían desarrollar medidas
de promoción de la innovación alternativas, sobre todo en lo que se refiere a la medicación. El
principio de libre acceso debería ser generalizado y las compañías que se adscriban a él deberían ser
recompensadas. Aquellos que compartan deben salir beneficiados.
Energía y recursos
Reducir la huella ecológica, frenar el cambio climático y fomentar la resiliencia de las regiones
deberían gozar de prioridades y las políticas de energía deberían ser modificadas
correspondientemente. El abanico de instrumentos podría contener políticas de tarificación,
prohibiciones para empresas con fines de lucro en el sector de energía y recursos, apoyo para
colectivos y propiedad pública, estrategias de auto-suficiencia regional, etcétera. La soberanía
nacional ha de ser respetada a no ser que se consiga en el seno de las Naciones Unidas un acuerdo
político global sobre la gestión de recursos naturales.7
Arbitraje
Es razonable reflexionar sobre un tribunal internacional económico abierto a todos los individuos y
colectivos afectados por las actividades de inversores internacionales. Son ellos quienes deberían
tener derecho a demandar a empresas transnacionales cuando estas violen los derechos humanos o
las normas laborales, pongan en peligro la salud de la población, destruyan los ecosistemas,
engañen a los consumidores o corrompan a los gobiernos. Si un tribunal económico como este
7
FELBER (2014), pág. 203.
recibe prioridad sobre los paneles de arbitraje privados, los cuales anteponen los intereses de los
inversores a los de la población, la sociedad y el medio ambiente, entonces quedaría muy claro
cuáles son los objetivos de la economía y cuáles sólo los medios.
Viena, 22 de Noviembre de 2014
****************************
Fragmento con modificaciones del texto:
Christian Felber:
„Freihandelsabkommen TTIP. Alle Macht den Konzernen?“
(„Acuerdo de libre comercio TTIP: ¿todo el poder para las empresas?“)
E-Book, Editorial Hanser
Munich 2014
Todos los libros de Christian Felber:
http://www.christian-felber.at/buecher.php
http://www.christian-felber.at/english.php
La Economía del Bien Común:
http://www.economia-del-bien-comun.org/es
Descargar