Vivimos en un país que tiene particularidades culturales, demográficas, geográficas y ecológicas muy singulares; un territorio con poca disponibilidad de tierra para la agricultura y con grandes desafíos para ampliar la frontera agrícola. Sin embargo, su perfil y clima le confieren un alto potencial para cultivar productos con extraordinarias características de sabor, aroma, textura, y cosechados en momentos en que los mercados del hemisferio norte se encuentran poco abastecidos. Eso permite que desde el Perú se atienda una fulgurante demanda de productos de alta calidad, proveniente de mercados que se renuevan día a día. Eso lo saben tanto los pequeños productores de café y cacao de la selva, con sus cafés especiales y cacaos de alto aroma, así como los cultivadores de uva de mesa de la costa, que logran muy buenos precios por la oportunidad en que surten la demanda. Y, mientras tanto, la población del Perú continúa creciendo y necesita alimentos sanos y nutritivos. Luis Ginocchio Balcázar1 ha abastecido a las ciudades a cambio de poco o, muchas veces, de muy poco. El aumento de la variabilidad del clima, conocido como «cambio climático», trae sequías, inundaciones, plagas y enfermedades que diezman los cultivos y exigen nuevas inversiones en conocimientos para controlarlas. Asimismo, hay más demanda de comida proveniente de naciones que antaño podían autoabastecerse, como China, cuyo auge está cambiando el planeta. Los nuevos usos que se les da a las materias primas agrícolas, como los agrocombustibles, convierten al campo en proveedor de energía y generan una inédita competencia entre motores y personas por los frutos de la tierra. Vivimos un conjunto de transformaciones, resultado de la globalización de la economía mundial, que impactan también en la producción, industria y comercio nacionales. Están surgiendo más consumidores, con mayores expectativas de calidad y servicio, y también ganan terreno nuevos formatos de distribución, como supermercados y tiendas especializadas. La sociedad del conocimiento va imponiendo nuevas pautas para toda suerte de productos, otrora impensables. Se abren las fronteras al comercio internacional, y las habilidades empresariales se hacen más necesarias que nunca no solo para ingresar a lo global, sino para defender los mercados nacionales. Las nuevas soluciones tecnológicas son básicas para competir en el mercado nacional y en los del exterior. Los desafíos internos de la pequeña agricultura Al mismo tiempo, se viven importantes procesos de cambio dentro del país, que pueden ser muy valiosos para que la pequeña producción agraria encuentre vías que permitan su prosperidad. Entre ellos destaca la descentralización, que es vital para la agricultura a escala familiar, Ricardo Marapi El contexto agrícola en un mundo globalizado Vivimos un mundo en el que presenciamos una creciente volatilidad en los precios de los alimentos y mucha incertidumbre en su suministro. Se dice que estamos asistiendo al fin de la era de los alimentos baratos, era donde el campo Pequeña agricultura y sus potencialidades 6 LA REVISTA AGRARIA / 146 La asociatividad es el camino Para la pequeña agricultura peruana —una de las más numerosas en América Latina, en la que cerca de dos millones de productores tienen aspiraciones de hacer empresa—, resulta un excelente momento para alentar la conformación y consolidación de cooperativas y unidaNOVIEMBRE de 2012 Ricardo Marapi pues esta se realiza en los territorios regionales. Del mismo modo, aparece el movimiento de la gastronomía peruana, que promueve la alianza cocinero-campesino, a través del fortalecimiento de las cadenas agro-alimentarias-gastronómicas, las ferias de productores y los mercados de abastos, como escenarios donde se forman los precios, que son fundamentales para mejorar la rentabilidad y el bienestar de las familias de agricultores. De igual forma, es urgente luchar contra el flagelo de la desnutrición infantil, que alcanza niveles de verdadera alarma. Y, sin lugar a dudas, sobresale la propuesta de inclusión social del presidente Ollanta Humala, que busca integrar a los pequeños productores del campo (y también de la ciudad) en las corrientes de modernización, mediante el apoyo del Estado a quienes abastecen a los mercados internos. En esos contextos se encuentra la pequeña agricultura peruana, uno de cuyos más importantes desafíos es la asociatividad, de tal forma que le permita una escala —un tamaño de operaciones— que la haga eficiente en la compra de insumos y servicios, además de mayor poder de negociación para la venta de sus cosechas y crianzas. Para conseguir sacar provecho a la unión —que hace la fuerza—, hacen falta capacidades de gestión empresarial, a fin de crear las estrategias de diferenciación y capitalizar sus ventajas comparativas; enseguida viene la tecnología, que son insumos, equipos y procesos necesarios para añadir valor a las cosechas (agroindustria), y que provienen de conocimientos disponibles y, en algunos casos, aún por desarrollar; asimismo, las infraestructuras de apoyo a la producción (riego) y comercialización (almacenes, mercados) son básicas, para que mejores cosechas lleguen a su destino con la calidad obtenida en el campo; y finalmente está el financiamiento, para hacer realidad los planes de negocios viables. Entre las potencialidades de la pequeña agricultura están sus pequeños valles y su variedad de microclimas, que permiten muchos tipos de cosechas, crianzas, producción acuícola y forestal. des de negocios que aprovechen las ventajas de los ecosistemas del Perú para producir los sabores más especiales de ají, los granos andinos más nutritivos y los aceites de palmeras amazónicas más increíbles. Serán las instancias del gobierno nacional las que deberán coordinar con los gremios de productores, gobiernos regionales y locales, empresas privadas relacionadas y sociedad civil, a fin de establecer el marco de medidas promocionales para que la inclusión social llegue cuanto antes al campo. El campo peruano emplea a una cuarta parte de la población. Y si bien la migración hacia las ciudades continuará, tenemos que convertir a lo rural en un espacio de viabilidad productiva en que los grandes, medianos y pequeños productores agrarios y no agrarios encuentren una forma digna de emprender y ser prósperos. La singularidad agroecológica del Perú trae consigo un campo de pequeños valles, con una variedad de microclimas que permite muchos tipos de co- sechas, crianzas, producción acuícola y forestal. A la cabeza de ellos habrá organizaciones de productores con negocios interesantes, algunos masivos y muchos enfocados a mercados especiales, como una harina que permita los más deliciosos purés de papa amarilla; conservas de sabrosas chirimoyas y granadillas; el jamón curado y secado con las mejores tecnologías; los cortes de carne magra, con los sabores únicos del ganado criollo. Todo ello a partir de la unicidad de los Andes peruanos, sin olvidar que lo mismo aplica para la costa y la selva peruanas. La pequeña producción agraria tiene en la nueva escena global oportunidades únicas para convertirse en parte importante de las soluciones que busca un Perú que aflora orgulloso de su identidad e historia, mirando el futuro con optimismo y espíritu innovador. Nota 1 Consultor y experto en temas agrarios y de competitividad e innovación. Exministro de Agricultura. 7